lunes, 9 de diciembre de 2013

Pido discuulpas :$


Hola, holita chicas. Siento deciros que ando un poco agetreada con examenes y demás... así que tengo poco tiempo para escribir pero prometo que en breves os subire algo...quería deciros que para que se os haga mas ameno la espera....estoy subiendo otra nove en otro blog que ya tenía escrita hacia tiempo... es aquí: http://myhateandmylove.blogspot.com.es/ No es Eugeter.... el protagonista es Liam Payne un integrante de 1D para quien no lo sepa...y la protagonista es _____ pero yo siempre lo hago pensando en Eugenia xDD
Y nada, quería deciros que si os podéis pasar y eso... a pesar de que no es de Peter...podéis imaginaroslo a él JAJAJAJAJAJAJA pues eso...Siento mucho la demora pero llevo unos días fatal porque tengo los examenes en enero y me queda muchisimo por estudiar...y lo unico que me anima es escribir y no tengo tiempo. Weell penurrias a un lado...os pediria eso...que os pasarais y me dijerais que os parece... solo está subida la sipnosis y el primer capitulo. Y por si alguna razón el link que os he puesto no sirve...está a la derecha del blog...se llama 'Del odio al amor'. Y eso es todo amigas :) Ya hablamos^^ Y muy pronto prontito otro cap de JF :) Espero que os vaya bien en todo. Besotes^^

domingo, 10 de noviembre de 2013

JF3.Capitulo 29.

Capitulo anterior:
-Si, ellos afirman que le pega, que la amenaza, la tortura psicológicamente. ¿Eso es cierto?-preguntó el policía mirándola fijamente.
Ahora tocaba decidir. Mentir o decir la verdad.
-Bueno, yo… él…
-Tranquila-dijo él al notar su nerviosismo.- Díganos la verdad y le prometemos que no le pasará nada.
-¡¿Cómo sé yo con certeza que estaré segura?! ¡¿Cómo sé yo que él no os ha comprado también a vosotros?!-elevó el tono de voz por pura desesperación.
-¿Qué?-preguntó el agente sin comprender bien lo que trataba de decirle.- ¿Qué ha dicho, señorita?
Ella se mordió el labio inferior tratando de tranquilizarse.
-Verá, él…-empezó a hablar cuando de pronto la puerta del despacho se abrió.
Era él. Era Nicolás.
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 Silencio, eso era lo que rondaba aquel baño. No había más que silencio y de vez en cuando el ruido del agua al moverse el cuerpo que se encontraba parcialmente sumergido en la bañera. Todo estaba tranquilo, como hacía mucho que no lo estaba. Relax. Descanso. Eugenia tenía los ojos cerrados y la cabeza apoyada en el filo de la bañera mientras recordaba todo lo que había pasado aquella tarde con los policías. Había sido todo muy ajetreado, mucho alboroto, demasiado estrés pero nada comparado con el estrés que pasaba cada vez que Nicolás estaba cerca…

Flashback
Ella se mordió el labio inferior tratando de tranquilizarse.
-Verá, él…-empezó a hablar cuando de pronto la puerta del despacho se abrió.
Era él. Era Nicolás.
Los dos policías de inmediato se pusieron de pie y uno de ellos, el de mayor soltura por el simple hecho de haber sido el único en medir palabra aparte del saludo, preguntó:
-¿A qué se debe esta interrupción?
-Perdonadme que los moleste pero venía a traerles agua y unas bolsas de té por si les apetece-se excusó Nicolás entrando con una bandeja en las manos.
-No quiero malinterpretar sus intenciones, señor, pero creo recordar que nos acababa de preguntar si queríamos algo para beber hace dos minutos en el salón y nuestra contestación fue que no.
-Lo sé, pero me sentiría algo incómodo si no les tratase con la máxima hospitalidad-contestó el rubio depositando la bandeja encima de su escritorio al tiempo que daba la vuelta a este para posicionarse de pie junto a Eugenia.
-Bueno, muchas gracias. Ahora si es tan amable de abandonar la habitación y dejarnos continuar con lo que estábamos haciendo.
Nicolás posó su mano sobre el hombro de Eugenia haciendo que la respiración de la muchacha se entrecortará notablemente. Tenía miedo, mucho miedo. LE tenía miedo.
-Si no es molestia podría hacerme las preguntas que le iban a hacer a mi mujer a mí…
-Señor, ya le hemos dicho que queríamos hablar con ella, no se estará interponiendo a propósito en nuestro trabajo ¿verdad que no?
-¡Por supuesto que no!-exclamó Nicolás de inmediato.-El problema es que mi mujer está cansada…ayer fue nuestra noche de bodas y encima está embarazada aunque apenas se le nota y yo…si me lo permitieran quisiera sustituirla para que descansara.
-Les felicito por el embarazo pero el hecho de que su mujer esté o no cansada lo tendría que decir ella y hasta el momento no he oído quejas.
Todos los ojos de aquella habitación fueron a posar sobre la rubia. Esta tragó saliva y empezó a notar como Nicolás aumentaba paulatinamente la fuerza con la que sujetaba su hombro. Su mano pasó de estar simplemente posada a apretar con mucha fuerza. Eugenia hizo una mueca de dolor y como pudo le aparto la mano.
-Estoy estupendamente-dijo mirando fijamente a los dos policías que tenía delante.
-Ya la ha oído-dijo el policía.-Por favor…-la frase siguiente quedó ilícita en el aire. Nicolás sabía lo que tenía que hacer pero quería evitarlo a toda costa.
-Eugenia, cariño…será mejor que…-empezó a decir el rubio.
-¡No!-gritó ella poniéndose de pie.-No, Nicolás ¡basta! Se acabó. Estoy harta, cansada de que solo sepas amenazarme y amenazarme. Quiero vivir, quiero ser feliz, quiero ser ¡libre!-Eugenia miró a los policías y tomando fuerzas continuó.- Habéis venido a preguntar sobre si este hombre-señaló a Nicolás.-…me pega ¿verdad? Pues lo confirmó, no solo me pega, me maltrata psicológicamente, me tiene encerrada y vigilada veinticuatro horas y no me permite ver a mis amigos, no…no nada.
-¿Es eso cierto, señora?
-Señorita-corrigió Eugenia.- ¿Y si es cierto? Tan cierto como que ahora mismo aun seguiré teniendo una mejilla roja porque este…este… ¡org! Este animal me ha pegado dos minutos antes de que llegaran y si hubiesen subido a la habitación me hubieran visto maniatada a la cama. ¿Acaso no se dan cuenta? ¿Qué pasa? ¿Los has comprado a ellos también?-preguntó la muchacha mirando a Nicolás.-¿Qué has comprado a todos y cada uno de los policías de esta maldita ciudad?
-Eugenia, ¡para!-exclamó Nicolás haciéndola callar.-Señores agente, no tengan en cuenta el comportamiento de mi mujer. Ya les he dicho que está cansada y…
-Señor, callese-dijo el policía desafiante.-Señorita, ¿tiene prueba de todo eso que está diciendo?
-¿Pruebas?-preguntó Eugenia sintiendo como la sangre de su cuerpo se le iba toda a la cabeza.-Yo…yo…
-Eugenia no digas tonterías...-trató de decir el rubio.
-Señor Renaldi salga de aquí ahora mismo.
-Pero por favor agentes mi mujer no sabe lo que dice… ¿Cómo voy a pegarle y más estando embarazada? Cariño por favor no hagas esto…porque no tiene gracia. Di la verdad. Di que tanto Peter como Rocío te han obligado a decir esas chorradas que acabas de decir que eso no es verdad. Yo te quiero y lo sabes.
-Señor Renaldi, haga lo que le digo-dijo el policía empezando a dar la vuelta al escritorio. Nicolás al momento soltó Eugenia sin dejar de mirarla fijamente a los ojos.-Agente Ramírez, llévese al señor Renaldi de aquí, quiero hablar a solas con la señorita-dijo haciendo hincapié en ‘a solas’.
Nicolás empezó a caminar hacia la puerta no sin antes dedicarle una mirada amenazadora a Eugenia que pasó totalmente desapercibida para los dos policías. Una vez que la puerta se cerró, el policía habló:
-Señorita, siéntese y tranquilícese. Necesito que me cuente todo con pelos y señales. ¿Quiere un poco de agua?-preguntó con suma amabilidad.
-Si por favor, tengo la boca seca. No me creía capaz de…de hacer esto.
-No se preocupe, le prometo que no le pasará nada pero para ello necesito saberlo todo. Si es verdad lo que dice ese miserable se pasara una buena temporada en la cárcel.
-Está bien-afirmó ella tras dar un trago al agua que el hombre le había ofrecido.
Findelflashback.

Todos los recuerdos se disiparon de la mente de Eugenia al sentir unos labios posarse sobre su frente. Al momento abrió los ojos y con una sonrisa miró al propietario del beso.
-¿Estás mejor?-preguntó Peter poniéndose de cuclillas para estar más o menos a la misma altura que ella.
-Si, un poco cansada pero si-suspiró.
-Entiendo que estes cansada…te has pasado toda la tarde en la comisaria declarando-comentó Peter acariciándole la mejilla.-Y por eso mismo será mejor que salgas ya antes de que te conviertas en una pasa, cenes y te vayas a dormir en la cama tranquilamente.
Tan solo al oír la palabra cenar el estómago de Eugenia empezó a rugir.
-Me parece que alguien tiene mucha hambre-dijo Peter levantándose y yendo a coger la toalla.
-Uf, mucha-reconoció saliendo de la bañera.
-¿Desde cuándo hace que no comes?-preguntó él rodeándola con sus brazos y la toalla para enrollársela alrededor quedando muy cerca de ella; abrazado a ella.
-Desde que desayune contigo-contestó bajando la cabeza, no quería ver la mirada recriminatoria de Peter.
-Eugenia-dijo el muchacho tras un largo suspiro.- ¿Qué te había dicho sobre la comida?
-Lo sé-contestó arrepentida.-Sé que tendría que haber comido pero con todo lo que ha ocurrido en lo último que he pensado ha sido en eso…-confesó.
-Pero, Euge…estas…-intentó decir Peter.
-Lo sé-lo interrumpió.-Sé que estoy embarazada ¿crees que no me he dado cuenta? Cada día estoy más hinchada, más cansada y con más ganas de dormir…-se quejó.-¡Ah! Y más insoportable.
-No creo que sea para tanto.
-Te doy dos semanas-dijo la muchacha sin dejar de sonreir.- En una semana te estarás planteando la idea de tirarte por la ventana.
Peter echó a reir contagiándola a ella.
-Espero, entonces, que me impidas que me tire-dijo él apretándola más a él.
-Por supuesto-afirmó al momento.-Si no quien me traería fresas con chocolate a las dos de la mañana cuando se me antojase.
-Ah, que solo me quieres para eso.
-No, tonto. Te quiero para eso y mucho más-dijo esbozando una gran sonrisa.
Peter se quedó observándola embobado.
-¿Qué ocurre?-preguntó incómoda.
-Nada, solo que me encanta tu sonrisa y… tenía miedo de no volver a verla después de todo lo ocurrido.
-Sonrío solo y exclusivamente porque estas tú aquí. Y… te quiero tanto…
-Y yo a ti-reconoció Peter dándole nuevamente un beso en la frente.-Ahora a vestirse antes de que te resfríes.
-Vale-dijo aun con la sonrisa intacta.-Y… papá ¿me visto yo sola o me vas a ayudar?-preguntó echándose a reír.
-Muy graciosa-dijo irónicamente Peter dedicándole una miradita.

Una vez fuera de la mirada de Peter la sonrisa de la muchacha se desvaneció. Todo parecía haber acabado pero Eugenia sabía perfectamente que eso…tan solo había significado el fin de una etapa y el comienzo de otra mucho peor.

Continuará...

[He aquí un cap. Después de dos meses hoy subo...ya no se ni si alguien me sigue leyendo o no xD Pero bueno yo lo subo..y ya si veo que alguien continua leyendo subo mas xD]

sábado, 20 de julio de 2013

JF3. Capitulo 28.

Capitulo anterior:
Él sonrió irónicamente mientras le soltaba las manos.
-Claro que lo sería pero antes haría realidad mis deseos…-trató de darle un beso en los labios.-Así que mucho cuidado…
Nicolás terminó de desatarla y se quitó de encima suya. Se arregló la ropa y abrió la puerta. Salieron de la habitación y bajaron las escaleras. Eugenia tenía el corazón a mil por horas. ¿Qué había pasado? ¿Qué haría la policía allí? ¿Qué…? ¿Qué…? Las preguntas se disiparon de su mente en el momento en que vio a dos policías sentados en el sofá del salón junto a una rubia de pelo largo, junto a ella, junto a su prima, junto a Rocío.

¿Su pesadilla habría terminado?
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La tensión en el aire se podía cortar con un cuchillo. Eugenia y Nicolás cruzaron el marco de la puerta del salón agarrados de la mano como feliz pareja. Los policías se pusieron en pie y saludaron a ambos con un firme apretón de manos.
-Buenas tardes. ¿A qué se debe la visita?-preguntó Nicolás mirando durante unas milésimas de segundos a una cuarta persona que permanecía junto a la ventana.
Eugenia estaba absuelta en su prima, no le quitaba el ojo de encima trataba de comprender que estaba pasando allí y prepararse para lo que le venía pero pudo darse cuenta de que los músculos del rostro de Nicolás se tensaban con la mirada fija en…
“Peter”-pensó tratando de controlar sus emociones.
Sus miradas se encontraron y Peter le dedicó una dulce sonrisa que se disipó al momento en que volvía nuevamente la mirada a Nicolás y a esa mano que aferraba con fuerza la de Eugenia.
-Buenas tardes, señor Riera. Perdone que nos presentemos así en su casa pero necesitamos hablar en privado con la señorita-dijo uno de los policías refiriéndose a Eugenia.
-Señora-aclaró Nicolás.-Señora Riera. Y me parece perfecto, ¿qué tal si pasamos a mi despacho y hablamos más tranquilamente y en privacidad?-preguntó totalmente aferrado a la mano de la muchacha.
-Nos parece perfecto ir a su despacho pero… queremos hablar con la señora Riera… a solas-aclaró el policía.
-No comprendo-espetó Nicolás.-Ella es mi mujer, entre nosotros dos no hay secretos.
-Es su mujer pero fíjense agentes que él no le ha preguntado lo que ella quiere-dijo Peter apoyándose en el marco de la ventana y cruzándose de brazos.
-No te metas-dijo Nicolás apuntando a Peter con el dedo y dejando relucir su disconformidad con la situación.-Y está bien, hablen lo que quieran en mi despacho, yo les indico dónde está.
-No te preocupes, yo…yo puedo hacerlo-dijo Eugenia por fin.
Había permanecido todo ese tiempo en estado de shock pero alerta a las reacciones de Nicolás. Si eso no salía bien, lo pasaría mal, muy mal.
-De acuerdo-dijo Nicolás agarrando el rostro de Eugenia entre sus manos y dándole un beso sobre los labios.-Agentes ¿tienen ganas de beber algo?-preguntó tras separarse de su esposa mientras miraba a Peter con una sonrisa triunfal.
-No gracias. Queremos acabar con esto cuánto antes. Señora Riera-le llamó la atención para que se dispusiera a llevarlos hacia el dicho despacho.
Una vez que ambos policías acompañados de Eugenia salieron del salón, Nicolás miró a Peter y a Rocío alternativamente.
-No entiendo qué estáis haciendo aquí pero si sois muy amables os invito a marcharos por donde habéis venido.
-Veníamos a visitar a mi prima justo cuando…-empezó a hablar Rocío.
-Y si no queremos irnos, ¿qué?-preguntó Peter desafiante interrumpiendo a la rubia.
-Le tendré que decir a mis guardaespaldas que os saquen a la fuerza-explicó Nicolás.
-No hará falta-dijo Rocío.-Nos vamos, no queremos armar escándalos ¿verdad que no, Peter?-lo miró durante unos segundos.-Venga, vamos. La esperaremos fuera.
-¿La esperareis? ¿A quién?-preguntó Nicolás riendo.-No sé que habréis hecho pero podéis tener por seguro que Eugenia no piensa decir nada que pueda perjudicarme.
-¿Tan seguro estás de eso? ¿Tan amenazada la tienes?-preguntó Peter empezando a avanzar hacia él con un paso tranquilo.
Nicolás rió irónicamente.
-¡Cómo te gustaría estar en mi lugar, ¿verdad?!-dijo Nicolás alzando un poco la voz.- ¡Cómo te gustaría que ese hijo que espera fuera tuyo, que estuviera casada contigo y no conmigo y que te amara a ti  en vez de a mi ¿verdad?! Pero siento desilusionarte pero eso no es así. Sé que el simple hecho de imaginártela conmigo, en la cama, en nuestra cama como un matrimonio te da rabia, te enferma…te dan ganas de…partirme la cara. ¿Y por qué no lo haces? Vamos. Yo te dejo. Venga, pégame. Hazlo ahora que me tienes aquí plantado delante de ti-Peter tenía los puños apretados. La sangre ya había dejado de circular por sus manos por la fuerza en que las apretaba tratando de controlar su rabia.
Rocío vio sus manos y su turbadora mirada.
-Peter, no-dijo la rubia interrumpiendo todo aquello.-Sabes perfectamente lo que trama-Peter empezó a relajarse y a dejar que la sangre circulara con normalidad por sus venas.-Si le tocas solo un pelo saldrás perdiendo. No hagas nada. Vamos-dijo empujando al muchacho hacia la salida lejos de Nicolás.-No le escuches, no le hagas caso.
-Sé, sé lo que sientes, Peter-continuó Nicolás.-Yo lo sentí hace mucho tiempo cuando os veía juntos pero ahora, hoy, gracias al… destino está conmigo y no contigo. Como debe ser.  Espero que disfrutes de tu soledad y de tu tristeza mientras me imaginas haciéndole el amor, acariciándola, besándola, regalándole todas esas cosas que no necesita pero que le hace feliz.
Peter iba hacia la salida cuando sintió el impulso de darse la vuelta.
-Más quisieras poder hacer todo eso que dices-dijo el muchacho acercándose a Nicolás nuevamente con Rocío de por medio.
-Peter, vámonos.
-Tranquila, no le haré nada. Solo le dejaré un par de ideas claras-dijo mirando a la muchacha y después al rubio que estaba frente a él.- ¿Sabes? Todo eso que dices, hacerle el amor, acariciarla, besarla… todo eso, que quieres hacer con ella pero que afortunadamente ella no te lo permite, todo eso y más, lo hicimos ella y yo anoche-Nicolás se sorprendió. Se imaginaba que Eugenia había estado con Peter en su noche de bodas pero no creía que se lo fuera a admitir.-Si, como escuchas, anoche mientras tú dormías, ella y yo estuvimos juntos. Y por mucho que trates de hacerme creer que el hijo que espera es tuyo, sé que es mío. Sé todas las malditas amenazas que le has dicho, todas las malditas palizas que le has pegado, lo sé todo y pronto también lo sabrá la policía… afortunadamente. Y por mucho que trates de comprarlos, ten claro que no podrás por mucho dinero que tengas.
Nicolás estaba pálido. Su mundo se caería en pedazos frente a sus ojos. Su fantasía se acabaría. Su felicidad se iría al garete. Todo llegaría a su fin si Eugenia hablaba. Tenía que impedirlo, cómo fuera.

-Siéntense, por favor-les indicó dos asientos a los policías mientras ella se sentaba en la silla dónde habitualmente estaba Nicolás, frente a la mesa.
-Señora Riera…-empezó a hablar uno de los policías tras tomar asiento.
-Llámeme mejor Eugenia-le rogó.
-De acuerdo, Eugenia…-continuó el policía.-No sé si me recuerda…pero hable con usted un día que acudió a mi comisaria a poner una denuncia que no llego a concluir.
La muchacha asintió, lo recordaba. Había sido el único que verdaderamente parecía honesto, al contrario del policía al que Nicolás había comprado.
-Bueno, pero eso no viene al caso, lo que sí es que esta mañana los dos jóvenes que estaban en el salón que dicen ser su prima y un amigo suyo han acudido a nosotros para poner una denuncia contra su marido por agresión…hacia usted.
Eugenia palideció. ¿Por qué habían hecho eso sin avisarla? ¿No entendían el riesgo que podrían correr si eso salía mal?
-¿Agresión?-preguntó tras recobrar la poca compostura que le quedaba.
-Si, ellos afirman que le pega, que la amenaza, la tortura psicológicamente. ¿Eso es cierto?-preguntó el policía mirándola fijamente.
Ahora tocaba decidir. Mentir o decir la verdad.
-Bueno, yo… él…
-Tranquila-dijo él al notar su nerviosismo.- Díganos la verdad y le prometemos que no le pasará nada.
-¡¿Cómo sé yo con certeza que estaré segura?! ¡¿Cómo sé yo que él no os ha comprado también a vosotros?!-elevó el tono de voz por pura desesperación.
-¿Qué?-preguntó el agente sin comprender bien lo que trataba de decirle.- ¿Qué ha dicho, señorita?
Ella se mordió el labio inferior tratando de tranquilizarse.
-Verá, él…-empezó a hablar cuando de pronto la puerta del despacho se abrió.
Era él. Era Nicolás.

Continuará...

lunes, 15 de julio de 2013

JF3. Capitulo 27.

Capitulo anterior:
En ese momento la puerta se abrió y Eugenia empujó a Peter detrás de la puerta para ocultarlo. Cuando la rubia miró hacia la persona que había llegado, vio a Nicolás. Aún vestido con el traje de boda, ni siquiera se había molestado en cambiarse. Seguramente nada más despertarse y ver que Eugenia no estaba allí, fue en su búsqueda. No estaba solo, Julio estaba con él.
-Cariño, por fin te encuentro-dijo Nicolás abrazando a Eugenia.-Tenía miedo de que te hubiera pasado algo.
La rubia miró a Peter por encima del hombro del rubio y comprobó como se le tensaba los músculos del cuerpo por debajo de su ropa.
-No sé que hiciste anoche pero ya hablaremos cuando estemos en casa, solos-le susurró Nicolás al oído.

Eugenia tragó saliva.
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Ya habían llegado a casa. Nicolás estaba enfadado, Eugenia había jurado que más que eso, estaba furioso, muy furioso. Al despertar no sabía que había pasado en su noche de bodas y darse cuenta de su reciente mujer se había ido, lo volvió loco. El rubio andaba dando órdenes a diestro y siniestro a su guardaespaldas mientras Eugenia esperaba en su habitación a que él viniera a interrogarla. Sabía que si su historia no cuadraba a la perfección todo se iría al garete y ahí si que estaría en serios problemas. Suspiró frustrada cuando oyó a Nicolás decirle a su único guardaespaldas que contratara a otro más o dos más si era necesario. No pensaba dejarla sin vigilancia ni tan siquiera cuando fuera al baño. Era inhumano.
Nicolás sabía que quien había cometido el error que había permitido a Eugenia escaparse había sido él, pero prefería aumentar la seguridad por si volvía ocurrir algo similar.
La rubia estaba sentada en su cama maquinando su historia perfecta. Balanceaba una pierna constantemente, estaba nerviosa. Miraba fijamente la puerta cerrada de su cuarto cuando esta se abrió. Nicolás llevaba aun el traje de novio pero nada más entrar se quitó la chaqueta dejándola sobre los pies de la cama y se aflojó la corbata pasándose la mano por el pelo. Eugenia bajó la mirada a sus manos que descansaban sobre su regazo con su móvil entre ellas, no podía mirarle a los ojos, notaría su mentira a kilómetros.
“Oh, oh”-pensó Eugenia al mirarse las manos vacías, sin nada reluciendo en ellas.-“El anillo”
Se lo había dejado en el loft de Peter. Se mordió el labio inferior con fuerza y disimuladamente trató de esconder su mano sin anillo, quizás con todo lo que se avecinaba Nicolás ni se acordara del anillo.
Agotado, el rubio se sentó a su lado con la espalda apoyada en el respaldo de la cama. Mantuvo la mirada al frente y después la miró fijamente al igual que ella a él.
-¿Cómo lo hiciste?-preguntó él cansado, realmente cansado.
-¿Cómo hice el qué?-cuestionó ella tratando de ganar tiempo.
-¿Cómo te escapaste?
-No me escape. No creía que fuera una prisionera, no esa noche.
-Me drogaste ¿verdad?
-¿Qué? No-tomó aire.-Nicolás ya te lo expliqué cuando veníamos en el coche…Te quedaste dormido y yo no tenía ganas de quedarme allí y me fui.
-¿A dónde?
-Te lo he dicho ya. Al hotel donde se hospeda mi prima y su familia.
-¿Y de quién es esa ropa que llevas? ¿Dónde está el vestido?
-Es de mi tío, el me lo prestó porque la ropa de mi prima no me iba bien…con el embarazo estoy engordando y… bueno, como hoy tenía la ecografía no pretenderías que fuera con el vestido de novia ¿o si?
Él le mantuvo la mirada.
-En serio te crees que me voy a tragar que esta ropa…-le agarró con una mano del cuello de la camisa que llevaba la muchacha y tiró de ella hacia él, acortando la distancia entre sus caras.-…es de tu tío. ¿Tan estúpido te crees que soy?-sonrió sarcásticamente.
A esa corta distancia podía oler su aliento; olía a alcohol. Había bebido. Posiblemente no estuviera del todo borracho pero igualmente Eugenia peligraba.
-Sé que esta ropa es de él-continuó diciendo Nicolás mientras la aferraba más a él.-Lo sé porque huele a él, huele a Peter por todos los poros de tu piel. Has estado con él…lo sé. Esta noche cuando deberías haber sido mía, haber estado entre mis brazos has estado entre los de él y has gritado su nombre y no el mío.
Eugenia se había quedado sin habla no sabía que hacer. Los ojos de Nicolás la miraban tan fijamente que la desconcertaban. Estaban vacíos, tristes, sin esperanza.
-¿Ni siquiera te vas a molestar en negármelo?-preguntó Nicolás tras un largo rato en silencio, tan solo intercambiando miradas a escasa distancia.
-Te he dicho dónde estuve varias veces pero si no me crees no puedo hacer nada para remediarlo.
-¿Y eso es todo? Ahora si no te creo y siento la necesidad de darte un escarmiento, te lo doy y… ¿esto es todo?
Eugenia tragó saliva.
-No vas a hacerme nada-dijo muy segura de si misma.-Me prometiste la última vez que pasó que no volverías a tocarme ni un pelo…
Nicolás sonrió sarcásticamente y le acarició el rostro a la muchacha.
-Te prometí que no volvería a tocarte si no volvías a hacer ninguna de tus locuras pero… has durado poco, en menos de una semana has vuelto a escaparte y a verte con ese imbécil.
-Te he dicho que no me he visto con nadie a excepción de mi prima.
-No te creo-le susurró Nicolás en el oído.-Me estas mintiendo pero ¿sabes? Esta vez…te voy a dar el mejor de los escarmientos-dijo empezando a besarle el cuello.
Eugenia apretó la mandíbula y cerró los puños con fuerza tan solo sentir el primer beso en su cuello.
-Ayer era mi noche de bodas que por razones que aun desconozco no pude disfrutar, así espero que mi mujercita esta dispuesta a complacerme-dijo propinándole un beso en los labios, el cual Eugenia rechazó de inmediato.
-Nicolás, ni te atrevas-dijo la muchacha levantándose de la cama y alejándose de él.
-Eugenia, vuelve aquí-le ordenó él pero ella se negó a hacerle caso.-Por tu bien, ven aquí. Porque como tenga que ir a buscarte va a ser peor para ti.
La rubia permaneció de pie, pensando, qué hacer, cómo librarse de la que le venía encima. Eugenia lo miraba fijamente, allí sentado sobre la cama amenazándola con la mirada. En un impulso, la rubia echó a correr hacia la puerta, la abrió y sin casi darse cuenta volvió a cerrarse. Nicolás la aferró con los brazos y la empujó contra la madera bloqueándole las piernas con las de él y agarrándole por las muñecas a la altura de la cabeza.
-¿Dónde crees que ibas?-preguntó él a escasos centímetros de su rostro.
-Nicolás ¡suéltame!
-Estas loca si piensas que voy a dejarte salir de aquí sin antes conseguir lo que tanto tiempo llevo deseando-comentó
Nicolás trató de besarla pero ella se resistía. Con una mano agarró las dos manos de Eugenia arriba de su cabeza y con la que le quedaba libre le agarró por la cara, impidiéndole que se resistiera. La besó en los labios y Eugenia le mordió con fuerza en el labio inferior. Nicolás se apartó de inmediato y se tocó el labio enrojecido por si tenía sangre.
-Vaya, vaya...Estas hecha una fierecilla-sonrió agarrándola con fuerza y llevándola hacia la cama mientras ella se resistía. La empujó contra el colchón y se posicionó encima a horcajadas mientras la aprisionaba.-Veo que voy a disfrutar contigo pero temo que tendré que atarte-dijo quitándose la corbata con una mano por encima de la cabeza.
Nicolás pretendía atarle las manos al cabecero de la cama, cuando se percató de algo.
-¿Y tu anillo?-preguntó apretándole la muñeca enfadado.
-Me estas haciendo daño-se quejó la muchacha.
-¿Dónde está tu anillo?
-N...no sé, supongo que me lo habré dejado en el hotel de mi prima.
-¿Por qué demonios te tuviste que quitar el anillo?-preguntó agarrándole de la mandibula para que lo mirara.
Eugenia le miró desafiante y sin pensarlo le escupió en el rostro. Nicolás aun más enfadado se limpió la cara y le propinó una bofetada en la mejilla que le giró la cara y le removió los pelos. Asombrada y enrabietada empezó a hacer aspavientos y a tratar de quitárselo de encima, pero pesaba mucho y tenía mas fuerza. Nicolás le ató las manos con su corbata y cuando estaba por sujetarla al cabecero de la cama, llamaron a la puerta de la habitación. Terminó de atarla a la cama y escuchó que alguien hablaba del otro lado de la puerta:
-Señor, siento importunarle pero la policía está aquí y quiere hablar con usted y con la señora.
-¿La policía?-se preguntó Nicolás a si mismo en voz baja que tan solo oyó Eugenia al estar tan cerca.- ¿Qué has hecho?-preguntó agarrándola del cuello.
-Na…nada-contestó frunciendo el ceño.
-Espero que no hayas querido hacer nada de lo que te puedas arrepentir, Eugenia-le avisó.-Ahora te voy a soltar, bajamos, hablamos con la policía y como se te ocurra decir algo fuera de lo normal…date por muerta.
-No serías capaz.
Él sonrió irónicamente mientras le soltaba las manos.
-Claro que lo sería pero antes haría realidad mis deseos…-trató de darle un beso en los labios.-Así que mucho cuidado…
Nicolás terminó de desatarla y se quitó de encima suya. Se arregló la ropa y abrió la puerta. Salieron de la habitación y bajaron las escaleras. Eugenia tenía el corazón a mil por horas. ¿Qué había pasado? ¿Qué haría la policía allí? ¿Qué…? ¿Qué…? Las preguntas se disiparon de su mente en el momento en que vio a dos policías sentados en el sofá del salón junto a una rubia de pelo largo, junto a ella, junto a su prima, junto a Rocío.
¿Su pesadilla habría terminado?

Continuará...

[POR FIN SUBO xD JAJAJAJAJA MATADME :$]

martes, 28 de mayo de 2013

JF3. Capitulo 26.

Capitulo anterior:
-¿Hoy tienes la primera ecografía? ¿Y cuándo pretendías decírmelo?-preguntó Peter molesto.
-Verás es que…
-No me lo ibas a decir, ¿verdad que no?
Eugenia lo miró mordiéndose el labio inferior tímidamente. Había metido la pata.
-Eh… no-contestó.-Verás es que Nicolás sabe que tengo una cita y…
-Y… nada-la interrumpió.-Estás muy equivocada si crees que ese imbécil no me va a dejar estar en la primera ecografía de mi hijo-comentó Peter malhumorado.
-O…hija-añadió la muchacha.
-O hija-corrigió Peter.-Ahora ponte esto-dijo tirándole ropa suya encima de la cama.
-Esto es tuyo-dijo Eugenia agarrándolo.
-Lo sé, pero no pretenderás ir con el traje de novia ¿o si?
Eugenia suspiró. Se avecinaban problemas.
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Acababan de aparcar el coche en el parking del médico. Eugenia se bajó del coche mirando hacia todos lados. Temía encontrarse con Nicolás. Lo temía mucho. Peter le agarró la mano y juntos entraron. A pesar de llegar tarde su médica la recibió con una gran sonrisa.
-Perdón, perdón, perdón-se disculpó la rubia.
-No pasa nada, vamos-dijo la médica indicándole que entrase.
Una vez dentro Eugenia le presentó a Peter y se sentó sobre la camilla con un gran monitor al lado.
-¿Me permites?-preguntó la médica pidiéndole permiso para apartarle la camisa y el pantalón.
La médica le apartó la ropa destapándole la barriga, más de lo que quería Eugenia y sin querer dejó relucir un cardenal que tenía sobre la piel. Inmediatamente Eugenia se lo tapó con la blusa tratando de evitar que tanto Peter como la médica lo vieran.
-¿Nerviosa?-preguntó la médica.
-Mucho. Según me dijiste estos eran los peores meses y tengo miedo de que le haya pasado algo.
-Bueno si me has hecho caso, has comido bien, has dormido bien…no tiene porque haberle pasado nada-comentó la mujer buscando el gel para la ecografía.-Ahora veremos como está-dijo la mujer sonriente.
Eugenia miró a Peter que permanecía a su lado, en silencio, mirando fijamente la pantalla esperando ver algo con su mano entrelazada con la de ella. La muchacha le dio un beso en la mano. Él la miró sonriendo y le dio un beso en la cabeza.
-¿Nervioso?
-Para nada-le susurró al oído.-Solo espero que Nicolás no haya tenido nada que ver con el moratón que tienes.
Ella lo miró y entristecida le  rogó en voz baja:
-No discutamos. Ahora no…
Peter la contempló unos segundos y suspiró.
-Después hablamos-dijo Peter dándole un corto y sonoro beso sobre los labios.

-Todo tuyo-dijo la médica entregándole a Eugenia unas toallitas.
Acababan de terminar la ecografía y todo estaba bien. El embarazo se estaba gestando con naturalidad a pesar de todo. Eugenia empezó a limpiarse el gel de la barriga mientras miraba la cara de tonto que se le había quedado a Peter.
-Te voy a comprar un babero-comentó la muchacha mirándole con ternura.
-Es una cosa tan…pequeña-vocalizó aún mirando la pantalla ya apagada.
-Eugenia-dijo la médica mirándola.- ¿Podría hablar contigo…a solas?
-¿Por qué?-preguntó la rubia.- ¿Es sobre el bebé? Cualquier cosa que me tengas que decir Peter puede estar delante…es el padre.
-Lo sé, pero…
-No, no pasa nada. Yo espero fuera-comentó Peter.
Eugenia frunció el ceño extrañada. ¿Qué le tenía que decir  su médica que no podía decirle delante de Peter? Cuando Peter cerró la puerta, la rubia miró de inmediato a la mujer de bata blanca.
-Verás, Eugenia. No me quería entrometer pero no puedo pasar desapercibida lo que he visto.
-¿A qué se refiere?
-Tú y yo nos conocemos de hace mucho tiempo y tenemos confianza… así que seré directa…-hizo una pausa.-Te pega ¿verdad?
-¿Quién? ¿Peter?-preguntó la muchacha frunciendo el ceño.-No, Peter sería incapaz de tocarme. ¿Por qué…por qué me preguntas eso?
-He visto el cardenal que tienes en la barriga.
-Pero te juro que él no ha sido.
-Entonces, ¿quién?
-Na…nadie. Me tropecé y me caí al suelo.
-Vamos, Eugenia confía en mi. Dime la verdad.
-Es la verdad-dijo la muchacha.
-Está bien, entiendo que te cueste sincerarte conmigo porque hace mucho que no nos veíamos pero… yo también pasé por esto y no estaba embarazada.
-¿Cómo?
-Yo también estuve con alguien que me consumía en cuerpo y alma. Al que quería mucho y no me trataba bien. Todos de mi alrededor me decían que lo dejara, que no convenía pero no les hice caso hasta que todo empezó ir a peor y cuando me quise dar cuenta estaba sola y me sentí muy mal porque creía que no iba a conseguir librarme de él yo sola y… te cuento esto porque quiero que sepas que me tienes a mi y puedes confiar en mi porque aparte de ser tu médica y la que te va a ayudar con tu bebé también quiero ayudarte en lo que haga falta y pueda.
-Gracias-dijo Eugenia dándole un abrazo.-Pero lo que me pasa a mi es demasiado complicado-suspiró.-Y puedes tener claro que él-dijo señalando la puerta.-…sería incapaz de tocarme. Es…otra persona que…-resopló.-…que cada vez que hago algo que no le gusta, él… me pega, me acorrala contra una pared y…
-¿Que él qué?-preguntó Peter a sus espaldas.
Eugenia se dio la vuelta y lo miró asombrada.
-¡Peter! ¿No ibas a esperar fuera?
-Nicolás viene hacia aquí-aclaró Peter su repentina y silenciosa entrada.-Eugenia, dime que eso es mentira. Dime que Nicolás no te ha tocado más aparte de…
-Peter eso no importa. Tienes que esconderte.
-Tenía pensamiento de hacer las cosas como tú querías pero me parece que voy a tener que hablar con ese imbécil.
-¿Qué? Oh, no. Bedoya, ni se te ocurra-dijo Eugenia corriendo hacia él para detenerlo.
Lo agarró del brazo.
-Por favor-le rogó.-Déjame a mi resolver esta situación.
-Eugenia lo has intentado durante un mes entero y no lo has conseguido. Ahora me toca a mi.
-Pero esta vez si. Tengo una idea, déjame intentarla. Dame dos semanas. En dos semanas estaré viviendo contigo, con nuestro hijo o… hija y con el tío Gastón. Vamos, Peter.
Peter se llevó las manos a la cintura y resopló.
-Te doy dos horas-dijo muy seriamente.
-¿Dos horas? Vamos Peter, necesito dos semanas como mínimo.
-Una hora y cincuenta y nueve minutos-dijo el muchacho mirándola fijamente.
-Eh… ¿una semana y media?
-Un día.
-Vamos, Bedoya, cede un poco. No tenemos tiempo.
-Esta bien, te doy una semana y ni un día más.
-De acuerdo, una semana. Gracias.
En ese momento la puerta se abrió y Eugenia empujó a Peter detrás de la puerta para ocultarlo. Cuando la rubia miró hacia la persona que había llegado, vio a Nicolás. Aún vestido con el traje de boda, ni siquiera se había molestado en cambiarse. Seguramente nada más despertarse y ver que Eugenia no estaba allí, fue en su búsqueda. No estaba solo, Julio estaba con él.
-Cariño, por fin te encuentro-dijo Nicolás abrazando a Eugenia.-Tenía miedo de que te hubiera pasado algo.
La rubia miró a Peter por encima del hombro del rubio y comprobó como se le tensaba los músculos del cuerpo por debajo de su ropa.
-No sé que hiciste anoche pero ya hablaremos cuando estemos en casa, solos-le susurró Nicolás al oído.
Eugenia tragó saliva.

Continuará...

domingo, 19 de mayo de 2013

JF3. Capitulo 25.

Capitulo anterior:
Eugenia frunció el ceño sabía en que estaba pensando.
-Peter te he dicho que no. No quiero que te involucres en esto.
-Eugenia siento decirte que tus problemas son mis problemas y no voy a quedarme quieto mientras…
Eugenia cansada de oírle decidió cambiar de tema a su manera. Se sentó encima de Peter y le colocó el dedo índice encima de los labios del muchacho verticalmente mientras siseaba:
-Ssshh. Hoy no quiero discutir. Dejémoslo para mañana-dijo agarrando las manos de Peter contra la cama.
-¿Qué piensas hacer?-preguntó él curioso.
-Bueno…tú has hecho que me olvide de todo durante un tiempo ahora creo que te lo debo-dijo acercando sus labios a los de él.- ¿Qué me dices?-preguntó imitándole con una sonrisa.
Peter sonrió dejando relucir su blanca dentadura.
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A la mañana siguiente ya había vuelto la luz. Eugenia aun estaba en la cama, no quería moverse. Peter dormía plácidamente sobre ella con la cabeza apoyada sobre sus pechos y estaba tan tranquilo que le daba pena despertarlo. Ambos estaban abrazados el uno al otro. Eugenia se había despertado cuando la luz volvió al loft y gracias a que encontró un interruptor cerca de la cama consiguió apagarla sin tener que moverse mucho y así evitar despertar a Peter. Hacia un día precioso, al menos eso era lo que aparentaba lo poco que podía apreciar Eugenia desde la cama. Ella empezó a acariciarle la espalda cariñosamente y sin querer, le despertó. Peter levantó la cabeza frotándose los ojos y la miró sonriendo.
-Que bien sienta despertarse así-comentó Peter dándole un beso en esa zona entre los pechos y el cuello.
-Ni que lo digas-le sonrió.-Buenos días, mi amor.
-Buenos días. ¿Cómo has dormido?
-Muy bien, ¿y tú?
-Mejor que nunca-admitió Peter.
Él con una sonrisa en su rostro hizo un camino de besos por el cuerpo de Eugenia hasta su cuello. Una vez allí, se centró en una zona concreta de su cuello.
-¿Qué hacemos, Peter?-preguntó la muchacha dándose cuenta de lo que pretendía.
-Igualarte los dos lados-contestó mirándola con una sonrisa pícara.
-¿Cómo que igualarme los dos lados?-preguntó llevándose las manos al cuello.
-Si, ayer por la noche te hice un chupetón en el lado izquierdo lo mínimo que puedo hacer es hacerte otro en el derecho.
-Peter, te mato-dijo la muchacho llevándose las manos a la cara.-Dios, Nicolás me va a matar cuando me vea.
-¿Cómo?-preguntó Peter quitándole las manos de la cara.-Creo que he escuchado mal…-dijo agarrándole de la barbilla a la muchacha.-Estas loca si crees que voy a dejar que Nicolás se acerque a ti a menos de diez metros. Eso puedes tenerlo muy claro.
-Ojala-vocalizó ella.-Ojala pudieras pero, Peter…cuando Nicolás se despierte me buscará. ¿Y dónde crees que vendrá primero?
-Él no sabe que vivo aquí.
-Puede ser pero…-intentó decir la muchacha.
-Pero, nada-dijo dándole un beso en el cuerpo entre palabra y palabra.-Tú no te preocupes, déjalo todo en mis manos ¿esta bien?
-No-dijo la muchacha agarrándole el rostro al muchacho para que la mirase a los ojos.-No puedo dejar esto en tus manos y no hacer nada. Peter conozco a Nicolás y…
-Lo sé, sé que lo conoces y no lo dudo-la interrumpió el muchacho uniendo su frente con la de ella y cerrando los ojos.-Pero ten claro que haré lo imposible para que estemos juntos. No voy a permitir que Nicolás te siga amenazando. Ni una más, Euge…
-Pero…
-Sshh-siseó Peter muy cerca de los labios de la rubia.
Eugenia también cerró los ojos y aspiró profundamente para respirar el mismo aire que Peter. Estaba apunto de intentar volver a protestar cuando el timbre le interrumpió. Ambos abrieron los ojos alarmados separándose unos centímetros el uno del otro.
-¿Esperas a alguien?-preguntó Eugenia con el ceño fruncido.
-Eh… no.-contestó Peter levantándose de la cama y vistiéndose el pantalón del pijama.
-Ey, ey ¿a dónde vas?-preguntó Eugenia tapándose con las sábanas.
-A…a abrir-contestó Peter confundido por la pregunta.
-No, Peter podría ser Nicolás-dijo la muchacha alterada.
-¿Me parece a mi o estás un poquito obsesionada con Nicolás?-ella le miró con mala cara.-Si te tranquiliza, antes de abrir miraré por la mirilla, ¿contenta?
Eugenia suspiró mientras se apoyaba en el cabecero de la cama. Peter le sonrió y bajo las escaleras. Se acercó a la puerta y miró de quien se trataba. Era su vecina. Miró hacia arriba y vio a Eugenia apoyada sobre la barandilla de metal con la sábana alrededor de su cuerpo. Él le dedicó otra sonrisa y abrió la puerta.
-Buenos días, Peter-saludó una muchacha joven aparentemente de la misma edad.
-Nina-vocalizó el muchacho.-Buenos días, ¿qué te trae por aquí?-preguntó dándole dos besos en la mejilla.
-Venía a pedirte un poco de sal-dijo moviendo el recipiente vacío que tenía en la mano.
-Oh, por supuesto-dijo Peter agarrando el bote.-Ahora te lo traigo-dijo yendo hacia la cocina.
La muchacha le dedicó una sonrisa y en cuanto Peter se dio la vuelta, se arregló el sujetador deportivo que llevaba agrandándose el escote. Eugenia puso los ojos en blanco y moviendo la cabeza de un lado a otro la observó de arriba abajo. Típica vecina guapa que da problemas. Iba vestida con unos pantalones cortos y un top de deporte. Una cola caballo en el pelo y unos botines deportivos. La vecina mientras esperaba a que Peter le trajera la sal empezó a mirar desde la puerta el interior del loft. Por su rostro Eugenia comprobó que le había impresionado el lugar. La rubia previendo que la chica iba a mirar hacia arriba, hacia su dirección, se apartó un poco de la barandilla.
-Aquí tienes-dijo Peter yendo hacia ella.
-Muchísimas gracias-agradeció dándole un beso en la mejilla al muchacho mientras agarraba el recipiente.
-No hay de que-le sonrió.
-Bueno, cuando quieras algo, ya sabes dónde vivo-dijo la muchacha dedicándole una sonrisa.
-Lo tendré en cuenta.
-Ah, por cierto, Peter. Hoy hago una fiesta en mi casa. Si te quieres pasar estas más que invitado-le sonrió.
-Ah, que bien. Muchas gracias.
-No las des-dijo ella saludándole con la mano y dándose la vuelta para marcharse.
Peter tras eso cerró la puerta y miró hacia Eugenia que volvía a estar apoyada en la barandilla.
-¿Quién es?-preguntó mientras lo veía subir las escaleras.
-Una vecina, se llama Nina, ¿por?
-No por nada-hizo una pausa.- ¿Suele ir muy provocativa todos los días o solo lo hace para ir a pedir sal?-preguntó la muchacha esbozando una sonrisa en el rostro de Peter.
Él se acercó a ella, y la rodeó por la cintura.
-Puede ser que esté notando un poco de… ¿celos?
-¡Ja!-soltó la rubia.-Peter no me hagas reír.- ¿Ahora serías tan amable de prestarme una toalla? Me quiero duchar.
-¿Quieres que me duche contigo?-preguntó Peter rozando su nariz con la de ella.
-No-contestó alejándolo de ella.-Y por tu bien, quítate ese pintalabios rojo de la mejilla si no quieres que te mate-dijo dándole palmaditas en el pecho mientras se alejaba de él.

Eugenia estaba en la ducha. Bajo el agua caliente. Se duchaba tranquilamente cuando oyó a Peter meterse dentro detrás de ella.
-Creía que no ibas a venir-dijo la muchacha terminando de enjabonarse.
-Te estaba preparando el desayuno-comentó Peter rodeándole la cintura por detrás.-Así que será mejor que no tardemos mucho.
-No importa, me gusta el café frío-dijo ella sonriéndole.

Eugenia salió del baño en ropa interior mientras se secaba el pelo con una toalla. Se terminó de arreglar el pelo mirándose en el espejo de la habitación y vio el reflejo de Peter tan solo con una toalla alrededor de la cintura mientras buscaba ropa en su armario. La muchacha se dio la vuelta para observarlo directamente y con una tonta sonrisa en la cara lo contempló de arriba abajo. No podía creer que ese momento fuera cierto…pero dudaría tan poco…
-¿Qué miras?-preguntó Peter al darse cuenta de que no le quitaba los ojos de encima.
-A ti-contestó con una amplia sonrisa.
-Espero que estés disfrutando.
-No sabes cuánto-dijo la muchacha en voz baja mirando hacia otro lado para no intimidarle.
Miró el reloj y se dio cuenta de la hora qué era.
-Peter, ¿ese reloj está bien?
-Si, ¿por?-contestó mirando primero al reloj que había en su mesita de noche y después a ella.
-Joder. Llego tarde-vocalizó empezando a buscar sus zapatos y las medias que estaban esparcidas por la habitación.
-¿A dónde?-preguntó él al ver que se estaba dando prisa.
-A…al médico-contestó mientras rebuscaba la habitación en busca de su zapato.-Jolín, ¿dónde está el otro?
-Espera, espera. ¿Médico?
-Si, hoy tenía una cita para que me hicieran la primera ecografía-contestó la muchacha mirando debajo de la cama.
-¿Hoy tienes la primera ecografía? ¿Y cuándo pretendías decírmelo?-preguntó Peter molesto.
-Verás es que…
-No me lo ibas a decir, ¿verdad que no?
Eugenia lo miró mordiéndose el labio inferior tímidamente. Había metido la pata.
-Eh… no-contestó.-Verás es que Nicolás sabe que tengo una cita y…
-Y… nada-la interrumpió.-Estás muy equivocada si crees que ese imbécil no me va a dejar estar en la primera ecografía de mi hijo-comentó Peter malhumorado.
-O…hija-añadió la muchacha.
-O hija-corrigió Peter.-Ahora ponte esto-dijo tirándole ropa suya encima de la cama.
-Esto es tuyo-dijo Eugenia agarrándolo.
-Lo sé, pero no pretenderás ir con el traje de novia ¿o si?
Eugenia suspiró. Se avecinaban problemas.

Continuará...


[He vuelto, pero por poco tiempo. Tengo exámenes y puf, por fin en dos semanas CREO que acabo xD & nada, pido perdón por no haber podido pero puf, con el instituto es muy complicado. Espero que os este gustando. Besos. ]

domingo, 5 de mayo de 2013

JF3. Capitulo 24.

Capitulo anterior:

-Porque cuando Julio-Peter puso cara de no saber de quién hablaba.-El guardaespaldas-explicó.-Se acercó a Nicolás y a mí, vi a Nicolás cogerle la pistola que tenía guardada y metérsela en los pantalones. Sabía que si estaba dos segundos a solas contigo haría una locura y para impedirlo cuando le abracé frente a todos en la iglesia le rogué que me dejara hablar contigo que te haría entrar en razón y a cambio él recibía mi ‘si, quiero’ en la boda. Por eso, esto-dijo levantando el anillo que sostenía entre sus manos.-Por eso, el casamiento.
-Te juro que no se como puede existir gente como ese imbécil. ¿Cómo puede hacerte esto?-se preguntaba Peter incrédulo.-Pero no te preocupes porque me pienso encargar de ese idiota.
-¿Qué? No, no, no, no, no, no-Eugenia negó varias veces.-Tú no te vas a meter en esto. Peter te lo prohíbo.
Peter sonrió irónicamente, que poco le conocía Eugenia en ese aspecto.
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-Como sabía que si te lo contaba ibas a querer hacer algo al respecto-comentaba Eugenia deambulando por la habitación, aun a la luz de las velas.
-Eugenia, estaba mas que claro que no iba a permitir que Nicolás te siguiese amenazando.
-Ves. Por eso mismo tendría que haberme callado y haber hecho las cosas por mi sola.
-Creo que si lo hubieses seguido haciendo tú sola lo único que harías sería dar vueltas en círculo sin conseguir nada como llevas haciendo todo este tiempo.
Eugenia se detuvo y lo miró con los ojos abiertos de par en par.
-Peter eso ha sido un golpe bajo.
-Perdón-se disculpó Peter levantándose de la cama y yendo hacia ella para abrazarla.
-No me toques-puso su mano sobre el pecho desnudo de Peter para mantenerlo alejado.
-Oh, vamos Euge, no te enfades ha sido un comentario sin importancia.
-Peter solo espero que me hagas caso y no hagas absolutamente nada porque te prometo que te odiaré incluso si estas muerto ¿me oyes?
-Oh, no, tendré que soportar tu odio hacia mí en la ultratumba-bromeó Peter consiguiendo rodearla con sus brazos.
-Te lo tomas a broma pero esto es muy serio-dijo ella golpeándole en el pecho con el puño cerrado y cruzándose de brazos.
-¡Au!-se quejó el muchacho.- ¿Pretendes hacerle el trabajo fácil a Nicolás matándome tu primero?-preguntó él empezando a darle besos en el cuello a Eugenia con una sonrisa en el rostro.
-Peter, para-le dijo la muchacha intentando alejarlo de ella.-No estoy de broma, hablo en serio.
-Vamos, Euge. ¿No decías que querías que te hiciera olvidar todo?-preguntó Peter mirándola con una ceja levantada recordando lo que Eugenia había dicho antes con un tono sardónico.
-Bedoya, vete a la…-dijo con odio.
Peter le tapó la boca en el momento justo.
-¡Oye! Cuida tu vocablo, hay menores delante que pueden oírte-dijo consiguiendo sacarle una sonrisa a la muchacha que disimuló al momento.-Lo he visto. No trates de ocultarlo porque lo he visto.
-¿De qué hablas? ¿Qué has visto?
-A ti, sonriendo.
-Mientes-dijo haciéndose la desentendida.
Peter sonrió y le dio un beso en la mejilla a Eugenia, que lo miró malhumorada.
-Oye-dijo Peter cambiando de tema.-Tú te has casado… ¿no tendrías que estar ahora mismo de luna de miel?
-Tendría, tú lo has dicho.
-¿Y tu marido no opina nada malo sobre que estés aquí conmigo?
-Mi marido, como tú le llamas, no sabe dónde estoy.
-Uh, seguramente te estará buscando como un loco.
-Te equivocas, ahora mismo duerme plácidamente sobre la cama donde pensaba hacerme el amor.
Esas palabras hicieron que Peter endureciese el gesto pero decidió continuar con bromas y quitarle importancia a ese asunto, al menos por esa noche.
-Que mal te debes sentir ¿no? Tu luna de miel arruinada porque tu marido se ha quedado dormido…
-No se quedó dormido, más bien lo dormí con un somnífero que me dio mi prima-le corrigió.
Peter echó a reír.
-¿En serio?
Eugenia asintió dibujando una media sonrisa en su rostro.
-Vaya, vaya. Menuda esposa…en la noche de bodas duerme al marido y va en busca del amante para serle infiel al marido en la primera noche como casados. Una trama perfecta para una telenovela. 
-Peter, eres odioso-dijo Eugenia volviendo a golpearle en el pecho.
Él echó a reír mientras le pedía perdón.
-De acuerdo, ya paro, ya paro. Bandera blanca-le acarició la cara.-Ahora sí, permíteme hacer lo que me has pedido-Peter se acercó a ella y rozó sus labios con los suyos.- ¿Qué me dices?
-Que eres tonto-dijo Eugenia antes de llevar sus manos a la nuca de Peter y hacer que sus labios se fundiesen el uno en los del otro.
Peter llevó sus manos por debajo de la camisa de pijama que llevaba Eugenia y la fue subiendo lentamente hacia arriba mientras acariciaba el cuerpo de la muchacha. Ella separó sus labios de los de él y le ayudó a que le quitara la camisa. Tras eso la tiró al suelo y con un pequeño impulso, Peter la levantó del suelo y Eugenia rodeó con sus piernas la cintura de Peter. Ella al momento volvió a besarlo. Él fue hacia la cama y lentamente la depositó sobre el colchón. Peter decidido a terminar lo que no había podido hacer antes, llevo sus labios hasta el cuello de Eugenia y lo torturó. Lo hizo de tal forma que provocó que Eugenia doblase la espalda del placer. Peter aprovechó y metió la mano entre el colchón y el cuerpo de Eugenia para desabrocharle el sujetador. Una vez que lo hizo, lanzó la tela de prenda al suelo. La muchacha disfrutaba de los besos y de las acaricias de Peter mientras ella también le acariciaba. Sin duda iba a ser una noche larga para ambos.

Peter se desplomó en la cama al lado de Eugenia. Ambos tenían la respiración agitada y las pulsaciones a mil por hora. Sin duda habían pasado una gran noche. Hacía tiempo que no disfrutaban de esa manera el uno del otro y habían sabido aprovechar bien esa ocasión. Peter agarró la manta y cubrió a Eugenia con ella. Le dio un tierno beso en los labios y ella aprovechó para morderle el labio inferior con dulzura. Peter sonriendo volvió a tumbarse a su lado mirando al techo. La rubia se quedó mirándole y analizando su perfil. Era tan guapo. Él se sintió observado y la miró.
-¿Qué ocurre?
-Nada, solo admiraba a mi Romeo-contestó Eugenia tumbándose de lado.
-Mmm… ¿soy tu Romeo?-ella asintió sonriendo.- ¿Estas segura? Te recuerdo que la historia de Romeo y Julieta no acaban bien. Ambos mueren al final.
-Uh, pero ¿qué te ocurre?-preguntó la muchacha acariciando el pecho de Peter.
-Nada, ¿por?
-Te noto serio.
-No… solo pensaba-le sonrió.
-¿En…?
-En nada, Euge no quiero discutir.
Eugenia frunció el ceño sabía en que estaba pensando.
-Peter te he dicho que no. No quiero que te involucres en esto.
-Eugenia siento decirte que tus problemas son mis problemas y no voy a quedarme quieto mientras…
Eugenia cansada de oírle decidió cambiar de tema a su manera. Se sentó encima de Peter y le colocó el dedo índice encima de los labios del muchacho verticalmente mientras siseaba:
-Ssshh. Hoy no quiero discutir. Dejémoslo para mañana-dijo agarrando las manos de Peter contra la cama.
-¿Qué piensas hacer?-preguntó él curioso.
-Bueno…tú has hecho que me olvide de todo durante un tiempo ahora creo que te lo debo-dijo acercando sus labios a los de él.- ¿Qué me dices?-preguntó imitándole con una sonrisa.
Peter sonrió dejando relucir su blanca dentadura.

Continuará...