viernes, 28 de diciembre de 2012

JF2. Capitulo 63: Darío y Javiera-parte 1

Capitulo anterior:

-¿Qué has dicho?-preguntó Peter con la intención de que las volviera a repetir.
-Que…-hizo una pausa.-Que te quiero-sonrió.-Y pase lo que pase siempre te querré.
-Y yo a ti. No lo dudes nunca-dijo el muchacho mirándole fijamente a los ojos.
Eugenia se mordió el labio inferior con felicidad y lentamente fue acercando sus labios a los de él para besarlo cuando alguien gritó:
-¡¡Qué bonito!!
Ambos abrieron los ojos y miraron hacia el lugar de donde provenía la voz. Se trataba de Darío que había vuelto acompañado de Javiera y los había interrumpido apropósito. Peter y Eugenia echaron a reír ante la tonta voz que había puesto el muchacho.
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Eugenia y Peter continuaron dentro del lago, al fin y al cabo, el agua estaba estupenda y la compañía no era para quejarse. Mientras tanto, Javiera y Darío estaban sentados sobre el mantel; cada uno mirando hacia un lado diferente sin dirigirse la palabra. Se había proclamado un silencio incómodo entre los dos que a veces se rompían por las risas de los dos tortolitos que estaban en el agua.
-Eugenia, Eugenia…-le susurró Peter al oído de su novia.-Suerte la tuya de que no estemos solos.
La muchacha levantó las cejas en signo de sorpresa.
-¿Suerte?-hizo una pausa.- Y…se puede saber por qué-preguntó con una tonta sonrisa en la cara.
-Está claro. Llegamos a estar solos y todo lo que hicimos ayer y esta mañana se quedan cortos.
-¡Peter!-exclamó ruborizada.
-¿Qué pasa? No te miento-dijo riendo.
-Ya, pero…
-¡Tiempo, tiempo!-exclamó Darío de pie cerca de la orilla.- Euge, te robo a mi hermano unos minutos ¿te importa?
La muchacha miró hacia arriba para mirar directamente hacia la cara del hablante y con una sonrisa, contestó:
-No, para nada.
-Darío, dos minutos-comentó Peter.
El muchacho aprovechando que Eugenia tenía el cuello estirado le mordió levemente e intentó dejarle una marca, o también conocido como chupetón.

Una vez que Peter y Eugenia ya habían salido del agua, ella se puso la camiseta seca de él por encima para no pasar mucho frío. Darío le había propuesto quedarse allí, cerca de la orilla para poder hablar tranquilamente y Euge, dejándolos solos se sentó con Javiera en sobre el mantel.
-Bueno, cuéntame. ¿Qué te ha pasado con Javi?-preguntó Peter mientras veía a Eugenia alejarse.
-¿Cómo sabes que te iba a hablar de ella?
-Vamos, Darío, era obvio. Os habéis ido a caminar la mar de felices y habéis regresado casi enfadados el uno con el otro.
-No, enfadados, no. Podríamos dejarlo en molestos.
-Bueno lo mismo es.
-Si, puede ser…pero eso da igual. A ver… te cuento. Cuando nos hemos ido a caminar tenía en mente proponerle a Javiera que empezásemos una relación seria si ella quisiese, e incluso estaba dispuesto a quedarme aquí y dejar el trabajo que tengo en Londres.
-¿En serio?-preguntó Peter sorprendido.- ¡Vaya! Si te tiene que gustar Javiera ¿no? Porque para que tú, tú, Darío Bedoya, el hombre que no hace nada por amor y mucho menos dejar un trabajo donde gana bastante dinero por alguien, tienes que…-Darío le pegó en la boca del estómago para que se callase.
-¡No exageres!-lo miró mal durante unos segundos.-En fin, continuó. Cuando se lo propuse pasó esto…
Flashback.
(…)-A pesar de todo esto, no puedo evitar que el tiempo pase y, aunque me duele en el alma, este lunes me tengo que ir a Londres y posiblemente estos sean los últimos días que pasemos juntos-la cara de Javiera se transformó.-Pero, Javi-la miró.-Si tú me pides que me quede, yo me quedo. Renuncio al trabajo y me quedo, me quedo aquí contigo, y…-en ese momento se cayó al comprobar un cierto desconcierto en el rostro de la muchacha.-Dios, pero ¿qué estoy diciendo? Perdóname, no…no quería ponerte en este compromiso-dijo Darío levantándose y evitando que contestase; ya sabía que su respuesta sería negativa.
-D…Darío-vocalizó ella levantándose del tronco.-Yo…-suspiró.-Es precioso todo lo que me has dicho-dijo mirándole a la cara.-Y me encantaría poder decirte que te quedases pero…no puedo. No…no puedo pedirte que dejes la casa, el trabajo y la vida que tenías allí en Londres por mi, no puedo privarte de eso y mucho menos sabiendo que para mí sería imposible tener una relación seria contigo. S…si yo acepte tener esta ‘amistad’ contigo fue porque sabía con seguridad que tarde o temprano acabaría y…que no estaba sujetada a nada. Sabes perfectamente que desde mi última relación seria no quise volver a tener ninguna más por cómo acabo. Yo me prohibí a mi misma que no volvería a enamorarme y…
-Javi-la interrumpió.-Esta bien, no pasa nada-trató de dibujar una sonrisa en su rostro.
-Si, si pasa, tú…
-Javi, ya esta. Zanjemos el tema. Yo este lunes me voy y no me vas a volver a ver, así que no te preocupes y por favor, intenta ignorar el papelón que acabo de montar ¿si?-dijo Darío mirando hacia otro lado.
-Pe…pero…
-No pasa nada-le sonrió y empezó a caminar.
Javiera, extrañada, se quedó de pie en el sitio. Él al darse cuenta de que no lo seguía, miró hacia atrás y le preguntó:
-¿No vienes?
Ella aturdida suspiró y echó a andar.
Findelflashback.

-¿Te ocurre algo?-le preguntó Eugenia a Javiera, tras observar unos segundos su rostro de aturdidez.
-No, nada.
-¿Segura?
-Si…-contestó no muy segura de ello.
-Entonces me alegro-sonrió.
-Bueno, está bien, te lo cuento-dijo Javiera de repente tras un breve silencio.
-Te escucho.
-Veras, Darío se me ha declarado, me ha dicho unas cosas muy bonitas pero yo…
-Pero tú… ¿no sientes lo mismo?-preguntó Eugenia al ver que Javiera no continuaba.
-Si, o sea, no. No es eso. Es todo lo contrario. Darío me encanta, es…-suspiró.-Es, en pocas palabras, perfecto pero yo… yo hace tiempo sufrí mucho por amor porque aunque no lo parezca  cuando tengo una relación seria me entrego al cien por cien y la última vez que me entregué así, me destrozaron. Con mi ex todo parecía perfecto, todo color de rosa, pero en realidad no era así. Estuve con él seis años de los cuales casi tres me estuvo engañando con una y con otra y…cuando descubrí que me había engañado no solo con desconocidas sino con dos de mis ‘amigas’-dibujó comillas en el aire.-Me prometí y me perjuré que no volvería a enamorarme. He tratado de no hacerlo con Darío pero ha sido inevitable. Es atento, cariñoso, es divertido…comprensible. Y en un principio no me importaba el hecho de que me hubiese enamorado porque él al final volvería a Londres y yo volvería a vivir la vida como la estaba viviendo. Sola y feliz. Pero…hoy cuando me ha dicho que sería capaz de dejar todo lo que tiene por mí, he tenido que dejar a un lado los sentimientos y decirle que no, que no dejara nada por mí porque yo no estaba dispuesta a tener una relación estable; y no estoy segura de haber hecho lo correcto. ¿Y si Darío no es como mi ex y él si puede hacerme verdaderamente feliz? Pero, ¿y si no es así? ¿y si sufro más de lo que ya he sufrido? Hay tantos y si… que ya no se ni qué pensar, ni qué preguntar… no sé nada.
Eugenia guardó unos segundos de silencio por si su amiga fuera a continuar, al no ser así, habló:
-Javiera-la miró.-Creo que soy la menos indicada para hablar porque yo soy igual de insegura que tú… que siempre tiene un montón de y si… pero solo te voy a hacer dos preguntas y ya las contestas tú mentalmente porque ahí vienen los chicos-comentó haciendo referencia a los dos hermanos que habían terminado de hablar.-A ver… ¿tú crees que alguien si no estuviese verdaderamente enamorado sería capaz de dejar todo lo que tiene por otra persona? Y la segunda pregunta, ¿quieres a Darío? Si es que si, no lo dudes más…en serio. Te lo digo desde el corazón, Darío es, sin duda, el mejor novio que puedes tener porque es un chico que se enamora poco pero cuando lo hace da todo por esa persona y si tú verdaderamente correspondes a sus sentimientos, no pierdas más el tiempo.
-Qué no pierda más el tiempo, ¿con qué?-preguntó Peter arrodillándose al lado de Eugenia.- ¿De qué estabais hablando?
-Nada, cosas de chicas-contestó la rubia mirando a su novio con una sonrisa.

Continuará...

lunes, 24 de diciembre de 2012

JF2. Capitulo 62: Te quiero

Capitulo anterior:

-No me extraña-comentó Javiera.
-Bueno, preparamos las cosas-dijo Darío dejando una cesta llena de comida encima del verde césped.
-¡Si!-exclamó Eugenia agarrando el mantel que tenía Peter en las manos, no sin antes darle un tierno beso en los labios-Oye, ahora que lo pienso-comentó la muchacha mientras intentaba extender el amplio trapo de tela sobre el suelo.-Esto es como un picnic de parejas-dijo mirando a Darío y a Javiera para ver sus reacciones.
-¿Qué? No…nosotros, no…-dijeron ambos al unísono y de una manera poco entendible.
-Oh, claro-vocalizó Peter.-Que vosotros no… ¿no?
-No, somos solo amigos-dijo Javiera arrodillándose sobre el mantel para ayudar a Eugenia a sacar las cosas de dentro.
-Me imagino-comentó la rubia de forma irónica mirando con complicidad a Peter.
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Estaba siendo una tarde perfecta. Amigos, novios, comida al aire libre, bromas, charlas y un día que acompañaba a todo aquello. Darío y Javiera hacia tiempo se habían ido a caminar por el bosque, él se lo había propuesto para estar a solas y poder charlar de cosas que le llevaban días rondando la cabeza. En cambio, Peter y Eugenia se habían quedado allí, en la cascada. La rubia estaba cerca de la orilla del lago buscando flores, adoraba aspirar su aroma y que este se quedase impregnado en sus manos. Estaba de cuclillas, cerca de un sitio lleno de flores aromáticas cuando creyó ver una silueta pasar corriendo a su lado mientras gritaba un famoso grito de guerra:
-¡Al agua patos!
Eugenia levantó la cabeza y comprobó de qué se trataba de Peter. Rápidamente se levantó y se apartó para que el agua no la salpicase. El muchacho se había zambullido dentro del lago.
-¡Estas loco!-exclamó Eugenia cuando vio a su novio salir a la superficie.
-¿Por qué? ¡Vamos, ven!-dijo Peter con una sonrisa en la cara.
-No, ni loca.
-Venga, no seas miedica. El agua está genial-comentó acercándose a la orilla.
-Gracias, pero no.
-Vamos-le salpicó agua.
-¡Peter!-exclamó apartándose para no mojarse.
-Euge, tú eliges, entras tú sola o voy yo a por ti-comentó sin dejar de sonreír.
-Ninguna de las dos.
-Esta bien, tú lo has querido-dijo saliendo de dentro del lago.
-Peter, no-comentó Eugenia viendo sus intenciones.
-Peter, no ¿qué?-levantó las cejas acercándose a ella.
Eugenia para mantenerlo lejos, mientras se echaba hacia atrás, apoyó su mano sobre el pecho desnudo del muchacho. Peter con una sonrisa en la cara, apartó la mano de Eugenia y rápidamente la rodeó con sus brazos para que no se escapara.
-¡No!-exclamó ella.-Mi ropa.
-¿El problema es la ropa?-preguntó Peter acariciando cariñosamente con su nariz la mejilla de la muchacha.
-Si-contestó de inmediato con cara de pena.
-Entonces…-hizo una pausa.-Quítatela-dijo Peter sobre los labios de Eugenia.
-¡No!-exclamó apartando sus labios de los del muchacho.-Imagínate que aparecen Javiera y tu hermano o viene cualquier otra persona.
-Bueno, como quieras-comentó Peter empezando a llevarla hacia el lago.
-Vale, vale, vale-dijo repetidas veces.-Me la quito, me quito la ropa pero suéltame-lo miró a los ojos.
-Perfecto-dijo victorioso.
Cuando Peter soltó a Eugenia, ésta sin pensarlo dos veces, intentó salir corriendo pero el muchacho fue más rápido y la agarró por la cintura.
-Como sabía que intentarías escaparte-comentó Peter mientras la rodeaba.-Ahora solo por eso, no voy a dejar ni que te quites los zapatos.
-Peter, por favor-suplicaba tratando de oponer resistencia.
Él al ser un poco más alto que ella, la levantó del suelo por la cintura y la llevó hasta la orilla. Una vez allí, se dejó caer dentro del lago llevándosela consigo. Peter salió a la superficie y la buscó para comprobar si había salido de dentro del agua. Cuando menos se lo esperaba, Eugenia se enganchó a él por su espalda rodeando su cintura con sus piernas y su cuello con sus brazos.
-Te juro que te mataría-dijo Eugenia agarrándose fuerte a su cuerpo.
Peter echó a reír.

Darío y Javiera llevaban tiempo caminando por el bosque charlando de cosas sin importancia, él todavía no se había atrevido a hablar de lo que verdaderamente le importaba.
-¿Estas seguro que sabes por dónde estamos yendo?-preguntó ella un poco perdida.
-Si, no te preocupes-comentó Darío sonriendo.-Si quieres nos podemos sentar un rato en este tronco si no te fías de mi orientación.
-No es que no me fie, es que yo ya estoy bastante perdida-comentó sonriendo.
-Pues entonces paremos-dijo sentándose.
Javiera lo imitó.
-Bueno, ¿y…de qué querías hablar?-preguntó ella mirándolo.
-Verás, es un poco complicado…-tomó aire.-Javi, cuando nos conocimos te comenté que yo no vivía aquí, que yo tenía un trabajo y una casa en Londres y que si estaba por aquí era por simples vacaciones ¿lo recuerdas?-ella asintió con la cabeza en silencio.-Bueno, pues…-volvió a tomar aire.-Un día estas vacaciones se acabarán y será tiempo de volver…
-¿Y qué? ¿Quieres que te felicite?-rió.
Darío la miró entristecido.
-Perdón, no quería…-dijo Javiera al creer que había metido la pata.
-No pasa nada-le sonrió.-Javi, si te saco este tema es porque quiero decirte algo importante.  Sé que en un principio solo habíamos quedado como una pareja de algo más que amigos que se divertían y se lo pasaban bien estando juntos. Pero con el tiempo sin quererlo me he ido enamorando de ti, de tus ojos, de tu sonrisa, de tu mirada, de tus besos…-mientras hablaba miraba hacia el suelo, no conseguía mirarle a la cara.-A pesar de todo esto, no puedo evitar que el tiempo pase y, aunque me duele en el alma, este lunes me tengo que ir a Londres y posiblemente estos sean los últimos días que pasemos juntos-la cara de Javiera se transformó.-Pero, Javi-la miró.-Si tú me pides que me quede, yo me quedo. Renuncio al trabajo y me quedo, me quedo aquí contigo, y…

Peter y Eugenia llevaban tiempo jugando dentro del lago. Ella había intentado salir pero él se lo había impedido, quería que se quedase y estuviesen un rato juntos allí. Ella, aceptando, se quitó los zapatos y Peter se encargó exclusivamente de quitarle la ropa mojada dejándola en ropa interior. Ambos estaban allí dentro del agua sin importarles nada, ni nadie, solo ellos dos. Eugenia había tratado en varias ocasiones de hacerle una ahogadilla pero apenas lo había conseguido. Quería darle su merecido por haberla metido en el lago con ropa inclusive y no pararía hasta conseguirlo. El tiempo transcurría y ambos se estaban divirtiendo y ya ni se acordaban de que Darío y Javiera hacia mucho se habían ido a dar una vuelta y todavía no habían vuelto. Estaban tan sumidos el uno en el otro que ni sintieron que el tiempo había pasado.
Peter tenía a Eugenia entre sus brazos. Ella rodeaba con sus piernas la cintura de éste y con sus brazos, el cuello mientras que él la agarraba por la cadera. Peter hablaba animadamente de un tema del que Eugenia apenas estaba escuchando. Estaba sumida en sus pensamientos. No podía creer lo perfecto que era aquel momento, lo bien que lo estaba pasando y tampoco podía creer todo lo que amaba aquel hombre que tenía delante. Nunca se hubiese imaginado que el volver allí iba a hacerla tan feliz y tan dichosa. Sin lugar a duda, para ella todo era perfecto y no quería que acabase nunca.
-Euge, ¿me estas escuchando?-preguntó Peter sacándola de su aturdimiento.
-¿Qué?-dijo mirándole.
-¿Te ocurre algo?-preguntó preocupado.
Ella negó con la cabeza, sonriendo.
-¿Entonces?
-No, nada. Pensaba un poco…
-¿En qué?-cuestionó apartándole el pelo mojado de la cara.
-En todo, en el pasado, en el presente, en el futuro…
-¿Futuro? ¡Qué interesante!-sonrió.-A ver, cuéntame qué piensas que ocurrirá en el futuro.
-La verdad no lo sé, pero solo pido una cosa.
-¿Qué cosa?
-Que sea cuál sea mi futuro, solo pido que el sitio donde lo pase sea al lado tuyo-dijo mirándole fijamente.
Peter sonrió con amplitud y la besó. Fue un beso dulce, tierno y con amor. Eugenia saboreó sus labios como si del último beso se tratase. Se sentía extraña en aquellos momentos. Un miedo de que aquello se acabase le había invadido el cuerpo sin saber bien el por qué y aunque intentaba evitar sentir esa sensación, no había forma de no pensar en que no todo dura para siempre. Cabía la posibilidad de que aquello si pero por si no fuera así, Eugenia prefería disfrutar del momento y vivir lo mejor que pudiese.
Peter trató de separar sus labios pero ella lo evitó, no quería cortar el beso. Una vez, hecho que el beso se prolongase bastante, capturó el labio inferior de Peter entre los suyos y lentamente se fue separando.
-¡Uau! ¿Y esto?-preguntó él impresionado por el beso.
Eugenia saboreó sus propios labios y tímidamente abrió los ojos mientras sonreía.
-Esto…-le susurró al oído.-Es mi forma de demostrar que…-se humedeció los labios.-Te quiero.
Un escalofrío recorrió el cuerpo de Peter. Eugenia acababa de decirle las palabras que llevaba años sin escuchar y que deseaba volver a oírlas, única y exclusivamente, por boca de la muchacha.
-¿Qué has dicho?-preguntó Peter con la intención de que las volviera a repetir.
-Que…-hizo una pausa.-Que te quiero-sonrió.-Y pase lo que pase siempre te querré.
-Y yo a ti. No lo dudes nunca-dijo el muchacho mirándole fijamente a los ojos.
Eugenia se mordió el labio inferior con felicidad y lentamente fue acercando sus labios a los de él para besarlo cuando alguien gritó:
-¡¡Qué bonito!!
Ambos abrieron los ojos y miraron hacia el lugar de donde provenía la voz. Se trataba de Darío que había vuelto acompañado de Javiera y los había interrumpido apropósito. Peter y Eugenia echaron a reír ante la tonta voz que había puesto el muchacho.

Continuará...

domingo, 23 de diciembre de 2012

JF2. Capitulo 61: This is love

Capitulo anterior:
Ambos empezaron a aumentar su respiración, sus pulsaciones y el calor de ambos cuerpos que se movían en pura compenetración y rozaban el uno con el otro. Eugenia arqueaba la espalda disfrutando de cada embestida, de cada beso, de cada caricia… Todo era perfecto. Peter continúo con ese vaivén que los hacía enloquecer y soltar alaridos. Estaban en la cúspide de todo aquello y faltaba poco para que llegasen al clímax cuando por fin llegaron. Peter agotado, aún dentro de ella, apoyó por unos instantes la cabeza sobre el hombro de la muchacha. Lentamente, levantó la cabeza y la miró a la cara. Una gota de lluvia recorrió desde su pelo mojado hasta la punta de la nariz del muchacho y acabó cayendo sobre la mejilla de la muchacha que sonreía con gran amplitud. Ambos tras unos intercambios de mirada, se fundieron en un beso.  
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Era por la mañana, y los rayos del sol entraban por el ventanal del granero directamente hacia el lugar donde Eugenia dormía plácidamente. Había sido una noche larga y, sin duda, intensa. Poco a poco abrió los ojos y mientras se estiraba comprobó que Peter no estaba a su lado. Extrañada se apartó el pelo de la cara y se apoyó sobre los codos para poder contemplar el resto del lugar. Aún tumbada, se dio cuenta de que la puerta del granero estaba abierta. Preocupada por el paradero de Peter, se levantó agarrando firmemente la manta alrededor de su cuerpo, ya que no llevaba ropa y se dirigió hacia la puerta. Asomó el cuerpo y vio a Peter de pie mirando el hermoso paisaje que tenía ante sus ojos. Eugenia esbozó una amplia sonrisa y apoyó la cabeza en la puerta de madera. Se mordió el labio inferior mientras pensaba en lo perfecto que era.  Estuvo unos largos segundos observándole, hasta que finalmente decidió ir hacia él, no sin antes comprobar si había alguien por allí. Al no haber nadie, salió del granero y se acercó a él sigilosamente. Peter estaba sin camiseta, tan solo llevaba los pantalones y totalmente absorto en sus pensamientos  a penas se dio cuenta de que Eugenia se acercaba. Ella, lentamente deslizó uno de sus brazos alrededor del tronco de Peter y le dijo dulcemente:
-Buenos días, mi amor.
Tras eso, le proporcionó un tierno beso en la espalda. Él se sobresaltó ante el contacto del caliente cuerpo de su novia y miró hacia atrás con una sonrisa.
-Buenos días, dormilona.
-Mm… ¿tanto he dormido?-preguntó con una amplia sonrisa.- ¿Qué hora es?
-Las dos.
-¿En serio?-preguntó asombrada.- ¿Y por qué no me has despertado?
-No sé, estabas durmiendo tan plácidamente que no quería molestarte.
-Pero tenemos que ir a buscar tus llaves del coche-comentó ella separándose de él con la intención de volver al granero para vestirse.
-¡Ei!-exclamó él.- ¿A dónde vas?-preguntó Peter agarrándola del brazo y acercándola a él.
-A cambiarme para que vayamos a buscar tus llaves antes de que alguien venga a echarnos de aquí-comentó a penas unos centímetros de los labios de Peter.
-¿En serio crees que alguien va a venir a reclamar este sitio?
-Mmm… puede.
-Euge, mira a tu alrededor no hay nadie, solo estamos tú y yo… ¿por qué no disfrutamos de esto?-sonrió.
-¿Disfrutar? Y… ¿cómo podemos disfrutar según tú?-preguntó Eugenia rodeándole el cuello a Peter con uno de sus brazos.
-Conozco muchas formas de las que podemos divertirnos.
-¿Ah, si? ¿Cómo cuál?
Peter, se humedeció los labios y a continuación la besó desenfrenadamente. Lentamente, deslizó sus manos por el cuerpo de Eugenia, desde su espalda hasta sus glúteos y una vez allí la acercó a él, a más no poder.

La muchacha estaba sentada en las escaleras que había ante el hotel donde se estaba hospedando. Llevaba como media hora allí, una media hora que se le estaba haciendo eterna. Tenía las piernas a una altura perfecta para poder apoyar el codo en ellas y así sujetar su cabeza con sus manos. De vez en cuando cambiaba de postura y apoyaba la cabeza en la barandilla que tenía a su lado, a la que te podías agarrar para poder subir las escaleras. Eugenia a veces cerraba los ojos para disfrutar de los rayos del sol, que brillaba con intensidad;  del murmullo de aquel pueblo que era casi escaso, y de la brisa que corría. En ese día apenas se divisaba nubes en aquel cielo azul intenso. Era un día totalmente opuesto al anterior.
-¿Falta mucho para que lleguen?-gritó la muchacha mirando fijamente a Peter que permanecía de pie a un par de metros de ella.
Éste al escuchar su voz, se giró y la miró.
-Me dijeron que ya estaban por llegar-hizo una pausa.-Pero si quieres entra y espéralos dentro.
-No-dijo muy convencida.-La culpa de que vengan ha sido mía, así que lo menos que puedo hacer es esperarlos contigo.
-¿Segura?
Ella asintió con la cabeza efusivamente. Peter le dedicó una sonrisa y después miró hacia delante.
Tiempo más tarde, Eugenia divisó un coche blanco que iba hacia el lugar donde estaban Peter y ella. Contenta, se levantó y fue hacia su novio que permanecía en el mismo sitio. Por fin, habían llegado.
El coche blanco estacionó frente a ellos y de dentro se bajaron una pareja, un chico y una chica.
-¡Por fin llegáis!-exclamó Peter yendo hacia su hermano para saludarlo.
-Nos hemos perdido un poco-confesó Darío.-Hacia mucho que no venía y la verdad es que ha cambiado mucho desde entonces.
-Hola-saludó Eugenia a Javiera mientras le daba dos besos en la mejilla.-Perdón por haceros venir hasta aquí…
-No pasa nada-dijo ella con una sonrisa.
-Y a ver, contadme, ¿cómo es que habéis perdido las llaves del coche?-preguntó Darío mirando a Peter y después a Eugenia.
-Una larga historia-comentó su hermano.-Pero, las has traído ¿verdad?
-Por supuesto-comentó sacando las llaves del bolsillo de su pantalón.-Toma-dijo ofreciéndoselas a Eugenia.- ¡No! A ti no que las pierdes-bromeó esquivando las manos de la muchacha y empezando a reír.
La rubia hizo una mueca y le enseñó la lengua.

Todos fueron a buscar el coche de Peter que se había quedado en el camino por el que apenas pasaban coches. Iban hablando animadamente por el camino, los dos hermanos iban charlando delante y las dos amigas detrás.
-¿Recuerdas cuando veníamos aquí casi todos los veranos cuando éramos pequeños?-dijo Peter mirando a su hermano.
-Si, y lo bien que lo pasábamos-confesó sonriendo mientras se le venían imágenes de aquellos tiempos.
-¿Recuerdas que había una cascada por aquí?
-Si-contestó efusivamente.-Recuerdo que un día apostamos que no seríamos capaces de tirarnos desde arriba de la cascada y mamá nos pilló y no pudimos hacerlo-se rió.-Mamá siempre sabía las locuras que íbamos a hacer incluso antes de que se nos ocurriese a nosotros.
-Si, sin duda nos conocía y nos conoce hasta ahora-sonrió.
-La verdad es que si-dijo cambiando de marcha en el coche.-Y oye, ya que estamos aquí, ¿por qué no vamos a pasar la tarde en la cascada después de recoger el coche?


Dicho y hecho. Cuando llegaron al sitio del que hablaban los dos hermanos, las chicas se sorprendieron por la preciosidad del lugar. Sin duda era maravilloso. Árboles, arbustos, flores, plantas de todo tipo, y para completar todo aquello una enorme cascada que acababa en un enorme largo de agua cristalina.
-¡Uau! Menudo sitio-exclamó Eugenia mirando todo a su alrededor.
-¿Verdad?-dijo Peter pasando su brazo por encima de los hombros de su novia.-Pues aquí fue dónde mi hermano y yo pasamos la mayor parte de nuestras vacaciones cuando éramos pequeños.
-No me extraña-comentó Javiera.
-Bueno, preparamos las cosas-dijo Darío dejando una cesta llena de comida encima del verde césped.
-¡Si!-exclamó Eugenia agarrando el mantel que tenía Peter en las manos, no sin antes darle un tierno beso en los labios-Oye, ahora que lo pienso-comentó la muchacha mientras intentaba extender el amplio trapo de tela sobre el suelo.-Esto es como un picnic de parejas-dijo mirando a Darío y a Javiera para ver sus reacciones.
-¿Qué? No…nosotros, no…-dijeron ambos al unísono y de una manera poco entendible.
-Oh, claro-vocalizó Peter.-Que vosotros no… ¿no?
-No, somos solo amigos-dijo Javiera arrodillándose sobre el mantel para ayudar a Eugenia a sacar las cosas de dentro.
-Me imagino-comentó la rubia de forma irónica mirando con complicidad a Peter.

Continuará...

jueves, 13 de diciembre de 2012

JF2: Capitulo 60: Un granero

Capitulo anterior:

Él al ver que ya comenzaba a dar su brazo a torcer, sonrió.
-Tengo una idea mejor… ¿por qué no ahora te enseño a conducir y por la noche conocemos el pueblo? Vamos a estar aquí solo un día así que hay que aprovecharlo al máximo.
-Bueno, quizás, pero solo quizás, nos quedemos más de un día.
-¿Estas dispuesta a faltar a tu trabajo? ¿Tú, que eres la responsabilidad en persona?
-No exageres-exclamó sonriendo.
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Eugenia estaba sentada dentro del coche de Peter, en el asiento del conductor con el muchacho a su lado. El automóvil estaba encendido tan solo faltaba que ella se armase de valor y siguiese las instrucciones que Peter le proporcionaba. Estaba muy tensa, era la primera vez que iba a conducir y temía por la vida de alguien.
-Euge, ahora quita el freno de mano, mete primera y lentamente ve soltando el freno y pisando el acelerador ¿vale?-dijo él terminando de ponerse el cinturón de seguridad.
-Vale-contestó asintiendo con la cabeza a la vez.-Pero… ¿estas seguro que por aquí no pasan coches?-preguntó mirándole.
-Si, tranquila. Me comentó Dolores que este es el sitio más indicado, es un camino de tierra por el que apenas pasa coches desde hace mucho tiempo a causa de que han construido una carretera que hace más corto y ameno el trayecto de este pueblo al pueblo vecino, así que a no ser que alguien se pierda, nadie pasará por aquí. Ahora venga.
-Ah…ah…bueno, entonces…perfecto-sonrió volviendo la mirada hacia delante.
La muchacha tomó aire, quitó el freno de mano, metió primera y lentamente fue pisando el acelerador y levantando el otro que estaba en el freno. El coche empezó a moverse. Ella más tranquila al ver que no era tan complicado, miró a Peter sonriendo y exclamó:
-¡Se mueve!
El muchacho se rió por la emoción que sentía su novia y le dijo:
-Muy bien, mi amor, ahora si puedes pisar un poquito más e ir más rápido mejor.
-¿Más rápido? ¡No!
-Con que sobrepases los 20 kilómetros me basta-se rió.-Es que vas a 10.
-Es que tengo miedo.
Peter ante tal declaración, soltó una carcajada.

El tiempo transcurrió. Peter y Eugenia habían estado toda la tarde en aquel largo y amplio camino de tierra dando clases de conducción. A ambos se les había pasado el tiempo volando, estaban pasándolo muy bien. Para él era muy divertido ver el rostro de miedo y la posición rígida que tenía adoptada su novia cuando conducía. Creyendo que ya habían practicado lo suficiente, Peter y Eugenia decidieron dejar el coche aparcado a un lado del camino e ir a caminar por aquellos lindos parajes de color verde. Saltaron una pequeña verja de no más de medio metro que separaba el terreno de tierra del extenso prado y anduvieron por allí.
-La verdad es que si, esto esta muy deshabitado. Una pena, porque es precioso el paisaje-comentó Eugenia.
-Bueno, el problema es que aquí no hay tiendas ni nada de eso que llame la atención a la gente de ahora-comentó el muchacho sentándose sobre el césped para descansar.-Pero sin duda a mi me encanta. Me recuerda mucho a mi infancia y daría lo que fuera porque mis hijos, cuando los tenga, también conocieran esta parte del mundo, la naturaleza, el aire libre, la tranquilidad…
Eugenia lo miraba con ternura. Hablaba tan seguro de sí mismo, tan claro en las cosas que decía.
-¿Hijos?-preguntó ella tras escuchar lo que acababa de decir mientras se sentaba a su lado.- Así que… quieres tener hijos.
-Si, ¿por qué?-la miró.- ¿tú, no?
-Si, claro. Me encantaría tener un montón de hijos…contigo-comentó dibujándole una tonta sonrisa en el rostro al muchacho.

Ambos siguieron allí sentados descansando y tomando aire fresco mientras contemplaban las hermosas vistas, dándose alguna que otra demostración de cariño; besos, caricias… De repente, una gota de agua cayó sobre el rostro de la muchacha y así sucesivamente fueron cayendo más y más. Empezó a llover.
-Pero ¿y ahora por qué llueve?-se preguntó él levantándose y ayudando a la muchacha a hacerlo.
Ambos corrieron hacia el coche, que les quedaba un poco lejos de donde estaban.
-Será mejor que conduzca yo ahora-comentó él como signo de que Eugenia le devolviese las llaves del coche.
Ella asintió con una sonrisa mientras buscaba las llaves. Metió las manos en sus bolsillos y no las encontró. Miró a Peter asustada.
-¿Qué ocurre?-preguntó él al ver su cara.
-La…las llaves... No las tengo, no las encuentro-contestó palpándose los bolsillos una y otra vez.
-¿Cómo que no? Pero si cuando nos bajamos…
-Lo sé, pero no…no-hizo una pausa.-¿Y si se me han caído en el césped cuando me senté?-se llevó las manos al rostro que estaba empapado.
-Bueno, n…no pasa nada-comentó Peter.
-Si, pasa, claro que pasa. He perdido las llaves de tu coche.
-Euge, tranquilízate. Mira, ahora vayámonos a buscar algún sitio donde refugiarnos y pasar la noche ¿está bien?
Ella asintió frustrada por su torpeza.
-Cuando volvíamos, unos metros más atrás vi una casa. Quizás allí viva alguien que nos pueda ayudar y ya mañana intentaremos buscar las llaves o no sé
Él le agarró el rostro a Eugenia para que lo mirara y le dijo con una sonrisa en la cara:
-Y no te preocupes, no pasa nada porque hayas perdido las llaves-hizo una pausa.-Y vayámonos ya antes de que empiece a llover más.
Peter la agarró de la mano y le preguntó riendo:
-¿Preparada para correr?

Tras unos metros, encontraron la casa de la que hablaba el muchacho. Ambos empezaron a llamar pero nadie atendía. No había luces, ni ningún síntoma de que alguien viviese allí. Él, mirando a su alrededor, vio que había un granero a pocos metros de allí.
-Ven, tengo una idea-comentó volviendo a agarrarla de su mano y echando a correr hacia allí.
Al llegar, quitaron la madera que mantenía cerrada la gran puerta y la abrieron empujando con fuerza. Tras conseguirlo, Peter le cedió el paso a Eugenia, que temerosa entró. Todo estaba en completa oscuridad, no se podía ver absolutamente nada de lo que hubiese en el interior, excepto algún que otro recoveco del lugar que era iluminado por la luz de la luna y las estrellas que entraba por un ventanal. Peter tras entrar cerró la puerta. Eugenia intentó ver donde estaba pero al no conseguirlo, preguntó con la respiración agitada de correr.
-Peter, ¿dónde estas?
 -Aquí-susurró él acercándose a ella mientras se iluminaba con la luz de su teléfono dejando relucir su blanca dentadura entre tanta oscuridad.
-Sabes que no podemos estar aquí ¿verdad?-preguntó ella mirándole.
-Lo sé-contestó acercándose a ella.-Pero no creo que nadie se moleste porque durmamos aquí una noche.
-Pero…
-Tranquilízate-dijo él sobre los labios de la muchacha.
Peter esperó unos segundos a que ella dijese algo más, al no ser así, la besó con ternura. Eugenia le rodeó el cuello con sus brazos mientras le seguía el beso. Al separar sus labios, mantuvieron sus frentes unidas.
-Mi amor, lo siento…-dijo ella entristecida.
-Euge, te he dicho que no pasa nada-le sonrió.
Ambos inspeccionaron el lugar y vieron que había paja en el suelo y una manta, vieja, pero que serviría para se taparan. Peter al acercarse más a la claridad, guardó el móvil y se quitó la chaqueta empapada y la dejó sobre la paja. Eugenia seguía mirando las cosas que había en aquel lugar, todas sin utilidad alguna para ellos en aquel momento, cuando sintió un cuerpo pegarse a su espalda y unas manos deslizarse por la parte delantera de su tronco de forma ascendente, desde su ombligo hasta por encima de sus pechos en busca del cierre de su chaquetón. Ella al notarlo, no dudó en preguntar:
-¿Qu…qué haces?
-Si no te quitas el chaquetón mojado te vas a enfermar-contestó él sobre su oído con una dulce voz mientras deslizaba sus manos por los brazos de la muchacha quitándole la prenda empapada por la lluvia.
Eugenia sonrió ante la tonta y absurda contestación que le había dado para intentar ocultar lo que realmente tenía en mente.
Peter cuando terminó de quitarle el chaquetón, dejo que este cayera al suelo. Apartó el pelo mojado de su novia a un lado y empezó a darle tiernos besos en el cuello mientras  llevaba sus manos a los botones de la camisa de la muchacha y empezaba a desabrocharlos. Eugenia dejándose llevar, cerró los ojos y disfrutó de las inmensas sensaciones que le provocaban el contacto de aquellos labios contra su piel. Cuando sintió que también era desprendida de su blusa, se dio la vuelta para tener a Peter de frente. Con una sonrisa en sus rostros, Peter la levantó agarrándola por la cadera mientras ella abrazaba la cintura del muchacho con sus piernas para después fundirse en un pasional beso.
Tras haberse desprendido de todo excepto la parte de abajo de la ropa interior, Peter y Eugenia se encontraban tumbados sobre la manta extendida sobre la paja. Habían dejado relucir la pasión y el desenfreno. Él, mientras la comía a besos, deslizó sus manos hasta la única prenda que aún la cubría y se la quitó, sin previo aviso. Deseaba que el momento llegase y no quería que se hiciese más de esperar. Mediante tiernos besos y caricias, Eugenia hizo lo mismo que él. Ambos completamente desnudos, el uno encima del otro, él sobre ella, se miraron por un instante a los ojos y con suma delicadeza el muchacho se introdujo en ella. Eugenia no pudo evitar soltar un gemido que fueron a más a medida que él iba aumentando la velocidad.
Ambos empezaron a aumentar su respiración, sus pulsaciones y el calor de ambos cuerpos que se movían en pura compenetración y rozaban el uno con el otro. Eugenia arqueaba la espalda disfrutando de cada embestida, de cada beso, de cada caricia… Todo era perfecto. Peter continúo con ese vaivén que los hacía enloquecer y soltar alaridos. Estaban en la cúspide de todo aquello y faltaba poco para que llegasen al clímax cuando por fin llegaron. Peter agotado, aún dentro de ella, apoyó por unos instantes la cabeza sobre el hombro de la muchacha. Lentamente, levantó la cabeza y la miró a la cara. Una gota de lluvia recorrió desde su pelo mojado hasta la punta de la nariz del muchacho y acabó cayendo sobre la mejilla de la muchacha que sonreía con gran amplitud. Ambos tras unos intercambios de mirada, se fundieron en un beso.  

Continuará...

[Lo prometido es deuda, así que aquí el new cap! xD Perdón si hay faltas, o cualquier cosa pero es que lo he acabado ahora mismo de terminar y son la 1 de la mañana, tengo sueño y nada de ganas de repasar el cap a ver si hay faltillas :$ Bah, nada, espero que os guste y voy a intentar escribir muucho más seguido ahora. Bye! seeyousoon xx]

sábado, 10 de noviembre de 2012

JF2. Capitulo 59: El pasado de Peter

Capitulo anterior:

-Lo has hecho apropósito ¿verdad?-preguntó Peter enfadado mientras abrazaba a su primo haciendo que este quitase el brazo de encima de Eugenia que los miraba en silencio.
-¡No, ¿tú crees?!-preguntó irónico provocando que Peter lo mirase peor de lo que ya lo estaba haciendo.-Puede, pero solo puede, que esto que he hecho tenga algo que ver con la bromita que me gastaron mis dos primos ayer por la noche.
-¿Bromita? ¿Qué bromita?-preguntó haciéndose el tonto.
-El de decirle a la chica con la que estaba intentando ligar que yo era gay.
Peter echó a reír.
-Oh, ya me acuerdo. Bueno, pero eso fue una broma entre amigos, entre familiares…
-¿Una broma entre amigos? ¿Entre familiares?-hizo una pausa.-Bueno, pues esta es la mía-contestó pegándole un leve puñetazo en el brazo mientras se reía.
Fin del flashback.
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Eugenia y Peter entraron en el hotel, y se acercaron a la recepción. La muchacha no decía nada. Por un lado, no estaba de acuerdo con la idea de faltar a su trabajo, corría el riesgo de que se enterasen de su mentira y la despidieran pero por otro, era perfecta esa idea de los dos solos y sin nadie que los interrumpiesen.
Peter llamó al timbre que había sobre la recepción y mientras esperaba a que viniese el receptor, miró a Eugenia que permanecía con los brazos cruzados y con cara de enfadada. Cuando sus miradas se encontraron, el muchacho hizo una mueca tratando de hacer que su novia sonriese. Ella se quedó mirándolo fijamente, viendo como hacia el tonto. Sulfurada, revoloteó los ojos mientras movía la cabeza. Él sonrió ante su reacción y mientras le rodeaba la cintura con sus brazos y eliminaba el espacio entre ambos, le susurró al oído:
-Vamos, alégrame esa cara y regálame una sonrisa-tras eso, le proporcinó un beso en la cabeza.
La muchacha lo miró y dibujó una breve sonrisa irónica en su rostro. Él sonrió y estaba por hablar cuando la recepcionista lo interrumpió:
-Perdonenme la tardanza-dijo una joven, aparentemente de la misma edad que la de ellos.
-No se preocupe-contestó Peter apartándose de Eugenia y buscando las cosas de la reserva.-Hace unas semanas llamé para hacer una reserva.
-¿A qué nombre?-preguntó mirando al muchacho fijamente.
-Peter Bedoya-le contestó mientras sacaba la cartera y le entregaba el dni.
-Gracias-contestó la muchacha agarrando la tarjeta y al ver la foto de tal, no pudo evitar decir.-Vaya, qué bien sales en la foto. No había visto hasta ahora nadie al que su foto de dni no le pasara factura. Sales muy bien.
-Gracias pero no, salgo horrible ahí, parece como que tengo miedo, sino mira mi expresión. Es patética-comentó Peter riendo.
-No, para nada. Sales perfecto-le sonrió y empezó a buscar en su ordenador la reserva.
Disimuladamente, la recepcionista miró de reojo a Eugenia que permanecía totalmente ajena a la conversación y al intercambio de miradas y después volvió a dirigir su mirada una vez más a Peter antes de volver a teclear algo en el ordenador. Tras terminar de hacer todo, busco las llaves de la habitación y se la entregó mientras decía:
-Habitación número treinta.
-Muchas gracias-le sonrió.
-De nada. Espero que todo este a vuestro gusto. Cualquier cosa, aquí estoy-miró una vez más a Eugenia de reojo y finalmente mantuvo la vista puesta en el muchacho que miraba a su novia con la intención de ir hacia las escaleras para buscar su habitación.
La rubia agarró su maleta y cuando estaban por irse, la recepcionista le llamó la atención al chico.  
-Peter-dijo la muchacha.-Perdona que sea tan imprudente pero…¿tú has estado alguna vez por aquí?
-Mmm…si-contestó duditativo.-De pequeño solía venir todos los veranos aquí.
-¿Todos?
-Bueno, casi todos. ¿Por?
La recepcionista dibujó una amplia sonrisa.
-Peter, soy Dolo, Dolores…
-¿Dolores? ¿Dolores, la llorona?-preguntó sorprendido.
La muchacha ruborizada ante la memoria de Peter, asintió con la cabeza.
-Vaya, ¡cuánto has cambiado!-exclamó él.-Ahora estas más…¡vaya! No te había reconocido.
-Gracias, en cambio tú, sigues igual que siempre, más alto pero exactamente igual. Los mismos rasgos, las mismas expresiones…No cambias, eh-le sonrió.
-Bueno, eso no sé como tomarmelo-se rió.
-Para bien, tonto-hizo una pausa.-¿Recuerdas los veranos que pasamos juntos cuando éramos pequeños?
-Si, claro. Recuerdo que llorabas por todo, por eso te apode Dolores, la llorona-se rió.
-Perdona que te contradiga pero lloraba porque te pasabas todo el tiempo metiéndote conmigo.
-¡Cierto!-exclamó con felicidad.
-Pero tengo que admitir que también sabias hacerme sonreir…y aunque de pequeña me negaba admitirlo estar enamorada de ti hasta las trancas-se rió.
Eugenia frunció el ceño al darse cuenta de que entraban en un tema de conversación un tanto delicado. La recepcionista nada más verlo le había comido con la mirada y no había desviado su mirada de él en ningún momento, excepto en escasos segundos en que había tenido que mirar la pantalla del ordenador para buscar la reserva. La rubia queriendo hacerse notar carraspeó y ambos que hablaban animadamente le miraron sonriendo.

Eugenia introdujo la llave en la cerradura y tras girar la muñeca levemente hacia la derecha, abrió la puerta. Entró contemplando la habitación que sería suya y de Peter durante el tiempo en que estuviesen allí. Era una instalación sencilla, rural y muy acogedora. Perfecta para una pareja. Era la típica habitación de un hotel de un pueblo perdido y apenas habitado pero que tenía mucho significado para el muchacho.
-¿Las maletas se la dejo aquí?-preguntó Peter de forma irónica tras dejar todas las maletas en el suelo de la habitación, exausto por haber tenido que subir todo el equipaje el solo.
Eugenia lo miró y esbozó una mueca.
-Eso es tu merecido por haberme traído aquí a traición-Peter sonrió moviendo la cabeza mientras cerraba la puerta.-Pero que sepas que mañana nos vamos, no puedo faltar al trabajo así por qué si.
-Euge, esto ya lo hablamos antes de entrar al hotel…No vas a faltar así por qué sí…vas a faltar porque estas enferma. Yo…te veo mala cara.
-¿Mala cara? Vaya…-hablaba irónicamente.-¿Y la recepcionista? ¿Cómo tenía la cara? ¿También le veías mala cara?
Peter la miró con una sonrisa en el rostro y mientras se acercaba a ella, le preguntó:
-¿Puede ser que este notando un poco de…celos?
-¿Celos?-se rió sarcásticamente.-No-cruzada de brazos, se dio la vuelta para darle la espalda.-Solo preguntaba…-hizo una pausa.-Parece ser que la conoces de hace tiempo ¿no?
-Si, desde que éramos pequeños-comentó deslizando sus manos por la cintura de Eugenia, abrazándola por detrás y apoyando su barbilla sobre el hombro de la muchacha.
-Ah, ¡qué bien! Y parece ser que… ella fue tu primer amor…
-No-la interrumpió.-Te equivocas… Mi primer amor no fue ella, fuiste tú, ¿o acaso no lo recuerdas?
Eugenia permaneció callada. Sintió un leve contacto de los labios de Peter sobre su cuello y tras eso, los brazos de él dejaron de abrazarla. Ella al ver que el muchacho se alejaba, lo miró mientras suspiraba.  
-Oye-comentó para cambiar de tema.-¿No tienes hambre?
-No, no tengo hambre-contestó tajante.
Peter aun notándola distante y molesta, le dijo:
-Euge, por favor…
Tras eso se produjo un silencio muy incómodo. La muchacha se mordió el labio inferior tras escuchar esa súplica del muchacho que apenas habían sido tres palabras pero lo había entendido a la perfección. Descruzando los brazos y tomando aire, rompió aquel silencio.
-Peter-dijo dándose la vuelta para mirarle.-¿Por qué no me llevas a conocer el pueblo?-le sonrió.-Tengo ganas de saber donde pasaba mi novio la mayor parte de los veranos.
Él al ver que ya comenzaba a dar su brazo a torcer, sonrió.
-Tengo una idea mejor…¿por qué no ahora te enseño a conducir y por la noche conocemos el pueblo? Vamos a estar aquí solo un día así que hay que aprovecharlo al máximo.
-Bueno, quizás, pero solo quizás, nos quedemos más de un día.
-¿Estas dispuesta a faltar a tu trabajo? ¿Tú, que eres la responzabilidad en persona?
-No exageres-exclamó sonriendo.

Continuará...

[Ea, por fin pude hacer un capitulo...no ocurre gran cosa pero bueh :P prometo que el prox. estara interesante xD Besitos y perdonad que no suba ultimamente]


sábado, 27 de octubre de 2012

JF2. Capitulo 58: Querer estar solos.

Capitulo anterior:

-¿Ah, si?-él asintió.- ¿Cuál?
-¡Ah, no sé!-vocalizó.-Por cierto, era este próximo lunes cuando no trabajabas ¿verdad?-ella asintió.-Perfecto, a partir del domingo me dan vacaciones una semana…-hizo una pausa.-Este domingo empezamos tus clases, ¿te parece?
-¿Tan pronto?
-¿Qué pasa? ¿Tienes miedo?
-¿Qué? No-dijo muy segura.-El que tendría que tener miedo eres tú como no desayunes de una vez porque si llego tarde, te mato, Bedoya.
-¿Me matas? ¿Cómo?-cuestionó acercándose a ella.- ¿A besos?-ella sonrió.- Máteme pues.
Eugenia se rió.
-Si, definitivamente hoy estas raro-dijo mirándole a los ojos.
-No, raro, no. Enamorado-afirmó mientras acariciaba con su dedo los labios de la muchacha.
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Llegó el domingo. Era el mediodía de un largo día. Eugenia seguía dormida; la noche anterior se había quedado hasta tarde viendo una película con Peter, Gastón, Darío y Javiera; y tras terminar la película se había interesado por un partido de baloncesto que Gastón solía ver en uno de esos tantos canales estadounidenses tipo tres de la mañana. Peter, al contrario, se había ido a dormir. Estaba realmente cansado y tenía en mente despertarse muy temprano al día siguiente.
La muchacha dormía plácidamente cuando unas manos le apartaron el pelo del rostro y una voz le susurró dulcemente en el oído una frase que repitió un par de veces mientras trataba de despertarla:
-Buenos días, mi amor. Despierta.
Ella esbozó un quejido. Quería seguir durmiendo pero esa persona insistió.
-Vamos, dormilona, tengo algo que decirte.
La muchacha entre abrió los ojos lentamente y contempló a la hermosa sonrisa de su novio que permanecía sentado sobre la cama y la miraba con una tierna mirada.
-¿Qué pasa?-preguntó ella con voz de dormida y con mucha pereza encima.
-¿Recuerdas que hoy iba a darte unas clases de conducir?
-Si, pero habíamos acordado que sería por la tarde…-comentó estirándose.
-Lo sé, lo sé pero… hay cambio de planes-dijo él mientras le daba cariñosamente un beso en la mejilla.-Hoy no voy a poder darte clases...porque tenemos otros planes-vocalizó provocando que Eugenia lo mirase sin entender nada mientras esperaba a que le explicase lo que había querido decir con eso.

Peter iba conduciendo en su coche rumbo a un lugar muy especial para él. Allí había pasado gran parte de su infancia. En todos los veranos desde muy pequeño, él junto a su hermano, iban a pasar al menos dos de los tres calurosos meses de vacaciones a la casa rural de su abuelo. Adoraba esa etapa en la que convivía con aquel hombre que tanto admiraba, aquel hombre que le contaba millones de historias fantasiosas antes de dormir que provocaba que el pequeño dejase volar su imaginación en sus sueños, aquel hombre que era famoso en el pueblo por tener la mejor leche y fabricar los mejores quesos. Peter admiraba mucho a su abuelo. Cuando rondaba los seis, siete años de edad creía que todas las batallas y todas las historias que él le contaba donde siempre había un héroe que a pesar de las adversidades salía ganando era la pura realidad pero tan solo se trataba de la imaginación. El muchacho mientras iba a clases solo sabía contar los días que faltaban para que llegase el verano para poder ir a pasar ese tiempo con su abuelo e ignorar todos los problemas que había en su casa pero llegó un día en que su felicidad se acabó por completo. Tenía catorce años. Su hermano ya no estaba, él vivía con su madre y en la época del verano, madre e hijo iban a visitar al abuelo y en aquel año no iba a ser distinto, o eso pensaba él.
Era la última semana de clases, Peter llegaba del instituto y no pensaba, ni imaginaba que al llegar a casa su madre le iba a dar la peor de las noticias.
-Cariño, siéntate-dijo Giulliana.
Peter miró a su madre mientras le hacía caso y no pudo evitar preguntar:
-¿Qué pasa, mamá?
-Verás, Peter…-suspiró y antes de empezar a hablar las lágrimas brotaron de sus ojos.
-¡Mamá! Dime qué pasa-le suplicó.
-Peter… es el abuelo. Verás…tu abuelo ha…
-¡No!-exclamó el muchacho interrumpiéndola y creyendo entender que pasaba.-No, no puede ser…No mamá.
Las dos últimas palabras resonaron en la cabeza de Peter mientras cambiaba de marcha en el coche para aumentar de velocidad. Él mientras miraba fijamente a la carretera y escuchaba de fondo la música de la radio, recordaba el mal trago que había pasado cuando era más joven pero sus pensamientos fueron interrumpidos por la voz de la muchacha que iba a su lado, la voz de su novia.
-Peter-lo llamó un par de veces pero él estaba totalmente ausente.-Mi amor-dijo acariciándole el brazo cariñosamente.- ¿Estas bien?
Él desvió la mirada durante unos segundos de la carretera para mirarla al rostro y contestarle dubitativo mientras le sonreía:
-Si, si…estoy bien.
-¿Seguro?
-Si, no te preocupes-le volvió a mirar apenas unos segundos.-Solo pensaba.
-Mmm…A saber en qué pensabas…
-Pensaba en el lugar al que te voy a llevar.
-¿Y a dónde es?
-Es una sorpresa.
-Vamos, dime-le insistió.-Te juro que cuando lleguemos me sorprenderé igual-le sonrió.
-No seas impaciente, ya lo verás cuando lleguemos.
-Eso mismo me dijiste hace una hora y aquí estamos.
-Bueno, es que está un poco lejos.

Tras un largo viaje en coche, llegaron. Mediante avanzaban el paisaje poco a poco iba cambiando de urbano con pisos modernos, tecnología, asfalto, carretera… a uno más rural lleno de caminos de tierra, casas hechas de ladrillos o piedras, granjas, animales pastando o descansando sobre la hierba y lo más llamativo, un gran y extenso campo de color verde.
Peter había aparcado el coche frente a un edificio antiguo medianamente alto, se podría decir que era el más alto de todo aquel pueblo. La muchacha contempló la fachada durante unos segundos para después mirar a Peter pero él ya había bajado del coche. Ella al darse cuenta que era allí, bajó y se acercó a él que sacaba las maletas del maletero. Eugenia lo miró y le preguntó al ver por primera vez el equipaje:
-¿Y esto?
-Nuestras maletas-contestó dándole al botón de la llave para cerrar el coche.-Verás, Euge, tú y yo vamos a pasar una larga e intensa…-comentó acercándose a ella y rodeándole la cintura con sus brazos.-…semana-le sonrió.-Los dos solos.
-¿Semana? Peter el martes tengo que trabajar.
-Ya no.
-¿Qué has hecho?-preguntó asustada.
-Nada malo, no te preocupes…-le apartó el pelo de la cara.
-Peter-lo miró fijamente.
-A ver, lo único que he hecho ha sido encargarle a mi primo que el martes por la mañana llame a tu trabajo de diga que no puedes trabajar y que le mande un fax con un falso informe médico que he conseguido esta mañana dónde explica tu supuesta enfermedad que provocará que estés todo el día en la cama.
-Peter, no podemos hacer eso. Vamos a mentir…
-No, una parte es cierta…Tú vas a estar todo el día en la cama pero no exactamente porque estés enferma-levantó su ceja pícaramente.
-¡Peter!-exclamó apartándose de él.-Ni pienses que voy a colaborar.
-Vamos, Euge. Tampoco es para tanto. Nadie se enterará, está todo muy bien planeado. Además, lo hacemos por una buena causa.
-¿Buena causa?
-Si, lo hacemos para pasar un tiempo los dos juntos y solos… Sin que nadie nos moleste, ni nos interrumpa ¿o acaso no recuerdas lo que pasó ayer?
-Pero…
Flashback
Gastón, Peter y Eugenia acababan de cenar comida china que los dos últimos se habían encargado de comprar de camino a casa. La muchacha estaba en la cocina terminando de lavar los platos sucios cuando sintió los brazos de Peter rodearle el cuerpo por detrás. Se sobresaltó y lo miró sonriendo.
-Me has asustado.
-Perdón, no quería-dijo apartándole el pelo y empezando a proporcionarle besos en el hombro.- ¿Te cuento algo?
-Dime-vocalizó mientras continuaba con lo que tenía entre manos.
-Mi primo, esta noche, sale con mi hermano, Javiera y otra chica y…
-¡Oh, entiendo! Y quieres ir con ellos-bromeó entendiendo perfectamente que quería decir su “y…”-No me tienes que pedir permiso. Ni que…
-No quería decir eso-la interrumpió.
-¿Ah, no?-preguntó sonriendo.
-Chicos, me marcho ya-comentó Gastón entrando en la cocina.
-¡Qué te lo pases bien!-dijo Eugenia mirándole con una sonrisa.
-Igualmente-dijo dándole un tono de picardía a la frase para que tomase otro sentido.
-Adiós, Gas-se despidió Peter al ver a su primo salir de la cocina.
-Nos vemos-comentó el muchacho agarrando las llaves de su coche y cerrando la puerta principal tras salir.
Pasado un tiempo, Eugenia estaba sentada en el sofá viendo la televisión cuando Peter se tumbó sobre el sofá apoyando su cabeza sobre las piernas de la muchacha.
-Mmm… ¡qué bien hueles!-dijo Eugenia metiendo su mano por dentro de la camisa y acariciándole el cuerpo aun algo mojado por el agua de la ducha.
-Gracias, es el perfume que me regalaste hace unos días.
-Me encanta el olor…-le sonrió.
-¿Te das cuenta, Euge?
-¿De qué?
-Al fin los dos solos…-vocalizó y en ese momento se escuchó la puerta principal cerrarse.-Sin… ¿nadie?-se preguntó mirando a Eugenia extrañado.
-Peter, Euge-gritó Gastón dejando las llaves en el cuenco que había en la entrada.-He vuelto.
-¿Qué haces aquí?-preguntó Peter al ver a su primo aparecer por el salón.
-Sentía que me echabais de menos y he vuelto-bromeó.
-En serio, ¿qué haces aquí?-preguntó incorporándose.
-Nada, que al final la chica que me habían conseguido Darío y Javiera para esta noche no puede venir-contestó sentándose entre Peter y Eugenia.-Así que como no sabíamos qué hacer tuve la genial idea de decirles a estos dos que se vinieran a casa a ver una película y así os hacíamos compañía-contestó pasando su brazo por encima del hombro de la muchacha.
-Estas de broma, ¿verdad?-preguntó Peter mirando a su primo, que negó con la cabeza como contestación de su pregunta.
-Vamos, Peter, hay que ser solidarios y empáticos. Si yo hoy no me divierto, tú tendrías que colaborar con mi decepción y tampoco divertirte.
Peter le sonrió sarcásticamente mientras le pasaba un brazo por encima de sus hombros para acercar la cabeza de su primo a la suya y hablarle en voz baja para que su novia no lo escuchase.
-Lo has hecho apropósito ¿verdad?-preguntó Peter enfadado mientras abrazaba a su primo haciendo que este quitase el brazo de encima de Eugenia que los miraba en silencio.
-¡No, ¿tú crees?!-preguntó irónico provocando que Peter lo mirase peor de lo que ya lo estaba haciendo.-Puede, pero solo puede, que esto que he hecho tenga algo que ver con la bromita que me gastaron mis dos primos ayer por la noche.
-¿Bromita? ¿Qué bromita?-preguntó haciéndose el tonto.
-El de decirle a la chica con la que estaba intentando ligar que yo era gay.
Peter echó a reír.
-Oh, ya me acuerdo. Bueno, pero eso fue una broma entre amigos, entre familiares…
-¿Una broma entre amigos? ¿Entre familiares?-hizo una pausa.-Bueno, pues esta es la mía-contestó pegándole un leve puñetazo en el brazo mientras se reía.
Fin del flashback.

Continuará...

[& después de muchos días, al fin publiqué xD]