domingo, 23 de diciembre de 2012

JF2. Capitulo 61: This is love

Capitulo anterior:
Ambos empezaron a aumentar su respiración, sus pulsaciones y el calor de ambos cuerpos que se movían en pura compenetración y rozaban el uno con el otro. Eugenia arqueaba la espalda disfrutando de cada embestida, de cada beso, de cada caricia… Todo era perfecto. Peter continúo con ese vaivén que los hacía enloquecer y soltar alaridos. Estaban en la cúspide de todo aquello y faltaba poco para que llegasen al clímax cuando por fin llegaron. Peter agotado, aún dentro de ella, apoyó por unos instantes la cabeza sobre el hombro de la muchacha. Lentamente, levantó la cabeza y la miró a la cara. Una gota de lluvia recorrió desde su pelo mojado hasta la punta de la nariz del muchacho y acabó cayendo sobre la mejilla de la muchacha que sonreía con gran amplitud. Ambos tras unos intercambios de mirada, se fundieron en un beso.  
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Era por la mañana, y los rayos del sol entraban por el ventanal del granero directamente hacia el lugar donde Eugenia dormía plácidamente. Había sido una noche larga y, sin duda, intensa. Poco a poco abrió los ojos y mientras se estiraba comprobó que Peter no estaba a su lado. Extrañada se apartó el pelo de la cara y se apoyó sobre los codos para poder contemplar el resto del lugar. Aún tumbada, se dio cuenta de que la puerta del granero estaba abierta. Preocupada por el paradero de Peter, se levantó agarrando firmemente la manta alrededor de su cuerpo, ya que no llevaba ropa y se dirigió hacia la puerta. Asomó el cuerpo y vio a Peter de pie mirando el hermoso paisaje que tenía ante sus ojos. Eugenia esbozó una amplia sonrisa y apoyó la cabeza en la puerta de madera. Se mordió el labio inferior mientras pensaba en lo perfecto que era.  Estuvo unos largos segundos observándole, hasta que finalmente decidió ir hacia él, no sin antes comprobar si había alguien por allí. Al no haber nadie, salió del granero y se acercó a él sigilosamente. Peter estaba sin camiseta, tan solo llevaba los pantalones y totalmente absorto en sus pensamientos  a penas se dio cuenta de que Eugenia se acercaba. Ella, lentamente deslizó uno de sus brazos alrededor del tronco de Peter y le dijo dulcemente:
-Buenos días, mi amor.
Tras eso, le proporcionó un tierno beso en la espalda. Él se sobresaltó ante el contacto del caliente cuerpo de su novia y miró hacia atrás con una sonrisa.
-Buenos días, dormilona.
-Mm… ¿tanto he dormido?-preguntó con una amplia sonrisa.- ¿Qué hora es?
-Las dos.
-¿En serio?-preguntó asombrada.- ¿Y por qué no me has despertado?
-No sé, estabas durmiendo tan plácidamente que no quería molestarte.
-Pero tenemos que ir a buscar tus llaves del coche-comentó ella separándose de él con la intención de volver al granero para vestirse.
-¡Ei!-exclamó él.- ¿A dónde vas?-preguntó Peter agarrándola del brazo y acercándola a él.
-A cambiarme para que vayamos a buscar tus llaves antes de que alguien venga a echarnos de aquí-comentó a penas unos centímetros de los labios de Peter.
-¿En serio crees que alguien va a venir a reclamar este sitio?
-Mmm… puede.
-Euge, mira a tu alrededor no hay nadie, solo estamos tú y yo… ¿por qué no disfrutamos de esto?-sonrió.
-¿Disfrutar? Y… ¿cómo podemos disfrutar según tú?-preguntó Eugenia rodeándole el cuello a Peter con uno de sus brazos.
-Conozco muchas formas de las que podemos divertirnos.
-¿Ah, si? ¿Cómo cuál?
Peter, se humedeció los labios y a continuación la besó desenfrenadamente. Lentamente, deslizó sus manos por el cuerpo de Eugenia, desde su espalda hasta sus glúteos y una vez allí la acercó a él, a más no poder.

La muchacha estaba sentada en las escaleras que había ante el hotel donde se estaba hospedando. Llevaba como media hora allí, una media hora que se le estaba haciendo eterna. Tenía las piernas a una altura perfecta para poder apoyar el codo en ellas y así sujetar su cabeza con sus manos. De vez en cuando cambiaba de postura y apoyaba la cabeza en la barandilla que tenía a su lado, a la que te podías agarrar para poder subir las escaleras. Eugenia a veces cerraba los ojos para disfrutar de los rayos del sol, que brillaba con intensidad;  del murmullo de aquel pueblo que era casi escaso, y de la brisa que corría. En ese día apenas se divisaba nubes en aquel cielo azul intenso. Era un día totalmente opuesto al anterior.
-¿Falta mucho para que lleguen?-gritó la muchacha mirando fijamente a Peter que permanecía de pie a un par de metros de ella.
Éste al escuchar su voz, se giró y la miró.
-Me dijeron que ya estaban por llegar-hizo una pausa.-Pero si quieres entra y espéralos dentro.
-No-dijo muy convencida.-La culpa de que vengan ha sido mía, así que lo menos que puedo hacer es esperarlos contigo.
-¿Segura?
Ella asintió con la cabeza efusivamente. Peter le dedicó una sonrisa y después miró hacia delante.
Tiempo más tarde, Eugenia divisó un coche blanco que iba hacia el lugar donde estaban Peter y ella. Contenta, se levantó y fue hacia su novio que permanecía en el mismo sitio. Por fin, habían llegado.
El coche blanco estacionó frente a ellos y de dentro se bajaron una pareja, un chico y una chica.
-¡Por fin llegáis!-exclamó Peter yendo hacia su hermano para saludarlo.
-Nos hemos perdido un poco-confesó Darío.-Hacia mucho que no venía y la verdad es que ha cambiado mucho desde entonces.
-Hola-saludó Eugenia a Javiera mientras le daba dos besos en la mejilla.-Perdón por haceros venir hasta aquí…
-No pasa nada-dijo ella con una sonrisa.
-Y a ver, contadme, ¿cómo es que habéis perdido las llaves del coche?-preguntó Darío mirando a Peter y después a Eugenia.
-Una larga historia-comentó su hermano.-Pero, las has traído ¿verdad?
-Por supuesto-comentó sacando las llaves del bolsillo de su pantalón.-Toma-dijo ofreciéndoselas a Eugenia.- ¡No! A ti no que las pierdes-bromeó esquivando las manos de la muchacha y empezando a reír.
La rubia hizo una mueca y le enseñó la lengua.

Todos fueron a buscar el coche de Peter que se había quedado en el camino por el que apenas pasaban coches. Iban hablando animadamente por el camino, los dos hermanos iban charlando delante y las dos amigas detrás.
-¿Recuerdas cuando veníamos aquí casi todos los veranos cuando éramos pequeños?-dijo Peter mirando a su hermano.
-Si, y lo bien que lo pasábamos-confesó sonriendo mientras se le venían imágenes de aquellos tiempos.
-¿Recuerdas que había una cascada por aquí?
-Si-contestó efusivamente.-Recuerdo que un día apostamos que no seríamos capaces de tirarnos desde arriba de la cascada y mamá nos pilló y no pudimos hacerlo-se rió.-Mamá siempre sabía las locuras que íbamos a hacer incluso antes de que se nos ocurriese a nosotros.
-Si, sin duda nos conocía y nos conoce hasta ahora-sonrió.
-La verdad es que si-dijo cambiando de marcha en el coche.-Y oye, ya que estamos aquí, ¿por qué no vamos a pasar la tarde en la cascada después de recoger el coche?


Dicho y hecho. Cuando llegaron al sitio del que hablaban los dos hermanos, las chicas se sorprendieron por la preciosidad del lugar. Sin duda era maravilloso. Árboles, arbustos, flores, plantas de todo tipo, y para completar todo aquello una enorme cascada que acababa en un enorme largo de agua cristalina.
-¡Uau! Menudo sitio-exclamó Eugenia mirando todo a su alrededor.
-¿Verdad?-dijo Peter pasando su brazo por encima de los hombros de su novia.-Pues aquí fue dónde mi hermano y yo pasamos la mayor parte de nuestras vacaciones cuando éramos pequeños.
-No me extraña-comentó Javiera.
-Bueno, preparamos las cosas-dijo Darío dejando una cesta llena de comida encima del verde césped.
-¡Si!-exclamó Eugenia agarrando el mantel que tenía Peter en las manos, no sin antes darle un tierno beso en los labios-Oye, ahora que lo pienso-comentó la muchacha mientras intentaba extender el amplio trapo de tela sobre el suelo.-Esto es como un picnic de parejas-dijo mirando a Darío y a Javiera para ver sus reacciones.
-¿Qué? No…nosotros, no…-dijeron ambos al unísono y de una manera poco entendible.
-Oh, claro-vocalizó Peter.-Que vosotros no… ¿no?
-No, somos solo amigos-dijo Javiera arrodillándose sobre el mantel para ayudar a Eugenia a sacar las cosas de dentro.
-Me imagino-comentó la rubia de forma irónica mirando con complicidad a Peter.

Continuará...

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