Seguro que ninguna y si
acaso una vez, y porque ella tenía que guardar bien su cuartada.
-Eugenia, ¿qué
insinúas?-preguntó Pablo.
-Insinúo que no entiendo
por qué te fuiste sin más, solo dejando una maldita nota y para colmo, todos
estos años que llevas fuera no llamaste ni una sola vez; mamá y yo tuvimos que
mover cielo y tierra para contactar contigo y contarte que papá había muerto.
-Eugenia, se que me
equivoque yéndome de esa forma y siendo así todos estos años, por eso he vuelto
porque quiero recuperar el tiempo que perdimos.
-No, Pablo-comentó la
rubia disponiéndose para irse del salón.-El tiempo que perdimos nunca lo vamos
a recuperar.
Esas fueron las últimas
palabras que mantuvo Eugenia con su hermano en aquella tarde.
----------------------------------------------------------------------------------------------------------
El día se le estaba
haciendo eterno a Eugenia. Deseaba que llegase la noche, pero aún faltaba para
eso. Tumbada en su cama solo sabía pensar y pensar en lo que había hablado con
su hermano y tratar de sacar alguna conclusión sobre lo que Sol tenía en
Londres; ya que se fiaba poco de ella.
Así siguió
hasta que dieron las nueve y media de la noche, y escuchó la puerta principal
abriéndose. La rubia rápidamente se levantó de su cama y lentamente abrió la
puerta de su cuarto al escuchar el grito de sorpresa de su madre al ver a Pablo
y a Sol en el salón, viendo la televisión. Eugenia salió de su cuarto y se
sentó en la parte de arriba de las escaleras para escuchar de lo que hablaban
su madre y su hermano. A los minutos, la rubia al encontrar la conversación muy
animada, se levantó de las escaleras y volvió a su habitación; sin entender por
qué su madre se comportaba tan amablemente con Pablo a pesar de todo lo que
había sucedido.
La rubia
para despejarse decidió ir a ducharse. Al salir de la ducha, fue a su cuarto a
vestirse. Se puso la ropa interior y empezó a buscar un pijama de verano que
estuviese limpio en su maleta, que aún no había abierto en toda la tarde.
Rebuscó entre la ropa, pero se detuvo al sentir unos brazos rodeando su cuerpo
por detrás y apretándola con fuerza.
-¿Cómo está
mi Julieta?-Peter le susurró al oído después de darle un beso en el hombro.
-Ahora que
ha llegado mi Romeo, mucho mejor-contestó la rubia.
-Me alegra
ser la causa de tu felicidad, Julieta-comentó el muchacho, soltándola para que
la rubia se diese la vuelta para que se mirasen a los ojos.
-Peter, no
es que no me guste que me llames Julieta pero no quiero acabar como ellos. Él
envenenándose porque cree que ella está muerta y ella clavándose un cuchillo al
verlo morir envenenado. Demasiado trágico-dijo Eugenia acariciándole la mejilla
al muchacho.
-Tranquila,
eso no pasará-hizo una pausa.-Pero prométeme que si piensas tomarte un veneno
que te anule los signos vitales por unas horas, me avisarás tú misma.
-Te lo
prometo-dijo ella con una sonrisa en la cara.-Pero por si acaso, prométeme que
si me ves sin signos vitales, no te envenenarás.
Peter se
quedó callado, mirándola fijamente con una sonrisa en la cara.
-Prométemelo-insistió
Eugenia, al ver que el muchacho no decía nada.
Él
lentamente llevó su mano a la mejilla de la rubia, y se la acaricio con la yema
del dedo pulgar.
-No puedo
prometer algo que no cumpliré-y antes de que Eugenia pudiese decir nada, la
besó con dulzura.
La muchacha
tardó unos segundos en reaccionar, un escalofrío había recorrido todo su cuerpo
al oír las palabras del chico.
“Peter está
dispuesto a….si yo muriese”-pensó Eugenia.
Cuando
separaron sus labios, la muchacha lo abrazó con fuerza y le susurró al oído:
-Te quiero.
-¿Que tú me
qué?-preguntó Peter queriendo volver a escucharlo con una sonrisa en la cara.
-Te
quiero-hizo una pausa.-…como a nadie.
-Yo también
te quiero-dijo él antes de volver a besarla.
Ambos se
siguieron besando, lentamente se acercaron a la cama y poco a poco se tumbaron
sobre ella uno encima del otro sin separar ni en tan solo un segundo los
labios. Peter se encontraba encima de ella, y lentamente deslizo sus labios por
el cuello de Eugenia, dándole dulces besos y acaricias. Tras eso, le deslizo el
tirante del sujetador por el hombro y en ese instante la rubia se dio cuenta de
lo que estaba pasando y empezó a ponerse nerviosa. La respiración de Eugenia
empezó a agitarse, Peter al notarlo, se detuvo, la miro y le preguntó:
-¿Estas
bien?-ella le sonrió y le asintió.-Si quieres podemos dejarlo…
-¡Ssshh!-lo
interrumpió.-No te preocupes.-dijo Eugenia que seguidamente lo besó.
Peter le
siguió el beso mientras le deslizaba por el hombro el otro tirante del
sujetador. El muchacho buscó el cierre del sostén mientras la besaba, lo
desabrochó y cuando estaba apunto de quitárselo, algo lo detuvo.
-¡Aiba! Lo
siento-dijo Darío apareciendo por el balcón.-No sabía que…
Eugenia se
abrochó el sujetador rápidamente y Peter se levantó de encima mientras decía:
-¡Dios!
Darío, ¿qué haces aquí?-le preguntó su hermano.- ¿Tienes un radar o algo que te
avisa el momento idóneo para aparecer para interrumpir?
-Eso parece,
hermanito-empezó a reírse.-Pero, bueno, yo solo venía a avisarte que mamá nos
esta llamando para ir a cenar.
-Vale,
muchas gracias por avisarme.
-No, de
nada. Pero ¿qué le digo? ¿Qué ya vienes a cenar o que ya tienes tu
cena?-preguntó Darío con doble intención.
-No le digas
nada-contestó Peter, tratando de que su hermano se fuese.
-Como
quieras. Que aproveche-comentó Darío marchándose.
Peter fue
hacia el balcón para comprobar que su hermano se había ido, cerró la puerta de
cristal y echó las cortinas.
-Mi hermano
y sus ironías-comentó sentándose en la cama, al lado de Eugenia.
-Creo que
deberías ir a cenar ¿no?-le sugirió levantándose para coger el pijama.
-Como le
tendría que haber dicho a mi hermano…-dijo Peter tirando de ella hacia él.-…ya
tengo mi propia cena.
-Suena muy
tentador-dijo ella sonriendo y sentándose sobre las piernas del muchacho con
las rodillas apoyadas en la cama una a cada lado del cuerpo de Peter.
Eugenia rodeo
el cuello del muchacho con sus brazos y cuando estaba apunto de besarlo,
alguien llamo a la puerta.
-Euge,
¿puedo pasar?-preguntó Pablo desde el otro lado de la puerta de madera.
-No,
vete-contestó Eugenia enfadada.
-Vamos,
hermanita…-insistió el morocho de fuera.
-¿Por qué no
quieres hablar con él?-preguntó Peter en voz baja.
-Porque es
tonto; esta tarde hemos discutido.
-Bueno, pues
ahora habla con él y arréglalo.
-No, no quiero. Me apetece más continuar con lo
que estábamos haciendo.
-Y a mi,
pero no estaré tranquilo hasta que no lo arregles con tu hermano. ¡Venga, hazlo
por mi!-hizo una pausa.-Además, lo bueno se hace esperar o eso dicen-le sonrió
y le guiño el ojo.
Tiempo más
tarde, estaban Eugenia y Pablo en la habitación de la rubia hablando de lo que
había pasado en aquel tiempo en que se había marchado y en concreto en aquella
tarde donde los hermanos habían discutido mientras que Peter estaba en su casa
cenando con su familia.
-Pablo, no
quiero discutir contigo-decía Eugenia.-Pero me molestó cuando te fuiste, me
molesta ahora y me molestará en un futuro que te fueras por culpa de Sol.
-No fue por
su culpa, ya te comenté que quería vivir en mi propia casa porque ya era
bastante mayorcito y también quería cambiar de aire; y por eso decidí irme fuera
del país. La gran equivocación que cometí fue irme sin avisaros, solo con una
nota y luego pasarme todos estos años sin llamaros, el problema es que tenía
miedo de que al llamaros me rechazarais por irme sin más.
-Nunca,
Pablo. Al contrario. Yo hubiese cogido el teléfono y hubiese hablado contigo
como si nada.
-Bueno,
Euge, tú eras muy pequeña, en ti lo comprendo pero en papá y en mamá, no.
-Ellos te
echaban de menos, más de lo que puedas imaginar. Incluso papá en su último
viaje de negocios viajó a Londres y te buscó; pero no consiguió encontrarte.
-¿En
serio?-preguntó Pablo con los ojos llorosos.
Eugenia
asintió mirándolo y sin dudar lo abrazó con fuerzas.
-Y estoy
segura, de que si ahora mismo estuviese vivo, te recibiría igual mejor que como
te recibió mamá-hizo una pausa.-Por mucho que hagamos creo que papá, si
estuviese vivo, y mamá nos querrán como el primer día.
Pablo no
dijo nada más, suspiró cabizbajo.
Continuará.