sábado, 9 de junio de 2012

Capitulo 36: Recuperar el tiempo perdido

Capitulo anterior:

Cuando se dispuso a quitárselo, el timbre sonó varias veces seguidas. La rubia se separó del muchacho, lo miró extrañada por la forma en que llamaban y preguntó:
-¿Quién será?
-Seguramente será el imbécil de mi hermano, haciéndose el gracioso-dijo Peter volviendo a besarla.
El timbre volvió a sonar como al principio y ambos lo ignoraron pero al sonar una tercera vez con más estruendo, Eugenia se levantó, diciendo:
-Voy a ver quien es.
La rubia cogió su blusa y se la puso mientras iba hacia la puerta. Miro por la mirilla y se llevó la mano al pecho sorprendida.
-¿Quién es?-preguntó Peter asomándose.
Las lágrimas empezaron a salir de los ojos de la rubia y lo único que supo decir fue:
-No puede ser…
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Eugenia abrió la puerta y sin pensarlo ni un segundo se abalanzó sobre la persona que estaba del otro lado de la puerta para darle un abrazo con todas sus fuerzas mientras lloraba desconsoladamente. Peter permaneció de pie algo alejado de Eugenia y esa persona a la que la muchacha abrazaba sin entender lo que estaba pasando. El muchacho al ver que su novia no se separaba del chico que acababa de llamar al timbre, se empezó a sentir un poco incómodo y celoso.
-¡Vaya! Me echabas de menos por lo que se ve-comentó el chico con una sonrisa en la cara mientras acariciaba el pelo de la rubia.
Eugenia se separó del joven, lo miro con los ojos llorosos y sin que nadie se lo esperase le dio un tortazo en la cara.
-¿Cómo te atreves a desaparecer así?-lo volvió a abrazar con todas sus fuerzas.-No vuelvas a hacerlo en tu vida.
-Con que me lo hubieses pedido amablemente hubiese bastado-habló el muchacho abrazándola mientras se quejaba por lo que acababa de pasar.
-No, porque ahora cada vez que se te pase por la cabeza marcharte, recordaras esto-comentó Eugenia separándose de él y dándose cuenta de que el recién llegado no venía solo.
Al comprobar con quién venía sus facciones de felicidad cambiaron de inmediato y la rubia saludó con desprecio en sus palabras:
-Hola, Sol.
-Hola, Euge. ¡Qué grande estas!-le sonrió y la abrazó con fuerza, pero sin recibir ese mismo abrazo por parte de la rubia que se quedó quieta esperando a que la muchacha se separase.
-Normal que me veas grande, la última vez que nos vimos antes de que te llevaras a mi hermano tenía diez años; así que tú me dirás…
-¡Eugenia!-le reprimió el recién llegado por lo que acababa de decir.-Si me fui fue porque quise y porque ya estaba demasiado mayorcito como para seguir viviendo con mamá.
-Ya, claro, pero podrías haberte independizado un poquito más cerca, no a Londres ¿no crees?-comentó Eugenia dándose la vuelta para irse al salón provocando que las dos personas de fuera entraran y dejaran las maletas que llevaban en la entrada.
-Oye,-empezó a hablar el recién llegado al ver otras maletas tiradas en la entrada.- ¿os vais de viaje tú y mamá?
Eugenia paso delante de Peter, sin decir nada y se fue directamente al salón.
-Hola, soy Pablo el hermano de Euge ¿tú…quién eres?-preguntó el recién llegado a Peter, al verlo allí plantado en la entrada, extendiéndole la mano.
-Soy Peter, el novio de Eugenia. Encantado-le sonrió mientras le daba la mano.
-¡Vaya! Así que el novio de mi hermanita, pues ¡ojo! Eh… Le haces daño y date por muerto.
-No, no. No te preocupes, sería incapaz-comentó Peter con una sonrisa en la cara.
-Ya, eso decimos todos-dijo Pablo yendo hacia el salón.
Sol tras entrar y cerrar la puerta, se acercó a Peter y le dio dos besos mientras se presentaba. Tras la presentación, ambos fueron al salón y el muchacho se acerco  a Eugenia, que estaba sentada en el sofá, y le habló al oído:
-Mi amor, me voy a ir para dejaros solos y para que habléis ¿vale?
-¿Qué? No ¿por qué?-preguntó Eugenia.-Puedes quedarte si quieres, alguien nos tiene que calmar cuando empecemos a discutir como la última vez que hablamos por teléfono.
-Venga, no seas tonta. ¿No era que lo echabas mucho de menos? Ahora que lo tienes aquí; aprovecha porque luego puedes arrepentirte de no hacerlo, así que no me seas mosqueona-dijo Peter mirándola seriamente, luego sonrió y le dio un beso en la mejilla.-Por la noche deja la puerta de tu balcón abierta, puede que tu Romeo vaya a visitarte-le dedico una amplia sonrisa, para luego despedirse de Pablo y Sol.
El muchacho fue hacia la entrada, pero se detuvo al escuchar su nombre, se dio la vuelta y vio a Eugenia detrás de él.
-¿Te vas a ir así?-preguntó ella con otras intenciones.
Peter sonrió y al entender qué quería decir con eso; se acercó a ella y la besó con dulzura.

Minutos más tarde, Peter estaba en la puerta de su casa, llamando al timbre. Su hermano le abrió la puerta y de inmediato le preguntó a Peter:
-¿Qué haces aquí? ¿Tú no estabas…intimando con Euge?
-“Estaba”, tú lo has dicho.
-No me digas que ya has terminado, ¿tan pronto?-hizo una pausa.-O peor, la rubia te dejo calentón-comentó Darío soltando una carcajada.
-¡Cállate!-gritó Peter, haciéndose paso para entrar en casa.
-Hermanito, te aviso que el baño está ocupado así que vas a tener que aguantar un rato más para ahogar tus ganas.
Peter hizo oído sordo a lo que su hermano le decía y subió las escaleras hacia su cuarto. Nada más entrar soltó su maleta, se tumbó sobre su cama y sintió como su hermano se sentaba a su lado.
-Bueno, cuéntame; ¿qué se siente cuando eres rechazado?-preguntó Darío con ganas de cachondeo.
-No he sido rechazado-explico Peter.-El problema es que llego su hermano.
-¿Su hermano? ¿El que llevaba años desaparecido?
-El mismo.

-Eugenia, entiende que me fui a Londres para cambiar un poco de aire-se explicaba Pablo.
-Lo siento, pero no puedo entenderlo. Por mucho que me digas que te fuiste para independizarte, para cambiar de aire…se que es mentira. Te fuiste por ella-comentó la rubia refiriéndose a Sol.-Se que su tía, su única familia vive allí, y que os fuisteis porque la señorita no podía vivir lejos de su tía, que por cierto pasa de ella como de la m…-antes de que la rubia pudiese continuar, su hermano le había parado los pies dándole un bofetazo en la cara.
-Eugenia, no voy a permitir que digas esas cosas de Sol.
-¿Qué pasa? ¿No te gusta que diga la verdad?-preguntó Eugenia con la mano en la mejilla donde había recibido el golpe.-Porque dime, ¿cuántas veces has visto a la tía de Sol?-hizo una pausa.-Seguro que ninguna y si acaso una vez, y porque ella tenía que guardar bien su cuartada.
-Eugenia, ¿qué insinúas?-preguntó Pablo.
-Insinúo que no entiendo por qué te fuiste sin más, solo dejando una maldita nota y para colmo, todos estos años que llevas fuera no llamaste ni una sola vez; mamá y yo tuvimos que mover cielo y tierra para contactar contigo y contarte que papá había muerto.
-Eugenia, se que me equivoque yéndome de esa forma y siendo así todos estos años, por eso he vuelto porque quiero recuperar el tiempo que perdimos.
-No, Pablo-comentó la rubia disponiéndose para irse del salón.-El tiempo que perdimos nunca lo vamos a recuperar.
Esas fueron las últimas palabras que mantuvo Eugenia con su hermano en aquella tarde.

Continuará

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