Capitulo anterior:
-Oh, si-vocalizó ella
sentándose a su lado.-Oye, Peter… ¿cuándo era tu cumpleaños?
-En octubre ¿por qué?
-Queda poquísimo.
-Bueno, no tan poco,
quedan todavía como dos meses. Pero, ¿por qué me lo preguntas?
-Porque estuve pensando y
echando cuentas y llegue a la conclusión que soy mayor que tú, por unos meses
pero mayor porque yo los diecisiete ya los tengo y tú los tienes que cumplir
ahora.
-Te equivocas-le corrigió.-Yo
en dos meses cumplo dieciocho-hizo una pausa.-Verás…cuando ocurrió lo de mi
padre cuando tenía siete años mas o menos, deje de ir a la escuela y al año
siguiente que las retome, tuve que repetir el curso.
-¿Y por qué no me lo has
contado nunca?-preguntó Eugenia.
-No sé, nunca salió el
tema, ni nada.
Eugenia suspiró y dijo:
-Cuántas cosas más no
sabré de ti, Bedoya.
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Peter y Eugenia
habían terminado de cenar, y se habían sentado tranquilamente en el sofá a
“ver” una película.
La muchacha
estaba sentada encima de las piernas de Peter, rodeándole el cuello con los
brazos mientras que él tenía los brazos alrededor de la cintura de Eugenia.
Ambos no dejaban de besarse; no separaban sus labios ni para tomar aire. Les
encantaba hacer eso.
A Eugenia
siempre le había hecho ilusión estar en una playa de noche y bañarse en el mar,
pero nunca había realizado su sueño y en aquella misma noche se había planteado
llevar a Peter allí pero sin que se diese cuenta de su intención ya que
seguramente el muchacho se opondría a eso.
Entre beso y beso la rubia
le había sugerido ir a dar una vuelta por la playa y a respirar aire fresco, a
lo que Peter no dudo en decir que si.
Ambos salieron de la casa,
y fueron caminando tranquilamente por el enorme pasaje lleno de bares,
restaurantes, heladerías y tiendas para comprar suvenires e iluminado por altas
farolas que a cada metro o metro y medio había una. Iban agarrados de la mano
mientras observaban a las personas que estaban sentados en las mesas de afuera
de los bares, o también paseaban por aquel pasaje. Tras acercarse a la playa,
decidieron caminar por la orilla del mar con los pies descalzos. Eugenia queriendo
divertirse un poco, le salpicó agua a Peter. El muchacho se miro la ropa mojada
y luego miró a Eugenia con mala cara, haciendo que la muchacha empezará a
asustarse. Cuando la rubia pensó en echar a correr antes de que la ‘matara’,
Peter la había agarrado del brazo y atraído hacia él; quedando uno en frente
del otro mirándose a los ojos. Eugenia aún con miedo, le dijo con carita de
perrito degollado:
-Perdón.
Peter seguía mirándola con
mala cara. Eso provocó que Eugenia lentamente se fuese echando hacia atrás
mientras que él se echaba hacia delante hasta que ella sin querer se tropezó
con su propio pie y cayó sobre la arena llevándose a Peter con ella. Al caer,
quedó uno encima del otro.
-¿Estas bien?-preguntó
Peter de inmediato.
Eugenia se llevó la mano a
la parte de la cabeza donde se había dado el golpe contra la arena y empezó a
reírse mientras asentía. Peter se contagió y también empezó a reírse.
-Eres de lo que no hay,
Eugenia-comentó él.
-¿Y eso es bueno o
malo?-preguntó ella.
-Es buenísimo-contestó él,
acercando sus labios a los de ella para besarla.
Eugenia le siguió el beso
mientras sentía como Peter le acariciaba la mejilla con dulzura. Cuando se
separaron la muchacha permaneció con los ojos cerrados y dijo en voz baja:
-Cada día me gustas más.
-Y tú a mí-comentó él,
antes de volver a besarla.
Peter y Eugenia empezaron
a girar por la arena mientras se besaban hasta que finalmente se separaron y
ella quedó encima de él. Eugenia se incorporó y quedó sentada sobre las piernas
de Peter con las rodillas apoyadas sobre la arena. Él, al darse cuenta, también
se incorporó, quedó sentado con ella encima y con las manos apoyadas en la
arena. La muchacha miro hacia los lados para comprobar si había gente por allí,
luego al mar y por último lo miro a Peter, para decir:
-Peter, llevo días
queriendo hacer algo, que hasta ahora no me he atrevido porque me daba
miedo-mientras hablaba empezaba a quitarse la blusa que llevaba.-Pero creo que
hoy lo voy a hacer.
El muchacho empezó a
asustarse.
-Euge. ¿Qué haces?
-Vamos, Peter; no me digas
que nunca tuviste ganas, creo que es el sueño de muchos-empezó a desabrocharse
el cinturón.
-Pero, Euge, aquí nos
puede ver todo el mundo.
-¿Qué dices? Si no hay
nadie, aprovechemos ahora.
Eugenia se levantó de
encima de Peter y se desabrocho el short y se lo quitó.
-Euge, no creo que sea el
lugar idóneo, es mejor en casa.
-Peter ¿de qué hablas?
Este lugar si es el idóneo. Mira, no hay nadie. ¡Venga!
-Mmm…-vocalizó mientras
pensaba.
-Vamos, anímate el mar nos
espera.
-¿Qué? ¿Qué encima quieres
hacerlo en el mar?
-¿Hacer el qué?-preguntó
Eugenia sin entenderle.- ¡Peter…!-exclamó ella al caer en la cuenta de lo que
Peter estaba pensando. -¿No creerás que yo quería acostarme contigo en la
playa, verdad que no?
-¿Qué? No, mujer-mintió.-Bueno,
si. Es que con lo loca que estás y las cosas que decías pues…
-Pues no, eso no era. Lo
que quiero es meterme en el mar. ¿Vienes?
-Creo que paso, y también
creo que tú deberías pasar porque vas a enfermarte.
-Pues tú te lo
pierdes-dijo ella enseñándole la lengua para luego ir hacia el mar.
Peter se quedó allí
sentado viendo como se iba y empezó a reír al ver la reacción de Eugenia al
meter el pie dentro del agua.
Pasado un rato, Eugenia
seguía en el agua y Peter allí sentado mirando al cielo, hasta que alguien se
le acercó diciendo:
-¿Peter?
Él al escuchar su nombre,
miro hacia donde provenía y se levantó de inmediato.
-¡Mariana!-exclamó
sacudiéndose la arena de las manos para abrazarla.- ¿Qué haces por aquí?
-Nada en especial…paseaba
¿y tú?
-Tomar aire fresco-le
sonrió.
-Y ya veo que no estas
tomando aire fresco tú solo.
-¿Por qué lo
dices?-preguntó él.
-Por la ropa-contestó
Mariana apuntando a la ropa del suelo.
-¡Oh, sí vine con mi…!
-¡Peter!-exclamó Eugenia
interrumpiendo al muchacho mientras se acercaba corriendo.-El agua está
fantástica-la muchacha dejó de hablar al momento en que vio que el muchacho no
estaba solo.
-Euge, está es Mariana-el
muchacho se apresuró a hacer presentaciones.-, una chica que conocí esta tarde,
y Mariana esta es Euge, mi…
-¡Su novia!-se apresuro a
decir Eugenia volviendo a interrumpir a Peter.-Te daría dos besos pero no
quiero mojarte-se disculpó.
-No pasa nada-contestó
Mariana.-Bueno, tortolitos, os dejo solos. ¡Qué disfrutéis de la noche!
-Espera, Mariana-dijo Peter.-Puedes
quedarte no te preocupes.
-No, no. Prefiero dejaros
solos, aparte mis amigas me están esperando.
-Bueno, pues a ver si nos
volvemos a encontrar otra vez-le sonrió.
-No lo dudes-hizo una
pausa.-Encantada, Eugenia. Adiós-dijo yéndose.
La rubia se cruzó de
brazos y miro con mala cara a Peter, que al no ver más a Mariana miró a Eugenia
y le preguntó:
-¿Qué pasa?
-Primero, le has tirado
los tejos a esa chica en mi cara, delante de tu novia. Segundo; esa chica no
sabía que tenías novia; mira la cara que se le quedó cuando se lo he dicho.
Tercero; no me gusta que te relaciones con chicas así, yo me las conozco y se
que esa hará lo que sea para estar contigo.
-¡¿Qué?!-exclamó Peter
sonriendo.-A ver celosilla, ven aquí.-abrió los brazos esperando a que Eugenia
se acercase, como no lo hizo, se acercó él y la abrazó.-Primero que no le he
tirado los tejos en ningún momento, si alguna vez lo hago, tranquila que lo
haré cuando no estés delante.
-¿Cómo?-preguntó Eugenia
apartándose de él y pegándole en el pecho.
-Era broma, tontita-decía
entre risa.-Segundo, esa chica como tú dices no sabia que tenía novia porque ni
yo mismo lo sabía.
-Peter si estas intentando
arreglar las cosas, vas mal. Muy mal-hizo una pausa.- ¿Cómo que no sabías que
tenías novia?
-Si, bueno, en ningún
momento nos hemos pedido salir ninguno de los dos, por lo tanto supuse que
todavía no…estábamos.
-Por Dios, Peter, eso de
“quieres salir conmigo” está pasadísimo; ya no se hace eso.
-¿Ah, no?-hizo una pausa
mientras volvía a rodearle con sus brazos.- ¿Ahora que se hace?
-Pues ahora nos damos unos
cuantos besos y si nos gusta seguimos y sino no.
-¡Ajá! Pero el problema es
que no me gusta mucho esa idea, la veo muy simple. A mi me va más, el pedir
salir, el ser romántico y esas tonterías ¿sabes?
-¿Oh, si?-dijo Eugenia
haciéndose la sorprendida y a la vez agradada con la idea.-Pues pídele salir y
se romántico con esa-apuntó por donde se había ido Mariana.-Conmigo, ni lo
sueñes.
-Pero qué linda se pone mi
celosilla cuando se enfada-comentó él, dándole un beso en la cabeza.
-¡No me llames
así!-exclamó la rubia.-No estoy celosa, no tengo por qué estarlo.
-Pues yo no diría lo
mismo-dijo él mirándola.-Venga, tontita.
-Déjame-le dijo
apartándose de él y agachándose a coger su ropa.
Cuando Eugenia se levanto,
Peter la abrazó por detrás y le habló al oído.
-Euge…sabes perfectamente
que yo sería incapaz de hacerte daño y también sabes cómo me encantas. Así que
no seas tonta ¿si? Y no quiero que pienses en ningún momento que yo vaya a
ponerte los cuernos, ni nada que sea ligeramente similar a eso
¿entendiste?-Eugenia asintió, se dio la vuelta y lo miro fijamente a los ojos.
Peter sonrió y la besó.
Continuará.
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