sábado, 2 de junio de 2012

Capitulo 34: Malos entendidos.


Capitulo anterior:
-Oh, si-vocalizó ella sentándose a su lado.-Oye, Peter… ¿cuándo era tu cumpleaños?
-En octubre ¿por qué?
-Queda poquísimo.
-Bueno, no tan poco, quedan todavía como dos meses. Pero, ¿por qué me lo preguntas?
-Porque estuve pensando y echando cuentas y llegue a la conclusión que soy mayor que tú, por unos meses pero mayor porque yo los diecisiete ya los tengo y tú los tienes que cumplir ahora.
-Te equivocas-le corrigió.-Yo en dos meses cumplo dieciocho-hizo una pausa.-Verás…cuando ocurrió lo de mi padre cuando tenía siete años mas o menos, deje de ir a la escuela y al año siguiente que las retome, tuve que repetir el curso.
-¿Y por qué no me lo has contado nunca?-preguntó Eugenia.
-No sé, nunca salió el tema, ni nada.
Eugenia suspiró y dijo:
-Cuántas cosas más no sabré de ti, Bedoya.
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Peter y Eugenia habían terminado de cenar, y se habían sentado tranquilamente en el sofá a “ver” una película.
La muchacha estaba sentada encima de las piernas de Peter, rodeándole el cuello con los brazos mientras que él tenía los brazos alrededor de la cintura de Eugenia. Ambos no dejaban de besarse; no separaban sus labios ni para tomar aire. Les encantaba hacer eso.
A Eugenia siempre le había hecho ilusión estar en una playa de noche y bañarse en el mar, pero nunca había realizado su sueño y en aquella misma noche se había planteado llevar a Peter allí pero sin que se diese cuenta de su intención ya que seguramente el muchacho se opondría a eso.
Entre beso y beso la rubia le había sugerido ir a dar una vuelta por la playa y a respirar aire fresco, a lo que Peter no dudo en decir que si.
Ambos salieron de la casa, y fueron caminando tranquilamente por el enorme pasaje lleno de bares, restaurantes, heladerías y tiendas para comprar suvenires e iluminado por altas farolas que a cada metro o metro y medio había una. Iban agarrados de la mano mientras observaban a las personas que estaban sentados en las mesas de afuera de los bares, o también paseaban por aquel pasaje. Tras acercarse a la playa, decidieron caminar por la orilla del mar con los pies descalzos. Eugenia queriendo divertirse un poco, le salpicó agua a Peter. El muchacho se miro la ropa mojada y luego miró a Eugenia con mala cara, haciendo que la muchacha empezará a asustarse. Cuando la rubia pensó en echar a correr antes de que la ‘matara’, Peter la había agarrado del brazo y atraído hacia él; quedando uno en frente del otro mirándose a los ojos. Eugenia aún con miedo, le dijo con carita de perrito degollado:
-Perdón.
Peter seguía mirándola con mala cara. Eso provocó que Eugenia lentamente se fuese echando hacia atrás mientras que él se echaba hacia delante hasta que ella sin querer se tropezó con su propio pie y cayó sobre la arena llevándose a Peter con ella. Al caer, quedó uno encima del otro.
-¿Estas bien?-preguntó Peter de inmediato.
Eugenia se llevó la mano a la parte de la cabeza donde se había dado el golpe contra la arena y empezó a reírse mientras asentía. Peter se contagió y también empezó a reírse.
-Eres de lo que no hay, Eugenia-comentó él.
-¿Y eso es bueno o malo?-preguntó ella.
-Es buenísimo-contestó él, acercando sus labios a los de ella para besarla.
Eugenia le siguió el beso mientras sentía como Peter le acariciaba la mejilla con dulzura. Cuando se separaron la muchacha permaneció con los ojos cerrados y dijo en voz baja:
-Cada día me gustas más.
-Y tú a mí-comentó él, antes de volver a besarla.
Peter y Eugenia empezaron a girar por la arena mientras se besaban hasta que finalmente se separaron y ella quedó encima de él. Eugenia se incorporó y quedó sentada sobre las piernas de Peter con las rodillas apoyadas sobre la arena. Él, al darse cuenta, también se incorporó, quedó sentado con ella encima y con las manos apoyadas en la arena. La muchacha miro hacia los lados para comprobar si había gente por allí, luego al mar y por último lo miro a Peter, para decir:
-Peter, llevo días queriendo hacer algo, que hasta ahora no me he atrevido porque me daba miedo-mientras hablaba empezaba a quitarse la blusa que llevaba.-Pero creo que hoy lo voy a hacer.
El muchacho empezó a asustarse.
-Euge. ¿Qué haces?
-Vamos, Peter; no me digas que nunca tuviste ganas, creo que es el sueño de muchos-empezó a desabrocharse el cinturón.
-Pero, Euge, aquí nos puede ver todo el mundo.
-¿Qué dices? Si no hay nadie, aprovechemos ahora.
Eugenia se levantó de encima de Peter y se desabrocho el short y se lo quitó.
-Euge, no creo que sea el lugar idóneo, es mejor en casa.
-Peter ¿de qué hablas? Este lugar si es el idóneo. Mira, no hay nadie. ¡Venga!
-Mmm…-vocalizó mientras pensaba.
-Vamos, anímate el mar nos espera.
-¿Qué? ¿Qué encima quieres hacerlo en el mar?
-¿Hacer el qué?-preguntó Eugenia sin entenderle.- ¡Peter…!-exclamó ella al caer en la cuenta de lo que Peter estaba pensando. -¿No creerás que yo quería acostarme contigo en la playa, verdad que no?
-¿Qué? No, mujer-mintió.-Bueno, si. Es que con lo loca que estás y las cosas que decías pues…
-Pues no, eso no era. Lo que quiero es meterme en el mar. ¿Vienes?
-Creo que paso, y también creo que tú deberías pasar porque vas a enfermarte.
-Pues tú te lo pierdes-dijo ella enseñándole la lengua para luego ir hacia el mar.
Peter se quedó allí sentado viendo como se iba y empezó a reír al ver la reacción de Eugenia al meter el pie dentro del agua.
Pasado un rato, Eugenia seguía en el agua y Peter allí sentado mirando al cielo, hasta que alguien se le acercó diciendo:
-¿Peter?
Él al escuchar su nombre, miro hacia donde provenía y se levantó de inmediato.
-¡Mariana!-exclamó sacudiéndose la arena de las manos para abrazarla.- ¿Qué haces por aquí?
-Nada en especial…paseaba ¿y tú?
-Tomar aire fresco-le sonrió.
-Y ya veo que no estas tomando aire fresco tú solo.
-¿Por qué lo dices?-preguntó él.
-Por la ropa-contestó Mariana apuntando a la ropa del suelo.
-¡Oh, sí vine con mi…!
-¡Peter!-exclamó Eugenia interrumpiendo al muchacho mientras se acercaba corriendo.-El agua está fantástica-la muchacha dejó de hablar al momento en que vio que el muchacho no estaba solo.
-Euge, está es Mariana-el muchacho se apresuró a hacer presentaciones.-, una chica que conocí esta tarde, y Mariana esta es Euge, mi…
-¡Su novia!-se apresuro a decir Eugenia volviendo a interrumpir a Peter.-Te daría dos besos pero no quiero mojarte-se disculpó.
-No pasa nada-contestó Mariana.-Bueno, tortolitos, os dejo solos. ¡Qué disfrutéis de la noche!
-Espera, Mariana-dijo Peter.-Puedes quedarte no te preocupes.
-No, no. Prefiero dejaros solos, aparte mis amigas me están esperando.
-Bueno, pues a ver si nos volvemos a encontrar otra vez-le sonrió.
-No lo dudes-hizo una pausa.-Encantada, Eugenia. Adiós-dijo yéndose.
La rubia se cruzó de brazos y miro con mala cara a Peter, que al no ver más a Mariana miró a Eugenia y le preguntó:
-¿Qué pasa?
-Primero, le has tirado los tejos a esa chica en mi cara, delante de tu novia. Segundo; esa chica no sabía que tenías novia; mira la cara que se le quedó cuando se lo he dicho. Tercero; no me gusta que te relaciones con chicas así, yo me las conozco y se que esa hará lo que sea para estar contigo.
-¡¿Qué?!-exclamó Peter sonriendo.-A ver celosilla, ven aquí.-abrió los brazos esperando a que Eugenia se acercase, como no lo hizo, se acercó él y la abrazó.-Primero que no le he tirado los tejos en ningún momento, si alguna vez lo hago, tranquila que lo haré cuando no estés delante.
-¿Cómo?-preguntó Eugenia apartándose de él y pegándole en el pecho.
-Era broma, tontita-decía entre risa.-Segundo, esa chica como tú dices no sabia que tenía novia porque ni yo mismo lo sabía.
-Peter si estas intentando arreglar las cosas, vas mal. Muy mal-hizo una pausa.- ¿Cómo que no sabías que tenías novia?
-Si, bueno, en ningún momento nos hemos pedido salir ninguno de los dos, por lo tanto supuse que todavía no…estábamos.
-Por Dios, Peter, eso de “quieres salir conmigo” está pasadísimo; ya no se hace eso.
-¿Ah, no?-hizo una pausa mientras volvía a rodearle con sus brazos.- ¿Ahora que se hace?
-Pues ahora nos damos unos cuantos besos y si nos gusta seguimos y sino no.
-¡Ajá! Pero el problema es que no me gusta mucho esa idea, la veo muy simple. A mi me va más, el pedir salir, el ser romántico y esas tonterías ¿sabes?
-¿Oh, si?-dijo Eugenia haciéndose la sorprendida y a la vez agradada con la idea.-Pues pídele salir y se romántico con esa-apuntó por donde se había ido Mariana.-Conmigo, ni lo sueñes.
-Pero qué linda se pone mi celosilla cuando se enfada-comentó él, dándole un beso en la cabeza.
-¡No me llames así!-exclamó la rubia.-No estoy celosa, no tengo por qué estarlo.
-Pues yo no diría lo mismo-dijo él mirándola.-Venga, tontita.
-Déjame-le dijo apartándose de él y agachándose a coger su ropa.
Cuando Eugenia se levanto, Peter la abrazó por detrás y le habló al oído.
-Euge…sabes perfectamente que yo sería incapaz de hacerte daño y también sabes cómo me encantas. Así que no seas tonta ¿si? Y no quiero que pienses en ningún momento que yo vaya a ponerte los cuernos, ni nada que sea ligeramente similar a eso ¿entendiste?-Eugenia asintió, se dio la vuelta y lo miro fijamente a los ojos.
Peter sonrió y la besó.

Continuará.

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