sábado, 2 de junio de 2012

Capitulo 35: De vuelta a casa

Capitulo anterior:

Cuando Eugenia se levanto, Peter la abrazó por detrás y le habló al oído.
-Euge…sabes perfectamente que yo sería incapaz de hacerte daño y también sabes cómo me encantas. Así que no seas tonta ¿si? Y no quiero que pienses en ningún momento que yo vaya a ponerte los cuernos, ni nada que sea ligeramente similar a eso ¿entendiste?-Eugenia asintió, se dio la vuelta y lo miro fijamente a los ojos.
Peter sonrió y la besó.
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Los días siguientes pasaron rápidamente casi sin que Peter y Eugenia se dieran cuenta. Ambos habían disfrutado al máximo de esas mini-vacaciones que habían pasado los dos juntos y sin duda, esos días lo recordarían el resto de sus vidas.
Eugenia estaba frente a la entrada de su casa, mirando la puerta. Tenía miedo a entrar, no quería que su madre le echase la bronca por haberse ido sin avisar. Sabía perfectamente el tipo de cabreo que tendría que tener su madre, ya que no la había llamado en ninguno de esos largos e intensos días que había estado ausente.
En una de sus manos tenía las llaves de su casa y con la otra estaba agarrada a la mano de Peter, que no pensaba abandonarla en ningún momento.
-Venga, Euge. Entremos-sugirió Peter, dándole un beso en la cabeza.
-Si…-vocalizó.
La rubia tomó aire e hizo el amago de introducir la llave en la cerradura, pero se quedó solo en intento. En ese momento, la puerta de abrió. Eugenia apretó la mano de Peter al ver a su madre delante de ella.
-Mamá-pronunció.-Per…
-Hola, hija; hola Peter. Al fin volvieron-sonrió dándole un beso a cada uno.- ¿Qué tal les fue? ¿Se lo pasaron bien?
Eugenia se quedó callada y extrañada por cómo estaba actuando su madre.
-Bueno, Euge, luego me cuentas; que me estoy yendo. Adiós-pasó entre ellos dos.-Hay comida en el frigo, por si tienen hambre.
-Pero, mamá, ¿a dónde vas?
-A casa de mi novio.
-¿De tu qué?-preguntó Eugenia sorprendida.
-Es una larga historia, hija, cuando regrese te cuento-gritó desde lejos.
-¡Ves! Tan mal no se lo tomó-comentó Peter sonriendo.
-¿Estas de broma, Peter?-hizo una pausa.-Mi madre con novio-dijo entrando en su casa.
-Si, eso parece, ¿qué hay de malo?-preguntó Peter cerrando la puerta y dejando las maletas en la entrada.
-Todo hay de malo. No lo conozco-hizo una pausa.-Imagínate que es un degenerado que solo esta con ella por el dinero o algo peor solo por... ¡Dios!
-Euge, no pienses así. Espera a conocerlo. Posiblemente te caiga mejor de lo que crees-le sugirió Peter.
-Tal vez tengas razón.
Eugenia fue hacia el salón cojeando y se sentó en el sofá con dificultad.
-¿Qué te pasa?-preguntó Peter al ver que se sentaba agarrándose al sofá.-Desde ayer que estas cojeando.
-¿En serio me lo preguntas?
-Mmm… ¿por qué lo dices?-preguntó sentándose a su lado.
Eugenia suspiró y…

Flashback
Era de noche, y Eugenia y Peter habían vuelto de la playa. La rubia se estaba duchando, cuando salió se enrolló una toalla alrededor del cuerpo y salió del baño para coger su pijama que se lo había dejado sobre la cama. Al entrar en la habitación y encontrarse muy cansada, se tumbó en la cama. Peter entró en el cuarto y la vio.
-Euge, creo que deberías ponerte la ropa no vaya a ser que te resfríes-le sugirió.
Ella abrió los ojos y se asustó al verlo allí. Rápidamente cogió la almohada y se intentó tapar.
-¡No me mires!-exclamó.
Peter echó a reír.
-Pero Euge si eres mi novia, ¿qué más te da?
-¡Ah!, que ahora soy tu novia ¿no?
-Por supuesto, y más después de…esta mal que me eche flores a mi mismo-dijo sentándose al lado de Eugenia.-pero más después de la fascinante declaración que te hice, con velitas y todo-sonrió.
-Si, estuvo genial-le sonrió y le dio un pico.
-Y oye…-decía el muchacho echándole el pelo mojado hacia atrás para poder darle besos en el cuello.- ¿y si hacemos algo divertido en nuestra última noche aquí?
-¿Qué tal si lo dejamos para otro momento?-preguntó Eugenia alejándose un poco de él.
-¿En serio? ¿No te apetece? Ahora que estas en toalla es mucho más fácil, menos ropa que quitar-bromeó el muchacho.
-No, es que me duele la cabeza y…-Eugenia se alejaba un poco más.
-Vamos, si te lo vas a pasar bien-intentaba no reírse por las escusas de Eugenia.
La muchacha se encontraba en el borde de la cama pero no se había dado cuenta, cuando vio que Peter se iba a acercar más a ella, intentó alejarse. Al no haber más cama, cayó al suelo. Peter al verla, se sorprendió e intentó no reír mientras le preguntaba:
-¿Estas bien?
Ella se levantó con los pelos revueltos y le hizo señas para que se callase y se fue de la habitación apenas apoyando la pierna sobre la que había caído.
FindeFlashback

-¡Ah, ya! Lo recuerdo-comentó Peter.-Fue buenísimo ese momento.
-Peter, cariño, vete un poquito a la mierda-dijo con ironía.
El muchacho echó a reír.
-A ver, trae aquí la pierna.
Eugenia se apoyó y puso la pierna que le dolía encima de las piernas de Peter. El muchacho deslizó sus manos hasta la rodilla de la rubia y empezó a apretar cuidadosamente la pierna buscando el sitio donde le dolía. Cuando lo descubrió por el quejido de Eugenia, empezó a hacerle un masaje. Eugenia se echó hacia atrás y cerró los ojos. A la muchacha le encantaba cuando Peter la acariciaba o le daba un masaje; adoraba el tacto de sus manos.
Peter termino de darle el masaje y le preguntó:
-¿Y? ¿Te sientes mejor?
-Si, mucho mejor-le sonrió y le besó.
Peter le siguió el beso y lentamente deslizó sus manos por la cintura de Eugenia mientras se echaba encima de ella. La rubia le rodeó el cuello con sus brazos mientras le seguía besando. Lentamente la rubia le quitó la camiseta a Peter y tras eso, él deslizando sus manos por el cuerpo de Eugenia le quito su blusa. La rubia se estaba poniendo nerviosa  y más cuando el muchacho empezó a besarle el cuello y lentamente descendía más y más.
En ese momento, alguien entró por la puerta de cristal del salón diciendo:
-¡Mariajo!-gritó Darío llamando a la madre de Eugenia, que así la llamaba él.-Dice mi madre que…-se calló de golpe al ver a su hermano y a su cuñada sobre el sofá.
Eugenia y Peter se separaron de golpe y miraron a Darío asombrados y avergonzados por la situación.
-¡Aiba! Lo siento-dijo Darío intentando no reírse.-No sabia que habíais vuelto…
-Si, acabamos de volver-comentó Peter.
-Woh, vaya. Pues Euge quiero que te vayas mas a menudo de viaje para que me hagas más recibimientos así-dijo Darío mirando a la rubia de arriba a bajo.
Eugenia se miró, vio que no llevaba la blusa y la cogió rápidamente. Peter se levantó y se interpuso tapándole la visión a su hermano.
-Darío, vete-le dijo Peter.
-No pero ¿por qué?
-Porque te lo digo yo, vete. ¡Largo!-exclamó empujándole hacia el jardín por donde había entrado.-Y la próxima vez llama a la puerta, no entres así.
-Si, papá-contestó Darío de broma saltando la verja.
Peter al perder de vista a su hermano se dio la vuelta, miro a Eugenia y empezó a reír por lo que acababa de pasar.
-Perdona a mi hermano-dijo Peter sentándose al lado de la rubia.
-No te preocupes, no pasa nada-sonrió.
-Bueno, ¿por dónde íbamos?-preguntó Peter quitándole la blusa de las manos a la rubia y besándola.
Eugenia le siguió el beso y se sentó encima de él con las rodillas apoyadas sobre el sofá. Peter empezó a acariciarle la espalda y lentamente llevó sus manos al cierre del sujetador de Eugenia. Cuando se dispuso a quitárselo, el timbre sonó varias veces seguidas. La rubia se separó del muchacho, lo miró extrañada por la forma en que llamaban y preguntó:
-¿Quién será?
-Seguramente será el imbécil de mi hermano, haciéndose el gracioso-dijo Peter volviendo a besarla.
El timbre volvió a sonar como al principio y ambos lo ignoraron pero al sonar una tercera vez con más estruendo, Eugenia se levantó, diciendo:
-Voy a ver quien es.
La rubia cogió su blusa y se la puso mientras iba hacia la puerta. Miro por la mirilla y se llevó la mano al pecho sorprendida.
-¿Quién es?-preguntó Peter asomándose.
Las lágrimas empezaron a salir de los ojos de la rubia y lo único que supo decir fue:
-No puede ser…

Continuará.


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