-¿Hoy tienes la primera ecografía? ¿Y cuándo pretendías
decírmelo?-preguntó Peter molesto.
-Verás es que…
-No me lo ibas a decir, ¿verdad que no?
Eugenia lo miró mordiéndose el labio inferior tímidamente. Había metido
la pata.
-Eh… no-contestó.-Verás es que Nicolás sabe que tengo una cita y…
-Y… nada-la interrumpió.-Estás muy equivocada si crees que ese imbécil
no me va a dejar estar en la primera ecografía de mi hijo-comentó Peter
malhumorado.
-O…hija-añadió la muchacha.
-O hija-corrigió Peter.-Ahora ponte esto-dijo tirándole ropa suya
encima de la cama.
-Esto es tuyo-dijo Eugenia agarrándolo.
-Lo sé, pero no pretenderás ir con el traje de novia ¿o si?
Eugenia suspiró. Se avecinaban problemas.
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Acababan de aparcar el coche en el parking del médico. Eugenia se bajó
del coche mirando hacia todos lados. Temía encontrarse con Nicolás. Lo temía
mucho. Peter le agarró la mano y juntos entraron. A pesar de llegar tarde su
médica la recibió con una gran sonrisa.
-Perdón, perdón, perdón-se disculpó la rubia.
-No pasa nada, vamos-dijo la médica indicándole que entrase.
Una vez dentro Eugenia le presentó a Peter y se sentó sobre la camilla
con un gran monitor al lado.
-¿Me permites?-preguntó la médica pidiéndole permiso para apartarle la
camisa y el pantalón.
La médica le apartó la ropa destapándole la barriga, más de lo que
quería Eugenia y sin querer dejó relucir un cardenal que tenía sobre la piel.
Inmediatamente Eugenia se lo tapó con la blusa tratando de evitar que tanto
Peter como la médica lo vieran.
-¿Nerviosa?-preguntó la médica.
-Mucho. Según me dijiste estos eran los peores meses y tengo miedo de
que le haya pasado algo.
-Bueno si me has hecho caso, has comido bien, has dormido bien…no tiene
porque haberle pasado nada-comentó la mujer buscando el gel para la ecografía.-Ahora
veremos como está-dijo la mujer sonriente.
Eugenia miró a Peter que permanecía a su lado, en silencio, mirando
fijamente la pantalla esperando ver algo con su mano entrelazada con la de
ella. La muchacha le dio un beso en la mano. Él la miró sonriendo y le dio un
beso en la cabeza.
-¿Nervioso?
-Para nada-le susurró al oído.-Solo espero que Nicolás no haya tenido nada
que ver con el moratón que tienes.
Ella lo miró y entristecida le
rogó en voz baja:
-No discutamos. Ahora no…
Peter la contempló unos segundos y suspiró.
-Después hablamos-dijo Peter dándole un corto y sonoro beso sobre los
labios.
-Todo tuyo-dijo la médica entregándole a Eugenia unas toallitas.
Acababan de terminar la ecografía y todo estaba bien. El embarazo se
estaba gestando con naturalidad a pesar de todo. Eugenia empezó a limpiarse el
gel de la barriga mientras miraba la cara de tonto que se le había quedado a
Peter.
-Te voy a comprar un babero-comentó la muchacha mirándole con ternura.
-Es una cosa tan…pequeña-vocalizó aún mirando la pantalla ya apagada.
-Eugenia-dijo la médica mirándola.- ¿Podría hablar contigo…a solas?
-¿Por qué?-preguntó la rubia.- ¿Es sobre el bebé? Cualquier cosa que me
tengas que decir Peter puede estar delante…es el padre.
-Lo sé, pero…
-No, no pasa nada. Yo espero fuera-comentó Peter.
Eugenia frunció el ceño extrañada. ¿Qué le tenía que decir su médica que no podía decirle delante de
Peter? Cuando Peter cerró la puerta, la rubia miró de inmediato a la mujer de
bata blanca.
-Verás, Eugenia. No me quería entrometer pero no puedo pasar
desapercibida lo que he visto.
-¿A qué se refiere?
-Tú y yo nos conocemos de hace mucho tiempo y tenemos confianza… así
que seré directa…-hizo una pausa.-Te pega ¿verdad?
-¿Quién? ¿Peter?-preguntó la muchacha frunciendo el ceño.-No, Peter
sería incapaz de tocarme. ¿Por qué…por qué me preguntas eso?
-He visto el cardenal que tienes en la barriga.
-Pero te juro que él no ha sido.
-Entonces, ¿quién?
-Na…nadie. Me tropecé y me caí al suelo.
-Vamos, Eugenia confía en mi. Dime la verdad.
-Es la verdad-dijo la muchacha.
-Está bien, entiendo que te cueste sincerarte conmigo porque hace mucho
que no nos veíamos pero… yo también pasé por esto y no estaba embarazada.
-¿Cómo?
-Yo también estuve con alguien que me consumía en cuerpo y alma. Al que
quería mucho y no me trataba bien. Todos de mi alrededor me decían que lo
dejara, que no convenía pero no les hice caso hasta que todo empezó ir a peor y
cuando me quise dar cuenta estaba sola y me sentí muy mal porque creía que no
iba a conseguir librarme de él yo sola y… te cuento esto porque quiero que
sepas que me tienes a mi y puedes confiar en mi porque aparte de ser tu médica
y la que te va a ayudar con tu bebé también quiero ayudarte en lo que haga
falta y pueda.
-Gracias-dijo Eugenia dándole un abrazo.-Pero lo que me pasa a mi es
demasiado complicado-suspiró.-Y puedes tener claro que él-dijo señalando la
puerta.-…sería incapaz de tocarme. Es…otra persona que…-resopló.-…que cada vez
que hago algo que no le gusta, él… me pega, me acorrala contra una pared y…
-¿Que él qué?-preguntó Peter a sus espaldas.
Eugenia se dio la vuelta y lo miró asombrada.
-¡Peter! ¿No ibas a esperar fuera?
-Nicolás viene hacia aquí-aclaró Peter su repentina y silenciosa
entrada.-Eugenia, dime que eso es mentira. Dime que Nicolás no te ha tocado más
aparte de…
-Peter eso no importa. Tienes que esconderte.
-Tenía pensamiento de hacer las cosas como tú querías pero me parece
que voy a tener que hablar con ese imbécil.
-¿Qué? Oh, no. Bedoya, ni se te ocurra-dijo Eugenia corriendo hacia él
para detenerlo.
Lo agarró del brazo.
-Por favor-le rogó.-Déjame a mi resolver esta situación.
-Eugenia lo has intentado durante un mes entero y no lo has conseguido.
Ahora me toca a mi.
-Pero esta vez si. Tengo una idea, déjame intentarla. Dame dos semanas.
En dos semanas estaré viviendo contigo, con nuestro hijo o… hija y con el tío
Gastón. Vamos, Peter.
Peter se llevó las manos a la cintura y resopló.
-Te doy dos horas-dijo muy seriamente.
-¿Dos horas? Vamos Peter, necesito dos semanas como mínimo.
-Una hora y cincuenta y nueve minutos-dijo el muchacho mirándola
fijamente.
-Eh… ¿una semana y media?
-Un día.
-Vamos, Bedoya, cede un poco. No tenemos tiempo.
-Esta bien, te doy una semana y ni un día más.
-De acuerdo, una semana. Gracias.
En ese momento la puerta se abrió y Eugenia empujó a Peter detrás de la
puerta para ocultarlo. Cuando la rubia miró hacia la persona que había llegado,
vio a Nicolás. Aún vestido con el traje de boda, ni siquiera se había molestado
en cambiarse. Seguramente nada más despertarse y ver que Eugenia no estaba
allí, fue en su búsqueda. No estaba solo, Julio estaba con él.
-Cariño, por fin te encuentro-dijo Nicolás abrazando a Eugenia.-Tenía
miedo de que te hubiera pasado algo.
La rubia miró a Peter por encima del hombro del rubio y comprobó como
se le tensaba los músculos del cuerpo por debajo de su ropa.
-No sé que hiciste anoche pero ya hablaremos cuando estemos en casa,
solos-le susurró Nicolás al oído.
Eugenia tragó saliva.
Continuará...