martes, 28 de mayo de 2013

JF3. Capitulo 26.

Capitulo anterior:
-¿Hoy tienes la primera ecografía? ¿Y cuándo pretendías decírmelo?-preguntó Peter molesto.
-Verás es que…
-No me lo ibas a decir, ¿verdad que no?
Eugenia lo miró mordiéndose el labio inferior tímidamente. Había metido la pata.
-Eh… no-contestó.-Verás es que Nicolás sabe que tengo una cita y…
-Y… nada-la interrumpió.-Estás muy equivocada si crees que ese imbécil no me va a dejar estar en la primera ecografía de mi hijo-comentó Peter malhumorado.
-O…hija-añadió la muchacha.
-O hija-corrigió Peter.-Ahora ponte esto-dijo tirándole ropa suya encima de la cama.
-Esto es tuyo-dijo Eugenia agarrándolo.
-Lo sé, pero no pretenderás ir con el traje de novia ¿o si?
Eugenia suspiró. Se avecinaban problemas.
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Acababan de aparcar el coche en el parking del médico. Eugenia se bajó del coche mirando hacia todos lados. Temía encontrarse con Nicolás. Lo temía mucho. Peter le agarró la mano y juntos entraron. A pesar de llegar tarde su médica la recibió con una gran sonrisa.
-Perdón, perdón, perdón-se disculpó la rubia.
-No pasa nada, vamos-dijo la médica indicándole que entrase.
Una vez dentro Eugenia le presentó a Peter y se sentó sobre la camilla con un gran monitor al lado.
-¿Me permites?-preguntó la médica pidiéndole permiso para apartarle la camisa y el pantalón.
La médica le apartó la ropa destapándole la barriga, más de lo que quería Eugenia y sin querer dejó relucir un cardenal que tenía sobre la piel. Inmediatamente Eugenia se lo tapó con la blusa tratando de evitar que tanto Peter como la médica lo vieran.
-¿Nerviosa?-preguntó la médica.
-Mucho. Según me dijiste estos eran los peores meses y tengo miedo de que le haya pasado algo.
-Bueno si me has hecho caso, has comido bien, has dormido bien…no tiene porque haberle pasado nada-comentó la mujer buscando el gel para la ecografía.-Ahora veremos como está-dijo la mujer sonriente.
Eugenia miró a Peter que permanecía a su lado, en silencio, mirando fijamente la pantalla esperando ver algo con su mano entrelazada con la de ella. La muchacha le dio un beso en la mano. Él la miró sonriendo y le dio un beso en la cabeza.
-¿Nervioso?
-Para nada-le susurró al oído.-Solo espero que Nicolás no haya tenido nada que ver con el moratón que tienes.
Ella lo miró y entristecida le  rogó en voz baja:
-No discutamos. Ahora no…
Peter la contempló unos segundos y suspiró.
-Después hablamos-dijo Peter dándole un corto y sonoro beso sobre los labios.

-Todo tuyo-dijo la médica entregándole a Eugenia unas toallitas.
Acababan de terminar la ecografía y todo estaba bien. El embarazo se estaba gestando con naturalidad a pesar de todo. Eugenia empezó a limpiarse el gel de la barriga mientras miraba la cara de tonto que se le había quedado a Peter.
-Te voy a comprar un babero-comentó la muchacha mirándole con ternura.
-Es una cosa tan…pequeña-vocalizó aún mirando la pantalla ya apagada.
-Eugenia-dijo la médica mirándola.- ¿Podría hablar contigo…a solas?
-¿Por qué?-preguntó la rubia.- ¿Es sobre el bebé? Cualquier cosa que me tengas que decir Peter puede estar delante…es el padre.
-Lo sé, pero…
-No, no pasa nada. Yo espero fuera-comentó Peter.
Eugenia frunció el ceño extrañada. ¿Qué le tenía que decir  su médica que no podía decirle delante de Peter? Cuando Peter cerró la puerta, la rubia miró de inmediato a la mujer de bata blanca.
-Verás, Eugenia. No me quería entrometer pero no puedo pasar desapercibida lo que he visto.
-¿A qué se refiere?
-Tú y yo nos conocemos de hace mucho tiempo y tenemos confianza… así que seré directa…-hizo una pausa.-Te pega ¿verdad?
-¿Quién? ¿Peter?-preguntó la muchacha frunciendo el ceño.-No, Peter sería incapaz de tocarme. ¿Por qué…por qué me preguntas eso?
-He visto el cardenal que tienes en la barriga.
-Pero te juro que él no ha sido.
-Entonces, ¿quién?
-Na…nadie. Me tropecé y me caí al suelo.
-Vamos, Eugenia confía en mi. Dime la verdad.
-Es la verdad-dijo la muchacha.
-Está bien, entiendo que te cueste sincerarte conmigo porque hace mucho que no nos veíamos pero… yo también pasé por esto y no estaba embarazada.
-¿Cómo?
-Yo también estuve con alguien que me consumía en cuerpo y alma. Al que quería mucho y no me trataba bien. Todos de mi alrededor me decían que lo dejara, que no convenía pero no les hice caso hasta que todo empezó ir a peor y cuando me quise dar cuenta estaba sola y me sentí muy mal porque creía que no iba a conseguir librarme de él yo sola y… te cuento esto porque quiero que sepas que me tienes a mi y puedes confiar en mi porque aparte de ser tu médica y la que te va a ayudar con tu bebé también quiero ayudarte en lo que haga falta y pueda.
-Gracias-dijo Eugenia dándole un abrazo.-Pero lo que me pasa a mi es demasiado complicado-suspiró.-Y puedes tener claro que él-dijo señalando la puerta.-…sería incapaz de tocarme. Es…otra persona que…-resopló.-…que cada vez que hago algo que no le gusta, él… me pega, me acorrala contra una pared y…
-¿Que él qué?-preguntó Peter a sus espaldas.
Eugenia se dio la vuelta y lo miró asombrada.
-¡Peter! ¿No ibas a esperar fuera?
-Nicolás viene hacia aquí-aclaró Peter su repentina y silenciosa entrada.-Eugenia, dime que eso es mentira. Dime que Nicolás no te ha tocado más aparte de…
-Peter eso no importa. Tienes que esconderte.
-Tenía pensamiento de hacer las cosas como tú querías pero me parece que voy a tener que hablar con ese imbécil.
-¿Qué? Oh, no. Bedoya, ni se te ocurra-dijo Eugenia corriendo hacia él para detenerlo.
Lo agarró del brazo.
-Por favor-le rogó.-Déjame a mi resolver esta situación.
-Eugenia lo has intentado durante un mes entero y no lo has conseguido. Ahora me toca a mi.
-Pero esta vez si. Tengo una idea, déjame intentarla. Dame dos semanas. En dos semanas estaré viviendo contigo, con nuestro hijo o… hija y con el tío Gastón. Vamos, Peter.
Peter se llevó las manos a la cintura y resopló.
-Te doy dos horas-dijo muy seriamente.
-¿Dos horas? Vamos Peter, necesito dos semanas como mínimo.
-Una hora y cincuenta y nueve minutos-dijo el muchacho mirándola fijamente.
-Eh… ¿una semana y media?
-Un día.
-Vamos, Bedoya, cede un poco. No tenemos tiempo.
-Esta bien, te doy una semana y ni un día más.
-De acuerdo, una semana. Gracias.
En ese momento la puerta se abrió y Eugenia empujó a Peter detrás de la puerta para ocultarlo. Cuando la rubia miró hacia la persona que había llegado, vio a Nicolás. Aún vestido con el traje de boda, ni siquiera se había molestado en cambiarse. Seguramente nada más despertarse y ver que Eugenia no estaba allí, fue en su búsqueda. No estaba solo, Julio estaba con él.
-Cariño, por fin te encuentro-dijo Nicolás abrazando a Eugenia.-Tenía miedo de que te hubiera pasado algo.
La rubia miró a Peter por encima del hombro del rubio y comprobó como se le tensaba los músculos del cuerpo por debajo de su ropa.
-No sé que hiciste anoche pero ya hablaremos cuando estemos en casa, solos-le susurró Nicolás al oído.
Eugenia tragó saliva.

Continuará...

domingo, 19 de mayo de 2013

JF3. Capitulo 25.

Capitulo anterior:
Eugenia frunció el ceño sabía en que estaba pensando.
-Peter te he dicho que no. No quiero que te involucres en esto.
-Eugenia siento decirte que tus problemas son mis problemas y no voy a quedarme quieto mientras…
Eugenia cansada de oírle decidió cambiar de tema a su manera. Se sentó encima de Peter y le colocó el dedo índice encima de los labios del muchacho verticalmente mientras siseaba:
-Ssshh. Hoy no quiero discutir. Dejémoslo para mañana-dijo agarrando las manos de Peter contra la cama.
-¿Qué piensas hacer?-preguntó él curioso.
-Bueno…tú has hecho que me olvide de todo durante un tiempo ahora creo que te lo debo-dijo acercando sus labios a los de él.- ¿Qué me dices?-preguntó imitándole con una sonrisa.
Peter sonrió dejando relucir su blanca dentadura.
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A la mañana siguiente ya había vuelto la luz. Eugenia aun estaba en la cama, no quería moverse. Peter dormía plácidamente sobre ella con la cabeza apoyada sobre sus pechos y estaba tan tranquilo que le daba pena despertarlo. Ambos estaban abrazados el uno al otro. Eugenia se había despertado cuando la luz volvió al loft y gracias a que encontró un interruptor cerca de la cama consiguió apagarla sin tener que moverse mucho y así evitar despertar a Peter. Hacia un día precioso, al menos eso era lo que aparentaba lo poco que podía apreciar Eugenia desde la cama. Ella empezó a acariciarle la espalda cariñosamente y sin querer, le despertó. Peter levantó la cabeza frotándose los ojos y la miró sonriendo.
-Que bien sienta despertarse así-comentó Peter dándole un beso en esa zona entre los pechos y el cuello.
-Ni que lo digas-le sonrió.-Buenos días, mi amor.
-Buenos días. ¿Cómo has dormido?
-Muy bien, ¿y tú?
-Mejor que nunca-admitió Peter.
Él con una sonrisa en su rostro hizo un camino de besos por el cuerpo de Eugenia hasta su cuello. Una vez allí, se centró en una zona concreta de su cuello.
-¿Qué hacemos, Peter?-preguntó la muchacha dándose cuenta de lo que pretendía.
-Igualarte los dos lados-contestó mirándola con una sonrisa pícara.
-¿Cómo que igualarme los dos lados?-preguntó llevándose las manos al cuello.
-Si, ayer por la noche te hice un chupetón en el lado izquierdo lo mínimo que puedo hacer es hacerte otro en el derecho.
-Peter, te mato-dijo la muchacho llevándose las manos a la cara.-Dios, Nicolás me va a matar cuando me vea.
-¿Cómo?-preguntó Peter quitándole las manos de la cara.-Creo que he escuchado mal…-dijo agarrándole de la barbilla a la muchacha.-Estas loca si crees que voy a dejar que Nicolás se acerque a ti a menos de diez metros. Eso puedes tenerlo muy claro.
-Ojala-vocalizó ella.-Ojala pudieras pero, Peter…cuando Nicolás se despierte me buscará. ¿Y dónde crees que vendrá primero?
-Él no sabe que vivo aquí.
-Puede ser pero…-intentó decir la muchacha.
-Pero, nada-dijo dándole un beso en el cuerpo entre palabra y palabra.-Tú no te preocupes, déjalo todo en mis manos ¿esta bien?
-No-dijo la muchacha agarrándole el rostro al muchacho para que la mirase a los ojos.-No puedo dejar esto en tus manos y no hacer nada. Peter conozco a Nicolás y…
-Lo sé, sé que lo conoces y no lo dudo-la interrumpió el muchacho uniendo su frente con la de ella y cerrando los ojos.-Pero ten claro que haré lo imposible para que estemos juntos. No voy a permitir que Nicolás te siga amenazando. Ni una más, Euge…
-Pero…
-Sshh-siseó Peter muy cerca de los labios de la rubia.
Eugenia también cerró los ojos y aspiró profundamente para respirar el mismo aire que Peter. Estaba apunto de intentar volver a protestar cuando el timbre le interrumpió. Ambos abrieron los ojos alarmados separándose unos centímetros el uno del otro.
-¿Esperas a alguien?-preguntó Eugenia con el ceño fruncido.
-Eh… no.-contestó Peter levantándose de la cama y vistiéndose el pantalón del pijama.
-Ey, ey ¿a dónde vas?-preguntó Eugenia tapándose con las sábanas.
-A…a abrir-contestó Peter confundido por la pregunta.
-No, Peter podría ser Nicolás-dijo la muchacha alterada.
-¿Me parece a mi o estás un poquito obsesionada con Nicolás?-ella le miró con mala cara.-Si te tranquiliza, antes de abrir miraré por la mirilla, ¿contenta?
Eugenia suspiró mientras se apoyaba en el cabecero de la cama. Peter le sonrió y bajo las escaleras. Se acercó a la puerta y miró de quien se trataba. Era su vecina. Miró hacia arriba y vio a Eugenia apoyada sobre la barandilla de metal con la sábana alrededor de su cuerpo. Él le dedicó otra sonrisa y abrió la puerta.
-Buenos días, Peter-saludó una muchacha joven aparentemente de la misma edad.
-Nina-vocalizó el muchacho.-Buenos días, ¿qué te trae por aquí?-preguntó dándole dos besos en la mejilla.
-Venía a pedirte un poco de sal-dijo moviendo el recipiente vacío que tenía en la mano.
-Oh, por supuesto-dijo Peter agarrando el bote.-Ahora te lo traigo-dijo yendo hacia la cocina.
La muchacha le dedicó una sonrisa y en cuanto Peter se dio la vuelta, se arregló el sujetador deportivo que llevaba agrandándose el escote. Eugenia puso los ojos en blanco y moviendo la cabeza de un lado a otro la observó de arriba abajo. Típica vecina guapa que da problemas. Iba vestida con unos pantalones cortos y un top de deporte. Una cola caballo en el pelo y unos botines deportivos. La vecina mientras esperaba a que Peter le trajera la sal empezó a mirar desde la puerta el interior del loft. Por su rostro Eugenia comprobó que le había impresionado el lugar. La rubia previendo que la chica iba a mirar hacia arriba, hacia su dirección, se apartó un poco de la barandilla.
-Aquí tienes-dijo Peter yendo hacia ella.
-Muchísimas gracias-agradeció dándole un beso en la mejilla al muchacho mientras agarraba el recipiente.
-No hay de que-le sonrió.
-Bueno, cuando quieras algo, ya sabes dónde vivo-dijo la muchacha dedicándole una sonrisa.
-Lo tendré en cuenta.
-Ah, por cierto, Peter. Hoy hago una fiesta en mi casa. Si te quieres pasar estas más que invitado-le sonrió.
-Ah, que bien. Muchas gracias.
-No las des-dijo ella saludándole con la mano y dándose la vuelta para marcharse.
Peter tras eso cerró la puerta y miró hacia Eugenia que volvía a estar apoyada en la barandilla.
-¿Quién es?-preguntó mientras lo veía subir las escaleras.
-Una vecina, se llama Nina, ¿por?
-No por nada-hizo una pausa.- ¿Suele ir muy provocativa todos los días o solo lo hace para ir a pedir sal?-preguntó la muchacha esbozando una sonrisa en el rostro de Peter.
Él se acercó a ella, y la rodeó por la cintura.
-Puede ser que esté notando un poco de… ¿celos?
-¡Ja!-soltó la rubia.-Peter no me hagas reír.- ¿Ahora serías tan amable de prestarme una toalla? Me quiero duchar.
-¿Quieres que me duche contigo?-preguntó Peter rozando su nariz con la de ella.
-No-contestó alejándolo de ella.-Y por tu bien, quítate ese pintalabios rojo de la mejilla si no quieres que te mate-dijo dándole palmaditas en el pecho mientras se alejaba de él.

Eugenia estaba en la ducha. Bajo el agua caliente. Se duchaba tranquilamente cuando oyó a Peter meterse dentro detrás de ella.
-Creía que no ibas a venir-dijo la muchacha terminando de enjabonarse.
-Te estaba preparando el desayuno-comentó Peter rodeándole la cintura por detrás.-Así que será mejor que no tardemos mucho.
-No importa, me gusta el café frío-dijo ella sonriéndole.

Eugenia salió del baño en ropa interior mientras se secaba el pelo con una toalla. Se terminó de arreglar el pelo mirándose en el espejo de la habitación y vio el reflejo de Peter tan solo con una toalla alrededor de la cintura mientras buscaba ropa en su armario. La muchacha se dio la vuelta para observarlo directamente y con una tonta sonrisa en la cara lo contempló de arriba abajo. No podía creer que ese momento fuera cierto…pero dudaría tan poco…
-¿Qué miras?-preguntó Peter al darse cuenta de que no le quitaba los ojos de encima.
-A ti-contestó con una amplia sonrisa.
-Espero que estés disfrutando.
-No sabes cuánto-dijo la muchacha en voz baja mirando hacia otro lado para no intimidarle.
Miró el reloj y se dio cuenta de la hora qué era.
-Peter, ¿ese reloj está bien?
-Si, ¿por?-contestó mirando primero al reloj que había en su mesita de noche y después a ella.
-Joder. Llego tarde-vocalizó empezando a buscar sus zapatos y las medias que estaban esparcidas por la habitación.
-¿A dónde?-preguntó él al ver que se estaba dando prisa.
-A…al médico-contestó mientras rebuscaba la habitación en busca de su zapato.-Jolín, ¿dónde está el otro?
-Espera, espera. ¿Médico?
-Si, hoy tenía una cita para que me hicieran la primera ecografía-contestó la muchacha mirando debajo de la cama.
-¿Hoy tienes la primera ecografía? ¿Y cuándo pretendías decírmelo?-preguntó Peter molesto.
-Verás es que…
-No me lo ibas a decir, ¿verdad que no?
Eugenia lo miró mordiéndose el labio inferior tímidamente. Había metido la pata.
-Eh… no-contestó.-Verás es que Nicolás sabe que tengo una cita y…
-Y… nada-la interrumpió.-Estás muy equivocada si crees que ese imbécil no me va a dejar estar en la primera ecografía de mi hijo-comentó Peter malhumorado.
-O…hija-añadió la muchacha.
-O hija-corrigió Peter.-Ahora ponte esto-dijo tirándole ropa suya encima de la cama.
-Esto es tuyo-dijo Eugenia agarrándolo.
-Lo sé, pero no pretenderás ir con el traje de novia ¿o si?
Eugenia suspiró. Se avecinaban problemas.

Continuará...


[He vuelto, pero por poco tiempo. Tengo exámenes y puf, por fin en dos semanas CREO que acabo xD & nada, pido perdón por no haber podido pero puf, con el instituto es muy complicado. Espero que os este gustando. Besos. ]

domingo, 5 de mayo de 2013

JF3. Capitulo 24.

Capitulo anterior:

-Porque cuando Julio-Peter puso cara de no saber de quién hablaba.-El guardaespaldas-explicó.-Se acercó a Nicolás y a mí, vi a Nicolás cogerle la pistola que tenía guardada y metérsela en los pantalones. Sabía que si estaba dos segundos a solas contigo haría una locura y para impedirlo cuando le abracé frente a todos en la iglesia le rogué que me dejara hablar contigo que te haría entrar en razón y a cambio él recibía mi ‘si, quiero’ en la boda. Por eso, esto-dijo levantando el anillo que sostenía entre sus manos.-Por eso, el casamiento.
-Te juro que no se como puede existir gente como ese imbécil. ¿Cómo puede hacerte esto?-se preguntaba Peter incrédulo.-Pero no te preocupes porque me pienso encargar de ese idiota.
-¿Qué? No, no, no, no, no, no-Eugenia negó varias veces.-Tú no te vas a meter en esto. Peter te lo prohíbo.
Peter sonrió irónicamente, que poco le conocía Eugenia en ese aspecto.
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-Como sabía que si te lo contaba ibas a querer hacer algo al respecto-comentaba Eugenia deambulando por la habitación, aun a la luz de las velas.
-Eugenia, estaba mas que claro que no iba a permitir que Nicolás te siguiese amenazando.
-Ves. Por eso mismo tendría que haberme callado y haber hecho las cosas por mi sola.
-Creo que si lo hubieses seguido haciendo tú sola lo único que harías sería dar vueltas en círculo sin conseguir nada como llevas haciendo todo este tiempo.
Eugenia se detuvo y lo miró con los ojos abiertos de par en par.
-Peter eso ha sido un golpe bajo.
-Perdón-se disculpó Peter levantándose de la cama y yendo hacia ella para abrazarla.
-No me toques-puso su mano sobre el pecho desnudo de Peter para mantenerlo alejado.
-Oh, vamos Euge, no te enfades ha sido un comentario sin importancia.
-Peter solo espero que me hagas caso y no hagas absolutamente nada porque te prometo que te odiaré incluso si estas muerto ¿me oyes?
-Oh, no, tendré que soportar tu odio hacia mí en la ultratumba-bromeó Peter consiguiendo rodearla con sus brazos.
-Te lo tomas a broma pero esto es muy serio-dijo ella golpeándole en el pecho con el puño cerrado y cruzándose de brazos.
-¡Au!-se quejó el muchacho.- ¿Pretendes hacerle el trabajo fácil a Nicolás matándome tu primero?-preguntó él empezando a darle besos en el cuello a Eugenia con una sonrisa en el rostro.
-Peter, para-le dijo la muchacha intentando alejarlo de ella.-No estoy de broma, hablo en serio.
-Vamos, Euge. ¿No decías que querías que te hiciera olvidar todo?-preguntó Peter mirándola con una ceja levantada recordando lo que Eugenia había dicho antes con un tono sardónico.
-Bedoya, vete a la…-dijo con odio.
Peter le tapó la boca en el momento justo.
-¡Oye! Cuida tu vocablo, hay menores delante que pueden oírte-dijo consiguiendo sacarle una sonrisa a la muchacha que disimuló al momento.-Lo he visto. No trates de ocultarlo porque lo he visto.
-¿De qué hablas? ¿Qué has visto?
-A ti, sonriendo.
-Mientes-dijo haciéndose la desentendida.
Peter sonrió y le dio un beso en la mejilla a Eugenia, que lo miró malhumorada.
-Oye-dijo Peter cambiando de tema.-Tú te has casado… ¿no tendrías que estar ahora mismo de luna de miel?
-Tendría, tú lo has dicho.
-¿Y tu marido no opina nada malo sobre que estés aquí conmigo?
-Mi marido, como tú le llamas, no sabe dónde estoy.
-Uh, seguramente te estará buscando como un loco.
-Te equivocas, ahora mismo duerme plácidamente sobre la cama donde pensaba hacerme el amor.
Esas palabras hicieron que Peter endureciese el gesto pero decidió continuar con bromas y quitarle importancia a ese asunto, al menos por esa noche.
-Que mal te debes sentir ¿no? Tu luna de miel arruinada porque tu marido se ha quedado dormido…
-No se quedó dormido, más bien lo dormí con un somnífero que me dio mi prima-le corrigió.
Peter echó a reír.
-¿En serio?
Eugenia asintió dibujando una media sonrisa en su rostro.
-Vaya, vaya. Menuda esposa…en la noche de bodas duerme al marido y va en busca del amante para serle infiel al marido en la primera noche como casados. Una trama perfecta para una telenovela. 
-Peter, eres odioso-dijo Eugenia volviendo a golpearle en el pecho.
Él echó a reír mientras le pedía perdón.
-De acuerdo, ya paro, ya paro. Bandera blanca-le acarició la cara.-Ahora sí, permíteme hacer lo que me has pedido-Peter se acercó a ella y rozó sus labios con los suyos.- ¿Qué me dices?
-Que eres tonto-dijo Eugenia antes de llevar sus manos a la nuca de Peter y hacer que sus labios se fundiesen el uno en los del otro.
Peter llevó sus manos por debajo de la camisa de pijama que llevaba Eugenia y la fue subiendo lentamente hacia arriba mientras acariciaba el cuerpo de la muchacha. Ella separó sus labios de los de él y le ayudó a que le quitara la camisa. Tras eso la tiró al suelo y con un pequeño impulso, Peter la levantó del suelo y Eugenia rodeó con sus piernas la cintura de Peter. Ella al momento volvió a besarlo. Él fue hacia la cama y lentamente la depositó sobre el colchón. Peter decidido a terminar lo que no había podido hacer antes, llevo sus labios hasta el cuello de Eugenia y lo torturó. Lo hizo de tal forma que provocó que Eugenia doblase la espalda del placer. Peter aprovechó y metió la mano entre el colchón y el cuerpo de Eugenia para desabrocharle el sujetador. Una vez que lo hizo, lanzó la tela de prenda al suelo. La muchacha disfrutaba de los besos y de las acaricias de Peter mientras ella también le acariciaba. Sin duda iba a ser una noche larga para ambos.

Peter se desplomó en la cama al lado de Eugenia. Ambos tenían la respiración agitada y las pulsaciones a mil por hora. Sin duda habían pasado una gran noche. Hacía tiempo que no disfrutaban de esa manera el uno del otro y habían sabido aprovechar bien esa ocasión. Peter agarró la manta y cubrió a Eugenia con ella. Le dio un tierno beso en los labios y ella aprovechó para morderle el labio inferior con dulzura. Peter sonriendo volvió a tumbarse a su lado mirando al techo. La rubia se quedó mirándole y analizando su perfil. Era tan guapo. Él se sintió observado y la miró.
-¿Qué ocurre?
-Nada, solo admiraba a mi Romeo-contestó Eugenia tumbándose de lado.
-Mmm… ¿soy tu Romeo?-ella asintió sonriendo.- ¿Estas segura? Te recuerdo que la historia de Romeo y Julieta no acaban bien. Ambos mueren al final.
-Uh, pero ¿qué te ocurre?-preguntó la muchacha acariciando el pecho de Peter.
-Nada, ¿por?
-Te noto serio.
-No… solo pensaba-le sonrió.
-¿En…?
-En nada, Euge no quiero discutir.
Eugenia frunció el ceño sabía en que estaba pensando.
-Peter te he dicho que no. No quiero que te involucres en esto.
-Eugenia siento decirte que tus problemas son mis problemas y no voy a quedarme quieto mientras…
Eugenia cansada de oírle decidió cambiar de tema a su manera. Se sentó encima de Peter y le colocó el dedo índice encima de los labios del muchacho verticalmente mientras siseaba:
-Ssshh. Hoy no quiero discutir. Dejémoslo para mañana-dijo agarrando las manos de Peter contra la cama.
-¿Qué piensas hacer?-preguntó él curioso.
-Bueno…tú has hecho que me olvide de todo durante un tiempo ahora creo que te lo debo-dijo acercando sus labios a los de él.- ¿Qué me dices?-preguntó imitándole con una sonrisa.
Peter sonrió dejando relucir su blanca dentadura.

Continuará...

sábado, 4 de mayo de 2013

JF3. Capitulo 23.

Capitulo anterior:

-Gracias-suspiró.-O el muy imbécil de Nicolás me compró el anillo una talla más pequeña o mis manos se han hinchado; dicen que con el embarazo suele pasar-dijo enseñándole su mano.
Peter agarró la mano de Eugenia y le dio un tierno beso en la palma.
-Estas perfecta, tontita. Pero creo que me debes una gran explicación.
-¿Ton…tita?-preguntó ella mirándole.
Peter sonrió por la cara que había puesto.
-Oh, vamos, no te irás a ofender ahora. Además, no intentes cambiar de tema, porque aún estoy esperando a que empieces tu gran explicación.
Ella suspiró al ver que no iba a conseguir evitar hablar sobre el tema, al menos, esa noche.
-Pongámonos cómodos, entonces-comentó mirándole.
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Eugenia estaba sentada sobre la cama de Peter con él enfrente, mirándola fijamente. Peter le había prestado una camisa de pijama suya que le quedaba grande para que se abrigara y estuviese más cómoda. Él estaba sentado con las piernas estiradas, los brazos cruzados sobre el pecho y la espalda apoyada en la cabecera de la cama, mientras ella había preferido sentarse prácticamente enfrente y mirarle directamente a la cara.
-¿Por dónde quieres que empiece?-preguntó Eugenia.
-Por el principio-contestó Peter mirándola fijamente.
-De acuerdo-dijo y después suspiró.-Todo empezó el día en que rechace a Nicolás y cortamos con nuestra relación. Él nunca había aceptado el hecho de que lo rechazara aunque me hizo creer varias veces que si, pero estaba claro que no. Por eso te mando las fotos y el vídeo porque quería que tú y yo rompiéramos. Al ver que quizás no iba a conseguirlo, decidió tirar por otro camino. El camino fácil. Nos enfrentamos un par de veces en el local de Gastón, una de ellas cuando nos reconciliamos al día siguiente de nuestra discusión por la pelea.
-Si, lo recuerdo. Me lo contaste-comentó Peter.
-Bueno, el enfrentamiento definitivo fue al día siguiente de eso. Fui a trabajar muy temprano porque me tocaba a mi abrir el bar y bueno, él…-se quedó callada, le costaba hablar de eso, por culpa de ese accidente por poco perdió a su bebé.
Eugenia bajó la cabeza para ocultar su rostro y sus lágrimas entre su pelo.
-¿El qué?-preguntó Peter mirándola.
La muchacha tomó aire y vocalizó mientras levantaba la cabeza:
-Él… me…
Peter al verle el rostro vio que estaba llorando.
-¡Ey, Euge! No llores. Ven aquí-dijo el muchacho extendiéndole la mano.
Eugenia negó con la cabeza y aspiró sus mocos.
-No te preocupes-dijo Eugenia limpiándose la cara.-Es el embarazo. Me pone muy sensible. Si antes era llorona imagínate ahora-dijo tratando de sonreír.
-Oh, vamos, ven aquí-dijo Peter agarrándola del brazo cuidadosamente y ella se dejó hacer.
Se sentó sobre el regazo del muchacho y hundió su cara en el fornido cuello de Peter. Él empezó a acariciarle el brazo con cariño mientras la apretaba contra su cuerpo.
-No debería decirte esto porque quiero saberlo pero Eugenia no puedo evitarlo contigo. Eres mi debilidad-dijo Peter dándole un beso en la frente.-Así que si quieres podemos dejar de hablar del tema.
-No-lo interrumpió.-Tú quieres saberlo y debes saberlo, te lo voy a contar-dijo y tras eso tomó aire para continuar.-Cómo te iba diciendo, tuve un enfrentamiento con él en el bar de Gastón y él… él me pegó-Eugenia sintió como el cuerpo de Peter, sus músculos, se tensaban.-Me golpeó en la cara, caí al suelo y después empezó a patearme en la barriga-dijo escondiéndose más en si misma y colocando su mano sobre su barriga.
-No me lo puedo creer-dijo con la respiración entrecortada, la rabia le estaba consumiendo.
-Me llevó al hospital y allí me dijeron que a mi bebé…
-Nuestro-dijo Peter interrumpiéndola.
Eugenia sonrió y continuó con el relato.
-A nuestro bebé no le pasó nada. Intenté que una enfermera te llamara pero Nicolás se había adelantado a mis pasos y le había advertido que si yo le pedía llamar a alguien que lo avisase y así fue. Entonces decidí escaparme del hospital. Cuando lo conseguí fui a la comisaria a poner una denuncia pero él… él en esta vez también se había adelantado a mis pasos y compró a un policía que nada más verme le llamó. Cuando Nicolás apareció en la comisaria el mundo se cayó a mis pies. Nos fuimos de ahí y él me llevó a su casa. Me encerró en una habitación y yo allí no podía hacer nada. La ventana estaba cerrada con candado, la puerta con llave, no había forma de escapar. Ese mismo día, me quedé dormida y cuando me desperté te vi-dijo levantando la cabeza y mirándole a la cara.-Estabas con Gastón. Grité pero no me escuchaste…
-Había ido a buscarte-explicó Peter apretando sutilmente el muslo de Eugenia.
-Me lo imaginaba-dijo volviendo a hundir su rostro en el cuello de Peter.-Al día siguiente de eso, Nicolás hizo que te llamara y te dijera que quedásemos en el bar de Gastón para hablar. Me dijo que te tenía que hacer creer que tanto las fotos como el vídeo eran ciertos y además, hacerte ver que el bebé no era tuyo sino de él-hizo una pausa.-Lo que ocurrió en el bar de Gas, ya lo sabes… Él muy imbécil dijo que nos íbamos a casar y yo ni siquiera sabía nada de eso. Todo había sido plan suyo. Lo tenía todo calculado al milímetro. Después de hacer que tú te distanciaras de mi, decidió dejarme salir de la habitación pero siempre bajo vigilancia de un guardaespaldas que contrató exclusivamente para seguirme. Durante este mes que no nos hemos visto traté de escaparme, de contactar contigo, trate todo lo posible pero no hubo forma de conseguirlo. Y a partir de ahí más o menos todo lo demás lo sabes. Llegó el día de la boda y…llegaste tú a intentar impedirlo.
-Pero hay algo que no entiendo-dijo Peter.
-¿El qué no entiendes?-preguntó Eugenia mirándole a la cara.
-¿Por qué?-hizo una pausa.- ¿Por qué dejaste que Nicolás hiciera todo eso?
-Porque me tenía amenazada.
-¿Amenazada, con qué?
Ella empezó a negar con la cabeza.
-No, no puedo decírtelo.
-Eugenia-le reprimió el muchacho.
-No, Peter.
-Eugenia-volvió a repetir con la misma severidad.
Ella resopló.
-Me amenazaba diciéndome que hacia lo que él quería o tú correrías los riesgos.
-¿Cómo?-preguntó Peter sin entender bien.
-Si, él tenía intenciones de matarte si no hacía absolutamente todo lo que él me decía que hiciese. Y yo… no tenía otra elección, a pesar de no estar segura de que fuese a ser capaz de hacerlo pero no me podía permitir la idea de correr el riesgo. Porque, Peter-dijo Eugenia llevando sus manos a la nuca del muchacho y entrelazando sus dedos en su pelo con firmeza para que la mirase directamente a sus ojos llorosos.-Peter si te pasase algo, yo… yo me moriría.

-Y yo…y yo también me moriría si te pasara algo-dijo Peter llevando sus manos al rostro de Eugenia.
Peter le mantuvo la mirada durante unos segundos. Se acercó a sus labios para besarla y lo hizo con tanta pasión, tanta ternura, tanto sentimiento y con tanto…amor, que la derritió por completo. Eso era lo que le gustaba de él, ese amor que le daba, ese sentimiento tan bonito que él había elegido compartir con ella, y ella con él.
Cuando sus labios se separaron, a penas unos centímetros, Eugenia con los ojos cerrados saboreó sus propios labios. Permanecieron en esa posición durante unos largos segundos, donde ambos respiraban el aire del otro. Peter empezó a rozar su nariz con la de ella y tras eso la abrazó con fuerzas.
-No sabes lo que te he echado de menos-confesó el muchacho en voz baja aferrándola lo máximo posible a su cuerpo.
-Y yo a ti-dijo correspondiéndole en el abrazo.-Pero no quisiera romper este momento pero… me estas ahogando-susurró Eugenia.
Peter la soltó sonriendo y la miró a la cara.
-Sin duda el nuevo apodo que te he puesto te viene al pelo, tontita-dijo Peter acariciándole la mejilla.
-Gracias, ton…ti…to-dijo irónicamente.
Peter se rió y le dio un beso rápido sobre los labios.
-Pero, imitándote, no quisiera romper este momento pero hay algo que tampoco no comprendo-ella lo miró.- ¿Por qué no me contaste esto cuando estuvimos hablando esta tarde, en la boda?
-Porque cuando Julio-Peter puso cara de no saber de quién hablaba.-El guardaespaldas-explicó.-Se acercó a Nicolás y a mí, vi a Nicolás cogerle la pistola que tenía guardada y metérsela en los pantalones. Sabía que si estaba dos segundos a solas contigo haría una locura y para impedirlo cuando le abracé frente a todos en la iglesia le rogué que me dejara hablar contigo que te haría entrar en razón y a cambio él recibía mi ‘si, quiero’ en la boda. Por eso, esto-dijo levantando el anillo que sostenía entre sus manos.-Por eso, el casamiento.
-Te juro que no se como puede existir gente como ese imbécil. ¿Cómo puede hacerte esto?-se preguntaba Peter incrédulo.-Pero no te preocupes porque me pienso encargar de ese idiota.
-¿Qué? No, no, no, no, no, no-Eugenia negó varias veces.-Tú no te vas a meter en esto. Peter te lo prohíbo. 
Peter sonrió irónicamente, que poco le conocía Eugenia en ese aspecto.

Continuará... 

viernes, 3 de mayo de 2013

JF3. Capitulo 22.

Capitulo anterior:

Terminó de cepillarse y fue al salón. Allí, buscó en el mueble de la televisión unas velas que había traído de la otra casa. Eran velas aromáticas, así que decidió solo encender una porque su olor era muy fuerte. Buscó un mechero y la encendió. En la cocina vislumbró por la ventana un relámpago y a los pocos segundos escuchó el trueno. Revoloteando los ojos decidió ir a vestirse. Se puso su pantalón de pijamas que le quedaba perfecto. Colgó la toalla en el perchero del baño y escuchó a alguien golpear su puerta. Extrañado fue hacia la entrada y miró por la mirilla. No veía nada. Solo una absoluta oscuridad. La luz se había ido a todo el edificio. Volvieron a llamar a la puerta. Fuera quien fuera estaba impaciente. Peter temeroso abrió la puerta y vio la silueta de una muchacha de larga melena rubia. Ella levantó la cabeza lentamente dejando ver su cara. Se apartó el pelo mojado de la cara y le sonrió a pesar de que el dolor se reflejaba en su rostro. 
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-Eugenia…-vocalizó Peter incrédulo por verla allí.
La muchacha, sin pensarlo dos veces, se abalanzó sobre él y lo abrazó con fuerza. Con todas sus fuerzas. Haciendo incluso que Peter perdiese momentáneamente el equilibrio. Tras recuperarlo, dejó la vela sobre el mueble de la entrada y la rodeó con sus brazos.
-Perdóname, perdóname-susurraba Eugenia.-Claro que te amo, cómo no te voy a amar, es imposible no hacerlo. Perdóname.
Peter la abrazó con más fuerza contra él.
-Mi amor…-susurró él acariciándole el pelo mojado.
Mi amor”. Esas dos palabras provocaron que Eugenia echase a llorar. Echaba tanto de menos escucharle decir eso que la situación pudo con ella. Peter se separó un poco para poder mirarle a la cara y le limpió las lágrimas que se mezclaban con el agua de lluvia que recorría su rostro.
-Por favor, no llores.
-No puedo evitarlo…
Peter la agarró por el rostro con ambas manos y la besó con dulzura. Eugenia se asombró por el beso durante unos segundos pero sin dudarlo cerró los ojos y le siguió el beso. Con sus manos agarró las muñecas de Peter y se las acarició con los pulgares mientras disfrutaba de ese beso que hacia tiempo no disfrutaba. Peter pensaba separarse cuando Eugenia se lo impidió agarrándole de la nuca. Él sonrió y empujó la puerta para cerrarla y después poner a Eugenia contra ella. Ella, quedándose sin aire, separó sus labios de los de él unos milímetros y le pidió con los ojos cerrados lo que más deseaba pedirle:
-Peter, haz que me olvide de todo, por favor.
No hizo falta nada más. Ambos sabían cómo Peter podía hacer que Eugenia se olvidara de todo por un tiempo, que a veces parecía infinito y así era como a ella le gustaba.
-Pero tenemos que hablar-dijo Peter juntando su frente con la de ella.
-Hablemos mañana por favor.
Peter se mantuvo en la misma posición durante un rato, pensando, después le dio un rápido beso sobre los labios. Agarró la vela que había dejando encima del mueble, la cogió de la mano y la guió hacia su habitación.
-Toma-dijo Peter ofreciéndole la vela.-Ahora vengo. Ponte cómoda-le sonrió.
Peter le dio otro rápido beso en los labios y se fue iluminándose con la luz de su móvil. Eugenia observó la habitación a la luz de la vela. Le encantaba. El muchacho volvió con unas velas en la mano y un mechero.
-Oye, no me has dicho cómo sabías dónde vivía-dijo él agarrando una vela y poniéndola sobre la mesilla de noche.
-Llamé a Gastón y le rogué que me dijera tu dirección.
-Con lo testarudo que es Gas, seguro que te habrá costado mucho ¿verdad?
-No sabes cuánto-dijo Eugenia sonriendo y empezando a ayudar a Peter a colocar velas aromáticas por la habitación.
-Espero que te guste el olor de las velas.
-Me encanta. Huele a…-ella aspiró profundamente.-a…jazmín-lo miró sorprendida.
-Exacto-dijo Peter acercándose a ella.
Se colocó frente a Eugenia, le agarró la vela que tenía entre las manos y la dejó sobre la mesilla de noche. Se miraron el uno al otro sonriendo.
-Será mejor que te quites ese vestido mojado-dijo Peter metiendo su dedo índice en el canalillo de Eugenia y tirando de ella hacia él.
-¿Desde cuando eres…?-empezó a preguntar Eugenia con una sonrisa en la cara.
-Desde que no te tengo-contestó Peter interrumpiéndola muy cerca de sus labios.
Tras eso, la besó. Eugenia sonrió y le siguió el beso llevando sus manos a su nuca para intensificar más el beso. Peter le recorrió el cuerpo con las manos desde los glúteos a través de la espalda hasta la cremallera del vestido. Cuando la encontró la fue deslizando lentamente hacia abajo con una mano mientras con la otra iba acariciando la caliente piel de Eugenia que el trapo de tela iba descubriendo. Una vez abierta completamente la cremallera, Peter frenó el beso y se separó de ella para que el vestido cayera al suelo por pura gravedad y así poder observarla. Llevaba ropa interior blanca combinando a la perfección con el liguero y las medias del mismo color.
-Eres preciosa-dijo Peter haciendo que Eugenia se ruborizase.
-Peter…-vocalizó ella sonriendo tontamente.
A él se le dibujó una amplia sonrisa en la cara y se acercó a ella. La levantó del suelo aferrándola a su cuerpo para que saliera definitivamente del vestido que estaba tirado en el suelo y lentamente la depositó sobre la cama. Ella lo atrajo hacia su cuerpo, tumbándolo encima de ella, y lo besó con dulzura mientras entrelazaba sus dedos en su pelo. Peter separó sus labios de los de ella y fue haciendo un camino de besos por el rostro de Eugenia hasta su cuello. Una vez allí, mientras le acariciaba el cuerpo torturó el cuello de la rubia con sus labios.
-Peter, Peter, espera-dijo Eugenia posando sus manos sobre los hombros de Peter y alejándolo de ella.
-¿Qué ocurre?-preguntó él mirándola a escasos centímetros de su rostro.
-Un segundo.-vocalizó la muchacha intentado quitarse el anillo que tenía en el dedo anular de su mano derecha pero no salía.
Ella tomó aire e intentó nuevamente quitárselo pero no había forma.
-¿Qué haces?-preguntó Peter.
La muchacha tímidamente le enseño la mano mirando hacia otro lado para no ver la reacción de Peter.
-Oh, Eugenia. Espero que tengas una buena explicación para eso.-dijo Peter muy sorprendido.- ¿Te has casado?
-Eh… si-contestó ella frunciendo el ceño.-Creía que lo sabías.
-Pues no-dijo Peter quitándose de encima de Eugenia enfadado.-Cuando te he visto aquí he pensado que habías abandonado a Nicolás en el altar-dijo el muchacho sentándose en el borde la cama dándole la espalda a Eugenia.
-Peter por favor no te enfades-dijo ella sentándose a su lado mientras trataba de quitarse el anillo.
-¿Qué no me enfade? Eugenia si te has casado ¿qué demonios haces aquí?
-Bueno… yo… es que…-dijo intentando quitarse el anillo.
Sin querer su mano se resbaló y le dio un codazo en el brazo a Peter.
-¡Perdón!-exclamó al momento.-Yo…
Eugenia se estaba poniendo nerviosa y como consecuencia se volvía muy patosa.
-Para, para-le pidió Peter alterado.-A ver, déjame a mi quitarte ese anillo antes de que te saques un ojo a ti misma.
-Perdón, en serio, Peter-se disculpó entristecida.
El muchacho le agarró la mano y le dobló los dedos excepto el anular, el del anillo.
-Oh, no, Peter, no-dijo Eugenia intentando detenerle pero Peter ya se había metido el dedo de Eugenia en la boca y lentamente con la ayuda de sus dientes fue quitándole el anillo. Tras eso se lo sacó de la boca y se lo dio.
-Toma, todo tuyo.
-Gracias-suspiró.-O el muy imbécil de Nicolás me compró el anillo una talla más pequeña o mis manos se han hinchado; dicen que con el embarazo suele pasar-dijo enseñándole su mano.
Peter agarró la mano de Eugenia y le dio un tierno beso en la palma.
-Estas perfecta, tontita. Pero creo que me debes una gran explicación.
-¿Ton…tita?-preguntó ella mirándole.
Peter sonrió por la cara que había puesto.
-Oh, vamos, no te irás a ofender ahora. Además, no intentes cambiar de tema, porque aún estoy esperando a que empieces tu gran explicación.
Ella suspiró al ver que no iba a conseguir evitar hablar sobre el tema, al menos, esa noche.
-Pongámonos cómodos, entonces-comentó mirándole.

Continuará...

[TACHAN :) ]

jueves, 2 de mayo de 2013

JF3. Capitulo 21.

Capitulo anterior:

Se había hecho de noche y Nicolás y Eugenia junto a Julio se habían ido de la boda. Iban en el coche rumbo al sitio donde los recién casados pasarían su luna de miel. No se iban de viaje porque Eugenia al día siguiente tenía una cita con el médico para la primera ecografía del bebé. Gracias a eso Eugenia había evitado un viaje incómodo junto a él. La muchacha mantenía el puño de la mano izquierda cerrado alrededor del botecito de somnífero. Desde que su prima se lo había dado no lo había soltado. Eso sería su salvación para esa noche y no pensaba separarse de él. Nicolás estaba sentado a su lado jugueteando con el anillo de bodas que llevaba puesto Eugenia mientras Julio conducía.
-¿En qué piensas?-le susurró Nicolás al verla muy pensativa.
-En nada-contestó mirando por la ventana.- ¿A dónde vamos?-preguntó al no conocer el lugar por dónde iban.
-Como no nos podemos ir de viaje, al menos quiero que pasemos una luna de miel en un gran hotel del centro y a lo grande.
Nicolás le dio un beso en la cabeza y sonrió ampliamente. Era, sin duda, el mejor día de su vida.
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Cuando llegaron al hotel, Nicolás prefirió deshacerse de los servicios de Julio y mandarlo a casa, diciéndole que no hacía falta que se quedase, que no iba a necesitar de sus servicios esa noche concluyendo con una pequeña broma que Eugenia prefirió ignorar. Entraron en el hotel y se dirigieron a la recepción. Era un hotel grande y lujoso. Nicolás no se había andado con miramientos y había decidido apostar por lo mejor. Tras coger la llave de la suite de lujo, subieron en ascensor hasta allí. En la puerta Nicolás insistió en cogerla en brazos y entrar en la suite como mandaba la tradición pero Eugenia se negó. Para no discutir él prefirió ceder en eso. Entraron en la habitación; era enorme y fantástica pero sin duda era un sitio para disfrutar al lado de alguien a quien quisieses. Eugenia se sentó sobre la cama, estaba agotada. Nicolás se quitó la parte de arriba de su traje y lo dejó sobre la cama. Se acercó a una mesita dónde estaba una cubitera con champán. Abrió la botella y sirvió dos copas. Con las copas en mano se acercó a Eugenia y frente a ella le extendió una copa.
-¿Champán?-preguntó mirándola.
-¿En serio me lo estás preguntando?-dijo malhumorada.-Nicolás, estoy embarazada.
-Oh, cierto, no lo recordaba-dijo bebiéndose su copa de una sentada.-Voy un momento al baño-dijo dejando las dos copas, una llena y otra vacía, sobre la mesa al lado de la botella de champán.- ¿Por qué no te pones cómoda? La noche va a ser larga-dijo guiñándole el ojo.
Eugenia esperó a que Nicolás se metiera en el baño para relajarse un poco. Aprovechando el momento abrió el bote que tenía entre las manos y vertió un poco dentro del tapón para después echarlo en el interior de la copa. Cerró el botecito y agarró la copa para removerla un poco y que se notase menos el color diferente del somnífero y del champán. Estaba removiéndolo cuando Nicolás salió del baño. Ella rápidamente agarró el bote del somnífero y le miró sonriendo.
-¿Se puede saber qué haces con el champán?
-Bueno, es que… quería probar un poco-mintió.-Por un poco no creo que pase nada ¿no?
-No creo pero será mejor que no bebas mucho.
-Sí, será lo mejor. ¿Te lo bebes tú por mi?-dijo ofreciéndole la copa.
Nicolás la agarró mirando a Eugenia con desconfianza y finalmente se bebió todo el contenido. La muchacha sonrió, había conseguido lo que quería sin la necesidad de hacer mucho esfuerzo.
-¿Y esa sonrisa?-preguntó Nicolás dejando la copa sobre la mesa.
-Nada, que estoy cansada de llorar y de sufrir…
-Bueno, si me lo permites… puedo hacerte olvidar todo tu sufrimiento-comentó Nicolás acercándola a él.-Puedo hacer tantas cosas por ti, si fueses menos arisca conmigo. Podría hacerte tan feliz. Déjame hacerlo-dijo acercando sus labios a los de ella.
Eugenia giró el rostro impidiendo que la besara y se intentó apartar de Nicolás pero él se lo impidió.
-Vamos, Eugenia…-dijo Nicolás con voz adormilada.
El somnífero comenzaba a hacerle efecto.
-¿Qué te ocurre?-preguntó ella.
-No sé, me siento cansado… se me cierran los ojos.
-¿Por qué no te sientas un poco?
Nicolás le hizo caso. Una vez sentado, poco a poco fue cerrando los ojos. Eugenia lo empujó hacia atrás y éste se tumbó sobre la cama quedándose completamente dormido. La rubia sonriendo comprobó si estaba realmente dormido.
-¿Nicolás?-En ese momento empezó a escucharlo roncar.- ¿Roncas? Vaya creo que voy a tener que guardarme este botecito de somnífero para mi-dijo inconscientemente.
La rubia buscó el móvil de Nicolás en su bolsillo del traje y marcó el número de Gastón. Cuando este atendió, dijo tras escuchar su voz:
-Gas, necesito que me ayudes-le rogó.
-¿Eugenia?
-Si soy yo. Por favor, no me cuelgues.

Eugenia tras su conversación con Gastón salió de allí, salió del hotel. Era libre, al fin. Empezó a caminar por las calles llamando la atención por su vestido de novia. No tenía otra ropa, así que tuvo que salir así. Odiaba ser el centro de atención y que todos la mirasen como si fuese un bicho raro pero no podía hacer nada al respecto. Caminaba tranquilamente cuando sintió que una gota caía sobre su nariz. Se pasó la mano por ahí y comprobó que era agua. Miró al cielo y sin que casi se dieran cuenta las personas que deambulaban por las calles, empezó a llover. Eugenia empezó a reírse.
-Oh, venga ya.
Sin pensarlo dos veces echó a correr. Le costaba por el traje pero continuó corriendo. Se introdujo en una pequeña urbanización de pisos con pequeños céspedes con caminos de piedra que llevaban hasta las entradas de cada bloque de pisos. Eugenia cansada de correr decidió parar. Se tiró sobre un césped bocarriba y disfrutó de la lluvia. El agua caía y recorría su rostro y empapaba su ropa pero le da igual. Respiró hondo, aspirando ese olor a tierra mojada que tanto le gustaba. Cerró los ojos y disfrutó de su libertad mientras durase.

Peter estaba en su loft. Se estaba duchando, enjabonándose el cuerpo, cuando escuchó que empezaba a llover. Le extrañó esa repentina lluvia pero no se preocupó mucho. Terminó de ducharse y salió del interior de su bañera. Se enrolló una toalla alrededor de la cintura y agarró otra más pequeña para secarse el pelo. Se lo secó y se colocó la toalla alrededor del cuello. Se puso pasta de diente en el cepillo y empezó a cepillarse los dientes cuando la luz del baño se apagó. Extrañado abrió la puerta con el cepillo en la boca y comprobó que la luz no solo se había ido en el baño, sino en la casa entera.
-Oh, venga ya.
Terminó de cepillarse y fue al salón. Allí, buscó en el mueble de la televisión unas velas que había traído de la otra casa. Eran velas aromáticas, así que decidió solo encender una porque su olor era muy fuerte. Buscó un mechero y la encendió. En la cocina vislumbró por la ventana un relámpago y a los pocos segundos escuchó el trueno. Revoloteando los ojos decidió ir a vestirse. Se puso su pantalón de pijamas que le quedaba perfecto. Colgó la toalla en el perchero del baño y escuchó a alguien golpear su puerta. Extrañado fue hacia la entrada y miró por la mirilla. No veía nada. Solo una absoluta oscuridad. La luz se había ido a todo el edificio. Volvieron a llamar a la puerta. Fuera quien fuera estaba impaciente. Peter temeroso abrió la puerta y vio la silueta de una muchacha de larga melena rubia. Ella levantó la cabeza lentamente dejando ver su cara. Se apartó el pelo mojado de la cara y le sonrió a pesar de que el dolor se reflejaba en su rostro.

Continuará...

[He aquí el otro cap de hoy. Lo subo ya porque luego se me olvida :P xD Ahora matadme si quereis xDD Pero no tengo escrito aun el siguien cap...pero espero que no tarde mucho en terminarlo...& nada...eso. fin xD]