Eugenia al
llegar delante de la puerta de la despensa, se quedó allí quieta, contemplando
el pomo. No sabía que hacer, estaba nerviosa. Sabía que si daba ese paso,
posiblemente no podría retroceder. Respiro hondo y…
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Cuando
Eugenia abrió la puerta de la despensa, se encontró a Nicolás sentado sobre un
mantel con comida encima y unas velas para ambientar el lugar. Por la cabeza de
Eugenia al ver aquel lugar empezaron a rondar las palabras de Peter, el cual le
había advertido que lo único que Nicolás quería de ella, era pasar una noche
divertida. Nico, cuando la vio, se levantó rápidamente sonriendo y se acercó a
ella.
-Hola,
linda-le dio dos besos en la mejilla con cierta ternura.
-Hola-le
sonrió y nerviosa por la impactante mirada de Nicolás, no tardó en
preguntar:-Um… ¿por qué las velas? ¿No hay luz?-pulsó el interruptor y comprobó
que si había luz.
-¡Si!-exclamó
él apresurándose a dejar la iluminación como estaba al principio.-El lugar es
bastante feo, pero creo que con la luz de las velas este sitio se vuelve mucho
más acogedor y… romántico ¿no crees?-la miró con una pícara sonrisa.
-Eh…-vocalizó
mirando a su alrededor.-Si, la verdad que si-le miro.
Permanecieron
un momento en silencio, él contemplándola y ella sintiéndose algo incómoda por
su forma de mirar.
-Bueno,
¿nos sentamos?-preguntó Nicolás después de salir de su aturdimiento.
-Si,
claro.
Ambos se
sentaron sobre el mantel, el uno al lado del otro, con la espalda apoyada en la
pared. Eugenia cada minuto que pasaba se ponía más nerviosa, no era de las
típicas chicas que quedaban con alguien el primer o segundo día que lo conocía,
pero con Nicolás era algo diferente. Lo veía muy maduro y responsable, pero
claro; aun no podía juzgarlo del todo bien, no lo conocía apenas nada. Pero esa
noche era perfecta para que ambos se conocieran.
En un
principio la muchacha estuvo cohibida por la vergüenza pero con el paso del
tiempo se fue soltando, al ver la confianza que Nicolás le transmitía. Él al
verla más suelta, no tardó en preguntarle algo que le rondaba la cabeza desde
el inicio de la noche:
-Eugenia…-hizo
una pausa.- ¿Saldrías con alguien un poco mayor que tú?
Ella lo
miro, en silencio, durante un momento.
-Si, claro
¿por qué no?-le contestó sinceramente.-Si verdaderamente me gusta, no tendría
ningún problema en salir con alguien un poco o mucho mayor que yo.
-Oh, vaya,
menos mal-dijo aliviado en voz baja pretendiendo que Eugenia lo escuchase para
ver su reacción.
-¿Cómo?-preguntó
ella, al no escuchar bien.
-No,
nada-contestó él, viendo que lo que había pretendido no le había salido como quería.
La noche
transcurrió normal, y cuando empezaron a notar que el sueño podía con ellos,
decidieron irse a dormir pero no sin antes recoger el almacén y apagar las
velas. En la despedida, Nicolás tras acompañarla hasta su cabaña, le dio un
beso en la comisura del labio aunque sus intenciones fueron otras.
Los días
transcurrieron, y después de esa noche, la relación entre Nicolás y Eugenia fue
a mejor mientras que la de ella con su “hermano” Peter, era cada vez peor. La
muchacha se pasaba el poco tiempo libre que tenía entre actividad y actividad,
yendo a la cocina, donde su nuevo amigo estaba trabajando. Siempre lo ayudaba a
cocinar o a limpiar. Le encantaba hacerlo. Poco a poco sin casi darse cuenta se
estaba enamorando de su forma de ser, de su forma de tratarla…se estaba
enamorando de él.
-¡¡Hola!!-Eugenia
lo saludó efusiva entrando en la cocina.
-Hola,
linda-dijo él barriendo el suelo.
Ella se
acercó a donde estaba y le dio dos besos.
-¿Qué tal
estas?-preguntó.
-Bien,
aquí que esperaba a que vinieras a verme-le sonrió.- ¿Y tú?
-Cansada-contestó
ella resoplando.-Acabo de terminar una actividad con los botes del lago, y me
duelen muchísimo los brazos.
-Seguro
que no era para tanto-le dijo de broma.-Eres una quejica.
-¿Cómo? Ya
me gustaría a mí verte remando.
-Cuando
quieras…-hizo una pausa.-…hacemos una salida y remo para ti a la luz de la
luna-siguió bromeando.
-¿Te
parece bien hoy?-preguntó seria.
-Euge, era
broma-le respondió.
-¿Qué
pasa? ¿El gallito tiene miedo?-dijo sentándose sobre la mesa que había en la
cocina.
Nicolás
dejo la escoba apoyada en la pared, y lentamente se fue acercando a ella.
-Venga, nos
vemos hoy a las once-contestó poniéndose entre las piernas de Eugenia y
rodeándole la cintura con los brazos.
-Trato
hecho-sonrió poniendo sus manos sobre los hombros de Nicolás.
-¡Ey!
Tienes algo en la cara.
-¿Ah, si?
¿Dónde?-Euge hizo el amago de quitarse algo que no tenía.
-Mira,
ahí-Nicolás deslizó su mano por la nuca de Eugenia y acercó sus labios a los de
ella.
La
muchacha se sorprendió por lo que Nicolás había hecho, pero sin dudarlo, le
siguió el beso.
En ese
momento, alguien entró en la cocina, diciendo:
-Nico,
necesito que me des…-se quedó callada al contemplar la
escena.-¡¡Eugenia!!-gritó al verla.
La
muchacha se separó de Nicolás rápidamente al escuchar su nombre y miró quien lo
había pronunciado.
-¡Candela!-dijo
la rubia en voz baja, mordiéndose el labio inferior.
-¡No puede
ser…!-exclamó Candela con cara de incrédula haciendo encoger de hombros a la
rubia que se avergonzaba de que su amiga hubiese visto aquella escena.
-Can,
mira…-comenzó a hablar Nicolás.-Euge y yo nos gustamos.
-Lo
sé-dijo con tono de enfado.
-Tienes
que entenderlo-continuó Nicolás.-y…
-¡Y me
encanta la idea!-gritó Candela corriendo hacia ellos con los brazos abiertos.-
¡Hacen una pareja perfecta!-abrazó a su hermano y a su amiga, que permanecían
perplejos.-Pero…-se separó y miró a Eugenia.- ¿Qué pasa con Peter?
-¿Con
Peter?-repitió la rubia con una tonta sonrisa en la cara, pensando que
contestar.
-¿Qué
tiene que ver aquí Peter?-preguntó Nicolás sin entender muy bien las cosas.
-Bueno,
Nico, no se si recuerdas que te comenté que Peter no era mi hermano de sangre,
sino una idiota idea que nos inventamos-hizo una pausa.-Bueno pues entre él y
yo…-se quedó callada pensando en como concluir la frase.-En realidad, entre él
y yo, no hubo nada; pero a mi me llego a gustar un poquito, pero solo un
poquito…y en fin, con Peter no pasa nada, él tiene su novia y yo…
-Y tú
tienes al tuyo-Nicolás le terminó la frase y la besó.
-¡Oh, qué
bonito!-exclamó Candela mirándolos.
Faltaba
pocas horas para comer, y cada uno estaba en su cabaña.
En una de
las cabañas de las chicas…
Candela y
Eugenia estaban hablando de lo que había ocurrido hacia poco tiempo antes. La
rubia no podía comprender esa felicidad que le indagaba el cuerpo y tampoco, lo
bien que se sentía. No paraba de sonreír. La morena estaba en la misma etapa de
su relación con Luca, y no podía dejar de pensar en él. Ambas amigas no paraban
reír y “picar” la una a la otra por la tonta sonrisa que tenía cada una en la
cara.
-Oye,
Euge, no es por cortar la alegría que tenemos pero… ¿pensaste ya como le vas a
decir a Peter que estás con mi hermano?-preguntó Candela mirándola.
-No, aún
no-la sonrisa se le borró de la cara.-Pero, por favor, no le digas nada a nadie
hasta que yo no hable con Peter y se lo cuente.
-Está
bien, tranquila, no diré nada.
-Gracias-sonrió.
-No, de
nada. Pero, ¿Nico sabe que quieres ser tú quién se lo cuente a Peter?
Eugenia
permaneció en silencio hasta que exclamó:
-¡Mierda!-se
llevó las manos a la cara.
Continuará...