lunes, 5 de marzo de 2012

Capitulo 10: El collar

Capitulo anterior:

-Puede ser. Pero quizás me quede con Darío, ¡mírale! Tampoco esta mal; es el hermano mellizo.
-Bueno sea lo que sea, te echo una mano para empezar.
-¿Cómo?-preguntó la muchacha sin entender.
Candela se acercó a Eugenia y la empujó dentro del agua. Uno de los hermanos saltó al agua para sacarla, ya que ella fingía que se ahogaba. La sacó y le dio suaves golpes en la cara haber si reaccionaba, pero no obtuvo resultado. Le iba a hacer el boca-boca y cuando junto sus labios; ella puso su mano en la nuca e impidió que se alejara; y esos primeros auxilios se convirtió en un beso.
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Todos se habían quedado callados mirando aquel suceso. Ambos se separaron y el chico dijo:
-¿Así tratas a tus hermanos?
-¿“Así” cómo, Peter? Yo solo te puse la mano en la nuca en un principio, él que me siguió besando fuiste tú.
-Porque me diste pena.
-¿Pena?
-Si, te vi tan desesperada haciendo la que te ahogabas para besarme que… no puede negártelo, hermanita.
-Por favor, el creidísimo con patas-le miró con mala cara.
Candela carraspeó.
-Perdón, chicos. Pero estamos aquí-dijo refiriéndose a Luca, a Darío y a ella.-Eh… ¿Qué tal si os vais a cambiar antes de que os constipéis?
-Cierto-dijo Eugenia levantándose.-Si el señorito se enferma no tiene quien le cuide, su novia no esta.
-No, pero te tengo a ti ¿o no?
-¡Ja!-soltó Eugenia mientras caminaba alejándose de ellos.

Ella al llegar a su cabaña, abrió su mochila y cogió su ropa. Las duchas de las chicas estaban al otro lado del campamento. Mientras iba para allá se encontró con Candela y le pidió que si empezaba la presentación que se disculpase con el monitor y le explicara lo ocurrido. Al llegar allí se quitó la ropa y se metió en la ducha, que era compartida, para tres. Encendió el grifo y empezó a enjabonarse. Acabó y cogió la toalla que la había dejado encima del muro de metro y medio que separaba la instalación en dos, las duchas y unos bancos. Salió, se sentó en un banco y cerró los ojos. Por su cabeza pasaban imágenes de aquel momento en que ella y Peter se habían besado. Se mordió el labio inferior con felicidad. Recordó como su corazón palpitaba en aquel momento y en lo nerviosa que estaba mientras lo estaba besando. Suspiro feliz y abrió los ojos. Cuando se vistió, cogió su ropa mojada y se dispuso a salir. Cuando abrió la puerta, se encontró de frente con Peter.
-Hola-la saludo.
-Hola, ¿qué haces aquí?-preguntó Eugenia.
-Venía a comprobar si te habías constipado o no. Para saber si tendría que cuidarte-sonrió.
-Ya, claro. Tú viniste aquí para espiarme-abrió la boca haciéndose la sorprendida.- ¿Me querías violar?-preguntó burlona.
-Más quisieras, pero yo a ti no te toco ni con un palo.
-…y anda que yo a ti-lo miro con mala cara.
-Espera, Eugenia-dijo de repente.-Antes de que empecemos a discutir…
-Lo siento, los hermanos tienen discusiones tontas; así que no intentes evitarlas.
-Lo sé, y también se regalan cosas.-ella lo miro extrañada.-Date la vuelta.
-¿Para qué?
-Hazlo.
-Bueno...-Eugenia se dio la vuelta.
Peter se llevó la mano al bolsillo y sacó un collar. Se lo colocó a Eugenia. Ella cuando se dio cuenta, lo miro y dijo:
-¿Y esto? ¡Que lindo!-se dio la vuelta y miro a Peter.
-Este collar me lo dio mi madre y me dijo que se lo regalase al amor de mi vida.
-Pero… se lo tendrías que dar a…
-¡Sshh! Dices algo al respecto y te mato. Yo te lo quiero regalar a ti, y punto, porque eres una persona muy especial para mi y lo sabes-sonrió y se inclinó hacia Eugenia, ella creyendo que le iba a dar un beso en los labios, empezó a sonrojarse hasta que sintió los labios de Peter rozar su mejilla haciendo que sonriera tontamente. Se sentía una ilusa en ese momento.-Bueno, ven, vamos, sube a caballito, hermanita.
-No… mejor no.
-¡Venga!-dobló un poco las piernas para que ella pudiera subir, y ella tras pensárselo unos segundos, lo hizo. Eugenia rodeo el cuello de Peter y le dio un beso en la nuca.
-Gracias por regalarme siempre una sonrisa-dijo la muchacha.
Él se rió.
-¿De que te ríes?-preguntó ella.
-De lo cursi que puedes llegar a ser.
-¡Oye! Encima que quería ser buena contigo y no decirte ninguna grosería.
-¡Ah, bueno! En ese caso gracias a ti también.
-No hay de que-y apoyo su cabeza en la espalda de Peter.

Darío no sabia que hacer, así que decidió ir a conocer a las chicas del campamento. Las que vio en su mayoría eran más pequeñas que él de 13 o 14 años, y mucho no le interesaban. Luego de dar tres o cuatro vueltas al campamento se puso a beber agua en una fuente de por allí. Cuando termino se limpio la boca con el dorso de la mano, y al darse la vuelta para irse; Melodi se le tiraba al cuello.
-¡Amorcito!
Darío empezó a chillar:
-¡Ah! ¡Sal bicho!-rectificó.-Digo cuñada. Soy Darío, no Peter.
-Oh-se separo.-Perdón. Creía que…
-Si, ya se; suele pasar. ¿Qué haces aquí?
-Vine a ver a mi novio ¿algún problema?
-No, ninguno.
-¿Dónde esta?
-No lo se. Creo que con Euge, se estarán duchando.
-¿Cómo que duchándose?-preguntó ella empezando a enfadarse.
-Si, se duchan juntos, son hermanos-hizo una pausa.-Es que claro no estuviste. Euge se cayo al agua y Peter la salvo tirándose al agua y haciéndole el boca boca-dijo Darío para hacerla rabiar.
-¡¿Cómo?!

Los dos, Eugenia y Peter, llegaron a una de las cabañas de las chicas, donde dormiría Euge.
-¡Ea! Ya llegamos al final del trayecto, señorita.
Eugenia levantó la cabeza y vio su cabaña.
-Si, gracias por traerme-se bajo.-Bueno… adiós.
-¿No me vas a invitar a pasar? Encima que te hice la amabilidad de traerte con todo lo que pesas.
-Nadie te obligo a traerme-le enseño la lengua.
-Es broma, tontita.
-Mmm… mas te vale. Pero venga entremos.
-Si. Pero espera, ya que empecé el trayecto vamos a terminarlo entero; sube de nuevo.
-A sus ordenes-pego un salto y volvió a subirse encima de él.
Abrieron la puerta como pudieron y ella encendió la luz.
-¿Cuál es la cama de la señorita?
-Esa de allí-y apuntó a una.
-Ok-se acercó a la cama y la dejo sentada encima.-Fin del trayecto-sonrió y se sentó a su lado.
-Gracias, hermano-le dio un beso en la mejilla.
-¿Cómo me dijiste?-preguntó él al no escucharlo bien.
-Hermano-sonrió.
-Al fin lo dijiste-empezó a hacerle cosquillas.
-No, no; para Peter-suplicaba riéndose.
Así estuvieron hasta que ella consiguió agarrarle las manos, y ambos se miraron a los ojos. Por pura atracción se acercaron casi sin darse cuenta hasta llegar al momento en que ambos sentían la respiración del otro. Rozaron sus labios un par de veces. Ninguno de los dos era consciente de lo que estaban haciendo, solo se dejaban llevar. Ambos deseaban besarse, y lo iban a hacer pero...
-¿Qué esta pasando aquí?

Continuara...

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