-Pero
tengo que decirte que yo no siento lo mismo que tú sientes por mi. Anoche
estuve pensando y me di cuenta que yo solo te veo como un amigo o como un
hermano; ese hermano que nunca tuve. En realidad todo estos celos que sentí
cuando me llego a mis oídos el rumor de que tú y Melodi estabais juntos, fueron
porque no me gusta Melodi para ti. Lo siento Peter. Podré hacer borrón y cuenta
nueva, o todo lo que quieras, pero ten claro, que el tú y yo nunca va a
existir.
Esas
palabras le sentaron a Peter como una patada. Había jurado que Eugenia sentía
lo mismo que él por ella, pero era evidente por las palabras que acababa de
escuchar, que no era así. Él, dolido, respiro hondo y cuando pensaba hablar, su
hermano lo interrumpió:
-Ya estoy
listo-dijo Darío.- ¡Epa! ¿Qué pasó aquí?-preguntó al ver las caras de los dos.
-Nada-contestó
Peter intentando dibujar una sonrisa en su cara.- ¿Nos vamos ya?
Su hermano
asintió, extrañado.
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Las tres
primeras horas de clase, habían sido eternas para Eugenia, no dejaba de mirar a
Peter. Lo veía entristecido y se sentía mal. Quería subirle el ánimo en los
cambios de clase pero cada vez que intentaba acercarse a él, Melodi se metía en
medio; y en una de esas veces fue muy bruta con la rubia y le dijo: “Ya has
hecho suficiente ¿no crees? Déjalo en paz, anda. Ya me ocupare yo de subirle el
ánimo. Tú vete a buscar a otro a quien joderle ¿vale?”. Esas palabras le
dolieron a Eugenia igual o más que las suyas a Peter. Se arrepentía mucho de
haber sido tan cruel con él, pero creía que tarde o temprano le compensaría.
En la hora
del recreo, los dos siempre se sentaban en un banco con algunos amigos más y
pasaban así los treinta minutos de recreo charlando y haciendo bromas mientras
desayunaban, pero en ese día Peter no había aparecido por allí. Eugenia al
notar que no estaba, se acercó a Darío y le preguntó por él, pero el muchacho
no supo decir donde estaba su hermano.
Antes de
que sonara el timbre para volver a clase, Eugenia se había ido y se había
sentado delante de la puerta de su aula. Al notar la ausencia de Peter en aquel
recreo, y saber perfectamente que era por su culpa, se sintió mal y decidió
quedarse sola durante el resto del recreo para pensar y de alguna forma
torturarse por lo que había hecho y arrepentirse una vez más. Cuando escuchó el
timbre y el jaleo de todos los alumnos de aquel instituto, se levantó y esperó
a que abrieran la puerta. Cuando lo hicieron,
entró y se sentó en su mesa. Solo sabía suspirar y suspirar. El estar
allí sentada, ella sola, hacía que cada persona que entraba preguntase “qué
hacia allí”, a lo que ella no contestaba. Tenía la mirada fija en la pizarra y
la mente puesta en sus pensamientos. Luca, un amigo de Eugenia, se acercó y se
sentó en su mesa, tapándole la visión de la pizarra; consiguiendo así sacarla
de su inerte.
-¿Qué te
pasa?-preguntó Luca.
-Nada del
otro mundo. Me di cuenta que el amor solo sirve para hacernos sufrir-contestó
con una voz un poco ronca y apunto de quebrarse.
-¿Por qué
dices eso?
-Porque es
cierto.
-¡Qué
raro! Según tenía entendido estabas en algo con Peter.
-Yo no
tengo nada con nadie-contestó moviendo la cabeza de un lado a otro.
En ese
momento, Peter entró en clase y se acercó a la mesa, donde estaban Luca y
Eugenia, con una amplia sonrisa. Eugenia mientras lo veía acercarse, se iba
asustando cada vez más. El muchacho le extendió la mano a la chica, que la
agarró y de un tirón se levantó de la silla. De pie delante de ella, la abrazó
con fuerza y le dijo:
-¿Dónde te
habías metido, hermanita? Te estuve buscando y no te encontré en donde siempre.
Euge se
quedó petrificada.
-Estaba, pero luego me fui a los cinco minutos de empezar el recreo-hizo una pausa.- Espera ¿me has llamado hermanita?
-Si-se separó.- ¿No habías dicho que me veías como un hermano? Bueno pues desde ahora en adelante serás mi hermanita pequeña y yo tu hermano mayor-le removió el pelo.
-Estaba, pero luego me fui a los cinco minutos de empezar el recreo-hizo una pausa.- Espera ¿me has llamado hermanita?
-Si-se separó.- ¿No habías dicho que me veías como un hermano? Bueno pues desde ahora en adelante serás mi hermanita pequeña y yo tu hermano mayor-le removió el pelo.
-¿Cómo?
-Lo que
escuchas. Gracias a Melodi me di cuenta de que tenía que aceptar las cosas como
son y así he hecho-sonrió.-Ahora si me disculpas voy a decirle una cosa a mi
novia-se fue.
-¿Novia?-preguntó
Eugenia sentándose de golpe en la silla.- ¿Qué novia?
Eugenia le
siguió con la mirada y vio que se acercaba a Melodi, mientras escuchaba a
Darío, que se había sentado a su lado, decir:
-Yo tampoco se que le pasa. Esta mañana estaba triste pero después de hablar con Melodi, se ha puesto más feliz que una rosa.
Euge salió de su estado de shock y miró a Darío boquiabierta, sin decir nada; luego volvió a mirar a Peter, que en ese instante había besado a Melodi. Eugenia cogió su estuche y lo tiró con todas sus fuerzas contra la pizarra, y casi le da a un compañero suyo. Todos los que estaban en el aula, la miraron.
-¡Perdón!-gritó encogiéndose de hombros y mirando a Darío, que se había asustado.
-Menos mal que lo quieres como un hermano, que si lo llegas a querer como novio no quiero saber lo que harías-dijo Darío con los ojos abiertos de par en par.
-Es que odio la idea de tener a Melodi de cuñada-comentó Euge con una sonrisa sarcástica.
-Yo tampoco se que le pasa. Esta mañana estaba triste pero después de hablar con Melodi, se ha puesto más feliz que una rosa.
Euge salió de su estado de shock y miró a Darío boquiabierta, sin decir nada; luego volvió a mirar a Peter, que en ese instante había besado a Melodi. Eugenia cogió su estuche y lo tiró con todas sus fuerzas contra la pizarra, y casi le da a un compañero suyo. Todos los que estaban en el aula, la miraron.
-¡Perdón!-gritó encogiéndose de hombros y mirando a Darío, que se había asustado.
-Menos mal que lo quieres como un hermano, que si lo llegas a querer como novio no quiero saber lo que harías-dijo Darío con los ojos abiertos de par en par.
-Es que odio la idea de tener a Melodi de cuñada-comentó Euge con una sonrisa sarcástica.
-Ya, yo
también. Pero no se, o mi hermano se ha olvidado de ti de una hora para otra o
quiere darte celos; y yo opto más por la segunda opción.
-Pues como
tengas razón, lo lleva claro-comentó mirando con mala cara a Darío.
Faltaba
poco para acabar aquel año escolar y esos días a Eugenia se le hizo
interminables. No aguantaba la idea de verlos besándose en su cara. Lo único
que le consolaba de todo eso era que al finalizar esos días, se iría de
campamento con su amiga Candela, y se libraría de todo.
-¡Aaaah!-gritaba Eugenia.- ¡Al fin han terminada estos malditos días de fin de curso, al fin ha llegado el verano! ¡Y me he librado de Peter!-decía con alegría dejando su mochila encima de la cama que sería suya durante un periodo de tiempo.
-Bueno Euge tampoco es para tanto, lo dices como si te llevaras mal con él.
-¡Aaaah!-gritaba Eugenia.- ¡Al fin han terminada estos malditos días de fin de curso, al fin ha llegado el verano! ¡Y me he librado de Peter!-decía con alegría dejando su mochila encima de la cama que sería suya durante un periodo de tiempo.
-Bueno Euge tampoco es para tanto, lo dices como si te llevaras mal con él.
-No, para
nada. Me llevo genial. Me ha tratado como si fuera mi madre, “Euge no hagas
esto…, Euge no hagas no lo otro…” Por dios ni mi hermano de sangre me trataba
así. Pero lo peor de todo es que cuando me giraba empezaba a intercambiar “glándulas
salivales” con esa insoportable.
-A ti lo que te jode es que cambie glándulas salivales con ella y no contigo-bromeó.
-Cande… ¿estas con ella o conmigo?-le miró con mala cara.
-Bueno, me callo.
-Gracias -hizo una pausa.- ¿Vamos a ver el campamento?
-Venga-sonrió.
Las dos amigas salieron de la cabaña y vieron lo que era el campamento. Estaba totalmente lleno de chicos de la misma edad aproximadamente. Casi al lado de las cabañas había un lago de mucha profundidad, que se podía cruzar por un puente y llegar al principio de un inmenso bosque; donde harían los juegos de orientación. Eugenia y Candela se sentaron en la vera del lago.
-Que bien se está aquí-comentó Eugenia estirándose y tumbándose en el césped.
-Ni que lo digas, pero mañana empezaremos con los juegos y eso. Veras como nos cansaremos.
-Bueno Can, no pienses en el mañana, disfruta el hoy.
-¡Uuuh! Pues disfruta tú también el hoy cuando veas quienes vienen por allí-dijo Candela al ver a tres chicos yendo hacia ellas.
-A ti lo que te jode es que cambie glándulas salivales con ella y no contigo-bromeó.
-Cande… ¿estas con ella o conmigo?-le miró con mala cara.
-Bueno, me callo.
-Gracias -hizo una pausa.- ¿Vamos a ver el campamento?
-Venga-sonrió.
Las dos amigas salieron de la cabaña y vieron lo que era el campamento. Estaba totalmente lleno de chicos de la misma edad aproximadamente. Casi al lado de las cabañas había un lago de mucha profundidad, que se podía cruzar por un puente y llegar al principio de un inmenso bosque; donde harían los juegos de orientación. Eugenia y Candela se sentaron en la vera del lago.
-Que bien se está aquí-comentó Eugenia estirándose y tumbándose en el césped.
-Ni que lo digas, pero mañana empezaremos con los juegos y eso. Veras como nos cansaremos.
-Bueno Can, no pienses en el mañana, disfruta el hoy.
-¡Uuuh! Pues disfruta tú también el hoy cuando veas quienes vienen por allí-dijo Candela al ver a tres chicos yendo hacia ellas.
Eugenia se
levantó rápidamente y pronunció un monosílabo:
-¡No…!
-¡No…!
-¡Hermanita!-gritó
Peter saludándola con la mano.
-No, por dios. No me librare nunca de él-hizo como que lloraba.
-Euge no exageres-dijo Candela.
-Mira quien habla. Claro para ti mejor, el chico que te gusta está aquí.
-¡Sshh! Cállate que Luca te va a escuchar-sonrió sonrojada.-Pero mira, Melodi no está, podrás disfrutar de tu “hermano” el tiempo que quieras y como quieras-rió.
-Puede ser. Pero quizás me quede con Darío, ¡mírale! Tampoco esta mal; es el hermano mellizo.
-Bueno sea lo que sea, te echo una mano para empezar.
-¿Cómo?-preguntó la muchacha sin entender.
Candela se acercó a Eugenia y la empujó dentro del agua. Uno de los hermanos saltó al agua para sacarla, ya que ella fingía que se ahogaba. La sacó y le dio suaves golpes en la cara haber si reaccionaba, pero no obtuvo resultado. Le iba a hacer el boca-boca y cuando junto sus labios; ella puso su mano en la nuca e impidió que se alejara; y esos primeros auxilios se convirtieron en un beso.
-No, por dios. No me librare nunca de él-hizo como que lloraba.
-Euge no exageres-dijo Candela.
-Mira quien habla. Claro para ti mejor, el chico que te gusta está aquí.
-¡Sshh! Cállate que Luca te va a escuchar-sonrió sonrojada.-Pero mira, Melodi no está, podrás disfrutar de tu “hermano” el tiempo que quieras y como quieras-rió.
-Puede ser. Pero quizás me quede con Darío, ¡mírale! Tampoco esta mal; es el hermano mellizo.
-Bueno sea lo que sea, te echo una mano para empezar.
-¿Cómo?-preguntó la muchacha sin entender.
Candela se acercó a Eugenia y la empujó dentro del agua. Uno de los hermanos saltó al agua para sacarla, ya que ella fingía que se ahogaba. La sacó y le dio suaves golpes en la cara haber si reaccionaba, pero no obtuvo resultado. Le iba a hacer el boca-boca y cuando junto sus labios; ella puso su mano en la nuca e impidió que se alejara; y esos primeros auxilios se convirtieron en un beso.
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