-Bueno, yo le comenté una vez que comprase
cervezas, él fue quien se sobrepasó comprando tantas.
-Ya, claro-dijo mirándole con poca
credibilidad.
-Pero, en serio, yo no las he comprado-comentó
el muchacho mirando el paquete y percatándose de unos pequeños números negros
que había en la bolsa.-Oye, Euge, ¿a qué estamos hoy?
-A…-pensó durante unos segundos.-A dos de mayo
¿por?
-Porque según la bolsa estas magdalenas
caducaron el nueve de abril.
-¿Qué?-preguntó mirando la fecha que había
inscrita en la bolsa.-Oh, no-vocalizó observando todos los envoltorios de las que
se había comido.
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Era de tarde. Eugenia estaba en el baño del
bar de Gastón sentada en el suelo con los ojos cerrados tratando de evitar que
le volvieran las náuseas. Llevaba allí por lo menos media hora. Según ella,
había echado todo lo que tenía en su estómago y había jurado que incluso más.
No tenía explicación su malestar, aunque en realidad si, las magdalenas
caducadas de aquella mañana. Todo por no mirar los numeritos inscritos en los
envoltorios, todo por haber comido mucho sin darse cuenta; o eso creía ella. Lo
estaba pasando realmente mal. Su estómago estaba revuelto, el sabor que tenía
en su boca en aquel momento era detestable, estaba mareada y lo peor era que no
podía seguir mucho tiempo allí porque tenía que seguir trabajando. Estaba
desapareciendo su malestar cuando alguien llamó a la puerta del cubículo donde
estaba.
-Ocupado-dijo ella.
-Euge, ¿estás bien?-dijo una voz
masculina.-Soy Gas.
Ella al escuchar el nombre de quién era, se
levantó, bajó la tapa del retrete, tiró de la cadena y abrió la puerta.
-¿Qué te ocurre?-preguntó él viendo que estaba
pálida.
-Esta mañana he comido unas magdalenas que
estaban caducadas y se están volviendo a hacer paso por donde han entrado
porque mi estómago no las quiere-explicó saliendo del cubículo y dirigiéndose
hacia los grifos. Necesitaba enjuagarse la boca aunque solo fuera con
agua.-Pero a parte de eso, estoy bien.
-Eugenia, ¿te quieres ir a casa?-preguntó
Gastón mirándola.
-¿Qué? No. Estoy bien, ya he echado todo lo
que tenía que echar así que…no te preocupes, en dos minutos vuelvo al trabajo.
-Euge, estas mal, será mejor que te vayas a
casa y descanses. Entre tus mareos, casi
desmayos y ahora vómitos, no creo que estés muy bien.
-Bueno, Gas, solo han sido un par de días
malos pero ya esta. Además, no quiero que me dejes irme a casa porque lo haces
porque somos amigos y me siento con privilegios sobre las demás camareras.
-No lo hago por eso. Si cualquier otra se
encontrase indispuesta la dejaría irse a casa, incluso la llevaría yo como
pienso llevarte a ti.
-Pero yo no me encuentro indispuesta.
-No, estas peor que eso. Así que no se hable
más, te llevo a casa para que descanses.
-Pero…-trató de quejarse.
-¡Euge!
-Está bien-resopló.
Iban en el coche camino a casa, en completo
silencio. Lo único que se oía era la música de la radio y eso evitaba que la
incomodidad disminuyera. Eugenia estaba mirando por la ventanilla pensando y
tratando de entender los motivos de su malestar. Gastón creyendo que debía
hablar con ella, bajo la música de la radio haciendo que ella lo mirase
extrañada.
-¿Qué ocurre?-preguntó Eugenia.
-Euge, ¿por qué no vas al médico?-cuestionó
Gastón haciendo oído sordo a lo que ella había dicho.
-¿Cómo?-arqueó una ceja.-No te entiendo.
-Vamos, Euge, no te hagas la tonta. Sabes
perfectamente de lo que estoy hablando. Últimamente no te encuentras muy bien… ¿por
qué no vas al médico para ver que te dice?
-¿Qué? No, ¿para qué? Todo los mareos y el
vomito tiene sus explicaciones, ya te lo he dicho. Supongo que en un par de
días estaré bien.
-¿Supones? ¿Y si no es así?
-Pues si no es así, te haré caso e iré al
médico-le sonrió.
-Como quieras…pero, y si no son solo simples
mareos como tú dices y ni tampoco son simples vómitos…
-No te entiendo-lo miró.- ¿A dónde quieres
llegar?
-Euge… ¿y si estas embarazada?-preguntó Gastón
mirándola durante un instante.
-¿Embarazada?-cuestionó Eugenia escandalizada.-
¡No! Es imposible. Peter y yo siempre… ¡no!
-Verás, te lo digo porque mi hermana también experimentó
estos síntomas y cuando fue al médico le dijeron que estaba embarazada por eso
te lo digo…
-¡Oh, vaya! Pero no…es imposible, Gas. Peter y
yo nos cuidamos bien y…-se quedó callada pensando en la posibilidad.-¡No!-gritó
desesperada llevándose la mano a la boca.
-Vale, vale-vocalizó Gastón.-Lo del embarazo
lo descartamos pero… ¿y si es otra cosa peor?-Gastón estaba parado en un
semáforo por lo que pudo mirarle fijamente y darse cuenta de que empezaba a
ponerse pálida.
Gastón ya había dejado a Eugenia en la casa y
había vuelto al trabajo, tras asegurarse de que a la rubia no le faltase nada y
de que estaba todo bien. Al segundo después de oir y ver por la ventana que el
coche de Gastón se alejaba, Eugenia salió de casa. Necesitaba averiguar algo y
no podría esperar.
La rubia ya había vuelto a casa. Estaba en el
baño. Sentada sobre la tapa del bate mientras miraba fijamente una barra de
plástico que sostenía en la mano. Dos, sí. Una, no. La mano en que sostenía el
aparatejo no dejaba de temblar. Estaba nerviosa, tenía miedo y la espera se le
estaba haciendo eterna. No podía creer lo despistada que había sido, no darse
cuenta, ni siquiera pensar en esa posibilidad. En la posibilidad de estar
embarazada. Suspirando mientras esperaba a que el test diese una respuesta, se
levantó de la tapa del bate y se colocó frente al espejo. Por su cabeza solo
rondaba la palabra ‘embarazada’ y la reacción que tendría Peter en cuánto se
enterase, si es que el test llegara a ser positivo. Ellos nunca habían hablado
de tener hijos. Quizás él había mencionado querer tenerlos quizás en un futuro
lejano pero ¿ahora? No sabía si era el momento perfecto. Suspiró nuevamente y dejando
el test sobre el lavabo cogió una blusa que había colgada y se la colocó debajo
de la suya, pretendiendo aparentar una barriga. Se puso de perfil y empezó a
mirarse. Una tonta sonrisa se dibujó en su cara. A ella le encantaría tener
hijos y más si era con Peter pero… ¿y él?
Lo peor de todo aquello era que si la prueba
daba negativa era porque sus mareos y sus vómitos tenían otro motivo que no era
un embarazo inesperado sino quizás…Eugenia movió la cabeza tratando de que esos
malos pensamientos se esfumaran. Cansada de plantearse ideas decidió quitarse
la duda. Posiblemente estaba dramatizando y la prueba daba negativa. Se quitó
la blusa de debajo de la suya y agarró nuevamente el test. Tragó saliva y…