lunes, 13 de febrero de 2012

Capitulo 2: Siempre hay un enemigo

Capitulo anterior: 
-¿Te acuerdas de que te dije que ya no tenia vecinos en la casa de al lado?-Candela asintió.- Bueno pues… llegaron unos nuevos; y ¡qué nuevo! Pero eso no es lo importante, lo que importa es que este chico nuevo se metió en mi casa y…- al cabo de un rato Eugenia ya le había contado todo, con los mínimos detalles.
-¡Vaya!-exclamó Candela.
-Y es que es… guapísimo. Alto, moreno, ojos marrones intenso… ¡un bombón! Y con eso lo digo todo.-decía embobada.
-Ah… ¿y cómo se llama?
-Peter, ya te lo he dicho.-Eugenia se quedó callada un momento-Espera, eso no ha salido de tu boca.-Candela empezó a apuntar algo que estaba detrás de su amiga.
Eugenia se giró rápidamente.
-¡¿Tú?!-preguntó sorprendida.

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-Hola, “No-te-importa”-dijo Peter con una amplia sonrisa.
-¿Qué haces aquí?-preguntó Eugenia.
-Lo mismo que tú, ser alumno del prestigio instituto Severo Ochoa.
-¡¿Qué?!-exclamó.
-Si si, como oyes. Por lo visto vamos a ser…-se quedó callado pensando la palabra perfecta para molestarle.-compañeritos de instituto, y no solo de instituto sino también de clase, ¿no es genial?-preguntó con la misma sonrisa del principio.
-Si… genial-dijo Eugenia con ironía volviendo la mirada a su amiga.
En ese instante, Melodi, la chica más popular del instituto, entraba por la puerta con sus amigas o mejor dicho sirvientas. A Melodi, le gustaba que la llamasen “Mel”, y amaba ser la primera en tener todo lo que salía al mercado para poder presumir de ello. Contaba con la suerte de tener un padre, dueño de casi todas las multinacionales de productos tecnológicos y textiles de aquella ciudad. Le encantaba ir de rosa, era la típica “pija” creída, egocéntrica, malcriada y superficial de las películas. No movía un dedo por nadie, pero todo el mundo tenía que mover cielo y tierra para que ella pudiera conseguir lo que quería. Físicamente era la chica perfecta para cualquier hombre de la tierra; pero era demasiado tonta y su forma de ser alejaba a cualquier persona de ella, excepto a los interesados.
Melodi, nada más atravesar la puerta de su clase, dirigió su mirada hacia Peter, que estaba sentado encima de la mesa, situada al lado de Candela y Eugenia.
-¡Oh Dios mío! ¿Quién es ese que está con las estúpidas?-preguntó ella.
-Ni idea pero que lindo que es…-comentó una de las amigas de Melodi que hizo que las demás clavasen sus miradas en ella.- ¡Perdón!-se apresuró a rectificar.
-Bueno, hago como si no hubiera escuchado nada-comentó Melodi.-Pero les comunico para que quede claro que ese chico es mío. Así que ni se os ocurra ni siquiera mirarlo, ¿entendido?-todas asintieron.-Perdonadme, pero debo ir a presentarme-se echó un poco de polvo en la cara y acercó a la mesa donde estaba el chico nuevo.
Candela al verla aproximarse dijo en voz baja:
-Díganme que no viene hacia aquí…
-Hola, ¿quién eres?-preguntó Melodi, nada más llegar.
-¿Yo? Soy Peter, encantado-dijo extendiéndole la mano.
-Oh, encantada-le dio dos besos ignorando la mano del chico.
-Lo mismo digo-sonrió.
-¿Eres primo o algún familiar de….-apuntó a Eugenia-...esto?
-Perdóname que te diga Melodi, pero tengo nombre, ¿sabias?-refunfuñó Eugenia.
-Es que paso de malgastar mi tiempo en recordar un nombre tan feo como el tuyo.
-Claro, no te da la cabeza para tener tanta información ¿no?-dijo Eugenia en voz baja, haciendo que Peter soltará una carcajada.
-¿Qué has dicho?-preguntó Melodi con agresividad en sus palabras mirando a Eugenia desafiante. Cuando la muchacha le iba a contestar, la recién llegada levantó la mano deteniéndola y miró otra vez al muchacho.-Bueno Peter… me voy a mi mesa, antes de que alguna de estas dos me contagien algo. Ya hablamos mas tarde cuando estemos a solas-fulminó con la mirada a Eugenia y a Candela. Sonrió, le volvió a dar dos besos en la mejilla al chico y se fue.
-Eso, eso. Vete antes de que te contagiemos algo de inteligencia-gritó Eugenia haciendo que Melodi se detuviese un instante para luego volver a caminar hacia sus amigas.
Peter al ver que Melodi estaba lo bastante lejos como para no oírle, comentó:
-Se nota que os lleváis bien.
-¡Bah! Esto que acabas de ver no tiene ni punto de comparación con lo que pasa normalmente. Vete acostumbrando.-hizo una pausa.-Es que me da pena, la pobre más tonta y no nace-se empezaron a reír.
-Bueno… “no-te-importa”, cambiando de tema ¿en serio piensas que soy un bombón?-dijo Peter levantando una ceja.
-¿Qué?-Eugenia se sonrojó- Pero, ¿qué dices? Para nada. No te creas el ombligo del mundo-le echó una miradita-No eres el único Peter que existe.
-Si, tienes razón, no soy el único que existe con este nombre, eso seguro. Pero el único que conoces, si.
-Por favor, eres el creidismo con patas. Me estaba refiriendo a Peter Lanzani, el integrante de los Teen Angels.
-Ya, seguro.

Al finalizar las clases Peter esperó a Eugenia en la salida para que volvieran juntos a casa. En ese tiempo de espera, Melodi lo vio y se aproximó a hablar con él.
-Hola, Peter-sonrió.-No nos topamos ni una vez, ni tuvimos tiempo para charlar y eso que estamos en la misma clase.
-Ya, es que he estado viendo las instalaciones del instituto y eso.
-¿Y por qué no me has avisado? Así te lo había enseñado yo, y te lo había hecho mucho más…-se acercó a él-…divertido.
-Eso no lo dudo. Pero es que…-se quedó callado, no sabia todavía como se llamaba su vecina.-A la rubia la conozco más y a mi me cuesta mucho romper el hielo con gente nueva.
-¿La rubia? ¡Ah ya! Eugenia-puso mala cara.-Pero, bueno, conmigo no hace falta romper ningún hielo porque contigo ya esta derretido.-Peter tragó saliva algo asustado. Vio a Eugenia.
-Ahí viene la rubia, bueno me voy. Hasta mañana.-se fue rápidamente.
-Peter… vas a ser mío cueste lo que cueste-dijo Melodi con suma certeza mientras veía como se iban él y Eugenia.
De camino de vuelta a casa Peter y Eugenia estuvieron hablando bastante ya que el camino era largo, el último tema de conversación lo sacó él llegando a sus casas.
-Oye, no me has dicho cómo te llamas-comentó ignorando que ya sabía su nombre gracias a Melodi.
-¿Y para qué lo quieres saber?
-No se… quizás, para no llamarte “no-te-importa”. Creo que tu nombre es mucho más bonito que eso.
-Puede… pero si tanto te interesa saberlo, averígualo-dijo ella sonriendo.
-Lo haré. No te preocupes.
-¡Hola, hijo!-decía Giulliana, la madre de Peter mientras avanzaba hacia ellos con unas bolsas en la mano.
-Hola, mamá-saludó su hijo ayudándole con alguna de las compras.
-¡Oh! Ya veo que has conocido a Eugenia.
Peter miró a la muchacha con una sonrisa en la cara.
-Hola, señora.
-Euge te he dicho que me tuteases… y bueno no me entretengo porque tengo la comida en el fuego, había salido a comprar unas cosas que me faltaban. Adiós-dijo Giulliana con una amplia sonrisa, entrando en su casa a toda prisa.
-Así que te llamas Eugenia. No me había equivocado, tienes un nombre más bonito que “no-te-importa”-dijo Peter sin dejar de sonreír.
-Gracias, creo.
-De nada.
Se quedaron en silencio un rato mirándose y ella rompió ese momento, diciendo:
-Eh… me voy. Adiós. Ya nos veremos mañana.
-Adiós-él se aproximó para darle dos besos en la mejilla, pero ella se alejó.-Tranquila, solo quería darte dos besos como despedida.
-¡Ah!
-Adiós, Eugenia-dijo yéndose hacia la puerta de su casa.-Nos vemos mañana.
Peter al entrar en casa, dejó la mochila encima del sofá y fue a la cocina, donde estaba su madre con compañía. Cuando vio quien era, preguntó con rabia:
-¿Qué diablos haces aquí?
-¡Eh! Mocoso, modera tu vocabulario. ¡Cómo se nota que no tuviste a alguien para te criase hecho y derecho!
-Gran parte de la culpa es tuya, ¿o me equivoco?-esa persona echó a reír.


Continuará...

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