jueves, 23 de febrero de 2012

Capitulo 8: Escusa perfecta

Capitulo anterior:
-Eugenia, el problema es que yo no te veo como una amiga-ella ofendida, separo sus manos de las de él.
-¡Vaya!-exclamo incomoda con la situación.-No se que decirte, la verdad.
-No hace falta que digas nada, creo que todo esta bastante claro-dijo él agarrándola por la barbilla y aproximándose a ella. A pocos centímetros de sus labios, se detuvo y comento en voz baja:
-No te veo como una “simple” amiga, sino como algo más-rozo sus labios con los de ella. Peter estaba muy cerca, respirando su aire, a un leve movimiento de cabeza, para hacer realidad lo que deseaba hacer hacía mucho tiempo. Los dos cerraron los ojos lentamente, mientras hacían esperar ese deseado momento.
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Estaban a punto de caramelo, cuando empezó a sonar el móvil de Peter, que hizo que ese momento se esfumase durante unos segundos cuando Eugenia dijo:
-T-te están llamando.
-Lo sé, pero me da igual-dijo sin moverse.-Pueden esperar, esto no…
Peter deslizó su mano hasta la nuca de Eugenia e inclinó la cabeza para besarla; cuando de repente ella se echó hacia atrás diciendo:
-Coge el móvil, anda-sonrió.
-Está bien-contestó él cogiendo el aparato que estaba encima de su mesilla de noche y viendo que en la pantalla ponía: “Llamada entrante: Melodi”.
Disimuladamente, para que Eugenia no se diera cuenta, pulsó el botón rojo y dijo sonriente:
-Es la alarma, la puse porque hoy echan un programa en la tele que quería ver.
-Am… vaya. Si quieres me voy y te dejo verlo, que seguro que ya habrá empezado-dijo levantándose.
-¡No! Si, en verdad luego lo volverán a echar tarde o temprano, no me importa perdérmelo hoy-comentó levantándose y acercándose a ella.
-Bueno, si es así-sonrió; rodeándole el cuello con los brazos.-…me quedaré un ratito.
Peter otra vez decidido, la agarró por la cintura acercándola al máximo a él; hasta que volvió a sonar el móvil.
-Otra vez la alarma-dijo Eugenia.
-Si, pero haz como que no suena, en algún momento cesara.
-Si, cuando le des para que pare, hasta entonces ahí está el sonidito este infernal.
Eugenia viendo que Peter no tenía intenciones de coger el móvil, se apresuró y lo cogió ella.
-¡No!-exclamó Peter, tratando de evitarlo.
La rubia permaneció un momento mirando la pantalla del móvil en silencio, hasta que miró al muchacho, que permanecía de pie un poco asustado.
-Así que la alarma ¿no?-preguntó ella, enseñándole la pantalla que ponía lo mismo de antes.
-Euge, no te enfades. Te lo puedo explicar.
-Siempre me estás mintiendo, Peter. Te juro que no te entiendo. ¿Tanto te cuesta decirme la verdad?
-Euge, no te dije que era ella porque no quería que te enfadarás.
-Pero, ¿por qué me iba a enfadar por eso?
-No se, quizás te ibas a hacer la cabeza y que se yo.
-Peter siempre tienes una escusa perfecta.
Eugenia suspiró.
-No son escusas-comentó Peter.
-Ya, claro-le extendió el móvil.-Cógelo, será algo importante.
-Me da igual qué sea-dijo cogiendo el aparato y volviendo a pulsar la tecla roja.-Euge te juro que no se que hacer, siempre la fastidio. Por más que intento no consigo dar con la clave…
-Quizás estas pequeñas cosas que han ocurrido quieren decirnos que no debemos estar juntos; no se…-musitó ella.
-¿Qué quieres decir?-preguntó.
-Lo que has escuchado, quizás no debamos hacer nada.
Eugenia se dio la vuelta y se dirigió hacia la puerta de cristal. Peter se quedó allí de pie, contemplando como se iba. Él no sabía muy bien por qué, pero sus piernas no le respondían, su cuerpo no le dejaba ir detrás de ella. El chico se quedó un rato de pie y, cuando cayó en la cuenta de lo que había sucedido, tiró en móvil encima de la cama con brusquedad.

Al día siguiente, como todas las mañanas, los hermanos y la rubia iban juntos al instituto. Eugenia esa mañana se había levantado muy temprano, no tenía ganas de dormir, se sentía mal por lo ocurrido la noche anterior. Así que nada más desayunar se dirigió a la casa de al lado para llamarlos para irse. Caminó despacio, no tenía muchas ganas de verle la cara a Peter. Llamó al timbre y pensó:
“Por favor, que Peter no me abra la puerta. No tengo ganas de una situación incómoda”
Cuando abrieron la puerta, vio a uno de los hermanos y no dudó en preguntar:
-¿Darío?
-No, mi hermano está terminando de desayunar. Así que podemos hablar de lo que pasó ayer. Puedes tener por seguro que el asunto no va a quedar así en el aire.
-Peter ahora no-intentó hacerle cambiar de idea.
-Mira Eugenia, voy a ser sincero,-ignoró las palabras de la muchacha.-… tú a mi me gustas y lo único que he hecho hasta ahora ha sido fastidiarla. Así que quería proponerte que empecemos de nuevo y prometo decirte la verdad y solamente la verdad-suspiró.- ¿Qué me dices? ¿Aceptas borrar lo de estos últimos días?-le extendió la mano.
Ella miró la mano del chico y tardó un poco en contestar.
-Está bien. Acepto hacer como si nada ha pasado-el chico sonrió.-Pero…
-¿Pero?-los rasgos de la cara de Peter cambiaron con esa palabra.
-Pero tengo que decirte que yo no siento lo mismo que tú sientes por mi. Anoche estuve pensando y me di cuenta que yo solo te veo como un amigo o como un hermano; ese hermano que nunca tuve. En realidad todo estos celos que sentí cuando me llego a mis oídos el rumor de que tú y Melodi estabais juntos, fueron porque no me gusta Melodi para ti. Lo siento Peter. Podré hacer borrón y cuenta nueva, o todo lo que quieras, pero ten claro, que el tú y yo nunca va a existir.
Esas palabras le sentaron a Peter como una patada. Había jurado que Eugenia sentía lo mismo que él por ella, pero era evidente por las palabras que acababa de escuchar, que no era así. Él, dolido, respiró hondo y cuando pensaba hablar, su hermano lo interrumpió:
-Ya estoy listo-dijo Darío.- ¡Epa! ¿Qué está pasando aquí?-preguntó al ver las caras de los dos.
-Nada-contestó Peter intentando dibujar una sonrisa en su cara.- ¿Nos vamos ya?
Su hermano asintió, extrañado.

Continuara...

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