-Eugenia,
el problema es que yo no te veo como una amiga-ella ofendida, separo sus manos
de las de él.
-¡Vaya!-exclamo incomoda con la situación.-No se que decirte, la verdad.
-No hace falta que digas nada, creo que todo esta bastante claro-dijo él agarrándola por la barbilla y aproximándose a ella. A pocos centímetros de sus labios, se detuvo y comento en voz baja:
-¡Vaya!-exclamo incomoda con la situación.-No se que decirte, la verdad.
-No hace falta que digas nada, creo que todo esta bastante claro-dijo él agarrándola por la barbilla y aproximándose a ella. A pocos centímetros de sus labios, se detuvo y comento en voz baja:
-No te veo
como una “simple” amiga, sino como algo más-rozo sus labios con los de ella.
Peter estaba muy cerca, respirando su aire, a un leve movimiento de cabeza,
para hacer realidad lo que deseaba hacer hacía mucho tiempo. Los dos cerraron
los ojos lentamente, mientras hacían esperar ese deseado momento.
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Estaban a
punto de caramelo, cuando empezó a sonar el móvil de Peter, que hizo que ese
momento se esfumase durante unos segundos cuando Eugenia dijo:
-T-te
están llamando.
-Lo sé,
pero me da igual-dijo sin moverse.-Pueden esperar, esto no…
Peter
deslizó su mano hasta la nuca de Eugenia e inclinó la cabeza para besarla;
cuando de repente ella se echó hacia atrás diciendo:
-Coge el
móvil, anda-sonrió.
-Está
bien-contestó él cogiendo el aparato que estaba encima de su mesilla de noche y
viendo que en la pantalla ponía: “Llamada
entrante: Melodi”.
Disimuladamente,
para que Eugenia no se diera cuenta, pulsó el botón rojo y dijo sonriente:
-Es la
alarma, la puse porque hoy echan un programa en la tele que quería ver.
-Am… vaya.
Si quieres me voy y te dejo verlo, que seguro que ya habrá empezado-dijo
levantándose.
-¡No! Si,
en verdad luego lo volverán a echar tarde o temprano, no me importa perdérmelo
hoy-comentó levantándose y acercándose a ella.
-Bueno, si
es así-sonrió; rodeándole el cuello con los brazos.-…me quedaré un ratito.
Peter otra
vez decidido, la agarró por la cintura acercándola al máximo a él; hasta que
volvió a sonar el móvil.
-Otra vez
la alarma-dijo Eugenia.
-Si, pero
haz como que no suena, en algún momento cesara.
-Si,
cuando le des para que pare, hasta entonces ahí está el sonidito este infernal.
Eugenia
viendo que Peter no tenía intenciones de coger el móvil, se apresuró y lo cogió
ella.
-¡No!-exclamó
Peter, tratando de evitarlo.
La rubia
permaneció un momento mirando la pantalla del móvil en silencio, hasta que miró
al muchacho, que permanecía de pie un poco asustado.
-Así que
la alarma ¿no?-preguntó ella, enseñándole la pantalla que ponía lo mismo de
antes.
-Euge, no
te enfades. Te lo puedo explicar.
-Siempre
me estás mintiendo, Peter. Te juro que no te entiendo. ¿Tanto te cuesta decirme
la verdad?
-Euge, no
te dije que era ella porque no quería que te enfadarás.
-Pero,
¿por qué me iba a enfadar por eso?
-No se,
quizás te ibas a hacer la cabeza y que se yo.
-Peter
siempre tienes una escusa perfecta.
Eugenia
suspiró.
-No son
escusas-comentó Peter.
-Ya,
claro-le extendió el móvil.-Cógelo, será algo importante.
-Me da
igual qué sea-dijo cogiendo el aparato y volviendo a pulsar la tecla roja.-Euge
te juro que no se que hacer, siempre la fastidio. Por más que intento no
consigo dar con la clave…
-Quizás
estas pequeñas cosas que han ocurrido quieren decirnos que no debemos estar
juntos; no se…-musitó ella.
-¿Qué
quieres decir?-preguntó.
-Lo que
has escuchado, quizás no debamos hacer nada.
Eugenia se
dio la vuelta y se dirigió hacia la puerta de cristal. Peter se quedó allí de
pie, contemplando como se iba. Él no sabía muy bien por qué, pero sus piernas
no le respondían, su cuerpo no le dejaba ir detrás de ella. El chico se quedó
un rato de pie y, cuando cayó en la cuenta de lo que había sucedido, tiró en
móvil encima de la cama con brusquedad.
Al día
siguiente, como todas las mañanas, los hermanos y la rubia iban juntos al
instituto. Eugenia esa mañana se había levantado muy temprano, no tenía ganas
de dormir, se sentía mal por lo ocurrido la noche anterior. Así que nada más
desayunar se dirigió a la casa de al lado para llamarlos para irse. Caminó
despacio, no tenía muchas ganas de verle la cara a Peter. Llamó al timbre y
pensó:
“Por
favor, que Peter no me abra la puerta. No tengo ganas de una situación
incómoda”
Cuando
abrieron la puerta, vio a uno de los hermanos y no dudó en preguntar:
-¿Darío?
-No, mi
hermano está terminando de desayunar. Así que podemos hablar de lo que pasó
ayer. Puedes tener por seguro que el asunto no va a quedar así en el aire.
-Peter
ahora no-intentó hacerle cambiar de idea.
-Mira
Eugenia, voy a ser sincero,-ignoró las palabras de la muchacha.-… tú a mi me
gustas y lo único que he hecho hasta ahora ha sido fastidiarla. Así que quería
proponerte que empecemos de nuevo y prometo decirte la verdad y solamente la
verdad-suspiró.- ¿Qué me dices? ¿Aceptas borrar lo de estos últimos días?-le
extendió la mano.
Ella miró
la mano del chico y tardó un poco en contestar.
-Está
bien. Acepto hacer como si nada ha pasado-el chico sonrió.-Pero…
-¿Pero?-los
rasgos de la cara de Peter cambiaron con esa palabra.
-Pero
tengo que decirte que yo no siento lo mismo que tú sientes por mi. Anoche
estuve pensando y me di cuenta que yo solo te veo como un amigo o como un
hermano; ese hermano que nunca tuve. En realidad todo estos celos que sentí
cuando me llego a mis oídos el rumor de que tú y Melodi estabais juntos, fueron
porque no me gusta Melodi para ti. Lo siento Peter. Podré hacer borrón y cuenta
nueva, o todo lo que quieras, pero ten claro, que el tú y yo nunca va a
existir.
Esas
palabras le sentaron a Peter como una patada. Había jurado que Eugenia sentía
lo mismo que él por ella, pero era evidente por las palabras que acababa de
escuchar, que no era así. Él, dolido, respiró hondo y cuando pensaba hablar, su
hermano lo interrumpió:
-Ya estoy
listo-dijo Darío.- ¡Epa! ¿Qué está pasando aquí?-preguntó al ver las caras de
los dos.
-Nada-contestó
Peter intentando dibujar una sonrisa en su cara.- ¿Nos vamos ya?
Su hermano
asintió, extrañado.
Continuara...
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