martes, 14 de febrero de 2012

Capitulo 3: Hay cosas que es mejor ocultar

Capitulo anterior:

Se quedaron en silencio un rato mirándose y ella rompió ese momento, diciendo:
-Eh… me voy. Adiós. Ya nos veremos mañana.
-Adiós-él se aproximó para darle dos besos en la mejilla, pero ella se alejó.-Tranquila, solo quería darte dos besos como despedida.
-¡Ah!
-Adiós, Eugenia-dijo yéndose hacia la puerta de su casa.-Nos vemos mañana.
Peter al entrar en casa, dejó la mochila encima del sofá y fue a la cocina, donde estaba su madre con compañía. Cuando vio quien era, preguntó con rabia:
-¿Qué diablos haces aquí?
-¡Eh! Mocoso, modera tu vocabulario. ¡Cómo se nota que no tuviste a alguien para te criase hecho y derecho!
-Gran parte de la culpa es tuya, ¿o me equivoco?-esa persona echó a reír.
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Eugenia había subido a su habitación y estaba tumbada en la cama. Empezó a pensar en tonterías que le hizo soltar un grito tonto y avergonzarse de sus pensamientos. Al cabo de un rato la muchacha sentía hambre y bajó a calentarse la comida que la madre le había preparado antes de irse a trabajar. Al esperar 3 minutos a que se calentase la comida, sacó el plato del microondas y se sentó en el sofá a ver la televisión. Terminó de comer, llevó su plato al fregadero, lo lavó y se fue a su habitación a por los cuadernos y libros para hacer los deberes. Al sentarse en el sofá otra vez, sonó el timbre y fue a atender.
-¿Peter? ¿Qué haces aquí?-preguntó sorprendida al abrir la puerta y ver al chico con la mochila del instituto.
-¿Me dejas pasar?-dijo de brazos caídos.
-Eh… si, si, pasa-se apartó de la puerta. Él entró y cerró la puerta tras de si.
-Gracias.
-¿Qué te pasa, Peter?-preguntó Eugenia preocupada.
Él soltó un suspiro.
-Una larga historia.
-Bueno, tengo toda la tarde-sonrió intentando transmitirle confianza y algo de alegría.
-Está bien. Te cuento…Veras…
<< Cuando tenía unos 7 años, mi padre abandonó a mi madre, dejándola sola conmigo y con Darío…-se apresuró a comentar.- ¡mi perro! Y bueno… al cabo de un año volvió y mi madre lo perdonó, cosa que no debió haber hecho nunca pero estaba demasiado enamorada. Al perdonarlo, él volvió a vivir con nosotros y un día regresó borracho a casa y le pegó a mi madre. Yo me libre porque fui un cobarde y me escondí debajo de la cama. Todavía sigo torturándome por la cobardía que tenía. Mi madre siempre me consuela diciendo que tenia tan solo 7 años y que hice muy bien, pero se que le falle…
Mi madre por temor no denunció a mi padre, no hizo nada. Y durante dos semanas enteras mi padre regresaba y pegaba a mi madre hasta que un día me atreví a salir de debajo de la cama y enfrentarme a él con un bate de béisbol en mano. Le golpeé por detrás, no creía que le pegase tan fuerte, pero sin querer lo hice y lo tuvieron que llevar a urgencias. Si mi padre denunciaba esa agresión, para el tribunal seria un intento de asesinato y la que iría a la cárcel seria mi madre o yo a un centro de menores, pero por suerte no denunció nada. Lo que hizo fue tener a mi madre amenazada durante medio año, que fueron unos 6 meses larguísimos, hasta que yo fui a la policía y lo dije todo. A mi padre no le metieron en la cárcel y aun no entiendo por qué. Lo único que hicieron fue realizar una orden de alejamiento contra él y el divorcio. En el juicio mi padre se quedó con parte del dinero de la familia y con Darío…>>.
-¿Darío?-interrumpió Eugenia, sin entender.
-Si… un perro que tuve, que lo quería mucho. Fue un golpe muy duro, pero al fin mi madre estaba libre de esa alimaña. Y ahora ha vuelto. No se si es para quedarse durante un largo o corto tiempo. Pero no soporto la idiotez que comete mi madre metiéndolo en casa. Pero lo que más me fastidia es que no haya venido con Darío. Él se quedó allí en Barcelona, que es donde se fueron a vivir tras la separación…
-Uf… no se qué decirte-dijo Eugenia asombrada.
-No hace falta que digas nada-dijo sacando sus libros de la mochila.- ¿Hacemos los deberes?-sonrió como pudo.
Ella movió la cabeza sin comprender muy bien.
-No me lo puedo creer hasta en tus peores momentos sabes sonreír.
-Si, prefiero sonreír que llorar ¿tú no?
-No se… cuando tengo que llorar, patalear, moquear y gritar lo hago; cuando no, no.
-¿Me estas diciendo que prefieres verme llorando, pataleando, moqueando y gritando en vez de sonriendo?
-No, eso no. Sino que te expreses y no te guardes las cosas-dijo poniéndole una mano en el pecho.
-Contigo, difícil-comentó Peter agarrándole la mano y mirándola a los ojos.
-¿Por qué lo dices?-preguntó Eugenia apartándose rápidamente.
-Porque eres un ángel…-no pudo terminar porque ella le tapó la boca con la mano.
-Por favor, Peter no mientas. Me conoces de hace un día.
Él le cogió la mano y se la quitó de la boca.
-¿No crees en el amor a primera vista?
-¡No! Nunca tuve la oportunidad de probarlo.
-¡Oh! Que pena-hizo una pausa.-Bueno, ¿hacemos los deberes o no?
Eugenia suspiró.

Ya de noche, ellos ya habían terminado los deberes y estaban viendo la televisión hasta que alguien llamó a la puerta y Eugenia fue a ver quién era:
-Hola-saludó ella, al abrir la puerta.
-Soy el padre de Peter, está aquí, ¿verdad?-dijo sin saludar y entrando a empujones.
-Pase, pase; siéntese como en su casa-dijo Eugenia con ironía.
-¿Dónde estas, Peter?-gritaba el padre registrando la casa.
Eugenia rápidamente fue al salón, y vio que él no estaba allí.
“¿Dónde se habrá metido?”-pensó la chica.
-Bueno señor ahora que comprobó que su hijo no está aquí ¿sería tan amable de irse?-preguntó Eugenia con un toque de antipatía.
-Sé que lo estas encubriendo-dijo el hombre de mala forma antes de marcharse dando un portazo.
-Por favor que hombre más…-se quedó callada al sentir como los brazos de Peter le rodeaba el cuerpo por detrás y sentía su respiración en la nuca.
-¿Caradura?-completó el muchacho.
-Pe-Peter…
-Dime-dijo apoyando su cabeza sobre la de Eugenia.
-Te compadezco-Peter se echó a reír y la apretó mas contra él.
Eugenia se sonrojó.

Al día siguiente muy temprano, llamaron al teléfono. Eugenia estaba desayunando para ir al instituto, y fue a cogerlo.
-Si, ¿dígame?
-Hola, llamo desde El Hospital Rosales Bermúdez, encontramos este número en el teléfono del señor… espérese que me fije cómo se llama…-y el teléfono se cortó. Eugenia muy extrañada se fue a la cocina a terminar de desayunar.
-¿Quién era, hija?
-Ni idea, mamá. Una señora que llamaba del hospital, se habría equivocado.
María, la madre de Eugenia palideció y le ordenó a su hija que terminase el desayuno y se fuese andando al instituto.
-Mama, ¿qué te pasa?-preguntaba Eugenia mientras veía a su madre saliendo por la puerta a toda prisa-Uf… nunca me tiene en cuenta para nada.
Eugenia terminó de desayunar y fue a coger la mochila, en ese momento volvió a sonar el teléfono. Corrió para atenderlo.
-Si, ¿quién es?
-Hola, soy la señora de antes, perdóname no se qué pasó. Bueno lo que le decía… ¿eres familiar del señor Germán Alsina Olario?
-Si, ¿por qué? ¿Qué le pasó?-preguntó asustada.
-El señor ha sufrido un accidente, está muy grave…
Eugenia no escuchó más, salió corriendo de su casa dejando el teléfono descolgado y la mochila tirada en el suelo. Al salir del patio principal de su casa, se chocó con Peter y se cayó al suelo.
-¡Ei! Eugenia, ¿qué te pasa?-pregunto él ayudándola a levantarse y viendo que estaba llorando. Ella no le contestó, solo mantenía la cabeza baja. Él al no saber que decirle, la abrazó.


Continuará...

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