lunes, 20 de febrero de 2012

Capitulo 7: Darío

Capitulo anterior:
Mientras tanto Eugenia estaba caminando por el pasillo perdida en sus pensamientos y tarareando una cancioncilla pegadiza; “… que te de la vida todo lo que quieres…”. Pasó por la secretaria del instituto donde estaban tres de sus compañeros y los fue nombrando, mediante los veía.
-Hola Agustín, hola Peter, hola Fernando…-de repente se dio cuenta de lo que acababa de decir y dio un paso atrás.- ¡¿Peter?!

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-¡¿Peter?! ¿Cómo has hecho para llegar tan rápido aquí? Pe-pero, ¿Cuándo te has cambiado de ropa?-preguntaba asombrada y sin dejar que el chico hablase.- ¿Por dónde has venido?
-¡Para! Yo no soy Peter, soy Darío, el hermano mellizo.
-¿Estas de broma? Vamos, dime ¿cómo lo has hecho?
-Pero, ya te he dicho…-no terminó porque fue interrumpido.
-¡Euge!-la llamó Peter que venia del cuarto de baño.
Ella se giró al escuchar que la llamaban y dio un paso atrás boquiabierta. Empezó a mirar a uno y a otro sin parar, no entendía muy bien esa situación, solo se le ocurrió decir:
-Así que tu perro ¿no?-le dijo a Peter apuntando a la persona que estaba a su lado.
En ese momento sonó el timbre para el cambio de clase y como era costumbre los alumnos salían al pasillo. Se llenó de gente y Eugenia aprovechó para irse a su clase para no tener que hablar con Peter.
Al entrar en el aula vio a su amiga hablando con Luca, un compañero de clase y se acercó a ellos:
-Quedan dos semanas para las vacaciones de verano-decía Luca.
-Hola, chicos, ¿interrumpo?-preguntó Eugenia sin muchos ánimos.
-Hola, para nada ¿verdad?-contestó Candela mirando a Luca.
-Oh, no; claro que no. ¿Qué tal?
-Mal, pésimo, hundiéndome en la miseria ¿ustedes?
-¿Qué te paso, amiga?
-Es que…-dijo Euge mirando a Luca, él algo extraño sugirió:
-Chicas si quieren las dejo sola.
-No, no hace falta-dijo Euge poniéndole una mano en el hombro de Luca.-Lo que me pasa tiene que ver con Peter, tu amigo-recalcó las dos últimas palabras, apretándole el hombro a Luca.
-¿Qué pasó?
-Pasó que… no se imaginan. Peter me contó que tenía un perro que se llamaba Darío y… resulta ser que es el hermano mellizo-ni Candela ni Luca cambiaron ni un solo rasgo de sus caras, Eugenia extrañada dijo:-¡No me digan que ya lo sabían! ¿Por qué siempre soy la ultima en enterarme de todo?
-Eu, es que Peter nos pidió que no te contásemos nada.
-Peter, las pelotas…-dijo Eugenia girándose para marchase enfadada pero se topó de frente con el chico.
-Euge déjame que te explique-suplicó Peter.
-¿Eres Peter o Darío?-preguntó ella con sarcasmo.-Mira mete la cabeza dentro de un bate y tira de la cadena, a mi déjame en paz.
-¿Euge dejas que te explique o no?
-Mmm…-ella se quedó callada haciendo como que pensaba y en ese momento se empezó a escuchar a Melodi llamando a Peter.- ¡No! Mejor vete con tu novia y explícale a ella que Darío no es un perro. ¡Ah no! Espera, que a la única que le has mentido ha sido a mi, cierto soy la idiota que se traga todo. ¡Eres un mentiroso!-gritó enfadada. Se dio la media vuelta y se dirigió a su mesa para sentarse.
Tocó el segundo timbre y desde ahí no se volvieron a hablar durante todo el día. A la hora de volver del instituto Eugenia volvió sola y Peter con su padre y su hermano. Durante varios días no se dirigieron la palabra, solo había miradas que se encontraban y al momento eran desviadas. Eugenia no soportaba ver como la relación, entre ellos dos, poco a poco con el tiempo se acababa y como la de Melodi con él era más y más fuerte. En las mentes de ambos se repetían una y otra vez su última conversación, sobre todo las últimas palabras de Eugenia. En ese tiempo Darío y Eugenia se habían hecho muy amigos. Como la mayoría de las noches, Eugenia se sentaba en su sofá a ver la televisión mientras esperaba a que su madre llegase a casa.
-No echan nada interesante-comentó en voz alta haciendo zapping.
En ese momento, sonó el timbre, la rubia suspiró, se puso las zapatillas y fue a abrir.
-Hola-saludó la persona de fuera.
-¡¿Qué haces aquí?!-gruñó Eugenia.
-Soy Darío, no Peter.
-Ah, perdón. No consigo diferenciaros mucho.
-Bueno, no te preocupes; ya me he acostumbrado a que me trates así cuando me ves.-sonrió.
-Lo siento.
-¿No me vas a invitar a pasar?
-Oh, si. Pasa.-se apartó.
-Gracias-dijo entrando.-Mira, una forma para que me diferencies de Peter es fijándote en los ojos, los de él son marrones con tonos de verdes, los míos verdes como los tuyos. Te tienes que fijar mucho para darte cuenta pero algo es algo.
-Si. Pero mejor no hablemos de él. No tengo ganas.
-¡Ui! Lastima, porque he venido a hablarte justamente de él y quiero que me escuches. Y para no crear confusiones dejo claro que él no me ha mandado.-Eugenia puso mala cara.-Vas a escucharme ¿verdad?
-Está bien-dijo después de un rato en silencio.
-Gracias. A ver Euge, mi hermano esta muy arrepentido por haberte mentido y haber dicho que yo era un perro-se rió-¡una locura! Pero así es mi hermano. Él no te quería decir que tenía un hermano, y bueno, me explicó el por qué y en parte lo entiendo. Así que… ¿qué tal si dejas que te explique sus motivos?
-No tiene nada que explicarme, todo esta muy claro. Me mintió.
-Si pero ¿no crees que se merece al menos que lo escuches?
-Eh…-Euge no quería hacerse de rogar, realmente deseaba ir a hablar con Peter.
-Eh, nada. Vas a ir ahora mismo a hablar con él y no voy a permitir un no por respuesta. Ya he hecho bastante para que vosotros dos os quedarais solos en mi casa. He convencido a mi padre para que llevara a mi madre a cenar y eso era algo imposible. Así que venga.
-Y… ¿él donde esta? ¿En su cuarto?
-Ajá.
Eugenia se dio la media vuelta, para subir a su cuarto, pero Darío la detuvo.
-¡Ey! ¿A dónde vas?-preguntó.-No hace falta que te cambies estas buenisi…-se quedó callado-… muy bien así vestida.
-No, no me iba a cambiar. Ven.
Subieron a la habitación de Eugenia y ella salió al balcón.
-Oye, tu cuarto se parece mucho al de mi hermano.
-Si, es que antiguamente su cuarto y el mío eran solo uno y bueno, si quieres te cuento la historia en otro momento-le sonrió
Ella levantó una pierna para pasarla por fuera del balcón y quedarse sentada en la barandilla.
-¿Qué haces loca?-gritó Darío.
-¡Sshh! Habla mas bajo. Voy a pasar al balcón de tu hermano, esto es lo bueno de que estas habitaciones antes fueran solo una.
Eugenia sacó la otra pierna y fue metiendo los pies entre los barrotes de la barandilla hasta llegar al otro lado. Cuando llegó, vio a Peter tumbado en su cama bocabajo con la cabeza debajo de la almohada. Tocó la puerta de cristal.
-Yo me quedo aquí en tu casa-dijo Darío.
-Vale. Muchísimas gracias, Darío-le agradeció Eugenia.
Peter sacó la cabeza de debajo de la almohada y vio que era Euge, que lo saludaba con una sonrisa. Se levantó rápidamente y fue a abrir la puerta. Eugenia se quedó boquiabierta y sin palabras, Peter solo llevaba un bóxer encima.
-¡Euge! ¿Qué haces aquí?
-No puedo dormir sino puedo tenerte-dijo cuando cobró la consciencia.-Eso dice una canción y eso me pasa. Creo que me sobrepasé…
-¡Sshh!-la interrumpió.-El que tiene que hablar aquí soy yo. Ven-la cogió de la mano y la hizo pasar, cerrando la puerta.-Hace frío afuera ¿verdad?
-Si, un poco-dijo ella sentándose en la cama con él.-Pero no importa…en serio. Vine aquí para pedirte perdón por comportarme como una niña pequeña.
-Te equivocas, él que te tiene que pedir perdón aquí soy yo-la agarró las manos.-Por ocultarte las cosas, y no haber sido sincero contigo desde el principio-Peter empezó a acariciar las manos de Eugenia con las yemas de sus dedos.-Pero todo esto tiene una explicación, no se si lógica, pero la tiene.-él suspiró bajando la cabeza.-Veras… no te quise decir la verdad porque no soportaba contarte que tenía un hermano mellizo del que no sabía nada hacia muchísimos años-volvió a suspirar.-Es algo que quieres ocultar y que nadie se entere de la mala suerte, por así decirlo, que tuviste en la vida al separarte de la persona más importante para ti, y sin dudarlo la que más te comprendía. Esto se lo conté a Luca porque era mi amigo y sentía la necesidad de contárselo a alguien y desahogarme; pero dio la casualidad de que Candela se puso a escuchar detrás de la puerta, y también se enteró.
-¡Ah…!-vocalizó Eugenia.-Pero… ¿por qué no me lo has contado a mi? ¿No soy… o era tu amiga?-lo miró a los ojos.
Peter permaneció unos segundos en silencio y finalmente dijo:
-Eugenia, el problema es que yo no te veo como una amiga-ella ofendida, separó sus manos de las de él.
-¡Vaya!-exclamó incomoda con la situación.-No se que decirte, la verdad.
-No hace falta que digas nada, creo que todo esta bastante claro-dijo él agarrándola por la barbilla y aproximándose a ella.
A pocos centímetros de sus labios, se detuvo y comento en voz baja:
-No te veo como una “simple” amiga, sino como algo más-rozó sus labios con los de ella.
Peter estaba muy cerca, respirando su aire, a un leve movimiento de cabeza, para hacer realidad lo que deseaba hacer hacía mucho tiempo. Los dos cerraron los ojos lentamente, mientras hacían esperar ese deseado momento.


Continuará...

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