jueves, 16 de febrero de 2012

Capitulo 4: En el hospital

Capitulo anterior:

-Hola, soy la señora de antes, perdóname no se qué pasó. Bueno lo que le decía… ¿eres familiar del señor Germán Alsina Olario?
-Si, ¿por qué? ¿Qué le pasó?-preguntó asustada.
-El señor ha sufrido un accidente, está muy grave…
Eugenia no escuchó más, salió corriendo de su casa dejando el teléfono descolgado y la mochila tirada en el suelo. Al salir del patio principal de su casa, se chocó con Peter y se cayó al suelo.
-¡Ei! Eugenia, ¿qué te pasa?-pregunto él ayudándola a levantarse y viendo que estaba llorando. Ella no le contestó, solo mantenía la cabeza baja. Él al no saber que decirle, la abrazó.
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A Eugenia le había encantado que Peter la abrazara, pero no podía quedarse así durante mucho tiempo.
-Tengo que irme-dijo separándose.
-¿Al instituto? Vamos, voy contigo.
-No, no voy al instituto, voy a ir al hospital; quiero ver a mi padre.
-¿Qué? ¿Qué pasa? Explícame.
-Peter, ahora no puedo. Adiós-dijo Eugenia echando a correr.
Peter no pudo decirle ni adiós, estaba ya muy lejos.

Cuando Eugenia llegó, entró en el hospital, y fue a la recepción.
-Perdone, soy familiar de Germán, ¿me diría en que habitación está?
-¿Cómo son sus apellidos?
-Alsina Olario.
La recepcionista tecleó un par de veces y buscó en su ordenador.
-Lo siento, muchacha. Pero no hay nadie en este hospital con este nombre.
-¿Cómo que no? Si hace un rato me llamaron diciendo que estaba aquí.
-¡Ah…! Ya, ya lo he encontrado. Esta en la habitación 320, cuarta planta.
-Gracias-vocalizó ella antes de salir corriendo hacia el ascensor.
Cuando la muchacha fue a presionar el botón para llamar al ascensor, alguien lo hizo antes que ella.
-¿Pensabas que te ibas a librar tan fácilmente de mi?
-¡Peter, ¿qué haces aquí?!-preguntó sorprendida.
-Nada. Visitando a un familiar, ¿tú?-mintió.
Eugenia no le escuchó. Salió corriendo escaleras arriba a toda prisa, pero se resbaló al terminar de subir la primera tanda de escalones.
-Euge, ¿no has visto el cartel de “¡CUIDADO! El suelo está resbaladizo”? -decía Peter entre risas.
-No te rías, idiota. Me he hecho daño-dijo ella llevándose las manos a la rodilla, dónde se había golpeado
-Eso te pasa por hacerte la listilla-subió las escaleras y la ayudó a levantarse.-Vamos en ascensor mejor ¿si?
Al llegar al pasillo de la habitación 320 vieron a María, la madre de Eugenia yendo hacia ellos, llorando desconsoladamente y a Giulliana a su lado consolándola. Peter cogió a Eugenia y la puso contra la pared. Se acercó lo máximo posible a ella e hizo como que la besaba. Sus madres pasaron al lado y Giulliana se percató de los jóvenes pero no de quiénes eran.
-¡Ay Dios! Ni en un hospital estos jóvenes tienen las hormonas tranquilas.-comentó la mujer sin darse cuenta.
Eugenia estaba delirando, con el corazón a cien por hora; estaba totalmente sonrojada.
-Peter… ¿qu-qué haces?-preguntó tartamudeando.
-Mi madre se entera de que no fui al instituto y se te cae el pelo.
-¿Y por qué se me cae el pelo? El que me ha seguido, has sido tú con tus patitas.
-Pero lo he hecho porque te he visto mal y me preocupas…-Eugenia se quedó callada, mirando sus hermosos ojos marrones con tonos de verde que estaban clavados en los suyos.-… como amiga-se apresuró a decir.
-Peter, dos cosas.
-Dime-movió la cabeza hacia delante sin darse cuenta y casi rozó sus labios con los de ella.
-Primera, nosotros no somos amigos, somos compañeros de clase; nos conocemos de hace dos días y no se gran cosa de ti. Así que para mí eres como un extraño y segunda, ¿te apartas o te aparto?
-Ya volvió la borde del principio. Tranquila que no me gusta besar a víboras. Tengo miedo de que me muerdan y muera-decía mientras se alejaba de ella.
-Pues ten cuidado de besar a Melodi porque esa si que es un bicho con veneno.
-Quizás sea un bicho, pero me gusta mas los bichos que son una mujer que los que son una niña caprichosa.
-¡No soy ninguna niña caprichosa!-gritó.
-¿Ah, no?-preguntó acercándose otra vez a ella pero ahora con intensiones verdaderas de besarla.
-No…-contestó embobada.
-¡Chicos! ¿Qué es todo este jaleo?-dijo una enfermera que pasaba por allí.
Los dos se separaron de golpe.
-¡Perdón! Ya bajamos la voz-dijo Peter
-¡Mas os vale!-riño la enfermera marchándose.
-Bueno, ¿vamos o que?-Peter echó a andar hacia la habitación, al ver que Eugenia no lo seguía, se paró y la miró.- ¿Qué pasa ahora?
-Nada. Solo una cosita-hizo una pausa.- Vuelves a hacer lo que has hecho y te quedas sin honor de padre ¿entendido?
-Dios, ¡qué agresiva!
Los chicos entraron en la habitación y Eugenia se acercó a su padre que estaba enchufado a una máquina y con una enfermera al lado apuntando algo en un papel.
-Hola, ¿sois familiares del paciente?
-Si, soy su hija-dijo Eugenia aguantando para no llorar-¿Está bien?
-Su diagnostico es muy grave aunque aun existe una pequeña posibilidad de que pueda recuperarse pero no quiero darte falsas esperanzas.-Eugenia miró a la enfermera y luego a su padre.
-Si no os importa, ¿me dejaríais a solas con él?-pidió Eugenia con las lágrimas en los ojos.
-Si, si, claro-contestó la enfermera terminando de apuntar cosas en el papel, y marchándose.
-Euge, voy a dar una vuelta-dijo Peter yéndose de la habitación.
Eugenia permaneció en silencio, mirando a su padre inconsciente; se sentía muy triste, no le salían las palabras, pero hizo un intento para poder decirle lo que le rondaba por la cabeza.
-¡Papa! No puedes morirte… aun nos queda muchas cosas por hacer. Me lo habías prometido. Me habías prometido acampar conmigo en el jardín después de que vinieras de tu viaje de negocios como cuando yo era pequeña, ¡me lo habías prometido!-Eugenia lloraba desconsolada, tenía ganas de gritar, de desahogarse pero no le serviría de nada, el dolor que sentía por dentro era enorme.
Al cabo de un rato, Peter golpeaba la puerta de la habitación.
-¿Se puede?-decía abriendo la puerta.
-Si, pasa-Eugenia no se movió ni un centímetro de la posición de donde estaba antes, ni se molestó en comprobar si era Peter el que entraba en la habitación.
-Euge… creo que nos pillaron-dijo el muchacho con la cabeza baja.
Esas palabras hicieron que Eugenia lo mirase y viese que en la habitación entraban las dos madres, que con anterioridad habían bajado a la cafetería para que María, la más afectada de las dos, se tomase algo para tranquilizarse.
-¿Cómo te has enterado?-preguntó María acercándose a su hija para acariciarle el pelo.
-Volvieron a llamar a casa-contestó la muchacha como pudo.-Papá se va a recuperar ¿verdad?-miró a su madre mientras que por sus ojos se escapaban una lágrima tras otra.
-Si, por supuesto. Tu padre es muy fuerte.
-Pero, ¿qué le ha pasado?
-Sufrió un accidente-aguantaba para no llorar.-Había regresado hoy del viaje de negocios y cuando iba en el taxi rumbo a casa, un coche que venía en dirección contraria, chocó con el taxi y bueno…-la mujer rompió a llorar.



Continuará...

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