-En un principio no quise decirte nada porque
escuché cuando le decías a Candela todo lo que habías sufrido por mi culpa y
sabía que si te contaba la verdad volveríamos a estar juntos y yo después de
tantos años siendo mujeriego, tenía miedo de serte infiel y después cuando me
sentí seguro y dispuesto ya era demasiado tarde, estabas con Agustín y no podía
entrometerme. Así que decidí callármelo hasta ahora que…-suspiró.-Eugenia, he
cometido mil y un errores y me arrepiento de cada uno de ellos pero del que más
me arrepiento es de no haberte dicho la verdad desde un primer momento, por eso
quiero rectificar y ser sincero…-tomó aire.-…y hacer las cosas bien, si tú me
lo permites.
-¿Tú que crees?-sonrió ampliamente.-Peter con
esto que me has contado…no sabes lo que cambian las cosas…
Eugenia cerró los ojos y se escaparon unas
lágrimas que llevaban tiempo aisladas en sus ojos. Lentamente inclinó la cabeza
y juntó sus labios con los de él. Peter le continuó el beso de una forma lenta
y tierna, intentando hacer perfecto aquel momento. Ambos saborearon los labios
del otro con deseo.
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-Euge-dijo Peter tras separar sus labios de
los de ella.- ¿Recuerdas el día de San Valentín en que salió el tema de por qué
tenía jazmines plantados en el porche?
-Si, me acuerdo; que por cierto no me
contestaste la pregunta.
-¿Y… quieres que te la conteste ahora?-ella
asintió entusiasmada.-Pues, veras…-vocalizó apartándole un mechón de pelo
moreno de la cara a la muchacha.-hace un tiempo, cuando tenía 17 años conocí a
una chica que me volvió loco. Era rubia, tenía unos ojos verdes preciosos y
sonrisa que encandilaba. Era perfecta, perfecta para mí. Pero un día
desapareció y después de muchos, muchos años; me topé con una chica vestida con
un vestido rojo precioso muy parecida a mi chica desaparecida. Por la época en
que intentaba descifrar si la chica del vestido rojo era o no, mi chica, me
compré esta casa. Candela, una amiga, me sugirió que decorase el porche con
flores y por ese entonces por mi cabeza rondaba día si y día también la chica
desaparecida e inconscientemente decidí plantar jazmines porque sabía desde
hacia mucho tiempo que era sus flores favoritas y gracias a esas flores
conseguí tener a mi chica en la cabeza. Cada noche que salía a divertirme con
mis amigas, siempre me quedaba unos minutos en el porche observando las flores
y recordando todos los buenos momentos que había pasado con ella y dándome
cuenta de que no volvería a enamorar de nadie mas porque la chica desaparecida,
es decir, mi chica, me había robado el corazón.
-Y… al final, ¿cómo termina la
historia?-preguntó Eugenia con una sonrisa de oreja a oreja.
-Esta historia todavía no tiene final. Digamos
que todavía se está escribiendo…
-Oh-vocalizó entristecida.-Pero… ¿sabes? Si yo
fuese esa chica y si después de ese mucho tiempo sin estar contigo, te volviese
a ver…no te dejaría escapar en la vida.
-¿En la vida?-preguntó Peter sonriendo.
-En la vida-repitió acercando su rostro al de
él y posando la mano en su nuca.-Hay que ser tonta para dejarte escapar.
Peter sonrió y la besó con deseo.
Darío y Gastón estaban sentados en la mesa de
la cocina desayunando mientras hablaban de las cosas sin importancia y de fondo
escuchaban la televisión de la cocina.
-Buenos días-saludó Peter entrando en la
cocina seguido de Eugenia.
-Woh, pero mirad quienes se precian a
aparecer-comentó Darío en tono burlón.
La muchacha sonrió y saludó a los dos chicos
con un beso en la mejilla a cada uno.
-Por lo que se ve hubo reconciliación a lo
grande ¿no?-preguntó Gastón mirando a Eugenia.
-¿Qué? No…-negó empezando a ponerse roja.
-Eso díselo a tus labios hinchados de tanto
besar-bromeó el muchacho.
-¿En serio?-preguntó tocándose los labios y
haciendo que los tres chicos echase a reír por su ingenuidad.
-Euge-dijo Peter sirviéndose café.-Es mentira,
no te pasa nada en los labios-sonrió.
La muchacha miró mal al bromista y se acercó a
la nevera a por la leche.
-Pero ahora hablando en serio…-habló
Gastón.-Ayer por la noche si hubo reconciliación ¿verdad?
-¡No!-exclamó Eugenia cogiendo un vaso y
sirviéndose leche.
-Ya y los gritos que escuché, ¿qué?
-Muy gracioso, Gastón-habló la muchacha
irónicamente.-Esta vez no pienso caer.
-Hablo en serio-dijo mirándola fijamente.
La muchacha creyendo que ahora sí decía la
verdad, miró asustada a Peter esperando a que él le comunicase que eso también
se trataba de una broma. El muchacho tomó de su café y a continuación, dijo:
-Venga ya, Gastón. Deja a Eugenia tranquila.
Es imposible que hayas podido escuchar nada, Eugenia es muy silenciosa-trató de
no reírse.
-¿Qué?-preguntó la muchacha ofendida y
arqueando una ceja.
-Lo siento, Eugenia, pero es cierto-comentó
Peter acercándose a ella y rodeándole la cintura con sus brazos.
La muchacha se cruzó de brazos y lo miró con
mala cara.
Él, sonriendo, acercó sus labios a la oreja de
Eugenia y le susurró:
-Es mentira, eres perfecta en la cama y en
todos los sentidos, tonta-le dio un beso en la mejilla.-Y si te consuela, ayer
no pasó nada entre nosotros, solo dormimos juntos.
-¿En serio?-preguntó sorprendida.-Pero… ¿por
qué esta mañana amanecí…?
-Luego te lo explico-la interrumpió el
muchacho volviendo a su desayuno.-Por cierto, ¿hoy quieres que te lleve yo al
trabajo o Nicolás te vendrá a buscar?-preguntó con un tono irónico y a
continuación tomó un sorbo de su café.
De fondo, se escucharon a Gastón y a Darío
decir al unísono “¡uuuuh!” cómo si estuviesen viendo un combate de boxeo y
alguno de los dos contrincantes se hubiese llevado un buen golpe. Eugenia los
miró mal y después giró su mirada hacia Peter que la observaba esperando la
respuesta.
-Mmm… ¿celoso?-preguntó mirándole con una
sonrisa en el rostro.
Minutos más tarde, Peter estaba montado en su
coche con Eugenia sentada en el asiento de copiloto. Iban charlando
animadamente por el camino sobre un partido de fútbol que emitían esa noche por
la televisión. Eugenia, aunque sonase disparatado, era una fanática de ese
deporte tanto como Peter. El tema había salido espontáneo cuando Peter comentó
que esa noche su hermano y su primo verían el partido con él.
-¡Ah, bueno! Entonces me iré a verlo con
Nicolás-comentó ofendida.-Gracias por contar conmigo.
Peter sonrió.
-Tonta, sabes que tú estas más que incluida-le
posó la mano sobre la pierna y le acarició cariñosamente con la yema de su dedo
pulgar.
Ella al sentir el calor de la mano del
muchacho miró de inmediato y sonrió mientras posaba la suya sobre la de él.
-Pero, ¿para qué lo vamos a ver? Ya te digo yo
que va a ganar el Barcelona-comentó ella muy segura apoyando a su equipo
favorito.
Él se rió.
-Eso habrá que verlo-comentó Peter totalmente
en desacuerdo.-En el último partido entre Sevilla y Barcelona, ganó el
Sevilla-comentó mirándola durante unos segundos.
-Eso fue suerte, nada más-sonrió.-Y ya no
pasara más porque ganará mi equipo.
-Si tan segura estas… ¿por qué no apostamos
algo?
Ella lo miró y dudando aceptó:
-Vale, ¿qué quieres que apostemos?
-No sé, mejor lo decidimos esta noche, ¿te
parece?
-Me parece-sonrió.-Y Peter, cambiándote de
tema…
-Dime-se detuvo en un semáforo en rojo y la
miró.
-¿Me vas a decir de una vez qué pasó ayer por
la noche?
Peter sonrió y asintió volviendo la mirada a
la carretera.
-Verás, ayer Luca te trajo a casa porque
estabas muy borracha. Empezaste a hacer alguna que otra locura. Traté de
tranquilizarte y ponerte el pijama para que te fueras a dormir y me lo pusiste
bastante difícil-sonrió.-Hiciste todo lo posible para que no te lo pusiera, así
que me rendí y dejé que durmieras en ropa interior. Cuando te conseguí bajarte las
ganas de fiesta que traías y meterte en la cama para que durmieras, me pediste
que quedara contigo. Decidí quedarme pero pensaba irme en cuanto te durmieras
pero me parece que me quedé dormido yo antes que tú-sonrió tímidamente.
-O sea que al final…
-Nada de nada-comentó Peter frenando el
coche.-Hemos llegado.
Eugenia miró por la ventana y comprobó que él
tenía razón, habían llegado a su lugar de trabajo. Ambos se bajaron. Peter dio
la vuelta al coche. Eugenia deslizó su mano por la nuca del muchacho y lo besó
con ternura. Al separarse, sonrió y le dijo:
-Nos vemos esta noche para ver ganar al
Barcelona.
Eugenia estaba por irse cuando Peter la agarró
por la muñeca y la atrajo hacia él. La volvió a besar pero esta vez de una
forma más intensa y mas duradera. Cuando despegó sus labios de los de ella, le
dijo en forma de despedida:
-Nos veremos esta noche-le sonrió.
ohhh!!! son mas tiernos ME ENCANTA cada vez mejor... SALUDOS :D
ResponderEliminares un tierno peter, alfin estan juntos, espero que dure y que no se separen :B
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