martes, 30 de abril de 2013

JF3. Capitulo 18.

Capitulo anterior:

-Espera un momento… ¿Eres Peter?-preguntó levantando el tono de voz sin querer y recibiendo una mirada rápida de Nicolás que estaba de pie ante el altar.
El muchacho dudó si contestar o no.
-No importa quién sea. Necesito hablar con ella.
-No me lo puedo creer, al fin puedo hablar contigo…Peter tienes que venir a la iglesia e impedir la boda-dijo Rocío yendo hacia la salida.
-Eso es lo que quiero. ¿Dónde es la boda? ¿En qué iglesia?
-Es en…-dijo buscando una placa donde pusiese la dirección.-Calle…-Rocío le dijo la dirección.
-Gracias-contestó Peter nada más oírlo y colgó.
-Por favor que le de tiempo a llegar-se dijo Rocío a si misma.
La muchacha cuando se dio la vuelta vio a Nicolás extremadamente cerca suyo con las manos en los bolsillos mirándola fijamente. Ella tragó saliva y le sonrió amablemente cuando pasó a su lado.
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Todos estaban sentados en sus respectivos sitios esperando a que llegase la novia, ya no quedaba nadie fuera excepto dos hombres altos que sobresalían entre todos los demás tanto por su vestimenta, gafas negras y sus auriculares en la oreja pero que Rocío no había reparado en ellos hasta entonces; cuando intentó salir y uno de ellos se interpuso en su camino.
-Señorita, he de pedirle que permanezca en el interior de la iglesia. La novia está apunto de llegar.
-¿Por qué? Solo quiero tomar un poco de aire…-el hombre no dijo nada.-Oh, venga ya. No pretenderéis que fume dentro de una iglesia ¿no?
-Tendrá que dejar el cigarrillo para después-comentó el hombre indicándole el interior de la iglesia.
Rocío resignada volvió a entrar en el lugar. Buscó su móvil y llamó a alguien.

La esperada novia había llegado. Eugenia acababa de bajar del coche y estaba frente aquellas escaleras que tenía que subir hasta las enormes puertas de la iglesia con dos hombres vestidos de negro uno a cada lado de la puerta, algo que le extraño a la rubia pero que entendió al momento. Nicolás lo tenía todo pensado y calculado al milímetro. La muchacha esperó a que su tío llegase a su altura para agarrarse de su brazo. Él sería quien la llevaría al altar, ya que su padre, quien debería hacerlo no estaba presente físicamente pero si en el interior de su corazón. Una vez arriba, frente a las puertas abiertas de par en par, empezó a escuchar tocar en el órgano la música nupcial. Eso provocó que todos se levantaran de sus asientos y mirasen hacia su dirección. Con los ojos cerrados tomó aire y empezó a caminar hacia su fin. Mientras caminaba hacia el altar recibía elogios de los invitados y ella les dedicaba una tímida sonrisa de agradecimiento. Miró a su prima y ella le intentó decir algo solo moviendo los labios:
-Viene Peter.
Ella frunció el ceño intentando descifrar lo que decía cuando sintió la mano de Nicolás agarrar la suya y tirar sutilmente de ella hacia él para evitar que entendiera lo que Rocío pretendía decirle.
-Sonríe un poco-le susurró Nicolás a Eugenia.
Ella le miró durante unos segundos e hizo caso omiso. Todos los invitados se sentaron y las puertas de la iglesia se cerraron. La música dejó de sonar y boda empezó.
-Nos hemos reunido en torno a la presencia del buen Dios,  para celebrar la sagrada unión de Eugenia y Nicolás que hoy ante Dios y en presencia de la comunidad se comprometen a vivir para siempre…-dijo el cura.
Eugenia permanecía ausente, en su mundo. No sabía cómo había llegado aquello, no entendía nada. Necesitaba que el tiempo se parase, que el cura dejase de hablar y que Nicolás dejase de sonreír.

Peter estaba llegando. Le faltaba poco. Iba lo más rápido posible. Agarraba el volante con firmeza, estaba nervioso y enfadado a la vez. Todavía contaba con la posibilidad de impedir la boda y no quería desaprovecharla.

El cura estaba leyendo unos pasajes bíblicos, los que correspondían para esa ocasión. La rubia seguía absorta no prestaba la mínima atención. Rocío cada minuto que transcurría miraba hacia las puertas de la iglesia esperando a que se abrieran y así por fin apareciera Peter. El cura acababa de terminar de leer los pasajes.
- Han venido aquí Eugenia y Nicolás para que el Señor, ante el ministro de la Iglesia y ante esta comunidad Cristiana, consagre con su sello el amor que ustedes tienen. Este amor Cristo lo bendice abundantemente, y con un nuevo sacramento, a ustedes a quienes por el Bautismo ya han santificado, los que van a enriquecer y a dar fuerzas para que se guarden siempre mutua fidelidad y puedan cumplir con las demás obligaciones del matrimonio-dijo el cura.-Así pues, ante esta comunidad cristiana que representa a la iglesia, les pregunto: Eugenia y Nicolás ¿Han venido aquí a contraer matrimonio por su libre y plena voluntad y sin que nada ni nadie los presione?
Eugenia tomó aire y contestó a la misma vez que Nicolás:
-Sí, venimos libremente.
-¿Están dispuestos a amarse y honrarse mutuamente en su matrimonio durante toda su vida?
-Sí estamos dispuestos-contestaron ambos pero al que más se le escuchó fue a Nicolás, Eugenia apenas fue un susurro.

Peter había llegado. Saltó fuera del coche y corrió hacia la iglesia. Las puertas estaban cerradas y reguardando el lugar había dos hombres. Subió las escaleras y esos hombres lo detuvieron.
-¿A dónde cree que va?-preguntó uno de ellos empujándolo hacia atrás.
-Voy a entrar, estoy invitado a la boda.
-Pues nosotros no creemos que sea así. Será mejor que nos acompañe un momento-dijo uno de ellos.
Ambos agarraron a Peter por los brazos.
-Pero, ¿qué hacéis? Soltadme.
-Por favor, no oponga resistencia.

- Así pues, ya que queréis establecer la alianza santa del matrimonio, unid sus manos y expresad su consentimiento delante de Dios y de su Iglesia-dijo el cura.
Nicolás le agarró la mano a Eugenia y le dio un suave apretón.
-Nicolás Renaldi, ¿quieres recibir a Eugenia Alsina Olario, como esposa, y prometes serle fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así, amarla y respetarla todos los días de tu vida?-preguntó el cura mirando fijamente a Nicolás.
Él sonriendo y sin esperar ni un segundo contestó:
-Sí, quiero.
-Eugenia Alsina Olario, ¿quieres recibir a Nicolás Renaldi, como esposo, y prometes serle fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así, amarlo y respetarlo todos los días de tu vida?
Eugenia miró a Nicolás que esperaba expectante su contestación. Ella se mordió el labio inferior. No podía decirlo, no quería decirlo. No, no, no. No quería.
-¿Se encuentra bien?-preguntó el cura mirándola.
Ella miró al sacerdote y empezó a tartamudear:
-Yo…yo…
-Cariño, ¿qué te ocurre?-preguntó Nicolás y ella lo miró apunto de llorar.
-Nicolás, yo…
Él dándose cuenta de que se estaba echando atrás e iba a hacer alguna locura, deslizó el dedo índice de su mano izquierda por su cuello disimuladamente mientras la miraba desafiante. Eugenia entendió lo que había hecho con su dedo. Era su amenaza de siempre… ‘Te casas o adiós Peter’. Le estaba apretando la mano con tanta fuerza que se estaba poniendo roja pero no le dolía lo más mínimo. Más le dolía esa situación.
-Pregúnteselo otra vez. Estaba distraída, ¿verdad, cariño?-preguntó Nicolás mirándola.
Ella asintió en silencio. El cura volvió a repetir la pregunta. Eugenia tomó aire y…

Continuará...

lunes, 29 de abril de 2013

JF3. Capitulo 17.

Capitulo anterior:
Peter lo abrió y empezó a leer:
“Querido Peter si estas leyendo esta carta es porque has venido a la iglesia a arruinarme mi día, mi gran día en el que me caso con la mujer de TU vida que sintiéndolo mucho no te va a poder corresponder en ese “amor” tan grande que sientes por ella. Espero que no te enfade mucho que me haya equivocado al poner la dirección de la iglesia en las invitaciones que te envié a ti y a todo tu grupito de amigos. Lo hice por el bien de todos…Sabia que ibas a intentar alguna de las tuyas y para prevenir y evitarte un espectáculo preferí mandarte a una iglesia que está en la dirección opuesta de la verdadera. Así que no te preocupes que para no hacerte totalmente el vacío, la próxima vez que nos veamos te enseñare el video de la boda para que disfrutes tanto como yo disfrutaré estando en ella. Y no es ninguna amenaza pero por tu bien, aléjate de mi futura esposa si no quieres que las cosas se tuerzan; ya me entiendes. Tienes que comprender que Eugenia quiere hacer su vida lejos de ti, por eso se casa conmigo, el padre de su hijo, para ser feliz. Así que déjala en paz. Saludos, tu gran amigo Nicolás”
Peter tras terminar de leer lo que ponía en el papel, lo arrugó con rabia. 
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Eugenia estaba de pie en el baño mirándose al espejo. Tenía los ojos húmedos, Rocío le acababa de decir que le había sido imposible contactar con Peter. Faltaba tan solo una hora y ya estaba lista. Maquillada con un tono suave que le quedaba tan natural que apenas se notaba que llevaba maquillaje. Peinada con medio recogido y vestida con el vestido de novia que le habían ajustado especialmente para ella.
-Euge, cariño, ¿estas bien?-dijo la madre de la muchacha al otro lado de la puerta.
Eugenia abrió la puerta y abrazó con fuerza a su madre.
-Ey, ¿qué te ocurre?-preguntó la mujer correspondiéndole el abrazo de su hija.
-Nada-hizo una pausa.-Solo que no me acostumbro a verte aquí. Hacía tanto tiempo que no te podía abrazar…
-Y yo, hija mía. No sabes lo que me alegra estar aquí. Has crecido tanto…recuerdo cuando eras pequeña y jugábamos juntas y verte ahora, que en menos de una hora te casas, es muy fuerte. Ha pasado tan rápido el tiempo…-dijo la señora separándose de su hija.-Pero por favor no llores…Hoy es tu día y tienes que estar perfecta. Así que regálame una sonrisa antes de irme
Eugenia hizo el amago de sonreír. Tenía que fingir, era lo único que le quedaba. Rocío se acercó a su prima y abrazó con fuerza.
-Perdóname-le susurró al oído.-Siento no haber podido contactar con él…
-No pasa nada, Rochi-dijo Eugenia después de separarse de su prima.
Candela se acercó a ella y le dio un beso en la mejilla
-Estas preciosa, Euge. A mi hermano le faltará el aire cuando te vea llegar al altar-la abrazó.
-Bueno, ¿nos vamos ya?-preguntó la madre de Eugenia a Candela y a Rocío.- Euge, tu tío te está esperando en la limusina para llevarte a la iglesia. Nosotras nos iremos en otro coche, así que nos veremos allí ¿de acuerdo?
La muchacha asintió tratando de sonreír pero no le salía. Candela y Rocío miraron una vez más a la novia y salieron de la habitación. La madre al ver que estaban solas, madre e hija, le preguntó:
-Hija, cariño, ¿seguro que estás bien?
-Si, no te preocupes, mamá. Estoy feliz-mintió.
-Pues dile eso a tu cara porque no lo aparenta…Cariño si no te ves preparada para el paso que vas a dar, no lo des… Tómate tu tiempo, no lo hagas para complacer a Nicolás.
-Mamá, yo…
A Eugenia le encantaría contarle todo a su madre pero sabía que ni podía, ni debía hacerlo.
-Hija, mira, todavía hay tiempo. Tómate un rato para pensarlo, diez, quince, veinte minutos, lo que quieras…Eres la novia y se te está permitido llegar tarde. Tranquilízate y piensa. A mi también me surgieron dudas el día de mi boda con tu padre-dijo acariciándole los brazos cariñosamente.-Sé que la idea de pasar el resto  de tu vida con alguien, asusta. Pero si verdaderamente amas a esa persona merecerá la pena. Así que hazme caso, siéntate y tómate tu tiempo para pensarlo...-hizo una pausa.-Solo te voy a hacer una pregunta pero no quiero que me contestes, solo piensa la respuesta… ¿Quieres a Nicolás?
Tras formular la pregunta la madre de Eugenia le lanzó un beso y se marchó dejándola sola en aquella habitación. La rubia se sentó sobre la cama mientras resoplaba. Era obvio que no amaba a Nicolás pero si amaba a Peter. Mucho, demasiado. Y no quería ponerle en peligro…

Peter estaba furioso. Nicolás le había tendido una trampa y él había caído en ella. ¿Y ahora qué? Seguramente Eugenia ya estuviera casada con ese imbécil y ya no había nada que impedir pero si era así o no, le daba igual. Pensaba buscar a Eugenia y casada o no pensaba alejarla de aquella basura. Entró en su coche y agarró su móvil del interior de la guantera. Lo tenía apagado desde aquella mañana que había decidido hacerlo para dejar de recibir las llamadas de Eugenia. Cómo se arrepentía de ello. Lo encendió y vio que tenía quince llamadas perdidas de un número que no conocía. No le hizo mucho caso. Quería ir directamente allí y frenarlo personalmente pero ya no le daba tiempo. Así que decidió llamar directamente a Eugenia y hablar con ella aunque fuera por teléfono. Marcó el número que aún recordaba y pulsó el botón verde.

Rocío, Candela y la madre de Eugenia acababan de llegar a la iglesia. Los invitados de la boda, familiares y amigos, estaban entrando en la iglesia y ocupando sus lugares. El novio, Nicolás, estaba hablando con el cura animadamente. No dejaba de sonreír, no podía. Al fin se estaba haciendo realidad su sueño de casarse con Eugenia. Sin duda era el día más feliz de su vida, todo lo contrario para Eugenia.

Eugenia había recapacitado y pensado todo lo que tenía que pensar y había llegado a la misma conclusión que antes: no tenía otra salida, tenía que casarse con Nicolás. Si huía… ¿de qué serviría si Peter no sabía la mitad de la mitad de las cosas? Si se lo contaba a Candela… ¿de qué serviría? Suspiró y se levantó de la cama. Bajó las escaleras lentamente, tomándose su tiempo. Abrió la puerta, salió y cerró la puerta. En ese momento su móvil empezó a sonar pero ella no lo escuchó. Sin darse cuenta, se lo había dejado sobre la mesilla de noche de su cuarto.

Rocío estaba sentada junto a su madre, nerviosa y malhumorada. Odiaba ver a Nicolás tan feliz y más sabiendo todo lo que le había hecho a su prima. Su móvil empezó a sonar llamando la atención de todos los de aquel lugar. Avergonzada, atendió.
-¿Diga?
-¿Eugenia?-preguntó la persona del otro lado del teléfono.
-No, soy su prima. ¿Tú quién eres?
-Eso no importa, por favor, pásame a Eugenia.
-Eh… no…no puedo. Ella no está aquí conmigo. Pero, ¿quién eres?
El muchacho golpeó la guantera de su coche enfadado.
-¿Y ella dónde está? Necesito hablar con ella, es urgente. En estos últimos días he recibido unas llamadas de este número y sé que era ella y…
-Espera un momento… ¿Eres Peter?-preguntó levantando el tono de voz sin querer y recibiendo una mirada rápida de Nicolás que estaba de pie ante el altar.
El muchacho dudó si contestar o no.
-No importa quién sea. Necesito hablar con ella.
-No me lo puedo creer, al fin puedo hablar contigo…Peter tienes que venir a la iglesia e impedir la boda-dijo Rocío yendo hacia la salida.
-Eso es lo que quiero. ¿Dónde es la boda? ¿En qué iglesia?
-Es en…-dijo buscando una placa donde pusiese la dirección.-Calle…-Rocío le dijo la dirección.
-Gracias-contestó Peter nada más oírlo y colgó.
-Por favor que le de tiempo a llegar-se dijo Rocío a si misma.
La muchacha cuando se dio la vuelta vio a Nicolás extremadamente cerca suyo con las manos en los bolsillos mirándola fijamente. Ella tragó saliva y le sonrió amablemente cuando pasó a su lado.

Continuará...

domingo, 28 de abril de 2013

JF3. Capitulo 16.

Capitulo anterior:

-Porque lo llamarás desde el tuyo y seguramente pensará que soy yo.
-También he pensado en eso. Voy a llamar a Peter desde el móvil de tu madre, del de mi madre, no sé. Pero no importa haré lo imposible para contactar con él. Confía en mi. Todo saldrá bien.
-Pero… ¿y después de que huyamos qué? Nicolás moverá cielo y tierra para encontrarme.
-Euge, cariño, para cuando Nicolás se de cuenta de que has huido, tanto tú como Peter estaréis tan lejos y en un lugar tan remoto que ni el rey podrá encontraros-dijo Rocío agarrándole de las manos a su prima.-Confía en mí, por favor-le sonrió.
-Gracias, Rochi. No sé que haría sin ti.
-Arruinarte la vida, eso harías-le reprimió con una sonrisa en el rostro.-Ahora, venga, a actuar que Candela está apunto de llegar para ayudarte con los arreglos. Sonríe, anda.
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Peter y Gastón acababan de llegar a casa de Darío. Se habían tomado su tiempo, a Peter tampoco le mataba la curiosidad a pesar de que su hermano le había dicho que era algo urgente. Darío les hizo pasar hasta el salón donde estaba Javiera que los saludó a ambos con un par de besos en la mejilla y una amplia sonrisa.
-¿Queréis algo para beber?-preguntó ella mirando a los recién llegados.
-Gracias pero ahora mismo no me apetece nada-contestó Peter dedicándole una sonrisa.
-No, yo tampoco, gracias Javi.
-Bueno-vocalizó Peter mirando a Darío.- ¿Qué era ese asunto tan urgente del que me tenías que hablar?-preguntó sentándose en el sofá junto a Gastón que ya estaba sentado.
-Es… sobre esto-contestó Darío abriendo un libro y enseñándole las fotos y el CD que le había enviado Nicolás.
-¿Qué demonios haces con eso?-preguntó Peter malhumorado.
Su semblante había cambiado de tranquilo a enfadado en un segundo. Hacía tiempo que no veía esas fotos y tenerlas ahora delante le desagradaba.
-Tranquilízate-le dijo Darío a su hermano.
-¿Qué me tranquilice? Darío, te pedí que te deshicieras de esas cosas ¿y lo que hiciste fue guardarlas dentro de un libro?
-No exactamente-respondió.
-¿No exactamente? Oh, vamos, Darío. Dame eso-dijo intentando agarrar las fotos y el CD.-Yo mismo me desharé de estas cosas como debí haber hecho hace tiempo.
-No, para-dijo impidiendo que agarrase las cosas.-Tranquilízate. Las cosas no son como crees, Peter. Relájate y escúchame. Eugenia y Nicolás nunca estuvieron juntos, nunca se acostaron.
-Oh, venga. ¿Y qué más?-preguntó Peter irónico, le dolía hablar de ese tema y para no derrumbarse prefería ser borde.-Ahora es cuando salen las cámaras ocultas gritando ‘inocente’ ¿verdad?
-Peter, soy tu hermano, nunca me atrevería a mentirte y menos en algo así. Escúchame, si te lo digo es por algo. Tengo pruebas.
Darío miraba expectante a su hermano, esperando a que le diese paso y dase alguna señal de que estaba interesado en escuchar sus pruebas.
-¿Por qué demonios has guardado esas cosas?-preguntó Peter con rabia cambiando de tema.
Darío resopló frustrado; su hermano era más testarudo de lo que pensaba.
-Darío-dijo Javiera llamándole la atención.-Queda poco tiempo.
-¿Poco tiempo?-preguntó Peter mirando a ambos novios alternativamente.-Poco tiempo, ¿para qué? ¿Qué está pasando aquí?
-Vamos a impedir que Eugenia cometa el error de su vida-contestó el otro hermano.-Vamos a impedir que Eugenia se case.
-¿Qué?-preguntó Peter riendo sarcásticamente.-Pues que os vaya bien, no contéis conmigo-comentó llevándose las manos a la cintura y moviendo la cabeza de un lado a otro al estar en desentendimiento con su hermano.
-Peter deja de ser tan crío. Nunca te había visto comportarte así…
-Mira Darío si querías que viniera para insultarme será mejor que me vaya.
-No-lo detuvo y lo empujó hacia el sofá.-Te vas a sentar y me vas a escuchar. Sé que te ha jodido que Eugenia te reconociese que estuvo con Nicolás pero es mentira. Ella nunca hizo nada con él y si no me crees mira las fotos-dijo extendiéndolas hacia su hermano.
Peter miró a su hermano durante unos segundos y pensándolo durante un instante, aceptó escucharle. Si lo hacía ¿qué perdía? Nada. Entonces ¿para qué evitarlo? Él agarró las fotos y se sentó en el sofá. Empezó a ojearlas y veía lo mismo que la primera vez, a la persona que más quería con otro y no con un ‘otro’ cualquiera.
-Ya las he mirado ¿y ahora qué?-preguntó tras cansarse de ver lo que se veía en ellas.
-¿Las has mirado bien?
-Si, perfectamente. Dime de una vez qué se supone que tengo que ver y déjate de rodeos-dijo Peter volviendo a enfadarse.
-Sino me equivoco Eugenia se hizo un tatuaje cerca del ombligo ¿verdad?-Peter asintió.-Pues en…-agarró las fotos de entre las manos de su hermano y buscó una de ellas.-En esta foto se le ve el tatuaje, no se ve entero pero se lee claramente el ‘te quiero’. Pero en esta-dijo mostrándole otra.-Casualmente en ese sitio donde tendría que estar el tatuaje, no hay nada.
-Porque quizás Nicolás lo este tapando-dijo Peter.-Esa no es una prueba.
-Bueno, esta bien. Mira la fecha… once de abril. Por esa fecha, tanto tú como Eugenia, Javiera y yo estuvimos en el pueblo de nuestro abuelo. Así que es imposible que Eugenia estuviese en el pueblo y aquí al mismo tiempo. Y si no me crees que fueron exactamente esa fecha, llama a tu trabajo y que te digan las fechas en las que no trabajaste, seguro que lo tienen archivado-hizo una pausa.- Peter, las fechas están trucadas.
Peter permaneció en silencio procesando la información. Su hermano y Javiera habían encontrado el truco y la trampa de todo aquello.
-Otra cosa que demuestra que las fechas están trucadas es que Eugenia se hizo ese tatuaje después de que estuviéramos en el pueblo. Además, mira la foto en donde se le ve el tatuaje, Eugenia tiene los ojos cerrados… y según le contó Eugenia a Javiera, Nicolás entró en su casa y la durmió. Fue así como consiguió sacarle las fotos.
-¿Y el vídeo? ¿Cómo me lo explicas?
-Como sabes últimamente nosotros-dijo refiriéndose a él y a Javiera.-quedamos mucho con Luca y con Candela y hacemos salidas en pareja. Y en una de esas salidas, Candela mientras hablaba con Javiera de su hermano, de los preparativos para la boda y demás, le contó un episodio incómodo que vivió con Nicolás y una chica que era extrañamente parecida a Eugenia pero ni a Javiera, ni a mi nos llamo mucho la atención, es más nos lo tomamos como una anécdota mas… pero hoy Javiera tenía ganas de leer un poco y al agarrar este libro se cayeron las fotos y el CD de su interior y bueno, hemos estado mirando las fotos, intentando buscar algo hasta que finalmente nos dimos cuenta del tatuaje y de que las fechas estaban trucadas. Y a raíz de eso nos acordamos de la anécdota de Candela… ¿Quién asegura que la chica que sale en el vídeo es Eugenia? ¿En qué momento se le ve la cara?
-No lo sé-contestó Peter.-No he visto el vídeo.
-Bueno, pues te lo digo yo….En ningún momento. ¿Por qué deberíamos pensar que es ella? ¿Solo por qué lo diga Nicolás? Vamos, ya conocemos los antecedentes de ese tío y no es alguien de quién fiarnos.
-Pero, hay algo que no entiendo…-dijo Peter pasándose las manos por el pelo, esta situación le superaba.- ¿Por qué Eugenia me ha hecho creer que si eran reales las fotos?
-Eso no puedo contestártelo… Eso creo que deberás preguntárselo a ella pero me juego la mano a que también ha sido cosa de Nicolás…
-Tienes razón-dijo Peter levantándose del sofá.
-¿A dónde vas?-preguntó Darío mirándole.
-¿No había que detener una boda?-preguntó Peter sonriendo.-Antes de que se casen Eugenia tiene que decirme que no me ama-dijo muy seguro de sí mismo.- ¿Alguien sabe dónde es la boda?
-Toma-dijo Javiera extendiéndole una invitación matrimonial.-Ahí viene la dirección y no es para parecer dramática pero… date prisa.

-¿Por qué demonios tienes el móvil apagado?-le gritaba Rocío al móvil que sostenía entre sus manos.- ¿Tan difícil es encender el móvil, Peter?-la muchacha resopló.- ¿Y ahora qué hago? Piensa, Rocío, piensa-se decía así misma.

Peter pisaba a fondo el acelerador de su coche, tenía tiempo suficiente para llegar allí y parar toda aquella farsa pero prefería no jugar con el tiempo e ir sobre seguro. Iba lo más rápido posible, esquivando los coches con una velocidad increíble. Gastón, Darío y Javiera habían preferido no ir con él, lo único que harían era ser una carga más para Peter. Llevaba las ventanas abiertas por lo que el viento alborotaba su camiseta y su corto pelo. Estaba llegando, le faltaba poco. Estaba deseando tenerla delante. Una pequeña esperanza había renacido en él y en el fondo, estaba deseando estar con ella. Para que negar lo obvio. Peter estacionó el coche en frente de la iglesia donde se celebraba la boda. Le pareció extraño, quedaba menos de una hora para que empezase la ceremonia y no había nadie fuera, en la puerta. Quizás estuviesen todos dentro. Abrió la puerta pequeña de la que estaba compuesta la grande, ya que las grandes no se abrían. Entró y lo vio todo vacío. Raro demasiado raro. ¿Dónde estaba la gente? ¿Dónde estaba la boda? Peter vio a un cura cerca del altar, se acercó a él y le preguntó:
-Eh, perdone, ¿a qué hora es la boda?
-No, joven, hoy no se oficia ninguna boda. Ojala pero no-contestó el señor.-Eh, joven, ¿usted cómo se llama?
-Peter-contestó dubitativo.-¿Por qué?
-Porque un joven que vino esta mañana me comento que alguien vendría preguntando por alguna boda y me pidió que le entregase a esa persona un sobre-hizo una pausa y agarró un envoltorio blanco.-Tome esto es para usted.
Peter lo abrió y empezó a leer:
“Querido Peter si estas leyendo esta carta es porque has venido a la iglesia a arruinarme mi día, mi gran día en el que me caso con la mujer de TU vida que sintiéndolo mucho no te va a poder corresponder en ese “amor” tan grande que sientes por ella. Espero que no te enfade mucho que me haya equivocado al poner la dirección de la iglesia en las invitaciones que te envié a ti y a todo tu grupito de amigos. Lo hice por el bien de todos…Sabia que ibas a intentar alguna de las tuyas y para prevenir y evitarte un espectáculo preferí mandarte a una iglesia que está en la dirección opuesta de la verdadera. Así que no te preocupes que para no hacerte totalmente el vacío, la próxima vez que nos veamos te enseñare el video de la boda para que disfrutes tanto como yo disfrutaré estando en ella. Y no es ninguna amenaza pero por tu bien, aléjate de mi futura esposa si no quieres que las cosas se tuerzan; ya me entiendes. Tienes que comprender que Eugenia quiere hacer su vida lejos de ti, por eso se casa conmigo, el padre de su hijo, para ser feliz. Así que déjala en paz. Saludos, tu gran amigo Nicolás”
Peter tras terminar de leer lo que ponía en el papel, lo arrugó con rabia.

Continuará... 

sábado, 27 de abril de 2013

JF3. Capitulo 15.

Capitulo anterior:

-Ro…si no he conseguido cambiar nada durante este mes… ¿crees que voy a conseguir cambiar algo en estos cuatro días que quedan?
-Por supuesto que si o al menos intentarlo, ¿o es que no pretendías hacer nada? Euge, piénsalo, en el momento en que Nicolás consiga casarse contigo, se acabó. Fin… Tu vida se fue al garete… porque ¿cuánto tiempo crees que aguantará ese tiempo de ‘espera’ que dice que aguantará hasta que tú decidas acostarte con él? Nada…en la mismísima luna de miel. Así que deja de dormirte y toma las riendas de tu vida de una vez.
-Rocío, no es tan fácil-vocalizó la muchacha.
-Sé que no lo es, pero no puedes no hacer nada. Tienes que evitar esa boda.
Eugenia suspiró y se echó bocarriba sobre la cama. Cerró momentáneamente los ojos y sin poder evitarlo, sin comerlo, ni beberlo…llegó el día de la boda.
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Había llegado el día. Era once de julio, el día de la boda. Eugenia dormía plácidamente en su cama. Hacia tan solo un par de horas que había conseguido conciliar el sueño. Esa noche le había costado dormir. No podía creer lo que iba a tener que hacer al día siguiente y eso le impedía pegar ojo. En unas horas tendría que estar lista, peinada, maquillada y vestida para todo el paripé que se le avecinaba. Nicolás entró en la habitación sigilosamente y vio que ella dormía plácidamente. Aprovechando eso, se tumbó con cuidado sobre la cama, le apartó el pelo del cuello y empezó a darle besos en esa zona mientras le acariciaba tiernamente el brazo.
-Vamos, despierta, dormilona o no te dará tiempo a arreglarte-le susurró Nicolás al oído.
Eugenia empezó a sentir los besos sobre su piel y sonrió al recordar que esa era una de las tantas maneras que tenía Peter para despertarla por las mañanas. Al recordar la realidad, asustada abrió los ojos a la vez que apartaba a Nicolás de ella.
-¿Qué haces aquí?-preguntó de forma bruta.
-He venido a despertar a mi futura esposa-contestó Nicolás tratando de atraer el cuerpo de Eugenia hacia el suyo pero ella lo impidió poniendo su mano sobre el pecho del muchacho.
-Pues no vuelvas a hacerlo-dijo muy seria.
-Siento decirte que esta es la forma en que pienso despertarte todas las mañanas a partir de hoy. ¿Te recuerdo que hoy vas a ser mía para siempre?
Siempre. Siempre. Esa palabra retumbo en la cabeza de Eugenia repetidas veces.
-Gracias por amargarme la mañana-comentó la muchacha levantándose de la cama.
-Vamos, Euge, ni hoy vas a dejar de ser borde conmigo y dedicarme una sonrisa. Oye, qué nos casamos en unas horas.
-Si fuera por mí, eso no ocurriría nunca.
-No mientas porque la que me dijo que si se quería casar conmigo fuiste tú-dijo Nicolás señalándola.
-Claro pero ¿te recuerdo cuales fueron las opciones que me diste? Cito textualmente… o te casas conmigo o adiós Peter. Y de verdad te lo digo, hay ocasiones en que creo que te lo tomas todo a broma, que piensas que esto es un juego…Y hay veces en que no sé si hablas en serio o no…
-Pruébame y averigua si hablo en serio o no-dijo él levantando una ceja pícaramente.
Eugenia permaneció de pie mirándole con los ojos entrecerrados para dejar notar más su odio hacia él y con las manos en la cintura.
-¡Uf, eres frustrante!-exclamó Eugenia causando una carcajada a Nicolás.-Imbécil-dijo ella antes de meterse en el baño y cerrar la puerta de golpe.
-Sin duda voy a disfrutar despertar a tu lado si todas las mañanas son así de divertidas-bromeó él sonriendo.

Peter acababa de entrar en su piso nuevo. Pocos días después de que su relación con Eugenia acabase decidió mudarse. No quería quedarse allí donde todo le recordaba a ella. Así que buscó un loft en el centro lo suficientemente grande para una persona y lo suficientemente pequeño para no sentirse solo el tiempo que estuviese allí. Entró con dificultad al llevar una caja llena de cosas suyas de la otra casa en las manos y tiró las llaves en el cuenco que había en el mueble de la entrada. Dejó la caja sobre la mesa exhausto y miró a su primo que venía detrás de él.
-Gracias por ayudar-comentó Peter irónicamente.
-Vaya, menudo pisito te has buscado-comentó Gastón mirando todo a su alrededor por primera vez.
-Bueno tampoco es para tanto-sonrió.- ¿Quieres algo para beber?
-Vale-contestó Gastón siguiendo a su primo hacia la cocina.
Peter sacó dos cervezas del frigorífico, las dejó sobre la mesa de la cocina y buscó un abridor en el cajón del armario. Empezó a sonar la melodía de llamada del móvil de Gastón. Él agarró el aparato que estaba dentro del bolsillo de su pantalón y atendió:
-¿Diga?
-Gas, soy Darío. ¿Estás con Peter?
-Si, está aquí, ¿por qué?
-¿Me lo puedes pasar?
-Si, un momento-Gastón le extendió el móvil a Peter.-Es Darío, quiere hablar contigo.
El muchacho agarró el aparato y se lo acercó a la oreja.
-Dime.
-¿Por qué narices tienes el móvil apagado?-preguntó bruscamente el hermano gemelo.
-Una larga historia, Darío. Lo he apagado porque he estado recibiendo unas llamadas de una persona no grata-contestó Peter.
-Bueno, no importa. Tengo algo urgente que contarte.
-¿De qué se trata?
-Esto no puedo contártelo por teléfono, tienes que verlo-comentó sonriendo ampliamente.- ¿Podrías venir a mi casa?
-De acuerdo, en un rato estoy ahí, pero no puedes al menos comentarme de qué se trata.
-Solo te diré que tengo una novia muy observadora y lista-y tras el comentario se escuchó la risa de fondo de Javiera.
-Pero ¡qué calzonazos!-comentó Peter sonriendo.-Bueno en un rato estoy ahí-dijo despidiéndose de su hermano.

Eugenia estaba dando vueltas por su habitación. Estaba sola y de un momento a otro tendría que empezar a prepararse. Estaba dándole vueltas a alguna forma de evitar la boda, habría algo que pudiera hacer para evitar tener que decir el si quiero. Si hubiese podido hablar con Peter, haberle explicado todo, ahora mismo podría preparar su maleta y con la ayuda de Rocío, librarse de Julio y huir junto a Peter. Era una alternativa que se le había cruzado por la cabeza después de la charla que había tenido con su prima hacia unos días atrás. Durante esos días había intentado contactar con Peter desde el móvil de Rocío, ya que suponía que Nicolás le había rastreado las llamadas en su móvil y no era seguro llamarlo desde allí. Pero nada, Peter se había limitado a colgarle en la cara nada más oír su voz y a rechazar las llamadas cada vez que lo intentaba. La alternativa de huir lejos de allí, aun era válida pero… ¿y si al huir Nicolás se enteraba y lo impedía antes de que ella consiguiese explicarle las cosas a Peter? ¿Y si al explicarle las cosas a Peter él decidiese ‘hablar’ con Nicolás? ¿Y si se escapaba sola sin hablar con Peter? Ella sabía que lo primero que haría Nicolás al saber de su huída sería ir en busca de Peter para, no precisamente, hablar con él ¿Y si…? ¿Y si…? Había demasiados problemas en esa idea de huída. Pero, ¿qué podía hacer para evitar la boda? ¿Un desmayo? Tan solo la retrasaría un poco. ¿Un accidente? Pero, ¿de quién? No, descartado.
En ese momento, Rocío entró en la habitación interrumpiendo las meditaciones de su prima.
-¡Ey, Euge! Para o harás un agujero en el suelo-dijo deteniendo la caminata de la rubia.
-Hola, Rochi-la saludó Eugenia abrazándola con fuerza.
-A ver, cuéntame, ¿qué ocurre ahora?
-¡Puf! Lo de siempre, no sé qué hacer.
-Eugenia, respecto a eso, ayer estuve toda la noche pensando en lo que podías hacer y se me ocurrió una solución: huir. Tienes que huir con Peter.
-Yo también he pensado en eso, pero es imposible. No puedo huir sin decirle nada a Peter, ni sin ponernos de acuerdo. ¿Sabes todo lo que puede ocurrir si lo hago?
-Lo sé, pero para eso tengo una solución-sonrió.-Yo llamaré a Peter y le explicaré todo, se lo contaré con todo detalle y no sé cómo pero tendrá que creerme. Tú mientras tanto cuando llegue Candela empieza a arreglarte para la boda como si no pasara absolutamente nada y yo en cuanto hable con Peter, te lo diré, huiréis juntos y final feliz.
Eugenia sonrió por la cara que había puesto Rocío al pronunciar ‘final feliz’.
-Ojala todo fuera tan fácil.
-Ya verás que esta vez si lo será. Me voy a encargar de todo y va a salir bien, ya lo verás-le sonrió.
-Rochi, pero… no has pensado en que Peter no te cogerá el móvil.
-¿Por qué no?
-Porque lo llamarás desde el tuyo y seguramente pensará que soy yo.
-También he pensado en eso. Voy a llamar a Peter desde el móvil de tu madre, del de mi madre, no sé. Pero no importa haré lo imposible para contactar con él. Confía en mi. Todo saldrá bien.
-Pero… ¿y después de que huyamos qué? Nicolás moverá cielo y tierra para encontrarme.
-Euge, cariño, para cuando Nicolás se de cuenta de que has huido, tanto tú como Peter estaréis tan lejos y en un lugar tan remoto que ni el rey podrá encontraros-dijo Rocío agarrándole de las manos a su prima.-Confía en mí, por favor-le sonrió.
-Gracias, Rochi. No sé que haría sin ti.
-Arruinarte la vida, eso harías-le reprimió con una sonrisa en el rostro.-Ahora, venga, a actuar que Candela está apunto de llegar para ayudarte con los arreglos. Sonríe, anda.

Continuará...

viernes, 26 de abril de 2013

JF3. Capitulo 14.

Capitulo anterior:

 ¿Y ahora qué? Eugenia lo tenía allí delante, plantado, tan guapo como siempre, tan solo había cambiado su pelo que ahora lo tenía más corto. Las cosas que le producían no eran normales, eran inexplicables… Le encantaría tirarse a sus brazos y besarle hasta quedarse sin aire pero, sin duda, las cosas no iban a ser tan fáciles.
-H…hola…-saludó ella tímidamente.
Él la miró durante un instante más y después pasó a su lado, sin mirarla, saludó a Gastón y entró en la casa sin decirle absolutamente nada. Eugenia sintió un fuerte dolor en el pecho, como si le hubiesen agarrado el corazón y lo hubiesen pisoteado una y otra vez. Su respiración empezó a alterarse y las lágrimas volvieron a asomarse por sus ojos pero esta vez no hizo falta ni que pestañearan, salieron disparadas de sus ojos y recorrieron sus mejillas hacia abajo hasta caer sobre su ropa y dejar la señal húmeda sobre la prenda.
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Ese mismo día por la noche, Eugenia estaba sentada sobre su cama mirando hacia la nada escuchando por teléfono la voz de su prima Rocío que le contaba las cosas que le habían sucedido en ese día. Eugenia desde hacia un tiempo llamaba todos los días a su prima y hablaba horas y horas con ella hasta ese momento en que se quedaban en silencio al no saber qué decir. Era lo poco que le alegraba el día entre todos aquellos acontecimientos que la estaban trastornando y las tonterías de su prima era lo que le hacía reír pero en ese día no estaba para muchas risas.
-¡Que bien, Rochi!-dijo la rubia tras escuchar todo lo que le había contado su prima.
-Vaya, hoy estas muy animada-comentó Rocío con ironía.-Cuéntame, ¿qué te ocurre?
-Nada, que tengo ganas de veros a ti y tus padres. Estoy deseando que vengáis para la boda-contestó tratando de cambiar de tema.
-Eugenia no me tomes por tonta. Vamos, te conozco. Cuéntamelo.
La muchacha permaneció en silencio y tras pensárselo, suspiró.
-Hoy he visto a Peter.
-¿Qué?-exclamó Rocío desde el otro lado del teléfono.
Rocío en ese último mes había sido la confidente de Eugenia. Ella al no poder contarle nada a Candela y al empezar a mantener una relación más íntima con su prima decidió desahogarse con ella y contarle todo. Eugenia se sentía tranquila contándole las cosas que le habían pasado porque sabía que su prima, al vivir lejos, no podría hacer nada al respecto y era un alivio no correr ese riesgo de que las cosas empeorasen si es que pudiesen empeorar.
-¿Y qué te ha dicho? ¿Qué le has dicho? ¿Os habéis reconciliado? ¿Os habéis besado?-preguntaba la muchacha del otro lado del teléfono con efusividad.
-No, no…Rocío, nada de eso. Todo lo contrario-dijo Eugenia interrumpiendo a su prima.
-¿Cómo? No te entiendo.
-Hoy conseguí escaparme un rato de Julio y fue a buscarlo a la casa donde vivía con él  y con Gastón pero solo encontré a Gas. Cuando estaba por irme me encontré con él… lo saludé y él pasó a mi lado como si no me hubiese ni visto, ni oído, como si no existiese.
-No me lo puedo creer. ¿Y tú que hiciste?-preguntó Rocío intrigada.
Flashback.
Él la miró durante un instante más y después pasó a su lado, sin mirarla, saludó a Gastón y entró en la casa sin decirle absolutamente nada. Eugenia sintió un fuerte dolor en el pecho, como si le hubiesen agarrado el corazón y lo hubiesen pisoteado una y otra vez. Su respiración empezó a alterarse y las lágrimas volvieron a asomarse por sus ojos pero esta vez no hizo falta ni que pestañeara, salieron disparadas de sus ojos y recorrieron sus mejillas hacia abajo hasta caer sobre su ropa y dejar una señal húmeda sobre la prenda.
-Euge-vocalizó Gastón posando su mano sobre el hombro de la muchacha.
“Basta, Euge”-pensó para sí misma.-“Estaba claro que Peter iba a reaccionar así, vamos, deja de llorar y hazlo”
-Euge, ¿estás bien?-preguntó Gastón al no obtener respuesta.
-Si, perfectamente-contestó limpiándose la cara con la manga de su blusa.-Eh…-se dio la vuelta.-Voy a…-dijo entrando nuevamente en la casa y yendo detrás de Peter.
La muchacha entró en el salón y lo vio sentado sobre el sofá con la rabia reflejada en su rostro. Sin duda, el hecho de verla no le había causado ninguna gracia.
-Peter, tengo que hablar contigo-dijo la muchacha llamándole la atención.
Él la miró durante un instante y después se levantó del sofá. Estaba por salir del salón cuando ella se interpuso en su camino y le agarró del brazo.
-Por favor, hablemos.
-No tengo nada que hablar contigo, Eugenia. Ahora apártate o voy a tener que apartarte yo-dijo tratando de guardar la calma.
-No me voy a apartar, no hasta que no hablemos.
Ella lo miraba desafiante, no pensaba ablandarse porque sabía que si eso pasaba rompería a llorar en cualquier momento. Últimamente las lágrimas habían sido sus únicas aliadas, las que habían estado presente día y noche. Quizás fuera el embarazo que la volvía más sensible, quizás era su situación, quizás lo era todo.
-Por favor, escúchame.
-Eugenia, no quiero escucharte, no quiero verte, no quiero nada que tenga que ver contigo. Eres…-la miró de arriba a bajo con desprecio.-Eres despreciable, no mereces ni un segundo de mi atención así que será mejor que te vayas y no vuelvas nunca más.
-Peter, por favor, no…-trató de decir.
-Por favor, nada. Lárgate o te echaré yo. Hace un mes que no sabía nada de ti y no entiendo que haces ahora aquí pero tampoco quiero saberlo, ni quiero oír lo que sea lo que me tengas que decir porque no me importa. Ahora si eres tan amable, lárgate-dijo señalándole la salida.
-Peter por favor escúchame, todo tiene una explicación. Entiendo que estes enfadado conmigo, que me odies, lo comprendo pero las cosas no son como tú crees… Nicolás…
-¡Vete!-exclamó Peter interrumpiéndola y golpeando con fuerza el marco de la puerta con el puño cerrado.
Él la miraba desafiante, fija y directamente a los ojos. Sin pestañear, dejando ver el enfado y la rabia que le producía aquella situación.
-No, no me voy a ir, tienes que escucharme.
Peter, enfadado, se pasó las manos por el pelo y agarró a Eugenia por el brazo con firmeza. La rubia empezó a quejarse por la rudeza con la que la agarraba mientras él la arrastraba hacia la entrada. Una vez allí, abrió la puerta y empujó a la muchacha fuera de la casa. Ella se dio la vuelta para impedirlo y él le cerró la puerta en las narices.  
Findelflashback.
-¡Vaya! Dios, lo siento, Euge. No…no se que decirte-dijo Rocío después de escuchar toda la historia.-Sin duda Peter está muy enfadado contigo pero…tú no tienes la culpa. Jolín, hay que buscar alguna forma de hacerle recapacitar y que te escuche aunque solo sean cinco minutos…
-Lo veo complicado…-dijo la muchacha desanimada.
-No te preocupes ya me encargaré yo pasado mañana cuando llegue a Sevilla de hablar con él.
-¡No!-exclamó la rubia.-Rocío no hagas nada. Por favor, te lo pido. Te conozco y no eres exactamente muy sutil haciendo las cosas.
-Pero, Euge, tienes que hacer algo. Tienes que contárselo a Peter y que te ayude a solucionar eso…tienes que salir de esta situación…
-Lo sé, Rochi. Pero no es tan fácil hacerlo si tienes a alguien amenazándote cada cinco minutos hasta por respirar…-comentó frustrada.-Pero ¿sabes? Esta tarde después de lo que me sucedió con Peter me he planteado la idea de dejar las cosas como están…
-¿Estas loca? Eugenia, no. No puedes tirar tu vida por la borda por culpa de un… miserable como Nicolás. No, te lo prohíbo. Tienes que impedirlo, sea como sea.
-Pero no hay forma…tú mejor que nadie sabes todo lo que ya he intentado hacer… Me he intentado escapar, he intentado ir a la policía y hablar con ellos, contarles mi situación pero no sirvió de nada…he intentado amenazarlo con Candela pero tampoco sirvió…hasta incluso llegó a encararme delante de ella para que se lo contase pero no tuve el valor…No puedo hacerle esto a mi amiga. ¿Cómo se sentiría si se enterase que su hermano es un asco?
-No sentiría ni la mitad del daño que estás sintiendo tú con tu situación…-contestó Rocío.-Prima, no sé como piensas hacerlo pero tienes que acabar con esto de una vez. En cuatro días te piensas casar con alguien a quien no amas, con alguien al que detestas…
-Ro…si no he conseguido cambiar nada durante este mes… ¿crees que voy a conseguir cambiar algo en estos cuatro días que quedan?
-Por supuesto que si o al menos intentarlo, ¿o es que no pretendías hacer nada? Euge, piénsalo, en el momento en que Nicolás consiga casarse contigo, se acabó. Fin… Tu vida se fue al garete… porque ¿cuánto tiempo crees que aguantará ese tiempo de ‘espera’ que dice que aguantará hasta que tú decidas acostarte con él? Nada…en la mismísima luna de miel. Así que deja de dormirte y toma las riendas de tu vida de una vez.
-Rocío, no es tan fácil-vocalizó la muchacha.
-Sé que no lo es, pero no puedes no hacer nada. Tienes que evitar esa boda.
Eugenia suspiró y se echó bocarriba sobre la cama. Cerró momentáneamente los ojos y sin poder evitarlo, sin comerlo, ni beberlo…llegó el día de la boda.

Continuará...

JF3. Capitulo 13.

Capitulo anterior:
-¿Por qué piensas eso?
-Es obvio, Candela. Podría pensar cualquier cosa pero… bueno, nada, tendré que apechugar con las consecuencias-dijo entristecida.
-Vamos, Euge. No estés triste… Si quieres yo le digo algo de tu parte-comentó intentando ayudarla.
-No es eso, amiga. No quiero que nadie le diga nada sino que quiero ir yo misma y hablar con él y arreglar las cosas entre nosotros.
-Entiendo...-hizo una pausa.-Pues si quieres te ayudo.
-¿Ayudarme, a qué?-preguntó mirándola.
-A librarte de ese idiota que está ahí fuera-dijo imitándola.-¿Qué te parece?
-¿En serio harías eso?
-Claro que sí, por una amiga lo que haga falta. Pero por favor no tardes mucho, yo intentaré hacerle creer a Julio que estás indecisa y que te estás probando muchos vestidos ¿de acuerdo?
-Si, perfecto-dijo abrazándola con fuerza.-Gracias, no sé como agradecerte esto que vas a hacer por mi…
-No hace falta, para eso somos amiga, tonta-le sonrió y la apretó más contra ella.
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Lo había conseguido. Eugenia había conseguido librarse de Julio y ahora estaba de camino hacia la casa donde había vivido tantos momentos bonitos junto a Peter. Iba en el taxi y tenía su móvil entre las manos. Nicolás se lo había devuelto pero no sin antes borrar los números que no le convenían a él. Eran las once y cuarto y Peter entraba a trabajar a las doce. Le daría muy poco tiempo para hablar con él pero se conformaba con verlo. Los minutos transcurrían y el trayecto entre la tienda de los vestidos de novias y la casa de Peter se estaba haciendo eterno.
Al llegar, pagó al taxista y se bajó del coche. Estaba allí, por fin. Llevaba días soñando con ese momento, con qué decirle, cómo pedirle perdón, cómo explicarle todo y rogarle que no se meta para no sufrir con las consecuencias. Durante ese mes que había estado alejada de él lo había echado mucho de menos y necesitaba verlo, oír su voz, recordar como olía… lo necesitaba tanto. La rubia respiró hondo y se dirigió hacia la casa. Una vez delante de la puerta, llamó al timbre y mientras esperaba empezó a morderse la uña por el nerviosismo. Abrieron la puerta y se encontró de frente con un rubio de más o menos su misma estatura, quizás unos centímetros menos, de ojos realmente bonitos y el pelo un poco más largo de lo que ella recordaba.
-¡Eugenia!-exclamó al verla.
-¡Gastón!-dijo abrazándolo con fuerza.
-Pero… ¿qué haces aquí?-preguntó apretándola fuerte contra él.
-He venido a veros-contestó mirándole.
-¡Vaya! No sabes cuánto te he echado de menos…Estás cambiada, estás muchísimo más guapa.
-Gracias, Gas. Será cosa del embarazo-dijo sonriendo ampliamente.
-Bueno, pasa-dijo dejándole paso.
La muchacha entró y Gastón cerró la puerta.
-Vamos a la cocina-dijo yendo hacia ese lugar.-Estaba desayunando. ¿Quieres algo?
-No, gracias-le agradeció.-Bueno, Gas, ¿cómo estás? ¿qué ha sido de ti este último mes?
-Igual que siempre. No ha habido muchos cambios, la verdad. Sigo con el bar que va viento en popa pero se nota tu ausencia.
-Mientes…-dijo sentándose en un taburete de la cocina.-Seguro que ya habéis encontrado a alguien que me reemplace.
-Si, la hemos encontrado pero ninguna como tú-le sonrió.-Pero bueno, cuéntame tú. ¿Cómo te está yendo?
-Bien, no me puedo quejar-contestó sonriendo.
-Supongo que estarás feliz, este 11 de julio te casas ¿no?
La sonrisa de la muchacha se esfumó durante unos segundos.
-Si…me caso-hizo una pausa.-Pero, ¿cómo sabes el día que me caso?
-Porque nos ha llegado vuestra invitación de boda.
-¿Nuestra invitación de boda?-preguntó sorprendida.
No se lo podía creer, Nicolás había mandado invitaciones de boda a Gastón y también a Peter. Sin duda este hombre era de lo peor. ¿Cómo se había atrevido a hacer eso? Eugenia resopló moviendo la cabeza frustrada.
-Pero no te preocupes, a Peter no le ha llegado la suya-comentó Gastón tomando un sorbo del café que tenía delante.
-¿No?-preguntó mirándole.
Él negó con la cabeza.
-En realidad no se si debería contarte esto…pero Peter ya no vive aquí-dijo con total tranquilidad.
-¿Cómo que no vive más aquí?-preguntó asombrada por la nueva noticia mientras esperaba impaciente a que Gastón dase otro sorbo al café que se enfriaba.
-No, él…se mudó-contestó el muchacho intentando dar la menor información posible.
A Eugenia le había pillado por sorpresa. No podía imaginarse la idea de que Peter se hubiese ido, lejos, lejos de allí, de ella, de…Suspiró.
-Pero, ¿a dónde?-preguntó Eugenia sin ocultar las ganas que tenía de saber sobre el paradero de Peter.
-Euge, yo…-vocalizó Gastón sin saber qué decir.
-Gas, por favor-le rogó.-Se que te resulta muy violento hablar sobre tu primo conmigo después de que…bueno, cortáramos por mi culpa y después de que lo destrozase pero… necesito verlo, necesito saber sobre él, cómo le va, qué es de su vida, si…
-Si está con otra…-interrumpió Gastón mirándola fijamente.
La muchacha miró al muchacho seriamente.
-Saber si está con otra-repitió admitiendo la verdad.-Sé que no debería preocuparme por eso…pero… a pesar de haber metido la pata y haber hecho las cosas que no debía, yo amo a tu primo como nadie.
-Y si es así, ¿por qué te vas a casar con Nicolás?-preguntó Gastón recriminándola.
-Gas, todo tiene su explicación…
-Por supuesto, me imagino-la interrumpió el muchacho empezando a molestarse por el comportamiento de la rubia.-Estuviste con Peter hasta aburrirte de él y cuando viste que vuestra relación no iba a más, decidiste irte con otro. Lo comprendo. Eso le pasa a millones de personas pero lo que no entiendo es el por qué no cortaste con mi primo antes, en el momento en que te diste cuenta de que no le querías más y en el momento en que preferiste estar con otro…No comprendo tus mentiras, ni tus engaños. ¿Por qué? ¿Por qué los hiciste?-el muchacho siguió hablando y recriminándole las cosas que desde su punto de vista, Eugenia había hecho mal.
La muchacha bajó la cabeza mientras lo escuchaba hablar. ¿Qué podía hacer? No podía contarle toda la verdad, eso solo provocaría que las cosas empeorasen. Así que permaneció callada con un gran nudo en la garganta y con las lágrimas asomándose por sus ojos. Una vez que ya no escuchó más la voz de Gastón, levantó la cabeza y vio el gesto inexpresivo y pasivo de Gastón. Se había dado cuenta de que estaba siendo cruel, demasiado cruel con la muchacha.
-Euge, perdón, yo no…-trató de decir.
-No te preocupes-dijo la muchacha ocultando momentáneamente el rostro para evitar que le viera las lágrimas que se le habían escapado.-Me lo merezco.-Se limpió la cara disimuladamente.-Eh…-vocalizó.-Gas, será mejor que me vaya-dijo aproximándose a la puerta de la cocina.
-Eugenia, espera-intentó detenerla.-Perdóname, no soy quién cómo para echarte en cara esto. En todo caso tendría que decírtelo Peter, no yo.
Ella se dirigió hacia la entrada mientras el rubio la seguía pidiéndole perdón. Eugenia abrió la puerta, estaba por salir cuando Gastón la agarró del brazo girándola y la abrazó con fuerza.
-Lo siento, Euge-le susurró el muchacho.-No he sido muy sutil al decirte las cosas. Es más no debería haber dicho nada, pero hay cosas que no entiendo. Había jurado que amabas a mi primo pero por las cosas que han ocurrido me han hecho darme cuenta de que sin duda me equivocaba…
-No pasa nada, Gas-dijo Eugenia en voz baja con las manos sobre el abdomen del muchacho e intentando separar su cuerpo del de él.-En serio, Gas, tengo que irme. Se me ha hecho tarde-comentó la muchacha logrando que él la soltase.
-Por favor, quédate y déjame compensarte la metedura de pata.
-Me encantaría pero…
-¡Ey, Gas!-exclamó una voz masculina a las espaldas de la muchacha haciendo que ella diese un respingo.
No podía ser…esa voz, esa entonación, esa exclamación, ese perfume, ese escalofrío recorriendo el cuerpo de la muchacha, ese…ese…ese hombre.
-Peter-dijo Gastón mirando a la rubia que todavía no se había dado la vuelta.- ¿Qué haces aquí?
Peter se quedó mirando fijamente esa melena rubia que caía sobre los hombros de la muchacha, ese cuerpo perfecto e indiscutiblemente irreconocible. Ella, ¿qué hacía ella aquí?
-He venido a…-empezó a decir Peter pero se quedó callado cuando Eugenia se dio la vuelta y lo miró fijamente a los ojos.
Ambos se miraban sin apartar los ojos el uno del otro y sin pestañear si quiera. La tensión que había en el aire se podía cortar con un cuchillo. Sus corazones iban a mil por hora, el nerviosismo aumentaba. ¿Y ahora qué? Eugenia lo tenía allí delante, plantado, tan guapo como siempre, tan solo había cambiado su pelo que ahora lo tenía más corto. Las cosas que le producían no eran normales, eran inexplicables… Le encantaría tirarse a sus brazos y besarle hasta quedarse sin aire pero, sin duda, las cosas no iban a ser tan fáciles.
-H…hola…-saludó ella tímidamente.
Él la miró durante un instante más y después pasó a su lado, sin mirarla, saludó a Gastón y entró en la casa sin decirle absolutamente nada. Eugenia sintió un fuerte dolor en el pecho, como si le hubiesen agarrado el corazón y lo hubiesen pisoteado una y otra vez. Su respiración empezó a alterarse y las lágrimas volvieron a asomarse por sus ojos pero esta vez no hizo falta ni que pestañearan, salieron disparadas de sus ojos y recorrieron sus mejillas hacia abajo hasta caer sobre su ropa y dejar la señal húmeda sobre la prenda.

 Continuará...