martes, 2 de abril de 2013

JF3. Capitulo 7.

Capitulo anterior:

-¿Y ahora qué?-preguntó ella desafiante.- ¿Ahora me tendrás aquí encerrada el resto de mi vida?
-No, solo hasta que recapacites.
-¿Recapacite? ¿Recapacite sobre qué?
-Sobre tu destino. Eres tú la única que decidirá que hacer con tu vida. Eres tú la que vas a elegir si seguir mis reglas y salir de aquí y tener una vida normal como cualquier otra persona o por el contrario, elegir no seguir mis reglas y vivir permanentemente entre estas cuatro paredes.
-Ah, ahora resulta ser que soy yo la que elige qué hacer con mi vida. Hasta ahora el único que ha elegido dónde tengo que ir, qué tengo que hacer, cómo debo actuar en público y qué es lo que mejor me conviene has sido tú.
-Euge, yo expongo las opciones, tú, eliges-dijo guiñándole el ojo antes de cerrar la puerta de la habitación.
La muchacha permaneció de pie mirando fijamente hacia la entrada de madera y escuchó cómo Nicolás la cerraba con llave, dejándola encerrada como una prisionera que era exactamente lo que era. Eugenia, sin poder contenerlas más, dejó que las lágrimas fluyeran por sus mejillas.
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Eugenia se había sentado en la cama. Tenía la espalda apoyada en el cabecero y las piernas estiradas. Había intentado doblarlas hasta su pecho y así acurrucarse en si misma pero el dolor que sentía en sus costillas se lo impedía. Lloraba sin parar. La impotencia de no poder hacer nada en ese momento contra su situación y el odio hacia Nicolás y hacia la idea de estar allí encerrada la derrotaba y a la vez la cabreaba cada vez más. Se preguntaba que estaría haciendo Peter y cómo reaccionaría cuando fuese al bar a recogerla y ella no estuviera. Qué sentiría, qué haría, a quién llamaría primero para preguntar sobre su paradero. Todas esas preguntas y más, se le cruzaron por la cabeza. Tenía tantas ganas de verlo y estar con él, que eso hacia que sus lágrimas no cesasen. Pero ahora, Eugenia estaba perdida. Incluso la policía estaba de parte de Nicolás y por mucho que ella le amenazase con su hermana, él no cambiaba su obsesionada idea. No le quedaba nada. Absolutamente nada en aquel momento. Iba a ser difícil enfrentarse a lo que venía. Nicolás juraba y perjuraba que no pensaba obligarla hacer nada hasta que ella no quisiese pero llegaría un momento en que él se cansaría y decidiría obligarla para ese entonces la muchacha tendría que estar lejos de allí. De aquel hombre, de aquella habitación, de aquella casa e incluso de aquella ciudad si hiciese falta.
En ese momento se empezó a escuchar el ruido de una llave introduciéndose en el cerrojo y abriendo así la cerradura de la puerta. Eugenia se limpió la cara con la manga de su jersey y trató de frenar las demás lágrimas que querrían escaparse. Tomó aire y se tranquilizó. Nicolás entró en la habitación con una bandeja en la mano y tras entrar cerró la puerta de una leve patada. La muchacha mantuvo la mirada hacia el frente, hacia la nada con tal de no mirarle ni un segundo. Él se acercó al lado de la cama donde estaba ella y le colocó la bandeja sobre las piernas.
-Espero que te guste lo que te he preparado-comentó él sentándose en un espacio de la cama que había entre Eugenia y el borde.
Eugenia ni se molestó en mirar hacia la bandeja, no se movió ni un centímetro.
-Vamos, Eugenia. No hagas esto más complicado de lo que es…
No dijo nada. Nicolás se quedó mirándola y contemplándola durante un tiempo.
-Eres preciosa-dijo agarrándola de la barbilla y girándole el rostro para que lo mirase a la cara pero ella al momento lo impidió.-Pero cuando tienes esa tristeza reflejada en el rostro, tu belleza se desvanece y se me encoge el corazón.
-Ah, no sabia que los bichos como tú tuviesen corazón-comentó con brusquedad.
-Bueno, al menos hemos avanzado. Ahora ya me hablas-dijo sonriendo.-Vamos, Eugenia come. No lo hagas, ni por mi, ni por ti, ni por nadie excepto por tu bebé. Llevas mucho tiempo sin comer y no le hará bien a ese pequeñín o pequeñina que crece en tu interior…
-No tengo hambre-dijo interrumpiéndole pero su cuerpo la traicionó y en ese momento su barriga empezó a rugir por el buen olor que desprendía aquella comida que tenía delante.
-Pues por lo que escucho estas muerta de hambre, así que vamos. Come-Nicolás se levantó de la cama.-Y para no molestarte y dejarte comer tranquila, me iré. Cualquier cosa que necesites, me avisas-dijo dirigiéndose a la puerta.
Eugenia esperó a que Nicolás se fuera y a que volviese a cerrar la puerta con llave para mirar hacia la bandeja que tenía sobre las piernas y decidirse a comer algo contra toda su fuerza de voluntad. Detestaba comer aquello que él, Nicolás, le había preparado pero estaba muerta de hambre y necesitaría reunir fuerzas si pretendía escaparse de aquella cárcel que era aquella habitación. En poco tiempo se había comido todo lo que había en el plato. No entendía si era el hecho de que hacía tiempo que no comía o era el embarazo o las dos cosas juntas que la había hecho comer con tantas ganas. Estaba llena y se encontraba un poco mejor que antes a pesar de que su situación no cambiaba. Dejó la bandeja sobre la mesita de noche y se tumbó sobre la cama. Mientras pensaba y recapacitaba sobre todas las cosas que habían pasado en aquel día, se quedó dormida casi sin darse cuenta.

Nicolás después de haber cenado solo sentado sobre el sofá mientras veía la televisión subió hacia la segunda planta, hacia la habitación donde estaba la muchacha. Abrió la puerta y buscó a Eugenia con la mirada. Ésta estaba profundamente dormida. Se alegró de ver que la muchacha había comido. Cuidadosamente se sentó en un lateral de la cama y contempló a Eugenia mientras dormía plácidamente después del agitado día que ambos habían tenido. Le dio un beso en la sien tratando de no despertarla y tras eso, agarró la bandeja que estaba sobre la mesita de noche. Salió de la habitación y cerró la puerta con llave. Estaba bajando la escalera hacia la cocina cuando llamaron al timbre. Extrañado porque alguien lo viniese a visitar cerca de las diez de la noche, dejó la bandeja en la cocina y fue a ver quién era. Miró por la mirilla y al ver a la otra persona, se asombró.
-¿Y este cómo sabe que vivo aquí?-se preguntó a si mismo es voz baja.
Nicolás no sabía qué hacer. Era Peter y sabía perfectamente lo que venía buscando y estaba en la planta de arriba durmiendo. Mientras él pensaba si abrir o no, ya que no podía hacer que no estaba en casa porque las luces estaban encendidas, volvieron a llamar al timbre con más ímpetu.
-Nicolás abre la puerta, sé que estas ahí-gritó Peter del otro lado golpeando la puerta con el puño cerrado.
-Peter, tranquilízate-le sugirió Gastón que iba con él.
Nicolás no quedándole otra cosa que hacer, tomó aire y abrió la puerta.
-Pero mira a quién tenemos aquí-dijo nada más ver el rostro de enfado de Peter.- ¿A qué se debe el gusto?
-No te hagas el imbécil, sabes perfectamente porque estoy aquí. ¿Dónde esta Eugenia?
-¿Qué pasa, Peter? ¿No sabes tener controlada a Eugenia? Demasiada mujer para ti ¿verdad?-dijo impidiendo que Peter traspasase el marco de la puerta.
-Nicolás te lo voy a volver a preguntar y espero que me contestes con lo que deseo escuchar. ¿Dónde está Eugenia?
-Mmm… no sé-contestó burlonamente.-Si no recuerdo mal su novio eres tú, no yo. Así que no tengo por qué saber su paradero.-hizo una pausa.- ¿Algo más? ¿No? Bueno, pues muchas gracias por la visita, adiós.
Peter enfadado y sin poder controlarse se abalanzó hacia Nicolás y le agarró la camisa con fuerza.
-Dime, ¿qué has hecho con ella? ¿Dónde está?-preguntó furioso.
-Peter, suéltale-sugirió Gastón que trataba de conseguir que su primo no hiciese ninguna locura.-Así no vas a conseguir nada.
-Vamos, Peter. ¡Pégame!-Nicolás empezó a tentarle.-Sé que tienes ganas de hacerlo. Sé que siempre me odiaste y más ahora que Eugenia te puso los cuernos con…migo-dijo dándole mucha importancia a la última palabra.
-Eugenia no hizo absolutamente nada contigo-Peter le zarandeó un poco.-Ella sería incapaz de ni siquiera tocarte… No te hagas tantas ilusiones.
-¿Tan seguro estas? ¿Acaso no recibiste las fotos y el vídeo que te envié?-preguntó sonriendo.
-Sé perfectamente que trucaste esas fotos.
-Ah, ¿si?-preguntó sardónico.- ¿Y el vídeo también? No sabía yo que un vídeo pudiese trucarse.
-No sé cómo hiciste lo del vídeo pero no te preocupes que lo averiguaré y ahora dime dónde tienes a Eugenia.
-¿Qué quieres que te diga? No sé dónde está. Llevo días sin verla.
-No te creo.
-Pues es así, esa es la verdad ¿o prefieres que te diga que la tengo aquí, que la tengo encerrada y que no pienso dejarla salir hasta que no se entregue a mi?-preguntó enfrentándose a Peter.-Vamos, Peter, acéptalo. Eugenia se aburrió de ti y huyó. Pero ¡qué feo! No te ha dejado ni una mísera carta…
Peter cansado de escucharlo, le metió un puñetazo con todas sus fuerzas en la cara. Gastón agarró a su primo antes de que le propinase otro golpe a Nicolás. 
-Peter, para. Esta no es la forma…Lo único que está intentando este imbécil es que pierdas los papeles y hagas algo de lo que arrepentirte. ¡Vámonos!
-No me voy a ir de aquí sin Eugenia.
-Peter no puedes hacer otra cosa. ¡Vamos!-dijo Gastón empujándolo para que se diese la vuelta para marcharse.
-Eso Peter, hazle caso a tu primo-comentó Nicolás pasándose la mano por la nariz ensangrentada.-Sé un cobarde y márchate de aquí dejando a tu querida Eugenia en mis manos. ¿Sabes lo que voy a disfrutar haciéndola mía esta misma noche?
Peter se detuvo y pensaba volver hacia Nicolás y matarlo a golpes pero Gastón lo empujó hacia delante mientras le gritaba:
-¡Ignóralo y camina, Peter!

Eugenia se despertó por el griterío que había abajo. Se levantó cuidadosamente de la cama e iba a ir hacia la puerta cuando pasó cerca de la ventana y vio en la acera a Peter y a Gastón. Con el corazón acelerado por la emoción de verlos allí, empezó a golpear el cristal y a gritar tratando de que mirasen hacia la ventana. Sin éxito, buscó algo con que romper el cristal y agarró la lámpara que había sobre la mesita de noche. Tomó impulso para golpearla contra la ventana lo más fuerte posible y al tratar de hacerlo el objeto se le escapó de entre las manos. Miró hacia atrás y vio a Nicolás que le había quitado el objeto de la mano.
-¿Qué demonios crees que ibas a hacer?-preguntó él muy serio.
La muchacha en un último intento volvió a golpear la ventana tratando de que Peter, apunto de cruzar la calle, mirase hacia aquella dirección. Peter escuchó algo y miró hacia la ventana donde no había nadie. Nicolás había tirado la lámpara encima de la cama y había apartado a Eugenia de la ventana. Peter cruzó y miró hacia la casa de forma inconsciente una última vez y vio cómo Nicolás echaba la cortina. Suspirando por no haber conseguido sonsacarle nada a ese miserable, se subió al coche.  

Continuará...

[Hola, holita :3 xD jajajaja quería deciros que falta poco para que las cosas cambien. Cambiaran algo pero tampoco mucho xD Es una idea que quería meter en la historia desde hacia tiempo y no sabia cómo. Pero ahora si, cuando llegue ese 'momento' en que las cosas cambiaran mmm...desde lo que yo veo por los comentarios y eso, acabareis odiando un poquito más a Nicolas de lo que lo odiais ahora >.< xD Es que joooo, una historia sin amor caaasi imposible, no mola :P xD jajajajaja & nada...solo espero que os este gustando y esoo...Muchas gracias a las que leeis y comentais :D]

2 comentarios:

  1. Nicolas te odiooooll!! Es un maldito espero que pronto se arregle todo y mi pitt y euge puedan estar juentos nuevamente me encanta espero mas!!!!?

    ResponderEliminar
  2. Ufff... te voy a comentar siempre lo mismo!
    no lo quiero ms en la noveee.. fue una mala idea,ah!!! Eso podia durar unos caps pero esos por ahora son muchossssss ¢_____¢

    jajajaja

    bueno, espero mass :(((

    ResponderEliminar