sábado, 13 de abril de 2013

JF3. Capitulo 11.

Capitulo anterior:

Se sentía estúpido porque se había arrepentido mucho cuando creyó en las fotos y en el vídeo y desconfió de Eugenia pero ahora resultaba que toda su desconfianza había sido por una causa. Estaba enfadado, furioso, decepcionado consigo mismo, dolido, herido….toda una serie de sentimientos encontrados. No sabía qué hacer, si desahogarse llorando, rompiendo cosas o… buscar a Eugenia y decirle todas esas cosas que no se había atrevido a decirle aquella mañana porque él mismo no se lo permitía. Por mucho que quisiese, le era imposible hacerle daño a la muchacha. La amaba demasiado como para eso. Golpeó con fuerza la pared con el puño cerrado y se hizo daño en los nudillos.
Poco tiempo más tarde, al sentirse más relajado, decidió llamar a su hermano. Necesitaba hablar con alguien. Mientras buscaba el número de su hermano, vio el de Eugenia y decidió borrarlo. Tras eso, encontró el nombre de Darío y pulsó el botón verde.
-¿Peter?-preguntó el otro gemelo nada más atender.
-Darío, Eugenia se va a casar con Nicolás-soltó sin más.
-¿Cómo?-preguntó asombrado.
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Eugenia se dejó caer sobre la cama bocarriba. Se mantuvo mirando el techo intentando no pensar en nada, ni en nadie. La boca le sabía a pasta de dientes, acababa de cepillarse los dientes y lavarse la boca tras sus habituales vómitos matutinos. Sentía el estómago revuelto y odiaba esa sensación pero más odiaba estar allí. Habían pasado tres días desde el incidente en el bar y las cosas seguían exactamente igual, nada había cambiado. Prisionera en aquella habitación viendo la luz del sol solo a través de la ventana. ¿Qué podía hacer? ¿Amenazarlo? Ya lo había intentado y por lo que parecía no servía de mucho y menos si él seguía emperrado en tenerla allí sin dejarla salir. Necesitaba ayuda pero persona a la que involucrase, persona que no saldría mal parada. Por eso había decidido alejar a Peter de ella para que así él no corriese ningún riesgo. No estaba segura de que Nicolás fuese a hacer todas esas amenazas que decía pero prefería no arriesgarse a nada y mantener a sus seres queridos lejos de todo aquello.
Escuchó el ruido de unas llaves y giró su mirada hacia el lado contrario de la puerta, hacia la ventana. Sabia quien venía y no tenía ganas de verle. Cerró los ojos y simuló estar dormida. Nicolás entró, se acercó a la cama y se arrodilló justo frente a la muchacha. La observó durante unos segundos, le encantaba hacerlo cuando dormía. Parecía tan indefensa y era el único momento en que podía acariciarla o darle algún beso sin que le atacara. Él sonrió y apoyándose con cuidado sobre la cama intentando no despertarla, le dio un beso sobre los labios. Eugenia, al sentirlo, lo apartó de inmediato de ella y le preguntó abriendo los ojos:
-¿Qué haces?
-Creía que estabas dormida-se justificó.
-Creías mal-dijo enfadada.-Nicolás, ni se te ocurra volver a hacer eso, ¿me has entendido?
-Perdona, yo…
-‘Yo…’ Nada. Vete-le pidió girándose en la cama dándole la espalda.
-Euge, por favor, no te enfades. No quería molestarte.
-Nicolás-dijo mirándole.-Las cosas entre tú y yo están demasiado mal como para que un ‘lo siento’ lo arregle todo. Ahora si no es mucho pedir quiero estar sola.
-Euge… no quiero que nuestra relación sea así…No quiero que me odies, al contrario, lo que más deseo es que me quieras la mitad de lo que yo te quiero a ti. Yo lo único que quiero es hacerte feliz y que esa tristeza que reflejan tus ojos cada vez que me miras se esfumen-hizo una pausa.-Pero, ¿qué puedo hacer para conseguirlo? Dímelo y lo haré, te lo prometo.
Se proclamó un gran silencio.
-Por favor, dímelo. Ya no aguanto más que cada vez que entro aquí me eches y no quieras ni verme. Yo desde un principio no pretendía eso, al contrario, quería que te sintieras querida, feliz, única…
-Nicolás-dijo ella mirándole.-Vete-le pidió con los ojos llorosos.
Él, al ver que no lo quería allí, suspiró y se fue de la habitación. Eugenia al escuchar como cerraba la puerta se tranquilizó y dejó de estar tensa.

Tiempo más tarde, la muchacha estaba de pie junto a la ventana viendo como los niños correteaban por las calles y jugaban al fútbol en el asfalto cuando los coches no circulaban por allí o como las niñas sentadas bajo la copa de un árbol jugaban con las muñecas. Era un barrio tranquilo, sin problemas, perfecto para vivir. Mientras la muchacha pensaba en la felicidad que desprendían aquellos niños, sus pensamientos fueron interrumpidos por la intrusión de Nicolás en la habitación.
-Oh, menos mal que estás despierta-le sonrió.
-¿Qué quieres?-preguntó ella hablándole grotescamente sin apartar la mirada de la calle.
Nicolás se acercó a ella y miró durante unos segundos a los niños y después la miró a ella:
-¿Te gustaría salir?
-¿Acaso te importa?
-Mucho. ¿Te gustaría o no?
-¿Qué ganaría yo contestándote a eso?
-Euge, podrías dejar de contestarme con preguntas. Vamos, he venido en son de paz. Enseñándote la bandera blanca para que hagamos las paces y estemos bien, por favor, no seas borde conmigo, déjame demostrarte que todo esto lo hago por ti. Perdóname.
-Nicolás, el día en que se me pase por la cabeza hacer las paces contigo será el día en que me dejes salir de aquí y…
-Por eso mismo he venido-dijo interrumpiéndola.
Ella lo miró, expectante.
-Tú lo que más quieres es salir de aquí ¿verdad?-ella no dijo nada, era algo realmente obvio.-Pues puedes salir-dijo extendiéndole las llaves de la puerta.-No te volveré a encerrar aquí. He recapacitado en este tiempo y no puedo hacerte esto, porque es insano. Así que adelante, sal-le dijo sonriendo.
Eugenia frunció el ceño, no entendía nada. ¿Nicolás había cambiado de idea así de repente? Raro, muy pero que muy raro. Aunque los milagros existen, quizás había recapacitado de verdad y la dejaría en paz. La muchacha lentamente extendió las manos para agarrar las llaves, cuando estaba apunto de agarrarlas, él lo evitó apartándolas unos centímetros y diciendo:
-Pero…
-¿Pero? Oh, claro, aquí esta la trampa.
-Te dejaré salir, siempre y cuando, vayas a donde vayas sea acompañada.
-No te entiendo.
-Es muy sencillo, Euge. Siempre que salgas tienes que ir con alguien, temo que estando sola os pase algo a ti y al bebé-la muchacha estaba completamente perdida, no entendía nada.-Por eso, para que no corras el riesgo de ir sola a ninguna parte, he contratado a un guardaespaldas para que te proteja.
-¿Qué?-preguntó la muchacha.
Ahora entendía todo ese paripé de Nicolás.
-¿Para protegerme o mejor dicho, para vigilarme?-preguntó cruzándose de brazos.
Nicolás sonrió maliciosamente.
-Si, para que vamos a engañarnos. Lo he contratado para vigilarte y para que no te acerques lo más mínimo ni a Peter, ni a nadie, ni nada que tenga algo que ver con él-hizo una pausa.-He cambiado de idea en lo que respecta tenerte aquí todo el día encerrada pero, nunca, escúchame bien, nunca voy a cambiar de idea en lo que respecta a tenerte entre mis brazos y a que sea mía. Soy muy testarudo cuando me lo propongo-le sonrió.
-¡Vete!-le gritó.-Lárgate, Nicolás-gritaba mientras le empujaba hacia la puerta.
No quería verle, ni oírle, ni nada. Estaba muy enfadada con él y por un instante había jurado que Nicolás había entrado en razón pero no era así. Ese hombre era de lo peor y no iba a cambiar en la vida. Una vez que estuvo sola empezó a desahogar su furia contra la pared, la puerta…agarró de las sábanas que había sobre la cama y las tiró al suelo.
-Te odio, te odio, te odio-gritaba con fuerza.-No te soporto.
Eugenia tras descargarse todo lo posible, se tiró sobre la cama y trató de tranquilizarse. Respiró profundamente y cerró los ojos. Necesitaba relajarse y pensar, pensar, pensar…

Se hizo de noche. Era la hora de cenar y Nicolás decidió ir a llevarle la cena. Ya no escuchaba gritos, ni golpes, ni ningún ruido similar por lo que supuso que la muchacha se había tranquilizado. Entró en la habitación y la vio sentada sobre la cama, acurrucada entre sus piernas.
-¿Estás más relajada?-preguntó Nicolás dejando la bandeja sobre la mesita de noche.
Ella lo miró y asintió.
-Me alegro-le sonrió.
Él estaba por irse cuando ella lo retuvo.
-Nicolás-el se giró la miró.-Desde que hablamos he estado pensando sobre lo que me has propuesto y… vale. Acepto salir de aquí y estar vigilada las veinticuatro horas del día por algún extraño.
-Perfecto-contestó Nicolás sonriendo.-Vamos mejorando ¿o no?
La muchacha asintió sonriendo falsamente. Estaba feliz por dentro porque pensaba que si ahora aceptaba la propuesta de Nicolás, él se negaría a llevarla acabo por el gran espectáculo que había montado aquella tarde. Al no ser así, se alegró. Eugenia había estado aquella tarde pensando y recapacitando. Fuera iba a tener más posibilidad de deshacerse de Nicolás que entre aquellas cuatro paredes a pesar de tener a alguien detrás suyo todo el día.
-Vaya, la primera vez que te veo sonreír-comentó mirándola fijamente.
Él se dispuso a irse, y en la puerta le dijo, al caer en la cuenta de por qué Eugenia había sonreído y había mostrado un poco de felicidad:
-Pero hay una cosa que tengo que advertirte, rubia-la miró.- Como se te pase por la cabeza intentar contactar con Peter o con alguno de sus amigos, te prometo que no dudaré ni un segundo en…
-Lo sé-dijo interrumpiéndolo.-No te preocupes, no hablaré ni con Peter, ni con nadie. Ya he entendido tus normas y las acataré, como pueda, pero las acataré.
-Así me gusta, que vayas entendiendo como son las cosas-comentó Nicolás cerrando la puerta pero esta vez no cerró con llaves.

Continuará...

[Hola, holita. Ya he vuelto. Pero en poco me iré. Tengo solo un capítulo más escrito, así que seguramente también suba :) & nada, que me da mucho rabia no poder escribir porque en un par de caps o mas llega lo interesante xD ]

2 comentarios:

  1. Nooooooo puede ser nicolas te odio un poco mas en cada capitulo!!! Espero que euge pueda hacer algo pobre mi pitt esta sufriendo mucho :( quiero mas mas!! sube mas pleaseeeee

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  2. Como siempre: ODIO A NICOLAS!!!!!!!
    Quiero que se encuentre con Peter, que le grita toda la verdad y que sean felices para siempre!!!! ç___ç
    Quiero mass, quieroo massss

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