viernes, 26 de abril de 2013

JF3. Capitulo 13.

Capitulo anterior:
-¿Por qué piensas eso?
-Es obvio, Candela. Podría pensar cualquier cosa pero… bueno, nada, tendré que apechugar con las consecuencias-dijo entristecida.
-Vamos, Euge. No estés triste… Si quieres yo le digo algo de tu parte-comentó intentando ayudarla.
-No es eso, amiga. No quiero que nadie le diga nada sino que quiero ir yo misma y hablar con él y arreglar las cosas entre nosotros.
-Entiendo...-hizo una pausa.-Pues si quieres te ayudo.
-¿Ayudarme, a qué?-preguntó mirándola.
-A librarte de ese idiota que está ahí fuera-dijo imitándola.-¿Qué te parece?
-¿En serio harías eso?
-Claro que sí, por una amiga lo que haga falta. Pero por favor no tardes mucho, yo intentaré hacerle creer a Julio que estás indecisa y que te estás probando muchos vestidos ¿de acuerdo?
-Si, perfecto-dijo abrazándola con fuerza.-Gracias, no sé como agradecerte esto que vas a hacer por mi…
-No hace falta, para eso somos amiga, tonta-le sonrió y la apretó más contra ella.
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Lo había conseguido. Eugenia había conseguido librarse de Julio y ahora estaba de camino hacia la casa donde había vivido tantos momentos bonitos junto a Peter. Iba en el taxi y tenía su móvil entre las manos. Nicolás se lo había devuelto pero no sin antes borrar los números que no le convenían a él. Eran las once y cuarto y Peter entraba a trabajar a las doce. Le daría muy poco tiempo para hablar con él pero se conformaba con verlo. Los minutos transcurrían y el trayecto entre la tienda de los vestidos de novias y la casa de Peter se estaba haciendo eterno.
Al llegar, pagó al taxista y se bajó del coche. Estaba allí, por fin. Llevaba días soñando con ese momento, con qué decirle, cómo pedirle perdón, cómo explicarle todo y rogarle que no se meta para no sufrir con las consecuencias. Durante ese mes que había estado alejada de él lo había echado mucho de menos y necesitaba verlo, oír su voz, recordar como olía… lo necesitaba tanto. La rubia respiró hondo y se dirigió hacia la casa. Una vez delante de la puerta, llamó al timbre y mientras esperaba empezó a morderse la uña por el nerviosismo. Abrieron la puerta y se encontró de frente con un rubio de más o menos su misma estatura, quizás unos centímetros menos, de ojos realmente bonitos y el pelo un poco más largo de lo que ella recordaba.
-¡Eugenia!-exclamó al verla.
-¡Gastón!-dijo abrazándolo con fuerza.
-Pero… ¿qué haces aquí?-preguntó apretándola fuerte contra él.
-He venido a veros-contestó mirándole.
-¡Vaya! No sabes cuánto te he echado de menos…Estás cambiada, estás muchísimo más guapa.
-Gracias, Gas. Será cosa del embarazo-dijo sonriendo ampliamente.
-Bueno, pasa-dijo dejándole paso.
La muchacha entró y Gastón cerró la puerta.
-Vamos a la cocina-dijo yendo hacia ese lugar.-Estaba desayunando. ¿Quieres algo?
-No, gracias-le agradeció.-Bueno, Gas, ¿cómo estás? ¿qué ha sido de ti este último mes?
-Igual que siempre. No ha habido muchos cambios, la verdad. Sigo con el bar que va viento en popa pero se nota tu ausencia.
-Mientes…-dijo sentándose en un taburete de la cocina.-Seguro que ya habéis encontrado a alguien que me reemplace.
-Si, la hemos encontrado pero ninguna como tú-le sonrió.-Pero bueno, cuéntame tú. ¿Cómo te está yendo?
-Bien, no me puedo quejar-contestó sonriendo.
-Supongo que estarás feliz, este 11 de julio te casas ¿no?
La sonrisa de la muchacha se esfumó durante unos segundos.
-Si…me caso-hizo una pausa.-Pero, ¿cómo sabes el día que me caso?
-Porque nos ha llegado vuestra invitación de boda.
-¿Nuestra invitación de boda?-preguntó sorprendida.
No se lo podía creer, Nicolás había mandado invitaciones de boda a Gastón y también a Peter. Sin duda este hombre era de lo peor. ¿Cómo se había atrevido a hacer eso? Eugenia resopló moviendo la cabeza frustrada.
-Pero no te preocupes, a Peter no le ha llegado la suya-comentó Gastón tomando un sorbo del café que tenía delante.
-¿No?-preguntó mirándole.
Él negó con la cabeza.
-En realidad no se si debería contarte esto…pero Peter ya no vive aquí-dijo con total tranquilidad.
-¿Cómo que no vive más aquí?-preguntó asombrada por la nueva noticia mientras esperaba impaciente a que Gastón dase otro sorbo al café que se enfriaba.
-No, él…se mudó-contestó el muchacho intentando dar la menor información posible.
A Eugenia le había pillado por sorpresa. No podía imaginarse la idea de que Peter se hubiese ido, lejos, lejos de allí, de ella, de…Suspiró.
-Pero, ¿a dónde?-preguntó Eugenia sin ocultar las ganas que tenía de saber sobre el paradero de Peter.
-Euge, yo…-vocalizó Gastón sin saber qué decir.
-Gas, por favor-le rogó.-Se que te resulta muy violento hablar sobre tu primo conmigo después de que…bueno, cortáramos por mi culpa y después de que lo destrozase pero… necesito verlo, necesito saber sobre él, cómo le va, qué es de su vida, si…
-Si está con otra…-interrumpió Gastón mirándola fijamente.
La muchacha miró al muchacho seriamente.
-Saber si está con otra-repitió admitiendo la verdad.-Sé que no debería preocuparme por eso…pero… a pesar de haber metido la pata y haber hecho las cosas que no debía, yo amo a tu primo como nadie.
-Y si es así, ¿por qué te vas a casar con Nicolás?-preguntó Gastón recriminándola.
-Gas, todo tiene su explicación…
-Por supuesto, me imagino-la interrumpió el muchacho empezando a molestarse por el comportamiento de la rubia.-Estuviste con Peter hasta aburrirte de él y cuando viste que vuestra relación no iba a más, decidiste irte con otro. Lo comprendo. Eso le pasa a millones de personas pero lo que no entiendo es el por qué no cortaste con mi primo antes, en el momento en que te diste cuenta de que no le querías más y en el momento en que preferiste estar con otro…No comprendo tus mentiras, ni tus engaños. ¿Por qué? ¿Por qué los hiciste?-el muchacho siguió hablando y recriminándole las cosas que desde su punto de vista, Eugenia había hecho mal.
La muchacha bajó la cabeza mientras lo escuchaba hablar. ¿Qué podía hacer? No podía contarle toda la verdad, eso solo provocaría que las cosas empeorasen. Así que permaneció callada con un gran nudo en la garganta y con las lágrimas asomándose por sus ojos. Una vez que ya no escuchó más la voz de Gastón, levantó la cabeza y vio el gesto inexpresivo y pasivo de Gastón. Se había dado cuenta de que estaba siendo cruel, demasiado cruel con la muchacha.
-Euge, perdón, yo no…-trató de decir.
-No te preocupes-dijo la muchacha ocultando momentáneamente el rostro para evitar que le viera las lágrimas que se le habían escapado.-Me lo merezco.-Se limpió la cara disimuladamente.-Eh…-vocalizó.-Gas, será mejor que me vaya-dijo aproximándose a la puerta de la cocina.
-Eugenia, espera-intentó detenerla.-Perdóname, no soy quién cómo para echarte en cara esto. En todo caso tendría que decírtelo Peter, no yo.
Ella se dirigió hacia la entrada mientras el rubio la seguía pidiéndole perdón. Eugenia abrió la puerta, estaba por salir cuando Gastón la agarró del brazo girándola y la abrazó con fuerza.
-Lo siento, Euge-le susurró el muchacho.-No he sido muy sutil al decirte las cosas. Es más no debería haber dicho nada, pero hay cosas que no entiendo. Había jurado que amabas a mi primo pero por las cosas que han ocurrido me han hecho darme cuenta de que sin duda me equivocaba…
-No pasa nada, Gas-dijo Eugenia en voz baja con las manos sobre el abdomen del muchacho e intentando separar su cuerpo del de él.-En serio, Gas, tengo que irme. Se me ha hecho tarde-comentó la muchacha logrando que él la soltase.
-Por favor, quédate y déjame compensarte la metedura de pata.
-Me encantaría pero…
-¡Ey, Gas!-exclamó una voz masculina a las espaldas de la muchacha haciendo que ella diese un respingo.
No podía ser…esa voz, esa entonación, esa exclamación, ese perfume, ese escalofrío recorriendo el cuerpo de la muchacha, ese…ese…ese hombre.
-Peter-dijo Gastón mirando a la rubia que todavía no se había dado la vuelta.- ¿Qué haces aquí?
Peter se quedó mirando fijamente esa melena rubia que caía sobre los hombros de la muchacha, ese cuerpo perfecto e indiscutiblemente irreconocible. Ella, ¿qué hacía ella aquí?
-He venido a…-empezó a decir Peter pero se quedó callado cuando Eugenia se dio la vuelta y lo miró fijamente a los ojos.
Ambos se miraban sin apartar los ojos el uno del otro y sin pestañear si quiera. La tensión que había en el aire se podía cortar con un cuchillo. Sus corazones iban a mil por hora, el nerviosismo aumentaba. ¿Y ahora qué? Eugenia lo tenía allí delante, plantado, tan guapo como siempre, tan solo había cambiado su pelo que ahora lo tenía más corto. Las cosas que le producían no eran normales, eran inexplicables… Le encantaría tirarse a sus brazos y besarle hasta quedarse sin aire pero, sin duda, las cosas no iban a ser tan fáciles.
-H…hola…-saludó ella tímidamente.
Él la miró durante un instante más y después pasó a su lado, sin mirarla, saludó a Gastón y entró en la casa sin decirle absolutamente nada. Eugenia sintió un fuerte dolor en el pecho, como si le hubiesen agarrado el corazón y lo hubiesen pisoteado una y otra vez. Su respiración empezó a alterarse y las lágrimas volvieron a asomarse por sus ojos pero esta vez no hizo falta ni que pestañearan, salieron disparadas de sus ojos y recorrieron sus mejillas hacia abajo hasta caer sobre su ropa y dejar la señal húmeda sobre la prenda.

 Continuará...

1 comentario:

  1. OMG T____T
    Quiero que se arregle todo yaaa, que Euge le diga toda la verdad a Peter y que el haga algo, que maten a Nicolas, que sean felices de una vez, por dios ¢____¢
    Quiero mas, mas, masssss porfiiii

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