Con el corazón acelerado por la
emoción de verlos allí, empezó a golpear el cristal y a gritar tratando de que
mirasen hacia la ventana. Sin éxito, buscó algo con que romper el cristal y
agarró la lámpara que había sobre la mesita de noche. Tomó impulso para
golpearla contra la ventana lo más fuerte posible y al tratar de hacerlo el
objeto se le escapó de entre las manos. Miró hacia atrás y vio a Nicolás que le
había quitado el objeto de la mano.
-¿Qué demonios crees que ibas a hacer?-preguntó él muy serio.
La muchacha en un último intento volvió a golpear la ventana tratando
de que Peter, apunto de cruzar la calle, mirase hacia aquella dirección. Peter
escuchó algo y miró hacia la ventana donde no había nadie. Nicolás había tirado
la lámpara encima de la cama y había apartado a Eugenia de la ventana. Peter
cruzó y miró hacia la casa de forma inconsciente una última vez y vio cómo
Nicolás echaba la cortina. Suspirando por no haber conseguido sonsacarle nada a
ese miserable, se subió al coche.
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Nicolás tenía a Eugenia agarrada por detrás; mientras que con una mano
le tapaba la boca para que dejara de gritar, con la otra la tenía bien sujeta
contra su cuerpo para que no se moviera.
-¿Ya estas tranquila?-le preguntó él cerca de su oído al ver que no
hacia más aspavientos.
Ella asintió y en el momento en que sintió que la soltaba se alejó
rápidamente de él dándose la vuelta para mirarlo.
-¡Te odio!-gritó Eugenia.- ¿Cómo puedes hacer esto? No lo entiendo-la
muchacha por haber perdido esa gran oportunidad, rompió en llanto.
-Euge, no llores por favor-dijo él acercándose a ella para abrazarla.
-¡No me toques!-exclamó echándose hacia atrás para mantener distancia
entre ambos.
-Está bien, será mejor que me vaya porque veo que vuelves a estar igual
de arisca que antes. Cuando te tranquilices hablamos y por si acaso me llevaré
esto-dijo agarrando la lámpara.-Para que no se te pase por la cabeza romper la
ventana.
-No necesito esa lámpara, me las arreglaré para romperla de otra forma.
-Perfecto, tú sabrás lo que haces. Si deseas matarte tirándote desde
esta ventana adelante, te espero abajo-dijo él irónicamente mientras iba hacia
la salida.
Estaba apunto de cerrar la puerta cuando la rubia agarró el pomo por el
lado de dentro e impidió que lo hiciera tirando con fuerza. Nicolás al ver sus
intenciones, tiró con fuerza y cerró la puerta de golpe produciendo un ruido
muy fuerte. La muchacha empezó a golpear con fuerza contra la puerta mientras
gritaba. Él tras cerrar con llaves, dijo:
-¡Cállate de una vez! Por mucho que grites no vas a salir de ahí.
-¡Sácame de aquí! ¡Abre esta puerta!
-Grita lo que quieras, cariño.
-¡No me llames así!-golpeó con furia la puerta.- ¡Te odio!-exclamó con
toda su rabia.
Peter llegó a su casa y subió directamente hacia su habitación. No
tenía ganas de hablar nada con nadie. Se quitó la ropa y se metió en el baño.
Necesitaba una ducha caliente para relajarse un poco. No conseguía adivinar qué
había hecho Nicolás pero sabía perfectamente que él estaba metido y era el gran
causante de la desaparición de Eugenia. Tras darse una larga ducha, se vistió
con un pantalón de pijama y se sentó en su cama. Con la espalda apoyada en el
cabecero, miró hacia la zona de la cama donde ella tendría que estar durmiendo
plácidamente esa noche pero no era así. Suspiró entristecido.
-Eugenia… ¿dónde estarás?-preguntó en voz baja.-Espero que no te haya
pasado nada grave…
Volvió a suspirar.
A la mañana siguiente, Eugenia se despertó por la extraña sensación de
que alguien tenía los ojos clavados en su rostro y así era. Nicolás. Le había traído
el desayuno y se había quedado allí observándola mientras dormía. Nada más
verlo se sentó en la cama alejándose de él y le preguntó de muy mal humor:
-¿Qué haces aquí?
-Te he traído el desayuno.
-Pues ya puedes llevártelo, no pienso comer nada hasta que no me dejes
salir de aquí-dijo cruzando los brazos por debajo de sus pechos.
-De acuerdo. Me parece bien, te dejo salir.
-¿Cómo?-preguntó mirándole sin entender lo que había dicho.
-Lo que oyes, puedes salir…
-¿En serio?-preguntó aún sin comprender nada.
-Si-contestó.
Eugenia ante tal afirmativa se dispuso a levantarse de la cama pero él
la frenó, volviéndola a colocar tal y como estaba.
-Pero…
-¿Pero? Oh, claro, siempre hay un pero-resopló.-Pero ¿qué?
-Vas a tener que hacer absolutamente todo lo que yo te diga y a cambio
de eso dejaré que salgas de aquí y que hables con Peter.
-No lo entiendo.
-Es muy fácil…-dijo enseñándole su móvil.-Quiero que cojas mi móvil y
llames a Peter para citarlo en algún lugar para que habléis.
-Hablar. ¿Hablar, de qué?
-Verás, retomando nuestro conocido y peculiar juego de ajedrez, si no
me equivoco ayer hiciste un movimiento que te salió muy mal yendo a la policía
y hoy, me toca a mí. Y con este movimiento voy a quitar del medio a tu rey y espero
terminar esta partida de una vez con un jaque mate-sonrió.
-Explícate-dijo Eugenia mirándole fijamente.
-Cuando tú y Peter quedéis a solas, vas a hacerle creer que tanto las
fotos como el vídeo que le envié son totalmente ciertos, y además, vas a
hacerle creer que el hijo que esperas no es de él, sino mío.
Eugenia sonrió sarcásticamente.
-¿En serio piensas que voy a hacer eso? ¡Ni de broma!
-Está bien, como tú quieras… si no haces eso, tendré que quitar a tu
rey del camino definitivamente pero no solo del juego…
-No… Nicolás no puedes ser capaz de… ensuciar tus manos solo para que
yo esté contigo…no…
-¿Te recuerdo lo que intente hacer ayer? Casi conseguí matar a ese hijo
que llevas dentro pero gracias a Dios que no, porque ahora podré utilizarlo
para alejar a Peter de ti para siempre.
Eugenia se llevó las manos a la barriga y lo miró con furia.
-Eugenia, yo expongo las opciones y tú eliges-dijo repitiendo la frase
del día anterior.- ¿Qué prefieres? ¿A Peter vivo o muerto?
El móvil, encima de la mesita de noche, empezó a sonar. El muchacho de
ojos verdes se había quedado dormido y estaba en la misma postura del día
anterior. Sentado sobre la cama con las piernas estiradas y la cabeza echada
hacia atrás. Oyó el sonido de llamada y se despertó. Soñoliento, agarró
rápidamente el móvil, cabía la posibilidad de que fuera Eugenia y así era.
-¿Diga?-dijo nada más acercarse el aparato a la oreja.
-Hola, Peter-saludó la muchacha tratando de tranquilizarse.
-¿Eugenia?-preguntó asombrado al reconocer la voz.- Euge, mi amor,
¿dónde estas?
-Estoy en…-empezó a decir pero Nicolás la detuvo tan solo mirándola con
los ojos entrecerrados.-No importa eso-concluyó al no saber inventarse ningún
lugar.
-¿Cómo que no importa? ¡Vamos, Euge! Ayer por la mañana desapareciste
sin dejar rastro, no sé por qué, no sé dónde has pasado la noche, si estas bien
o mal…
-Peter, por favor, solo escúchame. Necesito que nos veamos.
-Claro, por supuesto y yo necesito verte y que me expliques qué diablos
ha pasado y por qué te has ido así tan de repente.
-Eh… veámonos en una hora en…
-¿No vienes a casa?-preguntó interrumpiéndola.
-No, mejor no. Quedemos en…-se quedó callada pensando un lugar idóneo
para aquello.
Nicolás le alejo el móvil y habló en voz baja.
-En el bar de Gastón y de mi amigo.
Eugenia suspiró. Sabia que en aquel lugar iban a llamar la atención, lo
que tendría que decirle a Peter no iba a ser nada agradable.
-¿Eugenia estas ahí?-preguntó Peter al no escucharla más.
-Si, si. Perdona, eh…quedemos en el bar de Gas, ¿vale? Te veo en una
hora.
-Esta bien, pero ¿qué ocurre? Te noto rara.
-No pasa nada, solo necesito que hablemos.
-Pero dime al menos cómo est…-Peter dejó de hablar, Eugenia había
colgado.
Extrañado miró su móvil y vio que Eugenia había llamado como
‘desconocido’ y no se registraba el número.
Nicolás y Eugenia acababan de llegar al bar. Estaban apunto de entrar
cuando él la detuvo en la puerta.
-Un segundo-dijo asomándose.-Como me imaginaba tu galán ya ha
llegado-comentó viendo a Peter sentado en una de las tantas mesas del interior.
-Bueno, pues quédate aquí. No pretenderás que entremos juntos
¿no?-preguntó mirándole.
-No, por supuesto que no. Pero quiero que te pongas esto-dijo sacando
una pulsera del bolsillo.
Era de cuero negro y cómo adorno tenía un círculo metálico.
-¿Qué es esto?
-Una pulsera eléctrica que quiero que te pongas y si te sobrepasas o
dices algo que no debes, pulsaré este botón-dijo enseñando un pequeño mando del
mismo color que la pulsera.-Y te darán una pequeña descarga eléctrica.
-¿Qué? ¿Me estas hablando en serio?-sonrió sarcásticamente.-Ya de paso me pones un collar de
perro y cuando haga algo que no te guste me pegas un tirón.
-No sería mala idea-dijo bromeando.
Eugenia le miró con mala cara y se decidió a entrar.
-Espera, ¿a dónde vas?
-A acabar de una vez con esto-contestó evitando que le agarrara el
brazo y la detuviera.
La muchacha cruzó el marco de la puerta y buscó a Peter con la mirada.
Allí estaba, radiante e impecable como siempre sentado en una mesa. Él levantó
la vista y ambas miradas se cruzaron. El pulso de Eugenia se aceleró. ¿Cómo iba
a lograr lo que Nicolás quería que hiciese sin hacerle daño? Era imposible.
Continuará...
Aiiii noooo :SS
ResponderEliminarSe encontraron Euge y Peter!!!!
Quieroooo massssss