-Venga,
Luca-empezó a hablar Peter.-Dejemos a los dos tortolitos solos, ya mañana
planeamos todo o tú y yo lo hacemos en un momento, tan mal no se nos puede dar
montar una fiesta.
-Cierto,
chavales. Así que si nos disculpáis-comentó Nicolás, que giro el rostro de
Eugenia que miraba a Peter y la besó.
Cuando
se separaron, Eugenia buscó con la mirada a Peter pero ya estaba lejos, se
había dado la vuelta y caminaba hacia su cabaña junto a Luca.
-¡Gracias,
chicos!-gritó la rubia.
-Adiós,
Eugenia-se despidió Peter.
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Al
día siguiente, había llegado el día. El día que Candela había estado esperando
hacía un año. Era su cumpleaños. Se había pasado la noche dando vueltas en la
cama impaciente de que pasaran las horas y no conseguía conciliar el sueño de
la emoción que tenía en el cuerpo. Cuando consiguió dormirse, poco tiempo
después Eugenia y las dos compañeras que tenían en la cabaña, Paloma y Alicia,
estaban encima de ella despertándola y felicitándola a los gritos.
-¡¡¡FE·LI·CI·DA·DES!!!
-¡Chicas!
¡Ssshh!-pidió Candela tapándose la cabeza con la almohada.
Paloma
se la quitó.
-¡Vamos,
Cande! Arriba, que es tu cumpleaños-decía Eugenia.
Las
chicas montaron una mini fiesta con la música de los móviles en la habitación
hasta que sonó la campana de ir a desayunar. Candela estaba ansiosa de ver a
Luca. Al entrar en el comedor, el primero que se le acercó y la felicito fue
Peter. La abrazó y le dijo “felicidades” con su encantadora sonrisa de siempre.
Después se acercó Darío. Las chicas se sentaron en su mesa y esperaron su turno
para coger el desayuno. Candela se levantó y se giró para buscar a Luca en su
mesa y se encontró de frente con él.
-Hola,
mi amor-saludó ella con una amplia sonrisa.
-Hola,
felicidades-dijo él sonriendo. La agarró de la cara y la besó con pasión.
Candela le rodeó el cuello con sus brazos y siguió besándolo mientras que él le
agarró la cintura y la acercó más a él. Las chicas se dieron cuenta y
exclamaron al unísono un “¡Uh!” que avergonzaron a ambos, que tímidamente se
separaron.
-Te
quiero-dijo Luca, dándole un pico.-Me voy a mi mesa, después hablamos
¿vale?-sonrió.
-Yo
también te quiero-se quedó un rato de pie, mirando como Luca se acercaba a su
mesa y se sentaba con sus amigos.
Después
de desayunar, todos fueron a hacer las actividades del campamento. En ese día a
las dos amigas, Eugenia y Candela, les había tocado estar en el mismo grupo y
la actividad que hacían era: “encontrar objetos sumergidos”.
-Os
vais a dividir en dos grupos, los naranjas y los verdes-explicaba la monitora
del grupo.-En el fondo de la piscina del campamento hemos dejado dos piedras
con unas marcas con los dos colores, y un componente de cada equipo...-la
monitora seguía explicando pero Eugenia y Candela habían dejado de escuchar y
se habían puesto a hablar entre ellas hasta que la monitora les llamo la
atención; y ambas se callaron.
Tiempo
después habían acabado con la primera actividad del día y les tocaba descansar
un rato hasta que empezara la segunda. Candela había perdido de vista a
Eugenia, y la estaba buscando, preguntando a sus compañeras si la habían visto,
pero todas decían que no. Candela se alejó de la zona donde estaba su grupo
descansando. Caminaba tranquilamente por allí, buscando a Eugenia, cuando se
topó con su hermano Nicolás.
-¡Hermana!-exclamó
Nicolás abrazándola-¡Felicidades!-sonrió y la abrazó con fuerza.-
Perdóname
por no felicitarte esta mañana pero tenía mucho jaleo.
-No
importa-se separaron.-Y muchas gracias, hermanito-sonrió.
-Bueno,
¿y qué haces aquí?-preguntó Nicolás mirándola.
-Buscaba
a Eugenia, que no se donde se metió.
-¡Qué
casualidad! Yo también la estoy buscando. Mire en su cuarto, en los baños, en
el lago y nada.
-Espera,
espera. ¿La buscabas a ella y a mi no?-lo miro boquiabierta.-Hoy es mi
cumple-dijo inflándose los mofletes como una niña chica.
-Anda
tonta. Sabes que os buscaba a las dos-la abrazó.
-Ya,
claro.
El
estómago de Candela empezó a sonar, la muchacha tenía hambre. Ella se llevó las
manos a la barriga.
-¡Uh!
Pero si acabo de desayunar.-resopló y miro a su hermano.
-Pero
si estas casi en los huesos, normal que tengas hambre.
Candela
lo miró ofendida.
-Oye,
que estoy fenomenal-lo miraba con mala cara.
-Siendo
así o no tienes hambre así que ven conmigo a la cocina y te pillas algo para
comer.
-No,
no. Tengo que volver porque seguramente ya van a empezar con la segunda
actividad del día.
-Me
da igual-dijo tirando de su hermana.
Mientras
tanto en la cocina, estaban Eugenia y Luca con un monitor preparando la tarta
de cumpleaños para Candela.
-Chicos,
voy a ver donde se metió Nicolás -dijo el monitor yendo hacia la
puerta.-Ustedes sigan con eso, que ya mismo vuelvo y os sigo ayudando.
-De
acuerdo-dijeron al unísono Eugenia y Luca, lo que provocó que ambos se miraran
y rieran.
Los
dos hicieron caso de lo que el monitor había dicho y siguieron manos a la obra.
Luca levantó la mirada y vio un gorro de cocina muy gracioso. Pensando que
estaría bien hacer un poco la gracia y probárselo. Lo cogió y se lo puso.
-Mira-dijo
llamando la atención de Eugenia, que echó a reír nada más verlo.
-Te
queda perfecto. Te combina con el delantal.
-Gracias-sonrió
y se acercó a ella.-Oye, tienes un poco de harina en la cara.
-¿Ah
si? ¿Dónde?
-Aquí-dijo
ensuciando sus manos de harina y pasándosela por la cara.
-¡Oye!-exclamó
ella mirándolo.-Tú también tienes.
Eugenia
pasó su mano por la harina, pero antes de poder pasarle la mano por la cara del
muchacho, él se la agarró. Ella sin que Luca se diese cuenta se ensucio la otra
y se la paso por toda la cara. En ese momento Candela y Nicolás entraron en la
cocina. Cuando la muchacha de pelo castaño poso la mirada en las dos personas
que había en aquel lugar, dijo con la voz quebrada:
-Mi
novio y mi mejor amiga.-sus ojos se inundaron de lágrimas.
Melodi
estaba sentada en el césped tomando el sol, descansando porque por primera vez
se había esforzado en hacer una actividad. Estaba en biquini y tenía su ropa
extendida sobre la hierba, acababa de hacer la prueba de encontrar los objetos
sumergidos y quería aprovechar para ponerse morena.
De
repente sintió una mano posarse en su hombro, asustada, se giro y exclamó
ilusionada:
-¡Peter,
¿qué haces aquí?!
-¡Ssh!
Que no te escuchen, me escape un momento del sitio donde esta mi grupo para
venir a verte.
-¿Ah
si? ¡Qué bien!-sonrió.
-Melodi-pronunció
seriamente.-Tenemos que hablar.
Continuara.
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