Los
dos empezaron a bailar en la cocina al ritmo de la música. Cuando la canción
acabó, Peter había cogido a Eugenia de la muñeca y tirado de ella hacia él,
acabando los dos muy cerca el uno del otro. Tan cerca que podían sentir la
respiración del otro. Eugenia se sonrojo
y lentamente cerró sus ojos mientras acercaba sus labios a los de él. En el
momento en que sintió sus labios rozar con los de él, llevó una de sus manos al
rostro del muchacho y…
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Eugenia se quedó allí
plantada, no podía creer lo que había pasado; Peter la había esquivado y
evitado el beso. No entendía nada en aquel momento así que sin dudarlo fue
detrás de él. El muchacho había vuelto al salón y se había sentado. Miraba la
televisión, por lo que Eugenia se interpuso en medio y le preguntó:
-¿Por qué?
-¿‘Por qué’ qué?-preguntó
él haciéndose el desentendido.
-¿Por qué no me has
besado?
Peter la miro sonriendo.
-¿Me lo estas reprochando?
-No, solo te estoy
preguntando ‘por qué’.
Peter mantenía la sonrisa.
-La verdad, Eugenia, no lo
sé. No sé porque evite que nos besáramos. Será porque no tenía ganas, quién
sabe.
-Ah, así que no tenías
ganas… ¡Vaya!-gesticulaba mientras hablaba.- ¡Guai!-exclamó quitándose de
delante de la televisión.-…porque no tenía ganas…-se decía para sí misma sin
comprenderlo del todo bien.
-Euge-la llamó,
levantándose del sofá.
-¿Qué qui…?
Eugenia no pudo continuar,
Peter la había acorralado contra la pared y la había besado como nunca había
besado a nadie. La muchacha permaneció unos segundos en shock, pero al recobrar
la conciencia, le siguió el beso, sin dudarlo. La rubia rodeó con sus brazos el
cuello de Peter, mientras que él la presionaba contra su cuerpo. Lentamente
fueron transformando el beso en picos para luego frenarlo. Ambos con la frente
pegada, la una a la otra, se miraban a los ojos en silencio, hasta que él
sonriendo le dijo con una voz dulce:
-Ahora pregúntame por qué
lo he hecho…
Ella, con el corazón a mil
por horas y con la respiración cortante, hizo la intención de tomar aire para
preguntarle pero sonrió y lo volvió a besar.
Ya era de noche, los dos
estaban sentados en la cama mirándose el uno al otro mientras jugaban con las
cartas de una baraja que Peter había encontrado en el interior de la mesilla de
noche. Eugenia tenía la mirada clavada en la del muchacho mientras cogía una
carta del montón lentamente y esperaba a que Peter cogiese otra para que así
los dos, a la vez, le diesen la vuelta y el que tuviese la carta del menor
número tenía que pagar prenda, literalmente, una prenda. Ambos giraron las
cartas y comprobaron que Eugenia tenía un dos y Peter un nueve. El muchacho
sonriendo, le dijo:
-Mmm…empezamos bien.
Eugenia le dedico una
mirada de pocos amigos y se quito la blusa lentamente.
Peter y Eugenia siguieron
jugando a ese juego durante un buen rato hasta que tras una partida Peter había
perdido y se había quitado la única prenda que le quedaba, exceptuando los bóxers.
Eugenia sonreía, estaba contenta por estar en aquella situación, aunque ella
estaba en las mismas, una partida perdida más y tenía que quitarse alguna
prenda imprescindible. Para evitar tal cosa, dijo:
-Bueno, ¿dejamos de jugar
ya?-lo miro sonriendo.
-¿Qué? ¿Ahora? ¿En el
momento más interesante? -preguntó con una sonrisa burlona.- ¿Qué pasa? ¿Tienes
miedo de perder?
-No-mintió.-El problema es
que ya es muy tarde y tengo sueño-dijo mirando al reloj.
-Pero ¿qué dices? Si solo
son las once-comentó él.-Pero bueno esta bien, dejémoslo aquí. Quizás sea
demasiado para ti…-dijo Peter intentando molestarla para que se animase a
continuar con el juego.
-¡¿Qué?!-exclamó
ofendida.-Coge una carta-dijo ofreciéndole la baraja.
Peter sonrió y cogió una
carta. Eugenia molesta también la cogió. Lentamente giraron las cartas y la
rubia exclamó:
-¡Mierda!
Peter empezó a reírse por
la cara que acababa de gesticular la muchacha.
Eugenia suspiro y se llevó
las manos al cierre del sujetador pensando que Peter la iba a detener, y así
fue.
-Espera-dijo.- ¿Me dejas
hacer a mi los honores?-preguntó llevando su mano al tirante del sujetador y
acercándose a ella.
Lentamente deslizo el
tirante por el hombro de Eugenia y al notar la respiración entre-cortada de la
muchacha y lo nerviosa que estaba; sonrió y le susurro al oído:
-Tranquila, nunca sería
capaz de hacerte esto.
Peter le dio un dulce beso
en el cuello y le volvió a dejar el tirante del sostén como estaba en un
principio. Eugenia incrédula e incómoda por la situación, se levantó de la cama
sin decir nada y fue hacia el armario a por un pijama. Peter notándola rara se
acercó a ella por detrás y la abrazo antes de que empezará a ponerse la ropa.
-¿Qu-qué haces?-preguntó
ella al sentir el cuerpo caliente del muchacho contra el suyo.
-¿Qué te pasa?-preguntó
él, ignorando lo que ella había dicho.- ¿Te ha molestado algo?
-N-no-le costaba hablar,
estaba muy nerviosa.-Para nada, solo que creo que si hubiese sido otra persona
la que estuviese en tu lugar, no hubiera hecho lo mismo que tú…
-¿Te refieres a
Nicolás?-ella asintió provocando que Peter se apartara de ella molesto.-Espero
que esto te demuestre que yo no soy como Nicolás-puso ímpetu al pronunciar el
nombre de la peor pesadilla de Eugenia.
-Pero espera…-dijo ella
agarrándole del brazo.-No te enfades.
-No, sino me
enfado-contesto cortante mirándola a los ojos para luego irse a la cocina a por
un vaso de agua.
Eugenia vio como se iba
sin más, suspiro profundamente y empezó a vestirse el pijama. Cuando acabó, lo
fue a buscar. Se asomó por la puerta de la cocina y vio que allí no estaba.
Seguidamente fue al salón y lo vio sentado en el sofá con la cabeza echada
hacia atrás con los ojos cerrados. Eugenia se acercó por detrás del sofá y
deslizo sus manos por el pecho descubierto de Peter, haciendo que el muchacho
se asustase y abriese los ojos rápidamente.
-Lo siento-le susurró
Eugenia al oído.
-No hace falta que me
pidas perdón, Euge-dijo él con un tono cortante.
-Me equivoque al nombrar a
Nicolás y a compararte con él…-decía ella
-Está todo bien, Euge-le
dijo sonriéndole.
-¿Seguro?-pregunto ella
para asegurarse.
Él la miro, sonrió y
asintió. Euge un poco más animada dio la vuelta al sofá para sentarse al lado
de Peter, pero él hizo que la rubia se sentase sobre sus piernas, para luego
llevar su mano al rostro de Eugenia y besarla. En el momento en que se
separaron, Eugenia apoyo la cabeza en el hombro de Peter y él empezó a
acariciarle el brazo. La muchacha cerró los ojos pero los volvió a abrir al
instante cuando escucho la voz de Peter, que decía:
-¡Vaya! Aún lo
llevas-agarró entre sus manos el collar que colgaba del cuello de la rubia.
-¿Lo dudabas?-sonrió.
Hubo un pequeño silencio.
-¿Recuerdas lo que te dije
cuando te lo di?-preguntó él.
Ella asintió y dijo
levantando la cabeza del hombro de Peter:
-Creo recordar que dijiste
que tu madre te lo dio para que se lo regalases…
-Al amor de mi
vida-concluyó él.-Y no me equivoque al dártelo a ti.
Esas palabras hicieron que
a Eugenia se le erizase la piel y un escalofrío recorriese su cuerpo. No podía
creer lo que acababa de escuchar. Miro al muchacho que le dedicó una sonrisa y
le acaricio la mejilla. Eugenia, sin duda, estaba viviendo un sueño.
Continuará.
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