domingo, 20 de mayo de 2012

Capitulo 31: ¿Por qué?

Capitulo anterior:

Los dos empezaron a bailar en la cocina al ritmo de la música. Cuando la canción acabó, Peter había cogido a Eugenia de la muñeca y tirado de ella hacia él, acabando los dos muy cerca el uno del otro. Tan cerca que podían sentir la respiración  del otro. Eugenia se sonrojo y lentamente cerró sus ojos mientras acercaba sus labios a los de él. En el momento en que sintió sus labios rozar con los de él, llevó una de sus manos al rostro del muchacho y…

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 En el momento en que sintió sus labios rozar con los de él, llevó una de sus manos al rostro del muchacho y cuando estaba apunto de besarlo, Peter se alejó sonriendo y se fue de la cocina.
Eugenia se quedó allí plantada, no podía creer lo que había pasado; Peter la había esquivado y evitado el beso. No entendía nada en aquel momento así que sin dudarlo fue detrás de él. El muchacho había vuelto al salón y se había sentado. Miraba la televisión, por lo que Eugenia se interpuso en medio y le preguntó:
-¿Por qué?
-¿‘Por qué’ qué?-preguntó él haciéndose el desentendido.
-¿Por qué no me has besado?
Peter la miro sonriendo.
-¿Me lo estas reprochando?
-No, solo te estoy preguntando ‘por qué’.
Peter mantenía la sonrisa.
-La verdad, Eugenia, no lo sé. No sé porque evite que nos besáramos. Será porque no tenía ganas, quién sabe.
-Ah, así que no tenías ganas… ¡Vaya!-gesticulaba mientras hablaba.- ¡Guai!-exclamó quitándose de delante de la televisión.-…porque no tenía ganas…-se decía para sí misma sin comprenderlo del todo bien.
-Euge-la llamó, levantándose del sofá.
-¿Qué qui…?
Eugenia no pudo continuar, Peter la había acorralado contra la pared y la había besado como nunca había besado a nadie. La muchacha permaneció unos segundos en shock, pero al recobrar la conciencia, le siguió el beso, sin dudarlo. La rubia rodeó con sus brazos el cuello de Peter, mientras que él la presionaba contra su cuerpo. Lentamente fueron transformando el beso en picos para luego frenarlo. Ambos con la frente pegada, la una a la otra, se miraban a los ojos en silencio, hasta que él sonriendo le dijo con una voz dulce:
-Ahora pregúntame por qué lo he hecho…
Ella, con el corazón a mil por horas y con la respiración cortante, hizo la intención de tomar aire para preguntarle pero sonrió y lo volvió a besar.

Ya era de noche, los dos estaban sentados en la cama mirándose el uno al otro mientras jugaban con las cartas de una baraja que Peter había encontrado en el interior de la mesilla de noche. Eugenia tenía la mirada clavada en la del muchacho mientras cogía una carta del montón lentamente y esperaba a que Peter cogiese otra para que así los dos, a la vez, le diesen la vuelta y el que tuviese la carta del menor número tenía que pagar prenda, literalmente, una prenda. Ambos giraron las cartas y comprobaron que Eugenia tenía un dos y Peter un nueve. El muchacho sonriendo, le dijo:
-Mmm…empezamos bien.
Eugenia le dedico una mirada de pocos amigos y se quito la blusa lentamente.
Peter y Eugenia siguieron jugando a ese juego durante un buen rato hasta que tras una partida Peter había perdido y se había quitado la única prenda que le quedaba, exceptuando los bóxers. Eugenia sonreía, estaba contenta por estar en aquella situación, aunque ella estaba en las mismas, una partida perdida más y tenía que quitarse alguna prenda imprescindible. Para evitar tal cosa, dijo:
-Bueno, ¿dejamos de jugar ya?-lo miro sonriendo.
-¿Qué? ¿Ahora? ¿En el momento más interesante? -preguntó con una sonrisa burlona.- ¿Qué pasa? ¿Tienes miedo de perder?
-No-mintió.-El problema es que ya es muy tarde y tengo sueño-dijo mirando al reloj.
-Pero ¿qué dices? Si solo son las once-comentó él.-Pero bueno esta bien, dejémoslo aquí. Quizás sea demasiado para ti…-dijo Peter intentando molestarla para que se animase a continuar con el juego.
-¡¿Qué?!-exclamó ofendida.-Coge una carta-dijo ofreciéndole la baraja.
Peter sonrió y cogió una carta. Eugenia molesta también la cogió. Lentamente giraron las cartas y la rubia exclamó:
-¡Mierda!
Peter empezó a reírse por la cara que acababa de gesticular la muchacha.
Eugenia suspiro y se llevó las manos al cierre del sujetador pensando que Peter la iba a detener, y así fue.
-Espera-dijo.- ¿Me dejas hacer a mi los honores?-preguntó llevando su mano al tirante del sujetador y acercándose a ella.
Lentamente deslizo el tirante por el hombro de Eugenia y al notar la respiración entre-cortada de la muchacha y lo nerviosa que estaba; sonrió y le susurro al oído:
-Tranquila, nunca sería capaz de hacerte esto.
Peter le dio un dulce beso en el cuello y le volvió a dejar el tirante del sostén como estaba en un principio. Eugenia incrédula e incómoda por la situación, se levantó de la cama sin decir nada y fue hacia el armario a por un pijama. Peter notándola rara se acercó a ella por detrás y la abrazo antes de que empezará a ponerse la ropa.
-¿Qu-qué haces?-preguntó ella al sentir el cuerpo caliente del muchacho contra el suyo.
-¿Qué te pasa?-preguntó él, ignorando lo que ella había dicho.- ¿Te ha molestado algo?
-N-no-le costaba hablar, estaba muy nerviosa.-Para nada, solo que creo que si hubiese sido otra persona la que estuviese en tu lugar, no hubiera hecho lo mismo que tú…
-¿Te refieres a Nicolás?-ella asintió provocando que Peter se apartara de ella molesto.-Espero que esto te demuestre que yo no soy como Nicolás-puso ímpetu al pronunciar el nombre de la peor pesadilla de Eugenia.
-Pero espera…-dijo ella agarrándole del brazo.-No te enfades.
-No, sino me enfado-contesto cortante mirándola a los ojos para luego irse a la cocina a por un vaso de agua.
Eugenia vio como se iba sin más, suspiro profundamente y empezó a vestirse el pijama. Cuando acabó, lo fue a buscar. Se asomó por la puerta de la cocina y vio que allí no estaba. Seguidamente fue al salón y lo vio sentado en el sofá con la cabeza echada hacia atrás con los ojos cerrados. Eugenia se acercó por detrás del sofá y deslizo sus manos por el pecho descubierto de Peter, haciendo que el muchacho se asustase y abriese los ojos rápidamente.
-Lo siento-le susurró Eugenia al oído.
-No hace falta que me pidas perdón, Euge-dijo él con un tono cortante.
-Me equivoque al nombrar a Nicolás y a compararte con él…-decía ella
-Está todo bien, Euge-le dijo sonriéndole.
-¿Seguro?-pregunto ella para asegurarse.
Él la miro, sonrió y asintió. Euge un poco más animada dio la vuelta al sofá para sentarse al lado de Peter, pero él hizo que la rubia se sentase sobre sus piernas, para luego llevar su mano al rostro de Eugenia y besarla. En el momento en que se separaron, Eugenia apoyo la cabeza en el hombro de Peter y él empezó a acariciarle el brazo. La muchacha cerró los ojos pero los volvió a abrir al instante cuando escucho la voz de Peter, que decía:
-¡Vaya! Aún lo llevas-agarró entre sus manos el collar que colgaba del cuello de la rubia.
-¿Lo dudabas?-sonrió.
Hubo un pequeño silencio.
-¿Recuerdas lo que te dije cuando te lo di?-preguntó él.
Ella asintió y dijo levantando la cabeza del hombro de Peter:
-Creo recordar que dijiste que tu madre te lo dio para que se lo regalases…
-Al amor de mi vida-concluyó él.-Y no me equivoque al dártelo a ti.
Esas palabras hicieron que a Eugenia se le erizase la piel y un escalofrío recorriese su cuerpo. No podía creer lo que acababa de escuchar. Miro al muchacho que le dedicó una sonrisa y le acaricio la mejilla. Eugenia, sin duda, estaba viviendo un sueño.

Continuará.

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