Peter
al ver que Nicolás iba hacia allí, se iba a meter otra vez en el galpón, pero
se quedo quito al ver que Nicolás se había detenido con una chica.
-Hola-dijo
el rubio dándole dos besos a la muchacha que se le había posado delante.
-Hola,
lindo. ¿Te acuerdas de mi?-preguntó la chica.
-Mmm...No-contestó
algo confuso.
-Soy
Ana, nos liamos en la despensa hace unos días antes de que te pusieras de
novio, y…-empezó a acercarse a él.-quería repetirlo-lo besó.
Peter
que lo estaba viendo todo, no tardo en decir:
-No
puede ser...
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Ahora
tocaba el momento de una canción lenta, donde algunos chicos invitaron a las
chicas a bailar agarrados. Luca y Candela bailaban en el centro de la pista
mirándose a los ojos con sonrisas de oreja a oreja.
-Gracias,
mi amor-le agradeció Candela.
-No
las des-hizo una pausa.-Se que últimamente estuve muy distante de ti, y era
porque estaba preparando esto.
-¿En
serio?-Luca asintió.
-¡Ei,
Luca! Al fin llegue-dijo un hombre rechoncho y con poco pelo, que estaba al
lado de los dos tórtolos.
Ambos
miraron al señor, y Luca se acercó a él y lo abrazó.
-Hermano,
ya pensaba que no llegabas hoy-se separó del hombre y miro a Candela.-Mira,
Camilo esta es mi novia Candela; Candela este es mi hermano Camilo.
La
morena mirando al hombre de arriba abajo asustada al no encontrarle ningún
parecido con “su Luca”, lo saludo con dos besos.
-Encantada.
-¡Eh!
Es linda, Luquita -le dijo el señor en voz baja a su hermano.
-Lo
sé, la más linda de todas-le pasó el brazo por el hombro a Candela.
La
muchacha acerco su boca a la oreja de Luca y le dijo en voz baja:
-¿Seguro
que es tu hermano?
-Si,
¿por qué?-le contestó riendo.
-No
se parecen en nada.
-Claro,
soy adoptado, Candela-ella lo miro boquiabierta.
-¿Cómo?
¿Qué eres adoptado?
-Si,
¿no te lo dije?
-No,
no me lo dijiste.
-¡Uh,
perdón! Se me paso.
-¿Cómo
se te pasa contarme eso?-preguntó Candela sorprendida.
-Bueno,
es que no le doy mucha importancia.
-Cuantas
cosas no sabré de ti todavía, Luca-dijo la chica mirando a su novio.-Y por
cierto, no quiero ser maleducada pero… ¿qué hace Camilo aquí?
-Ah,
sorpresa-contestó Luca agarrándola de la mano.- ¡Ven!
Nicolás
se apresuro a separarse de la chica, y a mirar a su alrededor para ver si
alguien los había visto. La muchacha intentó abalanzarse otra vez encima de él,
pero Nicolás la agarró fuertemente por los brazos y le dijo:
-¡No
lo vuelvas a hacer! Ahora tengo novia, y no quiero ponerle los cuernos, ni
mucho menos. Así que olvídate de tus ganas de volver a repetir lo de hace días
¿entendido?
-Bueno
esta bien, no sabía que te habías vuelto tan aburrido-dijo la chica marchándose
enfadada.
Nicolás
suspiro y camino hacia el galpón. Peter al verlo aproximarse se escondió entre
la gente y espero a que se metiera dentro para luego acercarse por detrás para
hablar con él.
-Ei,
Nico. Al fin apareces.
-Hola,
Peter. Tardé porque estaba preparando las últimas cosillas de la tarta de mi
hermana.
-Ah
bien, bien. Oye hablando de hermanas, ¿viste a la mía?-preguntó Peter
intentando sonsacarle a donde se había ido Eugenia.
-Si,
hace nada, la vi. ¿Para qué la buscas?
-Para
hablar con ella, tengo que decirle algo urgente.
-Ah,
pues ahora viene, se fue a cambiar porque la habían ensuciado o no se que cosa.
-Ah,
genial, pues la espero-sonrió.
En
ese momento los dos se toparon con Luca, Candela y un hombre que iban hacia
fuera.
-¡Cande!-exclamó
Nicolás abrazando a su hermana.-Felicidades otra vez.
-Tú
siempre tarde eh...-le regaño Candela achuchándole con fuerza.
-Bueno,
perdóname-se separo de ella.- ¿A dónde iban?
-Voy
a darle mi regalo a tu hermana-contestó Luca.
-Ah,
fantástico, yo los espero aquí con...-dijo Nicolás mirando a su lado.-...Peter
-al ver que el muchacho no estaba, se extraño.- ¿Dónde se metió este
chaval?-preguntó mirando a Luca y a Candela, que levantaron los hombros en
signo de no saber nada.
Eugenia
estaba sentada sobre su cama, mirando al suelo con los ojos llorosos y sólo
sabía suspirar y suspirar. Cansada de su situación, se limpio los ojos y se
empezó a quitar la ropa que llevaba, quedándose en ropa interior. Se agacho al
lado de su maleta, la abrió y busco ropa limpia. Cuando la eligió, se levanto y
la dejo encima de su cama. Estaba apunto de empezar a ponerse la blusa, cuando
sintió que alguien le llegaba por detrás y le tapaba la boca con una mano y la
otra la usaba para agarrarle por la cintura para que no se moviera. Eugenia
empezó a patalear intentando soltarse, sentía miedo pero sabía perfectamente de
quién eran esas manos que la agarraban. No fiándose de su intuición, le metió
un codazo en la barriga a la persona que tenía detrás. Se alejo de ella dándose
la vuelta y comprobó que tenía razón. Era él.
-Peter,
¿qué haces aquí?-preguntó Eugenia mirando como se retorcía de dolor por el
codazo.
-Venía
a hablar contigo-le contesto.-Eres una bruta, me has hecho daño-se quejaba.
-Bueno,
lo siento. Además, ha sido tu culpa por llegarme por detrás.
-Lo
se, pero llego a llamar a la puerta y no me dejas pasar porque estas...-se
quedo callado contemplándola de arriba a bajo.
Eugenia
al darse cuenta de que estaba en ropa interior, cogió su almohada e intento
taparse.
-¡No
me mires! Lárgate-gritó.
-No,
no quiero-dijo Peter sonriendo.
-¡Vete!
Fuera-decía Eugenia empujándole.-Si Nicolás te ve aquí nos mata.
-¿Sabes
que? Pensaba irme pacíficamente pero ahora me quedo, solo porque has
dicho eso-la miro y se sentó sobre la cama de Eugenia.
-No,
Peter, ¡vete! Por favor.
-No
me da la gana-contestó riendo.
-Bueno,
¿y a que has venido?-preguntó al ver que el muchacho estaba convencido en que
iba a quedarse.
-Ya
te lo dije, venía a hablar contigo.
-¿De
qué?
-De
lo que te contó Darío.
-No,
Peter por favor-le rogó de inmediato, no quería tocar ese tema, y mucho menos
ahora, que no se encontraba muy estable sentimentalmente.
-Está
bien-dijo él, agarrándole el brazo y acercándola a él.-Ven aquí.
Eugenia
se encontraba de pie, con sus piernas entre las de Peter, que estaba sentado en
la cama. Los dos se miraban a los ojos. El muchacho mientras mantenía la mirada
fija en la de ella, le quito la almohada que tenía entre sus manos y se fijo
que tenía una cicatriz junto al ombligo.
-¿Y
eso? ¿Cuándo te la hiciste?-preguntó él con una voz dulce, pasando las yemas de
sus dedos sobre la marca de la piel de la muchacha.
-Cuando
era pequeña, a mi madre se le cayó un espejo y yo aún no sabía andar bien. Me
tropecé, me caí y me clave un trozo de cristal roto. Por suerte no me paso nada
grave.
Peter
agarro a Eugenia por la cintura, y lentamente fue acercando su boca a la
cicatriz. Eugenia lo miraba nerviosa, su respiración y sus latidos iban cada
vez más rápidos, y se dispararon aun más al sentir los húmedos y cálidos labios
del chico sobre su piel. Eugenia cerró los ojos, y llevo sus manos al pelo de
Peter, y empezó a acariciarlo con dulzura y a entrelazar sus dedos entre su
hermosa cabellera. La muchacha se mordió el labio inferior aguantándose las
ganas de hacer realidad su deseo, el deseo de agarrar al muchacho y besarle
como nunca lo había hecho antes. Peter se separo de ella y la miro. Ella al no
notar más los labios del chico, abrió los ojos y lo miro.
-Eugenia.
-Dime-dijo
ella arrodillándose para estar más o menos a la misma altura que él.
-Sabes
que fuiste mi primer beso-ella lo miro extrañado.-El beso que nos dimos cuando éramos
pequeños, ese fue mi primer beso.
-¿De
qué beso me hablas? No recuerdo haberte besado aquel día.
-Fue
después de entrar en el edificio abandonado, te bese porque nos habíamos
quedado mirándonos fijamente a los ojos.
-No
lo recuerdo, te juro que no.
-Una
pena que no te acuerdes -Peter suspiro.-Pero tengo una idea-hizo una
pausa.-Quedémonos mirándonos a los ojos en silencio, quizás así te acuerdes de
aquel momento.
Eugenia
suspiro y tímidamente lo miro a los ojos, lo que provoco que su respiración y
sus latidos volvieran a dispararse y que se empezara a poner roja. Conocía al
muchacho de hacía mucho, pero aun no sabia controlarse cada vez que lo miraba a
los ojos. Peter con las yemas de sus dedos empezó a acariciarle la mejilla a
Eugenia, mientras le sonreía. Aquel momento estaba siendo perfecto para repetir
lo que había pasado hacia ya nueve años, pero los dos se estaban conteniendo,
sabían que no debían por mucho que quisiesen. En ese momento entre todo el
silencio que se había producido, se empezó a escuchar como el viejo pomo de la
puerta empezaba a girar. Ambos miraron asustados a la puerta.
Continuará.
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