domingo, 20 de mayo de 2012

Capitulo 24: Fuiste mi primer beso.

Capitulo anterior:

Peter al ver que Nicolás iba hacia allí, se iba a meter otra vez en el galpón, pero se quedo quito al ver que Nicolás se había detenido con una chica.
-Hola-dijo el rubio dándole dos besos a la muchacha que se le había posado delante.
-Hola, lindo. ¿Te acuerdas de mi?-preguntó la chica.
-Mmm...No-contestó algo confuso.
-Soy Ana, nos liamos en la despensa hace unos días antes de que te pusieras de novio, y…-empezó a acercarse a él.-quería repetirlo-lo besó.
Peter que lo estaba viendo todo, no tardo en decir:
-No puede ser...
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Ahora tocaba el momento de una canción lenta, donde algunos chicos invitaron a las chicas a bailar agarrados. Luca y Candela bailaban en el centro de la pista mirándose a los ojos con sonrisas de oreja a oreja.
-Gracias, mi amor-le agradeció Candela.
-No las des-hizo una pausa.-Se que últimamente estuve muy distante de ti, y era porque estaba preparando esto.
-¿En serio?-Luca asintió.
-¡Ei, Luca! Al fin llegue-dijo un hombre rechoncho y con poco pelo, que estaba al lado de los dos tórtolos.
Ambos miraron al señor, y Luca se acercó a él y lo abrazó.
-Hermano, ya pensaba que no llegabas hoy-se separó del hombre y miro a Candela.-Mira, Camilo esta es mi novia Candela; Candela este es mi hermano Camilo.
La morena mirando al hombre de arriba abajo asustada al no encontrarle ningún parecido con “su Luca”, lo saludo con dos besos.
-Encantada.
-¡Eh! Es linda, Luquita -le dijo el señor en voz baja a su hermano.
-Lo sé, la más linda de todas-le pasó el brazo por el hombro a Candela.
La muchacha acerco su boca a la oreja de Luca y le dijo en voz baja:
-¿Seguro que es tu hermano?
-Si, ¿por qué?-le contestó riendo.
-No se parecen en nada.
-Claro, soy adoptado, Candela-ella lo miro boquiabierta.
-¿Cómo? ¿Qué eres adoptado?
-Si, ¿no te lo dije?
-No, no me lo dijiste.
-¡Uh, perdón! Se me paso.
-¿Cómo se te pasa contarme eso?-preguntó Candela sorprendida.
-Bueno, es que no le doy mucha importancia.
-Cuantas cosas no sabré de ti todavía, Luca-dijo la chica mirando a su novio.-Y por cierto, no quiero ser maleducada pero… ¿qué hace Camilo aquí?
-Ah, sorpresa-contestó Luca agarrándola de la mano.- ¡Ven!

Nicolás se apresuro a separarse de la chica, y a mirar a su alrededor para ver si alguien los había visto. La muchacha intentó abalanzarse otra vez encima de él, pero Nicolás la agarró fuertemente por los brazos y le dijo:
-¡No lo vuelvas a hacer! Ahora tengo novia, y no quiero ponerle los cuernos, ni mucho menos. Así que olvídate de tus ganas de volver a repetir lo de hace días ¿entendido?
-Bueno esta bien, no sabía que te habías vuelto tan aburrido-dijo la chica marchándose enfadada.
Nicolás suspiro y camino hacia el galpón. Peter al verlo aproximarse se escondió entre la gente y espero a que se metiera dentro para luego acercarse por detrás para hablar con él.
-Ei, Nico. Al fin apareces.
-Hola, Peter. Tardé porque estaba preparando las últimas cosillas de la tarta de mi hermana.
-Ah bien, bien. Oye hablando de hermanas, ¿viste a la mía?-preguntó Peter intentando sonsacarle a donde se había ido Eugenia.
-Si, hace nada, la vi. ¿Para qué la buscas?
-Para hablar con ella, tengo que decirle algo urgente.
-Ah, pues ahora viene, se fue a cambiar porque la habían ensuciado o no se que cosa.
-Ah, genial, pues la espero-sonrió.
En ese momento los dos se toparon con Luca, Candela y un hombre que iban hacia fuera.
-¡Cande!-exclamó Nicolás abrazando a su hermana.-Felicidades otra vez.
-Tú siempre tarde eh...-le regaño Candela achuchándole con fuerza.
-Bueno, perdóname-se separo de ella.- ¿A dónde iban?
-Voy a darle mi regalo a tu hermana-contestó Luca.
-Ah, fantástico, yo los espero aquí con...-dijo Nicolás mirando a su lado.-...Peter -al ver que el muchacho no estaba, se extraño.- ¿Dónde se metió este chaval?-preguntó mirando a Luca y a Candela, que levantaron los hombros en signo de no saber nada.

Eugenia estaba sentada sobre su cama, mirando al suelo con los ojos llorosos y sólo sabía suspirar y suspirar. Cansada de su situación, se limpio los ojos y se empezó a quitar la ropa que llevaba, quedándose en ropa interior. Se agacho al lado de su maleta, la abrió y busco ropa limpia. Cuando la eligió, se levanto y la dejo encima de su cama. Estaba apunto de empezar a ponerse la blusa, cuando sintió que alguien le llegaba por detrás y le tapaba la boca con una mano y la otra la usaba para agarrarle por la cintura para que no se moviera. Eugenia empezó a patalear intentando soltarse, sentía miedo pero sabía perfectamente de quién eran esas manos que la agarraban. No fiándose de su intuición, le metió un codazo en la barriga a la persona que tenía detrás. Se alejo de ella dándose la vuelta y comprobó que tenía razón. Era él.
-Peter, ¿qué haces aquí?-preguntó Eugenia mirando como se retorcía de dolor por el codazo.
-Venía a hablar contigo-le contesto.-Eres una bruta, me has hecho daño-se quejaba.
-Bueno, lo siento. Además, ha sido tu culpa por llegarme por detrás.
-Lo se, pero llego a llamar a la puerta y no me dejas pasar porque estas...-se quedo callado contemplándola de arriba a bajo.
Eugenia al darse cuenta de que estaba en ropa interior, cogió su almohada e intento taparse.
-¡No me mires! Lárgate-gritó.
-No, no quiero-dijo Peter sonriendo.
-¡Vete! Fuera-decía Eugenia empujándole.-Si Nicolás te ve aquí nos mata.
-¿Sabes que? Pensaba irme pacíficamente pero ahora me quedo, solo porque has dicho eso-la miro y se sentó sobre la cama de Eugenia.
-No, Peter, ¡vete! Por favor.
-No me da la gana-contestó riendo.
-Bueno, ¿y a que has venido?-preguntó al ver que el muchacho estaba convencido en que iba a quedarse.
-Ya te lo dije, venía a hablar contigo.
-¿De qué?
-De lo que te contó Darío.
-No, Peter por favor-le rogó de inmediato, no quería tocar ese tema, y mucho menos ahora, que no se encontraba muy estable sentimentalmente.
-Está bien-dijo él, agarrándole el brazo y acercándola a él.-Ven aquí.
Eugenia se encontraba de pie, con sus piernas entre las de Peter, que estaba sentado en la cama. Los dos se miraban a los ojos. El muchacho mientras mantenía la mirada fija en la de ella, le quito la almohada que tenía entre sus manos y se fijo que tenía una cicatriz junto al ombligo.
-¿Y eso? ¿Cuándo te la hiciste?-preguntó él con una voz dulce, pasando las yemas de sus dedos sobre la marca de la piel de la muchacha.
-Cuando era pequeña, a mi madre se le cayó un espejo y yo aún no sabía andar bien. Me tropecé, me caí y me clave un trozo de cristal roto. Por suerte no me paso nada grave.
Peter agarro a Eugenia por la cintura, y lentamente fue acercando su boca a la cicatriz. Eugenia lo miraba nerviosa, su respiración y sus latidos iban cada vez más rápidos, y se dispararon aun más al sentir los húmedos y cálidos labios del chico sobre su piel. Eugenia cerró los ojos, y llevo sus manos al pelo de Peter, y empezó a acariciarlo con dulzura y a entrelazar sus dedos entre su hermosa cabellera. La muchacha se mordió el labio inferior aguantándose las ganas de hacer realidad su deseo, el deseo de agarrar al muchacho y besarle como nunca lo había hecho antes. Peter se separo de ella y la miro. Ella al no notar más los labios del chico, abrió los ojos y lo miro.
-Eugenia.
-Dime-dijo ella arrodillándose para estar más o menos a la misma altura que él.
-Sabes que fuiste mi primer beso-ella lo miro extrañado.-El beso que nos dimos cuando éramos pequeños, ese fue mi primer beso.
-¿De qué beso me hablas? No recuerdo haberte besado aquel día.
-Fue después de entrar en el edificio abandonado, te bese porque nos habíamos quedado mirándonos fijamente a los ojos.
-No lo recuerdo, te juro que no.
-Una pena que no te acuerdes -Peter suspiro.-Pero tengo una idea-hizo una pausa.-Quedémonos mirándonos a los ojos en silencio, quizás así te acuerdes de aquel momento.
Eugenia suspiro y tímidamente lo miro a los ojos, lo que provoco que su respiración y sus latidos volvieran a dispararse y que se empezara a poner roja. Conocía al muchacho de hacía mucho, pero aun no sabia controlarse cada vez que lo miraba a los ojos. Peter con las yemas de sus dedos empezó a acariciarle la mejilla a Eugenia, mientras le sonreía. Aquel momento estaba siendo perfecto para repetir lo que había pasado hacia ya nueve años, pero los dos se estaban conteniendo, sabían que no debían por mucho que quisiesen. En ese momento entre todo el silencio que se había producido, se empezó a escuchar como el viejo pomo de la puerta empezaba a girar. Ambos miraron asustados a la puerta.

Continuará.

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