domingo, 20 de mayo de 2012

Capitulo 29: Un viaje inesperado

Capitulo anterior:

Sólo sabía llorar y llorar, no entendía lo que había pasado. El chico por el que se había jugado y por el que sentía amor, la había defraudado. Estaba tumbada bocarriba mirando el techo mientras las lágrimas le recorrían el rostro. Después de tanto llorar se quedó dormida. Estaba teniendo una pesadilla, se movía mucho en la cama, estaba sudando, estaba sofocada… hasta que se despertó gritando. Miró el reloj, apenas eran las cuatro de la mañana, y cuando giró la mirada hacia el balcón vio gracias a las luces de las farolas que entraban por su ventana, una silueta en una esquina de la habitación.
-¿Quién está ahí?-preguntó asustada.
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- Soy yo, Peter-se acercó a la cama.
-¿Qué haces aquí?-preguntó malhumorada al encender la lámpara de arriba de su mesita de noche.
-Me desperté por la noche, y vine a ver si estabas aquí o te habías ido a la casa de Nicolás, y por lo que veo…
-¡Fui!-lo interrumpió.-Pero… no me quede mucho tiempo-se quedaron callados.-Y antes de que preguntes te digo que no paso nada entre él y yo.
Peter esbozó una pequeña sonrisa.
-Y… ¿por qué? Si se puede saber.
-Porque yo no quise-suspiro, doblando su almohada para tener la cabeza apoyada más alta y antes de que él pudiese formular la pregunta ella dijo:-no quise porque no te sacaba de la cabeza-hizo una pausa.- ¿Contento? Dije lo que querías escuchar-mientras hablaba no lo miraba a él, sino al techo.
-Si, muy contento-se arrodillo al lado de la cama.-La verdad no me creía que me lo fueses a admitir.
-Pues ya lo hice, ahora vete tranquilo a dormir-su voz se quebró y empezó a llorar.
-¡Euge! ¿Qué te pasa?-le preguntó preocupado.
-Nicolás-hizo una pausa porque no podía hablar.-…intento…-se quedó callada.
-No me jodas, Eugenia-dijo Peter cabreado al entender lo que pretendía decir la muchacha.- Dime por favor que no lo ha conseguido, que no te ha tocado ni un pelo.
-Eso quisiera…-comentó entre llanto y llanto.-Me desabrochó la blusa…y me besó por todo el cuerpo, aun tengo sus babas-hizo una pausa.-No me quiero ir a duchar porque despertaré a mi madre y no quiero que me vea así porque me preguntará qué me pasa y por qué estoy así y a ella no le se mentir.
Peter permaneció callado, no sabía que decirle. Lo único que le rondaba por la cabeza era regañarla, reprimirla y decirle que se lo había advertido pero no era el momento idóneo para eso. El muchacho respiró hondo, se levantó del suelo y se sentó en la cama, haciendo que ella se levantase y se sentase junto a él. La abrazó con fuerza y así los dos permanecieron un largo tiempo; ella llorando y él acariciándole el pelo con dulzura.
Peter miró el reloj de la mesilla de noche de Eugenia y dijo:
-Euge-se separó de ella y le miro a los ojos.-Ahora son las cinco y veinte; me voy a ir y en dos horas exactas volveré y más te vale que tengas hecha una maleta. Nos vamos a ir a pasar lo que queda de verano a un lugar que te va a encantar-hizo una pausa.-Voy a hacer que te olvides de lo ocurrido esta noche y de todo lo que viviste con el imbécil ese-Peter dibujo una media sonrisa tratando de transmitirle confianza.
-Peter…no…-suspiro.-No tengo ganas de nada y mucho menos de ir a ningún lado. Quiero quedarme en mi cama para siempre.
-Haré como si no hubiese escuchado nada, así que mas te vale tener una maleta en dos horas o te llevo a la fuerza sin ropa alguna y ¡ojo! Que nos queda casi un mes de vacaciones. Así que tú sabrás si quieres llevar durante un mes la misma ropa-se levantó de la cama y se marchó por el balcón.

Al cabo de dos horas exactas Peter estaba en el balcón de Eugenia con una maleta llamando a la puerta de cristal que estaba cerrada. La muchacha que estaba tumbada en su cama, levantó la cabeza, lo vio y fue a abrirle.
-¿Estás lista?-preguntó él nada más entrar.
-Peter, ya te dije que no pienso ir a ningún lado.
-Me da igual lo que digas, vas a venir-hizo una pausa.-A ver, ¿dónde tienes la maleta?-miro arriba del armario de Eugenia y la encontró allí.
La abrió encima de la cama y empezó a echar toda la ropa que tenía Eugenia en el interior de su armario. Después de meter todo, cerró la maleta a presión. La muchacha mientras tanto lo observaba sin hacer nada, ni oponer resistencia alguna. En ese momento se oyó la bocina de un coche.
-Ahí está-dijo Peter.
-¿Quién?
-Mi primo.
-¿Tu primo?
-Si-hizo una pausa y miro a la rubia.-Euge no es que no me guste tu estilo veraniego-dijo al ver que llevaba la blusa totalmente abierta por culpa de Nicolás, que había roto los botones la noche anterior.-Pero creo que vas a matar de un infarto a mi primo si te ve así; así que… -abrió su maleta que estaba mucho menos apretada y era más fácil de abrir.-Toma-le extendió una de sus camisetas.-Ponte esta-le sonrió.
-Gracias, pero no. No me voy a ir a ningún lado.
-Sabes que si-dijo Peter abriendo la puerta del cuarto de Eugenia y cogiendo las dos maletas.
El muchacho las bajó y las dejo en la entrada. Tras eso subió otra vez al cuarto y vio que la rubia se había tirado encima de su cama. La agarró en brazos y le dijo:
-Será mejor que no grites sino quieres despertar a tu madre.
-Peter, déjame-le decía enfadada.-No quiero ir-le hablaba en voz baja.
El muchacho bajo las escaleras con ella en brazos y en la entrada la bajo. Cerró la puerta antes de que ella pudiese retroceder y volverse a meter en su casa.
-A ver, Euge, mi primo esta allí-apuntó al coche que estaba a sus espaldas.-Tú eliges, ¿qué prefieres? Saludarlo con tu estilo veraniego o con mi camiseta.
-Peter, no tengo ganas de ir a ningún lado, me encuentro mal-le dijo con cara de pena.
-Lo sé, Euge, lo sé-le acaricio la cara.-Pero se que viniendo conmigo te lo vas a pasar bien y te vas a olvidar de todo. De verdad. Confía.
-No quiero, Peter.
-Bueno, está bien, como tú quieras-hizo el amago de volverla a coger en brazos.
-Vale, vale-le detuvo.-Está bien, me pondré tu camiseta.
-Así me gusta-le sonrió y cogió las maletas.-Vamos, anda.
-Pero espera, no le he dejado nada a mi madre avisándole-comentó Eugenia.
-Tranquila, mi madre lo sabe y le pedí que viniera a visitar a tu madre a eso de las diez de la mañana para avisarla.
-Pero me matará.
-No te preocupes, mi familia tiene un encanto especial para convencer a las personas-se rió.-Mi madre convencerá a la tuya de que este viaje te vendrá bien.
-Pero, ¿le has contado a tu madre lo que me pasó?-preguntó asustada.
Peter se detuvo, dejando las maletas cerca del coche y la miro.
-¿En serio me estas preguntando eso?
Eugenia se encogió de hombros.


Continuará.

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