domingo, 20 de mayo de 2012

Capitulo 30: Déjate llevar.

Capitulo anterior:

-Tranquila, mi madre lo sabe y le pedí que viniera a visitar a tu madre a eso de las diez de la mañana para avisarla.
-Pero me matará.
-No te preocupes, mi familia tiene un encanto especial para convencer a las personas-se rió.-Mi madre convencerá a la tuya de que este viaje te vendrá bien.
-Pero, ¿le has contado a tu madre lo que me pasó?-preguntó asustada.
Peter se detuvo, dejando las maletas cerca del coche y la miro.
-¿En serio me estas preguntando eso?
Eugenia se encogió de hombros.
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Tardaron una hora aproximadamente de viaje, pero al fin habían llegado. Peter y Raúl, su primo estaban cogiendo las maletas mientras charlaban porque hacía mucho que no se veían. Eugenia se había bajado del coche y se había puesto a contemplar la enorme casa que tenía delante de sus ojos y a escuchar el sonido del mar. Peter pasó a su lado y le preguntó sonriendo:
-¿Te gusta?
-Me encanta-dijo boquiabierta.
-Me alegro, porque será para vosotros dos solos-dijo Raúl abriendo la puerta.-Es de mi madre y este verano no le ha apetecido venir ninguna vez, ya se hace mayor la mujer-hizo una pausa.-…y con mi mujer tenemos alquilada otra un poco más lejos de aquí pero podéis pasar a visitarnos siempre que queráis eh…-le dijo entregándole las llaves a Peter.-Por cierto, vuestra habitación es la principal.
-¿Nuestra habitación? Querrás decir nuestras habitaciones ¿no?-preguntó Eugenia mirando a Peter.-En plural.
-No, no. Veréis chicos las demás habitaciones están cerradas con llave, y yo solo dispongo de la llave de la habitación principal, las llaves de las demás las tiene mi madre.
-Entonces, ¿quiere decir que vamos a tener que dormir en la misma habitación?-preguntó Eugenia.
-Si, Euge, tampoco es tan grave ¿no?-hablo Peter.
-Bueno, chicos yo os dejo que mi mujer me esta esperando-se despidió de su primo y le dio dos besos a Eugenia.-Encantada de conocerte.-abrió la puerta para irse.-Por cierto, espero que os guste cómo os he dejado vuestra habitación, adiós-se fue.
Eugenia sonrió.
-¿Qué ha querido decir con eso último?-preguntó ella.
-No se, vamos a verlo.
Peter guió a Eugenia hasta la habitación de la que hablaban ya que él se conocía muy bien esa casa porque de pequeño iba allí de veraneo. Cuando abrieron la puerta, vieron la cama llena de pétalos de rosas y con velas aromáticas por todas partes. Peter se echó a reír.
-Creo que mi primo se ha pensado que eres mi novia o algo por el estilo.
-Vaya, pues tendremos que aprovechar la habitación ¿no?-comentó Eugenia haciendo que Peter dejara de reírse al momento.-Era broma Peter-explicó finalmente al ver la cara que había puesto el muchacho.

Tiempo más tarde, los dos se habían recorrido toda la casa. La mayoría de las puertas no abrían, ya que serían habitaciones para invitados. Cuando ya habían abierto todo y divisado donde estaba la cocina y los baños; Eugenia no tardó en irse a bañar, deseaba hacerlo. Tras eso, se vistió un pijama de verano y fue al salón, donde estaba Peter viendo la televisión. El muchacho cuando la vio vestida de aquella manera, no tardó en preguntarle:
-¿Por qué te pusiste el pijama si son las diez de la mañana?
-Porque pienso irme a dormir un ratito, me estoy muriendo de sueño-bostezó.
-¡Uh, y yo que pensaba que íbamos a ir a la playa!-la miro y sonrió.-Pero no pasa nada, ve a dormir, te sentará bien.
-Gracias-se acercó por detrás del sofá y le dio un beso en la mejilla.
Eugenia subió las escaleras y fue a la habitación donde dormiría. Entró, cerró la puerta y se tiro encima de la cama bocarriba. Estuvo durante un largo tiempo mirando el techo y pensando en todo lo que le había pasado, tenía miedo de volverse a encontrar con Nicolás. Sabía que por el momento no lo vería estaba muy lejos de él pero no podía dejar de pensar que en algún momento ocurriría. Sentía miedo de ese momento. Tampoco sabía como iba a actuar con su amiga Candela, si se lo contaría o se lo ocultaría. Era su amiga pero también la hermana del depravado que había intentado a la fuerza tener sexo con ella. Por la cabeza de Eugenia pasaron muchas preguntas sin respuestas, hasta que se quedó dormida. Empezó a dar vueltas en la cama mientras soñaba y a gritar ‘qué la dejase en paz’. Estaba teniendo una pesadilla. Peter al escucharla subió a ver que pasaba.
-No, por favor, Nico, déjame-decía mientras soñaba.
De repente abrió los ojos asustada y vio a Peter sentado a su lado. Se pasó la mano por la frente y lo miró con los ojos llorosos.
-¿Estas bien?-le preguntó él abrazándola.
-Tuve una pesadilla…-dijo aferrándose al cuerpo del chico.
-Tranquila-la intentó calmar mientras le acariciaba el pelo.
-No puedo Peter. No me puedo quitar de la cabeza lo que me pasó-se le escaparon las lágrimas.
Peter suspiró. En ese momento el muchacho se sentía inútil, no sabía que decirle. Comprendía que se sintiera mal pero odiaba verla así.
-Euge…-dijo él para llamarle la atención tras el silencio que se había formado.-Te traje aquí para que te lo pases bien y te olvides de todo y de todos. Quiero que estés bien, quiero que disfrutes y para eso tienes que dejarte llevar y no pensar en nada. Solo tienes que hacer lo que te apetece sin más y no pensar. Si no piensas, creo que no recordarás lo que te pasó. Así que…-le levantó el mentón a Eugenia para que lo mirara.- Déjate llevar.
Ella permaneció unos segundos en silencio, pensando, recapacitando mientras lo miraba a los ojos. Respiro hondo y dijo:
-No puedo.
Las lágrimas empezaron a recorrer el rostro de Eugenia.

Ya había pasado una semana desde que los dos habían llegado a aquella casa de veraneo. Ella había intentado hacer lo que él le había propuesto… ‘dejarse llevar’… pero no lo estaba consiguiendo. Hacía el esfuerzo de ir a la playa con él, de sonreírle pero por dentro sabía que no era verdad ni sus ganas, ni sus sonrisas, ni nada. No podía quitarse de la cabeza a Nicolás, ni aquel momento por mucho que lo intentase. En los momentos en que estaba sola, empezaba a llorar sin más con solo recordar la voz de su ex; y en aquel momento no iba a ser diferente… Estaba en la cocina limpiando los platos de la cena, mientras que Peter estaba sentado en el sofá viendo la televisión. El muchacho había decidido ver la televisión porque Eugenia no quería que la ayudase, la rubia quería estar sola.
En un momento de debilidad, Eugenia alrededor del fregadero sintió que sus piernas no le respondían, que la abandonaban; así que de inmediato se agarró al fregadero y siguió con su llanto habitual de después de recordar lo que había pasado hacía ya una semana. Sintiéndose un poco impotente, suspiro y se sentó en la silla de la cocina más próxima. Mantuvo la mirada al frente y veía lo que sus lágrimas le permitían. Vio que había un armario de madera en una esquina de la cocina, en el cual no se había fijado hasta entonces. Se levantó y fue hacia él. Le había llamado la atención una radio. La cogió, la puso encima de la encimera y la enchufó.
“Un poco de música me vendrá bien”-pensó intentando sonreír.
Sintonizó la primera emisora que encontró en la que se escuchase una música animada y empezó a cantar la canción a pleno pulmón, ya que la conocía; y a bailar por toda la cocina. Intentando pensar en cualquier cosa menos en Nicolás.
Peter, desde el salón empezó a escuchar la música, extrañado se levantó del sofá y fue a la cocina. Al llegar la vio bailando y cantando; sorprendido y a la vez alegre, se apoyó en el marco de la puerta y se quedó allí contemplándola. Eugenia seguía bailoteando sin darse cuenta de la presencia de Peter. Cuando acabó la canción el muchacho empezó a aplaudirla con una sonrisa en su rostro, haciendo que Eugenia se asustase y lo mirase sorprendida.
-¿Qué haces ahí?-no tardó en preguntarle.
-Ver lo que llevaba días esperando.
-¿El qué?-preguntó ella dibujando una sonrisa en su rostro.
-Verte sonreír, bailar, cantar, saltar…-hizo una pausa.-Verte feliz-sonreía.-Por cierto, bailas y cantas muy bien.
Eugenia se ruborizó.
-Ya claro.-vocalizó ella acercándose a él.
-En serio te lo digo.
En ese momento empezó a sonar una canción que le encantaba a Eugenia.
-¡Oh, ¿bailas conmigo?!-preguntó la muchacha agarrándolo de la mano.
-No, pero si yo…-intentó excusarse, pero ya era demasiado tarde.
Los dos empezaron a bailar en la cocina al ritmo de la música. Cuando la canción acabó, Peter había cogido a Eugenia de la muñeca y tirado de ella hacia él, acabando los dos muy cerca el uno del otro. Tan cerca que podían sentir la respiración  del otro. Eugenia se sonrojo y lentamente cerró sus ojos mientras acercaba sus labios a los de él. En el momento en que sintió sus labios rozar con los de él, llevó una de sus manos al rostro del muchacho y…

Continuará

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