Eugenia
lo miro de mala gana.
-¿Por
qué me haces esto?
-¿Qué
te hago el que?-pregunto él mirando la televisión.
-Sabes
que me iba a encontrar con Nicolás.
-¿Ibas?
Vaya, ¿ya no vas? Que lastima-la miro con una sonrisa.
-Te juro
que te mataría…
-Bueno
hazlo
-¿Cómo?-preguntó
ella extrañada.
-Mátame
con tus besos-dijo Peter con una voz dulce mientras posaba su mano en la nuca
de Eugenia y juntaba su frente con la de ella.- ¿Y? ¿A qué esperas?-insistió.
Eugenia,
nerviosa e inmóvil, tragó saliva.
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De repente empezó a sonar
el móvil de Eugenia que lo tenía entre las manos, ella no se inmutó.
-Te esta sonando el
móvil-le informó Peter sin moverse.
-Ya…-Peter se lo quitó de
las manos y miró la pantalla que ponía…
-Es Nicolás. Creo que
deberías cogerlo.
-¡Nico!-exclamó al caer en
la realidad. Se lo quitó a su hermano de las manos rápidamente y atendió.- ¡Hola,
mi amor!-y miró a Peter, que había cogido el mando de la televisión y se había
puesto a cambiar de canal como loco-Nico… te tengo una mala noticia…-decía
desanimada.-No voy a poder ir esta noche a tu casa-suspiró.-Lo siento.
-¡Si, lo siente
mucho!-dijo Peter gritando para que lo escuchase.
-Es el idiota de
Peter-dijo Eugenia, contestando a la pregunta de Nicolás; “¿quién era?”.-Tengo
una cena en su casa y no puedo librarme ni de broma; a no ser que mi hermanito
me ayude pero no quiere-se quedó callada.-Si espera un segundito. Peter,
Nicolás quiere hablar contigo-le dio el móvil.
Peter lo cogió y escuchó
lo que Nicolás le tenía que decir y finalmente dijo:
-Oh si, por supuesto que
os ayudo. ¿Cómo no os voy a ayudar?-su voz sonaba con ironía.- Si, si vale. Tú
prepara todo, las velas, la comida, la cama, las rosas, ¡todo! Que a las diez
tu amorcito esta ahí-miró a Eugenia que estaba sorprendida, no podía creer lo
que estaba escuchando.- ¡Ah! No te olvides de la protección, no quiero que mi
hermana regrese más gorda de lo que esta-se rió. Eugenia lo volvió a mirar con
mala cara.-Ok, ahora se lo paso. Toma quiere hablar contigo-ella cogió el
móvil.
-¿Mi amor?
# He convencido a tu
hermano, así que ya sabes te espero esta noche. Adiós bonita #
-Adiós, besos
amor-colgaron.
Eugenia se había puesto nerviosa,
antes se había convencido de que en esa noche no pasaría nada, pero de pronto
se había dado la vuelta a todo. Esa misma noche la pasaría con Nicolás. Peter
al ver que su hermana palidecía le preguntó:
-¡Ei! ¿Qué te pasa? ¿Te ha
entrado miedo?
-Eh…-tardó un poco en
contestar.-No-mintió.
-¿Entonces?
-Una cosa, ¿en serio me
vas a ayudar a escaparme?-preguntó Eugenia.
Peter sonrió, primero miró
la televisión y luego giró su mirada a la cara de Eugenia.
-¿En serio crees que soy
tan estúpido de hacerlo?-volvió a mirar a la tele.
-¿Entonces?… ¡¿Por qué le
has dicho eso?!
-Para que le des plantón y
piense que te has acobardado-se rió.
Eugenia empezó a marcar en
su móvil el número de Nicolás, Peter se dio cuenta y se lo quitó de las manos.
-¡Epa! ¿Qué hacías?
-¡Devuélveme mi móvil!-le
exigió la rubia.
-Dime para qué lo quieres.
-Voy a llamarlo y
decírselo.
-Mmm… no me gusta esa
idea, no te lo devuelvo-le hizo una mueca.
-Trae-se abalanzó encima
de Peter para quitárselo, pero él la esquivó y se levantó del sofá.-Dame mi
móvil.
-No, ni sueñes.
-Peter, dame mi
móvil-decía acercándose a él enfadada.
-Esta bien, te lo doy; si
me das un beso-se acercó a ella y pasó su mano por la cintura de la muchacha,
aferrándola a él.
En ese momento Darío
volvía de la cocina, se sentía como una maruja allí escuchando los chismes del
vecindario que se contaban las dos madres, y también tenía ganas de saber que
hacían esos dos. Cuando los vio, no tardó en decir:
-Me vuelvo a la cocina.
Vosotros seguid como si no hubiese venido-y se fue rápidamente.
Hubo un pequeño silencio
en el salón, pero Peter lo rompió:
-Oye… creo que no te lo he
dicho nunca pero tienes unos ojos muy bonitos-aún seguían en la misma posición.
-Oh, gracias Peter-decía
con una vocecilla.- ¿Sabes? Tienes razón, no debo ir a ver a Nicolás; debo
quedarme aquí.
Peter se asusto por lo que
Eugenia acababa de decir.
-Euge, ¿te han drogado?-preguntó
confuso.
-Si tú, tú me has drogado
con tus besos.
Eugenia se acercó a los
labios de Peter, estaba apunto de besarlo; se habían rozado. Faltaban pocos
centímetros cuando Eugenia elevó la pierna, dándole un fuerte rodillazo en la
entrepierna. Peter empezó a retorcerse de dolor, y cayó al suelo.
-No me provoques, Bedoya
porque vas a acabar mal.
-Y tanto…-seguía en el
suelo con las manos en sus partes.
-Pues eso-le fue a quitar
el móvil, pero vio que estaba dentro de su puño cerrado, que tocaba las partes
íntimas del muchacho.-Eh… luego me devuelves el móvil, cojo el de mi madre-se
dio la vuelta para irse hacia la puerta de la cocina.
-¡No!-Peter haciendo mucho
esfuerzo se levantó, saltó el sofá y la alcanzó, cerrando la puerta que ella
había abierto para pasar.
-¿Qué haces?-lo miró.
-Impedir que hagas una
locura-golpeó con rabia el marco de la puerta, donde luego posó la mano.
Ambos se miraban a los
ojos.
-Mira Peter no es ninguna
locura; yo a Nico lo amo y…
-¿Más que a mi?-la
interrumpió.
-No tengo por qué
contestarte.
-Tienes razón, no tienes
por qué; los dos sabemos la respuesta.-acercó su boca a la oreja de Euge.-Estoy
seguro de que a quién quieres y con el que deseas estar esta noche es conmigo y
no con él-puso su mano en la cintura de Eugenia, debajo de la blusa que
llevaba.- ¿O acaso me lo vas a negar?
-Peter-dijo
sonrojada.-…quitas tu mano en menos de cinco segundos o sino…
-¿O sino qué?-la tentó.
-O sino te la corto.
-¿El que? ¿La mano u otra
cosa?-seguía hablándole al oído en voz baja.-Sería una lastima para ti.
-¡Peter apártate! Me
quiero ir a la cocina.
-Hazlo, yo no te estoy
sujetando; solo tengo una mano en tu cintura y digamos no te estoy impidiendo
nada.
Ella lo apartó y abrió la
puerta para irse, pero él la detuvo otra vez cerrándola.
-Una última cosa, si yo
fuera tú no le pediría el móvil a tu madre…-se quedó callado.-Si no quieres que
se entere para que lo quieres.
-Solo voy a llamar a
Nico-no lo estaba mirando a la cara, lo prefería así.
-Sí, hablar con Nico, y
decirle que no vas a poder ir a…-se quedó callado.-Bueno a eso no se le puede
llamar hacer el amor, eso más bien es un polvo de una noche.
Eugenia muy cabreada, se
dio la vuelta y le metió una bofetada con todas sus fuerzas.
-¡IDIOTA!-abrió la puerta
y se fue a la cocina.
Continuará.
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