sábado, 26 de mayo de 2012

Capitulo 32: Mariana.

Capitulo anterior:

Ella asintió y dijo levantando la cabeza del hombro de Peter:
-Creo recordar que dijiste que tu madre te lo dio para que se lo regalases…
-Al amor de mi vida-concluyó él.-Y no me equivoque al dártelo a ti.
Esas palabras hicieron que a Eugenia se le erizase la piel y un escalofrío recorriese su cuerpo. No podía creer lo que acababa de escuchar. Miro al muchacho que le dedicó una sonrisa y le acaricio la mejilla. Eugenia, sin duda, estaba viviendo un sueño.
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Al día siguiente por la tarde, Peter y Eugenia habían ido a la playa a pasar el día allí. A la rubia le encantaba tomar el sol tirada sobre la toalla mientras escuchaba el sonido del mar intercalado con el ruido que emitían las personas de su alrededor. En cambio a Peter, le encantaba el agua.
Nada más llegar a la playa, el muchacho tras un nulo intento de conseguir que Eugenia se metiese en el agua con él, se rindió y fue solo. No sin antes provocarla diciendo:
-Está bien, no hace falta que vengas…ya me buscaré alguna chica en el agua que quiera disfrutar de mi compañía.
Eugenia sonrió moviendo la cabeza de un lado para el otro y busco la crema de protección solar mientras contemplaba como el muchacho se iba al agua. Cuando la encontró, se sentó sobre la toalla y empezó a echarse crema. Al acabar se tumbó y cerró los ojos.
Rato más tarde, Peter salió del agua, se acercó sigilosamente y se tumbó encima de Eugenia. Ella al darse cuenta, abrió los ojos e intento evitarlo diciendo:
-No, Peter…me acabo de…-viendo que era demasiado tarde, sonrió y lo miro.- ¿Qué haces?
-Nada, pasaba por aquí y me apeteció tumbarme-le contestó mirándola a los ojos.
-Ah, vaya. ¿No encontraste a ninguna que te hiciese compañía?
-Mmm… no-hizo una pausa.-En realidad si, había dos chicas, muy lindas por cierto, pero ninguna como tú-dijo Peter, que seguidamente la besó.
Eugenia le siguió el beso mientras le rodeaba el cuello con sus brazos. Cuando se separaron, ella dijo:
-Me encantas.
-Y tú a mí-comentó él sonriendo.
-Mmm… Peter, ¿qué te parece si vamos un ratito al agua?
-Genial-contestó levantándose y ayudándola a levantarse.
-Tonto el último-gritó Eugenia empujando a Peter y echando a correr.
Cuando llegó a la orilla, se giro y vio que él venía detrás.
-¡Gane!-exclamó ella festejando su victoria.
-Claro, porque hiciste trampa-comentó él para molestarla.
-¿Qué yo que? Cuando quieras lo repetimos-dijo entre risas.
Peter la cogió en brazos y la metió dentro del agua.
-Esto es lo que le pasa a los tramposos-dijo Peter soltándola dentro del agua.
Eugenia cuando salió a la superficie, lo miro con mala cara y fue tras suya. Estuvieron jugando casi toda la tarde dentro del agua, pasaban las horas y ellos no se daban cuenta porque para Eugenia y Peter solo existían ellos dos en aquel lugar. Peter tenía las piernas de Eugenia alrededor de su cadera y los brazos de ella alrededor del cuello. Él tenía sus brazos alrededor del cuerpo de la chica, agarrándola mientras se besaban sin separarse ni un segundo para respirar. No querían, estaban muy bien así, pero en ese momento el estómago de Eugenia empezó a sonar. Sonrojada separó sus labios de los de Peter.
-¿Tienes hambre?-preguntó el muchacho mirándola.
-Un poquito.
-Bueno, ¿qué tal si salimos ya, y yo voy a comprar algo para comer?
-No, quedémonos así un ratito más-pidió ella juntando su nariz con la de él pero en ese momento volvió a sonar su estómago.
Peter se rió y dijo:
-Anda, vamos-le dio un pico y la bajo.
Los dos salieron del agua y fueron a donde estaba su sombrilla. Peter cogió la toalla que había traído, se seco un poco, cogió dinero y le dijo:
-Ahora vengo ¿vale?
-¿Quieres que vaya contigo?-preguntó ella.
-No, no hace falta-le sonrió y le dio un beso.
Peter se fue y Eugenia se quedó de pie mirando como se iba mientras se secaba con la toalla. La muchacha se mordió el labio inferior y se sonrojó, no podía creer que aquello estuviese pasando y tampoco podía creer lo feliz que se sentía al estar junto a Peter. Suspiró y se tumbó en la toalla bocarriba. Cerró los ojos y tranquilamente empezó a tomar el sol. Al rato, se dio la vuelta y apoyo su cabeza en sus brazos. De repente sintió unas manos, que empezaba a hacerle un masaje en la espalda y a continuación en los hombros. Eugenia al notar las manos conocidas, ni se molestó en abrir los ojos.
-¿Ya compraste?-preguntó ella.
-Sssh-le susurró esa persona al oído para hacerla callar mientras seguía haciéndole el masaje.
Eugenia sentía las manos recorrer toda su espalda mientras la masajeaban pero al momento, dejó de sentir el masaje para empezar a sentir los labios de esa persona sobre su piel y dulces acaricias. De repente, Eugenia se dio cuenta de que la parte de arriba de su bañador se aflojaba. Ella al notarlo un poco raro, dijo dándose la vuelta:
-Peter, pero ¿qué haces? No pretenderás…-Eugenia se quedó callada al ver quién era la persona que estaba dándole el masaje.

Peter al llegar al bar más cercano que encontró, entró y se sentó en uno de los taburetes de la barra entre un hombre que parecía el típico borracho de cualquier taberna de ciudad y una chica muy linda, morena de pelo largo que no dejaba de juguetear con el hielo de su vaso con la ayuda de la pajita. Peter se quedó unos segundos mirándola, viendo que tenía la mirada perdida y no tenía cara de estar pasándoselo bien, sino de todo lo contrario. El camarero se acercó a Peter y le preguntó:
-Hola, ¿le apuntó alguna cosa?
-Eh…si-dijo Peter después de salir de su momentánea inercia a la cual le había metido la chica por su continuo y monótono movimiento de pajita.-Quisiera dos montaditos de pollo y dos coca-colas para llevar.
-Ok, ¿algo más?
-No, no.
Cuando el camarero se alejó, Peter volvió a mirarla y dijo para animarle el ánimo:
-Por mucho que mires a esas estanterías-dijo apuntando hacia donde parecía que estaba mirando la muchacha.-El camarero no te servirá nada a no ser que se lo pidas.
-¿Qué? ¿Me dijiste algo?-preguntó ella volviendo al mundo real.
-Nada, sólo que te vi mirando demasiado esas botellas de alcohol y pienso que eres demasiado chica para beber ¿no?
-Tengo 17 años.
-¡Oh, vaya! Creía que…
-Tranquilo me suele pasar…creen que tengo trece por mi estatura. No te preocupes, no eres el primero.
-Bueno, pero igualmente no creo que te las vendan eres menor de edad.
-Lo sé, y para tu información, no las estaba mirando tenía la mirada perdida.
-¿Ah, sí? ¿Y eso?
-Problemas personales.-contestó la chica tajante-Pero igualmente gracias-comentó ella poniendo la mano en el hombro de Peter y mirándolo por primera vez a la cara.
La morena al ver a semejante chico, se quedó unos segundos embobada contemplándolo y lentamente retiro su mano del hombro del muchacho mientras lo analizaba de arriba a bajo. Al momento se disculpó:
-Perdóname por ser tan borde.
-No pasa nada-contestó Peter.
-¿Cómo te llamas?-preguntó ella con curiosidad.
-Peter, ¿y tú?
-Oh, Peter. Bonito nombre-hizo una pausa.-Yo… me llamo Mariana-contestó extendiéndole la mano.-Encantada.

Continuará.

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