Peter se apresuró a agarrarle el pelo.
-¡Oh, no!-exclamó Eugenia pasándose la mano
por la boca.-No estoy cumpliendo mi promesa.
-¿Tu promesa?-preguntó él mirándola.
-Si, me prometí que nunca te dejaría verme
vomitar y…
-¡Vamos, Euge!-exclamó con una sonrisa en la
cara.- ¿Sabes? Lo que más me gusta de ti es que hasta en estos momentos sabes
sonreír-hizo una pausa.-Pero está bien, si te produce mucha molestia e
incomodidad que yo este aquí, me voy. Te dejo sola, pero si necesitas algo,
avísame-se levantó del suelo.-Estaré en la cocina pidiéndole a Gastón que te dé
el día libre.
-Día libre, ¿para qué?
-Para que vayamos al médico.
-¿Médico? No, Peter, yo…-trató de decir pero
el muchacho ya había desaparecido de su campo visual y algo empezaba a subirle
por la garganta.
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Eugenia estaba sentada en el banco del
copiloto, al lado de Peter. Iban rumbo al médico. A pesar de las continuas
negativas y escusas de la muchacha para evitarlo, Peter no había aceptado un no
por respuesta. Tenía la música puesta y eso evitaba que se proclamara un eterno
y molesto silencio. La muchacha estaba sumida en sus pensamientos. Además del
hecho de ir al médico estaba preocupada por lo que había pasado el día
anterior. No lo entendía bien. Solo recordaba haber evitado que Nicolás entrase
en casa y después de eso todo se remontaba a aquella mañana. Tenía un pequeño
lapsus en el tiempo y no recordaba qué hizo después de evitar a Nicolás, ni
cuándo se metió en la cama, nada. A penas le venía a la cabeza dos voces, una
muy conocida y otra totalmente desconocida, un flash de cámara que le había
impedido abrir los ojos y un olor fuerte, muy fuerte. Pero juraría que había
sido sueño, aunque no estaba segura. Sin embargo, lo que más le tenía
preocupada era aquel instante.
Acababan de llegar al hospital, Peter había
aparcado el coche y ambos se habían bajado. Una vez dentro, mientras esperaban
a que le tomaran los datos, Eugenia sintió un pequeño mareo e inmediatamente se
agarró al brazo de Peter.
-¡Ey!, ¿estás bien?-preguntó el muchacho
asustado.
-Si, si, no te preocupes. Me he mareado un
poco-le sonrió.
-¿Por qué no te sientas y yo me quedo aquí
dando tus datos?-sugirió él.
La muchacha asintió sonriente y buscó un sitio
libre para sentarse. El hospital estaba repleto, gente tosiendo, gente llorando
por alguna molestia, gente con fiebre…había de todo tipo pero a Eugenia de
todos ellos le llamó la atención una mujer embarazada que estaba sentada frente
a ella. Tenía una barriga enorme, posiblemente estaría de unos siete u ocho
meses mínimo. Se quedó unos largos segundos contemplando aquella barriga e
imaginándose a ella en su lugar.
-Dicen que ahora te llaman-dijo Peter
sentándose a su lado y haciendo que la muchacha dejara de pensar.
-¿Qué?-preguntó ella mirándole al no haberle
escuchado.
Peter la miró fijamente, después miró a la
embarazada, y sonrió al interpretar y saber en que estaba pensando la muchacha.
-Que ahora te llaman-repitió posando su mano
sobre la pierna de Eugenia.
-Bien-vocalizó ella acomodándose en la silla.
-¿Sabes? A mi también me gustaría-comentó él
mirándola.
-¿El qué te gustaría?-cuestionó ella sin
entender.
El muchacho metió su mano debajo de la camisa
de Eugenia y la posó sobre la barriga de la muchacha.
-Que estuvieras embarazada.
Eugenia pestañeó un par de veces asombrada
mientras miraba fijamente la mano de Peter sobre su vientre y el recuerdo de la
respuesta del test de embarazo vino a su cabeza.
-Pero…-la muchacha puso su mano sobre la de
él.-Pero es imposible, nosotros siempre nos cuidamos-dijo tratando de quitarle
esa idea de la cabeza a su novio.
Él se acercó más a ella y le susurró al oído:
-¿Te tengo que recordar la noche del granero?
Eugenia sonriendo cerró los ojos avergonzada.
El tiempo transcurrió y los chicos aun estaban
esperando a que les atendiesen. Peter a cada minuto miraba el reloj, ya que se
acercaba la hora de irse a trabajar. Eugenia, viendo su preocupación, le dijo:
-¿Por qué no te vas? Si no sales ya vas a
llegar tarde al trabajo.
-No me importa, quiero estar aquí contigo.
-Vamos, Peter. Me halaga que quieras pero no
hace falta, hoy como mucho lo que me harán serán unos análisis y no sabré los
resultados hasta dentro de unos días, así que despreocúpate y vete-le
sonrió.-Además, cualquier cosa nueva que sepa, te prometo llamarte y contártelo
al minuto de saberlo.
-¿En serio? Entonces, ¿no te importa si…?
-No-le interrumpió.-Vete, estaré bien. A parte
en cuanto acabe aquí, cojo un taxi y me voy a…
-¡A casa!-exclamó él.
-No iba a decir exactamente eso…
-Lo sé, te conozco muy bien y no vas a ir a
trabajar hoy. Tienes el día libre así que a casa a descansar.
-Esta bien, papá-puso los ojos en blanco.
-Bueno, entonces me voy a trabajar. Cualquier
cosa, lo mínimo que sea, me llamas.
Eugenia asintió sonriendo. En ese momento la
llamaron por megafonía.
-¡Me toca!-exclamó levantándose.
-En ese caso me quedo-dijo también
levantándose.
-¡Peter!-exclamó.
-Pero…
-Bedoya, vete-le dijo señalándole la salida.
-Esta bien, como usted diga-habló irónico.
Peter se acercó a ella y le dio ese beso de
buenos días que no se habían dado hasta ahora. Un beso tierno y dulce. La
muchacha lo agarró por la nuca con una mano y la otra la posó sobre su pecho. Cuando
se separaron, Eugenia sonriendo, dijo:
-Buenos días.
-Pero mira que llegas a ser tonta-comentó él
sonriendo.
La muchacha pensaba darle otro beso, cuando la
volvieron a llamar. Se sobresaltó y agarró su bolso mientras decía:
-Adiós, te quiero.
-Y yo. Y ojo con ir a trabajar después de
salir de aquí porque como me entere…
-Papá, tranquilo, soy una chica obediente.
-Eso espero-bromeó.
Eugenia se dio la vuelta y empezó a buscar la
sala que le habían indicado por megafonía. Miró un momento hacia atrás y vio
que Peter ya no estaba. Suspiró aliviada, ahora al menos podría hablar con el
médico sobre el tumor que tuvo de pequeña y su miedo a que volviese a aparecer
sin tener a Peter delante.
Una vez que Eugenia encontró la sala, entró y
era una médica. Era una mujer que rondaría los treinta, treinta y cinco años;
no mucho más. Era muy simpática y amable. Le hizo una serie de preguntas sobre
sus síntomas. Tras terminar todo una serie de cuestionario, terminó
preguntándole:
-¿Te has hecho una prueba de embarazo?
-Si, pero…dio negativa. O sea que…no…-respondió
con tristeza.
-Bueno, ahora una de mis compañeras te va a
sacar sangre y te va a hacer unos análisis para ver si sabemos de que se trata
¿de acuerdo?
-Si, perfecto-le sonrió.
-En unos días los resultados le llegaran a tu
médico de cabecera y te llamara para darte una cita.
-De acuerdo-dijo sonriendo.
-De acuerdo-dijo sonriendo.
Pasaron un par de días, y Eugenia continuaba
con mareos y con los vómitos matutinos. Cada día más Peter se hacia la idea de
que estaba embarazada, opinión totalmente opuesta a la de la muchacha. La
prueba había dado negativa y eso era un hecho. Estaba desayunando cuando
llamaron a su móvil.
-¿Diga?
-Eugenia, ¿eres tú?
-Si, ¿quién es?
-Soy Maribel, tu médica, ¿podrías venirte hoy
a las doce a visitarme? Tus análisis han llegado y hay algo que tengo que
contarte.
-¿En serio? Si, claro, a las doce estoy ahí,
sin problemas. Pero…lo que me tiene que decir… ¿es muy grave?
Aiiii noo, quieroo otro capitulooooo, daleeee!
ResponderEliminarQuiero sabeeeeeeer que pasaaa.
Como quiero que ese test se equivco y que esta embarzada *ww*
Buenoo chee, deja otro pronto porfiiii :DD
Besos
Aaaaaah!! No puedo evitar empezar con un grito cada vez que termino de leer un capitulo :B
ResponderEliminarMe encanta y me encanta que puedas seguir luego, espero te este llendo bien en todo y que puedas seguir luego con la nove (:
Suerte!