sábado, 30 de marzo de 2013

JF3. Capitulo 4.

Capitulo anterior:
-Por favor, tiene que llamar a este número-dijo entregándole el papel arrugado.-Y decirle a la persona que conteste que estoy aquí. Por favor, es muy importante. ¿Lo hará?-preguntó tratando de que las lágrimas no saliesen de sus ojos.
La enfermera se mantuvo pensativa durante un instante, y tras eso contestó:
-Si, estese tranquila, lo haré.
-Muchísimas gracias pero por nada del mundo se lo diga al hombre que me trajo y esta ahí fuera.
-De acuerdo, no se preocupe, no diré nada pero ahora túmbese. Usted no esta en condiciones de hacer estos esfuerzos. Usted ahora mismo lo único que tiene que hacer es reposo, ha sufrido un fuerte golpe en la cabeza y tiene una fractura en las costillas; así que reposo absoluto.
Cuando Eugenia se sentó sobre la cama sintió un fuerte dolor en la parte inferior de la barriga.
-Enfermera-preguntó llevándose la mano hacia el lugar donde le dolía.- ¿Y…mi bebé? ¿Cómo está?-preguntó con mucho miedo de saber la respuesta de esa pregunta.
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-Su bebé está bien-contestó la enferma dibujando una sonrisa en el rostro de la muchacha.
-¿De verdad?
-Si-contestó la enfermera esbozando una sonrisa.-Él no ha sufrido ningún daño pero su mamá, sí. Así que túmbese ahora mismo.
-Gracias a Dios-vocalizó respirando aliviada y haciendo caso a la sanitaria.
La enfermera, tras haber dejado a Eugenia tumbada sobre la cama y relajada, salió de la habitación para hacerle el favor a la muchacha. Cerró la puerta mientras ojeaba el papel arrugado intentando entender los números cuando se chocó con Nicolás.
-Perdone-se disculpó la enfermera mirándole y al ver que era él, dijo.-Lo iba a buscar ahora mismo.
-Ah, ¿si?
-Verá, como me había dicho, la señorita ha intentado que yo me pusiese en contacto con alguien y me ha entregado esto-dijo dándole el trozo de papel.-con un número anotado. Es todo suyo.
-Muy bien, veo que en este hospital puedo fiarme de los empleados siempre y cuando haya dinero de por medio ¿verdad?
-Usted lo ha dicho-comentó la enfermera sonriendo maliciosamente.
-Muchas gracias-agradeció Nicolás abriendo la puerta.
-No hay de que-contestó ella yéndose para continuar con su trabajo.
Nicolás hizo una pequeña bola del papel y se lo metió en el bolsillo. Entró en la habitación y vio que Eugenia estaba tumbada sobre la cama con los ojos cerrados. Lentamente se acercó a ella y se sentó a un lado de la cama. Le agarró la mano a la muchacha y se la llevó a la boca para darle un par de besos.
-Vamos, Euge, abre los ojos-continuó dándole besos en la mano.-Venga, cariño, no te hagas la dormida porque sé perfectamente que estas despierta.
La muchacha furiosa abrió los ojos y a la misma vez, apartó su mano de entre las de él.
-¿Cómo te encuentras?-preguntó Nicolás mirándola.
-¡Vete a la mierda!-exclamó grotescamente.
-Veo que te encuentras bien-dijo sonriendo.
-Nicolás, eres despreciable. No sé como has tenido el valor de hacerme esto.
-Eugenia, cariño, tú me has obligado a hacer esto. Yo… te juro que no quería, pero…veía que por las buenas no aprendías y tuve que buscarme otra forma de avisarte que hay que tener cuidado cuando se juega con fuego porque te puedes quemar.
-Dios mío, Nicolás ¿cuando vas a entender que no quiero nada contigo, que nunca voy a estar dispuesta a sucumbir ante ti, que me niego a que me toques…? Si tuviese valor te juro que dejaría de respirar el mismo aire que tú solo por el simple hecho de que me produces asco-puso ímpetu al pronunciar esta última palabra y el dolor se hizo visible en una mueca que se produjo en su rostro.
-Euge, será mejor que no hables mucho porque te hace mal.
-Lo que me hace mal eres tú ¿o acaso no te das cuenta? Mira dónde estoy… Todo esto es culpa tuya…
-No-la interrumpió.-Ahí te equivocas. Si estas aquí es por tu culpa, solo tu culpa. Por no escucharme cuando te hablo y no hacerme caso. Ni tampoco creerme cuando te digo que soy capaz de hacer lo que sea para que seas mía.
-Nunca seré tuya, entiéndelo, nunca.
-Nunca digas nunca, cariño.
-¡No me llames así!-exclamó muy enfadada.
-¿Sabes? Voy a salir y a decirle a alguna enfermera que te ponga un somnífero para que duermas un rato mientras yo salgo a solucionar un par de problemas-dijo Nicolás levantándose de la cama y yendo hacia la puerta.
-Podrás tener a una enfermera comprada pero no todo el hospital-comentó la muchacha mirándole.-No creo que te hagan caso.
-Por eso mismo voy a buscar a la enfermera comprada para que venga a ponerte el somnífero-dijo sonriendo.-¿Y cómo sabes que he comprado una enfermera?
-He escuchado cuando te contaba que le había pedido que llamase a Peter-contestó suspirando.-Dile que la próxima vez sea más discreta.
Nicolás echó a reir.
-Se lo diré-le guiñó el ojo y salió de la habitación.
Eugenia viendo que estaba sola y queriendo evitar dormirse, se quitó el esparadrapo que sujetaba la aguja que tenía clavada en el brazo. Se sacó la aguja de dentro de su cuerpo y volvió a poner el esparadrapo encima tapando el pincho para que la enfermera no se diese cuenta de que no la tenía dentro.
En ese momento la enfermera de antes entró en la habitación. Eugenia la miró en silencio. Ella sonriendo se acercó al gotero e introdujo una jeringuilla en el tubo del gotero.
-¿Qué es eso?-preguntó Eugenia.
-Somnífero para que duermas un rato-contestó sacando la jeringuilla.- ¡Qué descanses!-exclamó yéndose.
Eugenia se dio cuenta de que la sábana de la cama empezó a mojarse por el líquido que salía de la aguja, para que la mujer no lo viera se llevó la mano hacia el brazo y lo tapó disimuladamente mientras esta abandonaba la habitación.

Gastón acababa de llegar a su bar. Siempre solía ir temprano a ver como iban las cosas y ayudar un poco a sus empleados pero en ese día se había retrasado y no había ido hasta las seis, la hora en que se volvía a abrir el bar, ya que este de cuatro a seis cerraba para que los camareros tuviesen tiempo para almorzar tranquilos.
Gastón saludó a la camarera que compartía turno con la rubia en ese día y al momento preguntó por Eugenia.
-No sé, yo cuando llegue a trabajar esta mañana el bar estaba abierto y no había nadie-contestó la camarera.
-¿Y por qué no me avisaste cuando llegaste?
-No sé, tenía miedo de meter en problemas a Eugenia, creía que se había escaqueado un rato del trabajo…
Gastón dejo de escuchar a su empleada y empezó a buscar el número de Eugenia en su móvil. Apretó el botón verde y se llevó el aparato a la oreja. Al no haber todavía clientes, no había ruido por lo que pudo escuchar la melodía de llamada del móvil de Eugenia. Siguió el sonido y se dio cuenta de que se había dejado el teléfono dentro de la taquilla. Preocupado, llamó a Peter. Quizás él si supiese dónde estaba, quizás estuviese con él…
-Peter-dijo al escuchar la voz de su primo.
-Dime.
-¿Eugenia está contigo?
-No, estoy en el trabajo. ¿Por qué? ¿Qué ocurre?-preguntó dejando notar un tono de preocupación en su voz.
-Verás…quizás no haya pasado nada pero…
-Gastón, ¡habla!-le ordenó.
-Eugenia lleva sin aparecer por el trabajo desde esta mañana.
-¡¿Qué?!-preguntó muy sorprendido y golpeó con furia la pared que tenía a su lado.

Por fin Nicolás había dejado de estar rondando la habitación y se había ido a hacerse cargo de los problemas que se le planteaba o en otras palabras hacerse cargo de las cámaras de seguridad del bar donde trabajaba Eugenia. La muchacha se quitó el esparadrapo liberando la aguja y lentamente, a su ritmo, se levantó de la cama y comenzó a vestirse la ropa que tenía doblada sobre el sillón. Una vez terminado, abrió la puerta y se asomó para ver si tenía el camino despejado. Al ser afirmativo salió lo más rápido que pudo de allí. Fue hacia los ascensores, pulsó el botón y esperó. Fue una espera agónica. Nicolás posiblemente no se hubiese ido como ella creía y podría encontrarse con él en cualquier momento al igual que con la enfermera comprada. Cuando el ascensor llegó, se subió rápidamente y pulsó el botón de la planta baja. Las puertas volvieron a abrirse nuevamente en una planta inferior a la suya. Ella se colocó al fondo del ascensor y la gente que esperaba entraron. Las puertas abrieron nuevamente pero esta vez donde ella quería. Rápidamente salió de dentro de aquel aparato cuando de pronto vio a Nicolás yendo hacia los ascensores mientras hablaba por teléfono móvil. Se agachó entre la gente que también salía del interior de la caja metálica y consiguió pasar desapercibida para los ojos del rubio. Cuando cruzo las puertas del hospital, respiró hondo y en su cara se reflejó una mueca de dolor. A pesar de eso, sonrió. Era libre. Había conseguido salir de aquel lugar sin que nadie la viese y ahora le tocaba a ella avanzar en aquel tablero de ajedrez.

Continuará...

2 comentarios:

  1. Aiii que alivio, el bebe esta bien y ella escapo, que vaya todo bien porfiiiiii
    quiero otro cap :D

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  2. Ay no!!
    Porfavor que euge llegue donde peter antes de que nicolas se de cuenta, porfavooor!!!!
    Y ya que escribes taan... Lindo, podrias subir otro cap, pooorfavor!! Esque demaciado el tiempo que hay que esperar y la espera en estos cap. Me mata jajajajajajaja

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