Eugenia se llevó las manos al cuello mientras tosía tratando de
recuperar la normalidad en su respiración.
-He comprado la leche-dijo Candela dejando las cosas sobre la mesa de
la cocina.
-¡Qué bien! Un desayuno sin leche no es un desayuno-comentó Nicolás
sentándose.
-¿Dónde estabas?-preguntó Eugenia entrando en la cocina.
-Había ido a comprar leche y un par de cosas más que no tenía-contestó
Candela.-¿Te ocurre algo?-preguntó mirando a su amiga.-Tienes mala cara.
Eugenia miró a Nicolás durante unos segundos y luego a su amiga.
-Nada, no te preocupes-le contestó sonriendo.
-Seguramente sea cosa del embarazo-comentó Nicolás.
-¿Embarazo?-preguntó Candela sorprendida.- ¿Qué embarazo?
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Eugenia acababa de bajar del autobús y estaba yendo hacia su trabajo.
Caminaba tranquilamente por la calle recordando todo lo que había pasado
aquella mañana en casa de su amiga. Nicolás había conseguido asustarla, por
mucho que se negase a creer que él no sería capaz de hacer todo lo que había
dicho, sabía perfectamente que si era capaz, de eso y más. Y eso la asustaba.
Cuando entró en el bar, ya había gente allí. En el bar de Gastón
siempre había gente. Ya fuera por la mañana, tarde o noche. Era una clientela
muy variada. Desde gente mayor por la mañana hasta juventud por la noche.
La muchacha se metió detrás de la barra y saludó a su compañera de
trabajo que estaba atendiendo a los clientes. Guardó su bolso en una taquilla
del baño de empleados y empezó a trabajar.
Eugenia había tratado de concentrarse en su trabajo y olvidar las cosas
que le había pasado. Le divertía interactuar con los clientes y moverse por
todo el bar para llevarle las bebidas.
-¿Tienes lo de la mesa 5?-le preguntó Eugenia a su compañera
acercándose a la barra.
-Si, todo tuyo-contestó dejando un plato con tostadas encima de la
barra.
-Gracias-le sonrió y agarró el plato.
Eugenia se dio la vuelta para ir hacia la mesa y se encontró de frente
con Gastón.
-Oh, Gas-vocalizó sonriendo.-No te había visto llegar.
-¡Felicitaciones!-exclamó el muchacho abrazándola y levantándola del
suelo momentáneamente.
-Felicitaciones, ¿por qué?-preguntó tras separarse de él.
-Me he enterado de tu embarazo.
-Oh, te lo ha dicho…
-Si, me lo ha dicho Peter-concluyó su frase.
-Vaya y... ¿él…cómo está?
-Pues…
Gastón se calló, no sabía qué decirle sobre Peter, ni cómo hacerlo.
Eugenia al ver que lo había puesto en un compromiso, decidió evitar que
contestara.
-Bueno, me voy a llevar esto a la mesa 5 antes de que se enfríe-le
sonrió.
-Eugenia, espera. Yo…
-No, Gas. Tranquilo. Entiendo que no quieras hablar de tu primo.
Supongo que te habrá contado todo lo que ha pasado y lo comprendo. Pensarás lo
mismo que él…que yo…-entristecía por momentos.-En fin, eso.
Eugenia antes de que se derrumbara más, decidió continuar con su
trabajo que era lo único que conseguía evadirla de sus problemas.
Se hizo de noche. La rubia seguía trabajando con el mismo ímpetu que el
de aquella mañana, aunque estaba un poco cansada. El bar a esa hora estaba
tranquilo. Eugenia y su compañera estaban detrás de la barra charlando
animadamente cuando un hombre que solía rondar el bar y era muy amigo de
Eugenia, las llamó para que lo atendieran.
-Voy yo-dijo Eugenia yendo hacia el hombre.- Dígame.
-Ponme un cubata y para ti un malibú con piña, yo invito.
Eugenia sonrió.
-Vaya, veo que se acuerda qué es lo que me gusta-hizo una pausa y
empezó a servirle lo que había pedido.
Cuando terminó se lo puso delante.
-¿Y tu malibú? ¡Vamos! Quiero que me acompañes un rato-dijo el hombre
sonriendo.
-Muy amable pero tengo que trabajar-le agradeció la muchacha.
-Bueno pues entonces un chupito rápido.
Eugenia sonrió.
-Ni se te ocurra-dijo otro hombre que estaba sentado al lado del amigo
de Eugenia.
La muchacha miró a quién había hablado y sin saber qué hacer, si
sonreír, ser arrogante o no, dijo:
-Peter.
-Hola-le sonrió.
-¿Y se puede saber quién es este?-preguntó el hombre del cubata.
-Es…-empezó a decir Eugenia.
-Su novio-concluyó Peter mirándola fijamente.-Encantado-le extendió la
mano al hombre.
Este se la estrechó.
-Igualmente-sonrió.-No sabía que este bombón tuviese novio.
-Ni yo…-vocalizó la muchacha en voz baja.
-Pues si, desde hace un tiempo que estamos juntos-comentó Peter.- Y no
es que quiera prohibirle que beba alcohol, sino que en su estado no es
apropiado.
-¿Estado?
-Si, está embarazada.
-Vaya, felicitaciones-dijo el hombre mirando a ambos alternativamente.-
¿Y le permites trabajar aquí? No creo que sea un ambiente muy apropiado para
una embarazada.
-Eso mismo le he dicho yo, pero es muy cabezota y no me hace caso.
-Gracia por preocuparos-intervino la muchacha.-Pero estoy embarazada,
no inválida y ahora si lo preferís me voy y os dejo hablar tranquilos de mi.
-Vamos, no te enfades-dijo Peter agarrándole la mano a Eugenia y
acariciándosela con la yema del dedo.
La muchacha miró sus manos durante unos segundos, después se apartó y
se fue. Peter se despidió del hombre y fue hacia el sitio donde la rubia estaba
atendiendo a otro cliente.
-Eugenia, por favor. Hablemos-ella lo ignoró.-Vamos, Euge. Por favor.
La rubia lo siguió ignorando y continuó trabajando. Peter la seguía desde
el otro lado de la barra insistiéndole para que hablasen pero la muchacha se hacía
de rogar. Eugenia mientras servía una cerveza buscaba a Peter con la mirada,
ella por mucho que se negase, estaba deseando hablar con él y arreglar las cosas
pero antes deseaba hacerle sufrir un poco. La muchacha no dejaba de mirar entre
la gente del bar buscando a Peter y cuando pretendió llevarle las cervezas a un
cliente, se chocó contra el cuerpo de alguien. Era Peter. Ella por el choque se
derramó las cervezas en su camiseta blanca de trabajo.
-Joder, Peter, ¿qué haces aquí?-preguntó la muchacha apartando la camiseta
mojada de su cuerpo.
-Eugenia, se que me he equivocado y quiero arreglar las cosas, por
favor, hablemos. Dame cinco minutos.
-Ahora no puedo, lo siento.
-Ahora si puedes, ven-comentó agarrándola de la mano y llevándola hasta
el servicio de los empleados.
En una mesa del bar de Gastón, apenas a unos metros de la barra, un
rubio observaba la escena que se producía detrás de la barra. Estaba serio y
muy enfadado. No le gustaba lo que veía y menos le iba a gustar lo que iba a
pasar en el baño de los empleados. Tomó un sorbo de su cerveza y se dijo para
sí mismo:
-Eugenia, querida, creo que voy a tener que ponerte claro los límites
que por nada del mundo deberás traspasar si no quieres que a Peter le pase
algo.-resopló.-Voy a tener que darte clases y mi primera lección empezará
pronto…
Nicolás sonrió de forma maliciosa.
Owwww sisis que se reconcilien!!!!!
ResponderEliminarme encantan sigueeee quiero mas mas =)
No te puedo decir otra cosa que: ODIO A NICOLAS!
ResponderEliminarLos tiene que dejar en PAZ, PAZ, PAZ y PAZ!!!!! Que es lo que no entiende de esa frase?! >.< ... Siii recoincilacion, daaaaaleeee :DDD
Quieroooo maaas :D