-¿Qué te ocurre?-preguntó el muchacho nada más verla.
-Nada-contestó agarrándole la mano a Peter.- ¿Por qué no nos vamos ya?-preguntó
mirando hacia el baño de los empleados.
-Pero, ¿estás bien?
-Si, si, no te preocupes. Vamos-le sonrió.
Ambos empezaron a caminar hacia la salida tras despedirse de Gastón.
Eugenia una vez dentro del coche y mientras Peter daba la vuelta al coche,
respiró hondo tratando de tranquilizarse. Peter entró en el coche y se quedó
mirando fijamente a la muchacha. Ella al darse cuenta, lo miró y le preguntó:
-¿Qué ocurre?
-Te pasa algo-contestó muy serio.
-No, en serio, no me pasa nada.
-Euge, estas temblando-dijo agarrándole la mano entre las de él.
-Solo tengo frío-mintió sonriendo y buscando la calefacción del coche.
Peter resopló sin creerla y arrancó el coche.
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-¿Ayer dónde dormiste?-preguntó Peter una vez que se habían puesto de
camino hacia casa.
-En casa de Candela y Luca. Me supo muy mal molestarlos pero no sabia a
donde ir.
-¿Y por qué no te quedaste en casa?
-Oh, claro y quedarme en un sitio donde todo me recordaba a ti, gracias
pero no soy masoquista-comentó irónicamente.
Peter sonrió y le puso la mano sobre la pierna.
-Pero, ahora no te sentirás masoquista si duermes en casa ¿verdad que
no?
-No, creo que no. Siempre y cuando tú sepas cuales son los limites.
-Uf, límites, suena mal-sonrió.- Pero, ¿me vas a hacer sufrir durante mucho
tiempo?
-No sé, quizás. Según como vaya viendo-comentó poniendo su mano sobre
la de él y apretándola con dulzura.
Eugenia suspiró y miró por la ventana mientras recordaba lo que acababa
de pasar con Nicolás. El silencio se apoderó del coche y gracias a eso se pudo
escuchar rugir al estómago de Eugenia. Avergonzada miró a Peter, que le
preguntó preocupado:
-¿Desde cuando no comes?
-Desde el almuerzo.
-¿Qué? Eugenia estas embarazada-dijo Peter resoplando.
-Lo sé-se lamentó por su torpeza.-Pero no, no me he acordado de comer.
He estado muy distraída y muy entretenida.
Peter resopló.
-¿Qué quieres comer?-preguntó mirándola durante el rato en que el
semáforo estaba en rojo.
-Cualquier cosa que lleve chocolate.
El muchacho sonrió.
-Bueno, hagamos una cosa, vamos a casa y mientras te duchas tranquilamente
yo hago algo para cenar y como postre algo de chocolate ¿te parece?
-Me parece-contestó la muchacha sonriendo.-Pero, tendríamos que ir a
por mi ropa a casa de Candela.
-No te preocupes por eso, yo te presto algo para que te pongas.
Eugenia acababa de sumergirse en una bañera llena de agua y se proponía
relajarse. Peter la había convencido de que se bañara y se tomara un tiempo de
relax. La muchacha echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos. Mientras
trataba de evadirse, el miedo de volver a ver a Nicolás la invadió. Sabía que
iba a tener que volver a enfrentarse a él, ya que era muy persistente y no se
daría por vencido tan fácilmente. Pero ella lo único que deseaba era tener una
vida tranquila y relajada junto a Peter y poder tener muchos hijos más aparte
del que venía en camino. Pero no entendía esa obsesión de Nicolás por ella, ni
quería entenderla, solo quería librarse de él. Fuera como fuese.
-Eugenia-dijo una voz dulce.
Ella abrió los ojos alarmada.
-Me he quedado dormida-dijo adormilada al ver a Peter en cuclillas al
lado de la bañera.
-Ya veo-hizo una pausa.-Vamos, sal antes de que te resfríes-dijo
salpicándole un poco de agua en la cara.
-¡Oye!-se quejó y también le salpicó.
Peter sonrió y le acercó la toalla. Eugenia se levantó y agarró la
toalla.
-Gracias-le agradeció enrollándosela alrededor del cuerpo.-Uf, ¡qué
sueño! Ayer apenas dormí.
-¿Y eso por qué?
-¿Tú que crees?-preguntó la muchacha levantando una ceja.
-Vale, veo que voy a tener que hacer unos cuantos logros para que me
perdones realmente. Así que espero haber empezado bien. No había chocolate, así
que he ido a comprar una tableta de tu chocolate favorito.
-Oh, gracias.
La rubia estaba en la cocina preparando algo que le gustaría mucho a
Peter. Ya habían cenado y el muchacho se había ido a duchar. A él no le gustaba
mucho el chocolate por lo que había pasado de comer postre pero Eugenia conocía
perfectamente la única manera en que a Peter le gustaba comer chocolate y había
decidido preparárselo. Ya había terminado y tan solo le faltaba servirlo en un
pequeño vol.
-Mmm... ¿A qué huele?-preguntó Peter entrando en la cocina.
-Cierra los ojos y abre la boca-le pidió la muchacha ocultándole las
cosas.
Peter la miró de forma pícara.
-Vamos, no seas tonto.
Él sonrió y obedeció.
La muchacha agarró una fresa y la mojó en chocolate recién derretido.
-Muerde-le dijo y así hizo.
-Mmm, fresa con chocolate-dijo Peter abriendo los ojos.-Mi segundo postre
favorito.
-¿Segundo?-preguntó llevándose a la boca la otra mitad de la frase.- ¿Y
cuál es el primero?
Peter llevó su mano al rostro de la muchacha y juntó su frente con la
de ella.
-Tú-susurró.
Eugenia empezó a reírse y lo apartó de ella.
-Muy bueno, Bedoya. Pero sé lo que quieres lograr y no-dijo dándose la
vuelta para limpiar lo que había ensuciado.
-No sé de qué me hablas-comentó el muchacho abrazándola por detrás y empezando
a darle besos en el cuello.- ¿Por qué no dejas eso y…?
-Peter, estate quieto-le dijo la muchacha apartándolo de ella.
-Te gusta hacerte de rogar eh…
-Un poco-comentó la muchacha sonriendo.
Peter decidió ayudarla y terminaron pronto de fregar los platos sucios.
Tras eso, la muchacha se sentó sobre la encimera y Peter se posicionó de pie
entre sus piernas. Ambos empezaron a comer el postre mientras hablaban tranquilamente.
-¿Sabes? Comer estas fresas me recuerda al pasado-comentó Peter
mirándola.-A un día en concreto.
-¿A cuál?-preguntó ella posando sus manos sobre los hombros del
muchacho.
-Al día de mi cumpleaños, cuando cumplí dieciocho años.
-Oh, ya-vocalizó la muchacha recordándolo.-Como postre había esto
mismo, fresas con chocolate.
-Exacto y… ¿recuerdas lo que hicimos después?
-Perfectamente-contestó hundiendo su rostro en el cuello del
muchacho.-Quisiera volver a esos tiempos.
-¿Qué hay de malo en los tiempos de ahora?-preguntó Peter acariciándole
los brazos tiernamente.
-Nicolás-acotó la muchacha acercando más a Peter hacia sí.
-Euge, mi amor-dijo él acariciándole ahora el pelo.-No te preocupes más
por él. No importa lo que haga porque no conseguirá separarnos por nada del
mundo ¿entendido? Así que no pienses mas en él, por favor.
-Peter no lo conoces…-dijo la muchacha entristecida mirándole a los
ojos.
-Euge, ¿hay algo que no sé?
La rubia se quedó en silencio recapacitando. Tomó aire y dijo:
-Posiblemente vayas a enfadarte conmigo porque te prometí contarte
cualquier cosa que pasase con Nicolás pero…cuando estábamos en el bar de Gastón
y fui a por mi bolsa, él estaba allí…-la rubia le contó todo lo que pasó.
Peter quitó sus brazos del alrededor de la cintura de Eugenia y se
apoyó en el filo de la encimera con las manos, poniendo una a cada lado del
cuerpo de la muchacha marcando una cierta distancia entre ambos y remarcando
que estaba enfadado.
-¿Y por qué no me lo contestaste cuando estábamos allí?
-Porque te conozco y no ibas a dejar las cosas tal y como estaban e
ibas a ir a buscarlo y…no quería que te pelearas con él.
-Bueno, pues no te preocupes más, hablaré con él para que no te vuelva
a molestar.
-¡No!-exclamó la muchacha.-Te lo prohíbo. Peter, no. No quiero que te
pelees con él.
-Te he dicho que voy a hablar.
-No vas a hablar, Peter, te conozco-hizo una pausa.-Por favor, no hagas
nada. Déjame a mi. He averiguado como amenazarlo y así podré pararle los pies.
Peter no dijo nada más, solo resopló y dejó que Eugenia le diese un
abrazo.
Continuará...
Nooo me matas *www*
ResponderEliminarSon tiernos *www*
Pero Nicolas siempre en el medioo, uff ><
Quieroooo otrooo yaaaaa :DDD
ash quiero que nicolas desaparezca!!!!!!!!
ResponderEliminarellos tan lindos
espero mas e encanta =)