JF2. Capitulo 73: Una nota, fotos y un CD

Capitulo anterior:

Nicolás estaba deambulando por su apartamento de un lado a otro mientras esperaba a que llegase Julieta. Estaba nervioso y tenía que intentar que su plan funcionase si o si. No podía permitir perder a Eugenia, aunque ya la tenía completamente perdida. En ese momento, sonó el timbre. Era Julieta.

-Al fin llegas.

-Perdón me he retrasado un poco, el vídeo ha tardado mucho en grabarse en el CD-dijo enseñándole un CD.

-Bueno, dame las fotos.

-Voy, voy. Tranquilo. No hay prisa.

-Claro que la hay. Hoy mismo Peter tiene que ver estas fotos.

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 -Pero, ¿por qué? ¿Qué ocurre?-preguntó Julieta entregándole la tarjeta de una cámara fotográfica.

-Hoy me he enterado de que Eugenia está embarazada-explicó Nicolás sentándose en el sofá con su portátil sobre las piernas.

-Vaya, ¡qué pena!

-¿Pena? No, todo lo contrario. Con estas fotos y con un pequeño cambio en la fecha que saldrá en la foto, haremos que Peter le haga verdadero daño a Eugenia. 

-¿Cómo conseguirás eso?

-¿Cuál crees que serán las peores palabras que podrá decirle Peter si solo viese estas fotos?-preguntó mirando las fotos en su ordenador.

-Mmm… no sé, ¿eres la peor persona del mundo por haberme engañado?-dijo intentando imaginarse la situación.

-Puede ser…pero… ¿y si hacemos creer al futuro padre que quizás el hijo que espera Eugenia, no es de él?

-¿Y cómo piensas hacer eso?

-A ver, Eugenia tiene el doce de junio la primera ecografía y he mirado en internet y pone que la primera se hace a las doce semanas de embarazo. Por lo que calculando he llegado a la conclusión de que lleva un mes y medio de embarazo, lo que supone que por el 23, 24 o 25 de marzo fue cuando Eugenia y yo hicimos el amor y ella se quedó embarazada de mi precioso hijo-bromeó mientras buscaba un programa adecuado para trucar las fechas de las fotos. Esas fotos donde salían Nicolás y Eugenia en una cama, en ropa interior, en una besándose, en otra él mirando a cámara y ella tapándose la cara; en otra simulando que duermen. Todas hechas por él mismo.

-En serio, te admiro-dijo Julieta.-No sé cómo has podido idear todo este plan. Si sale como planeas te besaré los pies-comentó sonriendo.-Vas a hacerle creer a ese tal Peter que su chica le ha engañado contigo, con un par de fotos donde, en todas, ella sale con los ojos cerrados porque estaba inconsciente por el cloroformo, excepto en una porque en esa soy yo la que salgo tapándome la cara. En serio, te admiro.

-Julieta déjate de tonterías y ayúdame. Necesito que las fechas sean creíbles.

Tiempo más tarde, Nicolás había terminado su trabajo y estaban aclarando los últimos detalles.

-Ahora vas a ir a la casa donde viven estos dos con el primo de Peter y dejaras el sobre con las fotos y el CD encima la alfombra de la entrada. A las diez llegara Eugenia, si llega sola, como en el sobre pone ‘PETER’ no lo abrirá pero cuando llegue él, se lo dará y estallará la bronca o…llegarán juntos, él verá el sobre e igualmente estallará la bronca. Cómo ocurrirá, no lo sé, pero que ocurrirá, estoy cien por cien seguro-una sonrisa malévola se dibujó en el rostro de Nicolás.

-Está bien. Pero, ¿has visto el video? Creo que hay momentos en que se ven claramente que no soy ella.

-Julieta, tranquila, ¿en serio crees que Peter verá el vídeo? En la nota que le he escrito le digo que Eugenia y yo nos grabamos haciendo el amor, él no va a ser capaz de verlo; ni siquiera se le pasara por la cabeza ni por dos segundos la opción de verlo. Hasta incluso podríamos entregarle un CD totalmente vacio, que lo creería igual ante semejantes fotos-se rió.

-Bueno, creo que va siendo hora de que me marche a poner la guinda final a tu plan-dijo Julieta agarrando el sobre y su bolso.

Nicolás la acompañó a la puerta y al abrirla se encontró con su hermana, Candela, apunto de llamar al timbre.

-Hola, Cande, ¿qué haces aquí?-preguntó dándole dos besos en la mejilla.

-Venía a hacerte una visita pero si estas ocupado…-contestó mirando fijamente a la muchacha que permanecía de pie junto a su hermano.

-Oh, no. Julieta ya se iba, ¿verdad?

-Exacto-argumentó ella.-Nos vemos esta noche y te comento que tal todo, ¿de acuerdo?

-Perfecto.

Julieta y Nicolás se dieron un beso en la mejilla como despedida y ésta se marchó. Candela la miró fijamente durante todo el tiempo que pudo hasta que entró en el apartamento de su hermano.

-Esta chica…-vocalizó Candela.

-Si, ¿qué ocurre con ella?

-Se parece mucho a…

-A nadie-la interrumpió mirándole cómplice para que no lo dijera.

-¿Sois novios?

-¡No! Es una gran amiga nada más.

-Oh, menos mal. Llega a ser tu novia y…tendría que asustarme.

-¿Y eso por qué?-preguntó yendo a la cocina seguido por su hermana.

-Porque estarías muy mal si te buscases a una novia muy por no decir casi clavada a Eugenia. Tendríamos que tratarte porque estarías obsesionado con ella.

-Oh, vamos Cande, tampoco exageres. Se dan un aire pero nada más.

-¿Un aire?-preguntó incrédula.

-Can, mejor cambiemos de tema. ¿Quieres algo para beber?

-Si, gracias.

-Marchando una cerveza para mi hermanita.

Eran las diez, Eugenia acababa de bajar de un taxi que la había dejado frente a su casa. Empezó a buscar las llaves dentro de su bolso mientras murmuraba para sí:

-Definitivamente tengo que sacarme el carnet del coche, no puedo estar yendo de un lado a otro en taxi-suspiró.

Una vez que encontró las llaves, subió los escalones de la entrada y sobre la alfombra que ponía: ‘bienvenidos’ encontró un sobre. Se agachó y lo cogió. Leyó el nombre de Peter en letras mayúsculas y como se había figurado Nicolás, la muchacha no lo abrió. Ni siquiera se interesó lo más mínimo por él. Aunque le pareció un poco sospechoso, estaba demasiado feliz como para pararse a imaginar y hacer cávalas sobre quién podría haberlo enviado, qué tendría en el interior o si serían malas o buenas noticias ese sobre. Entró en casa y una vez dentro se dispuso a preparar una gran cena para contarle la noticia a Peter.

Empezó a cocinar y a cada cinco minutos miraba el reloj para ver cuánto tiempo quedaba para que Peter llegara. Estaba sentada sobre uno de los taburetes de la cocina, esperando a que se hiciese la comida cuando escuchó la puerta abrirse. Sonrió entusiasmada y fue a recibirle.

-Hola, mi amor, ¿cómo estas?-preguntó ella asomándose por la puerta.

-Uf, cansado muy cansado-suspiró.

-¿En serio?-preguntó agarrándole de las manos el abrigo que se acababa de quitar.- ¿Quieres darte un baño y ahora en un rato cenar?

-Me encantaría-le sonrió y la acercó a él.-Pero primero…alguien esta tarde me dijo que había algo que quería decirme. Así que soy todo oído.

-Oh, claro-la muchacha apoyó sus manos sobre el pecho de Peter y lo miró fijamente a los ojos.-Te lo diré mejor cuando estemos cenando.

-¡Cómo te gusta hacerte de rogar!

-Un poco-admitió sonriendo.

-Bueno, entonces, supongo que tendré que sonsacarte esa cosa que me ibas a contar a mi manera.

-Ah, ¿y… cuál es tu manera?-preguntó ella sonriendo pícaramente.

-Así-vocalizó él acercando su boca a la de ella.

Peter le agarró la cara con las dos manos y la besó con pasión. Eugenia dejó caer el abrigo de Peter al suelo y llevó sus manos a la nuca del muchacho para intensificar el beso. Él sonrió al comprobar que ella tenía las mismas intensiones que él. Peter continuó con el beso sin detenerlo ni un instante más, y se dio la vuelta para apoyarla contra la puerta y acorralarla con su cuerpo. Le agarró las manos contra la madera de la puerta a la altura de la cabeza y la miró fijamente a los ojos.

-¿Me vas a contar lo que me ibas a decir o voy a tener que torturarte?

-Tengo los labios sellados-contestó ella echando la cabeza hacia delante para rozar sus labios a los de él.

-Pues…habrá que hacer algo al respecto-comentó él antes de volver a besarla.

Peter sabía bien como volverla loca y torturarla a su forma. Lentamente bajó sus labios hasta el cuello de la muchacha provocando que la respiración de Eugenia se agitase. El roce de los labios, la lengua y los dientes de Peter contra su cuello la estaban desquiciando pero un olor fuerte la distrajo unos segundos.

-Huele a quemado-dijo de repente.

Peter se detuvo y la miró sin comprender a qué venía eso.

-¿Qué?

-Bueno, lo siento pero es verdad, huele a quemado-se quedó unos segundos en silencio.-¡Mier.da! Peter aparta. La comida-la muchacha salió corriendo hacia la cocina.-Se quema.

El muchacho echó a reír ante la reacción de Eugenia. Ella llegó a la cocina y trató apagar la vitrocerámica, al no conseguirlo, intentó apartar la cacerola del fuego para que no se siguiese quemando más la comida y en ese intento se quemó la mano.

-¡Au!-exclamó y se llevó el dedo en el que se había hecho la quemadura a la boca.

Peter al ver lo que estaba formando, la detuvo agarrándola por la cintura y alejándola de la vitrocerámica, que apagó segundos después de controlar la situación.

-¿Estás bien?-preguntó Peter soltándola y mirándole a los ojos.

-Si, no te preocupes, solo me he quemado-contestó mirándose el dedo rojo.

-Pero, ¿qué te ha pasado?-preguntó tratando de no reír.

-No te rías-le reprimió haciendo una mueca.-Me he puesto nerviosa y…

-¿Nerviosa?

-Si, por tu culpa.

-Vaya, no sabía que todavía te pusiese nerviosa-comentó él levantando una ceja pícaramente.

-¡Qué idiota eres!-exclamó ella poniendo los ojos en blanco.

Peter se sentó sobre uno de los taburetes y vio que sobre la isla la cocina, al lado del bolso de Eugenia, había un sobre que ponía su nombre.

-¿Y esto?-preguntó cogiéndolo.- ¿Aquí dentro esta lo que me ibas a decir?

-¿Qué? No. Eso me lo he encontrado hoy en la entrada cuando he llegado.

-¡Qué raro! No hay remitente ni nada-comentó rompiendo el sobre y sacando las cosas que había en el interior.

Una nota, fotos y un CD. Peter, extrañado, y llamándole la atención las fotos, las miró.

-¿Y? ¿Qué es?-preguntó Eugenia poniendo su dedo debajo del agua fría del grifo.

-Eugenia-vocalizó Peter y ella lo miró.- ¿Me puedes explicar qué demonios es esto?-preguntó intentando guardar la compostura mientras le mostraba las fotos.

Continuará...