martes, 31 de julio de 2012

Capitulo 55: Bajo agua

Capitulo anterior:

-¿Qué tengo en el cuello?-preguntó yendo hacia el espejo de su habitación.
-Chupetones, marcas que no se hacen con tanta facilidad si la otra persona se está resistiendo.
-Peter, me durmió y seguramente me las hizo cuando estaba inconsciente.
-Ya, claro, Eugenia. Por favor no mientas más-hizo una pausa.-Así que el “hola lindo” iba por mi hermano ¿no? Me has dicho una mentira tras otra y yo como un idiota me las he tragado todas. Soy un imbécil-dijo Peter aguantando las ganas de llorar.-Y tú…-mantuvo silencio y llevó una mano al cuello de Eugenia.-Tú eres un ser despreciable.-y de un tirón le arrancó el collar que un día le regaló.-No quiero volver a verte en la vida.
Después de eso, Peter se fue sin escuchar ni una sola palabra de lo que Eugenia tenía para decirle. La rubia se llevó la mano al cuello y por sus ojos brotaron lágrimas sin cesar.
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Cuando Nicolás se despertó estaba sentado sobre la cama de Eugenia con las manos atadas a la espalda y escuchaba el llanto de alguien, irguió la cabeza un poco intentando  ver de quién se trataba y comprobó que la persona que lloraba era Eugenia.
La muchacha estaba sentada en una esquina de la habitación, acurrucada en si misma llorando por lo que le había ocurrido con Peter. Temblaba y su respiración estaba acelerada.
-¿Se puede saber por qué lloras?, preciosa-dijo Nicolás.
-¡No me llames así!-exclamó Eugenia levantándose muy furiosa.-Eres una basura. Me has arruinado la vida.
-¿Yo? Pero ¿yo que he hecho?-preguntó haciéndose el desentendido.
-Me has dormido, me has atado a una cama y para colmo te has aprovechado de mi cuando estaba inconsciente.
-Eugenia, querida, habíamos hecho un trato y yo he intentado hacer lo que te prometí; hacerte pasar una noche inolvidable.
-¿Lo que me prometiste?-la rubia se echó a reír por la impotencia que sentía ante aquella situación.-Nicolás, te juro que en este momento te mataría…
-¡Adelante!-la tentó.
Eugenia apretó con fuerza su puño, tratando de controlarse. Tenía pensado ir hacia él y pegarle aunque sea un puñetazo pero se contuvo y se marchó de la habitación para no hacer ninguna locura.
La rubia fue al cuarto de baño y al entrar se encontró a Darío, inconsciente sobre el bate. Asustada, se acercó a él, le tomó el pulso y al ver que solo estaba durmiendo, intentó despertarlo. Al ver que los métodos que había usado no habían servido; llenó la bañera de agua y le metió la cabeza dentro. Al sacarlo, el muchacho hacia aspavientos, tratando de respirar.
-Al fin te has despertado-dijo Eugenia.-Pero ¿qué te ha pasado?
-Lo siento, me quedé dormido después de que vinieses a por la camarita y me trajeras la coca-cola.
-¡Oh, ya sé por qué te has quedado dormido!-dijo recordando la frase que le dijo Nicolás: “¿Y tú lata de coca-cola?”.
-Pero bueno, no importa. Cuéntame. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué estas…-la apuntó.-así?
La rubia se miró y vio que estaba en ropa interior. Por su cabeza volvieron las cosas que acababan de pasar, empezó a llorar otra vez, abrazó a Darío con fuerza y le empezó a contar:
-Nicolás me durmió y cuando me desperté estaba atada a mi casa y con él encima de mí besándome.-puso cara de asco.
-¿Y cómo has conseguido escaparte?-preguntó separándola de él para mirarla a la cara.
-Gracias a Peter, él le golpeó-decía entre lágrima y lágrima.
-¿Y dónde está ahora Nicolás?
-En mi cuarto atado a la cama.
-Bueno, pues tú no te preocupes. Quédate aquí que ese tío se va a enterar de quiénes son los Bedoya.
-Bedoya, Peter-Eugenia largó a llorar más aún.-Me odia, Peter me odia.
-¿Qué? Pero, ¿por qué dices eso?
-Porque es cierto, me dijo que no quiere volver a verme nunca más en la vida.
-¿En serio?-preguntó Darío abrazándola otra vez.-Bueno, tranquila, yo hablaré con él y se lo explicaré todo.
-No, no, por favor. No lo hagas-lo miró a los ojos.
-Euge, cálmate, yo ahora vuelvo ¿vale?

“¿Por qué nos lastimamos tanto? ¿Por qué la persona que más debería quererte es a veces tu peor enemiga?”-pensaba Eugenia mientras miraba el techo de la ducha desde dentro del agua de la bañera.
La rubia llevaba con la cabeza metida en el agua hacia ya veinte segundos y poco le faltaba para perder la conciencia. Lentamente fue cerrando los ojos mientras se dejaba ir, cuando de pronto Darío llegó al baño y la sacó de dentro del agua. La rubia empezó a toser porque había tragado agua a causa del susto que se había llevado por la forma en que el muchacho la había sacado a la superficie.
-Eugenia ¿estas loca?-preguntó Darío aferrándola a su cuerpo.- ¿Cómo se te pasa por la cabeza hacer esto?
-¿Hacer el qué?-preguntó con la voz llorosa.-Yo solo pretendía saber cuánto tiempo tardo en perder la conciencia.
-Eugenia, esta no es la solución. Tienes que hablar con él y aclararle las cosas.
-No, él no quiere verme y así será, no me verá-dijo Eugenia mirando a Darío a los ojos.
-Bueno, pues hablaré yo con él y le explicaré que fue culpa mía.
-¡No!-exclamó apartándose del muchacho y mirándole fijamente a los ojos.-Te prohíbo que le hables de mí y de lo que ha pasado esta noche en mi casa.
-Pero ¿y si él me saca el tema?
-No lo hará pero si por algún motivo lo hiciera, le cambias de asunto. No quiero que habléis de lo que ha visto ¿entendido?
-No, no lo entiendo. Eugenia con lo fácil que es explicarle como han sido las cosas; estoy seguro que entenderá por qué lo has hecho. Yo lo conozco y…
-Darío-lo interrumpió.-Es mejor así.
El muchacho no la comprendía, no entendía que fuera de esa manera, tan complicada para hacer las cosas. Suspiró y le dijo:
-Ya le he dejado las cosas claras a Nicolás.
-Bien-dijo sin ánimos.- ¿Y sigue en mi habitación?
-No, ya se ha ido-contestó sonriendo.-Al fin has conseguido librarte de él.
-Si, pero ¡de qué manera!
El muchacho se quedó un rato mirándola, no podía creer que estuviera tan apagada. Suspiró y dijo mientras se levantaba del suelo:
-Me voy a fuera para que te bañes en condiciones-hizo una pausa.-Voy a estar al otro lado de esta puerta y quiero que me hables en todo momento. A los dos segundos en que no te escuche la voz, entraré aquí y me dará igual si sigues en ropa interior o estás completamente desnuda. Así que ¡ojo!
-Gracias, Darío-le agradeció levantándose de la bañera y abrazándolo con fuerza.
El muchacho la abrazó a pesar de que estuviera empapando su ropa y al separarse, la rubia le dio un tierno beso en la mejilla. Darío le sonrió y salió del cuarto de baño.
-Bueno, Euge, cuéntame algo-dijo el chico sentándose en el suelo al lado de la puerta.
-No sé-hizo una pausa.-Que necesitaré al menos tres baños más para quitarme las babas de encima de ese…-se cayó y gruñó.
-Bueno, piensa que ahora ya no lo verás más.
-Ni a él, ni a Peter-y volvió a empezar a llorar.
-No, Eugenia, no llores-le rogó.-Estoy seguro de que a mi hermano se le pasará el mosqueo y te volverá a hablar como si nada. Te quiere demasiado como para odiarte.
-Lo dudo.
-Confía en mí-le pidió.

Continuará...

lunes, 30 de julio de 2012

Capitulo 54: Atada.

Capitulo anterior:

-Necesito que me consigas en menos de una hora unos somníferos.
-¿Somníferos? ¿Qué pasa, no consigues dormir?
-No exactamente-se rió.- ¿Sabrás conseguírmelos?
-Por supuesto, soy farmacéutico,-se rió.-Vente a la farmacia donde trabajo y te los doy.
-Fantástico, y ya que estamos, ¿tienes alguna pastilla que haga que aumente las ganas de tener sexo?
-¿Cómo?-preguntó el amigo sin entender.- ¿Qué vas a hacer? ¿Dormir o tener sexo?
-Se podría decir que las dos cosas.
-¡Ojo! Que los somníferos son para diez o doce horas.
-¿Tanto?-preguntó sorprendido.- ¿Y no tienes alguno que dure menos?
-Pero espera, ¿para qué lo quieres?
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-Verás-hablaba Nicolás por el móvil.-Tengo una chica con la que quiero tener una noche movidita pero no tiene ninguna atracción sexual, ni nada y necesito esas pastillas para dársela pero ¡ojo! Se lo daré solo con su consentimiento-mintió.
-Estás loco, Nicolás-dijo el amigo.-Pero, es raro, una chica tan joven y sin atracción sexual ¿o es que te has pasado ahora a las maduritas?-bromeó.
-Venga, no seas tonto. ¿Podrás conseguirme las cosas?
-¿Tienes la receta del médico?
-No-hizo una pausa.- ¿No puedes dármelo sin la receta?
-Está terminantemente prohibido pero tratándose de ti, te lo doy.
-Genial, y bueno, ¿hay algún somnífero que dure menos horas?
-En eso no puedo ayudarte, pero, ¿y para qué quieres los somníferos?
-Para mi madre-contestó Nicolás.
-Bueno, Nico, vente a la farmacia y te enseño los parches Intrinsa para aumentar la libido femenina y me dices si lo quieres.
-En diez minutos estoy ahí, adiós Marcos. Muchas gracias.
Colgaron.
-Eugenia, Eugenia, de hoy no pasas-sonrió.
Findeflashback

Eugenia tras escuchar lo que Darío acababa de decirle, le llevó la cerveza a Nicolás y pensaba irse cuando él le agarró de la muñeca.
-¿A dónde vas?
-Voy al baño un momento, ya vuelvo-le sonrió y cogió su lata de coca-cola.
La rubia subió a su cuarto, al no ver a Darío allí, fue al baño. Entró y cerró la puerta.
-Al fin, creía que no me escuchabas-dijo el muchacho nada más verla.
-Toma-dijo ofreciéndole la lata de refresco.
-Gracias-contestó cogiéndola y bebiendo un poco.-Que raro sabe-comentó poniendo mala cara.
-¿Qué dices? -preguntó ella mirándolo.-Bueno, da igual, dame la cámara.
Darío se la extendió y la rubia la cogió e intentó ponérsela.
-¿Se nota?-preguntó Eugenia tras engancharse de nuevo la cámara al sujetador.
-A ver, bruta. Te la pongo yo-dijo Darío.
-¿Qué? No, no hace falta, así esta perfecta-comentó Eugenia tratando de evitar que Darío metiese las manos donde no debía.
-Como quieras-dijo el muchacho bostezando.- ¡Uuff! Que sueño me ha entrado.
-Pues no te duermas porque te necesito, Nicolás está rarísimo. Ha aceptado que le dijese que no.
-Bueno, tú vuelve abajo que yo te ayudo.
Eugenia salió del baño, y detrás salió Darío. La rubia empezó a bajar las escaleras, cuando vio a Nicolás al final de ellas.
-¡Nicolás!-exclamó mirando hacia Darío que de inmediato se volvió a meter en el cuarto de baño.- ¿Qué haces aquí?
-Iba a buscarte porque estabas tardando.
-Pues aquí me tienes, volvamos al salón.
-¿Y tu lata de coca-cola?-preguntó Nicolás preocupado por si no se había tomado el refresco con el somnífero.
-Me la he dejado arriba. Bueno no pasa nada, cojo otra-contestó yendo a la cocina.
Nicolás la siguió y sin que se diera cuenta, sacó de su otro bolsillo un pequeño bote y un pañuelo. Eugenia abrió el frigorífico y cogió la lata. De repente sintió una mano agarrarla por la cintura y la otra mano presionarle la boca con un pañuelo. Lentamente fue perdiendo la conciencia y cerrando los ojos. Nicolás al ver que se había quedado inconsciente, la cogió en brazos mientras decía:
-Mi otra arma secreta, el cloroformo-sonrió.

Darío había entrado rápidamente al cuarto de baño cuando escuchó a Eugenia gritar el nombre de Nicolás. Él tambaleándose y sintiendo que sus parpados se cerraban, bajó la tapa del bate y se sentó encima.
-Creo que me voy a quedar aquí-dijo con los ojos medios cerrados.
Abrió el ordenador y comprobó si todo iba bien. Empezó a bostezar una y otra vez mientras sus ojos se cerraban poco a poco hasta que finalmente acabaron por cerrarse por completo.

Cuando la rubia se despertó, estaba en su habitación, en ropa interior y podía sentir como unos labios besaban su cuello y bajaban poco a poco. Se intentó levantar pero comprobó que estaba atada a la cama. Algo aturdida, dijo:
-¿Nicolás?
Él detuvo los besos y la miró.
-Al fin te has despertado, bella durmiente-le acarició la mejilla.
-¿Qué está pasando? ¿Por qué estoy atada a la cama?-aún seguía en su aturdimiento.
-No te preocupes. Tú relájate y disfruta.
Nicolás sonrió y continúo besándole el cuerpo.

Peter acababa de salir del baño y entró en su habitación con una toalla enrollada a la cintura. Empezó a buscar alguna ropa en su armario para ponerse esa noche, ya que iba a salir con sus amigos. En ese instante empezó a escuchar una voz femenina gritar el nombre de Nicolás. Extrañado por cómo sonaba esos gritos y sabiendo de quién era esa voz. Salió fuera al balcón.

-No, Nico, espera, espera-dijo la rubia intentando llamarle la atención para que dejase de besarla.-Si me desatas, te prometo que haré lo que tú quieras.
-Tranquila, todo a su debido tiempo, primero tengo que esperar a que el parche haga su efecto.
-¿Qué parche?-preguntó asustada.
-Ninguno, tú no te…
Nicolás no pudo continuar porque alguien por detrás le dio un fuerte golpe en la cabeza con la carpeta del instituto que Eugenia tenía sobre su escritorio. Eugenia respiró aliviada y dijo:
-Por fin has venido, Darío.
-Soy Peter-dijo el muchacho desatándola de la cama.
-¡¿Cómo?!-exclamó frotándose las muñecas porque le dolían de lo fuerte que Nicolás le había amarrado.-Te lo puedo explicar.
-Eugenia, no hace falta que expliques nada.
-¿En serio?-preguntó con una sonrisa en la cara.-Bueno, pues ayúdame a atarlo antes de que se despierte-le pidió levantándose de la cama.
-¿Qué? ¿Ayudarte a atarlo?-preguntó.- ¡No! Creo que no me has entendido-hizo una pausa.-Está todo muy claro, se ve que estas jugando a dos puntas. No puedo creer lo que estas haciendo.
-¿Jugando a dos puntas?-preguntó sin entenderle.-Peter, ¿no has visto que me tenía atada a una cama?
-Si, lo he visto y antes de pegarle un carpetazo creía que lo hacía en contra de tu voluntad pero ahora que veo lo que tienes en el cuello, me ha quedado claro que no es así.
-¿Qué tengo en el cuello?-preguntó yendo hacia el espejo de su habitación.
-Chupetones, marcas que no se hacen con tanta facilidad si la otra persona se está resistiendo.
-Peter, me durmió y seguramente me las hizo cuando estaba inconsciente.
-Ya, claro, Eugenia. Por favor no mientas más-hizo una pausa.-Así que el “hola lindo” iba por mi hermano ¿no? Me has dicho una mentira tras otra y yo como un idiota me las he tragado todas. Soy un imbécil-dijo Peter aguantando las ganas de llorar.-Y tú…-mantuvo silencio y llevó una mano al cuello de Eugenia.-Tú eres un ser despreciable.-y de un tirón le arrancó el collar que un día le regaló.-No quiero volver a verte en la vida.
Después de eso, Peter se fue sin escuchar ni una sola palabra de lo que Eugenia tenía para decirle. La rubia se llevó la mano al cuello y por sus ojos brotaron lágrimas sin cesar.

Continuará...

domingo, 29 de julio de 2012

Capitulo 53: Más mentiras

Capitulo anterior:
-¿Qué haces aquí?-preguntó haciendo cómo si no hubiese escuchado nada de la conversación que habían mantenido Peter y Darío.
-Vine a hablar contigo.
-¿Ah, si? ¿De qué?
-Bueno yo…-vocalizó Peter.
-Él… se iba ¿a que sí, hermanito?-preguntó Darío mirando a su hermano.
-Puedo quedarme si ella quiere.
La rubia asintió y miró a Darío para decirle:
-¿Nos dejarías solos un momento?
-Eugenia tenemos que…-Darío se cayó y suspiró.-Está bien. Os dejo solos pero en cinco minutos estoy aquí de nuevo porque la videollamada hay que continuarla-dijo refiriéndose al plan que habían armado entre ella y él.
-Si, por supuesto-dijo Eugenia.
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Eugenia y Peter se habían quedado solos. Ambos estaban sentados en la cama, hablando de lo que les había pasado en aquellas dos semanas.
-Eugenia, creo que me pasé un poco antes cuando te vine a visitar. No deje que te explicaras y creo que debí oírte, así que…si tú quieres…
-¡Oh, si!-Eugenia se quedó callada unos segundos pensando en alguna escusa.-Verás, el “hola lindo” iba para tu hermano porque había quedado conmigo en que vendría a mi casa porque en vuestra casa no funciona el internet o que se yo y bueno, pensé gastarle una broma y cuando te vi a ti, pues me sorprendió porque creía que no querías ni verme después de pedirte el tiempo para que pensáramos.
-¡Ves! Debí haberte escuchado en vez de reaccionar como reaccione-dijo Peter.-Pero igual hay algo que no me cuadra y es que si mi hermano aún no había llegado cuando yo te trate mal, ¿cómo es que escucho la conversación?-hizo una pausa.-Pero bueno, me da igual, no quiero saberlo. Yo lo único que quiero es arreglar las cosas contigo.
-Si y yo también quiero estar bien contigo-lo miró a los ojos.-Y bueno, lo de que tu hermano escuchase la conversación es porque ahora tenéis la costumbre de entrar por el balcón de mi habitación en vez de por la puerta como la gente normal y claro, cuando tú viniste a visitarme, él ya estaba en mi cuarto haciendo la videollamada y yo no lo sabía.
-Perdona a mi hermano, es así-se disculpó.
-No pasa nada-le sonrió.-Estamos en familia ¿no?
-Desde luego-contestó Peter.
El muchacho le agarró de la barbilla a la rubia y lentamente se fue acercando para darle un beso, cuando estaban a punto, Darío entró en la habitación, diciendo:
-Ya se han pasado los cinco minutos.
Peter miró a su hermano con mala cara y le dijo:
-Darío, vete
-No, ¿por qué? Me pedisteis cinco minutos y ya han pasado.
-Bueno pues te pido diez minutos más, ¡vete!-exclamó el moreno de ojos marrones con tonos de verde.
Darío miró fijamente a Eugenia, que entendió de inmediato que tenía que continuar con lo que tenía entre manos.
-Peter-dijo la rubia poniéndole la mano sobre el pecho.-Será mejor que dejemos el beso para otro momento.-le dio un beso en la mejilla y se levantó de la cama.
-Exacto, mi cuñada tiene razón-comentó Darío sentándose en donde estaba ella sentada.-Por cierto, Peter, mamá te esta buscando.
-¿Para qué?
-No sé, ve y se lo preguntas. Además, ¿tú hoy no salías con tus amigos?
-Si, ahora en un rato-hizo una pausa.-Bueno, Euge, nos vemos después ¿vale?
Ella miró a Peter y asintió con una sonrisa en el rostro. El muchacho se acercó a ella, le devolvió el beso en la mejilla y le susurró al oído:
-Te quiero.
La rubia sonrió más aún y le dijo antes de que se fuera:
-Yo también te quiero.

Eugenia espero a que Peter se fuera, para empezar a desesperarse como en un principio de aquella noche.
-¿Qué estoy haciendo, Darío? Le he mentido a Peter, le he dicho una mentira sobre otra.
-Eugenia, tranquila, estas haciendo algo que te arreglara la vida a partir de este instante, si todo sale bien-la miró.-Y por cierto, ¿dónde está Nicolás?
-Lo deje en el cuarto de mi madre.
-Pues, venga, vístete y al lio.
Eugenia suspiro y se fue al cuarto de baño.  Se puso la ropa y no se dio cuenta de que la cámara que tenía puesta en su sujetador ya no estaba a causa de que antes cuando se quitaba la ropa con prisa para ir a ver a Peter, lo tiro al suelo y al caer la cámara se desprendió del sujetador. La rubia salió del baño y fue a buscar a Nicolás. Cuando entró en el cuarto de su madre, lo encontró tirado en la cama.
-¡Cuánto has tardado!-exclamó Nicolás al verla.
-Lo sé, perdona es que me entretuve-le miró sonriendo.
-Bueno, no pasa nada-la miró.- ¿Y mi sorpresa?
A Eugenia se le cambió la cara, no se acordaba de que le había prometido una sorpresa a cambio de que se quedase en la habitación.
-Te la daré más adelante-contestó la rubia.- ¿Qué tal si bajamos otra vez al salón? Es que no me hace mucha gracia estar en el cuarto de mi madre, me corta el royo.
-Está bien-se levantó de la cama.-Pero, ¿no era que aquí era un buen lugar para empezar?
-Cambié de idea. Creo que no debo hacer caso a mi amigo. ¿Vamos?
Ambos bajaron otra vez al salón y se sentaron en el sofá. Nicolás solo sabía tirarle indirectas a Eugenia para que fuesen al grano, para que hiciesen lo que el había ido buscando pero ella se resistía como podía.
-Eugenia, ¿qué te pasa?-preguntó Nicolás al verla totalmente distante.
-Nada, ¿por qué me tendría que pasar algo?
-Llevo intentando un buen rato que me hagas caso pero lo único que haces es mirar el suelo sin decir nada.
-Bueno, es que…
-No me digas que ahora te vas a echar atrás.
-Yo…
-Está bien, no pasa nada, preciosa-dijo Nicolás acariciándole la mejilla.
-¿En serio?-preguntó Eugenia asombrada por cómo había reaccionado.
-Si, en serio-le sonrió.-Oye, ¿me buscas otra cerveza?
-Si, por supuesto, ahora vengo-le contestó levantándose del sofá.

Mientras tanto Darío continuaba mirando todo lo que pasaba en el salón pero se había dado cuenta de que el sonido no estaba funcionando y una cámara estaba quieta y no grababa más que una ducha, extrañado,  cerró el portátil y  se levantó de la cama. Lentamente abrió la puerta de la habitación y salió. Se dirigió al cuarto de baño y al entrar empezó a revisar el suelo.

Eugenia entró en la cocina y cogió un botellín. Mientras buscaba otra vez el abridor en el cajón, empezó a hablar con Darío:
-Oye, Nicolás está rarísimo, ¿has oído lo que ha dicho?-Eugenia esperó a que le contestara, al no ser así, preguntó.-Oye, ¿estas ahí?
-¡Eugenia! Escúchame, se te ha caído la cámara que llevabas en el sujetador. Así que hazme el favor de subir inmediatamente para que te lo ponga porque no tengo audio, no escucho nada de lo que esta pasando porque esta es la cámara que tiene el micrófono. Ven, ¡ya!-hizo una pausa.-Ah y ya que estas tráeme algo para beber, me muero de sed-se rió.

Nicolás miró a ver si Eugenia volvía de la cocina al no ser así, aprovechó para hacer lo que tenía en mente hacer desde que había recibido el llamado de la rubia. Sacó de su bolsillo un botecito de plástico, lo abrió y vertió el contenido dentro de la lata de refresco.
-¡Ay, Eugenia! Lo que te espera-comentó con una sonrisa en el rostro.

Flashback
-Está bien, en veinte minutos estoy ahí-dijo Nicolás hablando por teléfono con Eugenia.
-¿En veinte minutos?-preguntó asustada.-Eh, ¡no!-exclamó Eugenia.-En veinte minutos, no me da tiempo a arreglarme; mejor en… ¿una hora?-preguntó.
-No sé, dímelo tú-contestó Nicolás.
-Si, en una hora.
-Perfecto, te veo en una hora preciosa.
-Adiós.
Nicolás colgó y se sentó en su sofá mientras pensaba extrañado en el llamado y en el trato que Eugenia acababa de proponerle. No fiándose nada de lo que fuese a pasar por la noche, decidió hacer un plan B por si el plan A, es decir, acostarse por la via fácil con Eugenia; fallaba. Marcó en su móvil el número de un amigo suyo.
-Ei, hola, ¿cómo estás, Marcos?-saludó Nicolás nada más oír la voz de su amigo.
-Bien, ¿y tú, Nico?
-Perfecto-hizo una pausa.-Necesito que me ayudes.
-Mmm… ya me extrañaba a mí que me llamarás solo para hablar. Dime, ¿qué quieres?
-Necesito que me consigas en menos de una hora unos somníferos.
-¿Somníferos? ¿Qué pasa, no consigues dormir?
-No exactamente-se rió.- ¿Sabrás conseguírmelos?
-Por supuesto, soy farmacéutico,-se rió.-Vente a la farmacia donde trabajo y te los doy.
-Fantástico, y ya que estamos, ¿tienes alguna pastilla que haga que aumente las ganas de tener sexo?
-¿Cómo?-preguntó el amigo sin entender.- ¿Qué vas a hacer? ¿Dormir o tener sexo?
-Se podría decir que las dos cosas.
-¡Ojo! Que los somníferos son para diez o doce horas.
-¿Tanto?-preguntó sorprendido.- ¿Y no tienes alguno que dure menos?
-Pero espera, ¿para qué lo quieres?


Continuará...

sábado, 28 de julio de 2012

Capitulo 52: Falsa videollamada

Capitulo anterior:

Darío estaba en la habitación de Eugenia contemplando todo, y de vez en cuando aconsejaba a la muchacha para hacérselo todo más fácil. En ese momento, alguien entró por la puerta de cristal del balcón y le preguntó:
-Darío, ¿qué haces aquí?
-¡¡Peter!!-exclamó al ver a su hermano entrar.
Eugenia que tenía el auricular, escucho a Darío y sin darse cuenta, gritó:
-¿Cómo?
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Eugenia no sabía que hacer, estaba apunto de subir a su habitación pero si lo hacía se estropeaba todo. Así que guardo la compostura mientras trataba de escuchar la conversación entre los dos hermanos.
-¿Te pasa algo, Eugenia?-preguntó Nicolás.
-¿A mi? No, nada.
-Entonces, ¿ese grito que ha sido?
-¿Cuál grito? ¿El de “¿cómo?”? Es que no me he enterado de lo que me has dicho y…eso.
-No, pero si yo no he dicho nada.
-¿Ah no? Me había parecido que si.
-Pues no, pero si quieres te puedo decir muchas cosas.
-¿Ah, sí? A ver, dímelas pero en voz baja.
-¿Al oído?-preguntó.
-Si, al oído.
Nicolás se iba a acercar al oído donde Eugenia tenía el auricular, pero ella lo detuvo diciendo:
-No, a este oído, no. Mejor al otro.
-Bueno, esta bien-dijo Nicolás sin entender el por qué.

-Repito, ¿qué haces aquí en el cuarto de mi…?-Peter se cayó y rectificó.-En el cuarto de Eugenia.
-Sssh, habla más bajo que el hermano pequeño de Eugenia está durmiendo-le sugirió Darío cerrando el ordenador para que su hermano no viera nada.
-¿Qué hermano pequeño?-preguntó.
-El hijo del novio de la madre de Eugenia, Juan David.
-Ah, ya-hizo una pausa.-Bueno, no me cambies de tema. Contesta.
-Bueno… es que…-dijo Darío mientras pensaba que contestarle.-Verás, es que en casa no hay internet y la verdad no se por qué. Y nada, le pedí a Eugenia si me dejaba quedarme aquí en su casa porque había quedado en conectarme a esta hora para hablar con una chica.
-¿Tú hablar por internet en vez de quedar con ella personalmente? Eso no se lo cree nadie.
-Es que vive lejos, ¿qué le hago?
-¿Y cómo la has conocido, entonces?
-Pues…en el campamento-contestó Darío.- ¿Algo más? Si quieres te digo la talla que usa de sujetador-habló con ironía.
-Bueno, perdón-suspiro.- ¿Y Eugenia?
-No, no. Espera. Primero contéstame ¿qué haces tú aquí?
-He venido a visitar a mi vecina, ¿algún problema?
-Hombre, me extraña mucho hermanito y más después de que he escuchado lo que le has dicho hace un rato.
-Está bien, te diré por qué he venido pero cómo abras la boca, te mato.
-No te preocupes, no diré nada.
-Tenía pensado colarme en casa de Eugenia para ver con quién había quedado.
Darío se echó a reír.
-¿En serio, hermanito? Pero, ¿qué más te da? Si ahora ya no sois novios, según tengo entendido.
-No, ya no lo somos pero no veo normal que a Eugenia se le pase el amor tan rápido y bueno, también puede ser que este un poco celoso.
-Vaya, mi hermano reconociendo que esta celoso, lo nunca visto-bromeó Darío.
-Si, y como salga de aquí, date por muerto.
-Tranquilo que yo no diré nada.
-Bueno ¿y dónde está?-preguntó Peter.
-Eh…pues no sé, supongo que viendo la tele, o haciendo la cena. No sé, pero será mejor que no la molestes, decía que no quería ni verte.
-¿Qué no me quería ver? Pero si yo no he hecho nada.
-Pero Peter, ¿quién entiende la mente femenina?
-¡¡Darío!!-gritó Eugenia, y el sonido salió del ordenador.
-¿Qué ha sido eso?-preguntó Peter.
-La chica,-contestó Darío quitándole el sonido al ordenador.-Es que estoy haciendo una videollamada con la chica esta y me estará buscando. Así que si me disculpas, quiero estar solo, adiós.
-Vale, me voy a buscar a Eugenia.
-¿Qué? No, Peter, hermanito, ¡no me seas calzonazos!-exclamó.

-¿Darío?-preguntó Nicolás sin entenderla.
-Eh, si, Darío; un amigo que me aconsejo un lugar ideal para empezar a hacerlo.
-¿Ah, si? ¿Y donde es ese sitio?
-¡Ven! Te lo enseñare, pero tenemos que ir en silencio y tratando de hacer el menor ruido posible.
-¿Por qué?
-Porque es más sensual ¿no crees?
-Si tú lo dices.

-No soy calzonazos, solo quiero arreglarlo. Quizás me sobrepasé con ella hace un rato y quiero pedirle perdón y escuchar sus explicaciones aunque sean escusas-dijo Peter mirando a su hermano.
-Está bien, pero… ¿sabes? Ahora que me acuerdo, me dijo que se iba a duchar. No creo que quieras entrar en la ducha ¿no?
-¿Y por qué no?
-Bueno, hermanito si está enfadada contigo, te ahorcará con la manguera del grifo de la ducha.
-Quizás tengas razón.
-La tengo. Así que vete que en cuanto salga de la ducha yo te aviso.

Eugenia subió a Nicolás a la segunda planta de la casa y lo metió en el cuarto de su madre.
-¿Es aquí?-preguntó él entrando.
-¡Sssh! Espera aquí que te voy a hacer una sorpresa. Ni se te ocurra salir ¿entendido?
-¿Por qué?
-Porque me estropearás la sorpresa.
-Entendido.
La rubia salió del cuarto de su madre, cerrando la puerta tras de sí y de inmediato fue al cuarto de baño a quitarse la ropa y enrollarse con una toalla, ya que había escuchado toda la conversación que mantenían los hermanos en su habitación. Se mojo el pelo y se echó un poco de agua por el cuerpo. Tras eso, salió y fue a su cuarto.
Cuando entró Peter estaba yéndose por el balcón, pero antes de que pudiera pasar a su balcón, ella dijo:
-Peter.
El muchacho miró hacia atrás y la vio.
-Euge-sonrió.
-¿Qué haces aquí?-preguntó haciendo cómo si no hubiese escuchado nada de la conversación que habían mantenido Peter y Darío.
-Vine a hablar contigo.
-¿Ah, si? ¿De qué?
-Bueno yo…-vocalizó Peter.
-Él… se iba ¿a que sí, hermanito?-preguntó Darío mirando a su hermano.
-Puedo quedarme si ella quiere.
La rubia asintió y miró a Darío para decirle:
-¿Nos dejarías solos un momento?
-Eugenia tenemos que…-Darío se cayó y suspiró.-Está bien. Os dejo solos pero en cinco minutos estoy aquí de nuevo porque la videollamada hay que continuarla-dijo refiriéndose al plan que habían armado entre ella y él.
-Si, por supuesto-dijo Eugenia.

Continuará...

viernes, 27 de julio de 2012

Capitulo 51: Te perdí

Capitulo anterior:

-Tranquilízate-le pidió.-Yo voy a esconderme en tu habitación, y recuerda, no podéis salir del salón porque cualquier cosa que pase fuera de aquí, solo será grabada por la cámara de tu sujetador. Así que procura que sea en el salón, ¿vale?
Ella asintió.
Darío le dio un achuchón para traspasarle confianza y se fue a la habitación de la muchacha. Eugenia espero unos segundos, tomo aire y abrió la puerta.
-Hola, lindo.
La rubia al ver de quién se trataba se le cambió el color de la cara y no dudó en preguntar:
-¿Qué haces aquí?
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-¡Vaya! Por ese “qué haces aquí” se ve que no me esperabas a mi-dijo Peter después de observarla de arriba abajo.-Y si no es muy atrevido preguntarte… ¿por quién iba ese “hola, lindo”?
-Para ti-contestó Eugenia tras pensar unos segundos la respuesta.- ¿Para quién si no?-preguntó llevándose el dedo a la boca.
-Si no quieres no me lo digas pero no me mientas-comentó señalando su mano.
-Yo y mi manía. Perdón. No quise…
-Eugenia-la interrumpió.- Guárdate esas absurdas escusas para otro, por favor-hizo una pausa.-Venía para hablar contigo de lo nuestro porque no he dejado de pensar en estas dos semanas que llevamos separados en cómo venir aquí y demostrarte que te quiero pero…-hizo una pausa.-Veo que tú ya has pasado página, y te has buscado a otro-Eugenia empezó a negar con la cabeza.-Así que no hay nada que hablar, espero que te lo pases bien esta noche. Adiós.
-No, Peter. No es lo que crees, en serio. Yo…
-No hace falta que me expliques nada, Eugenia. Tú y yo somos solo amigos, ¿no?
Peter se quedó un instante mirándola a los ojos y después se marcho cabizbajo. Eugenia trató de ir detrás de él pero Darío le habló por el auricular:
-No, Euge, no vayas. Nicolás está apunto de llegar, luego habláis y si quieres yo se lo explico todo.
-¡No!-exclamó cerrando la puerta.-Ni se te ocurra contarle lo que estamos por hacer esta noche.
Eugenia se sentó en el suelo apoyándose en la puerta y empezó a llorar mientras que en su cabeza, resonaba una canción:
“Te perdí como te perdí. Eras todo lo más grande y te perdí. Lo más bueno, lo más lindo. Tan perfecto para mí…”
Eugenia lloraba desconsoladamente mientras que Darío trataba de tranquilizarla por el auricular; esta situación duró hasta que volvió a sonar el timbre.
-Ya está ahí-dijo Darío.
La rubia se limpió la cara, respiró hondo tratando de calmarse y abrió la puerta.
-Hola, preciosa-saludó Nicolás nada más verla.
-Hola, creía que no venías.
-¿Y eso?
-No sé, creía que al final te habías acobardado.
-¿Acobardarme yo tratándose de pasar una noche con la chica que más me gusta?-se acercó a ella.-Que poco me conoces.
Nicolás hizo el intento de besarla pero ella lo esquivó y le dijo:
-Tranquilo, lindo. ¿Para qué ir tan rápido? La noche aún es joven.
Eugenia le hizo pasar y ambos fueron al salón. Una vez allí, se sentaron en el sofá y Nicolás, le preguntó:
-¿Me vas a decir ya qué es lo que quieres a cambio de esto?
-Te lo dije por el móvil, a cambio quiero que me hagas disfrutar como nunca, ¿sabrás estar a la altura?
-¿Tú que crees?-preguntó acercándose a ella.
-No sé, tú me dirás-le miró dibujando una falsa sonrisa en el rostro.
-Pregúntale si quiere algo para beber-dijo Darío por el auricular.
-Pero no hay nada para beber-habló Eugenia en voz baja.
-¿Cómo?-preguntó Nicolás, mirándola.
-Se me olvido avisarte que he comprado cerveza-comentó Darío.
-¿Quieres algo de beber?-le preguntó Eugenia a Nicolás.
-Si, ¿qué tienes?
-Refresco, zumo, agua o…cerveza.
-Cerveza.
-Bueno, ahora te la traigo-sonrió levantándose del sofá.
Eugenia entró en la cocina y se apoyó en la encimera. Sus piernas estaban temblando, no sabía como estaba aguantando hacer eso.
-Venga, Euge, que vas bien. Primero le calientas un poco y luego, le dices que no-comentó Darío.
La rubia fue al frigorífico y sacó un botellín de cerveza para él y una lata de coca-cola para ella. Buscó en el cajón de los cubiertos un abridor y abrió el botellín. En ese momento, empezó a sentir unas manos deslizarse por su cintura hasta llegar a rodearla al completo. Era Nicolás, la había abrazado y había empezado a darle besos en el cuello.
Eugenia cerró los ojos y empezó a recordar el día en que Peter había hecho lo mismo que Nicolás estaba haciendo, en el mismo lugar y todo lo que esos besos que el muchacho de ojos marrones con tonos en verde le había hecho sentir. Cuando cayó en la realidad de quién le estaba dando besos en el cuello, se llevó el botellín a la boca y empezó a beber.
-¡Vaya! No sabía que bebieras.
-Ni yo-contestó poniendo mala cara porque no le había gustado el sabor de la cerveza.
-¿Cómo?
-Que...que hace poco que empecé a beber  y no veas como engancha-contestó dándose la vuelta para mirarlo a la cara.-Vamos al salón.
-Es que… ¿sabes cuál es mi fantasía erótica?
-Me encantaría saberla, ¿qué tal si me la cuentas en el salón? Allí estaremos mejor.
-El problema es que mi fantasía es aquí, en la encimera de la cocina-comentó acorralándola.
-Y seguro que no la has hecho ya realidad ¿verdad que no?-preguntó con ironía.
-Por supuesto que si, pero con ninguna como tú.
-El problema es que yo soy más tradicional, cama, sofá…lo normal.
-¿Y no te apetece probar algo nuevo?-preguntó sentándola en la encimera.
-No, creo que…
Nicolás empezó a besarle el cuello y poco a poco iba bajando su boca. Eugenia cerró los ojos y volvió a recordar aquel momento en que Peter y ella estaban de la misma forma en que estaba ahora ella con Nicolás y volvió a sentir sobre su piel las manos y los labios del muchacho que la volvían loca pero regresó a la realidad cuando Darío le gritó por el auricular:
-Eugenia, llévatelo al salón ¡ya!
La rubia abrió los ojos y apartó un poco a Nicolás de ella, deteniéndolo antes de que siguiese bajando más.
-Me parece que tienes un poco de prisa ¿no? ¿Has quedado con alguien después?-preguntó Eugenia.
-No, pero tengo miedo a que llegue alguien de tu familia y nos interrumpa.
-Tranquilo, que si es por eso, no te preocupes-se acercó y le habló al oído.-Mi madre no vuelve hasta dentro de dos semanas y mi hermano y su novia se han ido a un hotel, así que estamos solos.
La rubia sonrió, se bajó de la encimera y se fue al salón con la cerveza y el refresco en las manos. Nicolás, por supuesto, la siguió.
-Sabes, Eugenia-comentó el rubio sentándose en el sofá al lado de ella.-Hay algo que no me cuadra.
La muchacha miró a Nicolás asustada y le preguntó:
-¿El qué no te cuadra?
-Pues que no quisieses hacer el amor conmigo cuando estábamos de novios y ahora que estás de novia con otro, si quieres.
-Te equivocas en un detalle.
-¿En qué?
-En el detalle de que yo ya no tengo novio.
-¿Ah no?-preguntó Nicolás dibujando una sonrisa en su rostro.

Darío estaba en la habitación de Eugenia contemplando todo, y de vez en cuando aconsejaba a la muchacha para hacérselo todo más fácil. En ese momento, alguien entró por la puerta de cristal del balcón y le preguntó:
-Darío, ¿qué haces aquí?
-¡¡Peter!!-exclamó al ver a su hermano entrar.
Eugenia que tenía el auricular, escucho a Darío y sin darse cuenta, gritó:
-¿Cómo?

Continuará...

jueves, 26 de julio de 2012

Capitulo 50: La preparación

Capitulo anterior:

-Oye-vocalizó él, tumbándose en la cama.- ¿Tienes algún sujetador negro?
-¿Qué?
-Que si tienes sujetador negro, es que mi amigo y yo tenemos pensado ponerte la camarita en el sujetador y para que pase desapercibida es mejor que el sujetador sea negro.
-¿Tu amigo y tú? ¿Qué amigo?
-Oh, ¿no te lo he dicho? Es mi amigo el que nos va a proporcionar las cámaras y nos va a ayudar a colocarlas por el salón de tu casa.
-O sea que cuando yo este con Nicolás, ¿tanto tú como tu amigo vais a estar mirando?
-Si, ¿qué quieres que le haga?-preguntó el muchacho sonriendo.-A cambio de su ayuda le he prometido a mi amigo que va a poder ver dos buenas…-hizo el gesto de dos pechos.
-¿Qué? No, no, no. Me niego. No pienso hacerlo.
Darío empezó a reírse.
-Es broma. Te prometo que solo mirare y disfrutare yo.
Eugenia empezó a pegarle mientras el muchacho se reía.
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-¡No!-exclamó Eugenia mientras intentaba impedir que el amigo de Darío instalase las cámaras por el salón de su casa.-No pienso hacerlo, Darío. Tenlo claro. Es una locura. No se como he podido aceptar hacerlo. No. Lo que voy a hacer es ponerle los cuernos a tu hermano.
-Vamos, Euge. No seas exagerada. No le vas ni a besar. Vas a tentarlo y ya esta. Además, tú y mi hermano ya no estáis juntos.
-Lo sé pero… ¡que no! No pienso hacerlo.
-Si, lo vas a hacer.
-No.
-Si.
-No.
-Si-dijo Darío extendiéndole un móvil.-Toma, habla con Nicolás y dile que venga. Está llamando y por favor, no tardes mucho que estas llamando desde mi móvil.
-¿Qué? No, no. Todo tuyo, no pienso hacerlo.
-No seas infantil, Eugenia-comentó Darío entregándole el móvil.
Eugenia miró al muchacho fijamente, respiró hondo y se puso el móvil en la oreja. Esperó a que lo cogiera.
-¿Nicolás?-preguntó la rubia al escuchar su voz.
-Si, ¿quién eres?
-¿No me reconoces la voz? Vaya ¡Cuántas chicas te deben de llamar eh!
-Mmm… ¿Eugenia?
-Bingo.
-¿Y esa locura de llamarme?
-¿Te sorprende?-preguntó ella sentándose en el sofá porque le estaban temblando las piernas.
-Bastante. Después de las cosas que han pasado entre nosotros últimamente creía que no querías saber nada de mí.
-Bueno, pues que no te sorprenda tanto. Te llamo para hacer un trato.
-¿Un trato?
-Si-hizo una pausa.-Por lo que me estoy dando cuenta, tú no vas a ser feliz hasta que no tengas sexo conmigo.
Esa frase produjo que el amigo de Darío, que estaba subido a una escalera instalando una cámara en la esquina del salón, se tambalease. Darío se echó a reír y Eugenia intentó callarlo.
-Así que… si estas dispuesto a tener una noche loca conmigo, vente a mi casa que…estoy muy sola-dijo Eugenia cuando consiguió que el muchacho dejase de reír.
-Entiendo pero ¿cuál sería el trato?-preguntó Nicolás.
-Pues yo te doy lo que tú quieres  y tú me das lo que yo quiero.
-¿Y qué es lo que quieres, exactamente?
-Pasar una noche contigo.
Nicolás se echó a reír.
-Eugenia, ¿en serio crees que me voy a tragar eso?-preguntó él.
-¿Qué pasa? ¿No crees que una persona pueda cambiar de opinión?
-Por supuesto que si, una persona puede cambiar de opinión pero tú-hizo una pausa.-Lo dudo.
-Vaya. Entonces, ¿me tengo que tomar esto como que me estas rechazando?
-¿Qué? No, no. Solo quiero que me digas que quieres a cambio.
-Te lo diré cuando estés aquí.
-Está bien, en veinte minutos estoy ahí.
-¿En veinte minutos?-preguntó asustada.
Darío empezó a negar mediante señas.
-Eh, ¡no!-exclamó Eugenia.-En veinte minutos, no me da tiempo a arreglarme; mejor en… ¿una hora?-preguntó mirando a Darío que asintió.
-No sé, dímelo tú-contestó Nicolás.
-Si, en una hora.
-Perfecto, te veo en una hora, preciosa.
-Adiós.
Colgaron.
Eugenia tiró el móvil encima del sofá y se llevó las manos a la cabeza mientras miraba a Darío.
-Pero mira que avispada es la muchacha-comentó el chico sentándose al lado de Eugenia.-La que no quería hacerlo ¿no?-empezó a reírse.
-Pero, ¿qué estoy haciendo, Darío?
-Euge, tranquilízate. Piensa que esto es un juego.
-¿Un juego?-lo miró.-Pero no lo es, es la vida real. Imagínate que algo sale mal, que hago todo esto y las cámaras no funcionan o que Peter me pilla o Nicolás… ¡no, no, no!
-Relájate-le sugirió el muchacho abrazándola para calmarla.
-Por las cámaras no os preocupéis-comentó el amigo de Darío.-Ya están instaladas y funcionan a la perfección; solo me falta poner la del sujetador.
-Venga, Euge. Quítate la blusa-bromeó Darío sonriendo.
La rubia lo miró con mala cara y le pegó un puñetazo en el brazo para después levantarse para ir a su habitación a por algún sujetador negro.

Instaladas todas las cámaras, Eugenia estaba en su habitación eligiendo que ropa ponerse mientras que Darío estaba en la entrada despidiendo a su amigo.
-Muchas gracias por instalarme las cámaras y explicarme como va todo-decía Darío.-En cuanto pueda te hago ese favor que me has pedido a cambio.
-De acuerdo, pero una cosa… ¿qué pensáis hacer? ¿Vais a montaros un trío y os vais a grabar?
-¿Qué? Pero no, hombre. Yo a ella nunca la tocaría; es mi cuñada-hizo una pausa.-Lo que vamos a hacer es gastarle una broma a un…amigo y si quieres en otro momento te lo explico mejor pero ahora te tienes que ir porque nuestro amigo esta apunto de llegar.
-Está bien, adiós y no te olvides de lo que me debes.
-No, no. Nos vemos.
El muchacho cerró la puerta y fue al salón a por el portátil donde se veía y se escuchaba todo lo que estaban grabando las cámaras. Eugenia después de vestirse, bajó al salón mientras decía:
-Darío, hay un problema.
-Dime.
-Con la ropa tapó la cámara que llevo en el sujetador.
-Muy aguda, Euge. Por lo que vas a tener que…
-¿Voy a tener que estar sin blusa?-preguntó antes de que él pudiera decir nada.
-Bueno, yo te iba a decir que te abrieses los botones de la blusa un poquito y con eso bastaba pero si tú prefieres estar sin blusa, pues como tú veas.
-No, no-dijo desabrochándose un par de botones.- ¿Así está bien?
-Si, estupendo-contestó Darío mirándole el escote a Eugenia.
-¿En serio? A ver-dijo la rubia mirando la pantalla del ordenador.
-Ves, está…-comentó aún con la mirada puesta en el canalillo de la rubia.
-Si, ojala todo salga bien.
Eugenia miró a Darío y al darse cuenta de donde estaba posada la mirada del muchacho, le dijo apuntando a su cara:
-Darío, mira aquí.
-Oh, si. Perdona-comentó mirando hacia otro lado.
Tras el momento incómodo, Darío le dio un auricular por el que el muchacho le iría diciendo lo que tendría que hacer en el caso de que ella se quedase en blanco. Eugenia se sentó en el sofá pero de inmediato se levantó de un susto; habían llamado al timbre. La rubia miró a Darío. Estaba muy nerviosa.
-Tranquilízate-le pidió.-Yo voy a esconderme en tu habitación, y recuerda, no podéis salir del salón porque cualquier cosa que pase fuera de aquí, solo será grabada por la cámara de tu sujetador. Así que procura que sea en el salón, ¿vale?
Ella asintió.
Darío le dio un achuchón para traspasarle confianza y se fue a la habitación de la muchacha. Eugenia esperó unos segundos, tomó aire y abrió la puerta.
-Hola, lindo.
La rubia al ver de quién se trataba se le cambió el color de la cara y no dudó en preguntar:
-¿Qué haces aquí?

Continuará...