-¿Qué tengo
en el cuello?-preguntó yendo hacia el espejo de su habitación.
-Chupetones,
marcas que no se hacen con tanta facilidad si la otra persona se está
resistiendo.
-Peter, me
durmió y seguramente me las hizo cuando estaba inconsciente.
-Ya, claro,
Eugenia. Por favor no mientas más-hizo una pausa.-Así que el “hola lindo” iba
por mi hermano ¿no? Me has dicho una mentira tras otra y yo como un idiota me
las he tragado todas. Soy un imbécil-dijo Peter aguantando las ganas de
llorar.-Y tú…-mantuvo silencio y llevó una mano al cuello de Eugenia.-Tú eres
un ser despreciable.-y de un tirón le arrancó el collar que un día le regaló.-No
quiero volver a verte en la vida.
Después de
eso, Peter se fue sin escuchar ni una sola palabra de lo que Eugenia tenía para
decirle. La rubia se llevó la mano al cuello y por sus ojos brotaron lágrimas
sin cesar.
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------
Cuando
Nicolás se despertó estaba sentado sobre la cama de Eugenia con las manos
atadas a la espalda y escuchaba el llanto de alguien, irguió la cabeza un poco
intentando ver de quién se trataba y
comprobó que la persona que lloraba era Eugenia.
La muchacha
estaba sentada en una esquina de la habitación, acurrucada en si misma llorando
por lo que le había ocurrido con Peter. Temblaba y su respiración estaba
acelerada.
-¿Se puede
saber por qué lloras?, preciosa-dijo Nicolás.
-¡No me
llames así!-exclamó Eugenia levantándose muy furiosa.-Eres una basura. Me has
arruinado la vida.
-¿Yo? Pero
¿yo que he hecho?-preguntó haciéndose el desentendido.
-Me has
dormido, me has atado a una cama y para colmo te has aprovechado de mi cuando
estaba inconsciente.
-Eugenia,
querida, habíamos hecho un trato y yo he intentado hacer lo que te prometí;
hacerte pasar una noche inolvidable.
-¿Lo que me
prometiste?-la rubia se echó a reír por la impotencia que sentía ante aquella
situación.-Nicolás, te juro que en este momento te mataría…
-¡Adelante!-la
tentó.
Eugenia
apretó con fuerza su puño, tratando de controlarse. Tenía pensado ir hacia él y
pegarle aunque sea un puñetazo pero se contuvo y se marchó de la habitación
para no hacer ninguna locura.
La rubia fue
al cuarto de baño y al entrar se encontró a Darío, inconsciente sobre el bate.
Asustada, se acercó a él, le tomó el pulso y al ver que solo estaba durmiendo,
intentó despertarlo. Al ver que los métodos que había usado no habían servido;
llenó la bañera de agua y le metió la cabeza dentro. Al sacarlo, el muchacho
hacia aspavientos, tratando de respirar.
-Al fin te
has despertado-dijo Eugenia.-Pero ¿qué te ha pasado?
-Lo siento,
me quedé dormido después de que vinieses a por la camarita y me trajeras la
coca-cola.
-¡Oh, ya sé
por qué te has quedado dormido!-dijo recordando la frase que le dijo Nicolás:
“¿Y tú lata de coca-cola?”.
-Pero bueno,
no importa. Cuéntame. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué estas…-la apuntó.-así?
La rubia se
miró y vio que estaba en ropa interior. Por su cabeza volvieron las cosas que
acababan de pasar, empezó a llorar otra vez, abrazó a Darío con fuerza y le
empezó a contar:
-Nicolás me
durmió y cuando me desperté estaba atada a mi casa y con él encima de mí
besándome.-puso cara de asco.
-¿Y cómo has
conseguido escaparte?-preguntó separándola de él para mirarla a la cara.
-Gracias a
Peter, él le golpeó-decía entre lágrima y lágrima.
-¿Y dónde
está ahora Nicolás?
-En mi
cuarto atado a la cama.
-Bueno, pues
tú no te preocupes. Quédate aquí que ese tío se va a enterar de quiénes son los
Bedoya.
-Bedoya,
Peter-Eugenia largó a llorar más aún.-Me odia, Peter me odia.
-¿Qué? Pero,
¿por qué dices eso?
-Porque es
cierto, me dijo que no quiere volver a verme nunca más en la vida.
-¿En
serio?-preguntó Darío abrazándola otra vez.-Bueno, tranquila, yo hablaré con él
y se lo explicaré todo.
-No, no, por
favor. No lo hagas-lo miró a los ojos.
-Euge,
cálmate, yo ahora vuelvo ¿vale?
“¿Por qué
nos lastimamos tanto? ¿Por qué la persona que más debería quererte es a veces
tu peor enemiga?”-pensaba Eugenia mientras miraba el techo de la ducha desde
dentro del agua de la bañera.
La rubia
llevaba con la cabeza metida en el agua hacia ya veinte segundos y poco le
faltaba para perder la conciencia. Lentamente fue cerrando los ojos mientras se
dejaba ir, cuando de pronto Darío llegó al baño y la sacó de dentro del agua.
La rubia empezó a toser porque había tragado agua a causa del susto que se
había llevado por la forma en que el muchacho la había sacado a la superficie.
-Eugenia
¿estas loca?-preguntó Darío aferrándola a su cuerpo.- ¿Cómo se te pasa por la
cabeza hacer esto?
-¿Hacer el
qué?-preguntó con la voz llorosa.-Yo solo pretendía saber cuánto tiempo tardo
en perder la conciencia.
-Eugenia,
esta no es la solución. Tienes que hablar con él y aclararle las cosas.
-No, él no
quiere verme y así será, no me verá-dijo Eugenia mirando a Darío a los ojos.
-Bueno, pues
hablaré yo con él y le explicaré que fue culpa mía.
-¡No!-exclamó
apartándose del muchacho y mirándole fijamente a los ojos.-Te prohíbo que le
hables de mí y de lo que ha pasado esta noche en mi casa.
-Pero ¿y si
él me saca el tema?
-No lo hará
pero si por algún motivo lo hiciera, le cambias de asunto. No quiero que
habléis de lo que ha visto ¿entendido?
-No, no lo
entiendo. Eugenia con lo fácil que es explicarle como han sido las cosas; estoy
seguro que entenderá por qué lo has hecho. Yo lo conozco y…
-Darío-lo
interrumpió.-Es mejor así.
El muchacho
no la comprendía, no entendía que fuera de esa manera, tan complicada para
hacer las cosas. Suspiró y le dijo:
-Ya le he
dejado las cosas claras a Nicolás.
-Bien-dijo
sin ánimos.- ¿Y sigue en mi habitación?
-No, ya se
ha ido-contestó sonriendo.-Al fin has conseguido librarte de él.
-Si, pero
¡de qué manera!
El muchacho
se quedó un rato mirándola, no podía creer que estuviera tan apagada. Suspiró y
dijo mientras se levantaba del suelo:
-Me voy a
fuera para que te bañes en condiciones-hizo una pausa.-Voy a estar al otro lado
de esta puerta y quiero que me hables en todo momento. A los dos segundos en
que no te escuche la voz, entraré aquí y me dará igual si sigues en ropa
interior o estás completamente desnuda. Así que ¡ojo!
-Gracias,
Darío-le agradeció levantándose de la bañera y abrazándolo con fuerza.
El muchacho
la abrazó a pesar de que estuviera empapando su ropa y al separarse, la rubia
le dio un tierno beso en la mejilla. Darío le sonrió y salió del cuarto de
baño.
-Bueno,
Euge, cuéntame algo-dijo el chico sentándose en el suelo al lado de la puerta.
-No sé-hizo
una pausa.-Que necesitaré al menos tres baños más para quitarme las babas de
encima de ese…-se cayó y gruñó.
-Bueno,
piensa que ahora ya no lo verás más.
-Ni a él, ni
a Peter-y volvió a empezar a llorar.
-No,
Eugenia, no llores-le rogó.-Estoy seguro de que a mi hermano se le pasará el
mosqueo y te volverá a hablar como si nada. Te quiere demasiado como para
odiarte.
-Lo dudo.
-Confía en
mí-le pidió.