-¿Qué haces aquí?-preguntó haciendo cómo si no hubiese escuchado nada de la conversación que habían mantenido Peter y Darío.
-Vine a hablar contigo.
-¿Ah, si? ¿De qué?
-Bueno yo…-vocalizó Peter.
-Él… se iba ¿a que sí,
hermanito?-preguntó Darío mirando a su hermano.
-Puedo quedarme si ella
quiere.
La rubia asintió y miró a
Darío para decirle:
-¿Nos dejarías solos un
momento?
-Eugenia tenemos
que…-Darío se cayó y suspiró.-Está bien. Os dejo solos pero en cinco minutos
estoy aquí de nuevo porque la videollamada hay que continuarla-dijo
refiriéndose al plan que habían armado entre ella y él.
-Si, por supuesto-dijo
Eugenia.
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Eugenia y Peter se habían quedado
solos. Ambos estaban sentados en la cama, hablando de lo que les había pasado
en aquellas dos semanas.
-Eugenia, creo que me pasé un poco
antes cuando te vine a visitar. No deje que te explicaras y creo que debí
oírte, así que…si tú quieres…
-¡Oh, si!-Eugenia se quedó callada
unos segundos pensando en alguna escusa.-Verás, el “hola lindo” iba para tu
hermano porque había quedado conmigo en que vendría a mi casa porque en vuestra
casa no funciona el internet o que se yo y bueno, pensé gastarle una broma y
cuando te vi a ti, pues me sorprendió porque creía que no querías ni verme
después de pedirte el tiempo para que pensáramos.
-¡Ves! Debí haberte escuchado en vez
de reaccionar como reaccione-dijo Peter.-Pero igual hay algo que no me cuadra y
es que si mi hermano aún no había llegado cuando yo te trate mal, ¿cómo es que
escucho la conversación?-hizo una pausa.-Pero bueno, me da igual, no quiero
saberlo. Yo lo único que quiero es arreglar las cosas contigo.
-Si y yo también quiero estar bien
contigo-lo miró a los ojos.-Y bueno, lo de que tu hermano escuchase la
conversación es porque ahora tenéis la costumbre de entrar por el balcón de mi
habitación en vez de por la puerta como la gente normal y claro, cuando tú
viniste a visitarme, él ya estaba en mi cuarto haciendo la videollamada y yo no
lo sabía.
-Perdona a mi hermano, es así-se
disculpó.
-No pasa nada-le sonrió.-Estamos en
familia ¿no?
-Desde luego-contestó Peter.
El muchacho le agarró de la barbilla a
la rubia y lentamente se fue acercando para darle un beso, cuando estaban a
punto, Darío entró en la habitación, diciendo:
-Ya se han pasado los cinco minutos.
Peter miró a su hermano con mala cara
y le dijo:
-Darío, vete
-No, ¿por qué? Me pedisteis cinco
minutos y ya han pasado.
-Bueno pues te pido diez minutos más,
¡vete!-exclamó el moreno de ojos marrones con tonos de verde.
Darío miró fijamente a Eugenia, que
entendió de inmediato que tenía que continuar con lo que tenía entre manos.
-Peter-dijo la rubia poniéndole la
mano sobre el pecho.-Será mejor que dejemos el beso para otro momento.-le dio
un beso en la mejilla y se levantó de la cama.
-Exacto, mi cuñada tiene razón-comentó
Darío sentándose en donde estaba ella sentada.-Por cierto, Peter, mamá te esta
buscando.
-¿Para qué?
-No sé, ve y se lo preguntas. Además,
¿tú hoy no salías con tus amigos?
-Si, ahora en un rato-hizo una pausa.-Bueno,
Euge, nos vemos después ¿vale?
Ella miró a Peter y asintió con una
sonrisa en el rostro. El muchacho se acercó a ella, le devolvió el beso en la
mejilla y le susurró al oído:
-Te quiero.
La rubia sonrió más aún y le dijo
antes de que se fuera:
-Yo también te quiero.
Eugenia espero a que Peter se fuera,
para empezar a desesperarse como en un principio de aquella noche.
-¿Qué estoy haciendo, Darío? Le he
mentido a Peter, le he dicho una mentira sobre otra.
-Eugenia, tranquila, estas haciendo algo
que te arreglara la vida a partir de este instante, si todo sale bien-la
miró.-Y por cierto, ¿dónde está Nicolás?
-Lo deje en el cuarto de mi madre.
-Pues, venga, vístete y al lio.
Eugenia suspiro y se fue al cuarto de
baño. Se puso la ropa y no se dio cuenta
de que la cámara que tenía puesta en su sujetador ya no estaba a causa de que
antes cuando se quitaba la ropa con prisa para ir a ver a Peter, lo tiro al
suelo y al caer la cámara se desprendió del sujetador. La rubia salió del baño
y fue a buscar a Nicolás. Cuando entró en el cuarto de su madre, lo encontró
tirado en la cama.
-¡Cuánto has tardado!-exclamó Nicolás
al verla.
-Lo sé, perdona es que me entretuve-le
miró sonriendo.
-Bueno, no pasa nada-la miró.- ¿Y mi
sorpresa?
A Eugenia se le cambió la cara, no se
acordaba de que le había prometido una sorpresa a cambio de que se quedase en
la habitación.
-Te la daré más adelante-contestó la rubia.- ¿Qué tal si bajamos otra vez al salón? Es que no me hace mucha gracia
estar en el cuarto de mi madre, me corta el royo.
-Está bien-se levantó de la
cama.-Pero, ¿no era que aquí era un buen lugar para empezar?
-Cambié de idea. Creo que no debo
hacer caso a mi amigo. ¿Vamos?
Ambos bajaron otra vez al salón y se
sentaron en el sofá. Nicolás solo sabía tirarle indirectas a Eugenia para que
fuesen al grano, para que hiciesen lo que el había ido buscando pero ella se
resistía como podía.
-Eugenia, ¿qué te pasa?-preguntó
Nicolás al verla totalmente distante.
-Nada, ¿por qué me tendría que pasar
algo?
-Llevo intentando un buen rato que me
hagas caso pero lo único que haces es mirar el suelo sin decir nada.
-Bueno, es que…
-No me digas que ahora te vas a echar
atrás.
-Yo…
-Está bien, no pasa nada,
preciosa-dijo Nicolás acariciándole la mejilla.
-¿En serio?-preguntó Eugenia asombrada
por cómo había reaccionado.
-Si, en serio-le sonrió.-Oye, ¿me
buscas otra cerveza?
-Si, por supuesto, ahora vengo-le
contestó levantándose del sofá.
Mientras tanto Darío continuaba
mirando todo lo que pasaba en el salón pero se había dado cuenta de que el
sonido no estaba funcionando y una cámara estaba quieta y no grababa más que
una ducha, extrañado, cerró el portátil y se levantó de la cama. Lentamente abrió la
puerta de la habitación y salió. Se dirigió al cuarto de baño y al entrar
empezó a revisar el suelo.
Eugenia entró en la cocina y cogió un
botellín. Mientras buscaba otra vez el abridor en el cajón, empezó a hablar con
Darío:
-Oye, Nicolás está rarísimo, ¿has oído
lo que ha dicho?-Eugenia esperó a que le contestara, al no ser así,
preguntó.-Oye, ¿estas ahí?
-¡Eugenia! Escúchame, se te ha caído
la cámara que llevabas en el sujetador. Así que hazme el favor de subir
inmediatamente para que te lo ponga porque no tengo audio, no escucho nada de
lo que esta pasando porque esta es la cámara que tiene el micrófono. Ven, ¡ya!-hizo
una pausa.-Ah y ya que estas tráeme algo para beber, me muero de sed-se rió.
Nicolás miró a ver si Eugenia volvía
de la cocina al no ser así, aprovechó para hacer lo que tenía en mente hacer
desde que había recibido el llamado de la rubia. Sacó de su bolsillo un
botecito de plástico, lo abrió y vertió el contenido dentro de la lata de
refresco.
-¡Ay, Eugenia! Lo que te
espera-comentó con una sonrisa en el rostro.
Flashback
-Está bien, en veinte
minutos estoy ahí-dijo Nicolás hablando por teléfono con Eugenia.
-¿En veinte
minutos?-preguntó asustada.-Eh, ¡no!-exclamó Eugenia.-En veinte minutos, no me
da tiempo a arreglarme; mejor en… ¿una hora?-preguntó.
-No sé, dímelo tú-contestó
Nicolás.
-Si, en una hora.
-Perfecto, te veo en una
hora preciosa.
-Adiós.
Nicolás colgó y se sentó
en su sofá mientras pensaba extrañado en el llamado y en el trato que Eugenia
acababa de proponerle. No fiándose nada de lo que fuese a pasar por la noche,
decidió hacer un plan B por si el plan A, es decir, acostarse por la via fácil
con Eugenia; fallaba. Marcó en su móvil el número de un amigo suyo.
-Ei, hola, ¿cómo estás,
Marcos?-saludó Nicolás nada más oír la voz de su amigo.
-Bien, ¿y tú, Nico?
-Perfecto-hizo una
pausa.-Necesito que me ayudes.
-Mmm… ya me extrañaba a mí
que me llamarás solo para hablar. Dime, ¿qué quieres?
-Necesito que me consigas
en menos de una hora unos somníferos.
-¿Somníferos? ¿Qué pasa,
no consigues dormir?
-No exactamente-se rió.- ¿Sabrás
conseguírmelos?
-Por supuesto, soy
farmacéutico,-se rió.-Vente a la farmacia donde trabajo y te los doy.
-Fantástico, y ya que
estamos, ¿tienes alguna pastilla que haga que aumente las ganas de tener sexo?
-¿Cómo?-preguntó el amigo
sin entender.- ¿Qué vas a hacer? ¿Dormir o tener sexo?
-Se podría decir que las
dos cosas.
-¡Ojo! Que los somníferos
son para diez o doce horas.
-¿Tanto?-preguntó
sorprendido.- ¿Y no tienes alguno que dure menos?
-Pero espera, ¿para qué lo
quieres?
Continuará...
Continuará...
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