lunes, 16 de julio de 2012

Capitulo 44: Perdonar

Capitulo anterior:

-Eugenia,  ¿podríamos hablar esto cara a cara?
Ella volvió a suspirar y guardó silencio mientras pensaba y miraba a su novio divertirse con sus primos. En ese momento, sus miradas se cruzaron, y se sonrieron.
-Eh…-estaba dándole vueltas.-Esta bien-contestó finalmente.
Esas palabras provocaron que se dibujase una sonrisa en el rostro de Nicolás al otro lado del teléfono.
Peter desde lejos miraba a Eugenia y la notaba un poco preocupada. La rubia termino de hablar por el móvil y colgó. Se acercó hasta donde estaba su novio y él no dudó en preguntarle:
-¿Todo bien?
-Si, todo más que bien-le sonrió y le dio un pico.
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Eugenia estaba montada en un autobús rumbo hacia el sitio donde había quedado con Nicolás. Ella había preferido quedar con él en un lugar lejos de donde solían rondar sus amigos y en especial, Peter, porque no quería encontrarse con ninguno de ellos con tal compañía. Al cabo de cuatro o cinco paradas, se bajó del autobús y pudo ver que Nicolás estaba sentado en la parada. Se acercó a él y lo saludó. Él se levantó y le sonrió.
-Bueno, aquí me tienes. ¿De qué quieres que hablemos?
-¿Por qué no nos vamos a otro sitio para hablar más tranquilos? Mi apartamento está aquí al lado, si te apetece…
-Sé donde está tu apartamento y no, gracias. Prefiero hablar aquí o si quieres vayamos a un parque.
-Ya veo, me tienes miedo ¿verdad?
-¿Miedo? No, solo prefiero prevenir que curar.
Nicolás suspiró y empezó a caminar.
-Demos un paseo.
Eugenia empezó a caminar a su lado en silencio, esperando a que él tomase la iniciativa para  hablar sobre el tema. Al ver que no era así, dijo:
-¿Empiezas tú o empiezo yo?
-¿Cómo?-preguntó Nicolás sin entenderla.
-A hablar, vine para que hablemos y por ahora no hemos dicho nada.
-Lo sé-hizo una pausa.-Estoy buscando las palabras indicadas para no meter la pata.
-¿Ahora te preocupa meter la pata?-sonrió sarcásticamente.-Creo que debiste preocuparte de eso aquel día.
-Lo sé-suspiró.-Eugenia me equivoqué y te pido perdón. Yo ese día había tenido una pelea con mi padre y bueno, lo único que me hizo olvidar de mi discusión con él, fue pensar que por la noche estaría contigo, que serías mía por fin. Pero…llegó el momento y me dijiste que no, y volvió a mi cabeza la discusión de aquella tarde y…
-Y te jodió que una niña de mamá te dijera que no ¿verdad?-le interrumpió.
-¿Me dejas hablar?-ella se quedo callada mirando hacia otro lado, en símbolo de que estaba enfadada.-Como decía,-Nicolás continuó.-… tu rechazo me hizo enfadarme más. Estaba descontrolado ese día. Un momento en que podía estar feliz, a gusto; van y me lo fastidian.
-Pero Nico eso no es motivo para que hicieses o intentases…-Nicolás le tapó la boca intentando evitar que lo dijera.
-Por favor, no lo digas.
Eugenia se apartó en silencio.
-Te juro que me arrepiento-el muchacho continuó.-Sé que nada puedo hacer para arreglarlo pero Eugenia, yo te amo y necesito que me perdones. Desde aquel día no he dejado de torturarme y solo he deseado hablar contigo para que me perdonaras.
-Si, por supuesto-habló con ironía.-El otro día que me agarraste del cuello, se notaba que querías que te perdonara.
Nicolás suspiró.
-Euge, te juro que no se que me pasa. Cuando siento que te voy a perder, me descontrolo y hago locuras. Te juro que lo hago sin querer, créeme.
-Lo siento, Nicolás, pero no te creo-dijo la rubia mirándolo.
-Por favor…-vocalizó Nicolás agarrándola de la mano-No quiero otra cosa en el mundo más que me creas y me perdones.
-No puedo…-dijo ella alejando su mano de las de él.
-Te lo ruego-le volvió a coger de la mano y se la puso en el corazón.-Siente, siente como late mi corazón por el hecho de estar aquí contigo. Siente y date cuenta que lo que te estoy diciendo es cierto, que es la pura verdad y si no me perdonas, no se que haré.
Eugenia se quedo callada mirándolo a los ojos.

Mientras, en la casa de los Bedoya, la fiesta continuaba. Ahora todos habían pasado al salón para ver fotos y videos de cuando los dos hermanos gemelos eran pequeños. Peter preocupado por la repentina cita que le había surgido a su novia, se fue a la cocina para llamarla. Darío al darse cuenta, fue detrás.
-¿Qué te pasa?-le preguntó nada más entrar en la cocina.
-Eugenia, me pasa.
-¿Ya la estás echando de menos?-preguntó Darío con tono de burla.
-Muy gracioso, pero no es eso.
-¿Entonces?
-Es que se ha ido justo después de que alguien la llamase y bueno… cuando hablaba por teléfono, no la veía bien, la veía como preocupada.
-Hermanito, no le des importancia-hizo una pausa.-Cuando regrese te lo contará; ya verás.
-No se. Creo que la voy a llamar-dijo buscando el número de Eugenia en su móvil.
-¿Qué?-preguntó Darío, quitándole el móvil.-No, Peter. Si la llamas vas a parecer un desesperado controlador; no hace ni media hora que se ha ido.
-Quizás tengas razón.
-La tengo.
En ese momento sonó el timbre.
-¡Yo voy!-exclamó Darío en voz alta para que lo oyesen en el salón.
El muchacho dejó el móvil de su hermano sobre la mesa de la cocina y fue a abrir. Al hacerlo una chica morena de pelo largo se le tiró encima para abrazarlo.
-¡¡Felicidades, Darío!!-exclamó.
-Vaya, así que ya sabes diferenciarme de mi hermano-comentó sonriendo.-Gracias, Mariana.
-De nada y toma, tu regalo-sonrió extendiéndoselo.
-¡Oh, gracias! No hacía falta.
-Ya, claro. Eso es lo que se dice siempre-empezó a mirar dentro de la casa.- ¿Y tu hermano?
-En la cocina-contestó abriendo su regalo.
-Oh, voy a darle el suyo, ahora vengo para ver si te gusto-sonrió entrando y yendo hacia donde estaba Peter.
Al entrar en la cocina lo vio apoyado en la encimera de espalda a la puerta. Se acercó sigilosamente y le tapó los ojos.
-¿Quién soy?-preguntó cambiando de tono de voz.
-Mmm…-dijo tocando las manos que tenía sobre los ojos.- ¿Mariana?
-Si, ¿cómo lo has adivinado?-preguntó destapándole los ojos.
-Porque he escuchado a mi hermano nombrarte-sonrió.
-Oh, vaya-hizo una pausa para tomar aire.-Peter... ¡felicidades!-exclamó.
-Gracias, Mariana.
Ella lo abrazó con fuerza y luego le dio un beso en la mejilla muy cerca del labio.

-Podríamos hacerlo en mi casa-comentó Eugenia hablando por teléfono con Luca.
-Genial-contestó él, al otro lado del móvil.- ¿A qué hora voy para prepararlo todo?
-¿Quedamos…-Eugenia miró la hora en el reloj de pulsera de Nicolás.-…dentro de media hora en mi casa?
-Me parece bien.
-¡Ah! Avisa a todos los amigos de Peter y de Darío, por favor; que yo no voy a poder.
-Vale, yo los aviso; nos vemos en media hora.
-Adiós, Luca. Besos.
Después de eso, la rubia colgó.
-¿En que estábamos?-preguntó Nicolás mirándola.
-Estábamos en que yo me tengo que ir porque…
-Ya sé, es el cumpleaños de tu novio y su hermano y vas a prepararle una fiesta sorpresa en tu casa, lo he escuchado.
-Exacto, así que vamos a tener que dejar esta conversación para otro momento.
-No, Eugenia-comentó Nicolás, agarrándola de la cintura para que no se fuese.-No puedo pasar ni un día más sin tener tu perdón. Necesito saber si me perdonas o no.
-Nicolás, yo…-se quedó callada unos segundos.-Esta bien, te perdono; pero… quiero que te quede claro que tú y yo no vamos a volver porque ahora mismo estoy saliendo con Peter, como ya sabes.
-Si, lo sé, y tranquila que no haré nada extraño que pueda poner en riesgo nuestra amistad.
Eugenia le sonrió.
-Me voy, ¿vale?
-Te acompaño a la parada-le sonrió.
-Como quieras.

Continuará...

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