Eugenia se
quedó callada mirando a su amiga con una enorme sonrisa en la cara, se alegraba
mucho por ella.
-Euge, no me
mires así, que me das miedo-comentó Candela avergonzada.
-Lo siento,
pero es que me alegro mucho por ti, Canchu. Te merecías a un chico así.
-Bueno,
gracias, rubia-hizo una pausa.-Pero cuéntame tú, ¿qué tal estas con mi hermano?
En ese
momento se borró la sonrisa de la cara de Eugenia, que miró al suelo.
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-Cande-dijo
la rubia tras un largo silencio que se había formado.-No estoy más con tu
hermano.
-¿No?-preguntó
sorprendida.-Pero ¿cuándo habéis cortado?
-Hace como
un mes, antes de que yo me fuera de viaje con Peter.
-¿En serio?
Pero si hace dos días mi hermano hablaba de ti como si siguierais juntos. No lo
entiendo.
-En realidad
no hablamos y dijimos: “cortamos desde aquí”. Sino que supuse que él ya sabría
que no quería seguir con él, después de lo que pasó.
-¿Qué fue lo
que pasó?-preguntó Candela asustada por las lágrimas que empezaban a recorrer
el rostro de la rubia.
-Nada,
prefiero no hablar de eso, Can-dijo limpiándose las lágrimas.
-Bueno, esta
bien, no hace falta que me lo cuentes ahora-dijo abrazando a Eugenia para
consolarla.
-Gracias,
Can-hizo una pausa.-Voy al baño, ¿vale?
Candela
asintió con cara de preocupación. No podía imaginarse lo que habría pasado
entre su mejor amiga y su hermano como para hacer que ella estuviese así de
mal.
La rubia
salió de la habitación y entró en el baño. Cuando cerró la puerta, apoyo la
cabeza sobre el marco y escucho una voz que le habló al oído:
-Te quiero.
Eugenia
asustada miró hacia un lado y vio a Nicolás con una sonrisa en la cara. La
rubia rápidamente intentó abrir la puerta pero él se lo impidió.
-¿A dónde
vas?-preguntó él, agarrándola y poniéndola contra la puerta.
-Nicolás
suéltame-le ordenó.
-Tranquila,
Eugenia-dijo él acariciándole la mejilla.-No te haré nada, si te portas bien.
-Nicolás me
sueltas o grito.
-No creo que
grites, dudo que quieras explicarle a tu mejor amiga que su hermano intento
violarte ¿o me equivoco?
Eugenia lo
miraba furiosa, no podía creer lo que estaba escuchando. Intentó soltarse pero
era inútil. En ese momento empezó a sonar el móvil de la rubia, Nicolás palpó
hasta encontrar su móvil en uno de los bolsillos de la falda que llevaba Eugenia.
-Vaya, te
han mandado un mensaje, ¿de quién será?-dijo Nicolás.
-Dame mi
móvil.
-Euge, en tu
situación no estás como para ordenarme nada-le sonrió.-Mira, si el mensaje es
de tu hermano Peter, leamos que dice-hizo una pausa.-“Mi amor, he ido a buscarte
a tu casa y me han dicho que estas con Cande. ¿Estáis en su casa? Luca y yo
vamos a pasar a visitaros ¿vale? Te quiere, tu Romeo”-Nicolás permaneció en
silencio unos segundos, mientras volvía a leer otra vez el mensaje.-Una
pregunta-dijo dejando el móvil en el bolsillo de Eugenia.- ¿Por qué te ha
llamado “mi amor”?
-No te
importa-contestó enfadada.
-Creo que no
me has escuchado, ¿por qué te ha llamado “mi amor”?-volvió a preguntarle con
rabia.
Nicolás
viendo que no pensaba contestarle, la agarró por el cuello con una mano y
apretó con fuerza. Eugenia empezó a agarrarle la mano, tratando de quitársela
del cuello porque no podía respirar.
-¿Me vas a
contestar ahora?
Él viendo
que la rubia se quedaba sin aire, aflojo un poco para que pudiera hablar.
-Estás
loco-dijo Eugenia volviendo a respirar.-Por poco me matas.
-Euge-dijo
Candela desde el otro lado de la puerta.- ¿Estas bien? ¿Te pasó algo?
Nicolás
acercó sus labios al oído de Eugenia y le dijo lo que tenía que decir en voz
baja:
-No, estoy
bien, Can. Ahora salgo-contestó la rubia diciendo las mismas palabras que le
habían dicho.
-Vale, yo
voy un momento al salón, ya subo.
-Ok.
Nicolás
espero a escuchar los pasos de su hermana por las escaleras para decir:
-Muy bien,
linda. Ahora contéstame.
-No tengo por
qué darte ninguna explicación.
-Claro que
si, eres mi novia.
-¿Tu
novia?-sonrió sarcásticamente.-Desde que me hiciste aquello para mi tú eres
hombre muerto.
Nicolás
sonrió.
-Eugenia, o
eres mía o no eres de nadie ¿me entiendes?
-Nicolás, en
mi vida voy a volver a estar contigo ¿me entiendes tú a mi?
-Entonces
tendré que matarte…-dijo él, que volvió a apretarle con fuerza el cuello
dejándola sin aire.
Eugenia
intentó forcejear con él, tratando de que le soltase el cuello mientras se iba
quedando sin aire y sin fuerza. La cara de Eugenia enrojecía por momentos y sus
piernas empezaban a flojear. Cuando estaba apunto de perder la conciencia,
Nicolás la soltó y la rubia se apoyó en la puerta mientras tosía intentando
volver a recuperar la respiración.
-Esto para
que sepas que conmigo no se juega.
Esto fue lo
último que dijo Nicolás antes de apartar a la rubia y abrir la puerta para
marcharse.
Eugenia
empezó a llorar y se llevó las manos al cuello, ya que le dolía. Sentía miedo,
no sabía que iba a hacer. Se encontraba entre la espada y la pared. Nicolás se
lo había dejado muy claro o con él o muerta. Aunque por una parte la rubia
dudaba que él fuera capaz de matarla pero a la vez dudaba de eso, al recordar
lo que acababa de pasar. Eugenia se miró al espejo y vio su maquillaje
totalmente corrido por sus lágrimas. De repente miró su cuello y vio que
Nicolás le había dejado unas marcas por lo fuerte en que le había agarrado. Se
limpió la cara y antes de salir del baño se echó el pelo hacia delante tratando
de tapar las marcas de su cuello. Cuando abrió la puerta del baño, escuchó el
timbre sonar y al rato a su amiga gritar: “¡Peter! Cuánto tiempo”. Eugenia
respiró hondo, trató de ocultar que había llorado y bajó las escaleras. Al
llegar abajo, los vio hablar en la puerta.
-Chicos,
esperen. Les aviso a mis padres y vamos a dar una vuelta-dijo Candela, yendo
hacia el salón.
-Hola,
rubia-dijo Luca, abrazando a Eugenia nada más verla.
-Hola, Luca.
¿Qué tal estas?-le preguntó con una falsa sonrisa en la cara.
-Muy bien, ¿y
tú? Supongo que fenomenal al fin habéis conseguido estar juntos-comentó Luca.
-¿Ya se lo
has contado?-preguntó Eugenia mirando a Peter.
-¿Qué
esperabas? Es mi amigo, se lo tenía que contar-hizo una pausa.-Aparte no podría
ocultar lo feliz que estoy de estar contigo.
Peter la
agarró de la mano y tiró de ella hacia él para besarla pero al momento Eugenia
se separó de él, diciendo:
-No, no, no.
-¿Qué
pasa?-preguntó Peter sin entender.
-Aún no le
he contado a Candela que estoy contigo, solo llegue hasta que he cortado con su
hermano-contestó Eugenia en voz baja.
-¿En serio?
Eugenia
asintió avergonzada.
-Bueno, no
pasa nada, tonta-dijo Peter con una sonrisa.
En ese
momento, apareció Candela diciendo:
-¿Nos vamos,
chicos?
-Si-contestó
Luca, agarrando a su novia de la mano.
Los cuatro
salieron y empezaron a caminar hacia un parque cercano. Cuando llegaron se
sentaron en un banco y estuvieron charlando un buen rato hasta que a Candela le
apeteció comprarse un helado por el calor que tenía.
-Chicos-dijo
ella.- Voy a comprarme un helado, ¿quieren?
Eugenia negó
con la cabeza con una sonrisa.
-No gracias,
Cande-contestó Peter.
-Bueno, ¿y
tú, Luca?
-No, pero te
acompaño a comprarlo-contestó levantándose.-Ahora venimos.
-Vale-dijo
Peter.
La rubia
miraba fijamente a sus dos amigos ir hacia el kiosco que había al otro lado de
la calle mientras recordaba lo que había pasado en la casa de Candela. Peter
estuvo unos segundos mirándola hasta que le preguntó:
-¿Qué te
pasa?
Eugenia al
salir de su aturdimiento, le contestó:
-Nada. ¿Por
qué?
-No me
mientas, Eugenia. Estás rara desde que te he visto, ¿qué te ocurre?
La rubia
suspiró.
-Nicolás
estaba en la casa de Candela.
-¿Cómo? ¿Y
por qué no me lo has dicho cuando estábamos allí?
-¿En serio
me lo estás preguntando?-hizo una pausa.-Peter no estoy tan loca. ¿Qué querías
que hiciera…? Qué te dijera: “Eh, Peter. Nicolás está aquí, entra y peléate con
él. Mátate a puñetazos y luego le explicas a Candela por qué os habéis peleado;
ya que yo no he tenido el coraje que hay que tener para contarle a tu mejor
amiga que su hermano ha intentado violarme”. Lo siento, ¿vale?
Eugenia
intentó no llorar pero era inevitable, las lágrimas brotaban de sus ojos sin
parar. Peter la abrazó con fuerza y la contuvo.
-Euge, no
llores por favor. No me gusta verte así.
La rubia lo
miró a los ojos y después lo besó, sin importarle nada.
En ese
momento, se escuchó una voz decir:
-¿Y esto?
Peter y
Eugenia se separaron, temiendo ver la cara de quién había hablado. Lentamente
giraron la cabeza y vieron a Candela plantada ante ellos con la boca abierta.
-Cande, te
puedo explicar-se excuso Eugenia al inmediato.
-Te
escucho-dijo Candela con un tono de enfado.
-Verás…yo
corte con tu hermano…-empezó a hablar.
-Ah, ya
entiendo-Candela la interrumpió.-La cosa tan grave que pasó entre mi hermano y
tú fue que le metiste los cuernos con Peter ¿verdad?
-¿Qué?-preguntó
Eugenia sin entender.- ¿De dónde sacaste eso?
-No sé, es
lo único que se me ocurre tan grave como para que cuando lo recuerdes te pongas
como te pusiste en mi casa cuando me lo ibas a contar.
-No, Cande.
No le puse los cuernos a tu hermano.
-Entonces,
¿qué pasó? ¿Qué fue lo que hizo que cortarais?
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