viernes, 6 de julio de 2012

Capitulo 39: Una amenaza.

Capitulo anterior:

Eugenia se quedó callada mirando a su amiga con una enorme sonrisa en la cara, se alegraba mucho por ella.
-Euge, no me mires así, que me das miedo-comentó Candela avergonzada.
-Lo siento, pero es que me alegro mucho por ti, Canchu. Te merecías a un chico así.
-Bueno, gracias, rubia-hizo una pausa.-Pero cuéntame tú, ¿qué tal estas con mi hermano?
En ese momento se borró la sonrisa de la cara de Eugenia, que miró al suelo.
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-Cande-dijo la rubia tras un largo silencio que se había formado.-No estoy más con tu hermano.
-¿No?-preguntó sorprendida.-Pero ¿cuándo habéis cortado?
-Hace como un mes, antes de que yo me fuera de viaje con Peter.
-¿En serio? Pero si hace dos días mi hermano hablaba de ti como si siguierais juntos. No lo entiendo.
-En realidad no hablamos y dijimos: “cortamos desde aquí”. Sino que supuse que él ya sabría que no quería seguir con él, después de lo que pasó.
-¿Qué fue lo que pasó?-preguntó Candela asustada por las lágrimas que empezaban a recorrer el rostro de la rubia.
-Nada, prefiero no hablar de eso, Can-dijo limpiándose las lágrimas.
-Bueno, esta bien, no hace falta que me lo cuentes ahora-dijo abrazando a Eugenia para consolarla.
-Gracias, Can-hizo una pausa.-Voy al baño, ¿vale?
Candela asintió con cara de preocupación. No podía imaginarse lo que habría pasado entre su mejor amiga y su hermano como para hacer que ella estuviese así de mal.
La rubia salió de la habitación y entró en el baño. Cuando cerró la puerta, apoyo la cabeza sobre el marco y escucho una voz que le habló al oído:
-Te quiero.
Eugenia asustada miró hacia un lado y vio a Nicolás con una sonrisa en la cara. La rubia rápidamente intentó abrir la puerta pero él se lo impidió.
-¿A dónde vas?-preguntó él, agarrándola y poniéndola contra la puerta.
-Nicolás suéltame-le ordenó.
-Tranquila, Eugenia-dijo él acariciándole la mejilla.-No te haré nada, si te portas bien.
-Nicolás me sueltas o grito.
-No creo que grites, dudo que quieras explicarle a tu mejor amiga que su hermano intento violarte ¿o me equivoco?
Eugenia lo miraba furiosa, no podía creer lo que estaba escuchando. Intentó soltarse pero era inútil. En ese momento empezó a sonar el móvil de la rubia, Nicolás palpó hasta encontrar su móvil en uno de los bolsillos de la falda que llevaba Eugenia.
-Vaya, te han mandado un mensaje, ¿de quién será?-dijo Nicolás.
-Dame mi móvil.
-Euge, en tu situación no estás como para ordenarme nada-le sonrió.-Mira, si el mensaje es de tu hermano Peter, leamos que dice-hizo una pausa.-“Mi amor, he ido a buscarte a tu casa y me han dicho que estas con Cande. ¿Estáis en su casa? Luca y yo vamos a pasar a visitaros ¿vale? Te quiere, tu Romeo”-Nicolás permaneció en silencio unos segundos, mientras volvía a leer otra vez el mensaje.-Una pregunta-dijo dejando el móvil en el bolsillo de Eugenia.- ¿Por qué te ha llamado “mi amor”?
-No te importa-contestó enfadada.
-Creo que no me has escuchado, ¿por qué te ha llamado “mi amor”?-volvió a preguntarle con rabia.
Nicolás viendo que no pensaba contestarle, la agarró por el cuello con una mano y apretó con fuerza. Eugenia empezó a agarrarle la mano, tratando de quitársela del cuello porque no podía respirar.
-¿Me vas a contestar ahora?
Él viendo que la rubia se quedaba sin aire, aflojo un poco para que pudiera hablar.
-Estás loco-dijo Eugenia volviendo a respirar.-Por poco me matas.
-Euge-dijo Candela desde el otro lado de la puerta.- ¿Estas bien? ¿Te pasó algo?
Nicolás acercó sus labios al oído de Eugenia y le dijo lo que tenía que decir en voz baja:
-No, estoy bien, Can. Ahora salgo-contestó la rubia diciendo las mismas palabras que le habían dicho.
-Vale, yo voy un momento al salón, ya subo.
-Ok.
Nicolás espero a escuchar los pasos de su hermana por las escaleras para decir:
-Muy bien, linda. Ahora contéstame.
-No tengo por qué darte ninguna explicación.
-Claro que si, eres mi novia.
-¿Tu novia?-sonrió sarcásticamente.-Desde que me hiciste aquello para mi tú eres hombre muerto.
Nicolás sonrió.
-Eugenia, o eres mía o no eres de nadie ¿me entiendes?
-Nicolás, en mi vida voy a volver a estar contigo ¿me entiendes tú a mi?
-Entonces tendré que matarte…-dijo él, que volvió a apretarle con fuerza el cuello dejándola sin aire.
Eugenia intentó forcejear con él, tratando de que le soltase el cuello mientras se iba quedando sin aire y sin fuerza. La cara de Eugenia enrojecía por momentos y sus piernas empezaban a flojear. Cuando estaba apunto de perder la conciencia, Nicolás la soltó y la rubia se apoyó en la puerta mientras tosía intentando volver a recuperar la respiración.
-Esto para que sepas que conmigo no se juega.
Esto fue lo último que dijo Nicolás antes de apartar a la rubia y abrir la puerta para marcharse.
Eugenia empezó a llorar y se llevó las manos al cuello, ya que le dolía. Sentía miedo, no sabía que iba a hacer. Se encontraba entre la espada y la pared. Nicolás se lo había dejado muy claro o con él o muerta. Aunque por una parte la rubia dudaba que él fuera capaz de matarla pero a la vez dudaba de eso, al recordar lo que acababa de pasar. Eugenia se miró al espejo y vio su maquillaje totalmente corrido por sus lágrimas. De repente miró su cuello y vio que Nicolás le había dejado unas marcas por lo fuerte en que le había agarrado. Se limpió la cara y antes de salir del baño se echó el pelo hacia delante tratando de tapar las marcas de su cuello. Cuando abrió la puerta del baño, escuchó el timbre sonar y al rato a su amiga gritar: “¡Peter! Cuánto tiempo”. Eugenia respiró hondo, trató de ocultar que había llorado y bajó las escaleras. Al llegar abajo, los vio hablar en la puerta.
-Chicos, esperen. Les aviso a mis padres y vamos a dar una vuelta-dijo Candela, yendo hacia el salón.
-Hola, rubia-dijo Luca, abrazando a Eugenia nada más verla.
-Hola, Luca. ¿Qué tal estas?-le preguntó con una falsa sonrisa en la cara.
-Muy bien, ¿y tú? Supongo que fenomenal al fin habéis conseguido estar juntos-comentó Luca.
-¿Ya se lo has contado?-preguntó Eugenia mirando a Peter.
-¿Qué esperabas? Es mi amigo, se lo tenía que contar-hizo una pausa.-Aparte no podría ocultar lo feliz que estoy de estar contigo.
Peter la agarró de la mano y tiró de ella hacia él para besarla pero al momento Eugenia se separó de él, diciendo:
-No, no, no.
-¿Qué pasa?-preguntó Peter sin entender.
-Aún no le he contado a Candela que estoy contigo, solo llegue hasta que he cortado con su hermano-contestó Eugenia en voz baja.
-¿En serio?
Eugenia asintió avergonzada.
-Bueno, no pasa nada, tonta-dijo Peter con una sonrisa.
En ese momento, apareció Candela diciendo:
-¿Nos vamos, chicos?
-Si-contestó Luca, agarrando a su novia de la mano.
Los cuatro salieron y empezaron a caminar hacia un parque cercano. Cuando llegaron se sentaron en un banco y estuvieron charlando un buen rato hasta que a Candela le apeteció comprarse un helado por el calor que tenía.
-Chicos-dijo ella.- Voy a comprarme un helado, ¿quieren?
Eugenia negó con la cabeza con una sonrisa.
-No gracias, Cande-contestó Peter.
-Bueno, ¿y tú, Luca?
-No, pero te acompaño a comprarlo-contestó levantándose.-Ahora venimos.
-Vale-dijo Peter.
La rubia miraba fijamente a sus dos amigos ir hacia el kiosco que había al otro lado de la calle mientras recordaba lo que había pasado en la casa de Candela. Peter estuvo unos segundos mirándola hasta que le preguntó:
-¿Qué te pasa?
Eugenia al salir de su aturdimiento, le contestó:
-Nada. ¿Por qué?
-No me mientas, Eugenia. Estás rara desde que te he visto, ¿qué te ocurre?
La rubia suspiró.
-Nicolás estaba en la casa de Candela.
-¿Cómo? ¿Y por qué no me lo has dicho cuando estábamos allí?
-¿En serio me lo estás preguntando?-hizo una pausa.-Peter no estoy tan loca. ¿Qué querías que hiciera…? Qué te dijera: “Eh, Peter. Nicolás está aquí, entra y peléate con él. Mátate a puñetazos y luego le explicas a Candela por qué os habéis peleado; ya que yo no he tenido el coraje que hay que tener para contarle a tu mejor amiga que su hermano ha intentado violarme”. Lo siento, ¿vale?
Eugenia intentó no llorar pero era inevitable, las lágrimas brotaban de sus ojos sin parar. Peter la abrazó con fuerza y la contuvo.
-Euge, no llores por favor. No me gusta verte así.
La rubia lo miró a los ojos y después lo besó, sin importarle nada.
En ese momento, se escuchó una voz decir:
-¿Y esto?
Peter y Eugenia se separaron, temiendo ver la cara de quién había hablado. Lentamente giraron la cabeza y vieron a Candela plantada ante ellos con la boca abierta.
-Cande, te puedo explicar-se excuso Eugenia al inmediato.
-Te escucho-dijo Candela con un tono de enfado.
-Verás…yo corte con tu hermano…-empezó a hablar.
-Ah, ya entiendo-Candela la interrumpió.-La cosa tan grave que pasó entre mi hermano y tú fue que le metiste los cuernos con Peter ¿verdad?
-¿Qué?-preguntó Eugenia sin entender.- ¿De dónde sacaste eso?
-No sé, es lo único que se me ocurre tan grave como para que cuando lo recuerdes te pongas como te pusiste en mi casa cuando me lo ibas a contar.
-No, Cande. No le puse los cuernos a tu hermano.
-Entonces, ¿qué pasó? ¿Qué fue lo que hizo que cortarais?

Continuará...

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