Darío estaba en la
habitación de Eugenia contemplando todo, y de vez en cuando aconsejaba a la
muchacha para hacérselo todo más fácil. En ese momento, alguien entró por la
puerta de cristal del balcón y le preguntó:
-Darío, ¿qué haces aquí?
-¡¡Peter!!-exclamó al ver
a su hermano entrar.
Eugenia que tenía el
auricular, escucho a Darío y sin darse cuenta, gritó:
-¿Cómo?
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Eugenia no sabía que
hacer, estaba apunto de subir a su habitación pero si lo hacía se estropeaba
todo. Así que guardo la compostura mientras trataba de escuchar la conversación
entre los dos hermanos.
-¿Te pasa algo,
Eugenia?-preguntó Nicolás.
-¿A mi? No, nada.
-Entonces, ¿ese grito que
ha sido?
-¿Cuál grito? ¿El de
“¿cómo?”? Es que no me he enterado de lo que me has dicho y…eso.
-No, pero si yo no he
dicho nada.
-¿Ah no? Me había parecido
que si.
-Pues no, pero si quieres
te puedo decir muchas cosas.
-¿Ah, sí? A ver, dímelas
pero en voz baja.
-¿Al oído?-preguntó.
-Si, al oído.
Nicolás se iba a acercar
al oído donde Eugenia tenía el auricular, pero ella lo detuvo diciendo:
-No, a este oído, no.
Mejor al otro.
-Bueno, esta bien-dijo
Nicolás sin entender el por qué.
-Repito, ¿qué haces aquí
en el cuarto de mi…?-Peter se cayó y rectificó.-En el cuarto de Eugenia.
-Sssh, habla más bajo que
el hermano pequeño de Eugenia está durmiendo-le sugirió Darío cerrando el
ordenador para que su hermano no viera nada.
-¿Qué hermano
pequeño?-preguntó.
-El hijo del novio de la
madre de Eugenia, Juan David.
-Ah, ya-hizo una
pausa.-Bueno, no me cambies de tema. Contesta.
-Bueno… es que…-dijo Darío
mientras pensaba que contestarle.-Verás, es que en casa no hay internet y la
verdad no se por qué. Y nada, le pedí a Eugenia si me dejaba quedarme aquí en
su casa porque había quedado en conectarme a esta hora para hablar con una
chica.
-¿Tú hablar por internet
en vez de quedar con ella personalmente? Eso no se lo cree nadie.
-Es que vive lejos, ¿qué
le hago?
-¿Y cómo la has conocido,
entonces?
-Pues…en el
campamento-contestó Darío.- ¿Algo más? Si quieres te digo la talla que usa de sujetador-habló
con ironía.
-Bueno, perdón-suspiro.-
¿Y Eugenia?
-No, no. Espera. Primero
contéstame ¿qué haces tú aquí?
-He venido a visitar a mi
vecina, ¿algún problema?
-Hombre, me extraña mucho
hermanito y más después de que he escuchado lo que le has dicho hace un rato.
-Está bien, te diré por
qué he venido pero cómo abras la boca, te mato.
-No te preocupes, no diré
nada.
-Tenía pensado colarme en
casa de Eugenia para ver con quién había quedado.
Darío se echó a reír.
-¿En serio, hermanito?
Pero, ¿qué más te da? Si ahora ya no sois novios, según tengo entendido.
-No, ya no lo somos pero
no veo normal que a Eugenia se le pase el amor tan rápido y bueno, también
puede ser que este un poco celoso.
-Vaya, mi hermano
reconociendo que esta celoso, lo nunca visto-bromeó Darío.
-Si, y como salga de aquí,
date por muerto.
-Tranquilo que yo no diré
nada.
-Bueno ¿y dónde
está?-preguntó Peter.
-Eh…pues no sé, supongo
que viendo la tele, o haciendo la cena. No sé, pero será mejor que no la
molestes, decía que no quería ni verte.
-¿Qué no me quería ver?
Pero si yo no he hecho nada.
-Pero Peter, ¿quién
entiende la mente femenina?
-¡¡Darío!!-gritó Eugenia,
y el sonido salió del ordenador.
-¿Qué ha sido
eso?-preguntó Peter.
-La chica,-contestó Darío
quitándole el sonido al ordenador.-Es que estoy haciendo una videollamada con
la chica esta y me estará buscando. Así que si me disculpas, quiero estar solo,
adiós.
-Vale, me voy a buscar a
Eugenia.
-¿Qué? No, Peter,
hermanito, ¡no me seas calzonazos!-exclamó.
-¿Darío?-preguntó Nicolás
sin entenderla.
-Eh, si, Darío; un amigo
que me aconsejo un lugar ideal para empezar a hacerlo.
-¿Ah, si? ¿Y donde es ese
sitio?
-¡Ven! Te lo enseñare,
pero tenemos que ir en silencio y tratando de hacer el menor ruido posible.
-¿Por qué?
-Porque es más sensual ¿no
crees?
-Si tú lo dices.
-No soy calzonazos, solo
quiero arreglarlo. Quizás me sobrepasé con ella hace un rato y quiero pedirle
perdón y escuchar sus explicaciones aunque sean escusas-dijo Peter mirando a su
hermano.
-Está bien, pero… ¿sabes?
Ahora que me acuerdo, me dijo que se iba a duchar. No creo que quieras entrar
en la ducha ¿no?
-¿Y por qué no?
-Bueno, hermanito si está
enfadada contigo, te ahorcará con la manguera del grifo de la ducha.
-Quizás tengas razón.
-La tengo. Así que vete
que en cuanto salga de la ducha yo te aviso.
Eugenia subió a Nicolás a
la segunda planta de la casa y lo metió en el cuarto de su madre.
-¿Es aquí?-preguntó él
entrando.
-¡Sssh! Espera aquí que te
voy a hacer una sorpresa. Ni se te ocurra salir ¿entendido?
-¿Por qué?
-Porque me estropearás la
sorpresa.
-Entendido.
La rubia salió del cuarto
de su madre, cerrando la puerta tras de sí y de inmediato fue al cuarto de baño
a quitarse la ropa y enrollarse con una toalla, ya que había escuchado toda la
conversación que mantenían los hermanos en su habitación. Se mojo el pelo y se
echó un poco de agua por el cuerpo. Tras eso, salió y fue a su cuarto.
Cuando entró Peter estaba
yéndose por el balcón, pero antes de que pudiera pasar a su balcón, ella dijo:
-Peter.
El muchacho miró hacia
atrás y la vio.
-Euge-sonrió.
-¿Qué haces aquí?-preguntó
haciendo cómo si no hubiese escuchado nada de la conversación que habían
mantenido Peter y Darío.
-Vine a hablar contigo.
-¿Ah, si? ¿De qué?
-Bueno yo…-vocalizó Peter.
-Él… se iba ¿a que sí,
hermanito?-preguntó Darío mirando a su hermano.
-Puedo quedarme si ella
quiere.
La rubia asintió y miró a
Darío para decirle:
-¿Nos dejarías solos un
momento?
-Eugenia tenemos
que…-Darío se cayó y suspiró.-Está bien. Os dejo solos pero en cinco minutos
estoy aquí de nuevo porque la videollamada hay que continuarla-dijo
refiriéndose al plan que habían armado entre ella y él.
-Si, por supuesto-dijo
Eugenia.
Continuará...
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