sábado, 28 de julio de 2012

Capitulo 52: Falsa videollamada

Capitulo anterior:

Darío estaba en la habitación de Eugenia contemplando todo, y de vez en cuando aconsejaba a la muchacha para hacérselo todo más fácil. En ese momento, alguien entró por la puerta de cristal del balcón y le preguntó:
-Darío, ¿qué haces aquí?
-¡¡Peter!!-exclamó al ver a su hermano entrar.
Eugenia que tenía el auricular, escucho a Darío y sin darse cuenta, gritó:
-¿Cómo?
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Eugenia no sabía que hacer, estaba apunto de subir a su habitación pero si lo hacía se estropeaba todo. Así que guardo la compostura mientras trataba de escuchar la conversación entre los dos hermanos.
-¿Te pasa algo, Eugenia?-preguntó Nicolás.
-¿A mi? No, nada.
-Entonces, ¿ese grito que ha sido?
-¿Cuál grito? ¿El de “¿cómo?”? Es que no me he enterado de lo que me has dicho y…eso.
-No, pero si yo no he dicho nada.
-¿Ah no? Me había parecido que si.
-Pues no, pero si quieres te puedo decir muchas cosas.
-¿Ah, sí? A ver, dímelas pero en voz baja.
-¿Al oído?-preguntó.
-Si, al oído.
Nicolás se iba a acercar al oído donde Eugenia tenía el auricular, pero ella lo detuvo diciendo:
-No, a este oído, no. Mejor al otro.
-Bueno, esta bien-dijo Nicolás sin entender el por qué.

-Repito, ¿qué haces aquí en el cuarto de mi…?-Peter se cayó y rectificó.-En el cuarto de Eugenia.
-Sssh, habla más bajo que el hermano pequeño de Eugenia está durmiendo-le sugirió Darío cerrando el ordenador para que su hermano no viera nada.
-¿Qué hermano pequeño?-preguntó.
-El hijo del novio de la madre de Eugenia, Juan David.
-Ah, ya-hizo una pausa.-Bueno, no me cambies de tema. Contesta.
-Bueno… es que…-dijo Darío mientras pensaba que contestarle.-Verás, es que en casa no hay internet y la verdad no se por qué. Y nada, le pedí a Eugenia si me dejaba quedarme aquí en su casa porque había quedado en conectarme a esta hora para hablar con una chica.
-¿Tú hablar por internet en vez de quedar con ella personalmente? Eso no se lo cree nadie.
-Es que vive lejos, ¿qué le hago?
-¿Y cómo la has conocido, entonces?
-Pues…en el campamento-contestó Darío.- ¿Algo más? Si quieres te digo la talla que usa de sujetador-habló con ironía.
-Bueno, perdón-suspiro.- ¿Y Eugenia?
-No, no. Espera. Primero contéstame ¿qué haces tú aquí?
-He venido a visitar a mi vecina, ¿algún problema?
-Hombre, me extraña mucho hermanito y más después de que he escuchado lo que le has dicho hace un rato.
-Está bien, te diré por qué he venido pero cómo abras la boca, te mato.
-No te preocupes, no diré nada.
-Tenía pensado colarme en casa de Eugenia para ver con quién había quedado.
Darío se echó a reír.
-¿En serio, hermanito? Pero, ¿qué más te da? Si ahora ya no sois novios, según tengo entendido.
-No, ya no lo somos pero no veo normal que a Eugenia se le pase el amor tan rápido y bueno, también puede ser que este un poco celoso.
-Vaya, mi hermano reconociendo que esta celoso, lo nunca visto-bromeó Darío.
-Si, y como salga de aquí, date por muerto.
-Tranquilo que yo no diré nada.
-Bueno ¿y dónde está?-preguntó Peter.
-Eh…pues no sé, supongo que viendo la tele, o haciendo la cena. No sé, pero será mejor que no la molestes, decía que no quería ni verte.
-¿Qué no me quería ver? Pero si yo no he hecho nada.
-Pero Peter, ¿quién entiende la mente femenina?
-¡¡Darío!!-gritó Eugenia, y el sonido salió del ordenador.
-¿Qué ha sido eso?-preguntó Peter.
-La chica,-contestó Darío quitándole el sonido al ordenador.-Es que estoy haciendo una videollamada con la chica esta y me estará buscando. Así que si me disculpas, quiero estar solo, adiós.
-Vale, me voy a buscar a Eugenia.
-¿Qué? No, Peter, hermanito, ¡no me seas calzonazos!-exclamó.

-¿Darío?-preguntó Nicolás sin entenderla.
-Eh, si, Darío; un amigo que me aconsejo un lugar ideal para empezar a hacerlo.
-¿Ah, si? ¿Y donde es ese sitio?
-¡Ven! Te lo enseñare, pero tenemos que ir en silencio y tratando de hacer el menor ruido posible.
-¿Por qué?
-Porque es más sensual ¿no crees?
-Si tú lo dices.

-No soy calzonazos, solo quiero arreglarlo. Quizás me sobrepasé con ella hace un rato y quiero pedirle perdón y escuchar sus explicaciones aunque sean escusas-dijo Peter mirando a su hermano.
-Está bien, pero… ¿sabes? Ahora que me acuerdo, me dijo que se iba a duchar. No creo que quieras entrar en la ducha ¿no?
-¿Y por qué no?
-Bueno, hermanito si está enfadada contigo, te ahorcará con la manguera del grifo de la ducha.
-Quizás tengas razón.
-La tengo. Así que vete que en cuanto salga de la ducha yo te aviso.

Eugenia subió a Nicolás a la segunda planta de la casa y lo metió en el cuarto de su madre.
-¿Es aquí?-preguntó él entrando.
-¡Sssh! Espera aquí que te voy a hacer una sorpresa. Ni se te ocurra salir ¿entendido?
-¿Por qué?
-Porque me estropearás la sorpresa.
-Entendido.
La rubia salió del cuarto de su madre, cerrando la puerta tras de sí y de inmediato fue al cuarto de baño a quitarse la ropa y enrollarse con una toalla, ya que había escuchado toda la conversación que mantenían los hermanos en su habitación. Se mojo el pelo y se echó un poco de agua por el cuerpo. Tras eso, salió y fue a su cuarto.
Cuando entró Peter estaba yéndose por el balcón, pero antes de que pudiera pasar a su balcón, ella dijo:
-Peter.
El muchacho miró hacia atrás y la vio.
-Euge-sonrió.
-¿Qué haces aquí?-preguntó haciendo cómo si no hubiese escuchado nada de la conversación que habían mantenido Peter y Darío.
-Vine a hablar contigo.
-¿Ah, si? ¿De qué?
-Bueno yo…-vocalizó Peter.
-Él… se iba ¿a que sí, hermanito?-preguntó Darío mirando a su hermano.
-Puedo quedarme si ella quiere.
La rubia asintió y miró a Darío para decirle:
-¿Nos dejarías solos un momento?
-Eugenia tenemos que…-Darío se cayó y suspiró.-Está bien. Os dejo solos pero en cinco minutos estoy aquí de nuevo porque la videollamada hay que continuarla-dijo refiriéndose al plan que habían armado entre ella y él.
-Si, por supuesto-dijo Eugenia.

Continuará...

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