Peter la miro a los ojos, tenía miedo de continuar. Eugenia asintió con disimulo, parecía como si le había leído el pensamiento, eso hizo que él no lo dudara más. Se quito el bóxer. Y entre caricias y besos; ambos se unieron en uno solo. Sus respiraciones se agitaron y a medida que pasaba se les aceleraba mucho más. Gemidos, y gritos se oyeron en aquella habitación. Eugenia cerró los ojos y agarró con fuerza la sábana con una mano, mientras que la otra la tenía en la espalda de Peter. Echó la cabeza hacia atrás, sintiendo cosas que nunca había sentido, clavó sus uñas en la espalda de Peter mientras empezaba a llegar al clímax, al igual que él.
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Al día siguiente, Eugenia se despertó
y entre bostezos se dio cuenta de que lo que había pasado la noche anterior no
había sido ningún sueño. Tenía la cabeza apoyada en el pecho de Peter, que aún
seguía durmiendo profundamente. La rubia levantó la cabeza y se quedó unos
minutos mirándolo hasta que decidió despertarlo entre besos. Acercó sus labios
a los de él y empezó a darle pequeños besos hasta que vio que Peter abría los
ojos lentamente.
-Vaya forma de despertarme-comentó
Peter frotándose los ojos.
-¿Qué pasa? ¿No te ha
gustado?-preguntó la rubia.
-Claro que si. Me ha encantado-sonrió
y la besó.
-Me alegro-dijo ella levantándose y
buscando su ropa.
-¡Ei! ¿A dónde vas?
-Voy a bajar a limpiar los platos
antes de que mi madre los vea, aunque supongo que ayer los habrá visto.-hizo
una pausa.-Tú si quieres quédate aquí tumbado que yo ahora vuelvo.
-No, espera. Voy contigo y te ayudo.-Eugenia
lo miró en silencio.- ¿Qué?-preguntó él al sentirse muy observado.
-No, nada. A ver si cuando nos casemos
sigues con esta disposición-Eugenia se mantuvo unos segundos en silencio
pensando en lo que acababa de decir.- ¿Lo he dicho en voz alta?
Peter se rió.
-Lo que decía, ahora vengo-dijo la
rubia abriendo la puerta y yéndose a la cocina.
Cuando entró en la cocina, fue directa
hacia el fregadero. Cogió la esponja y empezó a fregar. Estaba enjabonando un
plato cuando empezó a sentir una respiración en la nuca y a sentir cómo las
manos de Peter se deslizaban por su cintura. El muchacho tenía todo su cuerpo
pegado al de ella, la estaba abrazando por detrás mientras le daba dulces besos
en el cuello. Eugenia sintiendo que perdía la noción de lo que estaba haciendo,
soltó el plato y se agarró al fregadero.
-¿Qué haces, Peter?
-¿Tú que crees?-contestó
deteniendo por unos segundos los besos que le estaba dando en el cuello.
-Tengo que fregar, Peter.
-Adelante, yo no te lo
estoy impidiendo-dijo metiendo sus manos en el interior de la camisa de Eugenia
para acariciarle el cuerpo.
La rubia se dio la vuelta
y lo miro a los ojos.
-En serio, friego y luego
hacemos lo que tú quieras.
-¿Y qué tal si ahora
hacemos lo que yo quiero y luego te ayudo a fregar?
-No pero es que…-intentó
explicarse pero Peter la interrumpió, besándola.
Eugenia le siguió el beso
pero cuando intentó separarse él se lo impidió agarrándola por la nuca. El
muchacho la cogió y la sentó encima de la encimera que estaba al lado del
fregadero sin dejar de besarla. Eugenia dejándose llevar, entrelazó sus dedos
en el pelo de Peter mientras lo besaba. Él sin esperar ni un segundo más le
quito la blusa a Eugenia y empezó a besarle el cuello. Ella al caer en la
cuenta de lo que estaban haciendo, trató de frenar aquello.
-Espera, espera. Peter, no
podemos. Mi madre, mi hermano o incluso Sol pueden bajar en cualquier momento.
-¿Me estas pidiendo que
pare?-preguntó Peter mientras torturaba el cuello de la rubia a besos.
Eugenia se quedó en
silencio, sabía que en cualquier momento la pillarían pero no quería detener
aquello. Cuando él estaba apunto de quitarse la camiseta, alguien exclamó:
-¡Chicos!
Eugenia y Peter se
separaron y miraron a la persona que había dicho aquello.
-¡Sol!-dijo la rubia.-No
le digas nada por favor.
-No, no te preocupes. No
diré nada, pero vístete. Tu hermano está bajando las escaleras.
Eugenia buscó rápidamente
su camisa. Cuando Pablo entró en la cocina, la rubia y el muchacho estaban
fregando los platos.
-Como te decía Peter. No
entiendo nada de biología, creo que vas a tener que ayudarme…-decía Eugenia
para disimular.
-Hola, Peter. ¿Qué haces
tú por aquí?
-Hola, Pablo. Nada ayudar
a tu hermana con los deberes-comentó Peter.
-¡Ah, qué bien! Pero
hermanita la duda esa que tienes en biología mejor te la resuelvo yo. Y una
cosa os digo las duditas de biología ni se os ocurra resolverlas hasta dentro
de dos o tres años de novios eh.
-¡Pablo!-exclamó Eugenia
ruborizada.
Peter se echó a reír.
Tiempo más Peter estaba en
su casa, comiendo con toda su familia que había ido a visitarlos, a él y a su
hermano. La abuela les había hecho una tarta y estaban todos sentados en la
mesa del jardín saboreando la deliciosa tarta de chocolate. Eugenia al ser la
novia de Peter también estaba.
La rubia con timidez iba
conociendo a los familiares de su novio que aun no había conocido, entre ellos,
la entrañable y adorable abuela de los gemelos.
-Mmm… ¿así que esta es la
famosa tarta de chocolate de tu abuela?-decía Eugenia llevándose una cuchara a
la boca.-Está buenísima.
Peter sonrió.
-Siéntete afortunada-comentó
Peter.-…esta es la mejor tarta que existe.
-No lo dudo-dijo Eugenia
sonriendo.
En ese momento el móvil de
la rubia empezó a sonar. La muchacha atendió:
-¿Si?
Eran las dos de la tarde y
Nicolás acababa de despertarse. Intentó
volverse a dormir, pero ya no tenía ganas; aunque lo único que deseaba era
dormir y dormir. Se levanto y fue al baño a lavarse la cara y cepillarse los
dientes. Se hizo el desayuno y se puso a ver la televisión. Hoy no iba a
trabajar; era sábado. El celular empezó a sonar y lo atendió. Era su padre
quién llamaba. Tras colgarle, se quedo mirando el móvil un rato, y sin darse
cuenta había buscado en su agenda el número de Eugenia. Dudando un instante, apretó
el botón verde.
-¿Si?-Eugenia atendió.
-Hola, Eugenia.
La rubia al caer en la
cuenta de quién era, se le cambió la voz y disimuladamente se alejo de donde
estaba.
-¿Qué quieres,
Nicolás?-preguntó.
-Quería hablar contigo.
-Pues habla.
-Personalmente.
Eugenia suspiró.
-¿De que me quieres
hablar?
-De nosotros.
-¿Nosotros?-preguntó
Eugenia sorprendida.- No, Nicolás. Ya no hay más nosotros ahora es tú y yo por
separado.
-Todavía no cortamos.
-Para mí, cortamos el día
en que pasó aquello en tu casa.
-Eugenia, ¿podríamos hablar esto cara a cara?
Ella volvió a suspirar y
guardó silencio mientras pensaba y miraba a su novio divertirse con sus primos.
En ese momento, sus miradas se cruzaron, y se sonrieron.
-Eh…-estaba dándole
vueltas.-Esta bien-contestó finalmente.
Esas palabras provocaron
que se dibujase una sonrisa en el rostro de Nicolás al otro lado del teléfono.
Peter desde lejos miraba a
Eugenia y la notaba un poco preocupada. La rubia termino de hablar por el móvil
y colgó. Se acercó hasta donde estaba su novio y él no dudó en preguntarle:
-¿Todo bien?
-Si, todo más que bien-le
sonrió y le dio un pico.
Continuará...
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