domingo, 15 de julio de 2012

Capitulo 43: Infragantis

Capitulo anterior:
Peter la miro a los ojos, tenía miedo de continuar. Eugenia asintió con disimulo, parecía como si le había leído el pensamiento, eso hizo que él no lo dudara más. Se quito el bóxer. Y entre caricias y besos; ambos se unieron en uno solo. Sus respiraciones se agitaron y a medida que pasaba se les aceleraba mucho más. Gemidos, y gritos se oyeron en aquella habitación. Eugenia cerró los ojos y agarró con fuerza la sábana con una mano, mientras que la otra la tenía en la espalda de Peter. Echó la cabeza hacia atrás, sintiendo cosas que nunca había sentido, clavó sus uñas en la espalda de Peter mientras empezaba a llegar al clímax, al igual que él.
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Al día siguiente, Eugenia se despertó y entre bostezos se dio cuenta de que lo que había pasado la noche anterior no había sido ningún sueño. Tenía la cabeza apoyada en el pecho de Peter, que aún seguía durmiendo profundamente. La rubia levantó la cabeza y se quedó unos minutos mirándolo hasta que decidió despertarlo entre besos. Acercó sus labios a los de él y empezó a darle pequeños besos hasta que vio que Peter abría los ojos lentamente.
-Vaya forma de despertarme-comentó Peter frotándose los ojos.
-¿Qué pasa? ¿No te ha gustado?-preguntó la rubia.
-Claro que si. Me ha encantado-sonrió y la besó.
-Me alegro-dijo ella levantándose y buscando su ropa.
-¡Ei! ¿A dónde vas?
-Voy a bajar a limpiar los platos antes de que mi madre los vea, aunque supongo que ayer los habrá visto.-hizo una pausa.-Tú si quieres quédate aquí tumbado que yo ahora vuelvo.
-No, espera. Voy contigo y te ayudo.-Eugenia lo miró en silencio.- ¿Qué?-preguntó él al sentirse muy observado.
-No, nada. A ver si cuando nos casemos sigues con esta disposición-Eugenia se mantuvo unos segundos en silencio pensando en lo que acababa de decir.- ¿Lo he dicho en voz alta?
Peter se rió.
-Lo que decía, ahora vengo-dijo la rubia abriendo la puerta y yéndose a la cocina.
Cuando entró en la cocina, fue directa hacia el fregadero. Cogió la esponja y empezó a fregar. Estaba enjabonando un plato cuando empezó a sentir una respiración en la nuca y a sentir cómo las manos de Peter se deslizaban por su cintura. El muchacho tenía todo su cuerpo pegado al de ella, la estaba abrazando por detrás mientras le daba dulces besos en el cuello. Eugenia sintiendo que perdía la noción de lo que estaba haciendo, soltó el plato y se agarró al fregadero.
-¿Qué haces, Peter?
-¿Tú que crees?-contestó deteniendo por unos segundos los besos que le estaba dando en el cuello.
-Tengo que fregar, Peter.
-Adelante, yo no te lo estoy impidiendo-dijo metiendo sus manos en el interior de la camisa de Eugenia para acariciarle el cuerpo.
La rubia se dio la vuelta y lo miro a los ojos.
-En serio, friego y luego hacemos lo que tú quieras.
-¿Y qué tal si ahora hacemos lo que yo quiero y luego te ayudo a fregar?
-No pero es que…-intentó explicarse pero Peter la interrumpió, besándola.
Eugenia le siguió el beso pero cuando intentó separarse él se lo impidió agarrándola por la nuca. El muchacho la cogió y la sentó encima de la encimera que estaba al lado del fregadero sin dejar de besarla. Eugenia dejándose llevar, entrelazó sus dedos en el pelo de Peter mientras lo besaba. Él sin esperar ni un segundo más le quito la blusa a Eugenia y empezó a besarle el cuello. Ella al caer en la cuenta de lo que estaban haciendo, trató de frenar aquello.
-Espera, espera. Peter, no podemos. Mi madre, mi hermano o incluso Sol pueden bajar en cualquier momento.
-¿Me estas pidiendo que pare?-preguntó Peter mientras torturaba el cuello de la rubia a besos.
Eugenia se quedó en silencio, sabía que en cualquier momento la pillarían pero no quería detener aquello. Cuando él estaba apunto de quitarse la camiseta, alguien exclamó:
-¡Chicos!
Eugenia y Peter se separaron y miraron a la persona que había dicho aquello.
-¡Sol!-dijo la rubia.-No le digas nada por favor.
-No, no te preocupes. No diré nada, pero vístete. Tu hermano está bajando las escaleras.
Eugenia buscó rápidamente su camisa. Cuando Pablo entró en la cocina, la rubia y el muchacho estaban fregando los platos.
-Como te decía Peter. No entiendo nada de biología, creo que vas a tener que ayudarme…-decía Eugenia para disimular.
-Hola, Peter. ¿Qué haces tú por aquí?
-Hola, Pablo. Nada ayudar a tu hermana con los deberes-comentó Peter.
-¡Ah, qué bien! Pero hermanita la duda esa que tienes en biología mejor te la resuelvo yo. Y una cosa os digo las duditas de biología ni se os ocurra resolverlas hasta dentro de dos o tres años de novios eh.
-¡Pablo!-exclamó Eugenia ruborizada.
Peter se echó a reír.

Tiempo más Peter estaba en su casa, comiendo con toda su familia que había ido a visitarlos, a él y a su hermano. La abuela les había hecho una tarta y estaban todos sentados en la mesa del jardín saboreando la deliciosa tarta de chocolate. Eugenia al ser la novia de Peter también estaba.
La rubia con timidez iba conociendo a los familiares de su novio que aun no había conocido, entre ellos, la entrañable y adorable abuela de los gemelos.
-Mmm… ¿así que esta es la famosa tarta de chocolate de tu abuela?-decía Eugenia llevándose una cuchara a la boca.-Está buenísima.
Peter sonrió.
-Siéntete afortunada-comentó Peter.-…esta es la mejor tarta que existe.
-No lo dudo-dijo Eugenia sonriendo.
En ese momento el móvil de la rubia empezó a sonar. La muchacha atendió:
-¿Si?

Eran las dos de la tarde y Nicolás acababa de despertarse.  Intentó volverse a dormir, pero ya no tenía ganas; aunque lo único que deseaba era dormir y dormir. Se levanto y fue al baño a lavarse la cara y cepillarse los dientes. Se hizo el desayuno y se puso a ver la televisión. Hoy no iba a trabajar; era sábado. El celular empezó a sonar y lo atendió. Era su padre quién llamaba. Tras colgarle, se quedo mirando el móvil un rato, y sin darse cuenta había buscado en su agenda el número de Eugenia. Dudando un instante, apretó el botón verde.
-¿Si?-Eugenia atendió.
-Hola, Eugenia.
La rubia al caer en la cuenta de quién era, se le cambió la voz y disimuladamente se alejo de donde estaba.
-¿Qué quieres, Nicolás?-preguntó.
-Quería hablar contigo.
-Pues habla.
-Personalmente.
Eugenia suspiró.
-¿De que me quieres hablar?
-De nosotros.
-¿Nosotros?-preguntó Eugenia sorprendida.- No, Nicolás. Ya no hay más nosotros ahora es tú y yo por separado.
-Todavía no cortamos.
-Para mí, cortamos el día en que pasó aquello en tu casa.
-Eugenia,  ¿podríamos hablar esto cara a cara?
Ella volvió a suspirar y guardó silencio mientras pensaba y miraba a su novio divertirse con sus primos. En ese momento, sus miradas se cruzaron, y se sonrieron.
-Eh…-estaba dándole vueltas.-Esta bien-contestó finalmente.
Esas palabras provocaron que se dibujase una sonrisa en el rostro de Nicolás al otro lado del teléfono.
Peter desde lejos miraba a Eugenia y la notaba un poco preocupada. La rubia termino de hablar por el móvil y colgó. Se acercó hasta donde estaba su novio y él no dudó en preguntarle:
-¿Todo bien?
-Si, todo más que bien-le sonrió y le dio un pico.

Continuará...


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