Peter y
Eugenia se separaron, temiendo ver la cara de quién había hablado. Lentamente
giraron la cabeza y vieron a Candela plantada ante ellos con la boca abierta.
-Cande, te
puedo explicar-se excuso Eugenia al inmediato.
-Te
escucho-dijo Candela con un tono de enfado.
-Verás…yo corte con tu hermano…-empezó a hablar
-Ah, ya
entiendo-Candela la interrumpió.-La cosa tan grave que pasó entre mi hermano y
tú fue que le metiste los cuernos con Peter ¿verdad?
-¿Qué?-preguntó
Eugenia sin entender.- ¿De dónde sacaste eso?
-No sé, es
lo único que se me ocurre tan grave como para que cuando lo recuerdes te pongas
como te pusiste en mi casa cuando me lo ibas a contar.
-No, Cande.
No le puse los cuernos a tu hermano.
-Entonces,
¿qué pasó? ¿Qué fue lo que hizo que cortarais?
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-Bueno,
Cande. Discutimos, nos dijimos cosas muy feas y me fui de su casa sin dejar claro
que habíamos cortado-mintió.-Eso fue lo que pasó.
-¿Y por eso
te pusiste tan mal en mi casa?
-Bueno, no
quise hablarte de lo que había pasado porque desde aquel día no había visto a
tu hermano hasta hoy y al verlo, no sé, me dolió o no se que pasó que no quería
recordar las cosas que nos dijimos, solo fue eso-empezó a morderse la uña del
dedo gordo de la mano, estaba nerviosa.
“Como se
nota que está mintiendo”-pensó Peter que esbozó una sonrisa al darse cuenta de
que la conocía muy bien.-“Siempre se muerde las uñas cuando miente porque
siente miedo a que no le crean”.
-¡Puf! Euge,
perdóname por lo que te acabo de decir, te he acusado sin saber nada.
-No pasa
nada, Can-contestó levantándose para abrazarla.
-Pero, ahora
que lo pienso. Felicidades, chicos. Aunque mi hermano no este bien, me alegro
por vosotros dos que al fin estáis juntos-sonrió achuchando a su amiga.
-Gracias,
Can. De verdad que no sabía como contarte que estaba con él. Creía que ibas a
enfadarte conmigo o algo.
-No, para
nada. Al contrario, me alegro. A pesar de que todo el mundo sabía que
acabaríais juntos, me he llevado una gran sorpresa.
Candela
abrazó a Peter y le dijo al oído:
-¡Cuídamela
o te mato!
Peter
sonrió.
-No te
preocupes que está en las mejores manos.
-No lo
dudo-contestó Candela, sentándose en el banco al lado de Luca.-Y bueno, ¿quién
se lo pidió a quién?
Eugenia miró
a Peter y contestó sonriendo:
-Él. Le
costó pero al final lo hizo.
-Oh, que
bonito-comentó Candela.
Los chicos
siguieron hablando. Peter creyendo que ni Candela ni Luca lo escucharía porque
estaban entretenidos, le dijo a Eugenia al oído:
-¿Crees que
ahora podemos continuar ese beso que fue interrumpido?
La rubia
sonrió y lo miró. Cuando iba a acercarse para darle el beso, Peter la detuvo un
segundo.
-Espera-dijo
extrañado que empezó a apartarle el pelo para ver bien algo que había visto en
su cuello.- ¿Qué es esto que tienes en el cuello, Euge?
-¿El
qué?-preguntó haciéndose la desentendida.
-Tu cuello
esta totalmente rojo y tienes una marca como si te hubiesen apretado con
fuerza…-se quedó callado un instante. Tomó aire.-Dime por favor que Nicolás no
te ha tocado.
Eugenia negó
con la cabeza inmediatamente y sin darse cuenta se llevó la mano a la boca para
morderse las uñas pero antes de que lo hiciera, Peter le agarró la mano. Se
había dado cuenta de que le estaba mintiendo. El muchacho cerró los ojos para
tranquilizarse y guardar la compostura frente a sus amigos.
-Peter, por
favor, no hagas nada-susurró Eugenia para que no le oyeran ni Candela, ni Luca.
El muchacho
en ese momento, abrió los ojos, se levantó y dijo:
-Chicos,
ahora vengo, voy a…-no sabía que decir.-Bueno, ahora vengo.
-Vale-dijo
Luca.
-Voy con
él-comentó Eugenia, levantándose.
-Está
bien-comentó Candela, que miró a Luca extrañada.- ¿Qué les ha pasado?
Luca levantó
los hombros sin entender nada.
Eugenia
esperó a estar fuera del alcance de vista de Candela y Luca, para ponerse
delante de Peter y detenerlo.
-Por favor,
Peter, no. Se a donde vas y no. Hazlo por mí, no vayas.
-¿Y qué
quieres que haga, Eugenia? ¿Qué haga como si no hubiese pasado nada después de
ver las marcas que te ha dejado ese cabrón en el cuello?
-Si, por
favor. No quiero que te pelees con él, no merece la pena. Te lo ruego-hizo una
pausa.-Además no ha sido nada.
-¿Qué no ha sido
nada?-preguntó Peter incrédulo.-Entonces es que no has visto lo que tienes en
el cuello-dijo él, apartando el pelo de Eugenia para volver a verlo.- ¿Sabes de
la forma en que te ha tenido que apretar para que te haga eso?
-Si, si lo
he visto. Y no es nada, Peter. A mi me tocas con el dedo y me sale un moratón,
por eso lo de mi cuello parece tan grave.
-Eugenia no
lo justifiques.
-No lo
justifico, solo trato de convencerte para que no hagas ninguna idiotez-decía
Eugenia sulfurada.
Peter
permaneció en silencio unos segundos mirando hacia otro lado y luego la miró
fijamente.
-Cuéntame
cómo fue-el muchacho le pidió a Eugenia.
-No-dijo
ella.-Paso de darte más razones para que quieras ir allí.
-Eugenia-la
miró muy serio.
-Prométeme
que no vas a ir y te lo cuento.
-Cuenta-Peter
empezaba a enfadarse.
-Prométemelo.
El muchacho
volvió a estar unos segundos en silencio para luego decir:
-Está bien,
te lo prometo.
-Lo que pasó
fue…-empezó a contárselo.-…que fui al baño y no me di cuenta que él estaba
allí. Cuando trate de salir de allí, me lo impidió y me puso contra la puerta.
Tras decirme tonterías, mi móvil empezó a sonar, lo cogió y vio que me habías
enviado un mensaje. Lo leyó y se enfadó porque me habías llamado “mi amor”. Me
preguntó por qué me habías dicho eso, yo no le quise contestar y fue en ese
momento en que empezó a agarrarme el cuello hasta casi dejarme sin aire,
tratando de que le contestase. Como no estaba dispuesta a hacerlo y ya
suponiendo él por el motivo en que me habías llamado así me amenazó diciendo
que era de él o de nadie. Yo lo tenté diciendo que no volvería con él ni muerta
y volvió a apretarme el cuello. Después de eso, se fue.
Peter tras
escuchar la historia, pegó un puñetazo a la pared que tenía al lado con toda la
furia que tenía contenida. No sabía como estaba aguantando el no ir al lugar
donde se encontraba Nicolás y pegarle. Eugenia lo miró asustada y sin saber que
hacer lo abrazó con fuerza. Lo apretó contra ella con toda la fuerza que pudo
mientras sentía como temblaba por la impotencia y a la velocidad que iba el
corazón de Peter.
-Mi amor,
tranquilízate-le susurró Eugenia al muchacho al oído.
Ya de noche,
Eugenia y Peter estaban volviendo juntos a casa, tras pasar toda la tarde con
Candela y Luca. Iban caminando agarrados de la mano mientras hablaban.
-Menos mal
que conseguí contenerte-comentó Eugenia.-Porque no me quiero imaginar de lo que
hubieses sido capaz de hacer.
-Ni te lo
imaginas-susurro Peter.
-¿Qué?-preguntó
Eugenia al no escuchar bien lo que había dicho.
-Nada-contestó
él sonriendo.
Ambos
pasaron al lado de un camión de mudanzas y a Eugenia le extrañó mucho que
estuviese en frente de esa casa tan tarde.
-Vaya, que
gente más rara haciendo mudanzas a estas horas.
De repente a
una chica que estaba dentro del camión se le cayó una caja, que se abrió y se volaron
algunos de los papeles que había en su interior. Peter y Eugenia al verlo se
acercaron a ayudarla. Eugenia se agachó a recoger algunos que se había volado
más lejos y Peter fue a levantar la caja, al ver a la chica de cerca, dijo con
una sonrisa en la cara:
-¿Tú?
Eugenia al
escuchar a Peter decir aquello con tanto entusiasmo, miró y se le cambiaron
todos los rasgos de la cara, al darse cuenta de quién era.
Continuará...
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