La rubia empezó a escuchar
como se iban y empezó a celebrar que había conseguido sacar a su familia de
casa pero al momento fue interrumpida porque llamaron al timbre.
-¡Mierda!-exclamó.-No se
van.
Eugenia abrió la puerta y
vio a su hermano.
-¿Qué pasa?-se apresuró a
preguntar.
-Estoy en pijama, voy a
cambiarme.
-¡Oh, claro!
-----------------------------------------------
Finalmente, Eugenia había
conseguido que su familia se fuese a comer fuera y la dejasen sola en casa durante
unas cuantas horas. Así que aprovecho para hacer lo que tenía planeado. Pensaba
darle esa misma noche los regalos a Peter y ser la primera en felicitarle. Fue
a la cocina y empezó a preparar el famoso plato de pasta que los identificaban
a ambos. Mientras se hacía, cogió su móvil y llamó a Darío para pedirle un
favor.
-Darío, ¿a qué me vas a
hacer un enorme favor?-se mantuvo unos segundos en silencio esperando la
respuesta, al ser afirmativa continuo.-A las doce en punto tienes que mandar a
tu hermano a mi casa, pero por todo lo que quieras que entre por la puerta
principal y no por mi balcón ¿entendido?-se quedó callada unos
segundos.-Fantástico y muchas gracias. Te debo una, te quiero. Adiós-colgó.
Eugenia siguió preparando
la pasta. Faltaba diez minutos para las doce y Eugenia seguía preparando las
cosas, ya había preparado la mesa del salón con velas y flores. Lo había dejado
todo perfecto. Solo faltaba dar unos retoques. A las 00.00 su móvil empezó a
sonar, lo miró y vio el nombre de Darío, creyendo que había algún problema lo
atendió de inmediato.
-¿Si?-esperó a escuchar la
voz del que llamaba.- ¡Genial!-contestó al ver que eran buenas noticias.-O sea
que ya está saliendo. Pues muchas gracias, Darío. ¡Ah, y FELIZ CUMPLEAÑOS!-le
gritó.-Ya tienes dieciocho, ahora puedo pegarte y tú a mi no-empezó a reír.
En ese momento llamaron al
timbre.
-¡Ay! Ya está aquí. Bueno,
te dejo y que sepas que el regalo que te he comprado te va a encantar-se
rió.-Adiós y de nuevo muchas gracias-colgó.
Eugenia dejó su móvil
encima del sofá, respiró hondo y fue a abrir. Nada más ver a Peter, le dijo:
-Feliz cumpleaños, mi
amor.
Se acercó a él y lo besó.
Peter le siguió el beso y la apretó contra él.
-Muchas gracias.
Se volvieron a besar de
una forma dulce y romántica.
-Bueno, pasa.
Peter entró y ambos fueron
al salón, él al ver todo lo que ella había montado, la miro sorprendido y le
preguntó:
-¿Y esto?
-Todo para ti-lo miró
sonriendo.
-¿Y tu madre, tu hermano y
Sol?-preguntó.
-Se fueron a dar una
vuelta-contestó.-Y creo que van a tardar.
-Eres de lo que no hay,
Eugenia-comentó Peter con una gran sonrisa en la cara.
El muchacho se acercó a
ella y la volvió a besar.
Ambos se sentaron en la
mesa y empezaron a cenar a la luz de las velas. Charlaron y charlaron mientras
se divertían como niños. Peter estaba muy contento por estar allí con ella y en
todo momento de la cena se lo demostró con dulces caricias y apasionados besos;
aunque la rubia no se quedaba atrás. Terminaron de comer y ahora vendría el
postre, algo que sabía Eugenia que le volvía loco a Peter.
-Voy a por el postre-dijo llevándose
algunos platos de la mesa a la cocina.
-Te ayudo.
Peter se levantó y le echó
una mano. La rubia cuando sacó de la nevera el postre y Peter lo vio, exclamó:
-¡No! ¿Fresas con chocolate?-hizo
una pausa.-Te quiero.
-Lo sé-dijo ella, dándole
un pico.
Al cabo de un rato, Peter
estaba sentado en el sofá con ella encima, terminando de comer las fresas. No
paraban de darse besos y de demostrarse el uno al otro lo que se querían. Eugenia
creyendo que ya era hora de darle los regalos, le dijo:
-Espera, un momento aquí.
Ahora vengo ¿vale?-le dio un pico y se marcho.
La rubia subió a su cuarto
y a los cinco minutos bajo con una bolsa. Al llegar delante del sofá le dijo:
-Toma, espero que te
guste.
Peter cogió la bolsa, la
abrió y sacó el regalo del interior. Rompió el envoltorio y vio que era una
camiseta y una sudadera que él había visto con ella hacía unas semanas en un
escaparate.
-Me encanta-dijo Peter
levantándose del sofá para besarla.
-Me alegro-dijo ella al
separar sus labios.-Pero, este es uno de los dos regalos que tengo para ti.
-¿Ah, si?
La rubia asintió y lo
cogió de la mano.
-Ven.
Los dos subieron las
escaleras y fueron a la habitación de la muchacha. Al entrar Peter vio que la
habitación estaba totalmente decorada con velas aromáticas y sobre la cama
había un “te quiero” formado con pétalos de rosas.
-¿Y esto?-preguntó Peter
sorprendido.
-¿Tú que crees?-contestó
Eugenia cerrando la puerta con el pestillo.
Peter se acercó a ella y
la besó con pasión. Lentamente se fueron acercando a la cama, hasta que
finalmente cayeron sobre ella, el uno encima del otro. Se besaban dulcemente,
intentando que el momento fuera especial. Poco a poco, Peter fue bajando su boca por el cuello de Eugenia mientras le
daba pequeños besos con ternura. El muchacho metió sus manos
debajo de la camisa de Eugenia, y
lentamente se la quito; quedando, ella, en sujetador. Siguió con sus besos ahora por la parte
descubierta, con delicadeza para luego volver a subir a su boca. Eugenia,
nerviosa, al ver que Peter se iba a quitar la camiseta, lo ayudo. No dejaban de
besarse, con ternura, sutileza… Él le desabrocho el pantalón y se lo quito al
mismo tiempo que le acariciaba las piernas. Cambiaron de posiciones, ella
arriba y él quedo abajo. Eugenia empezó a besarle el pecho; sentía como latía
su corazón, su respiración. Le desabrocho el pantalón y se lo quito. La
temperatura ambiente aumentaba, ambos estaban en ropa interior. Ambos tenían
miedo de dar el siguiente paso… Eugenia tenía la cara de Peter entre sus manos
y lo besaba como si fuera la última vez que lo iba a hacer. Cuando menos se lo
esperaba sintió que su sujetador se aflojaba. Se lo quito. Peter, se volteo
haciendo que quedaran en la misma posición del principio; la observo embobado y
luego la beso. Peter lentamente, fue bajando su boca como al principio, hasta
llegar a los pechos de Eugenia. Sintió que se entrecortaba la respiración de la
muchacha. Se estaba poniendo cada vez más nerviosa. Él mediante acaricias llevo
su mano a la cintura de la rubia, y le quito el trozo de tela que aún llevaba.
Peter la miro a los ojos, tenía miedo de continuar. Eugenia asintió con
disimulo, parecía como si le había leído el pensamiento, eso hizo que él no lo
dudara más. Se quito el bóxer. Y entre caricias y besos; ambos se unieron en
uno solo. Sus respiraciones se agitaron y a medida que pasaba se les aceleraba
mucho más. Gemidos, y gritos se oyeron en aquella habitación. Eugenia cerró los
ojos y agarró con fuerza la sábana con una mano, mientras que la otra la tenía
en la espalda de Peter. Echó la cabeza hacia atrás, sintiendo cosas que nunca
había sentido, clavó sus uñas en la espalda de Peter mientras empezaba a llegar
al clímax, al igual que él.
Continuará...
No hay comentarios:
Publicar un comentario