martes, 24 de julio de 2012

Capitulo 48: Sentimientos confundidos

Capitulo anterior:

-Pues, sabes tengo un remedio perfecto para cuando te duele mucho, me lo enseñaron de pequeña.
-¿Y cuál es?-preguntó Peter mirándola.
-Verás…-le puso la mano sobre el ojo.-Sana sanita, culito de rana sino sana hoy sanará mañana
Peter empezó a reír al escucharla cantar esa canción. La muchacha tras cantarla dos veces, le quito la mano del ojo y le dio un beso en el ojo. Creyendo que era el momento perfecto para hacer lo que llevaba deseando hacer toda la noche, le dio otro beso en la mejilla y finalmente le dio un beso en los labios. Peter sintiéndose un poco violento y sin saber que hacer, si separarse o continuar el beso, se quedó quieto mientras la chica posaba sus manos en su rostro.
-¡Vaya!-exclamó alguien desde la puerta, haciendo que Peter se apartara de inmediato al escuchar la voz.-Ojo por ojo diente por diente ¿no, Bedoya?
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Peter al escuchar su apellido miró a la persona que permanecía apoyada en el marco de la puerta con los brazos cruzados, sabiendo ya de ante mano de quién se trataba.
-Eugenia, yo…-intentó explicarse pero la rubia levantó las manos en signo de que no quería oírle.
La muchacha miró a Mariana con rabia y después miró a Peter para luego marcharse sin decir nada. El chico de inmediato se fue detrás de Eugenia, que subió rápidamente a su cuarto y viendo que él la estaba siguiendo, cerró la puerta con el pestillo para que no entrara.
Candela que estaba en el salón junto a Luca y a Darío, recogiendo las cosas, vio pasar a su amiga con lágrimas en los ojos y sin dudarlo se decidió ir detrás pero vio a Peter pasar y prefirió dejarlos solos. Para no quedarse con la intriga de lo que había pasado, fue a la cocina y se encontró a Mariana con una enorme sonrisa en la cara, la cual se borró de inmediato para ocultar la felicidad que le producía lo que acababa de pasar.
-¿Qué ha ocurrido?-preguntó Candela.
-No sé-contestó Mariana, haciéndose la tonta.

Eugenia se tiró sobre su cama y hundió la cabeza en su almohada. Peter intentó abrir la puerta, al no conseguirlo, dijo:
-Eugenia, abre la puerta, por favor. Quiero hablar contigo y explicarte lo que acaba de pasar-Peter se quedó en silencio esperando a que ella hablase, al no ser así, continuo.-Por favor, escúchame. Lo que has visto no ha significado nada, en serio. Abre la puerta y hablemos. Vamos, Eugenia, mi amor…
-Peter, vete. Lárgate.-gritó la rubia.
-No, no me voy hasta que no me abras. Quiero explicarte lo que has visto. Por favor, abre.
-No me tienes que explicar nada, está todo más que claro.
-Eugenia, por favor-rogó Peter apoyando la cabeza en la puerta.
La rubia no dijo nada más; se quedó en silencio observando la puerta y dudando si lo que estaba haciendo era lo correcto. En ese momento empezaron a rondar por su cabeza imágenes del beso que acababa de ver entre Peter y Mariana pero fueron interrumpidas por el sonido que producía los zapatos del muchacho al bajar las escaleras de casa de Eugenia. La rubia al querer verificar que se había ido, espero unos minutos a ver si escuchaba algo y al no oír ningún ruido, abrió la puerta lentamente. Se asomó y se llevó la sorpresa de que no se había ido. Antes de que ella pudiera reaccionar, él le puso la mano en la cintura y la empujo hacia dentro de la habitación. Una vez dentro, cerró con el pestillo.
-Tú y yo, vamos a hablar-dijo Peter mirándola fijamente.
-No, no pienso hablar contigo. Vete o…-comentó Eugenia.
-¿O qué?
-O chillo-lo miraba con rabia en los ojos.
-Por mucho que grites no te va a servir de nada, Eugenia. Los únicos que están en la casa son Candela, Darío, Luca y…-se calló.-Y no van a venir porque saben que sería incapaz de lastimarte.
-Bueno, está bien. Si no te vas tú, me voy yo-dijo con la intención de ir hacia la puerta pero él la agarró por la cintura y se lo impidió.
-Por favor, no seas niña chica.
-¿Niña chica me dices?-preguntó ella apartándose de él.-Perdóname, es que no estoy acostumbrada a ver a mi novio besándose con otra.
-Eugenia, tampoco te hagas la santa porque tú también estabas haciendo algo con Nicolás  ¿o me equivoco?
La rubia se rió sarcásticamente mirando al techo y luego lo miró y dijo:
-Peter, ¿en serio estas comparando a Nicolás con Mariana?-hizo una pausa.-Nicolás me estaba acorralando contra la puerta. Lo siento, ¿vale? Pero no tengo tanta fuerza como tú para matarme a puñetazos con él. Siento ser tan estúpida que me fio de la gente y pienso que han cambiado aunque no sea así; lo siento ¿vale?-Eugenia se mordió el labio inferior intentando aguantar las ganas de llorar.-Y lo siento, no sabía que Mariana te estaba obligando a besarla, que tenía una pistola apuntándote a la cabeza-habló con ironía.
-Eugenia, tranquilízate, por favor-le rogó Peter al verla muy alterada.
El muchacho se acercó a ella e intentó abrazarla pero ella se resistió. La rubia se sentó en su cama y por su cara empezaron a correr las lágrimas que tanto intentaba evitar.
-Eugenia, no llores por favor-le dijo Peter sentándose a su lado y limpiándole las lágrimas de la cara.-Sé que me equivoque al no separarme de Mariana y te juro que me arrepiento de no hacerlo porque yo te quiero a ti y nada más que a ti-el muchacho empezó a acariciarle la mejilla a Eugenia mientras la miraba fijamente a los ojos.-Y Eugenia no quiero perderte por nada del mundo. Con todo lo que nos costo estar juntos, todo el tiempo que pasó y ahora por una estupidez mía de no saber frenar a Mariana, de no saber dejar las cosas claras por ser un estúpido no quiero tirarlo todo por la borda.
-Pero yo si-dijo Eugenia apartándole la mano de su mejilla.-Quizás no quiera tirar todo por la borda pero si alejarme un tiempo porque si no te separaste de ella en cuanto te besó, es porque posiblemente sientes algo por ella.
-No, te prometo que yo por ella solo siento…amistad.
-Eso es lo que dices pero yo no creo que sea así. Desde un primer momento sabía que esto iba a pasar pero no creí que me fuera a doler tanto; o quizás ya sabía que me iba a doler y me vine protegiendo aunque no haya servido de nada-hizo una pausa.-Y se que no debería reprocharte nada porque yo también hice algo que no debía pero es inevitable.
-Eugenia, ¿con esto me estas queriendo decir que lo dejemos?
-Que nos tomemos un tiempo para pensar y aclarar las ideas, eso te estoy diciendo.
-¿Pensar en qué?
-Pensar en las cosas que sentimos el uno por el otro.
-Eugenia yo lo tengo muy claro, yo a ti te quiero como a nadie.
-Y no lo dudo, Peter.-Eugenia se levantó de la cama y abrió la puerta.-Y ahora si me disculpas quiero estar sola.
Peter se levantó de la cama y se dirigió hacia la puerta sin decir nada. Cuando estaba apunto de salir, retrocedió y sin dudarlo, la agarró y la besó con dulzura. Eugenia intentó resistirse pero deseaba besarlo. Ambos continuaron besándose sin parar. Al separar sus labios, pegaron sus frentes y la rubia mantuvo los ojos cerrados y le dijo:
-Lo siento, Peter. Te quiero y te juro que deseo estar contigo pero lo mejor será que nos demos un tiempo.
La rubia se alejo de él y miro hacia otro lado, no podía mirarlo a la cara. Peter viendo que no podía hacer nada más, se marchó en silencio. Eugenia al darse cuenta de que se estaba yendo, se giro y vio como se marchaba mientras las lágrimas recorrían su rostro.

Continuará... 

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