domingo, 2 de septiembre de 2012

JF2. Capitulo 21: Nueve de marzo

Capitulo anterior:

-¿Ya sois novios?
-No-contestó mirándola entristecida.-Todavía no, no hemos hablado del tema y… no sé si quiero tocar ese tema. No sé nada, solo sé que quiero estar con Peter, tenerlo cerca y volver a sentirme la mujer más feliz del mundo, y a pesar de que haya pasado ya mucho tiempo, el miedo a que me vuelva a engañar me frena, y más ahora que se ha convertido en un mujeriego empedernido, que en lo único que piensa es en divertirse con las mujeres-resopló.
-Eugenia-vocalizó Candela mirando el suelo.-Mira, Peter me va a matar como se entere de que te lo he dicho pero… creo que si te lo digo te voy a solucionar muchas cosas…
-¿Qué pasa, Cande?-preguntó Eugenia preocupada por la cara de su amiga.
-Verás…Peter no…
-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Eugenia miraba fijamente a Candela esperando a que terminase la frase que había empezado. Peter no… ¿qué? Al ver que su amiga se había quedado callada insistió para que continuara. Candela tragó saliva y volvió a repetir la frase:
-Peter no…
-¡EUGE!-exclamó Patrick entrando en la habitación.- Al fin te encuentro-hizo una pausa.- ¿Interrumpo?-preguntó al ver las caras de las dos chicas.
-Patrick, espera un momento-le pidió Eugenia.-Venga, Cande. Dime. Peter no… ¿qué?
-Nada-contestó Candela al salir de su aturdimiento.-Peter, nada-le sonrió.
-¿Cómo que nada? Vamos Can, me habías dicho que eso me iba a ayudar a solucionar muchas cosas.
-Bueno, está bien.-hizo una pausa.-Verás es que…Peter no…-se quedó callada pensando en que decir.-Peter no va a cambiar. Llevo cinco años tratando de que vuelva a centrarse y no lo hace. Así que…lo mejor será que te centres en Agustín y… te olvides de Peter.
Eugenia entristeció al escuchar las palabras de Candela. No creía que le fuera a decir eso. Suspiró y se levantó de la cama.
-Eugenia, ¿puedo hablar contigo?-preguntó Patrick.
-Ahora no, no tengo ganas-comentó entrando dentro del baño del cuarto de Peter.
Comprobó si su ropa ya estaba seca y así era. Se cambió y al salir, vio que sus dos amigos continuaban allí.
-Vamos, chicos. Cambiad esas caras. Abajo hay una fiesta así que… a divertirse-sonrió y tiró de Candela para que se levantara y la siguiera hacia la planta baja junto con Patrick que intentaba explicarle a Eugenia que tenía que hablarle de un asunto importante pero ella lo ignoraba.
La muchacha, queriendo pasarlo bien esa noche, se sirvió un vaso de malibú con piña; una bebida alcohólica que le encantaba. Empezó a beber y a divertirse con la gente de la fiesta. Peter viendo el contraste entre la animada cara de Eugenia y la entristecida cara de su otra amiga, se acercó a Candela y le preguntó:
-¿Qué te pasa?
-Nada-contestó muy seria.
-Vamos, Can. Te conozco.
-Nada, Peter, no es nada-el muchacho la miró fijamente.-Bueno, es que…-acabó soltando.-No comprendo ese juego que te traes entre manos. Esta tarde me habías prometido que no te meterías más con Eugenia y resulta que lo has vuelto a hacer. Peter no sabes lo que está sufriendo, lo mal que lo está pasando porque no sabe que hacer con su vida amorosa y todo porque la tienes confundida.
-Ya veo lo confundida que está-comentó el muchacho viendo como ella le daba un beso a Agustín.
-No, ya no lo está. Le he dicho que se alejara de ti porque nunca ibas a dejar tu faceta de mujeriego y… creo que me ha hecho caso.
-¿Qué has hecho qué?
Candela miró a Peter y luego desvió la mirada hacia su amiga que bailaba junto con su ‘novio’ Agustín y algunos más de la fiesta.

Eugenia se había terminado la primera copa de alcohol que se había servido, así que fue a la cocina a por otra. Al entrar, se encontró a dos chicas manteniendo una conversación y sin querer mientras se servía, escuchó que decían:
-¿Te puedes creer que llevan saliendo desde el 9 de marzo?-preguntaba la una a la otra.-Yo en un principio no daba nada por esa relación y fíjate ahora llevan ya nueve meses-sonrió.
-¡Ah, claro! Y por eso hoy no han venido a la fiesta de cumpleaños de Agus ¿no? Lo estarán celebrando-se rió.
Eugenia al escuchar la fecha que había mencionado la chica que hablaba, se llevó la mano al pecho y recordó lo que había pasado ese día hacía ya cinco años y nueve meses. Sintiéndose mal, bebió de golpe lo que se había servido y salió de la cocina. Tenía pensado salir a fuera de la casa, cuando alguien le agarró del brazo. Ella se giró y vio quien era.
-Luca, ¿qué pasa?-dibujó una falsa sonrisa en su cara haciéndole creer a su amigo que todo estaba bien.
-¿A dónde vas?
-A fuera. A tomar un poco de aire-le contestó.
-Está lloviendo.
-Ya lo sé, pero no pasa nada…tengo esto-contestó cogiendo un paraguas del interior del paragüero que había al lado de la puerta.
-Bueno, pero cuidado con lo que haces.
-Tranquilo, no te preocupes-le sonrió y salió del interior de la casa.
La muchacha sentía que se estaba ahogando allí dentro, necesitaba respirar aire puro aunque estuviese mezclado con la humedad y con el olor a asfalto mojado. Abrió el paraguas y se decidió a alejarse de aquel sitio. Empezó a caminar sin rumbo, pero tras caminar unos cuantos kilómetros decidió hacía donde quería ir. Caminó y caminó, se sentía un poco perdida, sabía hacia donde quería ir pero no recordaba muy bien como hacia para llegar desde donde estaba.

El tiempo transcurrió y la fiesta continuaba.
-Oye, chicos-dijo Peter acercándose a Candela y a Luca.- ¿Habéis visto a Eugenia? Agustín lleva un rato buscándola y dice que no la encuentra.
-Si, la última vez que la vi se había ido a tomar aire fresco-contestó Luca.
-¿Aire fresco? Pero si está lloviendo.
-Ya, eso le había dicho pero igualmente salió.
Peter resopló y fue a mirar si estaba en el porche. Al no ser así, se empezó a preocupar. El muchacho cogió su abrigo que estaba colgado en el interior del armario que había debajo de las escaleras y se dispuso a salir.

Eugenia al fin había llegado a donde quería. Estaba todo oscuro, a penas veía lo poco que le permitía las luces de las farolas de alrededor. La muchacha estaba en un parque. En aquel parque que había sido testigo de su accidente en una calle que lo rodeaba. En ese momento, su móvil empezó a sonar por tercera vez en aquella noche desde que se había ido de la fiesta. Cansada de oír la música que tenía de melodía de llamada, sacó el móvil de su bolsillo y comprobó que quién llamaba era Agustín. Estuvo dudando si atender o no, durante un rato, hasta que finalmente pulsó el botón rojo. No tenía ganas de hablar con nadie en ese momento. Suspiró y volvió a meter el móvil en su bolsillo para que no se mojase. El móvil sonó tres veces más hasta que finalmente ella decidió atender.
-¿Si? ¿Quién es?-preguntó con total naturalidad.
-Eugenia, soy Agustín. ¿Dónde estas?-cuestionó preocupado.
-Tomando aire fresco, ¿por?
-Te he llamado por lo menos seis veces, ¿por qué no me lo has cogido?
-Perdóname, no quería hablar con nadie. Quería estar sola.
-¿Sola?-hizo una pausa.-Una lastima.
-¿Lastima? ¿Por qué? No te entiendo-comentó ella.
-Nada, olvídalo. Solo te quería proponer algo que creía que te iba a hacer feliz.
-¿De qué se trata?
-Vuelve a la fiesta y te lo digo personalmente. Solo te adelanto que tiene que ver con estar solos o no.
-Bueno, Agus. Está bien. En un rato estoy ahí y hablamos-comentó Eugenia poniendo el dedo sobre el botón rojo.-Adiós.-lo pulsó.
La muchacha suspiró y guardó el móvil. Sabía a que se refería Agustín y necesitaba pensar que iba a hacer; si aceptar empezar una relación con él o si arriesgarse por lo que posiblemente estuviese sintiendo por Peter o si estar sola y mandar a los hombres a que hagan sus vidas sin ella. Necesitaba recapacitar y aquel lugar posiblemente era el idóneo. Estaba sola y el ruido de la lluvia la tranquilizaba. Se quedó allí plantada en medio del parque mirando hacia el lugar dónde había tenido el accidente, cuando alguien habló a su espalda:
-¿Eugenia?
La muchacha al escuchar la voz y reconocerla, sonrió.
-¿Cómo me has encontrado?
-Si te digo que el primer lugar en el que he pensado que estarías era este, te miento-hizo una pausa para tomar aire, había llegado corriendo.-Primero he ido a tu antigua casa. Creía que querías recordar viejos tiempos y no me equivocaba. Querías recordar pero no lo buenos momentos exactamente-comentó Peter acercándose a ella.
-¿Quién dice que aquí no viví buenos momentos?-lo miró y vio que estaba completamente empapado por la lluvia, no traía paraguas.-Aquí me diste el último beso-se acercó a él y lo refugió bajo el artilugio que sujetaba en una mano.
-Y también fue dónde nos conocimos-comentó mirándola.
-¿Dónde nos conocimos?-preguntó sin comprender lo que decía.
-Sí, mira.-apuntó a un balancín.-Dónde ahora está ese columpio, antes había unos hierbajos y fue allí dónde nos tropezamos y se te cayó la piedra. En unas calles más abajo, estaría el edificio abandonado, donde nos dimos nuestro primer beso, pero ahora es un hotel y justo es el hotel donde estuvimos juntos por última vez.
Eugenia lo miró fijamente, no podía creer lo que estaba escuchando. Todo sonaba como una completa locura.
-Sé que te parece extraño y a mí también. Pero este es el parque…nuestro parque.
-No sé, todo esto es muy raro, es…
-El destino-concluyó la frase.
-¿Destino? ¿Quieres decir que nuestras vidas están destinadas a estar juntas?
-No he querido decir eso, solo pienso que el destino quería que nos conociéramos.
Eugenia estaba aturdida y trató de ocultarle al muchacho lo que le pasaba mirando hacia otro lado. Le costaba creer todas las casualidades. Iba a decir algo para romper el silencio que se había proclamado cuando su móvil empezó a sonar:
-¡Mi móvil!-exclamó ella.
Eugenia sacó el teléfono del bolsillo y vio que en la pantalla ponía: “Llamada entrante: Agustín”. Pidiendo disculpas a Peter, atendió:
-¿Si?
-Euge, no es que quiera parecer agobiante pero estoy preocupado porque estas sola en la calle a estas horas y tengo miedo de que te pase algo.
-No estoy sola-comentó la muchacha.
-¿Y con quién estas?-preguntó con curiosidad.
Eugenia permaneció en silencio mirando a Peter, que la observaba en silencio.
-Con gente, con la gente que hay en la calle-contestó finalmente.
-Ves, por eso me preocupo. Imagínate que alguno de esa gente es un psicópata…
-Tranquilo que no me va a pasar nada. Ya estoy llegando, no te preocupes-mintió.
-Está bien. Te espero linda, besos. Te quiero.
La muchacha sintió cómo esas dos últimas palabras que Agustín había pronunciado, le atravesaban el cuerpo como si fuesen una espada de hierro bien afilada. Nunca se lo había dicho y la primera vez que las había oído no había sido la reacción que esperaba de su parte. Sin saber que hacer colgó para no meter la pata.
-Era Agustín-comentó la muchacha mirando a Peter.
-Entonces será mejor que volvamos a mi casa ya ¿no?-le sonrió.

Al cabo de unos quince minutos, los dos llegaron a la casa de Peter refugiados bajo el paraguas, aunque ya no servía de nada; estaban totalmente empapados. Llamaron al timbre y les abrieron la puerta. Eugenia pensaba ir directamente hacia el baño, cuando le llamó la atención una chica que fue hacia Peter haciéndole exclamar:
-¡Luna! ¿Qué haces aquí?
-Venía a hacerte compañía esta noche-comentó rodeándole el cuello con sus brazos.-Pero veo que tienes montada una fiesta-le sonrió.
-Si, hoy es la fiesta de cumpleaños de un amigo-hizo una pausa.-Oye, ¿te importa? Voy a subir a cambiarme de ropa un momento, ahora regreso.
-Te acompaño-sugirió.
Los dos agarrados de la mano pasaron delante de Eugenia. La muchacha se quedó petrificada en el sitio mientras veía como los dos subían las escaleras a la segunda planta hacia la habitación de él, con intención de divertirse.

Continuará... 

1 comentario: