-¿Ya sois novios?
-No-contestó mirándola entristecida.-Todavía
no, no hemos hablado del tema y… no sé si quiero tocar ese tema. No sé nada,
solo sé que quiero estar con Peter, tenerlo cerca y volver a sentirme la mujer
más feliz del mundo, y a pesar de que haya pasado ya mucho tiempo, el miedo a
que me vuelva a engañar me frena, y más ahora que se ha convertido en un mujeriego
empedernido, que en lo único que piensa es en divertirse con las
mujeres-resopló.
-Eugenia-vocalizó Candela mirando el
suelo.-Mira, Peter me va a matar como se entere de que te lo he dicho pero…
creo que si te lo digo te voy a solucionar muchas cosas…
-¿Qué pasa, Cande?-preguntó Eugenia preocupada
por la cara de su amiga.
-Verás…Peter no…
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Eugenia miraba fijamente a Candela esperando a
que terminase la frase que había empezado. Peter
no… ¿qué? Al ver que su amiga se había quedado callada insistió para que
continuara. Candela tragó saliva y volvió a repetir la frase:
-Peter no…
-¡EUGE!-exclamó Patrick entrando en la
habitación.- Al fin te encuentro-hizo una pausa.- ¿Interrumpo?-preguntó al ver
las caras de las dos chicas.
-Patrick, espera un momento-le pidió
Eugenia.-Venga, Cande. Dime. Peter no… ¿qué?
-Nada-contestó Candela al salir de su
aturdimiento.-Peter, nada-le sonrió.
-¿Cómo que nada? Vamos Can, me habías dicho
que eso me iba a ayudar a solucionar muchas cosas.
-Bueno, está bien.-hizo una pausa.-Verás es
que…Peter no…-se quedó callada pensando en que decir.-Peter no va a cambiar.
Llevo cinco años tratando de que vuelva a centrarse y no lo hace. Así que…lo
mejor será que te centres en Agustín y… te olvides de Peter.
Eugenia entristeció al escuchar las palabras
de Candela. No creía que le fuera a decir eso. Suspiró y se levantó de la cama.
-Eugenia, ¿puedo hablar contigo?-preguntó
Patrick.
-Ahora no, no tengo ganas-comentó entrando
dentro del baño del cuarto de Peter.
Comprobó si su ropa ya estaba seca y así era.
Se cambió y al salir, vio que sus dos amigos continuaban allí.
-Vamos, chicos. Cambiad esas caras. Abajo hay
una fiesta así que… a divertirse-sonrió y tiró de Candela para que se levantara
y la siguiera hacia la planta baja junto con Patrick que intentaba explicarle a
Eugenia que tenía que hablarle de un asunto importante pero ella lo ignoraba.
La muchacha, queriendo pasarlo bien esa noche,
se sirvió un vaso de malibú con piña; una bebida alcohólica que le encantaba. Empezó
a beber y a divertirse con la gente de la fiesta. Peter viendo el contraste
entre la animada cara de Eugenia y la entristecida cara de su otra amiga, se
acercó a Candela y le preguntó:
-¿Qué te pasa?
-Nada-contestó muy seria.
-Vamos, Can. Te conozco.
-Nada, Peter, no es nada-el muchacho la miró
fijamente.-Bueno, es que…-acabó soltando.-No comprendo ese juego que te traes
entre manos. Esta tarde me habías prometido que no te meterías más con Eugenia
y resulta que lo has vuelto a hacer. Peter no sabes lo que está sufriendo, lo
mal que lo está pasando porque no sabe que hacer con su vida amorosa y todo
porque la tienes confundida.
-Ya veo lo confundida que está-comentó el
muchacho viendo como ella le daba un beso a Agustín.
-No, ya no lo está. Le he dicho que se alejara
de ti porque nunca ibas a dejar tu faceta de mujeriego y… creo que me ha hecho
caso.
-¿Qué has hecho qué?
Candela miró a Peter y luego desvió la mirada
hacia su amiga que bailaba junto con su ‘novio’ Agustín y algunos más de la
fiesta.
Eugenia se había terminado la primera copa de
alcohol que se había servido, así que fue a la cocina a por otra. Al entrar, se
encontró a dos chicas manteniendo una conversación y sin querer mientras se
servía, escuchó que decían:
-¿Te puedes creer que llevan saliendo desde el
9 de marzo?-preguntaba la una a la otra.-Yo en un principio no daba nada por
esa relación y fíjate ahora llevan ya nueve meses-sonrió.
-¡Ah, claro! Y por eso hoy no han venido a la
fiesta de cumpleaños de Agus ¿no? Lo estarán celebrando-se rió.
Eugenia al escuchar la fecha que había
mencionado la chica que hablaba, se llevó la mano al pecho y recordó lo que
había pasado ese día hacía ya cinco años y nueve meses. Sintiéndose mal, bebió
de golpe lo que se había servido y salió de la cocina. Tenía pensado salir a
fuera de la casa, cuando alguien le agarró del brazo. Ella se giró y vio quien
era.
-Luca, ¿qué pasa?-dibujó una falsa sonrisa en
su cara haciéndole creer a su amigo que todo estaba bien.
-¿A dónde vas?
-A fuera. A tomar un poco de aire-le contestó.
-Está lloviendo.
-Ya lo sé, pero no pasa nada…tengo
esto-contestó cogiendo un paraguas del interior del paragüero que había al lado
de la puerta.
-Bueno, pero cuidado con lo que haces.
-Tranquilo, no te preocupes-le sonrió y salió
del interior de la casa.
La muchacha sentía que se estaba ahogando allí
dentro, necesitaba respirar aire puro aunque estuviese mezclado con la humedad
y con el olor a asfalto mojado. Abrió el paraguas y se decidió a alejarse de
aquel sitio. Empezó a caminar sin rumbo, pero tras caminar unos cuantos
kilómetros decidió hacía donde quería ir. Caminó y caminó, se sentía un poco
perdida, sabía hacia donde quería ir pero no recordaba muy bien como hacia para
llegar desde donde estaba.
El tiempo transcurrió y la fiesta continuaba.
-Oye, chicos-dijo Peter acercándose a Candela
y a Luca.- ¿Habéis visto a Eugenia? Agustín lleva un rato buscándola y dice que
no la encuentra.
-Si, la última vez que la vi se había ido a
tomar aire fresco-contestó Luca.
-¿Aire fresco? Pero si está lloviendo.
-Ya, eso le había dicho pero igualmente salió.
Peter resopló y fue a mirar si estaba en el
porche. Al no ser así, se empezó a preocupar. El muchacho cogió su abrigo que
estaba colgado en el interior del armario que había debajo de las escaleras y
se dispuso a salir.
Eugenia al fin había llegado a donde quería.
Estaba todo oscuro, a penas veía lo poco que le permitía las luces de las
farolas de alrededor. La muchacha estaba en un parque. En aquel parque que
había sido testigo de su accidente en una calle que lo rodeaba. En ese momento,
su móvil empezó a sonar por tercera vez en aquella noche desde que se había ido
de la fiesta. Cansada de oír la música que tenía de melodía de llamada, sacó el
móvil de su bolsillo y comprobó que quién llamaba era Agustín. Estuvo dudando
si atender o no, durante un rato, hasta que finalmente pulsó el botón rojo. No
tenía ganas de hablar con nadie en ese momento. Suspiró y volvió a meter el
móvil en su bolsillo para que no se mojase. El móvil sonó tres veces más hasta
que finalmente ella decidió atender.
-¿Si? ¿Quién es?-preguntó con total
naturalidad.
-Eugenia, soy Agustín. ¿Dónde estas?-cuestionó
preocupado.
-Tomando aire fresco, ¿por?
-Te he llamado por lo menos seis veces, ¿por
qué no me lo has cogido?
-Perdóname, no quería hablar con nadie. Quería
estar sola.
-¿Sola?-hizo una pausa.-Una lastima.
-¿Lastima? ¿Por qué? No te entiendo-comentó
ella.
-Nada, olvídalo. Solo te quería proponer algo
que creía que te iba a hacer feliz.
-¿De qué se trata?
-Vuelve a la fiesta y te lo digo
personalmente. Solo te adelanto que tiene que ver con estar solos o no.
-Bueno, Agus. Está bien. En un rato estoy ahí
y hablamos-comentó Eugenia poniendo el dedo sobre el botón rojo.-Adiós.-lo
pulsó.
La muchacha suspiró y guardó el móvil. Sabía a
que se refería Agustín y necesitaba pensar que iba a hacer; si aceptar empezar
una relación con él o si arriesgarse por lo que posiblemente estuviese
sintiendo por Peter o si estar sola y mandar a los hombres a que hagan sus
vidas sin ella. Necesitaba recapacitar y aquel lugar posiblemente era el
idóneo. Estaba sola y el ruido de la lluvia la tranquilizaba. Se quedó allí
plantada en medio del parque mirando hacia el lugar dónde había tenido el
accidente, cuando alguien habló a su espalda:
-¿Eugenia?
La muchacha al escuchar la voz y reconocerla,
sonrió.
-¿Cómo me has encontrado?
-Si te digo que el primer lugar en el que he
pensado que estarías era este, te miento-hizo una pausa para tomar aire, había
llegado corriendo.-Primero he ido a tu antigua casa. Creía que querías recordar
viejos tiempos y no me equivocaba. Querías recordar pero no lo buenos momentos
exactamente-comentó Peter acercándose a ella.
-¿Quién dice que aquí no viví buenos
momentos?-lo miró y vio que estaba completamente empapado por la lluvia, no
traía paraguas.-Aquí me diste el último beso-se acercó a él y lo refugió bajo
el artilugio que sujetaba en una mano.
-Y también fue dónde nos conocimos-comentó
mirándola.
-¿Dónde nos conocimos?-preguntó sin comprender
lo que decía.
-Sí, mira.-apuntó a un balancín.-Dónde ahora
está ese columpio, antes había unos hierbajos y fue allí dónde nos tropezamos y
se te cayó la piedra. En unas calles más abajo, estaría el edificio abandonado,
donde nos dimos nuestro primer beso, pero ahora es un hotel y justo es el hotel
donde estuvimos juntos por última vez.
Eugenia lo miró fijamente, no podía creer lo
que estaba escuchando. Todo sonaba como una completa locura.
-Sé que te parece extraño y a mí también. Pero
este es el parque…nuestro parque.
-No sé, todo esto es muy raro, es…
-El destino-concluyó la frase.
-¿Destino? ¿Quieres decir que nuestras vidas
están destinadas a estar juntas?
-No he querido decir eso, solo pienso que el
destino quería que nos conociéramos.
Eugenia estaba aturdida y trató de ocultarle
al muchacho lo que le pasaba mirando hacia otro lado. Le costaba creer todas
las casualidades. Iba a decir algo para romper el silencio que se había
proclamado cuando su móvil empezó a sonar:
-¡Mi móvil!-exclamó ella.
Eugenia sacó el teléfono del bolsillo y vio
que en la pantalla ponía: “Llamada
entrante: Agustín”. Pidiendo disculpas a Peter, atendió:
-¿Si?
-Euge, no es que quiera parecer agobiante pero
estoy preocupado porque estas sola en la calle a estas horas y tengo miedo de
que te pase algo.
-No estoy sola-comentó la muchacha.
-¿Y con quién estas?-preguntó con curiosidad.
Eugenia permaneció en silencio mirando a
Peter, que la observaba en silencio.
-Con gente, con la gente que hay en la
calle-contestó finalmente.
-Ves, por eso me preocupo. Imagínate que
alguno de esa gente es un psicópata…
-Tranquilo que no me va a pasar nada. Ya estoy
llegando, no te preocupes-mintió.
-Está bien. Te espero linda, besos. Te quiero.
La muchacha sintió cómo esas dos últimas
palabras que Agustín había pronunciado, le atravesaban el cuerpo como si fuesen
una espada de hierro bien afilada. Nunca se lo había dicho y la primera vez que
las había oído no había sido la reacción que esperaba de su parte. Sin saber
que hacer colgó para no meter la pata.
-Era Agustín-comentó la muchacha mirando a
Peter.
-Entonces será mejor que volvamos a mi casa ya
¿no?-le sonrió.
Al cabo de unos quince minutos, los dos
llegaron a la casa de Peter refugiados bajo el paraguas, aunque ya no servía de
nada; estaban totalmente empapados. Llamaron al timbre y les abrieron la
puerta. Eugenia pensaba ir directamente hacia el baño, cuando le llamó la
atención una chica que fue hacia Peter haciéndole exclamar:
-¡Luna! ¿Qué haces aquí?
-Venía a hacerte compañía esta noche-comentó
rodeándole el cuello con sus brazos.-Pero veo que tienes montada una fiesta-le
sonrió.
-Si, hoy es la fiesta de cumpleaños de un
amigo-hizo una pausa.-Oye, ¿te importa? Voy a subir a cambiarme de ropa un
momento, ahora regreso.
-Te acompaño-sugirió.
Los dos agarrados de la mano pasaron delante
de Eugenia. La muchacha se quedó petrificada en el sitio mientras veía como los
dos subían las escaleras a la segunda planta hacia la habitación de él, con
intención de divertirse.
Continuará...
NO!!! peter como puede hacer eso....
ResponderEliminarmas nove porfavor GENIA