Con el paso del tiempo, se acercaba el final
de aquel año y como de costumbre en gran parte de España, tocaba el momento de
comer las doce uvas. Esa tradición consistía
en comerse una uva cada campanada que daba el reloj de la Puerta del
Sol, en Madrid, a las 12 de la noche el día 31 de diciembre y así recibir el
año con diversión ya que siempre en alguna casa habría un atragantado, uno que
se daba cuenta tarde de que le habían puesto una uva de menos o quizás una uva
de más, o algún tramposo que empezaba a comerlas antes del momento indicado.
Tras las uvas se brindaba con champán, se felicitaba el Año Nuevo a todos los
presentes y se llamaba por móvil provocando un colapso universal de las líneas
telefónicas a los familiares o amigos que estuviesen lejos y finalmente, para
concluir la noche, se salía al balcón, a la azotea o a la puerta de casa para
ver los fuegos artificiales en el cielo.
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Eugenia estaba tirada sobre la cama de Peter
mirando al blanco techo que tenía encima suyo mientras de fondo escuchaba el
agua de la ducha. Por su cabeza emergieron las imágenes de lo que había pasado
aquella tarde. Respiró hondo y miró hacia la ventana. A fuera estaba totalmente
oscuro, así que miró la hora. Era cerca de las once y allí estaba ella
esperando a que Peter saliese del baño.
-¿Qué haces aquí?-preguntó una voz al verla
allí tumbada.
La muchacha levantó la cabeza y vio a Peter
con una toalla enrollada a la cintura y el cuerpo totalmente empapado. Se quedó
unos segundos observándolo, no podía creer lo perfecto que era.
-Una chica te ha llamado-contestó
incorporándose y enseñándole el teléfono
fijo.-Venía a dártelo pero como te estabas duchando he esperado para avisarte
que me ha dicho que la llames.
-De acuerdo, gracias-le sonrió abriendo el
armario.
Eugenia dándose cuenta de que se tenía que ir,
se levantó de la cama y salió de la habitación.
Era dos de enero, y esa era la primera noche
en que Eugenia iba a dormir en su nueva casa con su nuevo compañero, Peter.
Aquella misma tarde, ella había
despedido a Patrick y a Carlos en el aeropuerto, tras un mar de lágrimas y pañuelos
llenos de mocos por parte de los dos amigos. Había sido una tarde fatigosa para
la muchacha y aún le duraba la tristeza por la partida de su amigo. Peter
estaba siendo muy amable, tan amable que había pasado todo el día con ella para
prestarle el hombro mientras que Agustín no había aparecido por allí, ni la
había llamado. Resentida por eso, y también por la alegría que le había causado
a su novio que ella se fuese a vivir con Peter ,había decidido no llamarle y
aguantar firmemente la postura de orgullosa, al menos hasta mañana o hasta que
él la llamara a ella. Lo que viniese primero.
Eugenia tras salir de la habitación de Peter
había ido al salón donde tenía su portátil y por el que estaba chateando con
amigos y con su prima mientras escuchaba música. Estaba por levantarse y
ponerse a bailar en medio del salón cuando de pronto Peter le interrumpió la idea,
sentándose en el sofá a su lado con su peculiar forma de sentarse. De mala
forma.
-¿Qué haces?-preguntó mirándola.
-Nada, hablo con amigos y Rocío.
-¿Rocío? Me suena ese nombre.
-Si, te hablé ayer de ella. Es mi prima, la
que se lleva un poco mal con los padres y está todos los días discutiendo con
ellos por tonterías.
-¡Ah, si! Que me dijiste que era una chica
guapa, alta, rubia…
-Si, una chica guapa, alta, rubia…que está
terminantemente prohibida para ti-lo miró de reojo.
-Tranquila, vive muy lejos. En Madrid ¿no?
-Exacto, pero lo digo por si acaso.
Peter sonrió.
-¿Hoy no sales?-preguntó Eugenia mirándolo.
-Si, en un rato-contestó mirando la hora en el
reloj del portátil.- ¿Por?-la miró.
-Por saber-sonrió.
-¿Y tú? ¿Has quedado con Agustín?
-No, pero no sé, supongo que después lo
llamaré para hacer algo-mintió.
-¡Perfecto!-exclamó Peter dándole un beso en
la mejilla a Eugenia.-Yo me voy yendo ya porque me acabo de acordar que tengo
que comprar algo.
-Sin detalles, Peter-comentó la muchacha
sabiendo a que se refería.
-Adiós, anda-le revolvió el pelo a Eugenia y
se aseguró de que llevaba todo encima.-Esta noche no creo que vuelva.
-Vale, nos vemos mañana.
Eugenia esperó a que Peter se marchara para
poner la música a todo volumen y cantar como una loca. Le encantaba
desmelenarse de esa manera y divertirse como ella sabía. Esa noche tenía dos
opciones, quedarse en casa o salir con alguna amiga, ya que se negaba a llamar
a Agustín y lo que realmente le apetecía era quedarse en casa. Era la primera
noche que dormía allí y estaría sola hasta la mañana siguiente, así que tendría
que aprovechar su soledad. Tenía todo planeado, primero se quedaba hablando un
rato más por el ordenador con sus amigos, cuando le entrase hambre se haría la
cena y vería alguna película y para concluir tenía pensado utilizar el baño de
la habitación de Peter, que era el único de la casa que tenía una bañera en vez
de una placa ducha y tomarse un largo baño con sales aromáticas para relajarse.
Se acercaba las dos de la mañana y Eugenia no
dejaba de bostezar una y otra vez. Creyendo que ya era hora de ir a tomarse un
baño para luego irse a dormir, apagó la televisión y subió a la segunda planta
a por su pijama. Fue a la habitación de Peter y entró en el baño. Puso el tapón
de la bañera y mientras se llenaba, se quitó la ropa. Cerró el grifo y echó las
sales de baño y un poco de jabón mientras removía el agua para hacer espuma.
Tras eso, se metió dentro de la bañera con su móvil en una mano y unos cascos
para escuchar música. Se puso los cascos en los oídos, apoyó la cabeza en el
filo de la bañera y se relajó. Tanto fue su relajación que estuvo cerca de
cuarenta y cinco minutos metida en la bañera mientras escuchaba música. En uno
de los tantos silencios que se producían entre canción y canción, Eugenia creyó
escuchar el sonido de la puerta de la habitación de Peter cerrándose. Inmediatamente se quitó los cascos y trató de
escuchar algo más. Al no ser así, se despreocupó. Habría sido su imaginación.
Pensaba volver a ponerse los cascos, pero viendo la hora en el reloj de su
móvil, decidió salir ya. Era cerca de las tres de la mañana. Se secó con la
toalla y se puso la ropa interior. Empezó a buscar un peine por los armarios
del baño, cuando de pronto escuchó algo caerse al suelo. Se asustó y se quedó
mirando la puerta cerrada del baño con miedo. Su corazón iba a mil por horas,
algo de la habitación de Peter se había caído al suelo y ella era la única
persona que estaba en la casa. Tragó saliva, pensaba salir para ver qué había
sido aquello, cuando escuchó una voz decir:
-Voy a mirar en el baño.
-Mierda, ¿y ahora que hago?-hizo una pausa.-
¿Y si es un ladrón?
La muchacha asustada se puso al lado de la
puerta, esperando a que esa persona la abriese. Cuando eso pasó, sin pensarlo,
se abalanzó sobre el que había entrado y subido a su espalda empezó a golpearle
la cabeza mientras decía:
-Ladrón, te voy a dar una que te vas a…
-¡Eugenia! ¡Eugenia! Para-gritaba la persona
que estaba debajo de ella.
Ella al ver que la conocía, se bajó y se
resbaló con la alfombra que había en el suelo del baño cayendo dentro de la
bañera.
-¡Euge!-exclamó Peter apresurándose para
ayudarla a levantarse.- ¿Estas bien?-preguntó al sacarla del interior de la
bañera.
Peter
le estaba rodeando la cintura con un brazo, y tenía la otra mano sobre la
mejilla de la muchacha. Eugenia se había quedado mirando fijamente en silencio
a los ojos marrones de Peter mientras se mordía disimuladamente el labio
inferior, ansiosa de darle un beso a esos labios que tenía tan cerca de los
suyos.
-Euge, ¿estás bien?-volvió a preguntar Peter,
ya que ella no contestaba.
-Oye, Peter pan, ¿qué ha pas…?-preguntó una
chica pelirroja entrando en el baño y viendo la escena.
Eugenia miró a la muchacha que acababa de
hablar y luego volvió otra vez la mirada a Peter, quela tenía bien agarrada.
-Será mejor que me vaya-vocalizó Eugenia
volviendo a la cruda realidad de que Peter seguía siendo un mujeriego.
-Pero, espera-la detuvo.- ¿Estás bien?-volvió
a cuestionar.
-Si, no te preocupes-contestó llevándose la mano
a la espalda, el lugar donde se había golpeado al caer dentro de la bañera.
Eugenia salió del cuarto de Peter y se fue al
que era suyo desde aquella mañana en que habían hecho las mudanzas. Se tumbó
bocabajo sobre la cama para ver si así se le pasaba el dolor de espalda. La
muchacha empezó a recordar lo que acababa de pasar en el baño, cuando sus
pensamientos fueron interrumpidos.
-¿Se puede?-preguntó Peter abriendo la puerta.
-No, estoy en ropa inte…-trató de decir pero
Peter ya había entrado.
-Vamos, Euge, si ya te he visto antes en el
baño.
-Ya pero…
-Tienes la espalda roja-la interrumpió.- ¿Te
duele mucho?-preguntó sentándose en la cama.
-Un poco, pero en nada se me pasa.
-¿Me dejas?-cuestionó llevando sus manos al
cierre del sujetador de la muchacha y desabrochándoselo.
-Peter, ¿qué haces?-preguntó asustada
levantando la cabeza para mirarlo.
-Darte un masaje, si me dejas-le sonrió.
Eugenia lo miró fijamente durante unos
segundos y después con una sonrisa volvió a apoyar la cabeza en la almohada.
Continuará...
[Bueno, he subido a esta hora por 'china' que me lo había pedido :) Así que aquí está^^ & si en unas horas adelanto muuucho, quizás suba otro xD No sé.
Pd: En capitulos próximos, aparecerán Rocío&Gastón^^]
Pd: En capitulos próximos, aparecerán Rocío&Gastón^^]
GENIA!! ame este capitulo GRACIASSSS
ResponderEliminarno me gusta que Peter siga un mujeriego y Euge sufra como una tonta u.u ,quiero que se divierta,salga a fiesta y Peter se muera de celos,porque Agus es como un fantasma X-(
ResponderEliminarPT: se que pediste paciencia pero no me gusta la situacion :( quiero a Peter pero el se divierte y ella no T.T
espero que no pase nada y Euge lo retire u.u
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