JF2. Capitulo 23: Una broma

Capitulo anterior:

-‘Quiso’ Ese es el problema. Eso es pasado y yo quiero un presente-hizo una pausa.-Pero da igual, cambiemos de tema-miró a su amigo por primera vez desde que había llegado.- ¿Qué tal te lo estás pasando?

-Bien, está interesante la fiesta. Pero no quiero hablar de eso-respiró hondo.- Euge, tengo algo que decirte.

-Dime-le sonrió.

-Verás, es complicado el tema. Yo… me marcho.

-¿Cómo que te marchas? ¿Ya? Pero si estamos en el auge de la fiesta-se rió.

-No, no. No me has entendido. Me marcho, me voy del país.

-¿Qué?

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Eugenia no podía creer lo que acababa de escuchar, su amigo, su mejor amigo durante esos últimos años con el que había convivido tantas cosas; se iba del país y la abandonaba.

-¿Cómo que te vas?-preguntó mirándolo.

-Verás, tendría que haber empezado por otra cosa.

-¿Empezado por otra cosa? ¿Qué cosa? ¿Qué pasa, Patrick?

-Te explico. Hace un mes aproximadamente, conocí a un chico. Con el tiempo me he ido enamorando y dándome cuenta de que era el hombre de mi vida…

-¿Y qué ocurre? Vive fuera, ¿no? Por eso te vas-lo interrumpió.

-No, no es eso. Este chico del que te hablo está hoy aquí, está fuera esperando a que hable contigo para presentártelo. Bueno, lo conocí en el trabajo, es médico. Y bueno, se llama Carlos y es simpático, amable, atento…es mi prototipo de hombre totalmente…-hizo una pausa.- Bueno con el tiempo, nos hemos ido conociendo y ahora somos novios. No te conté nada sobre el tema porque ya sabes lo mal que me fueron mis relaciones anteriores, así que preferí conocerlo yo personalmente y luego ya presentárselo a mis amigos. Por favor no te enfades.

-No, no. Te entiendo, pero explícame que tiene el que ver con que te vayas.

-Pues, a ver… hace unos días él me menciono la ilusión que le hacía viajar a África y ofrecerse como médico voluntario para ayudar a las familias que conviven allí y tienen hambre, frío, están sin casas y lo pasan mal. Cuando me lo dijo, en un primer momento me dio miedo pero fue ver las fotos y cambiar totalmente de idea. Por eso me voy del país, me voy a África como voluntario.

-¿En serio?-preguntó sorprendida por el giro radical que había dado la vida de su amigo.-Dios, Patrick. No me puedo creer que vayáis a hacer eso. Es un precioso gesto por tu parte y por el de tu novio. ¿Y… cuándo os vais?

-Después de año nuevo, el dos de enero; es decir, dentro de dos semanas. Así que… Euge tienes dos semanas para buscar a algún compañero de piso porque yo me marcho pero piensa que te vas a librar de mí-bromeó.

-No… pero yo no me quiero deshacer de ti-los ojos de la muchacha se llenaron de lágrimas.- ¿Ahora quién me va a aconsejar con la ropa? Soy un desastre en eso-bromeó y se le escaparon las lágrimas.

Los dos amigos empezaron a llorar y se abrazaron. Sentían emoción y pena porque en unos pocos días ya no se volverían a ver hasta el día en que el destino quisiese reencontrarlos otra vez. Ambos salieron a fuera a buscar a Carlos, el novio de Patrick, ya que había parado de llover. Eugenia, finalmente, lo conoció pero a pesar de que se llevaba a su amigo lejos, lo recibió con los brazos abiertos. Era una buena causa por la que se lo llevaba. Tras charlar y contar todo lo que pensaban hacer cuando estuviesen en África, los tres entraron nuevamente en la casa.

Eugenia necesitando algo para limpiarse todas las lágrimas y los mocos, porque había llorado mucho en el porche de la casa de Peter; fue a la cocina, el sitio que le cogía más cerca. Empezó a buscar servilletas por los armarios y no las encontraba.

-¿Buscas algo?-preguntó alguien a su espalda.

Se dio la vuelta y vio que era Peter.

-Si, servilletas, papel de cocina, cualquier cosa…-habló con la voz llorosa.

-¿Qué te pasa?-preguntó el muchacho sacando unas servilletas de un armario y acercándose a ella para dárselas.

-Patrick se va a África-habló entrecortadamente mientras trataba de no llorar más.

-¿Y eso?

-Se va como voluntario-hizo una pausa.- ¿Te puedes creer el corazón tan grande que tiene? No le cabe en el pecho-se le escaparon las lágrimas.

-Si, es muy noble por su parte, sin duda. Pero, ¿por qué no intentas dejar de llorar? No me gusta verte mal-le sonrió mientras le limpiaba las lágrimas de la cara con una servilleta.

-Lo intento, pero soy muy llorona-dijo Eugenia y sin querer le salió un gallo.

Peter soltó una risotada y al momento paró.

-Perdón-se disculpó tratando de no reírse; al no aguantar sonrió y la contagió a ella.

Ambos empezaron a reírse.

-Eres un tonto, Bedoya-vocalizó ella mirándole con una sonrisa en la cara.

-Así me gusta, que sonrías-dijo él abrazándola.

La muchacha cerró los ojos y lo abrazó con fuerza. Los dos estaban abrazados en silencio, con la música de la fiesta de fondo, cuando de pronto, Luna entró en la cocina.

-¿Interrumpo?-preguntó haciendo que los dos amigos se separaran de inmediato.

-No, ¿qué vas a interrumpir?-habló Eugenia con ironía.

-¡Ah, menos mal!-exclamó la muchacha que se acercó a Peter.-Bedoya,-cuando Luna pronunció el apellido del muchacho, hizo que Eugenia abriese los ojos de par en par.- Creo que me voy yendo ya a mi casa porque mañana trabajo muy temprano.

-Pero si mañana es domingo-comentó Peter.-Ni siquiera yo trabajo.

-Ya, pero los que trabajan dentro del ámbito de la hostelería, si. Así que me tengo que ir.

-Te acompaño.

-No, no hace falta. Quédate y diviértete-dijo Luna mirando a Eugenia fijamente.

-Si hace falta, te llevo a casa.

-Bueno, como quieras-le dio un pico.-Voy a subir un momento a tu habitación a coger el abrigo.

-Claro, te lo has dejado arriba cuando te lo intentabas tirar ¿no?-comentó Eugenia en voz baja.

-¿Cómo?-preguntó Luna mirándola.

-Nada-contestó la muchacha.-Me preguntaba a mi misma que de dónde te conoceré. Es que te juro que me suenas un montón.-hizo una pausa.- ¡Ah! Ya sé  dónde te he visto. Salías en la portada de la revista ‘PlayBoy’-dijo Eugenia de broma.

-Pero ¡qué graciosa es tu amiga, Bedoya!-exclamó Luna riendo falsamente.

-Si, parece ser que Eugenia ha bebido más de la cuenta-comentó Peter.

-En fin, ahora vuelvo. Voy a por el abrigo-comentó Luna que luego besó al muchacho.

Eugenia miró hacia el suelo para no ver el beso, y tras darse cuenta de que la chica se había ido, miró a Peter.

-¿Se puede saber por qué tratas así a Luna?-preguntó el muchacho.

-¿Se puede saber por qué esa…-se quedó callada.-Te llama Bedoya?

-Es mi apellido-contestó.

-¿Ah si? No lo sabía-habló irónicamente.-Pero ¿por qué te tiene que llamar así? ¿Por qué no te llama Peter como todos los demás?

-Te lo he dicho, es mi apellido. Además, ¿qué quieres que haga? ¿Qué le diga que no me llame más así?

-Pues mira, no estaría mal.-lo miró fijamente.- ¿Acaso no te acuerdas de la promesa que te hice?

Peter respiró hondo mientras la miraba fijamente y recordaba lo que había pasado hacía ya mucho tiempo.

Flashback

Era el cumpleaños de Peter, y él junto con Eugenia acababa de pasar la mejor noche de su vida. Por fin, habían llevado su relación al paso más importante. Por fin, habían tenido una noche llena de pasión. La muchacha estaba tumbada a su lado cubierta por la sábana de su cama mientras lo miraba con una amplia sonrisa. Había pasado el mejor momento de su vida.

-Oye, Euge-dijo el muchacho mirando al techo.- ¿Por qué me has estado llamando Bedoya todo el rato?

-Es tu apellido, ¿no?-él asintió.- ¿Qué pasa no te gusta que te llamen así?

-Si, no sé. Nadie me llama así.

-¿Ah, no? Pues entonces a partir de hoy siempre te llamaré Bedoya-le sonrió.-De esa manera seré la única que te llama de una forma aparte de Peter. Seré especial para ti-acercó sus labios a los de él y lo besó.-Te quiero, Bedoya-le susurró al oído.

Fin del flashback.

Continuará...