miércoles, 5 de septiembre de 2012

JF2. Capitulo 24: ¿Quieres ser mi novia?

Capitulo anterior:

Flashback
Era el cumpleaños de Peter, y él junto con Eugenia acababa de pasar la mejor noche de su vida. Por fin, habían llevado su relación al paso más importante. Por fin, habían tenido una noche llena de pasión. La muchacha estaba tumbada a su lado cubierta por la sábana de su cama mientras lo miraba con una amplia sonrisa. Había pasado el mejor momento de su vida.
-Oye, Euge-dijo el muchacho mirando al techo.- ¿Por qué me has estado llamando Bedoya todo el rato?
-Es tu apellido, ¿no?-él asintió.- ¿Qué pasa no te gusta que te llamen así?
-Si, no sé. Nadie me llama así.
-¿Ah, no? Pues entonces a partir de hoy siempre te llamaré Bedoya-le sonrió.-De esa manera seré la única que te llama de una forma aparte de Peter. Seré especial para ti-acercó sus labios a los de él y lo besó.-Te quiero, Bedoya-le susurró al oído.
Fin del flashback.
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La fiesta concluyó tarde, ya que la mayoría no trabajaban al día siguiente, entre ellos Luca, Peter, Agustín, Eugenia y por supuesto Candela, que todavía no encontraba trabajo. En cambio, Patrick si trabajaba el domingo y había salido bien temprano de casa, incluso antes de que su compañera de piso se despertase. La muchacha no queriendo desayunar sola en casa, decidió ir al bar-restaurante, donde solía desayunar en días en que tenía que ir a trabajar o no tenía ganas de estar en casa. Le dolía un poco la cabeza, la noche anterior había bebido un poco de alcohol, algo menos que las noches en las que salía con Agustín; ya que se había prometido controlarse porque últimamente se dejaba llevar muy fácilmente. Llegó al bar y se sentó en una mesa de la terraza. Adoraba sentarse allí y ver a la gente caminando por la calle. Estaba decidiendo si tomar un zumo de naranja o un café, cuando alguien se sentó en su mesa; en la silla de en frente.
-Buenos días-saludó Peter con una sonrisa.
-¿Qué haces aquí?-preguntó sorprendida.
-Desayunar, ¿tú?
-Be…-iba a llamarlo por su apellido pero se quedó callada.- ¿Acaso me estas siguiendo?
-No sueñes, Eugenia. He venido a visitar a Luna.
-¡Oh, tu noviecita vive por aquí!-exclamó revoloteando los ojos.
-No, trabaja aquí. Es la camarera.
-¿Qué?-preguntó asombrada.- ¡Claro! De eso la conocía-miró con mala cara a Peter.- ¿No te podrías haber ligado a alguna camarera de otro bar? Yo desayuno y prácticamente ceno todos los días aquí. Ahora tendré que cambiar de bar.
-No, ¿por qué?
-Porque seguro que me escupirá en el desayuno-se lamentaba.
Peter se rió por la mente tan malévola que tenía su amiga. Eugenia vio que Luna iba hacia su mesa y buscó en su bolso sus gafas de sol. Se las puso y miró a la camarera cuando llegó.
-Hola, linda-saludó Peter con un guiño.
-Hola-dijo sorprendida.- ¿Qué haces aquí?
-Vine a desayunar con Eugenia. Perdónala que lleve gafas de sol es que los paparazis la persiguen y no puede permitirse el lujo de que la descubran-bromeó.
Luna se rió y saludó a Eugenia.
-¿Qué queréis tomar?
-Un café con leche-contestó Peter, que miró a su amiga para que pidiese.
-Lo mismo.
-Marchando dos cafés-comentó Luna yéndose a atender otra mesa.
Peter miró a Eugenia y le preguntó bromeando:
-¿Te vas a quitar las gafas o tienes miedo de que te saquen una foto conmigo?
-Cállate, idiota-dijo quitándose las gafas.- Oye, Be…-se quedó callada y tras unos segundos continuo.- ¿No besas a tu novia?
-Te he dicho millones de veces que no es mi novia. Es una amiga y como amiga que es, no tengo porque darle un beso cada vez que la veo. Además, está trabajando.
-¿Amiga? Pues yo también soy tu amiga y no me haces lo mismo que le haces a ella-dijo la muchacha haciendo que Peter echase a reír.
-Lo mismo digo-comentó él refiriéndose a la relación que mantenía ella con su amigo Agustín.-Pero, bueno, Euge. Cuéntame-dijo apoyando los codos en la mesa.- ¿Qué tal con Agustín?
-¿A que viene esa pregunta?
-No sé, para que hablemos de algo-contestó sinceramente.
-Ah… Pues bien, me va muy bien-le sonrió.
-¿Ya se puede decir que sois novios?
-No, todavía no. Quizás a partir de esta tarde, si.
-¡Qué bien! Me alegro.
En ese momento llegó Luna con los dos cafés, se los puso en la mesa y después se marchó dedicándole una sonrisa a Peter.
-Oye, Be…-iba otra vez a pronunciar su apellido y se quedó callada.-Tú, cámbiame el café. Estoy segura de que me ha escupido dentro-bromeó.-Y tú eres su novio, ya habrás intercambiado mucha saliva con ella, no te importará un poco más.
-Eugenia, estás fatal de la cabeza-dijo mirándola con una sonrisa en el rostro.-Y para que sepas tú a ella le caes bien. Ayer me estuvo hablando de ti y me dijo que eras su clienta favorita porque como has dicho, vienes prácticamente todos los días. Así que no te preocupes que no te hará nada ni en el café, ni en la comida.
Los dos empezaron a desayunar tranquilamente mientras charlaban y disfrutaban del día.
-¿Qué haces esta tarde?-preguntó Peter tomando un sorbo de su café.
-Tenía pensado ocupar mi tarde buscando la manera de poner un anuncio en el periódico.
-¿Un anuncio? ¿Para qué?
-Para buscar compañero de piso. Ayer te comenté que Patrick se va y bueno, necesito buscar a alguien que pague la mitad de todas las cosas.
-Uh, pues ten cuidado. Yo te aconsejaría que fuese compañera en vez de compañero. Eso de que una chica linda conviva con un tío desconocido, no es muy aconsejable. Ya me entiendes.
-Gracias por el piropo-le sonrió.-Pero no sé, tengo solo dos semanas para encontrar a alguien y estoy dispuesta a conformarme con cualquiera que aparente ser normal.
-A veces las apariencias engañan.
Eugenia lo miró y se quedó callada, tenía razón pero estaba bastante desesperada en encontrar a alguien.

Llegó la tarde. Eugenia estaba en su casa con Agustín. Estaban sentados en el sofá viendo una película que emitían en la televisión y de vez en cuando se daban mimos. Querían pasar una tarde tranquila ellos dos solos y aquel día era perfecto para eso. Agustín llevaba tiempo queriendo sacarle el tema sobre la relación que mantenían pero no sabía de qué forma hacerlo hasta que una de las tantas veces en que separó sus labios de los de ella, comentó:
-Me encantas.
-¿Mucho?-preguntó ella sonriendo.
-Muchísimo-le dio un pico.-Pero, ¿sabes que más me encantaría?
-Dime.
-Que hablásemos de nuestra relación.
-¡Oh, claro!-vocalizó la muchacha mirando hacia otro lado y luego volviendo la vista hacia él.
-No quieres hablar de eso, ¿verdad?
-Si, claro que sí. Llevo como un mes tratando de que pongamos de una vez etiqueta a lo nuestro pero…
“Desde que apareció Peter, he cambiado de idea”-pensó Eugenia.
-¿Pero…?-preguntó Agustín.
-Pero tenía miedo de sacar el tema-mintió.-Creía que tú no querías algo serio.
-Si te soy sincero, en un principio no quería nada serio; pero con el tiempo me he dado cuenta de que lo único que deseo es estar contigo y hacerte feliz.
-¿En serio?-preguntó ella acariciándole la mejilla.-Y yo… yo también. Eso era lo único que deseaba.
-¿Deseaba?
-Y deseo-rectificó al ver que había metido la pata sin darse cuenta.
-Entonces….-hizo una pausa.-Euge, ¿quieres ser mi novia?
Ella se quedó callada durante unos segundos, dudando sobre qué contestar. Tenía que estar segura en lo que iba a hacer, porque después no podría volver el tiempo atrás como cometiese un error. Su duda estaba fomentada principal y únicamente por Peter. Esos sentimientos que habían vuelto a emerger en su interior hacia él, la traían por la calle de la amargura. En ese momento, el timbre empezó a sonar. La muchacha miró con cara de extraño a Agustín que esperaba expectante la respuesta y comentó:
-Voy a ver quién es. Un segundo.
Se levantó y abrió la puerta. Se sorprendió aún más, al ver quién era.
-¡Peter!-exclamó.- ¿Qué haces aquí?
Agustín al escuchar el nombre de su amigo, se levantó del sofá y se acercó a la puerta.
-Vine a traer esto-contestó enseñándole el abrigo rojo que llevaba la noche anterior.-Te lo habías dejado en mi casa-le sonrió y vio a su amigo aparecer por detrás.- ¡Agus! Hola.
-Hola, Peter. Has venido en el mejor momento-comentó el muchacho pasando su brazo por encima de los hombros de la muchacha.-Le acabo de preguntar a Eugenia si quería ser mi novia y estoy esperando a que me conteste…
-¿Ah, si?-preguntó Peter mirando fijamente a los ojos de la muchacha.
-Bueno, ¿y qué me dices, Euge?-preguntó Agustín mirándola.
Ella volvió a guardar ese intenso y corto silencio nuevamente mientras miraba a Peter tímidamente. Por su cabeza rondaron las palabras que Candela le había dicho la noche anterior: “Peter no va a cambiar. Llevo cinco años tratando de que vuelva a centrarse y no lo hace. Así que…lo mejor será que te centres en Agustín y… te olvides de Peter”. Eso hizo que se decidiera a dar el paso.
-Si, quiero ser tu novia-dijo volviendo la mirada hacia el otro chico, con una amplia sonrisa dibujada en la cara.
-¡Genial!-exclamó agarrándola de la cara y dándole un tierno beso en los labios.
Peter contempló el beso lamentándose de no ser él quién estuviese en el lugar de Agustín pero tendría que alegrarse porque el nuevo novio de Eugenia era su amigo y quería lo mejor para él y obviamente, para ella.

Continuará...

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