viernes, 31 de agosto de 2012

JF2. Capitulo 19: En la ducha

Capitulo anterior:

Patrick estaba en su habitación hablando por teléfono. Se sentía feliz de hablar con esa persona pero a la vez estaba preocupado y dubitativo a causa del tema de conversación que mantenían. Para él era un tema delicado.
-Está bien, te lo prometo. Te prometo que hoy mismo se lo cuento-decía mordiéndose las uñas de los dedos de la mano.-No es fácil, es complicado-hizo una pausa.-Si ya sé que estas harto de estar oculto y que quieres conocerla pero…Bueno, ya está dicho, hoy se lo digo y quiero que estés presente. Así que en cuanto empiece la fiesta, te llamó y  te digo dónde es ¿vale?-hizo una pausa.-Perfecto, adiós, besos.
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Eugenia estaba totalmente sonrojada y nerviosa. Hacia tanto tiempo que no se encontraba en aquella situación con él, que le daba vergüenza.
-Eh…me voy a vestir-tartamudeó la muchacha echándose hacia atrás.
-Bueno, te espero aquí-contestó sentándose otra vez en el sofá.

A los minutos, Eugenia se había terminado de arreglar. Fue al salón y allí seguía él, sentado en el sofá pero esta vez no estaba solo, estaba también Patrick que había terminado de hablar por teléfono.
-¿Nos vamos?-preguntó la muchacha apareciendo en el salón.
-¡Vaya! ¡Qué guapa!-exclamó Patrick con una sonrisa.
Peter se levantó del sofá, se arregló la camisa y la miró con una sonrisa en el rostro.
-Gracias-contestó ella agarrando la mano de su amigo.-Tú también estás muy guapo.
Patrick le dio una vuelta para contemplarla al completo y sonrió.
-Perfecta.
Peter se había quedado embobado, no podía creer lo guapa que era. La contempló de arriba a bajo. Llevaba el pelo suelto con el flequillo agarrado por un par de horquillas hacia atrás. Iba con una blusa negra por dentro y por encima un abrigo rojo. Llevaba una falda de flecos color marrón claro y unas medias de lana negras por debajo y unos zapatos de tacón combinando con la falda. A penas usaba maquillaje, no le hacía falta.
-¿Y? ¿Nos vamos o qué?-preguntó ella sacando a Peter de su aturdimiento.

Los chicos iban caminando hacia la casa de Peter mientras charlaban. A Patrick le empezó a sonar, nuevamente, el móvil; lo atendió y para que su amiga no escuchase su conversación se fue retrasando y alejando un poco de los otros dos que hablaban animadamente.
-Al final me has hecho caso y te has puesto esta ropa-comentó Peter mirándola.
-Si, por supuesto. Es que eres todo un experto en modas y…
-¿Insinúas algo?-la interrumpió.
-¡No! Habló en serio. Estás muy guapo-le sonrió.
-Tú…también-la miró.
-Bien, Bedoya. Vas mejorando con los piropos-se burló de él.
-Pero mira que eres tonta, eh…-la muchacha se rió.-Bueno, te presento mi casa-comentó llegando frente a ella.
Eugenia miró hacia la casa y se quedó callada pensando por un instante.
-¿Tu casa?-preguntó sin entender bien.
-Si, ¿qué pasa?
-Nada-contestó sonriendo y recordando la noche que había estado allí con Agustín y él le había contado que se había mudado y que esa era su nueva casa.
Sonrió ignorando sus pensamientos y miró hacia los escalones de la entrada rodeado de macetas con jazmines, que tanto le había gustado la primera vez que había estado allí.
-Bueno, Euge, me voy a recoger a Agus. Candela y Luca ya están dentro con los demás. Diles que en 20 minutos estoy aquí con el cumpleañero-le sonrió y le dio un beso en la mejilla.
-Adiós-se despidió.

Peter entró en su coche, lo arrancó y se marchó. Al llegar allí, Agustín ya estaba esperándole. Se subió al coche, se saludaron y se dispusieron a disfrutar de la noche. Para Agustín iban a ir a algún bar pero Peter tenía pensado llevarlo con alguna escusa a su casa, donde todos los estarían esperando.
-Oye, ¿te importa si vamos un momento a casa? Me he olvidado el móvil en casa.
-¿Y en serio vas a necesitar hoy el móvil?
-Claro, imagínate que me gusta una chica y no tengo dónde apuntar su número-bromeó.
Los chicos llegaron frente a la casa de Peter y se bajaron del coche. Peter buscó las llaves y abrió la puerta. Se acercó al interruptor y al encender las luces, todos gritaron el mítico ‘¡sorpresa!’. Agustín se asustó al ver a todos sus amigos e incluso algunos que vivían en Barcelona y se habían animado a hacer un viaje hasta allí. Se fueron acercando a él para felicitarle y darle los regalos. Entre todos, se acercó Eugenia que con una gran sonrisa lo felicito y le abrazó.
-Lo siento-dijo Agustín nada más separarse del abrazo.
-¿Por qué?
-Por la mentira…no es mi…
-¡Oh!-exclamó ella al caer en la cuenta de que hablaba sobre la pequeña mentira sobre la casa.-No pasa nada-le dijo con una gran sonrisa en su rostro.-Felicidades, otra vez.
Agustín le agarró la cara y la besó.
La fiesta comenzó, y todos empezaron a divertirse mientras escuchaban música, bailaban, bebían alcohol o charlaban. Agustín le había presentado a Eugenia a todos sus amigos de la fiesta como su novia a pesar de que ellos todavía no se habían catalogado como tal. La muchacha, tras conocer a todos los que estaban en aquella casa y estar charlando con todos un poco, decidió ir hablar con la gente que conocía, es decir, Candela y Luca. Los dos tortolos estaban dándose besos cuando Eugenia apareció y carraspeó interrumpiéndolos. Candela se separó de Luca y la miró, preguntando:
-¿Qué pasa, Euge?
-Perdón que os…-hizo una pausa.-Bueno, es que… me aburro. He intentado hablar con los amigos de Agustín pero son muy… monótonos y… bueno ¿qué hacíais?-Candela y Luca la miraron sin comprender la pregunta, ya que ella había visto lo que estaban haciendo.-Oh, ya, claro-dijo cayendo en la cuenta.- ¿Qué es eso?-preguntó apuntando al vaso que su amiga sostenía en la mano.
-Malibú con piña, ¿quieres?
-¡Ay! ¿En serio? Gracias-comentó cogiendo el vaso y bebiendo.
-Oye, ¿no eres muy pequeña para beber eso?-preguntó Peter llegando por detrás de la muchacha.
-Tengo 23 años y pequeña la que tienes ahí abajo-contestó Eugenia mirándole con una sonrisa.
-¿Cómo?-dijo él acercándose a ella.
-Lo que has escuchado.
-Si quieres vamos a un sitio más privado y te la enseño-le habló al oído.
Eugenia lo apartó de ella y le dijo antes de irse:
-Lo siento, no he traído el microscopio-hizo una pausa.-Ahora si me perdonas voy a buscar a Agustín-le dio un par de palmaditas en el pecho.
Peter se quedó callado y miró a sus amigos.
-Me parece que te han dejado callado-comentó Luca mientras se reía.

Patrick estaba en el porche de la casa hablando con la persona que se había pasado toda la noche llamándolo al móvil. Lo estaba abrazando. Era un chico alto, moreno y musculoso, de los típicos tíos que adoran el gimnasio pero sin sobrepasar el límite de obseso.
-Te prometo que esta noche se lo digo. Pero tienes que ayudarme-comentó Patrick separándose y mirándolo con una sonrisa.
-Eso espero-dijo el hombre agarrando a Patrick y dándole un beso en los labios.
-¿Y esto?-preguntó alguien saliendo de la casa.
El muchacho se separó y miró hacia la persona que había hablado.

Eugenia tenía ganas de ir al baño, así que subió a la segunda planta. Estaba por entrar, cuando prefirió llamar antes por si había alguien dentro, al no obtener respuesta se decidió a abrir la puerta. Al hacerlo, alguien por detrás la empujó dentro del baño y cerró la puerta tras entrar.
-Peter, ¿qué haces?-preguntó ella viendo como el muchacho echaba el pestillo de la puerta dejándolos encerrados.
-Terminar lo que estábamos a punto de hacer esta tarde-contestó acercándose a ella.
-¿Cómo? ¿A qué te refieres?-cuestionó echándose hacia atrás.
-A esto-comentó intentando atraerla hacia él pero ella consiguió esquivarlo.
-Peter no te acerques o…grito.
-Grita, creo que con lo alto que está la música, nadie te va a escuchar.
La muchacha se echaba hacia atrás a medida que él avanzaba hacia ella hasta que no pudo retroceder más porque se chocó con la puerta de la placa ducha. Miró hacia atrás y vio el cabezal de la ducha. Lo agarró y apuntó al muchacho con eso.
-Te acercas y te mojo.
Peter se rió.
-¿En serio me vas a amenazar con eso?-preguntó entre risa.
-Si, te lo advierto-comentó poniendo la mano en el grifo con la intención de abrirlo.
-Vamos, Euge. Deja eso-dijo acercándose un poco más.
-Un paso más y te mojo-gritó.
Peter tentado ante tal amenaza pensaba acercarse más a ella pero la muchacha se adelantó a él y abrió el grifo empapándolo entero. Él se acercó y tras apartarla del grifo, consiguió cerrarlo. Eugenia estaba dentro de la placa ducha con el cabezal en la mano con miedo porque estaba acorralada. Peter viendo en la situación en la que estaban, se acercó a ella y llevó una de sus manos al rostro de la muchacha.
-Lo siento-vocalizó Eugenia mirándolo a los ojos con timidez.
-¿Lo sientes?-ella asintió.-Me alegro-comentó él inclinando la cabeza y cerrando los ojos.
La muchacha también cerró los ojos y lentamente fue acercando sus labios a los de él, al igual que el chico se acercaba a ella.

Continuará...

jueves, 30 de agosto de 2012

JF2. Capitulo 18: Touch and go

Capitulo anterior:

-¿Ah, no?-preguntó él mirándola.-Yo no diría lo mismo-le sonrió.
-¿Qué? Pues que sepas que por mucho que hagas cualquier cosa, ya no sentiré nada porque han pasado cinco años y quieras o no, con el tiempo acabas olvidando los sentimientos y…
Peter la giró para que lo mirara, ella sorprendida, le preguntó:
-¿Qué haces?
-Comprobar si es cierto lo que dices-contestó acorralándola contra la encimera.
-Peter, no. Aparta-le puso la mano en el pecho evitando que se acercase más a ella.
El muchacho le agarró la mano. Ella poniéndose otra vez nerviosa apartó su mano. Peter sonrió y  llevó su mano a la mejilla de Eugenia. La acarició y lentamente cerró los ojos, inclinó la cabeza y fue acercando sus labios a los de ella. La muchacha al darse cuenta de lo que iba a hacer, se agarró a la encimera mientras se echaba hacia atrás. Ella dándose cuenta y recapacitando si realmente lo que quería era evitar el beso, se quedó quieta y cerró los ojos esperando a que pasase.
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Eugenia sentía cada vez más cerca la respiración de Peter, incluso podía respirar su mismo aire. Sintió una mano del muchacho deslizarse por su cintura y acercarla a él. Cuando sintió sus labios rozar con los de él, dijo inconscientemente:
-¡Luna!
Peter se detuvo y se quedó a centímetros de su boca. Sin moverse, le preguntó:
-¿Luna?
-Si, es tu… novia o no sé, no podemos hacerle esto.
El muchacho sonrió y sin querer rozó otra vez sus labios.
-Eugenia, Luna y yo solo somos amigos con derecho a roce, y no sé si sabes que significa pero nos permite total libertad para estar con otras personas. Al igual que tú con Agustín.
-Pero…-no dijo nada más, no tenía escusas para frenarlo y tampoco es que quisiese hacerlo.
La muchacha volvió a cerrar los ojos, se humedeció los labios con la lengua y…
-Euge, ¿qué tal si les metemos…?-preguntó Candela que se quedó callada al momento en que vio lo que estaba por pasar.
Peter y Eugenia se separaron y miraron a su amiga.
-Tenía una pestaña y se la estaba quitando-dijo Peter sin saber como hacer para romper el silencio que se había proclamado en la cocina.
-Ya, claro. Y se la estabas quitando con la lengua ¿no?-comentó Candela irónicamente.
El tiempo pasó y se acercó la hora en que Peter tenía que pasar a recoger a Agustín e irse a trabajar. Ya faltaba poco para que las chicas terminasen de hacer la tarta, a pesar de que Peter había estado rondando por la cocina incordiando y metiendo la mano para probar las cosas. Parecía un niño de siete años. Viendo que llegaba la hora de irse, dijo:
-Chicas, me marcho ya. Espero que os vaya bien terminando la tarta sin mi ayuda.
-Oh, no te preocupes. Nos la arreglaremos-comentó Candela.
-En fin, nos vemos esta noche. Adiós, besos.
-Adiós-se despidió Eugenia mirándolo disimuladamente.
No se atrevía a mirarlo después de lo que había pasado. Peter, tras despedirse, salió de la cocina. Candela queriendo ir a hablar con el muchacho, dijo yendo detrás:
-Creo que me he dejado el móvil en el baño.
Eugenia que estaba inmersa en sus pensamientos a penas la escuchó.
-¡Tú, sinvergüenza!-exclamó Candela llamándole la atención a su amigo antes de que abriese la puerta del piso.
-¿Qué pasa?-preguntó él dándose la vuelta para mirarla.
-¿Encima te atreves a preguntarlo?-hizo una pausa.- ¿Cómo te atreves a besar a Eugenia? Mejor dicho, ¿cómo se te pasa por la cabeza hacer eso? ¿No era que no querías nada con ella y no se que más tonterías?
-A ver Candela, yo nunca he dicho que no quisiese nada con ella, solo he dicho que no quiero mantener una relación con ella, eso no incluye el ‘divertirme’.
-¿Divertirte?-preguntó la muchacha mirándolo.- ¿Qué quieres decir con eso?
-Quiero decir que si Eugenia quiere podemos divertirnos un rato, solo eso.
-Y dentro de ‘divertirte’, entra el besarla, el acostarte con ella y luego dejarla como si nada hubiese pasado ¿no?-hizo una pausa.-Peter, en serio, ¿dónde quedó ese chico que estaba perdidamente enamorado de Eugenia y que lo único que hacía era pensar en ella día si y día también?
-Ese chico murió y Candela, tampoco hagamos un drama de esto. Es fácil y sencillo si Eugenia quiere podemos tener un ‘touch and go’ y por lo que he visto, ella está dispuesta.
-Claro que está dispuesta. Lo está porque sigue enamorada de ti, Peter.
-Pero, ¿qué dices?
-Lo que escuchas. Estoy completamente segura de que todavía siente algo por ti y por eso cuando estabas por besarla, no te detuvo-hizo una pausa.-A pesar de que ella siga creyendo que le has metido los cuernos el amor que siente por ti es más grande de lo que te puedes imaginar.
-Candela, creo que ves demasiadas telenovelas-bromeó el muchacho.
-Peter, mira solo te voy a pedir una cosa y es que…con Eugenia no te metas. Haz lo que quieras con todas las chicas que haya en esta ciudad, pero con Eugenia, no-hizo una pausa.-Dices que no le vas a decir la verdad porque no quieres estar más con ella para no hacerle más daño, pues que sepas que con el ‘touch and go’ como tú lo llamas, le vas a hacer más daño de lo que crees. Así que… por favor, prométeme que con Eugenia, no vas a hacer nada; a no ser que quieras casarte con ella, tener hijos y ser felices comiendo perdices.
El muchacho se llevó las manos a la cintura y resopló.

Peter se fue y pasó a recoger a Agustín a su casa para ir a trabajar. Al verlo, lo felicito con una gran sonrisa, un ‘felicidades’ y un abrazo entre amigos. Después de eso, se fueron para el lugar donde pasaban casi todo el día de lunes a sábados. Empezaron a trabajar. Cuando faltaba poco para la hora de volver a casa, alguien llamó a Peter. El muchacho sacó el móvil, miró la pantalla y vio el nombre de la persona. Pulsó el botón verde con una sonrisa dibujada en la cara y acercándose el móvil a la oreja, dijo:
-¡Eugenia!
-No, soy Patrick-le corrigió.
-Ah, hola, ¿qué sucede?
-Sabes muy bien qué sucede-contestó el muchacho.-Quiero que me expliques que fue eso que dijo tu amiga esta mañana.
-Nada, ya te lo explique antes. Fueron tonterías suyas.
-Ah, ya. Pero, ¿sabes qué pasa?-hizo una pausa.-Que no te creo.  
-Pues, lo siento, Patrick; esa es la verdad. Yo sin querer le metí los cuernos a tu amiga y quiera o no admitirlo, pasó así.
-Vamos, Peter. Puedes confiar en mí. Dime, ¿es verdad que no le metiste los cuernos?
El moreno de ojos marrones con tono de verde se quedó callado pensando si sería buena idea contarle la verdad al mejor amigo de Eugenia, pero no le quedaba otra. Suspiró y finalmente, dijo:
-Si, es verdad.
-¿Y por qué Eugenia no lo sabe?
-Porque me enteré de que todo había sido una trampa de unas chicas poco después de que Eugenia se fuera a vivir a Barcelona y ahora he preferido mantener el secreto.
-¿Por qué?
-Porque si, Patrick. No tengo ganas de…
-Entiendo-lo interrumpió.-No quieres hablar del tema. Mira yo no soy quién para meterme en tus asuntos pero creo que Eugenia se merece saberlo.
-Lo sé, pero prefiero dejar las cosas tal cual están.
-Bueno eh…-Patrick empezaba a ponerse nervioso, Eugenia lo estaba llamando desde su habitación.-Te tengo que dejar, adiós-colgó y escondió el móvil debajo del cojín del sofá.
-Patrick, ¿has visto mi móvil?-preguntó la muchacha apareciendo en el salón.
-No, ni idea-mintió.

Se hizo de noche. Peter había salido de trabajar y como de costumbre, llevó a Agustín a su casa. En esa noche, Peter le había prometido a su amigo llevarlo a algún bar para celebrar su cumpleaños como una tapadera de lo que realmente pensaba hacer.
-Bueno, en una hora vengo a recogerte-dijo Peter despidiendo a su amigo.-Ponte guapo, que esta noche hay que ligar-sonrió.
-No, yo solo tengo ojos para una mujer.
-Mmm…pero que romántico-habló el muchacho con ironía.-Vamos, tonto, verás lo bien que te lo vas a pasar.
-Anda, adiós. Te veo en una hora-se despidió y entró en su edificio.
Peter se fue a su casa. Se duchó, se arregló y después de eso, fue a casa de Eugenia y Patrick. Pensaba recogerlos, llevarlos a su casa y tras eso ir a buscar a Agustín mientras todas las demás personas de la fiesta iban llegando. Al estar a cinco minutos en coche del piso muchacha y su amigo decidió ir andando y dar un pequeño paseo. Cuando llegó, llamó al timbre y lo atendió Patrick. Le abrió el portal y subió. Al entrar en el piso, saludó al que había atendido que estaba sentado en el sofá.
-Eugenia se está arreglando-comentó Patrick.
-Ah, bien. ¿Y le falta mucho?
-No sé, creo que no.
En ese momento el móvil de Patrick empezó a sonar, miró en la pantalla quién era, se puso un poco nervioso y se fue a su habitación disculpándose con Peter y diciéndole que estuviese como en su casa. El muchacho, al encontrarse solo, se sentó en el sofá y empezó a mirar la televisión que estaba encendida.
Eugenia estaba en su habitación arreglándose, se había probado como ocho blusas, faldas y pantalones distintos pero ninguno le convencía. Se quitó el último pantalón y la última blusa que se había probado y los tiró encima de la cama. Se puso a mirar más ropa. Sintiéndose indecisa decidió pedirle ayuda a Patrick. Él entendía mucho de ropa y ella adoraba sus gustos a la hora de vestir. Salió de su cuarto con una falda y una blusa en la mano y fue al salón, dónde  había visto a su amigo la última vez.
-Oye, Patrick, ¿te gusta esta blusa y esta falda? ¿Crees que me quedarán bien?-preguntó entrando en el salón.
Peter levantó la cabeza para ver por encima del sofá, y la miró con una sonrisa.
-Te quedará muy bien-le contestó.
-¡Peter!-exclamó nerviosa.
La muchacha se tapó como pudo con las prendas que llevaba en la mano, ya que estaba en ropa interior.

Patrick estaba en su habitación hablando por teléfono. Se sentía feliz de hablar con esa persona pero a la vez estaba preocupado y dubitativo a causa del tema de conversación que mantenían. Para él era un tema delicado.
-Está bien, te lo prometo. Te prometo que hoy mismo se lo cuento-decía mordiéndose las uñas de los dedos de la mano.-No es fácil, es complicado-hizo una pausa.-Si ya sé que estas harto de estar oculto y que quieres conocerla pero…Bueno, ya está dicho, hoy se lo digo y quiero que estés presente. Así que en cuanto empiece la fiesta, te llamó y  te digo dónde es ¿vale?-hizo una pausa.-Perfecto, adiós, besos.

Continuará...

miércoles, 29 de agosto de 2012

JF2. Capitulo 17: Un enfrentamiento

Capitulo anterior:

-¿Fantástica? Ya, claro-habló irónicamente.- ¡Cómo te odio, Peter! Podríamos estar todos felices y en pareja. Yo con Luca, tú con Eugenia, pero no.
-¿Si? ¿Quién es?-preguntó alguien por el telefonillo.
Candela no lo oyó y continúo hablando.
-Pero no,-Peter trató de callar a Candela.-Porque eres un completo idiota que no se atreve a decirle la verdad a Eugenia, no vaya a ser que se de cuenta de que eras buena persona en el pasado y que no le metiste los cuernos.
-¿Cómo?-preguntó la persona que permanecía con el telefonillo en la mano.
Candela esta vez si escuchó que alguien había hablado. Miró a Peter tapándose la boca porque sin querer había metido la pata. El muchacho se llevó las manos a la cintura y le devolvió la mirada a Candela, con mala cara. La quería matar en aquel momento.
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-¿Cómo? ¿Qué es eso que habéis dicho?-volvió a preguntar la persona que había escuchado lo que Candela acababa de soltar por la boca.
-Na... nada-contestó Peter.-Tonterías de mi amiga. Olvídalo, Patrick.
-No, no. Yo he escuchado bien, tu amiga ha dicho que tú no le habías metido los cuernos a Eugenia.
-¿Qué? No, claro que si, claro que le he metido…-Peter se cayó de inmediato, lo que estaba por decir sonaba realmente raro.-En serio, no escuches las tonterías de mi amiga-hizo una pausa.- ¿Está Eugenia?
-Si, subid-dijo pulsando el botón que abría el portal.
Patrick sabía muy bien lo que había escuchado y no pensaba hacer cómo si nada. Eugenia estaba en la puerta despidiendo a Agustín que había pasado a visitarla antes de irse a trabajar.
-Bueno, Euge, me voy yendo ya porque tengo que volver a casa para arreglar unas cosas para el trabajo antes de que un amigo me pase a recoger. Así que nos veremos esta noche ¿no?
-Si, claro-le sonrió.-Pero, por cierto, ayer me habías dicho que me tenías que decir algo y…todavía no me lo has dicho.
-Si, lo que pasa es que es una tontería, o sea que no vale la pena.
-Pero si…-Eugenia se quedó callada al ver a Peter y Candela salir del ascensor.
Agustín que estaba de espaldas, intentó ver hacia dónde se había quedado mirando la muchacha mientras decía:
-¿Qué pasa?
-¡Nada!-exclamó Eugenia que impidió que mirase dándole un beso.
Mientras lo besaba mediante señas les dijo a los dos recién llegados que se escondiesen. Peter al ver que Agustín y Eugenia se estaban besando sintió un pinchazo en el pecho. Se llevó la mano al lugar dónde le dolía.
-¿Estás bien?-preguntó Candela al verle la cara.
-Si, perfectamente-contestó con una sonrisa mientras se escondía en las escaleras.
Eugenia al no verlos más se separó y le dijo a Agustín:
-Bueno, nos vemos esta noche ¿no?
-Si, pero ¿a qué ha venido esto?
-Esto ha sido un adelanto de lo que puede que pase esta noche-le habló al oído.-Adiós.
-¡Vaya! Estoy deseando que pasen las horas-le sonrió.-Besos, linda. Nos vemos esta noche.
La muchacha esperó a que ‘su novio’ entrase dentro del ascensor para ir a avisar a Peter y a Candela que ya podían salir.
-Chicos, ¿qué hacéis aquí?-preguntó Eugenia.
-He venido a ayudarte con la tarta, como te había dicho ayer-contestó Candela.
-Es verdad. Habíamos quedado en que venías a las diez, no sé donde tengo la cabeza.
-Yo sí-comentó Peter.-Bah, más bien sé dónde tienes la lengua-las dos chicas lo miraron.-Oye, ¡qué feo! Primero le mientes, ahora le ocultas la verdad. ¿Se puede saber por qué no querías que nos viera?
-Pues porque no sé que le íbamos a decir cuando preguntase qué estabais haciendo aquí.
-¡Ah, y por eso le has metido la lengua hasta la garganta!-exclamó Peter.-Menos mal que no es tu novio ¿no?
-Espera-comentó Candela.- ¿Puede ser que este notando un poco de… celos?-preguntó mirándolo.
-¿Celos? ¿De qué o de quién?
-Del beso que le ha dado Eugenia a Agustín-contestó la muchacha con una sonrisa en el rostro.
-El día en que este celoso, te lo diré hasta entonces, no sueñes.
-Si tú lo dices-comentó Candela.-Pero en fin Euge, si Agustín nos hubiese visto no te tendrías que haber preocupado por eso; Peter es un experto dentro del ámbito de mentir y de inventarse las cosas.
-Pero al menos la persona a la que estoy mintiendo no es nada mío, ni mi novia, ni nada-dijo el muchacho.-Solo una amiga.
-Agustín, no es…-empezó a decir Eugenia.
-Mira, Peter-la interrumpió Candela.-Primero, Agustín no es el novio de Eugenia, es un amigo con derecho a roce como tú y Luna con la diferencia de que Eugenia no miente a sus amigos para volver temprano a casa para acostarse con él.
-Chicos-habló la ex rubia que permanecía ajena a la conversación.- ¿Se puede saber qué os pasa?
-Nada-contestó Peter.-Solo que Candela se ha levantado con el pie izquierdo.
-No-lo corrigió la muchacha.-Me he levantado estupendamente, el problema es que hoy tengo ganas de meterme contigo-le habló a Peter.
-Anda, ¡qué bien!-exclamó el muchacho de una forma sarcástica.
Los tres entraron en el piso y vieron a Patrick sentado en el sofá hablando por teléfono.
-Eh…tengo que colgar-comentó el muchacho nervioso.-Luego hablamos-colgó.
-¿Quién era?-preguntó Eugenia.
-Nadie, del trabajo, que me tengo que ir ya-le sonrió.-Así que nos vemos luego.
-Está bien-contestó la muchacha dándole un beso en la mejilla a su compañero de piso.
-Adiós a todos-se despidió y cuando pasó al lado de Peter, le habló en voz baja.-Tú y yo tenemos que hablar, no te creas que me olvido del tema.

Las chicas se fueron a la cocina y empezaron a hablar de cómo pensaban hacer la tarta, de qué sabor y qué ingredientes iban a usar. Mientras tanto, Peter se había quedado en el salón y había empezado a mirar las fotos que había colgadas en las paredes y sobre la estantería del salón. Se quedó observando una foto dónde salía Eugenia de rubia haciendo la cara que solía hacer al sacarse una foto. Los ojos cerrados y la lengua fuera. Se quedó un rato mirando la foto, sentía nostalgia, echaba de menos aquellos días en que se lo pasaba tan bien con ella y con sus otros amigos. Suspiró y fue a la cocina. Al entrar, vio a Eugenia frente a la encimera con las manos dentro de un bol rosa y grande amasando la masa con la que haría la tarta.
-¿Y Candela?-preguntó el muchacho al no verla.
-Ha ido un momento al baño-le miró sonriendo.
-¡Ah! ¿Te ayudo?-se acercó a ella.
-No, no hace falta.
-¿Segura?
La muchacha asintió mientras seguía con las manos en la masa. De repente, sintió la respiración de Peter en su nuca y lentamente fue empezando a sentir cómo el cuerpo del muchacho se pegaba completamente al suyo. Peter deslizó sus manos por los brazos de Eugenia mientras los acariciaba hasta llegar a la masa de huevo, leche, mantequilla y harina. Los latidos del corazón de la muchacha empezaron a ir más deprisa, cuando sintió que él apoyaba su cabeza en su hombro.
-Peter, ¿qué haces?-preguntó cerrando los ojos para controlar sus pulsaciones.
-Ayudarte-le susurró al oído.
-No hace falta, en serio. Puedo sola.
-Bueno, pero yo te quiero ayudar igualmente-seguía hablándole al oído.
Peter al sentir que Eugenia estaba temblando entrelazo sus dedos con los de ella para intentar tranquilizarla. La muchacha estaba nerviosa hacía tanto tiempo en que no estaba así con él, que se sentía extraña ante esa situación. Si hubiese sido otra persona, ella lo hubiese apartado al momento de sentirlo cerca pero tratándose de él, no conseguía hacerlo. Era él, el chico por el que antes sentía algo y por el que se había ido lejos para olvidarlo pero inevitablemente al volverlo a ver había vuelto a relucir esos sentimientos que sentía por él, pero ella trataba de negarse a sí misma la posibilidad de volver a enamorarse de Peter. Respiró hondo y dijo:
-Bueno, pues ayúdame, pero que haya aire entre nosotros-comentó apartándolo de ella.
-¿Qué pasa? ¿Te has puesto nerviosa?
Eugenia se rió y trató de que su risa sonase convincente pero no fue así.
-¿Nerviosa? No, Peter. Ya no soy esa chica adolescente que temblaba y se le erizaba cada pelo del cuerpo cada vez que la tocabas, he cambiado; ahora ya no siento nada-mintió.
-¿Ah, no?-preguntó él mirándola.-Yo no diría lo mismo-le sonrió.
-¿Qué? Pues que sepas que por mucho que hagas cualquier cosa, ya no sentiré nada porque han pasado cinco años y quieras o no, con el tiempo acabas olvidando los sentimientos y…
Peter la giró para que lo mirara, ella sorprendida, le preguntó:
-¿Qué haces?
-Comprobar si es cierto lo que dices-contestó acorralándola contra la encimera.
-Peter, no. Aparta-le puso la mano en el pecho evitando que se acercase más a ella.
El muchacho le agarró la mano. Ella poniéndose otra vez nerviosa apartó su mano. Peter sonrió y  llevó su mano a la mejilla de Eugenia. La acarició y lentamente cerró los ojos, inclinó la cabeza y fue acercando sus labios a los de ella. La muchacha al darse cuenta de lo que iba a hacer, se agarró a la encimera mientras se echaba hacia atrás. Ella dándose cuenta y recapacitando si realmente lo que quería era evitar el beso, se quedó quieta y cerró los ojos esperando a que pasase.

Continuará...

martes, 28 de agosto de 2012

JF2. Capitulo 16: Faceta mujeriega

Capitulo anterior:
Eugenia dejó de hablar, se había asombrado por lo que Peter acababa de hacer. La había agarrado de la muñeca y tirado hacia él, abrazándola entre sus brazos. Aferrándola a su cuerpo, conteniéndola de la única forma que sabía hacerlo. Los dos permanecieron abrazados durante un largo tiempo. Ella estaba cautiva del sonido de los latidos del corazón de Peter, no tenía la oreja pegada a su pecho pero podía oírlos a la perfección. Estaba nerviosa y temblaba, parecía cómo si fuera la primera vez que lo había abrazado, aunque si era la primera vez desde que él había formado aquellos brazos que nada más verlo daban ganas de que te rodearan el cuerpo para sentirlos alrededor. La muchacha empezaba a sentirse un poco acalorada, pero no deseaba apartarse de él; así que no lo hizo.
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 Luca estaba sentado en una silla de la mesa del salón con Candela encima de sus piernas. Ambos estaban esperando a que Eugenia y Peter terminasen de hablar y mientras tanto intercambiaban sus ideas sobre el asunto que estaba vigente esa noche:
-En serio, no comprendo a Peter, ¿por qué no quiere decirle que no la engañó?-preguntaba Candela sin comprender las intenciones de su amigo.
-Dice que no quiere hacerle más daño, y prefiere continuar así como están. Yo pienso igual que tú pero si él no quiere, no quiere. Así que tenemos que intentar entenderlo y guardarle el secreto.
-Si, supongo que sí-suspiró.
-Pero bueno, no hablemos de esto. ¿Por qué no vamos a ver si ya han hablado para cenar?
-Si, será mejor que cenemos antes de que se enfríe-sonrió y lo besó.
Tras separar sus labios, se levantaron y fueron a la cocina. Al entrar, vieron a Peter y Eugenia abrazados. Candela sorprendida, miró a Luca y luego volvió la mirada otra vez a sus amigos.
-¿Habéis vuelto?-preguntó haciendo que Eugenia abriese los ojos.
-¿Qué? No, no-contestó Peter alejándose de la muchacha.-Solo nos estábamos abrazando tampoco es para tanto. Además, no sé si sabías pero ella tiene novio.
Esas palabras hicieron que a Candela se le borrase la amplia sonrisa.
-No es mi novio-lo corrigió Eugenia mirándolo.
-¿Quién es?-preguntó Candela.- ¿Cómo se llama?
-Es Agustín, el compañero de trabajo de los chicos.
-¡Vaya! No lo conozco mucho pero seguro que estaréis muy enamorados-sonrió.-Te felicito.
-Gracias pero todavía no somos nada.
-Bueno, tiempo al tiempo. Quizás algún idiota se tiene que atrever a contarte la verdad.
-¿Cómo?-preguntó Eugenia sin entenderla.- ¿Qué verdad?
-Nada-contestó Luca.-Cosas de Candela-sonrió.
-No, contadme qué pasa-insistió Eugenia.
-Nada, Euge. Tonterías mías. Olvídalo-comentó Candela.- ¿Cenamos?-dijo para cambiar de tema.
Eugenia se quedó callada mirando a su amiga, que le dirigía una mirada de pocos amigos a Peter. Algo estaba pasando pero no quería estropear aquella noche insistiendo en el tema. Así que sonrió e ignoró lo que había pasado, al menos por el momento.  Los chicos empezaron a cenar, tras poner los cubiertos en la mesa y mientras cenaban se divertían contando todo lo que les había pasado en ese tiempo. Las horas pasaban más rápido de lo que creían, cuando se acercaban las dos de la mañana, Peter creyó que ya iba siendo hora de volver a casa.
-Euge, no quiero ser aguafiestas pero ya va siendo hora de que nos vayamos a casa, ¿no crees?-hizo una pausa.-Mañana Luca y yo tenemos que ir a trabajar muy temprano.
-¿Qué? No, quedaros un rato más-sugirió Candela.
-Peter tiene razón, tenemos que irnos ya-miró a su amiga.-Yo mañana no trabajo pero me voy a levantar temprano para preparar la tarta porque por la tarde no voy a poder-comentó Eugenia.
-¿Qué tarta?-preguntó la muchacha.
-La tarta para la fiesta de cumpleaños de Agustín.
-Oh, cierto. Mañana es su cumpleaños
-Si-sonrió.-En fin, nos marchamos ya.
Los chicos se despidieron y Eugenia y Peter se fueron. Cuando estaban yendo hacia el coche, ella llamó a Agustín.
-Mi amor, hola. ¡Felicidades!
-Gracias, preciosa.
-¿Cómo estas?
-Bien, aquí con unos amigos.
-¡Ah, qué bien! ¿Ya estáis celebrando tu cumpleaños?-hizo una pausa.- ¿Te lo estás pasando bien?
-Si, fenomenal pero me faltas tú.
-¡Oh, qué mono! Se acuerda de mí.
-Siempre-hizo una pausa.-Oye, Euge, te tengo que dejar. Mañana por la mañana ¿nos vemos, no?
-Si, claro. Chau, besos.
Eugenia pulsó el botón rojo mientras alejaba el móvil de su oreja. Peter le abrió la puerta del coche y esperó a que entrase, mientras le preguntaba:
-¿Aún no le dices ‘te quiero’?
Eugenia lo miró, le sonrió y entró en el coche agradeciéndole la amabilidad de abrirle la puerta ignorando su pregunta. El muchacho rodeó el coche y entró.
-Bedoya-dijo Eugenia mientras se ponía el cinturón de seguridad.- ¿Te puedo hacer una pregunta?
-Dime-dijo arrancando el coche.
-¿Qué quiso decir Candela con que algún idiota tendría que atreverse a decirme la verdad?
Peter sonrió.
-Sabía que me ibas a hacer esa pregunta…habías insistido muy poco cuando tuviste la oportunidad de saberlo.
-Es que noté a Candela un poco alterada con el tema y…no sé, la veía como enfadada y no quería estropear la noche.-hizo una pausa.- Pero bueno, ¿y qué?
-Y nada, Eugenia. Si quieres saberlo pregúntaselo a ella; yo no soy quién para decírtelo.
-Vamos, Peter. No seas así. Dímelo, al fin y al cabo somos todos amigos y todo quedaría entre nosotros.
El muchacho había frenado en un semáforo en rojo y aprovechó para mirarla fijamente mientras le preguntaba:
-¿Estas segura de que todos somos amigos?
-Bueno, sé que me fui durante cinco años y que la relación no es la misma. Es evidente pero puedes confiar.
-No dudo de tu confianza pero, en serio, pregúntaselo a ella.
-Está bien-comentó Eugenia entristecida.-Pero, en fin, cambiando de tema-volvió a sonreír.-En una parte de esta noche, Candela me estuvo comentando y explicando con detalles tu faceta de mujeriego-Peter tenía la mirada puesta en la carretera.-Y bueno, hoy te quedas sin ligue. ¿Qué tal si vamos a algún bar y te ayudo a ligarte a alguna chica?
-¿Qué?-preguntó él mirándola sorprendido por lo que había escuchado.
En ese momento, Peter se echó a reír.
-Creo que las burbujas de la coca-cola que te has tomado, se te han subido a la cabeza-bromeó.
-Tonto-le pegó en el brazo.-Lo digo en serio. Yo te puedo ayudar.
-Te agradezco pero yo trabajo solo-le guiñó el ojo.
-¿Qué pasa? ¿El señorito tiene miedo de darse cuenta que con mi ayuda puede ligar más fácilmente y más rápido?
Peter sonrió moviendo la cabeza.
-Será mejor que te lleve a casa de inmediato antes de que se te ocurra otra idea disparatada-comentó el muchacho.
-Bueno, peor para ti. Hoy duermes solo.
-Euge, creo que tienes una idea equivocada de mí. No soy de esos hombres que tiene que estar con una chica distinta noche sí y noche también. Yo salgo, me divierto y si tengo la suerte de regresar a casa con alguien, pues mejor.
-Según me contó Candela, hace un tiempo eras ese hombre hasta que…
-Si, era así hasta que me tropecé contigo aquel día-Peter estacionó frente a la casa de Eugenia, ya habían llegado.
-¿Cómo?-la muchacha lo miró sonriendo.-Candela me había dicho que habías cambiado porque conociste a una camarera. Luna creo que me dijo que se llamaba.
Peter se quedó callado mirando hacia delante tratando de pensar qué decirle.
-Ya hemos llegado-comentó él saliendo del coche.
El muchacho trató de abrirle la puerta a Eugenia pero antes de que pudiera, ella se bajó y cerró la puerta apoyándose en ella.
-¿Vas a evitar el tema o me lo vas a explicar?-preguntó Eugenia mirándolo.
-Explicar, ¿el qué?
-Explicar si es cierto que dejaste tu faceta de mujeriego por mí.
-Bueno, tampoco vale exagerar. Lo deje temporalmente, dos o tres días nada más, porque me encerré en mi mismo y solo deseaba saber si eras tú y ahora a penas estoy con chicas por respeto a Luna.
-¿Y querías que fuera yo?
-Sí, no sé-contestó Peter mirando hacia otro lado, tratando de evitar mirarle a los ojos.
Eugenia se dio cuenta de que ese tema le incomodaba, así que sonrió y le cambió de tema:
-Gracias por lo de esta noche.
-Pero si no he hecho nada.
-Claro que sí, más de lo que te piensas-le sonrió y empezó a caminar hacia el portal de su edificio con Peter a su lado.
-Bueno, entonces, de nada.
Eugenia buscó las llaves dentro de su bolso, las encontró y abrió la puerta.
-¿Nos vemos mañana?-preguntó ella mirándolo.
-Si, claro. Nos vemos mañana. Adiós.
Peter se acercó y le dio un beso en la mejilla. Eugenia se quedó en la puerta viendo como se iba hacia el coche. Cuando entró y arrancó, la muchacha se despidió con la mano para después entrar en su casa. Peter a los minutos llegó a su  casa y al entrar, marcó el número de su amiga Candela en su móvil. Pulsó el botón verde y se acercó el móvil a la oreja.
-¿Si?-preguntó ella al atender.
-¿Se puede saber por qué le has contado a Eugenia sobre mi ‘faceta mujeriega’?
-¿Qué? No, si yo no…
-¡Vamos, Candela! No sabes mentir.
-Bueno, lo siento-se disculpó.-Ella me había preguntado por Mariana y como nos habías dicho a Luca y a mí que no dijésemos nada sobre el tema, lo primero que se me ocurrió para cambiar de asunto fue eso; tu faceta mujeriega. Perdón.
-¿En serio te preguntó por Mariana?-dijo sentándose en su sofá y quitándose los zapatos.
-Sí, me preguntó qué había pasado con ella y bueno, le dije que se había ido lejos y cuando me preguntó por el bebé que esperaba, cambié de tema.
-Gracias, Cande-hizo una pausa.-Y mira, si te vuelve a preguntar, mantén la idea de que se fue lejos y si te pregunta por qué, le dices que fue porque perdió el bebé, ¿vale?
-¿Qué? Pero, ¿no sería más fácil decirle la verdad?
-¡No!
-Jolín, pero ¿por qué no?
-¡Candela!-le reprimió mientras se desabrochaba la camisa.
-Está bien-murmuró.-Y por cierto, mañana me vas a llevar a la casa de Eugenia.
-¿Y eso por qué?
-Porque le voy a ayudar a hacer la tarta para Agustín.
-¡Qué te lleve Luca!
-No, porque él no sabe dónde vive y quiero que me lleves tú. Así que mañana a las diez pasa a recogerme-Peter resopló.-Gracias, eres un sol.
-Al fin has llegado-dijo una voz femenina a espaldas del muchacho que hablaba por teléfono.
-¿Quién es?-preguntó Candela al escuchar a la chica.
-Nadie-contestó de inmediato Peter.-Te tengo que colgar, mañana hablamos.
El muchacho pulsó el botón rojo y dejó el móvil encima del sofá. Sintió unas manos deslizarse por su torso desnudo y sonrió sabiendo lo que venía a continuación.

A la mañana siguiente, Peter fue a recoger a Candela para llevarla a casa de Eugenia, cómo habían quedado la noche anterior. Al llegar, él estacionó delante del edificio y se bajaron.
-¿Te vas a quedar?-preguntó Candela al verlo ir hacia el portal a su lado.
-Si, no tengo que entrar a trabajar hasta las doce.
-¿Cómo? Pero, si ayer por la noche dijiste que tú y Luca teníais que entrar a trabajar temprano.
-¿Yo dije eso?-preguntó haciéndose el tonto.-No…
-O sea que era mentira-Candela lo miró boquiabierta.- ¡Ya entiendo! Querías volver temprano a casa por esa guarra que te estaba esperando ¿no?
-Oye no llames guarra a Luna, es una chica fantástica-comentó Peter pulsando el botón de la casa de Eugenia.
-¿Fantástica? Ya, claro-habló irónicamente.- ¡Cómo te odio, Peter! Podríamos estar todos felices y en pareja. Yo con Luca, tú con Eugenia, pero no.
-¿Si? ¿Quién es?-preguntó alguien por el telefonillo.
Candela no lo oyó y continúo hablando.
-Pero no,-Peter trató de callar a Candela.-Porque eres un completo idiota que no se atreve a decirle la verdad a Eugenia, no vaya a ser que se de cuenta de que eras buena persona en el pasado y que no le metiste los cuernos.
-¿Cómo?-preguntó la persona que permanecía con el telefonillo en la mano.
Candela esta vez si escuchó que alguien había hablado. Miró a Peter tapándose la boca porque sin querer había metido la pata. El muchacho se llevó las manos a la cintura y le devolvió la mirada a Candela, con mala cara. La quería matar en aquel momento.


Continuará...


[Hola, holita. Bueno, lo primero que espero q este gustando y que ya he salido de mi estancamiento en los caps y ya estoy adelantando xD & nah, que si queréis que os avise cuando suba cap o algo, dejadme vuestros twitter's o face's o yo que sé xD & os sigo, agrego...etc! xD Porque quizás algunos días suba mas de uno para adelantar momentos xq para (beso) eugeter qeda una pizquita todavia xD Bsitos. ]

lunes, 27 de agosto de 2012

JF2. Capitulo 15: Crueles palabras

Capitulo anterior:
-¿Y por qué no me llamaste ni una vez?
-Al principio no quería llamarte, tenía miedo de que si lo hacía me acabases hablando de Peter y yo no quería saber nada porque así me resultaría más fácil olvidarlo. Y bueno, cuando pasó el tiempo, decidí llamaros pero perdí el móvil y todos mis contactos. Lo único que conserve fue una tarjeta de memoria, donde estaban todas nuestras fotos juntas, que la conserve gracias a que la tenía guardada en una caja. Y te juro que traté de recordar tu número pero hacia tanto tiempo que no lo marcaba que se me había olvidado.
-Podrías haberme dicho: “Cande, no quiero que me hables de Peter” y yo no lo haría.
-Pero tenía miedo, Candela; y el miedo acobarda a cualquiera.
El silencio se apoderó de la habitación durante unos segundos, unos eternos segundos mientras la muchacha, dueña de la habitación, recapacitaba y pensaba si debía perdonarla o no.
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Luca, ya creía que la comida estaba hecha, así que apagó el horno, donde se estaba haciendo un rico pollo que los chicos cenarían esa noche si las dos amigas acabasen saliendo de la habitación haciendo las paces. Los dos chicos estaban sentados en el sofá con la televisión encendida pero en modo silencio, no es que fueran cotillas sino que querían saber si se estaban pegando o dando un abrazo porque hacia rato que no escuchaban gritos. Peter estaba sumido en sus pensamientos, había escuchado todo lo que Eugenia le había explicado a Candela y estaba dolido. Se sentía mal. Creía que no tenía ningún derecho de echarle nada en cara a la muchacha, ya que él había sido el absoluto culpable de su partida. A pesar de que en realidad no había pasado nada entre él y Mariana, se arrepentía mucho de todo lo que había hecho como por ejemplo ir a la fiesta aquel día. El muchacho mientras pensaba, arañaba con la uña del dedo pulgar la lata que sostenía entre sus manos y le quitaba la decoración dejando relucir el color del metal del que estaba hecho.
-Parece que se han reconciliado-comentó Luca para evitar ese silencio incómodo que se había producido.
Peter no contestó. Su amigo lo miró y vio que no lo había escuchado, tenía la cabeza en otro lado.
-Oye, ¿estás bien?-preguntó Luca, llamándole la atención.
-¿Eh? Si, muy bien.
-¿Seguro? Es que parece que lo que ha dicho Eugenia te ha dejado un poco caos.
-Si, pero no pasa nada-dibujó una falsa sonrisa en su rostro.
-Bueno, pero supongo que ya le habrás contado a Eugenia que todo había sido una trampa de Mariana y Melodi ¿no?
-No-contestó Peter.-Y no pienso decírselo.
-¿Por qué no? ¿Prefieres que siga pensando que eres una basura que no merece la pena?
-Si, así es mejor para todos. Estoy completamente seguro de que si le cuento la verdad, volveremos a estar juntos y…
-¿Y qué? ¿Acaso no quieres estar con ella?
-Esa no es la cuestión, Luca-comentó Peter levantándose del sofá.- ¿Quieres otra cerveza?
-Si, vale; pero no me cambies de tema. Peter tienes que decírselo, tienes que decirle que tú no te acostaste con Mariana que todo fue una mentira. Creo que merece saberlo.
-Se lo merezca o no, nadie-hizo una pausa.-Nadie se lo va a decir ¿entendido?-Luca asintió a pesar de estar en desacuerdo con su amigo.-Así que hazme el favor de avisar a Candela, porque la conozco y seguro que es capaz de decírselo.
-Está bien, como quieras. Pero que sepas que yo pienso que deberías contárselo.
-No, Luca, no puedo contárselo. ¿No comprendes que no quiero hacerle más daño? ¿No has escuchado todo lo que ha dicho? Ha sufrido mucho y encima por mi culpa. Yo hace mucho tiempo le prometí que la cuidaría, que la protegería y ella confió en mi pero la defraude.
-Pero, Peter no hiciste nada, fue todo mentira.
-Luca, no. Ya está, nadie se lo dice y listo.
-Nadie se lo dice, ¿el qué y a quién?-preguntó Candela apareciendo en el salón, abrazada a Eugenia.
-¡Vaya!-exclamó Peter tratando de cambiar de tema.-Ya os habéis reconciliado. Me alegro.
-Si, si, muy bien, todos alegres y felices-habló la muchacha irónicamente.-Pero ahora contesta, ‘nadie se lo dice’ ¿el qué? ¿A quién?
-Pues…-vocalizó el muchacho de ojos marrones con tonos de verde pensando que decir.
-Vamos, Peter, cuéntaselo-dijo Luca levantándose del sofá haciendo que su amigo lo mirase fijamente, no creía que fuese capaz de contar la verdad.- Cuéntale que sin querer se nos ha quemado un poco el pollo-concluyó.
-¿Qué? ¿En serio? ¡No!-exclamó Candela separándose de su amiga y yendo a la cocina para ver como había quedado la cena.
Luca fue detrás.
-Así que ya estáis bien otra vez ¿no?-preguntó Peter mirándola.
-Si, menos mal. No podía estar mal con ella, necesitaba que me perdonara y que volviéramos a ser las mismas de antes-le sonrió.
-Me alegro, de verdad, que me alegro.
El muchacho le dedicó una sonrisa y después se fue a la cocina a tirar la lata de cerveza. Al entrar, escuchó a Luca decir:
-Cande, no puedes contarle a Eugenia que Peter nunca le metió los cuernos.
-Pero, ¿por qué?-preguntó la muchacha mirando a su amigo que acababa de atravesar el marco de la puerta.-Te juro que en algunas ocasiones te mataría, Bedoya-dijo con agresividad en las palabras.
-No me llames así-le pidió a su amiga mientras tiraba la lata en la basura.
-¿Por qué no quieres que te llame así?-preguntó Eugenia entrando en la cocina.
Peter la miró y luego miró a Candela.
-Porque no, ya hay demasiadas personas llamándome por mi apellido.
-¿Demasiadas personas? ¿Quiénes?-preguntó la ex rubia interesada en saber cuántos más lo llamaban como ella lo solía hacer hacía mucho tiempo.
-Sus ligues-contestó Candela por él.
-¿Ligues? ¿Tiene muchos?-volvió a cuestionar Eugenia interesada.
-No sabes cuántos. Hace tiempo era una chica por noche hasta que…
-¡Cande!-la interrumpió Luca al ver la cara que estaba poniendo Peter.- ¿Por qué no vamos poniendo la mesa?-le sugirió para salir de la cocina.
-Bueno-vocalizó entendiendo que quería lograr su novio.
Ambos cogieron un par de platos y vasos y se fueron al salón, donde estaba la mesa.
-Vaya, vaya, quién me lo iba a decir-comentó Eugenia.-Un Nicolás en moreno.
-¿Cómo?-preguntó él creyendo que había oído mal.- ¿Me parece a mi o me has comparado con Nicolás?-Peter se rió sarcásticamente.-No, no. Creo que te equivocas. Yo sería incapaz de intentar tener sexo con alguna chica si ella no quisiese-dijo haciendo referencia a lo que le pasó a ella con Nicolás.-Si a mí me dicen que no, lo acepto y ya esta.
-Vamos, Bedoya-lo miró.-Oh, ya sé. A ti ninguna chica te ha dicho que no. ¿Cómo resistirse, no?-sonrió.
-Tienes razón, mucha razón. A mi nadie me ha dicho que no, pero si lo hicieran ten claro que yo no llegaría al límite de querer violar.
-Bedoya, conozco a los tíos como tú y como Nicolás, que haríais lo que fuera por un polvo de una noche.
-¿Qué pasa? ¿Durante este tiempo te has encontrado a muchos que te hacían creer que quería estar contigo pero a la mañana siguiente después de acostarse contigo se esfumaban? ¡Qué pena! ¿Verdad? Pero que sepas que yo no soy así. Yo voy con la verdad por delante y digo desde un primer momento lo que quiero. En cambio, Nicolás hace creer a las chicas que la quieren como novia, les dice un par de estupideces, las muy tontas caen al minuto y bueno, lo que ocurre después ya lo sabrás, te pasó a ti.
Eugenia lo miró incrédula no podía creer lo que estaba escuchando, lo que él le estaba diciendo de una forma cruel y sin escrúpulos. Se les escaparon las lágrimas que de inmediato limpió mientras respiraba hondo. Peter no se había dado cuenta de que la estaba lastimando de verdad, no creía que le fuese a doler sus palabras. Sintiéndose mal, se acercó a ella para pedirle perdón pero la muchacha lo apartó.
-No, no me toques-le pidió alejándose.- Tiempo, Peter.
-¿Tiempo?-preguntó sin entenderla.
-Si tiempo, te pido tiempo como en los partido de baloncesto. Tiempo para que dejemos de discutir por favor-hablaba entristecida.-Nos acabamos de reencontrar, no quiero pelearme con nadie y menos contigo.
-Está bien, lo siento. No quería ser tan duro.
-No pasa nada, ha sido culpa mía al compararte con…
Eugenia dejó de hablar, se había asombrado por lo que Peter acababa de hacer. La había agarrado de la muñeca y tirado hacia él, abrazándola entre sus brazos. Aferrándola a su cuerpo, conteniéndola de la única forma que sabía hacerlo. Los dos permanecieron abrazados durante un largo tiempo. Ella estaba cautiva del sonido de los latidos del corazón de Peter, no tenía la oreja pegada a su pecho pero podía oírlos a la perfección. Estaba nerviosa y temblaba, parecía cómo si fuera la primera vez que lo había abrazado, aunque si era la primera vez desde que él había formado aquellos brazos que nada más verlo daban ganas de que te rodearan el cuerpo para sentirlos alrededor. La muchacha empezaba a sentirse un poco acalorada, pero no deseaba apartarse de él; así que no lo hizo.

Continuará...