domingo, 26 de agosto de 2012

JF2. Capitulo 13: Bedoya

Capitulo anterior:
Eugenia quería preguntarle algo a Peter, pero no sabía si debía aunque deseaba saber la respuesta. Se quedó unos segundos callada, pensando cómo realizar la pregunta, y optó por la forma más fácil y directa.
-Peter, ¿puedo hacerte una pregunta?
La muchacha posó su mano sobre el brazo del chico. Peter le miró la mano y sonrió. Se estaba dando cuenta de todo lo que la echaba de menos. Esa forma de hablar, de expresarse, de gesticular mientras hablaba. La miraba y no podía creer que la estuviera viendo de verdad, pensaba que era un sueño. Un sueño del que jamás quería despertar.
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-Dime-dijo Peter mirándola.
-¿Qué es de Mariana?
En ese momento, los rasgos del rostro del muchacho cambiaron por completo. Él no deseaba hablar de ella, y ni de nada relacionado con lo que había pasado hacia tiempo. Estaba por contestarle cuando el móvil de Eugenia empezó a sonar.
-¡Me llaman!-exclamó ella levantándose para ir a por el teléfono.
Atendió y dijo al escuchar la voz de la persona que llamaba:
-¡Agustín! Hola, ¿cómo estás?
-Bien, echándote de menos, ¿tú?
-Oh, yo también te echo de menos.
-Pero si hace menos de una hora estabais juntos-comentó Peter en voz baja.
-Euge, ¿podríamos vernos esta noche?-preguntó Agustín.
-¿Esta noche? No puedo, ya he quedado con unos antiguos amigos-contestó la muchacha mirando a Peter, que se había puesto a ojear las cosas de su móvil.
-Bueno, entonces lo dejamos para mañana ¿no? Tengo que decirte algo.
-Perfecto, nos vemos mañana por la mañana, adiós, besitos.
-Adiós, linda.
Colgaron.
Eugenia tras pulsar el botón rojo, se volvió a sentar en el sofá y a pesar de que se moría de ganas de saber qué había sido de Mariana prefirió no volver a preguntar sobre el tema ya que la cara que había puesto el muchacho al oír el nombre de Mariana no había sido de agrado. Lo miró y esperó a que terminase de hacer lo que estuviese haciendo en su móvil. Él, sintiéndose observado, la miró y guardó el aparato en el bolsillo de su pantalón.
-Peter, ¿qué te parece si esta noche me llevas a casa de Candela y Luca?
-¿Tú no habías quedado ya?-preguntó el muchacho haciendo referencia a la conversación que habían mantenido ella y Agustín.
Si, había quedado contigo-le contestó
-Uh, ¡qué feo! Mintiéndole a tu novio.
-No es mi novio-le corrigió.-Somos dos personas que tenemos algo que no está definido.
-Llámalo como quieras.
-Bueno, ¿me llevarás?
-Está bien, te llevaré.
Eugenia se alegró y le agradeció. Los dos  estuvieron hablando y contando lo que habían hecho en esos cinco años. Se reían, se divertían y se lo pasaban bien, algo que echaban mucho de menos. Eugenia trataba de sonsacarle indirectamente cosas sobre su vida personal pero no conseguía resultados. Peter desde hacia mucho tiempo deseaba tenerla delante para echarle en cara su cobardía, su huída, su despedida….pero ahora que tenía la oportunidad algo le decía que no lo hiciese, algo se lo impedía, algo le echaba hacia atrás, no quería estropear el reencuentro, no por el momento.
Llegó la hora en que Eugenia se tenía que ir a trabajar. Peter se ofreció a llevarla, ella negándose en un principio, al final acabó aceptando.
-Bueno, quedamos en eso entonces-comentó Eugenia abriendo la puerta del coche para bajar, ya que habían llegado.-Yo, a las siete, cuando salga compro las cosas para la fiesta y luego a las nueve me pasas a buscar.
-Exacto-le sonrió.
-Pues, nos vemos.
Eugenia se quedó unos largos segundos mirándolo con una sonrisa dibujada en el rostro, se acercó a él y le dio un beso en la mejilla. Al alejarse, se tocó la mejilla y le dijo:
-La barba, raspa. Quítatela, seguro que estás mas guapo-le sugirió bajando del coche.-Adiós.
-Hasta esta noche-se despidió.
Cuando Peter ya no veía más a Eugenia, se miró al espejo y se pasó la mano por la barba. Sonrió moviendo la cabeza de un lado a otro dándose cuenta de la influencia que ejercía Eugenia en él.
-No me puedo creer como me gusta-comentó el muchacho sin pensar en lo que decía.
Cuando recordó sus palabras y recapacitó, encendió la radio y pisó el acelerador.

Se hizo de noche, Peter acababa de dejar a Agustín en su casa, después de negarse unas cuántas veces a salir con él porque esa noche tenía planes, planes con alguien especial. Tras despedirse de su amigo, se fue a su casa. Se duchó, se arregló y cuando ya estaba listo fue a buscar a Eugenia a su casa. Estacionó el coche, se bajó y se miró en el espejo retrovisor, una vez más, para comprobar si estaba bien. Tras eso, se acercó al portal del edificio donde vivía la muchacha y llamó al telefonillo.
-¿Si? ¿Quién es?
Peter al escuchar la voz masculina supo que se trataba del amigo de la muchacha.
-Patrick, hola, soy Peter. ¿Le podrías decir a Eugenia que ya he llegado?
-Por supuesto.
El muchacho puso el aparato del telefonillo en su sitio y fue a buscar a Eugenia a su habitación. Al asomarse por la puerta, la vio mirándose al espejo una y otra vez. Primero de frente, después de perfil y por último la espalda. Pero no le convencía mucho lo que llevaba.
-Estás perfecta, Euge-comentó Patrick entrando en la habitación.
-Gracias, pero no sé, no me convence. Este vestido nunca me llegó a gustar del todo.
-Entonces, ¿por qué te lo pones?
-Porque es especial.
Eugenia se mordió el labio inferior recordando las palabras de Peter de aquella tarde; “Así que resulta que tú eras la chica del vestido rojo”. Ella, no entendía que le estaba pasando, pero se sentía rara, extraña, se sentía feliz, sentía cosas en la barriga que hacía mucho tiempo que no le pasaba.
-Por cierto, Patrick, ¿quién era el del telefonillo?
-Peter-le contestó.
-¿Peter? ¿Cómo que Peter? ¿Qué ya está aquí?-preguntó poniéndose nerviosa.
-Si, tranquila, te está esperando abajo.
-¿Y ahora me lo dices?
-Bueno… yo…-vocalizó Patrick al no saber que decirle.
Eugenia respiró hondo, se miró una vez más al espejo y cogió su bolso. Pasó por debajo del marco de la habitación y se detuvo. Le dio un beso en la mejilla a su amigo y se fue.
-Adiós, Eugenia. Y tranquila por dios, que parece que es la primera vez que te vas a acostar con un tío.
-No me voy a acostar con él-lo corrigió abriendo los ojos de par en par.
-Entonces, ¿por qué estas tan nerviosa?
-No lo sé-contestó deteniéndose durante unos segundos.-En fin, me marcho. Adiós y cuidado con lo que haces tú aquí solo.
-¡Qué te lo pases bien!
Eugenia salió al pasillo, cerrando la puerta y fue hacia el ascensor, tuvo la suerte de que estaba en esa planta. Entró, pulsó el botón de la planta baja y mientras bajaba, aprovechó para retocarse el pintalabios de color rojo pasión. Al abrirse las puertas, salió y pulsó el botón que abría el portal. Peter al oír el sonido, levantó la vista y la vio. Allí estaba ella con una gran sonrisa, vestida con un vestido rojo apretado, el mismo que llevaba cuando se chocaron por primera vez después de cinco años. Peter la contempló de arriba a bajo, se había quedado sin palabras y lo más ingenioso que consiguió decir fue:
-Sabes que solo vamos a casa de Candela y Luca ¿verdad?
-Gracias, tú también estás muy guapo-habló ella irónicamente.
La muchacha se acercó a él y le dio un beso en la mejilla.
-En serio te lo digo, tu barba pincha-comentó ella pasando su mano por el rostro del muchacho.-Tienes que quitártela.
-Dudo que me la quite-dijo él agarrándole la muñeca a la muchacha para apartar su mano de su cara ya que le estaba produciendo una sensación que Peter prefería no sentir. Quería evitar cualquier contacto con ella, lo más leve y simple que fuese para mantenerla lejos de él. No quería volver a enamorarse de ella.
-¿Por qué?-preguntó Eugenia dándose cuenta de lo que acababa de pasar.
-Porque me ayuda mucho a la hora de…-se quedó callado.-Mejor vámonos ya.-sugirió empezando a caminar hacia el coche.
-No, espera, a la hora ¿de qué?-cuestionó ella yendo detrás de él.
-De nada, Eugenia-contestó abriéndole la puerta del coche.
-Oh, ya entiendo. A la hora de ligar ¿no?-dijo entrando.
-Tú lo has dicho.
Peter cerró la puerta y dio la vuelta al coche. Al entrar, Eugenia continuó hablando del tema.
-Así que ligas mucho ¿no?
-Yo no he dicho eso-contestó arrancando el coche.
-Pero has dicho que la barba te ayuda, o sea que…
-O sea que nada-la interrumpió.-Oye, ese vestido que llevas es el…
-El mismo.
-Es bonito.
-Bien, Bedoya, vas mejorando con los piropos-comentó ella irónicamente.
-¿Cómo me has llamado?-preguntó Peter dejando durante unos segundos de mirar la carretera para mirarla a ella.

Continuará...

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